viernes, 2 de diciembre de 2011

Un yerno de Raúl Castro, ambicioso y extorsionista, al frente de los negocios de Amorim en Cuba


En geología, una falla es esa discontinuidad que se forma por la fractura de las rocas superficiales de la tierra cuando las fuerzas tectónicas superan la resistencia en dichas rocas provocando maremotos y terremotos. En el poder sucede igual, el reajuste se acompaña de aparente cataclismo.

En Cuba, la sanción, el hostigamiento y la campaña de expulsión de empresarios extranjeros radicados en La Habana comenzó en 2005, días después que el General Raúl Castro, séquito y familia, regresaran de un tour por España y Portugal, a donde llegaron invitados por la gracia de un señor llamado Américo, no Vespucio sino Amorim, que es, según la revista Forbes, el hombre más rico de Portugal. Su fortuna asciende a 7 mil millones de dólares.

Américo Ferreira de Amorim heredó hace mucho tiempo una pequeña fábrica de corcho fundada por su difunto abuelo en 1870. En la actualidad, el Grupo Amorim es el productor de corcho más grande del mundo. Un emporio diversificado, que va desde el petróleo, la banca, empresas textiles, forestales, agrícolas, bienes raíces y turismo. Cuentan con representaciones en la Republica Checa, Rumania, Hungría, Alemania, Bulgaria, Rusia, Angola, Canadá, Chile, Brasil, México, Inglaterra, Holanda, Estados Unidos y España.

El señor Américo, amigo personal de Fidel y Raúl Castro desde los años 60, montó su empresa (Amorim Trading Comercio de Importación y Exportación S.A.) en la década de los 80 en La Habana, en 5ta. Avenida No. 6604 entre 66 y 68, Miramar. Fundamentalmente, Amorim se dedica al suministro de insumos destinados al ministerio y la industria pesquera en la isla. Financia importantes operaciones comerciales del gobierno cubano como la compra de combustible, leche en polvo y pescado congelado para el ejército y la población.

Tiene la exclusiva de exportación de mariscos cubanos para el mercado europeo. Junto al grupo francés ACCOR, mantiene inversiones en la construcción y administración de hoteles como el Sevilla, en La Habana, y Punta Arenas en Varadero.

¿Por qué esta empresa se desmarca sobre el resto de todas las firmas extranjeras radicadas en Cuba?

Durante el mencionado viaje a Europa, y ante una bandeja con queso brie y mermelada de frambuesa, perfecta delicia a la vista y el paladar, el General Raúl Castro le pidió a su viejo amigo Amorim, que para una mejor observancia de los negocios conjuntos (sin especificar el significado de “conjuntos”), una persona en especial llevase las riendas del Grupo Amorim en Cuba. Deseo concedido, favor pagado.

En el año 2006 sustituyen al señor José Guimarães, empresario portugués, y uno de los directivos más antiguos del grupo, por alguien inescrupuloso con pensamiento ambicioso y corazón de bandido, que conoce perfectamente el peligro de una traición: Paolo Titolo, italiano de nacimiento y extorsionista de profesión, esposo de Mariela Castro, yerno de Raúl.

La corrupción en Cuba es una práctica frecuente que ha estado siempre presente en lo más inaccesible de la cúpula del poder, y de ahí desciende y contagia.

El diluvio de contrabandistas que hemos visto recientemente, los casos de malversación leídos en la prensa, el desvío de recursos, las firmas extranjeras disueltas, y los tantos funcionarios que públicamente renuncian o son sancionados por una aparente política anticorrupción, no es más que cortina de humo y pataleta de poder para ocultar con sutileza lo indecente de un burdel.

Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 24 de octubre de 2011
Foto: Paolo Titolo y Mariela Castro. Tomada del blog Faro da Vigía.

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