Cuando Norberto (nombre supuesto) desertó en un torneo deportivo en Canadá, las autoridades cubanas , como es habitual, intentaron borrarlo de la memoria colectiva de una fanaticada que aplaudió delirantemente sus espectaculares mates al canasto.
Ningún cronista se atrevió a escribir su nombre. Ni narrar sus hazañas deportivas. Cuando se cuenta la historia del baloncesto criollo, con toda intención, se mutilan , los momentos de glorias que Norberto trajo al baloncesto nacional.
Mucho tiempo después, con más de 40 años, Norberto arribó a La Habana cargado de maletas y regalos para familiares y amigos. No es la primera vez que viene.
En uno de los viajes se hizo santo. Y en las calurosas noches habaneras se sienta con un grupo de amigos a bajar una hilera de botellas de ron añejo mientras hablan de deporte, mujeres y por supuesto de la situación actual.
Aunque Norberto se opone a la forma de gobernar de Raúl Castro, es cauteloso a la hora de dar sus opiniones políticas. “Tú sabes, aquí tengo a mi madre y parte de mi familia”, se justifica.
El temor real de Norberto es que el gobierno revise su lista negra y por haber desertado en ‘misión oficial’, le niegue la entrada al país y no pueda pasear por las calles de la ciudad que nació y compartir con sus amigos de la infancia .
Como Norberto actúan otros cubanos en el exilio. Odiar todo el tiempo no es sano. Pero olvidar las ignominias sufridas tampoco es aconsejable. El recurso utilizado por un amplio sector de cubanos que anualmente visitan la isla y aseguran no interesarles la política, es sinónimo de cobardía.
La patria es de todos. Por tanto, las autoridades no te conceden ningún favor dándote visa para visitar tu país por un par de semanas. No se debe solicitar lo que es un derecho natural.
El tema emigración es una asignatura suspensa por los hermanos Castro. No se olvide que durante mucho tiempo, el régimen odió a los cubanos que preferían otros horizontes para vivir con decoro, alejados de las cansonas campañas revolucionarias.
Recuérdese Camarioca 1963. O Mariel 1980. Vergonzosos capítulos de la revolución, cuando para demostrar el apoyo a su ideario, lincharon verbalmente con gruesas ofensas, andanadas de piedras y huevos y el calificativo de ‘escoria’ impuesto por un ofendido Fidel Castro a los miles de compatriotas que decidieron marcharse.
En las oficinas de inmigración a quienes se iban les ponían las siglas HP en sus expedientes. Es difícil pensar que esos mismos mandarines que detestaban a los que abandonaban el barco revolucionario, ahora hayan hecho un examen de conciencia y replanteado su discurso enérgico, cargado de rencor hacia los emigrantes cubanos.
Si en 1978 Fidel Castro dio paso al concilio y la reunificación familiar fue, sobre todo, por criterios económicos. Casi dos mil millones de dólares al cash y otros miles en pacotillas y llamadas telefónicas, no es algo despreciable para una economía que hace agua por todas partes.
Pero, como toda autocracia, las autoridades se abrogan el derecho de decidir cuáles cubanos residentes pueden entrar a la isla. A ellos les da igual que se opongan al sistema, mientras lo hagan de forma anónima.
Se calcula entre 30 mil y 70 mil los cubanos que aparecen en una lista negra. Son aquéllos que abierta y públicamente critican al régimen desde las naciones donde viven. Disidentes, intelectuales y periodistas que con sus textos desnudan las interioridades de un sistema casi científico a la hora de reprimir y apagar opiniones discrepantes.
El gobierno clasifica a los ‘gusanos ’ (desafectos) en tres categorías. Los mansos o buenos, que generosamente gastan con los suyos miles de dólares ahorrados. Y solamente en casa de sus parientes, en voz baja, critican el estado de cosas. Ésos no les molestan. A fin de cuentas, en Cuba, una mayoría silenciosa habla pestes de los Castro.
Luego vienen los más preciados. Los ‘gusanos’ “ revolucionarios ” residentes en Estados Unidos. Muy útiles a la propaganda castrista. Porque desde el corazón del “imperio” respaldan las políticas de los Castro, van a mítines en apoyo de los cinco espías y hasta desayunan o cenan con personeros del gobierno durante su estancia en Cuba.
‘Gusanos’ de verde olivo se encontraron entre los participantes en un encuentro sobre emigración patrocinado por el régimen, el pasado 28 de abril en La Habana. Entre ellos puede haber algún que otro disenso, pero en lo fundamental, coinciden con el fin del embargo, están de acuerdo con la “actualización del modelo económico” lanzado por Castro II y piden la libertad de los espías presos en Estados Unidos .
El tercer grupo de ‘gusanos’ es tá marcado con hierro y fuego por los voceros oficiales. Son los ‘contrarrevolucionarios’, clasificados como ‘ mafia de Miami ’ o “agentes de la CIA” y entre los cuales se encuentran administradores de webs sobre temas cubanos y blogueros que por pluma tienen un látigo. Ésos nunca podrán volver . Y ni siquiera soñar con ser enterrados en la tierra donde nacieron.
Ya es hora que la diáspora cubana por todos los medios y formas posibles se oponga a los estancos creados por el régimen para dividir a la emigración. Es licito que los cubanos asentados en otras naciones tengan sus criterios , incluso favorables a los Castro. Pero lo condenable es que se aparte del diálogo a quienes se les oponen pacíficamente.
Mientras solo los ‘gusanos’ respetuosos o “revolucionarios” puedan discutir algunos temas - no los más candentes - esos encuentros en La Habana serán una astracanada.
Cuando se quiera hablar seriamente sobre la emigración cubana, hay que contar con los dos millones de compatriotas que residen en el exterior. Piensen como piensen.
Iván García
Video: Los huevos que te tiramos cuando te fuiste con la escoria, de Erick Sánchez, cantante, compositor y guitarrista. Sánchez nació en La Habana, el 13 de junio de 1969. Su vocación musical comenzó muy joven cuando aún sin tocar ningún instrumento cantaba a capella. Esta canción está dedicada a los cubanos que abandonaron el país durante el éxodo del Mariel en 1980, después de ser sometidos a crueles actos de repudio, donde se les golpeaba, se les tiraban huevos, papas y se les llamaba 'escorias', 'lumpens' y 'antisociales'. Unos años después, son recibidos con los brazos abiertos en Cuba pues ahora son trabajadores bien pagados en Estados Unidos, hombres de negocios y personas que la dictadura de los Castro necesita, porque envían millones de dólares por concepto de remesas familiares y cuando viajan a la isla gastan muchos dólares.
Leer también: Abrirse a la diáspora.
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