lunes, 29 de agosto de 2011

El calzado, un dolor de cabeza en Cuba

Comprar un par de zapatos nuevos es un dolor de cabeza para los cubanos de a pie. Dos son las maneras de adquirir calzado en Cuba: comprárselo a un artesano privado o pagando en cualquier tienda estatal con moneda dura. No hay otra.

Últimamente, pululan en La Habana sitios de venta de zapatos de uso o elaborados por particulares. Uno de los más concurridos está ubicado en la calle Monte, no muy lejos del Capitolio Nacional. En un bazar de dos pisos, siempre atestado, donde las personas chocan entre sí y se respira un aire viciado. No solamente venden zapatos artesanales. También pacotilla textil de dudosa calidad y procedencia.

Ante el apremio y la escasez crónica de calzado, numerosos artesanos llevan años ganando dinero con la confección de zapatos de cuero. Como Osmany, un tipo de ojos saltones que llegó desde Yateras, Guantánamo, a mil kilómetros de la capital, escapando de la miseria y la falta de dinero y futuro.

Ahora vive en un cuarto bien amueblado en El Calvario, barrio al sur de la ciudad. En su casa tiene montado un taller para fabricar zapatos de niños, mujeres y hombres. “Trato de estar al tanto de los ultimas tendencias en el mundo del calzado. Diariamente produzco de 10 a 15 pares. Cada par suelo venderlo a 130 pesos a un intermediario, quien luego lo revende en el doble o más. Tengo licencia, pago impuestos y tres trabajadores a mi cargo”, cuenta Osmany.

Los modelos que elaboran los zapateros privados son vistosos, pero su calidad por lo general deja que desear. Si quiere comprobarlo, pregúntele a Ramón, obrero de una fábrica de acero que labora diez horas diarias para ganar 800 pesos al mes (35 dólares). Tiene tres hijos y su esposa es ama de casa.

Sus problemas empiezan a la hora de calzar a su familia. Los zapatos artesanales cuestan entre 12 y 40 dólares. Están entre los más baratos vendidos en Cuba. En las tiendas por divisas su precio es mayor. Escandaloso para muchos.

Los hijos de Ramón entran a menudo en las boutiques habaneras y se quedan con la boca abierta, al ver la variedad de modelos y marcas. Pero solo pueden mirar. Los precios no están al alcance del bolsillo de su padre.

“La opción es adquirirlos en ferias artesanales, que salen muy malos. A los 3 meses se despega la suela, y cuando se mojan con los aguaceros, la piel se encoge y se destiñe. Pero no los botamos. Nada de eso. Los reparamos una y otra vez con los zapateros remendones”, apunta Ramón.

En la isla siempre tuvieron tradición los gremios de zapateros, peleteros y limpiabotas. Hoy, reparar calzado es uno de los oficios más extendidos. Verdaderos magos, como Luis, que asegura que el calzado en Cuba tiene más vida que un gato.

“He recuperado zapatos que sus dueños daban por inservibles. La gente pobre, que es mayoría, tiene que intentar que el calzado como mínimo le dure 8 años o más. El infierno chiquito de muchas familias es cuando a los hijos pequeños dejan de servirle los zapatos. Aún no he descubierto la formula de aumentar su tamaño”, comenta jocoso Luis.

Ciertamente, cuando los padres tienen que comprarle zapatos a sus hijos quisieran huir a la luna. Entre la escuela, donde los niños desbaratan los tenis en cuestión de meses, y el pie que les crece por día, a la hora de adquirir un par nuevo, hay familias que calculadora en mano, discuten de dónde sacar plata, para comprar un calzado lo más duradero posible.

Quizás por eso, las peticiones de jineteras y buscavidas a los turistas, las encabezan los zapatos. Quienes tienen parientes al otro lado del charco escapan. Sus familiares se los envían con 'mulas' o con los dólares girados los compran en una shopping.

Los precios son de apaga y vámonos. Tome nota. Un par de Adidas, no el último modelo, cuesta más de 120 dólares. Los Nike por el estilo. Converse y New Balance entre 80 y 90. Los los zapatos de cuero, italianos o brasileños, pueden valer de 50 a 130 dólares. Recuerde que en Cuba, en el mejor de los casos, un trabajador cobra al mes el equivalente a 20 dólares.

La opción más barata es comprar los zapatos duros y feos vendidos entre 6 y 12 dólares en cualquier tienda del país. Y no faltan los que como Ernesto, jubilado, para ahorrar calzado la mayor parte del tiempo anda en chancletas.

El presidente Raúl Castro ha dicho que la comida es un asunto de seguridad nacional. Olvidó incluir el calzado. Una industria que tuvo una historia antes de 1959, con una amplia producción de zapatos, bolsos y cintos de cuero y hasta de piel de cocodrilo.

Cuando una banda de rateros asaltan a una persona en la calle, además del dinero, también cargan con los zapatos. No hay estadísticas de los jóvenes mutilados, incluso muertos, a consecuencia de los navajazos para apropiarse de un par de Nike o Adidas. Es la manera que tienen los marginales de sustituir su calzado roto.


Iván García

Foto: Venta de zapatos de uso.

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