El miércoles 1 de febrero, un amago de bronca entre Pinar del Río e Industriales, durante un disputado partido de la 51 Serie Nacional de Béisbol, condujo después a un disturbio callejero en la barriada del Cerro.
Todo comenzó con unos roces y empujones en el terreno entre el lanzador Odrisamer Despaigne, de Industriales, y el pinareño David Castillo, quien unos minutos antes, en el noveno inning, disparó un sencillo que disolvía lo que se insinuaba como un partido de no hit-no run. La discusión vació los bancos tras la expulsión de ambos jugadores.
"Golpes, empujones, gestos desagradables, palabras bien pronunciadas aunque fuera de lugar, agresiones verbales y físicas del público, y lo que es peor, agresiones de los peloteros al ‘respetable’, desenfundando bates cual espadas del verdadero Juego de Tronos (popular serie de televisión), desdibujaron uno de los mejores encuentros del presente campeonato”, describió un cronista en Cubadebate.
Pero las cosas no quedaron ahí. Hay mucho más que no mostraron las cámaras de televisión emplazadas en el Latino.
En Calor en las gradas, el periodista del periódico pinareño Guerrillero dio cuentas puntuales de la reyerta: "Una vez concluido el partido la emprendieron (los fanáticos) con el ómnibus de Pinar y con los agentes de la policía que escoltaban a los campeones de Cuba. Cristales rotos, desorden y cualquier cantidad de barbaridades cometieron aquellos que escudados en la multitud sacaron a la superficie lo peor de su personalidad”.
En un artículo inusual, el periodista pinareño calificó el hecho como resultado de “guapería colectiva” protagonizada por “hienas de la oportunidad” y “valientes de ocasión” que no pasa de ser una “masa enerdecida de estúpidos descerebrados”.
Al parecer, son los más duros calificativos que hayamos leído o escuchado contra los aficionados beisboleros de la Cuba posterior a 1959.
El periodista mencionó el consumo de alcohol en las gradas, las apuestas y otros males cotidianos en los estadios cubanos como causas directas de las manifestaciones de violencia.
Aunque los reportes oficiales no lo mencionan, al menos uno de los revoltosos fue arrestado tras lanzar un pomo lleno de agua contra los atletas.
De otra parte, un redactor del diario oficial Granma llamó a tomar drásticas medidas para impedir que tengamos que hacer la autopsia de un problema de más envergadura”.
No es, ni lejanamente, la primera vez que el béisbol origina trifulcas dentro o fuera de los estadios cubanos, sobre todo en La Habana, donde la población descarga su stress cotidiano al calor de los partidos de pelota, y las fuerzas policiales -casi ciento por ciento jóvenes orientales que viajan a la capital en busca de empleo- aprovechan para poner en práctica sus métodos de represión.
En marzo del 2010, un partido entre Industriales y Sancti Spiritus, en el estadio José Antonio Huelga, terminó con la policía en el terreno repartiendo golpes mientras trataban de controlar la situación.
El clima de agresividad de la afición en los estadios es en realidad fruto de un problema de fondo que viene afectando y haciendo metástasis en la sociedad cubana: una atmósfera de desfachatez matizada por el incremento de asaltos en plena calle, delitos sangrientos y homicidios vinculados en muchos casos al consumo del alcohol y las drogas.
Y la pelota no se juega en una urna de cristal ni puede estar ajena a los latidos de la calle.
Raúl Arce
Café Fuerte, 6 de febrero de 2012Leer también: Novedades de un viejo estadio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios en este blog están supervisados. No por censura, sino para impedir ofensas e insultos, que lamentablemente muchas personas se consideran con "derecho" a proferir a partir de un concepto equivocado de "libertad de expresión". También para eliminar publicidad no relacionada con los artículos del blog. Por ello los comentarios pueden demorar algunas horas en aparecer en el blog.