martes, 12 de julio de 2011

Las tribulaciones de Pancho


Cuando el gallo pinto se subió a la cerca y cantó, eran las 3 de la madrugada. Y ya se ajetreaba en la cocina de la finca La Esmeralda, en Mayabeque.

La voz chillona de Maritza esposa de Alberto, cortaba como una cuchilla la quietud de la campiña: "Viejo, ven a tomar el café que se enfría, que la gente está al llegar de un momento a otro". Alberto, de 69 años tomó su café y siguió en sus quehaceres, al filo de las 5 de la mañana. En eso divisa la ambulancia de Nueva Paz, que se desvía de la carretera para tomar el sendero de entrada a su finca. "Vieja, ya están aquí, prepara las cosas", advierte a su mujer.

Julito, sobrino de Alberto saca la cabeza por la ventanilla, agitando la mano para que apuraran la operación. Cuando la ambulancia terminó la maniobra de parqueo y abrió la puerta trasera, apareció una señora de unos 65 a 70 años, delgada, de piel blanca y de finas facciones.

A simple vista, su semblante marchito y el gris de sus párpados indicaban que había pasado varias noches de insomnio. En la camilla yacía acostado su esposo que lo llevaban trasladado para el Hospital Cardiovascular, en el Vedado. Tenía puesto un suero de dextrosa y otros medicamentos, para mantenerlo estable. En cuestión de segundos, Alberto con ayuda de su sobrino, introducía en el carro el cuerpo inerte de Pancho envuelto en un nailon. Un excelente ejemplar del mamífero más popular en Cuba, el cerdo.

Pesaba unas 200 libras. Detrás, llegaba Maritza corriendo con una sábana, para tapar a Pancho. Lo pusieron debajo del enfermo y lo cubrieron con la sábana. La esposa del enfermo dibujó en su demacrado rostro una sonrisa de aprobación.

Cerrando la puerta, Julito le dijo a su tío: "Por la tarde te traigo el dinero y la sábana. Cruza los dedos para que no nos paren en el punto de control". Y la ambulancia salió a gran velocidad con las luces de la baliza encendidas, indicando que llevaban un enfermo grave a bordo.

Tomaron la autopista pasaron el punto de control con los nervios de punta sin que nadie los detuviera. En más de una ocasión, la esposa del enfermo tuvo que pedirle a Julito un trapo para secar el hilo de agua con sangre que salía de uno de los huecos del nailon que cubría al cerdo.

En unos 40 minutos llegaron al Hospital Cardiovascular, en la Calle 17 y Paseo, Vedado. Julito y el chofer bajaron de prisa al enfermo con su acompañante, para que los camilleros del hospital no se dieran cuenta que tenían 'otro pasajero a bordo'. Hicieron los trámites de rutina, y mientras los camilleros conducían al enfermo al cuerpo de guardia, su demacrada esposa se despedía de sus transportadores y les deseaba suerte.

La ambulancia salió del hospital y dos cuadras más abajo, dobló a la derecha, volvió a doblar y llegaron al agromercado de 19 y B, Vedado. Entraron por la parte de atrás, donde dejaron acomodado a Pancho en su última morada.

Después de recibir el dinero, Julito y el chofer respiraron con alivio. Y salieron en la misma ambulancia en que habían entrado. Ahora rumbo a la finca La Esmeralda, en Mayabeque.

Moraleja: Lo narrado no es una coña, es un relato de la cruda realidad que viven hoy los cubanos, quienes se las tienen que ingeniar para romper el 'bloqueo' gubernamental y poder sobrevivir.

Yuri Valle Roca, desde La Habana
Foto: Alejandro Ernesto, EFE

3 comentarios:

  1. QUERIDOS HERMANOS: Primero me ahogue de la Risa y de pronto esta se me corto, se me hizo un nudo en la Garganta y me salieron las lagrimas, pues yo se que todo eso es verdad y que hay aun cosas mas insolitas, muy bueno este Blog, Un Abrazo de Artemisa!!!

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  2. Se escribe a bordo, cuando se refiere arriba, adentro: A bordo del avión habían muchos niños. Abordo es del verbo abordar: Yo abordo el tren, es decir, Yo subo al tren. Uno es de subir y el otro es de ya estar adentro: palabras que se escriben juntas y separadas con significados diferentes.

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  3. Es cierto Anónimo, fue un lapso mío al revisar el escrito antes de subirlo. Es un "error de dedo" como dicen. Voy a corregirlo inmediatamente.

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