sábado, 2 de julio de 2011

Lawton, entre pendientes y puntales altos


Todos los barrios de La Habana tienen su sello propio. Sus casas y trazados diferentes. Hasta sus olores. Por un tiempo, para René, vecino de la calle Font, a tiro de piedra del viejo matadero, el olor nauseabundo de las reses era un distintivo de su Lawton natal.

Si le preguntas a Gabriel, desde hace 15 años viviendo en Boston, Estados Unidos, el olor del alcohol emanado de la destilería de la Calle B, el convento de Santa Clara de Asís y los 'pitenes' (juegos) en las cuatro esquinas con una pelota verde de esponja, son cosas que nunca podría olvidar.

Cada cual tiene su Lawton particular. Con una población de cerca de 25 mil habitantes, Lawton es uno de los barrios fundacionales de La Habana moderna. Pertenece al municipio 10 de Octubre, el más poblado de la capital, con 250 mil habitantes. Les cuento su breve historia.

Se dice que a unos 6 kilómetros del centro de la ciudad, se encontraba la finca de Don Fernando Batista. Hacia mediados del siglo 18, su secretario personal, de apellido Lawton, lo convenció para que vendiera sus terrenos a la compañía de ferrocarril. Con la comisión que ganó adquirió una finca en los terrenos que colindan con la actual Calle B.

De 1849 a 1864 fue autorizada la urbanización de diez repartos, por ese entonces conocidos como Barrio de Concha. Entre ellos estaba Lawton, que en 1859 se inscribió como Reparto Ferrer. Para los años iníciales del siglo XX, aquellos terrenos que había comprado el pícaro Lawton, secretario de Don Fernando, adquirieron un valor inusitado debido al trazado diseñado por la compañía de tranvías.

En los años 20, en el actual paradero de ómnibus de Lawton, se funda la empresa de tranvías de La Habana. Luego, en la década de 1940 la zona prosperó con la construcción de la Avenida Dolores, que parte en dos el populoso y amplio barrio.

Sus casas, por lo general, eran de pisos bajos y estilo ecléctico. En sus buenos tiempos, Lawton era un mosaico abigarrado de viviendas donde convivían obreros, bodegueros, pequeños empresarios y un sector de clase media en las alturas del reparto Vista Alegre o el Quinto Distrito.

Camilo Cienfuegos, uno de los comandantes de la guerrilla de Fidel Castro, fallecido en un accidente de aviación en octubre de 1959, era de Lawton. Su hogar hoy es un museo. Entre los 'lawtoneros' ilustres se encuentran el trovador Santiago Feliú, el periodista e historiador Ciro Bianchi y el disidente Oscar Elías Biscet.

Al igual que el resto de distritos habaneros, tras la llegada del ciclón verde olivo, Lawton ha pagado factura por la desidia y el descuido estatal en el mantenimiento de sus edificaciones. Sus aceras y calles están repletas de huecos y baches. Y debido a grandes salideros en las cañerías, el agua se pierde sin llegar al grifo. Las carencias habitacionales, que afectan todo el país, han provocado un auténtico caos urbanístico.

Ya muchas fachadas perdieron su diseño original. Los amplios ventanales de madera o hierro forjado han sido sustituidos por impresentables ventanas de aluminio chino o toscamente confeccionadas por herreros privados, a veces sin cristales, lo que convierte a muchos domicilios de Lawton en Frankesteins arquitectónicos.

Vecinos como Demetrio llevan veinte años intentando reparar su casa. Habita en una vivienda a medio hacer, rodeado de hormigón. Gente que se las apaña como puede para mejorar su calidad de vida destruyendo sin piedad los valores urbanísticos. Pero no queda otra. El Estado no vende materiales de construcción a precios razonables y a estas alturas nadie espera que lo haga. Para impedir que los techos se desplomen, las personas buscan soluciones por su cuenta.

No es ésta una barriada de hoteles, restaurantes, discotecas o centros nocturnos de calibre. Los jóvenes de Lawton tienen que desplazarse a otros municipios si quieren bailar y divertirse. De lo contrario, arriesgar el pellejo y asistir a los bailables del Parque de la Policía, conocido así por estar en las inmediaciones de una unidad policial, donde a ratos la fiesta termina entre trompadas y navajazos.

Lawton también tuvo -y todavía tiene- sus locos célebres. Como Pedrito, que imitaba a los salseros de moda y murió de beber en exceso 'chispa de tren', un alcohol apto para piratas. O El ruso, viejo ex presidario extraditado hace unos años desde Estados Unidos que va de puerta en puerta pidiendo comida o dinero a cambio de enseñarte a hablar inglés. Hubo varios dementes antigubernamentales. Uno de ellos, Germán, antiguo policía de Batista, andaba con una carreta cargadas de piedras y a toda voz gritaba insultos contra los hermanos Castro.

Para los jóvenes, los "héroes" son los dueños de los ‘burles’ (casinos ilegales de juegos), los proxenetas peinados con exceso de gel, y las jineteras que regresan de Roma o Madrid cargadas de euros y pacotillas.

En Lawton, como en otros lugares de La Habana, por las noches se habla de béisbol y política mientras se juega dominó en short, camiseta y chancletas hasta altas horas de la madrugada. Cuando se puede, se hace ‘una vaca’ (colecta) para comprar una botella de ron decente.
No faltan quienes prefieren planificar salidas ilegales o tramar fechorías. Ni los moradores dedicados a chismorrear y contar fábulas.

Iván García
Foto: ojitoaqua, Panoramio. Pocito y 10 de Octubre, Lawton.

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