¿Habrá empezado de nuevo la guerra verbal, las injurias, difamaciones y manipulaciones del régimen contra la disidencia y la prensa independiente? Puede que así sea.
El diario oficial Granma lanzó el 14 de noviembre la primera piedra. Bajo el título "Los independientes", el periodista Nicanor León Cotayo firmó con su pluma un artículo cargado de imprecisiones y falsedades.
Dos meses antes de la llegada a Cuba de su Santidad Juan Pablo II, en enero de 1998, el gobierno cubano había disminuído en intensidad sus andanadas ofensivas contra los opositores y reporteros fuera del control estatal.
En el transcurso de este año se había experimentado una relativa calma. Las detenciones y amenazas crecieron, después de septiembre, considerablemente. Pero el artículo del señor Cotayo rompe la tregua y lanza un reto.
Con un lenguaje retrógrado, en el mejor estilo estalinista, Cotayo hace notar que en la ley del presupuesto para 1999 se destinará un fondo de dos millones de dólares para financiar a "grupitos que Washington denomina como periodistas independientes".
Tomando como prueba un trabajo del 14 de octubre en El Nuevo Herald, escrito por Alejandro Armengol, y titulado "Periodistas independientes: receta para publicar en Miami", Nicanor León Cotayo destaca que los freelancer cubanos son "mercenarios de la palabra" y los descalifica, poniendo en tela de juicio su profesionalidad.
El señor León Cotayo termina con las añejas acusaciones de "anexionistas", reiteradas veces usadas por el gobierno contra los periodistas alternativos. Vayamos por parte.
Puede que sea cierto que el gobierno de Estados Unidos haya autorizado dos millones de dólares para financiar a la prensa independiente en Cuba y que el régimen de Castro lo vea como una injerencia. Dos millones resulta una cifra ridícula en comparación con los casi mil millones de dólares que se espera ingresen en las arcas gubernamentales por concepto de remesas familiares.
Esos dólares que envían los cubanos residentes en Estados Unidos son imprescindibles para el sustento de las familias en la isla, en un país repleto de necesidades, donde los dólares sólo alcanzan para paliar las carencias de comida, ropa, artículos de aseo y otros útiles de primera necesidad.
Los periodistas que toman la decisión de apartarse de la línea oficial son expulsados de sus empleos y no se les respeta que hayan laborado por más de 20 años para la prensa gubernamental. Raúl Rivero y Tania Quintero, los dos de Cuba Press, eran sólidos profesionales al servicio de la revolución. Al librarse de las ataduras y ejercer como independientes fueron separados de su labor.
En el caso de Tania, luego de más de 30 años de trabajo, no le han pagado un centavo por concepto de jubilación. Cuando fue expulsada de la televisión cubana, el 4 abril de 1996 le faltaban 19 meses para arribar a los 55 años, la edad estipulada por la ley laboral cubana para el retiro de las mujeres trabajadoras.
Con ese espíritu antidemocrático, y de revancha, el gobierno, en el caso de opositores y periodistas independientes, viola sus propias leyes. Salvo excepciones a la inmensa mayoría de los que disienten no se les permite trabajar en puestos estatales y, en ocasiones, ni por cuenta propia.
Entonces, ¿de qué van a vivir la veintena de grupos de prensa libre existente en el país?
Encima, tampoco pueden publicar en su patria. En la práctica son obligados a enviar sus despachos hacia el exterior. En primer lugar a Miami, porque allí viven casi 2 millones de cubanos interesados en saber sobre la otra Cuba, la verdadera, la del descontento, la del aumento de la criminalidad, drogadicción y prostitución, males que el gobierno quisiera ocultar.
Otra vía de difusión es internet, que desde 1995 vienen utilizando los periodistas independientes, gracias a personas radicadas en Estados Unidos y otros países.
La supuesta concesión de dos millones de dólares del gobierno de Estados Unidos sería un paliativo para sobrevivir porque constituiría una ayuda humanitaria. Pero ella no alcanza, siquiera, para comprar medios de trabajo ni para gastar en fax o llamadas al exterior con tarjetas pre pagadas.
Mueve a risa pensar que 25, 50 o 100 dólares, cantidades que recibirían algunos de esos corresponsales, pudieran servir para la "subversión", como recientemente señalara el presidente del Parlamento cubano, señor Ricardo Alarcón, en el congreso de escritores y artistas.
El carácter pacífico de estos grupos es de sobra conocido por el propio régimen y por la opinión pública mundial, que después de la visita del Papa sigue más de cerca la situación cubana. Ese dinero que Estados Unidos remitiría sería destinado a lo mismo que lo destinan el resto de los cubanos: comprar comida, aceite, jabones y un largo etcétera.
O sea, que esos dos millones también irían a parar a las arcas gubernamentales. Es conocido que si la ayuda fuera material (papel, cintas de máquinas de escribir, bolígrafos, computadoras personales), la Seguridad del Estado la ocuparía, con el argumento que son "artículos para subvertir" el orden interno.
La prensa independiente está contra la espada y la pared. Acusados de "quintacolumnistas, traidores y anexionistas" en su patria y muchas veces incomprendidos por ciertos sectores radicales, de Miami que han llegado a alinearlos al lado de los pro castristas. Es el precio por escribir de un modo veraz sobre la realidad cubana.
Esa suma de dinero no es más que un pretexto para darle una nueva batida a la prensa independiente. El gobierno de Cuba, una vez más, se niega a abrirse a sus propios ciudadanos, premisa imprescindible antes de abrirse al mundo.
Respeto por las opiniones contrarias y libertad de expresión son malas palabras para la dirigencia local. Para ellos, democracia es sinónimo de salud pública y educación gratuita. Y todo aquel que ose criticar las deficiencias de la revolución se convierte en un enemigo. Se va a los extremos. No hay matices. La ideología se polariza.
No me opongo a que Nicanor León Cotayo descalifique la calidad profesional de la prensa libre. Es su opinión. Yo también me indigno ante la irritante pasividad de la prensa oficial, que más que informar desinforma y manipula la verdad.
Pienso que entre los independientes hay periodistas de talento, como Raúl Rivero, Germán Castro, Mercedes Moreno, Ariel Tapia y Tania Quintero, entre otros. También algunos de los cuales se vieron obligados a marchar al exilio: Rafael Solano, José Rivero, Olance Nogueras o Ana Luisa López Baeza.
Que la calidad periodística no es la que todos quisiéramos, es cierto. Muchos colaboradores de agencias dentro de la isla más parecen voceros de partidos de la disidencia que periodistas. Y en ocasiones malgastan su tiempo en informaciones intrascendentes o mal redactadas.
Pero, por encima de todo, está el valor de reportar cualquier atropello que sucede en el país. Otras agencias, como Cuba Press, hacen reportajes y comentan la vida cotidiana. Su profesionalidad la demuestran los más de 20 mil visitantes semanales que tiene su página en internet y la actitud respetuosa de la prensa extranjera acreditada en La Habana hacia ellos.
En cuanto a la anexión a que hace referencia León Cotayo lo primero que habría que decir es que no se ajusta ni un milímetro a la realidad. No conozco entre los opositores ni periodistas libres a una sola persona que no apueste por la soberanía nacional.
El anexionismo es una vieja teoría del siglo XIX, cuando la guerra contra España y a menudo es tomada por el gobierno cubano para tratar de desacreditar a sus rivales. En estos tiempos no tiene no tiene pies ni cabeza esgrimirla.
A las puertas del siglo XXI, hay que ser un lunático para pensar que Cuba debiera ser un estado más de los Estados Unidos de América. Los gobernantes y sus servidores repiten esa mentira para acusar de falsos patriotas a sus opositores.
Pero ya nadie, dentro o fuera de la isla, cree en epítetos desgastados. La única anexión válida en el mundo contemporáneo es la globalización que se nos viene encima y es indetenible.Y quiéralo o no el gobierno cubano, eso va a ocurrir.
Iván García
Publicado el 20 de noviembre de 1998 en Cubafreepress.
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