sábado, 7 de julio de 2012

Colonizar a la disidencia


El término, redondo y exacto, se lo escuché una tarde de calor bochornoso al mejor periodista independiente de Cuba, Luis Cino Álvarez, mientras fumaba cigarrillos como un poseso y tomaba café ligado con chícharos de un viejo termo.

Lleva razón Cino. El proceder errático, en apariencia, de los servicios secretos y las estrategias diseñadas por generales y coroneles transformados a conveniencia en empresarios e ingenieros sociales, para tomar de rehén a la disidencia cubana, deja pistas sutiles y un mensaje que provoca más miedo que esperanzas.

Ya queda claro que en Cuba en estos momentos existen dos tipos de oposición. Las dos invisibles en los medios oficiales de la isla.

Pero mientras algunos opositores y periodistas libres hacemos la labor sin recibir golpes de kárate, actos de repudio de una manada enardecida de energúmenos al compás de cánticos pidiendo una degollina de machetes, otros sufren reiteradamente acoso y violencia. Agredidos con cadenas y palos, los han convertido en 'huéspedes' temporales de calabozos y celdas tapiadas.

Con el objetivo de tomar por asalto y domesticar a la oposición, sin el barullo del fuego cruzado, el régimen cubano ha puesto en marcha una concepción sofisticada. Lo peor no es la vieja treta castrista de dividir y debilitar a tu enemigo.

No. Lo infame es el silencio de muchos de nosotros, disidentes, periodistas independientes o blogueros, ante las tropelías sufridas por un sector dentro de la oposición. Cada persona que decidió tomar el difícil camino de la lucha por una Cuba democrática no debiese silenciar los sucesos que acontecen en ese otro lado del bando también contestatario.

Ahora mismo, dos mujeres y un hombre, en cárceles de máxima seguridad esperan ser sentenciados a largos años por sus protestas callejeras contra la autocracia de los hermanos Castro.

Se llaman Sonia Garro Alfonso, Niurka Luque Álvarez y Ramón Alejandro Muñoz González, esposo de Sonia. Los tres, de la raza negra, son activistas de barricada. De los que salen a la vía pública a exigir respeto por los derechos humanos. Esa atrevida opción, utilizada por valientes opositores que juegan al duro, como Antúnez, José Daniel Ferrer y Sara Marta Fonseca, entre otros, saca a flote la verdadera esencia represiva del régimen.

Sabe el General Raúl Castro que otros procesos de corte marxista fueron revertidos por marchas multitudinarias incentivadas por sectores disidentes. Esos brotes de desobediencia civil son los que pudieran desencadenar la chispa y sumar a miles de cubanos indignados, frustrados por sus vidas precarias y con un futuro entre signos de interrogación.

No cuestiono el poder de convocatoria de cada grupo o persona. Todos juegan su rol. Desde las crónicas y editoriales de los periodistas independientes que escriben en Primavera Digital, los twitters de la bloguera Yoani Sánchez, los debates y videos de Estado de Sats o los artículos de Eliécer Ávila.

Pero no sólo se debe beber de la experiencia, si no también respetar a los opositores más veteranos, como Martha Beatriz Roque Cabello, Oswaldo Payá Sardiñas y muchos más, algunos ya fallecidos, como Mario Chanes de Armas, Gustavo y Sebastián Arcos Bergnes y Adolfo Rivero Caro, quienes en décadas pasadas, cuando el régimen era aún más intolerante, violento y represivo, sufrieron toda clase de vejaciones y casi todos pasaron varios años encarcelados, por reclamar lo mismo que ahora nosotros exigimos.

No es necesario ponerse de acuerdo o intentar superar las desavenencias de criterios y métodos. Solamente se debe hacer frente común en una causa: el adversario es uno solo. El gobierno de Raúl y Fidel Castro.

La mayoría de los opositores pacíficos coincide en ese punto. Igualmente debiéramos unir nuestras voces para pedir la libertad de cualquier disidente.

Sea por la causa que sea. Tengan el curriculum, color de piel o nivel cultural que tengan. Puede que no escriban párrafos virtuosos ni tengan una oratoria brillante. Apartemos a un lado la soberbia intelectual. Todos son necesarios en esta lucha.

No dejemos a Sonia Garro, Niurka Luque y Ramón Alejandro Muñoz desamparados ante la parcializada y brutal maquinaria jurídica de los Castro.

No permitamos que el gobierno colonice a la disidencia. Obliguemos al régimen a abrir los candados chinos de las celdas de Sonia, Niurka y Ramón. Movilicemos a la opinión pública nacional e internacional.

Cada uno de nosotros posee un arma formidable. Ya sea un blog, acceso a medios internacionales, una página web o un diario digital que publica nuestros escritos. Entonces, disparemos con ella.

Iván García

Foto: Antúnez (Jorge Luis García Pérez), uno de los más combativos disidentes cubanos, autor del blog Ni me callo, ni me voy.

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