domingo, 17 de julio de 2011

El fantasma del "Papa" en la Finca Vigía


Dice Maydelis, la sobrina del gallero Pichilú, el hombre que le enseñó a Ernest Hemingway la emoción de las peleas de gallos, que algunos vecinos de San Francisco de Paula suelen ver, en el leve inviernillo cubano, la figura de un hombre alto con ropa caqui que, a las doce de la noche, pasea frente a la puerta de la Finca Vigía.

Se detiene cada dos pasos y mira hacia el punto del camino que entronca con la carretera de La Habana como si esperase a alguien.

Lo ven en diciembre, a finales, cuando se acerca el año nuevo y hay fiestas, y mucha gente se llena de ron y de aguardiente y amanece luego con esa historia, seguros de que la aparición es el dibujo de la materia del escritor que no se quiere ir de la casa donde vivió 21 años y donde tuvo muchos momentos de felicidad con la mujer que más amó en su vida: la periodista Martha Gellhorn.

Otros descreídos se ríen de ese fantasma sin pasaporte, al que le cancanea el español, y dicen que es un guajiro de en vuelta de Bejucal que anda enamorado de una viuda. Y que si fuera 'Papa' no vendría a esperar a ninguna mujer.

Vendría a revisar el yate Pilar, a pasar por las tumbas de sus gatos, a engrasar la máquina portátil que sigue callada en un estante del baño a la altura del pecho del escritor y a preparar el Buick para comerse los 10 kilómetros hasta El Floridita.

La leyenda de Martha, recordaba su gran amigo español, el médico Luis Herrera Sotolongo, se debe a que fue ella la única mujer que lo dejó solo con sus impalas, sus kudús estilizados, las armas relucientes y sus manías para retomar su vida lejos y en libertad por muy dios de bronce que fuera su marido. También ella se suicidó, en Londres, en 1998, con un silencioso cóctel de pastillas.

Ojalá que sea 'Papa' el fantasma que ronda la entrada de la finca. Y que vuelva este año cuando nada más hace medio siglo de su muerte. Y que regrese siempre. Nadie sabe. El tiempo, en esa dimensión, se dice que es remedio santo.

Raúl Rivero
El Mundo, 25 de junio de 2011
Foto: Torre Johnson, Magnum Photos. Uno de los gatos de Ernest Hemingway toma agua de una copa a la hora de almuerzo en el comedor de la Finca Vigía, en San Francisco de Paula, localidad en las afueras de La Habana. La foto fue en hecha en 1954, poco antes de que el escritor viajara a Estocolmo a recoger el Premio Nobel de Literatura.

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