Los microblogs están transformando la forma de generar y consumir información. Pero quizás en ningún lugar del mundo sea más patente el potencial de estos servicios de mensajes cortos en Internet popularizados por Twitter que en China, debido al tamaño de su población y el estricto control que ejerce el Gobierno sobre los medios de comunicación. El país asiático tenía 457 millones de internautas a finales de 2010, un 19% más que un año antes; entre ellos, 230 millones de blogueros. Más de 300 millones navegan con el teléfono móvil.
Gran parte de los internautas chinos desconfían de la televisión y los periódicos. De ahí que se informen -y desinformen, debido a los rumores- en la red, especialmente en los microblogs (weibo, en chino). El servicio de la compañía Sina -el más popular e influyente del país- fue lanzado en agosto de 2009, y en mayo pasado alcanzó 140 millones de usuarios. Otros como los de Sohu, Netease y Tescent le siguen la pista.
Aunque la mayoría de los internautas los utilizan para hablar de sus intereses personales, seguir a las estrellas de la música y el cine o para el trabajo, los microblogs se han convertido también en una potente herramienta para los críticos con el Gobierno y activistas, que los emplean para difundir sus opiniones, intercambiar noticias y denunciar abusos, que de otra forma nunca llegarían a la opinión pública.
Para ello, se ven obligados a jugar continuamente al ratón y el gato con los gestores de las páginas, que bloquean usuarios y borran mensajes. En los foros, miles de colaboradores pagados por las autoridades colocan comentarios favorables hacia las políticas oficiales, con objeto de modelar la opinión pública.
Cuando estallaron las revueltas árabes a principios de año, Pekín vetó las búsquedas de las palabras Egipto y Mubarak (el entonces presidente) en los microblogs, temeroso de que se produjera en China un efecto contagio. Los internautas reaccionaron utilizando la abreviatura Muba o sustituyendo algunos de los caracteres de su nombre por otros que suenan parecido. Y cuando el 3 de abril el artista y disidente Ai Weiwei fue detenido por la policía, sus seguidores circularon miles de mensajes pidiendo su liberación a pesar de que su nombre estaba bloqueado. Emplearon como alternativa ai weilai, que significa amar el futuro y que posteriormente también fue prohibido.
Los censores han vetado los nombres de decenas de disidentes como el premio Nobel de la Paz encarcelado Liu Xiaobo, Hu Jia o el propio Ai Weiwei, y trabajan duro para borrar los mensajes que les hacen referencia. Cuando son tecleados en el servicio de Sina, aparece el mensaje "De acuerdo con las leyes, regulaciones y políticas relevantes, los resultados de la búsqueda no pueden ser mostrados".
Los internautas utilizan ahora para mencionar a Ai términos cariñosos como Ai Pangzi (Ai Gordito) o Lao Ai (Viejo Ai). "¿Será posible votar un día a Ai Pangzi de presidente? Probablemente no", dice un mensaje que ha escapado a la censura. Ai Weiwei, que está acusado de evadir impuestos, fue liberado bajo fianza el 22 de junio. Su familia asegura que fue detenido por su activismo.
Para confundir a los censores, los blogueros emplean también fotos de texto -más difíciles de detectar-, escriben en vertical o colocan imágenes que recuerdan al artista en la foto de usuario.
El control de la información es una prioridad absoluta para el Partido Comunista Chino. Pero la velocidad a la que llegan a las webs los mensajes o los vídeos en caso de protestas como las ocurridas en la provincia sureña de Guangdong en junio pasado, hacen difícil impedir totalmente su difusión. Cuando los censores reaccionan, ya han sido reenviados y vistos por miles de usuarios.
Lo que los activistas no logran publicar en los microblogschinos encuentra su vía en servicios extranjeros como Twitter, a pesar de su bloqueo. Para saltar el llamado Gran Cortafuegos y acceder a ésta y otras páginas prohibidas, como la de vídeos de You Tube, los internautas emplean programas informáticos como Tor o Ultrasurf y servidores proxy.
Zeng Jinyan, esposa de Hu Jia -que salió de prisión el 25 de junio tras cumplir una condena de tres años y medio por "subversión de poder el Estado"-, es una activa usuaria de Twitter. Ahí ha relatado el acoso policial que sufre su familia desde hace años, la salida de la cárcel de su marido y cómo siguen vigilados. "He visto un coche y varias personas bajo un árbol frente a la ventana del cuarto de baño. Se me ha puesto la carne de gallina", dice en un mensaje escrito el jueves.
Una condición impuesta para liberar a Ai Weiwei ha sido la prohibición de utilizar Twitter, medida irónica en un país en el que el pájaro azul está bloqueado. El artista envió su último comentario a principios de abril. Su cuenta marca 90,475 seguidores.
José Reinoso
El País, 3 de julio de 2011
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