sábado, 6 de agosto de 2011

Ni un chino sin ver a Mao


El cine rojo inunda las pantallas chinas. La máquina de la propaganda cinematográfica ha producido una nueva película para ensalzar los logros del Partido Comunista Chino (PCCh) y la figura de Mao Zedong, con ocasión del 90 aniversario de la fundación del partido, que Pekín celebra el 1 de julio.

La fundación de un partido -llamada El inicio del gran renacer para su distribución internacional-, se proyecta en la mayoría de las 6 mil pantallas del país, en un intento de glorificar la trayectoria del PCCh e insuflar ardor patriótico a una juventud nacida cuando el fundador de la República Popular ya había dejado este mundo (1976), y más interesada en Lady Gaga y en los videojuegos que en la política.

Codirigida por Han Sanping, presidente del todopoderoso estudio de propiedad estatal China Film Group, y Huang Jianxin, narra los acontecimientos registrados entre la caída de la última dinastía imperial -Qing- en 1911 y la celebración del primer congreso del PCCh en julio de 1921. Huang asegura que está dedicada a los mártires de la revolución y dice que espera que ayude a recordar sus sacrificios a las generaciones más jóvenes.

Las autoridades han vuelto a utilizar la fórmula de éxito empleada en 2009 con La fundación de una república, otra película épica de los mismos directores que fusiona doctrina política y estrategia comercial, realizada para conmemorar el 60º aniversario de la creación de la República Popular.

La película, igualmente producida por China Film Group, fue un éxito de público -13 millones de espectadores- y taquilla -420 millones de yuanes (45 millones de euros). Con La fundación de un partido prevé ingresar más de 1.000 millones de yuanes (107 millones de euros) y alcanzar una audiencia de 30 millones de personas.

La receta es simple en un país donde la industria cultural está bajo el control absoluto del Gobierno: un extenso reparto de estrellas, bloquear a los posibles competidores y dramatizar un poco la historia. Sus responsables aseguran que un total de 178 conocidos actores participan en esta superproducción, que ha contado con un presupuesto de más de 70 millones de yuanes (7,5 millones de euros). Entre ellos, figuran grandes nombres como los hongkoneses Chow Yun Fat y Andy Lau, los chinos Liu Ye y Fan Bingbing, y el cantante estadounidense-taiwanés Wang Leehom.

La asistencia de espectadores está asegurada. Pekín ha impuesto su proyección en miles de cines, y los exhibidores han recibido la prohibición de mostrar filmes estadounidenses que podrían arrebatarle público como Transformers 3 y Cars 2, que no podrán estrenarse de momento. Kung Fu Panda 2, que ha funcionado muy bien, sufrirá, probablemente, por la prioridad dada a La fundación de un partido.

Los exhibidores cinematográficos han recibido órdenes estrictas de colocarla en todas las salas disponibles. Oficinas gubernamentales y colegios han comprado entradas y han enviado a sus empleados y estudiantes a los cines. China Film Group, que participa en la mayoría de las superproducciones chinas, controla la importación de películas extranjeras.

Para hacer más atractiva la epopeya propagandística, los directores han reforzado la tensión dramática y han utilizado modernas técnicas de producción y un estilo en ocasiones similar al de las series surcoreanas, que tienen numerosos seguidores en China. Ha sido distribuida incluso en formato IMAX.

Los censores también han aportado su grano de arena para garantizar el éxito. Han sido prohibidas las críticas negativas en los periódicos y al menos dos importantes webs de ocio -Douban.com y Mtime.com- han bloqueado la posibilidad de valorar la película y han retirado el sistema de calificación con estrellas, que, sin embargo, sigue activo para otros filmes.

El actor Liu Ye, de 33 años, que encarna a Mao en su juventud, aseguraba en una reciente entrevista en la prensa local que quiere que su personaje capture lo que las audiencias jóvenes de hoy comparten con el joven Mao, como la búsqueda de sueños, la ambición profesional y el ansia por el amor. En la película, Mao es, según el diario China Daily, un joven entusiasta y encantador, que explora con entusiasmo las vías para sacar el país del caos que siguió a la caída del régimen imperial y, a diferencia de películas patrióticas y series de televisión anteriores, es delgado y no fuma. Un síntoma de los tiempos que corren.

El filme no ha estado exento de polémica. En una secuencia, Mao acepta de su novia un reloj de bolsillo Omega de oro. La cámara acerca la imagen, hasta que la marca suiza se hace claramente visible, en lo que parece una maniobra de publicidad encubierta. Han Sanping y el propio Liu Ye han negado que lo sea.

En Estados Unidos, la participación del fabricante automovilístico Shanghai GM -empresa con capital de General Motors- como patrocinador oficial de la película ha provocado sarpullidos. Algunos comentaristas se han preguntado si es adecuada la participación de una compañía en parte propiedad del Gobierno estadounidense en una obra de propaganda comunista. La semana pasada fue estrenada en Los Ángeles.

Pero la ola de cine rojo no se detiene aquí: hasta 28 películas han sido promovidas por la Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión China para conmemorar el 90 aniversario del PCCh.

José Reinoso

El País, 1 de julio de 2011

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