sábado, 3 de marzo de 2012

Del plan gubernamental contra alteraciones y disturbios


La calle es de los revolucionarios. De nadie más.

Con ese propósito, los estrategas de la policía política y autoridades gubernamentales han diseñado un plan en caso de disturbios y alteraciones callejeras por parte de la disidencia.

Oficialmente se nombra "Plan contra alteraciones y disturbios contrarrevolucionarios. Unidad: X". Bajo el enigmático designio se esconden las tripas de una represión de mediana intensidad. Para dar respuesta a posibles manifestaciones opositoras, cuenta con los trabajadores de organismos que se encuentren en el perímetro donde ocurran los incidentes.

Se conoce que en Cuba todos los varones mayores de 16 años de forma obligatoria han pasado por el ejército. Luego de 2 años de servicio militar, se enrolan en la reserva.

Por tanto, cualquier cubano saludable, tiene conocimientos sobre el funcionamiento de las armas de fuego. Aunque esta versión no comprende su uso, sí da orientaciones precisas de cómo contrarrestar con métodos violentos a los focos de disidencia en las calles.

Las armas para usar son tres: palos, cabillas y cables. Las bandas paramilitares tienen un manojo de opciones.

Si en algún centro laboral sin previo aviso algunos obreros o empleados gritasen consignas contra la revolución o contra 'cuadros' (dirigentes) del partido y el gobierno, entre las acciones a ejecutar se encuentran responder con argumentos, solidez convincente y enérgicamente a tales manifestaciones y dejar bien claro que no se permiten tales hechos en fábricas, empresas y oficinas estatales.

Su ejecución está a cargo del personal que en ese momento se encuentre trabajando. En caso de que sean pocos, tienen que llamar con urgencia a los que estén de descanso o vacaciones. Si las acciones se califican de 'contrarrevolucionarias', entonces hay que subir el tono de la respuesta.

Siempre se tiene que informar de inmediato a la policía, el partido y el ministerio del interior.

Mientras se espera la llegada de fuerzas del orden y de la policía política, el responsable de controlar la situación es el administrador del centro. Si son acciones callejeras, como las caminatas de las Damas de Blanco, a criterio de los jefes de brigadas de respuesta rápida queda el uso de la violencia mediante palos, cabillas o cables.

El Plan X también contempla el resguardo de unidades laborales y un esquema para su protección. A todas luces, el gobierno tiene temor de futuros disturbios por parte de la oposición.

Como lanza, prevén seguir usando a la población civil. Así ha venido sucediendo hasta ahora. Quizás una prueba piloto de este plan, se haya experimentado con las turbas movilizadas en los dos últimos años contra las Damas de Blanco.

En 2010, al grupo de mujeres que exigía la libertad de sus familiares presos en la oleada represiva de marzo del 2003, oficiales de la Seguridad del Estado le hicieron llegar una carta donde se les hace saber la total prohibición de marchar por las calles de la ciudad.

Y les limitaba a 10 el número de las damas de apoyo que suelen acompañarlas. En una concesión inaudita, se les toleraba caminar varias cuadras por el paseo de la Quinta Avenida, después que salieran de la misa dominical en la iglesia de Santa Rita, en la barriada de Miramar. También las autoridades les exigieron que con 72 horas de antelación se avisara a la estación de policía sita en la calle Zanja.

Laura Pollán, líder del grupo, fallecida en extrañas circunstancias el 14 de octubre de 2011, nunca aceptó las condiciones de esa misiva, donde la policía política amenazaba con no estar presente en los disturbios que pudieran ocurrir y sólo irían en su “rescate” si ellas lo solicitasen.

Por los vientos que soplan, el régimen solamente deja abiertas las puertas de la confrontación. Todavía no se ha filtrado que tengan pensado sacar los tanques a la calle. Pero por el camino que van, puede que los saquen en cualquier momento.

Texto y foto: Iván García

Nota: La foto fue hecha el 25 de marzo de 2010, cuando las Damas de Blanco decidieron caminar por la acera junto al Malecón de La Habana y soltar palomas.

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