Si se tiene en cuenta la maña del gobierno cubano para manipular las cifras siempre a favor de sus intereses, lo más probable es que los datos del censo de población que se realizará en septiembre muestren una Cuba algo diferente de la real: un país más educado, culto, saludable, laborioso, disciplinado, con problemas habitacionales y de transporte, sí, pero todos en vías de solución.
También será, cómo no, un país más blanco. O para ser más exactos, blanqueado con brocha gorda. Los pintores del socialismo que se actualiza no quieren pintar angelitos negros. Más bien quieren pintarlos de blanco.
Los datos del anterior censo aseguran que entre el 64 y el 65 % de la población cubana es blanca, el 24-25 % mestiza y sólo el 10 % negra…y con tendencia a disminuir (¡qué más quisieran los mandamases!).
Pero, independientemente de lo que digan los datos oficiales, la proporción racial de los cubanos que se observa en la calle es todo lo contrario. Y es lógico que con tantas parejas interraciales, haya crecido el mestizaje.
Y conste que cuando hablo de lo que se observa en la calle no me refiero solo a los solares y los barrios marginales. Y por supuesto que tampoco a las cárceles, donde la población penal está conformada mayoritariamente por negros o mulatos, principalmente jóvenes.
En los datos de los censos de población que se han efectuado en las últimas décadas no se refleja la raza, sino el color de la piel. Y cada cual ve el color que prefiere ver. Los que parecen blancos, se declaran como tales. ¿Quién dijo que los mestizos no padecen también los prejuicios raciales? ¿De veras alguien cree que el síndrome de Cecilia Valdés terminó en el siglo XIX?
Seguramente, los no blancos son muchos más de los que dicen oficialmente. Como en el censo a los cubanos les es posible escoger su raza, los que no tienen pronunciados rasgos negroides suelen declararse blancos. Y muy pocos preguntarán donde está la abuela -esa bromita racista, una más entre tantas que hay.
Que cada cual pueda escoger la raza que declarará en el censo no tendría mayor importancia si no fuera porque el abigarrado mestizaje cubano crea una amplia categoría intermedia de personas que no son blancas ni negras. Y la identidad racial neutralizada de los que pasan por blancos y que de ninguna manera se identifican como negros, promueve la discriminación racial a la vez que niega su existencia.
Y los Jefes, contentos de que los negros sean sólo los precisos para el deporte, la música, ciertos rijosos videoclips, el jineterismo, el folklore y la santería para turistas. Que ingresen dinero al país. Como sus antepasados de los barracones.
Ya ni el gobierno se atreve a negar que existe discriminación racial en Cuba. Los académicos oficialistas están autorizados a hablar de integración racial. Es más, parece que les han encomendado que se apuren ante “ciertas exageraciones del enemigo”.
Pero pintar un país de blancos, como si fuera “otro logro de la revolución y el socialismo” no es el modo de solucionar el problema racial. Es solo lo que tantas veces se ha hecho: volverlo a ocultar bajo la alfombra.
Luis Cino
Cubanet, 3 de mayo de 2012
Foto: Iván García
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