Debo haberme quedado dormido a los pocos minutos de apagar la luz individual de mi asiento. El interior del ómnibus está frío como una nevera. Me pongo un abrigo. Mientras el ómnibus devora kilómetros con destino a Ciego de Ávila, me quedo dormido en el asiento reclinable.
Un fulgor de luces y la voz del chofer me despiertan. Por el micrófono anuncia que tenemos 25 minutos para bajar del ómnibus y merendar, en una cafetería a orillas de la Autopista Nacional. La gente en Cuba las denomina "Conejitos", no sé por qué, pues venden cualquier cosa menos conejo. A lo largo de toda la Autopista funcionan unos cuantos, éste donde paramos está ubicado en el municipio de Aguada de Pasajeros, perteneciente a la provincia de Cienfuegos.
Son las 5:10 de la mañana y estamos a mitad de viaje, de las 6 horas que dura el trayecto a Ciego.
A pesar de la hora, por los alrededores personas venden quesos, barras de guayaba y hasta pescados. En el parqueo se han detenido varios ómnibus interprovinciales y la cafetería está repleta. Es amplia y con suficientes mostradores de ventas.
Por pesos se puede comprar pan con salchicha a 5 pesos, pan con tortilla a 3 y pan con picadillo a 1.50. Los panes se ven mustios y algunas personas se quejan de la mala calidad. Hay otros mostradores, con más presencia y una oferta variada y de superior calidad, pero hay que pagar con divisas.
En ellos venden varios tipos de bocaditos, pollo frito, helados, jugos, refrescos enlatados y dulces. También de una máquina se puede tomar café expreso, a 25 centavos de cuc (5 pesos cubanos) la taza.
Compro un sandwich de jamón y queso por 1. 50 cuc (36 pesos) y una lata de Coca Cola por 1 cuc (25 pesos), y me siento a comer mi desayuno de carretera. Un señor mayor, con manos callosas, piel tostada y sombrero, típica fisonomía del guajiro cubano, se me acerca y me pregunta si le puedo vender 25 centavos de cuc para tomarse un café, pues él no tiene divisas.
Por la manera con que mira el sandwich me percato que tiene hambre. No le acepté los 5 pesos por los 25 centavos de cuc. Y en lo que él fue a buscar el café, le compré un bocadito de jamón y queso.
Al sentarse en la mesa, para tomarse el café, se lo ofrecí.
-No señor, no se lo puedo aceptar, me dice con vergüenza.
Luego de muchas explicaciones lo convenzo. Mientras come el bocadito, me explica que tiene a su mujer muy grave, enferma de cáncer, ingresada en un hospital de La Habana.
Iván García
Se llama Laureano, tiene 72 años y siempre ha trabajado la tierra.
-Vivo en Cabaiguán. Parece que el Señor se quiere llevar ya a mi esposa, dice compungido.
Para no ahondar su drama, le cuento que mi fallecida abuela era del central Tuinicú, en Sancti Spíritus.
-¿Cómo se llamaba?
-Carmen Antúnez, pero ella desde muy joven se fue a vivir a La Habana.
-Cómo no, conozco a varios Antúnez en Tuinicú, voy a menudo por ahí. Se queda mirándome y añade: -Pero los Antúnez que conozco son blancos.
Le aclaro que algunos de los Antúnez que se mudaron para la capital, se casaron con mulatos o negros, como fue el caso de mi abuela, de ahí el mestizaje.
El chofer toca el claxon, avisando que vamos a partir. El viejo se quita el sombrero y me da las gracias. "Yo sólo tomo café en el desayuno, ahora estoy tan lleno que a lo mejor ni almuerzo”.
Sonrío. Laureano me dice que él se baja cuando la guagua pare en Cabaiguán. Y me pregunta:
-¿Cómo usted supo que yo tenía hambre? "La cara del hambre se conoce a la legua", le respondo.
-Que Dios lo bendiga. Hacía casi 24 horas que no comía nada.
Ya dentro del ómnibus, cada uno se sienta en sus respectivos asientos numerados. Tal vez nunca más nos volvamos a ver. Pero esos 25 minutos en el "Conejito" de Aguada de Pasajeros no sólo sirvieron para conocer y brindarle algo de comer a un campesino sencillo y honrado, que con resignación espera la muerte de su esposa.
Han servido también para dedicarle este post a tantas personas que como el guajiro Laureano, por no tener acceso a la moneda dura cada día son más pobres. Y nunca han dejado de ser honrados.
Iván García
Foto: Lucía Castillo, Flickr.
Nota.- Cuarto trabajo de una serie de 10 publicados en abril de 2009 en el blog Desde La Habana. Todos los posts publicados en 2009, el primer año de existencia del blog, 'misteriosamente' desaparecieron.
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