La conversación con una 'extraña' en el aeropuerto José Martí, el 17 de diciembre de 2014 y un baile popular provocaron que el cineasta estadounidense Ken Schneider regresara una y otra vez a Cuba, donde se ha dejado seducir por las historias. Según confiesa, en cada relato intenta hallar metáforas de las relaciones entre Washington y La Habana y trata de mostrar una realidad de la que “se tienen ideas superficiales” en su país.
La Rueda de la Vida (Wheel of Life, 2015) es el documental más reciente de Schneider, cuyo estreno se produjo en abril de 2016 en el Festival de Cine de La Habana en Nueva York. Es la segunda obra donde exhiben alguna arista de la vida en la Isla y en ambas comparte la autoría con Marcia Jarmel, su esposa y realizadora.
La rueda de casino es el principal protagonista del audiovisual de 16 minutos de duración que surgió por azar. Diciembre de 2014. Aeropuerto José Martí de La Habana. Ken, propietario y cofundador de Patchworks Films (California, 1994), esperaba sus maletas para asistir a la premier de La Curva Habana (Havana Curveball) en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.
El director Ken Schneider ha editado más de 35 documentales para PBS, HBO, Al-Jazeera, con énfasis en temas de derechos humanos, arte y justicia social. Las obras en que ha participado han sido nominadas y/o premiadas en los Oscar, Emmy, Peabody y el Festival de Cine de Sundance.
Anara, una bailadora estadounidense con raíces cubanas, le 'vendió' una idea. “La gente piensa que la salsa es una innovación de los puertorriqueños en Nueva York”.
Además de ese encuentro, el 17 de diciembre fue recibido por Schneider y Marcia como una invitación a estar más cerca de Cuba. “Cuando embarqué en el avión hacia La Habana, pensé que sería mi despedida definitiva. Pero la realidad intervino. La Curva Habana tuvo dos presentaciones, el 15 y el 17 de diciembre, la última con muchas particularidades: es el día de San Lázaro en Cuba y en esa fecha los presidentes Raúl Castro y Barack Obama iniciaron el camino de normalizar relaciones entre nuestros países. Desde ese momento supe que tenía más trabajo por hacer en Cuba”, asegura el cineasta.
Luego de varias entrevistas con músicos, “me di cuenta de que la historia de la rueda de casino era una metáfora de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos o, por lo menos, de lo que podría ser ese vínculo. Es una danza que surgió de una confluencia de dos culturas: el rock and roll de los años 50 y 60, el son y algunos elementos afrocaribeños.
“Pero a su vez, el pueblo norteamericano piensa que este baile fue inventado por los puertorriqueños en Nueva York. Ahí está la otra metáfora, porque es una mezcla de las dos naciones, pero hay malentendido acerca de los orígenes”, afirma.
Schneider y Jarmel tenían suficiente información para filmar un documental histórico. Los antecedentes del casino: sus raíces, quiénes lo llevaron a los salones y otros datos que podían servir de soporte a la obra. Pero faltaban los conflictos humanos, el relato personal detrás de cada ritmo y movimiento. Joaquín Roche, conocido como el Oso, se convirtió en la historia y la rueda de casino en una alegoría.
Medio minuto grabado con un iPhone (un par de esos planos están en el corto final) en un parque del Vedado bastó para que Ken y Marcia descubrieran el puente perfecto entre el baile y el contexto. “Solo queríamos conocer al Oso y cuando lo conocimos, enseguida supimos que sería nuestro personaje”.
Schneider considera que la vida del Oso, además “reflejaba en cierto modo parte de la historia de Cuba. Antes de la revolución, no podía bailar en salones por ser negro. Pero después de 1959 comenzó a mostrar su talento en el antiguo Miramar Yacht Club, reconvertido en Círculo Social Patricio Lumumba”.
La Rueda de la Vida se filmó en apenas 48 horas en abril de 2015. “Marcia y yo regresamos a Cuba para realizar una gira con La Curva Habana, el proyecto Tod@s Contracorriente de la cantante Rochy Ameneiro y el historiador Julio César González Pagés, en la que visitamos escuelas y dimos charlas sobre prevención de la violencia doméstica. Antes y después de la gira, tuvimos unos días, y nos encontramos con el Oso. Concretamos detalles y filmamos en dos días”.
El padre de Ken Schneider vino a Cuba en los años de la Segunda Guerra Mundial. Llegó en 1940 procedente de Viena, Austria, desplazado por la persecución nazi a los judíos. Vivió en la calle Prado hasta 1943, cuando partió hacia Estados Unidos con su familia.
Siete décadas después, Mica, hijo de Ken y Marcia, volvió a La Habana. Los sucesos fueron llevados al cortometraje La Curva Habana donde se mezclan la pasión del chico por el béisbol y la curiosidad por conocer la tierra que acogió a su abuelo durante el Holocausto. “Ése fue el inicio de nuestros viajes cubanos. Nuestra indagación ha evolucionado y ahora estamos haciendo una serie de cortometrajes sobre artistas contemporáneos”, dice Ken.
Aunque tras el deshielo del 17 de diciembre ha aumentado el interés de cineastas estadounidenses por Cuba, su vínculo con la Isla viene de una etapa anterior y de un compromiso sincero por abrir espacios de diálogo. “Queremos enseñar a nuestro pueblo parte de la realidad cubana, porque los medios en Estados Unidos exponen ideas muy superficiales.
“Creo profundamente en el poder de documental para lograr un impacto en la audiencia. Nuestra obra, y la de otros realizadores, artistas plásticos, músicos, bailadores cubanos y norteamericanos son parte del esfuerzo por normalizar relaciones entre dos pueblos y, por fin, levantar el bloqueo”, expresa convencido Schneider.
El arte en la tierra que recibió a su abuelo lo ha seducido y lo manifiesta así: “En Cuba ser artista es algo importante y no una carrera marginal. El arte tiene un valor central en la sociedad. Acabamos de filmar con el fotógrafo Iván Soca, cuyo trabajo nos ofrece un retrato de la Cuba de hoy y mañana. Es apenas el primero de una serie que nos motiva mucho”.
El equipo de realización incluye también al destacado director de fotografía Roberto Chile, el pianista Harold López-Nussa, el sonidista Javier Figueroa y la productora Claudia Bueno.
Pero ahora exhibir La Rueda de la Vida centra la atención de Ken, que nos traslada de nuevo hacia el popular baile. “Los fundadores de la rueda de casino conquistaron nuestros corazones. Esta experiencia fue como bailar con ellos. Nos divertimos y sin duda fue un gran honor”.
Jesús E.Muñoz Machín
Progreso Semanal, 10 de mayo de 2016.
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