viernes, 15 de julio de 2011

Cuentapropistas, entre dudas e ilusiones


Para Leonardo, dueño de un cafetín en la barriada de la Víbora, todavía sus ventas dejan que desear. Más de seis meses después que las autoridades cubanas ampliaran el trabajo por cuenta propia, a muchos las cuentas no le cuadran.

“A un sobrino en Estados Unidos le pedí que me prestase 1,500 dólares. Vendo pizzas, batidos y sandwiches. Estoy en un lugar privilegiado. Pero en medio año, a mi alrededor se han abierto seis cafeterías. Sin contar las cuatro del Estado. El problema no es solo la fuerte competencia: el bolsillo de los consumidores está seco. La solución sería que el gobierno revise el asunto de los altos impuestos en el próximo Congreso del Partido Comunista, para nosotros poder bajar los precios. También esperamos que a corto plazo se abran mercados mayoristas donde podamos comprar alimentos e insumos”, expresa Leonardo.

Mas o menos en su misma situación se encuentra Zaida. “Tengo esta cafetería desde hace quince años, siempre he vendido café y refrescos. Gracias a parientes en Italia, conseguí 1,000 euros para mejorar el local y el surtido: pizzas, dulces, jugos, pan con bistec de cerdo, bocaditos de jamón y perros calientes. Pero las ventas no son buenas”.

Lo contrario le ha ocurrido a Tomás, uno de los 500 mil trabajadores estatales que quedaron sin empleo a principios de año. “Me ofrecieron ir a la agricultura o pasar un curso de policía. Ninguna de las ofertas me gustó. Decidí abrir un taller de reparación de equipos electrodomésticos. Y me va bien. Comparado con los 350 pesos mensuales que ganaba laborando para el Estado, mis beneficios actuales se han multiplicado por cuatro. Además, no tengo jefes ni un horario fijo”.

Cuando el gobierno presidido por el General Raúl Castro dio el pistoletazo de arrancada, en octubre de 2010, la gente se lo tomó con calma. Había incertidumbres y temores. En años anteriores, el acoso de los inspectores estatales y los elevados gravámenes desalentaron a cientos de trabajadores particulares, que molestos entregaron sus permisos.

Pero ahora las reglas de juego son nuevas. Aunque todos creen que los impuestos siguen siendo demasiado altos, se nota un relajamiento a la hora de las inspecciones. Según Caridad, vendedora de CDs piratas de música en un portal de Centro Habana, existe un mayor respeto por parte de los burócratas encargados de atenderlos.

Según el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, hasta el 1 de marzo se habían entregado 171 mil nuevas licencias para ejercer como particulares. Las más solicitadas son las de paladares, cafeterías, expendio de artículos religiosos, vendedores de discos y alquiler de habitaciones.

Como promedio, la tramitación de la licencia dura unas tres semanas. Enrique, graduado en telecomunicaciones, hace años engavetó su título universitario y se dedicó a administrar una paladar de calibre en el barrio de San Leopoldo, en el corazón de La Habana.

Y vaya si le va bien. Su restaurante está entre los 500 más importantes del planeta, según revistas especializadas. El ambiente refinado de La Guarida contrasta con el entorno marginal donde se encuentra ubicada. Pese a ello, cenar en La Guarida no está al alcance de los bolsillos deprimidos de gran parte de los ciudadanos. Las reservaciones se hacen por internet. A no ser que seas un personaje importante como la Reina Sofía de España, Naomi Campbell, Diego Armando Maradona o un congresista estadounidense de paso por La Habana.

Enrique reabrió su paladar con nuevas ofertas. Pero en la isla no son muchos los privados que pueden hacer dinero a manos llenas como el dueño de La Guarida. Según Aldama, un señor alto y de voluminoso abdomen, que hace cuatro meses inauguró una paladar en Víbora Park, está obteniendo ganancias. “Te diría que no son tantas para la cantidad de dinero invertido. Así y todo, uno puede embolsarse 500 dólares mensuales limpio de polvo y paja, bastante plata para nuestros parámetros”, aclara mientras saca cuentas en una calculadora china.

Claro, para abrir una paladar se necesita tener como mínimo entre 5 mil y 7 mil dólares. Un chorro de dinero inalcanzable para una mayoría. Varios trabajadores por cuenta propia abordados coinciden que, a pesar que la cosa no marcha como ellos pensaban, es preferible tener un negocio independiente a trabajarle al Estado.

“Uno prospera de acuerdo al talento de cada cual y el tiempo que se labore. Aunque el gobierno nos ha puesto el listón demasiado alto con el tema de los impuestos”, dice Roberto, taxista privado.

En los próximos meses se esperan nuevas medidas que impulsen el trabajo por cuenta propia. Ya se anunció la concesión de préstamos bancarios. Todavía se desconoce el monto de estos empréstitos y la tasa de interés fijada.

Entre dudas e ilusiones y a pesar de las limitaciones, muchos cubanos consideran que por su cuenta, pueden ganar más dinero que en una empresa gubernamental. Y además, no tienen que estar robándole al Estado.

Iván García

1 comentario:

  1. Dear Ivan..Como el cubano de a pie ha tomado estas medidas?...los cambios que esta haciendo RAul..son bienvenidos por el pueblo?..Saludos bye

    Cuban American

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