La visita oficial a Cuba del vicepresidente de China Xi Jinping , con una significativa comitiva, continúa despertando interrogantes, pues nada ha trascendido en los medios nacionales. En un comunicado previo, el dirigente chino expresó que tenía como propósito “ampliar coincidencias”.
Por lo que surge la pregunta de sí además de la “coincidencia” de los ojos oblicuos de ambos jefes, se pretende ampliarlas en el orden económico. Hace unos meses, Raúl Castro pronunció la críptica expresión: “No pensamos volver a copiar de nadie”, que se podía entender en el sentido de no aplicar en la isla el socialismo de mercado chino. En marzo, en un artículo publicado en el diario Granma, donde se alababan los avances económicos de China, se expresaba que “la experiencia china es única y aplicable sólo a ese pueblo”.
Podría sorprender un cambio de rumbo en tan poco tiempo, incluso cuando el actual segundo al mando, el octogenario José Ramón Machado Ventura, sigue estando de gira por todas las provincias del país, repitiendo los mismos argumentos inoperantes y pasados de moda de siempre.
Sin embargo, no es menos cierto que los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba han muerto al nacer. La población se refiere a ellos en tono jocoso o despectivo. Basta con darse una vuelta por los estanquillos donde se vende la prensa, para comprobar que los folletos del VI Congreso permanecen sin venderse en grandes cantidades.
El plan aprobado en diciembre de 2010 continúa siendo ajustado, siguiendo el rumbo de la vida, que ya lo hizo en la práctica. El cronograma del llamado “reordenamiento laboral” (despidos) en el sector estatal se pospuso no se sabe hasta cuándo. El trabajo por cuenta propia ya ha dado todo lo que podía y no es de esperar que siga incrementándose, más bien tenderá a decrecer, en especial por falta de clientes. Se frenó la eliminación de comedores obreros y se ha detenido la eliminación de productos de la libreta de racionamiento.
En el entorno cubano no se observan más que penurias, corrupción y delincuencia, así como elevación de los precios en moneda nacional y en divisas; desabastecimiento de los mercados, incluyendo los de divisas; reducción de las producciones agropecuarias; agudización de los problemas del transporte; trabas en las ventas de materiales de construcción; estancamiento perpetuo de la industria azucarera; y un deterioro general de los servicios, en especial los de salud.
Todo lo anterior sin posibilidades de resolverse íntegramente porque el problema principal, el del sector externo (entiéndase exportaciones, créditos externos, inversiones extranjeras; y por consiguiente, posibilidades de importación), no han encontrado solución. Es posible que si el régimen decidiera rendirse, prefiriera hacerlo ante los chinos, que ante el pueblo de Cuba y ante las naciones democráticas de Occidente.
Curiosamente, la comitiva china incluía al vicepresidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zhu Zhixin y al subdirector de la Oficina de Estudio de Políticas del Comité Central del Partido Comunista de China, Shi Zhihong. El vicepresidente Xi Jinping había declarado que uno los propósitos de la visita era “profundizar en la cooperación conjunta” y para ello trajo al presidente del Banco Nacional de Desarrollo, Chen Yuan y al viceministro de Comercio, Zhong Shan. Por la parte cubana la delegación estuvo presidida por Marino Murillo Jorge, el encargado de darle forma al supuesto modelo económico cubano.
Los regímenes chino y cubano son aliados políticos. A la jerarquía china le conviene esa alianza y parece estar dispuesta a cooperar con la satrapía isleña, pero sin echar en saco roto esa ayuda, como le pasó a la Unión Soviética y le está pasando a Chávez. Con la renuencia de Cuba a aplicar el socialismo de mercado, solamente ha logrado una ayuda discreta de China y un comercio más o menos equilibrado.
Si Raúl Castro se decidiera a bailar la rumba con corneta china, estaría pasando por encima de los acuerdos del VI Congreso y enterrando definitivamente los inservibles lineamientos.
El rumbo chino significaría que la jerarquía criolla perdería una parte considerable de su poder económico y de su poder sobre la población. Lo sabe, y no ha querido hacerlo hasta ahora. Por el momento, todo parece haber quedado en las intenciones chinas: el gobierno cubano continúa sin dar señales de una apertura seria. Habría que esperar acciones concretas porque para aplicar el modelo chino serían muchos los nudos a desatar.
Si como es de esperar, el régimen continúa en su inmovilidad, dado el terror que le provocan las consecuencias sociales y políticas de cualquier apertura, aunque ésta fuera modesta, se asistirá posiblemente a un deterioro de las relaciones con China, al menos las económicas y comerciales.
En la poco probable variante de que ello suceda, la oposición se enfrentaría a una modificación del escenario económico y social, aunque seguramente la dictadura tratará de apretar los tornillos represivos y políticos. No hay que dormirse sobre los laureles, ni dejarse sorprender. Todo lo que hagan los Castro será para perpetuarse en el poder. Cualquier mejoría sería bienvenida, pero no hay que perder el rumbo, que es ante todo la libertad y la democracia.
Arnaldo Ramos, desde La Habana
Foto: Juan A. Madrazo
Nota.- La visita de la delegación china a Cuba, encabezada por el vicepresidente Xi Jinping -considerado el favorito para suceder al actual presidente Ju Hintao- tuvo lugar del 4 al 7 de junio. Según la web Spanish.China, fueron firmados 10 convenios en diversas áreas económicas y también en las ramas de la informática y las comunicaciones.
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