Los años le han caído encima demasiado de prisa. La vida ha sido dura con la doctora Oleivys García, 37 años de edad y quince de matrimonio con Pablo Pacheco, de 39 y periodista independiente. De esa unión nació Jimmy, el único hijo.
Cuando Pacheco fue a prisión por una absurda condena de 20 años, el niño tenía 4 años. Si de forma íntegra cumple la sanción, podrá abrazarlo cuando tenga 24. Para entonces, Pacheco tal vez sea abuelo.
En estos seis difíciles años, Oleivys ha sido madre y padre del pequeño, actualmente cursando el 5to grado.
Para Pablo, ella lo ha sido todo. "Si no me he vuelto loco, ha sido por Oleivys, es el punto justo de mi equilibrio mental", me confesó Pacheco, una de las tantas tardes que hablamos por teléfono.
Pequeña de estatura y rostro agraciado, Oleivys parte cada mañana a su consultorio médico, a atender pacientes y aliviar malestares de otros. ¿Pero quién cura el alma enferma de esta mujer? ¿Qué medicina puede atenuar el sufrimiento y el daño de tener a su esposo en la cárcel? En la cama donde duerme, a su izquierda hace seis años falta una persona.
La salud de Oleivys se ha resquebrajado. Tanta carga le está pasando factura. Fuertes dolores en la cervical le producen naúseas, mareos y pérdida de la visión.
Cuando estuve en su humilde casa, en el poblado 9 de Abril, a casi cuatro kilómetros del centro de Ciego de Ávila, pude constatar cómo la doctora Oleivys, de una forma u otra, también fue sancionada la funesta tarde del 4 de abril del 2003, cuando un tribunal condenó a su esposo a la exagerada pena de 20 años.
Sí. En Cuba las familias también son procesadas. Primero, los viajes de muchos kilómetros, sin dinero y con carencias de todo tipo. Durante cuatro años Oleivys tuvo que ir a visitar a su esposo a la prisión de Agüica, Matanzas, a 500 kilómetros de su hogar.
Ahora está más cerca, en Canaleta, en la misma provincia. Pero cuando una vez terminada la visita ella traspasa la puerta de la prisión, una parte de Oleivys se queda dentro del penal.
Cada día son menos los que ayudan a los familiares de los presos políticos de la primavera del 2003. Son pocos, pero leales. Menos aún son los "aventureros" o "filantrópicos" que se llegan a la pequeña vivienda, donde un día Oleivys y Pablo fueron felices, a conocer personalmente las vicisitudes de la vida diaria de la familia de Pablo Pacheco.
-Más que ayuda económica y material, que siempre se necesita, valoro más la espiritual, la de esas personas que te alientan y te dicen, resiste, ten fe, me dice Oleivys.
Fue muy amable conmigo. Me invitó a almorzar y removió sus recuerdos, mostrándome un gastado álbum de fotos de cuando ella y Pablo tenían una sonrisa limpia de manantial en el rostro.
En todo el tiempo que estuve en casa de la doctora Oleivys García no la vi sonreír. Ni una vez.
Iván García
Nota.- Noveno trabajo de una serie de 10 publicados en abril de 2009 en el blog Desde La Habana. Todos los posts publicados en 2009, el primer año de existencia del blog, 'misteriosamente' desaparecieron.
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