jueves, 24 de mayo de 2012

Esa sanguijuela llamada corrupción


Lo que a sus 39 años Daniel no puede conseguir o se dilata por la vía legal, lo obtiene con dinero en mano. En una parcela perteneciente a su familia, él construye una casa con carácter de arrendatario.

Tres veces por semana por el lugar pasan inspectores del Instituto de la Vivienda. Quizás, el organismo campeón de la corrupción en la isla. Están a la caza de cualquier irregularidad. Si te pillan, te sacan dinero. Preferiblemente moneda dura.

Ya Daniel ha desembolsado 1,200 pesos convertibles (1000 dólares) para arreglar una serie de trámites burocráticos. Los funcionarios son insaciables, siempre quieren más.

Se ha convertido en algo habitual. Das plata y miran a otro lado. La corrupción en la isla no es un mal pasajero. Es un fenómeno endémico y está enraizado en el sistema socialista cubano.

Si vas a permutar, reparar tu morada o construir una casa, prepara el bolsillo. Por los cauces legales, una simple tramitación puede demorar años. Pero si con disimulo enseñas un billete de 100 pesos convertibles, dólares o euros, todo enseguida se resuelve.

El personal que labora en las dependencias del Instituto de la Vivienda suelen durar en sus puestos de trabajo lo que un merengue a la puerta de una escuela. Genoveva, 54 años, una mulata gorda, conoce como nadie el manejo de los hilos de la corrupción. Trabajó en una oficina de la Vivienda.

“El tráfico con propiedades y terrenos es tremendo. Las personas que abandonan definitivamente el país, son objetivo central de los inspectores. Las buenas residencias pasan a una bolsa estatal, no se les entregan a una familia que perdió su hogar por el paso de un ciclón. Por debajo de la mesa se lucra con ellas, casi siempre se las otorgan a dirigentes del partido o de algún ministerio”, cuenta Genoveva, quien precisamente perdió su empleo por un rifirrafe a la hora de entregar una de esas casonas.

“Casi todos los que trabajan en Vivienda y tienen poder de decisión, están detrás del tráfico de influencia y el dinero. Un asesor me había ofrecido una alta suma por esa mansión. Cuando el negocio parecía amarrado, se apareció un gerifalte, que la deseaba para una de sus queridas. El lío que se formó me costó el puesto”, recuerda.

De su paso por el Instituto de la Vivienda, Genoveva obtuvo una buena casa y dinero suficiente para montar una “paladar” (restaurant particular). Además de ofrecer comidas, a parejas discretas alquila habitaciones a 15 pesos convertibles la noche.

La cadena de corrupción va más allá de las viviendas. Abarca todos los niveles. Desde un policía de tránsito que te detiene para multarte, y cuando lo "tocas" (le das dinero) rompe la multa, hasta un especialista que luego de hacerle un “regalo”, te consigue un turno para hacerte una tomografía axial.

En una de las últimas listas de los países más corruptos del mundo, dada a conocer por Transparencia Internacional, de un total de 180 naciones valoradas, Cuba ocupaba el puesto número 61. Cuando se lo digo a Daniel, indignado responde:

“Qué va, eso no puede ser. Están equivocados. Deben haber hecho ese informe sin haber puesto un pie en Cuba. Y no hablo por hablar. Lo digo por mí mismo, que a diario soy víctima de esa sanguijuela llamada corrupción".

Iván García

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