Me leí a fondo la entrevista que el periodista estadounidense Tracey Eaton le realizó a su homólogo cubano Reinaldo Taladrid. Estoy de acuerdo con Taladrid de la arrogancia asumida muchas veces por Estados Unidos en su política exterior.
A mí no me gusta, de veras, el papel de policía planetario que realiza Estados Unidos. Tampoco sus guerras, para a punta de bayoneta, traer la democracia a los que no las tienen. Estados Unidos es una nación imperial y actúa y se comporta como tal.
Son indudables sus grandes valores. Sus derechos alcanzados. Su democracia que funciona. Quizás sea de los pocos países del mundo donde un emigrante, si trabaja duro y tiene buenas ideas, puede triunfar.
El coloso del norte es capaz de lo mejor y lo peor. Quizás ésa sea su naturaleza. Decía el gobernante francés Charles De Gaulle que en la relación de dos personas o países siempre uno intentará subirse encima del otro.
Y los Estados Unidos de América, por sus logros y poderío militar, se siente con el derecho a imponer democracias. Eso no está bien. Aunque también veo mal que gobiernos como los del Medio Oriente, Corea del Norte, China, Viet Nam o Cuba atenacen las libertades del hombre.
Es cierto que se debe denunciar y emplazar públicamente a esas naciones a que respeten derechos universales. Pero no con bombardeos o misiles inteligentes.
Reinaldo Taladrid, a quien considero un excelente periodista, siempre hace enjundiosos análisis, estudia diferentes ópticas y lanza una interrogante, para que cada cual saque sus propias conclusiones.
Pero hay un punto que Taladrid no se cuestiona. ¿Acaso no tenemos también los cubanos el derecho a oponernos al gobierno de nuestro país? Que otros se inmiscuyan no lo apruebo, pero ¿Por qué el régimen de Castro en cinco décadas no ha aceptado a los opositores políticos?
Las respuestas manidas, de que son mercenarios, traidores y pagados por el oro de Washington se me antojan pueriles. Porque aunque sea cierto, los nacidos en su patria tienen derecho a cuestionarse la ineficacia de su gobierno, e incluso, veo lícito que intenten cambiarlo pacíficamente.
Taladrid es un tipo talentoso. Y debe ser honesto. El régimen de los hermanos Castro no sólo ha sido un fracaso en el plano económico. Los éxitos en el terreno de la sanidad, educación y otros campos no justifican que se reprima a las personas que disienten.
Estados Unidos no debe ser el guardián del planeta. Pero tampoco los Castro debieran encarcelar a quienes discrepan. Leyes absurdas, como la 88 (ley mordaza), que le da luz verde a las autoridades para meter en chirona a opositores y periodistas libres deben echarse abajo.
Invito a Taladrid a que me responda, cómo es posible que los gobiernos de Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela apuesten por el socialismo del siglo 21 y sea legal crear o pertenecer a un partido opositor y en Cuba no.
En esas naciones, los opositores participan de la vida política. Tienen representantes en el parlamento. Prensa. Canales de radio y televisión. En el verde caimán eso le está negado a los que se oponen al régimen.
A muchos disidentes los echan del trabajo. No tienen un espacio en los medios donde hacer labor doctrinal. Incluso siendo la disidencia cubana una entidad que actúa hacia el exterior, son acosados por los servicios especiales.
Soy de los que piensa que cada persona o grupo de personas es libre de integrar un partido. Estoy convencido que el principal error del régimen cubano es pretender gobernar solamente para sus partidarios.
Los líderes en la isla están usurpando sus funciones. Un gobierno se debe a su pueblo, no lo contrario. Espero las respuestas de Reinaldo Taladrid. Sospecho que es un hombre libre.
Iván García
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