Si hay una persona en Cuba que conoce sobre flujos migratorios, comportamiento del fenómeno por grupos etarios y sociales, raza, lugares de nacimiento y que, incluso, es capaz de realizar pronósticos al respecto, esa es Cristina López-Calleja Hiort-Lorenzen, profesora titular y doctora en Ciencias Económicas del Centro de Estudios sobre Migraciones Internacionales, de la Universidad de La Habana.
Sus colegas no dudan en señalarla como una autoridad indiscutible en el tema desde los años 80 hasta la actualidad, y prueba de ello es que sus estudios aparecen citados en investigaciones realizadas por otros renombrados académicos cubanos y extranjeros, además de las decenas de reconocimientos y condecoraciones del régimen por sus servicios, la más reciente recibida a finales de 2018.
“Nadie maneja más información sobre migraciones que ella y su equipo personal. A nadie se le ha dado tanto acceso a documentos secretos. Pudiera decir que ni siquiera un especialista de la ONEI (Oficina Nacional de Estadísticas e Información) sabe más que la doctora Cristina sobre el tema”, afirma un colega suyo, entrevistado por CubaNet bajo condición de proteger su identidad, pues sería castigado por el régimen con la pérdida del empleo y hasta con la cárcel.
En su testimonio no exagera. Otras fuentes, en algún momento vinculadas directamente con el trabajo de la experta, lo han confirmado a nuestro medio. Los archivos más confidenciales del Ministerio de Relaciones Exteriores, a los cuales tributan la totalidad de los consulados y embajadas de Cuba en el mundo, han estado a su disposición desde mucho antes de que el canciller Roberto Robaina —destituido en 1999— iniciara en los años 90 su estrategia política de acercamiento a los emigrados cubanos, la cual tenía un trasfondo eminentemente económico aunque fuese promovida por la dictadura como un “gesto de reconciliación”.
Las conferencias conocidas como “La nación y la emigración” fueron iniciadas en La Habana en abril de 1994 y, de acuerdo con valoraciones de varios exfuncionarios del MINREX consultados por CubaNet, tuvieron por objetivo no revelado atraer el capital y el apoyo político de lo que el propio régimen consideraba como la parte “moderada” del exilio.
El año anterior, 1993, Fidel Castro había designado en el cargo al joven canciller Robaina, probablemente con el objetivo de proyectar al exterior una imagen renovada de su gobierno. Habían llegado las inversiones extranjeras en turismo, sus planes de construir cientos de hoteles requerían de grandes sumas de capital y para lograrlo no dudaría en estimular incluso los envíos de remesas y, más que eso, reforzar grupos de influencia en el exterior, oficialmente conocidos como “grupos de solidaridad con Cuba”, haciendo creer que en la Isla se iniciaba un periodo de “aperturismo”.
Con la caída del comunismo en Europa del Este y el cese de la ayuda financiera de los soviéticos, la economía cubana se hundió en la peor crisis de su historia. El Producto Interno Bruto se contrajo en cerca de un 35 por ciento, la falta de combustibles paralizó el país y el descontento generalizado casi provocó el estallido popular que pudo poner fin a la dictadura de Fidel Castro.
Tan astuto como perverso, el líder comunista encontró una vez más la solución a sus problemas internos activando su más socorrida válvula de escape, es decir, favoreciendo el éxodo migratorio masivo. A la par que se libraba de los más descontentos y enmascaraba entre ellos a varios de sus espías para sembrarlos en el corazón del “enemigo”, revitalizaba el exilio con “sangre nueva”, asegurándose por una década más otro manojo de emisores de remesas.
En consecuencia, culpó al gobierno de los Estados Unidos de los disturbios callejeros, abrió las fronteras marítimas retirando la vigilancia de los guardacostas y dejó que miles de cubanos se echaran al mar, con todo el riesgo para la vida que implica cubrir en embarcaciones improvisadas las 90 millas que separan a Cuba de la Florida. En los años 80, con el demócrata Jimmy Carter en la Casa Blanca y las negociaciones oficiales sobre el exilio cubano, Fidel habría hecho algo similar. Los sucesos en la Embajada de Perú le sirvieron de pretexto para armar otra oleada migratoria, precisamente cuando más relajadas estaban las relaciones con Estados Unidos y los exiliados volvieron a visitar la Isla y enviar ayudas económicas a sus familiares, luego de 20 años de separación e incomunicación.
Previamente a los sucesos del Mariel, en noviembre de 1978, Fidel Castro, por medio del MINREX y el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, fundado en 1972, había comenzado los primeros tanteos del llamado “exilio moderado”. Ese fue el inicio del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI), además de la génesis de la actual Dirección General de Asuntos Consulares y Atención a Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE) del MINREX.
Solo una persona de confianza podía ser la responsable de un asunto tan importante como el estudio detallado, científicamente preciso, de los componentes del exilio cubano. Alguien con la inteligencia y capacidad suficientes para analizar y procesar variables de todo tipo y que, al mismo tiempo, asegurara discreción y fidelidad a toda prueba. Esa era Cristina López-Calleja Hiort-Lorenzen, especialista en matemática estadística, con sólidos conocimientos de economía y cálculos probabilísticos pero, por sobre todas las cosas, esposa de uno de los militares más leales a Fidel Castro, el general de división Guillermo Rodríguez del Pozo (1929-2016), excombatiente del Movimiento 26 de Julio en Santa Clara, jefe de los Servicios Médicos de las Fuerzas Armadas (FAR) desde 1968 y sustituto de Raúl Castro, ministro de las FAR, desde 1982.
De la unión entre Guillermo y Cristina nacieron varios hijos, entre ellos Luis Alberto Rodríguez López-Calleja en 1960, actualmente considerado el hombre más poderoso de Cuba no solo por su papel al frente del Grupo Empresarial de las FAR (GAESA) —el conglomerado empresarial y financiero más importante del régimen— sino por la relación personal con Raúl Castro, dos elementos que sin dudas han determinado su ascenso al Buró Político del Partido Comunista, como albacea de la fortuna del clan familiar. Pero cuando Fidel Castro designó a Cristina López-Calleja Hiort-Lorenzen al frente del equipo de investigaciones sobre la migración cubana, Luis Alberto era apenas un adolescente que, aunque vecino de Raúl Castro, a quien visitó en algunas ocasiones en compañía de sus padres, ni soñaba con casarse con Déborah Castro Espín, quizás tampoco con estudiar en Rusia, graduarse allá lejos con Título de Oro en Administración de Empresas y, debido al indiscutible talento para los números heredado de su madre, terminar siendo el protegido del general de división Julio Casas Regueiro, jefe del Departamento Económico de las FAR y verdadero creador de GAESA.
Cuando Luis Alberto Rodríguez López-Calleja se casó con Déborah en los años 80, ya hacía tiempo su madre Cristina había hecho de las migraciones su campo de estudios fundamental y sus informes regulares eran tenidos en cuenta por Fidel Castro en las estrategias de acercamiento a determinados grupos de exiliados que eran de su interés, fundamentalmente en los Estados Unidos y Europa. “En principio eran cuestiones relacionadas con la penetración de organizaciones enemigas, después en los años 90 todo tomó un carácter económico”, señala un ex-diplomático cubano bajo condición de anonimato por temor a represalias, aun cuando no reside en Cuba desde hace más de una década.
“Fue la época en que se crearon muchas empresas en Europa y hasta en Estados Unidos, no solo en paraísos fiscales”, continúa explicando. “Sobre todo navieras, negocios de flete, compra de activos, y en los Estados Unidos, en México, Canadá también, agencias de viajes, vuelos chárter, compra de piezas, ese tipo de cosas. Se estudiaron casi todos los grupos de emigrados, se elaboraron perfiles para saber después con quiénes se iba a trabajar y cómo, cuál era el modo de trabajar con los de aquí (España) y con los de Estados Unidos, y ya dentro de los Estados Unidos, los grupos de la Florida, los de Nueva Jersey, los de Chicago, los de las universidades. Dónde estaban los emigrados en los años 60, los de los 70 y 80, qué tipo de familias dejaron en Cuba, en qué universidades estudiaban los hijos, y los hijos de los hijos, todo”, afirma quien prestara servicios en varias ciudades europeas entre finales de los años 70 y mediados de los 90.
Una constancia de que existieron tales intereses pudiera ser la investigación titulada
Las migraciones internacionales potenciales y efectivas en Cuba. Presentada por la propia Cristina en el III Congreso de la Asociación Latinoamericana de Población (ALAP), celebrado en Argentina en 2008, se trata de un estudio detallado basado en la Encuesta Nacional de Migraciones Internas, realizada por iniciativa del gobierno cubano, donde se realizaron preguntas a la población sobre las aspiraciones a emigrar a otro país, caracterizándose a esas personas por sus atributos sociodemográficos.
Según escribió la propia autora en la nota introductoria, “partiendo del cruzamiento de datos, se abordó el análisis de la existencia de relaciones entre la migración interna y la potencial externa. Se estudiaron los migrantes potenciales”, así se establecieron grupos y “se realizó un análisis sobre el comportamiento de la emigración externa a partir del año 1959 hasta el 2007, comprobándose la reducción del crecimiento neto y el aumento del saldo migratorio negativo”.
No obstante, la presencia de Cristina López-Calleja en el evento en Argentina en 2008 tuvo el objetivo estrictamente político de enmascarar las verdaderas causas de la emigración en Cuba, en un momento en que el poder en la Isla transitaba de manos de Fidel Castro a las de su hermano Raúl. En tal sentido, la autora concluye que “la mayoría de la población cubana reconoce, a pesar de las carencias y demás dificultades, las posibilidades y ventajas del Socialismo y se mantiene a pesar de ello al lado de la Revolución”, pero igual deja ver cuán importante es para el régimen cubano el asunto de la migración y por qué los Castro lo han dejado en manos de alguien de su círculo familiar, tal como han hecho con otros temas peliagudos como el de las inversiones, la salud, el turismo y hasta la sexualidad.
Escribe Cristina López-Calleja como colofón de su estudio: “La migración cubana es manipulada por los enemigos de la Revolución Cubana, por lo que constituye un problema de seguridad nacional”. De modo que Cristina López-Calleja Hiort-Lorenzen, siguiendo sus propias palabras, fue convertida, por un asunto de “seguridad nacional”, en una autoridad del tema migración. Aunque, como dato curioso, además de sus investigaciones sobre matemáticas estadísticas, aplicadas a las migraciones, es coautora de una “Introducción a la teoría de las probabilidades”, publicada por la Editorial Científico-Técnica en 2008 y hasta de una “Metodología de la enseñanza de la Física”, para secundaria básica, por la Editorial Pueblo y Educación, en 1985.
En la actualidad, a pesar de su edad avanzada, se encuentra muy activa en Twitter, replicando publicaciones de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Ramiro Valdés, del espía Gerardo Hernández Nordelo, de la abogada Eva Golinger y hasta del papa Francisco. Pero existen muy pocas imágenes de Cristina. Sus cuentas en redes sociales no son nada espléndidas. En ese aspecto ha sido mucho más cuidadosa que su hijo Luis Alberto, al que sólo se le ha visto el rostro en los últimos dos años, según ha ido ocupando el vacío dejado por su exsuegro Raúl Castro. En su cuenta de Twitter, donde se presenta como cubana y fidelista, Cristina fue un poco más generosa y colocó una imagen de cuando se conocieron ella y su esposo Guillermo Rodríguez del Pozo, en Santa Clara. Él se había graduado de Medicina y ella terminaba sus estudios de Matemática en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.
De acuerdo con datos de los registros públicos, Cristina Adelina López-Calleja Hiort-Lorenzen es hija del ingeniero cienfueguero Arístides López-Calleja, nacido en 1903. El nombre de la madre es Eva Frances Magdalene Hiort-Lorenzen, nacida en abril de 1907 de un matrimonio de judíos emigrantes, naturales de Dinamarca y Polonia. De esa unión nacieron otros López-Calleja Hiort-Lorenzen: Arístides Rodolfo, Magda, Arturo Edmundo y Cristina, la menor de los hermanos, en 1936, madre de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja.
Pero no han sido este último y su padre, el general Guillermo Rodríguez del Pozo, quienes han llegado a ocupar altos cargos en la Isla. Durante los primeros años de la República, Enrique López-Calleja Hensell (1854-1934) fue ministro de Comunicaciones y hasta existe un sello postal del año 1953, con valor de 3 centavos, que lo recuerda. La familia de los López-Calleja es inmensa y está dispersa por el mundo. Los hay en España, Dinamarca, Italia, Grecia, Turquía, Polonia, Chipre, Luxemburgo. Algunos jamás han visitado Cuba ni mantienen relaciones con esas dos ramas que hoy viven en el exilio. De estas, hay una línea de los López-Calleja con un primer grupo que se instaló en Europa antes de 1959, más otro que lo ha hecho mucho más reciente, a partir de los años 90. Hay otra línea igual de segmentada, pero establecida en los Estados Unidos.
Emigraron por la misma época y algunos miembros adquirieron el apellido “Levy” (como Sara Levy Rodríguez, pianista de Santa Clara que salió de Cuba en 1958 y adquirió el apellido de su esposo) o lo fundieron al “López”, eliminando el Calleja para así hacerlo más breve o, en casos más conocidos (como el de Arturo López-Levy, egresado del Instituto de Relaciones Internacionales de Cuba y actualmente profesor en universidades estadounidenses), posiblemente para establecer algún tipo de distanciamiento con los López-Calleja que se mantienen en Cuba vinculados al régimen, pero nada en concreto se pudiera afirmar sobre las verdaderas intenciones, porque la mayoría viaja con frecuencia a la Isla y hasta mantienen comunicación entre ellos y con los Oltuski, otra familia estrechamente relacionada con el régimen de los Castro e igualmente emparentada con los López-Calleja por la vía del general Rodríguez del Pozo.
Isabel Cristina Rodríguez López-Calleja, hermana de Luis Alberto, fue la última en emigrar hace apenas un par de años. Sus dos hijos, Ana Cristina y Juan Carlos, se establecieron en Miami hace una década atrás, reclamados por el padre, un médico nombrado Juan Carlos Sarol, que fuera director, entre los años 1992 y 2000, del departamento de Gastroenterología del Hospital Hermanos Ameijeiras, en La Habana. El doctor Sarol emigró primero a San José, Costa Rica, donde fue contratado como médico en enero del 2000. En 2005 se marcha a Puerto Rico y adquiere la residencia, pero en 2007 se instala en Orlando, Florida, para trabajar en el Regional Medical Center hasta 2009 en que termina su labor como residente. En 2016 termina sus estudios postdoctorales en Endoscopia y Gastroenterología en el Larkin Community Hospital, donde ha sido médico consultante desde 2013 a la actualidad.
Su hija Ana Cristina (o Christa Anne Mumford, como se hace llamar en las redes sociales) es especialista en Farmacia. El hijo, Juan Carlos Sarol, aparece como directivo de dos pequeñas empresas registradas en Florida recientemente: Flohomes Roofing, de reparaciones de viviendas, inscripta en abril de 2020, y una pequeña inmobiliaria-financista, AGS Property Solutions, inscripta en agosto del mismo año. Entre los López-Calleja que marcharon a Europa está Arturo Edmundo López-Calleja Hiort-Lorenzen, tío materno del presidente de GAESA. Vinculado al Ministerio de Educación de Cuba, profesor de la CUJAE, con una misión en Angola entre los años 1977 y 1978. Durante uno de sus viajes en 2011, como comprador del gobierno, decidió quedarse a vivir en Asturias, España. Otro descendiente, Javier López-Calleja, actualmente residente en Fort Lauderdale, Estados Unidos, estudió Ingeniería Mecánica en la Academia Naval de la Marina en los años 80, y fue trabajador de la Flota Cubana de Pesca hasta 1993, cuando decidió no retornar.
De los que se mantienen en Cuba, la mayoría está vinculada como directivos a hoteles (la directora comercial del Hotel Kohly es Diana Rabassa López-Calleja, mientras que el vicepresidente de Gaviota S.A. es Frank Oltuski), a empresas exportadoras, a la compra de insumos en el exterior y a numerosas off-shore en Europa y América Latina, como es el caso de Guillermo Faustino Rodríguez López-Calleja, a quien se le ha comprobado su participación en más de una veintena de sociedades mercantiles, entre las que se pudiera destacar la actualmente inactiva Anglo-Caribbean Shipping Co. Limited por la curiosa relación que guarda con el actual director de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE), Ernesto Soberón, el mismo departamento de la cancillería cubana que comparte información clasificada con Cristina López-Calleja Hiort-Lorenzen, en su papel de investigadora del CEMI.
Ernesto Soberón es hijo de Francisco Soberón Valdés, que fuera designado por Fidel Castro como ministro presidente del Banco Central de Cuba entre 1995 y 2009. Pero, lo más interesante en relación con los López-Calleja es que Soberón Valdés fue entre 1992 y 1995 director de Anglo-Caribbean Shipping, compañía off-shore radicada en Reino Unido, que más tarde pasara a manos de Guillermo Faustino Rodríguez López-Calleja, de acuerdo con los registros de la empresa.
La reciente reestructuración del Buró Político del Partido Comunista de Cuba ha evidenciado que Luis Alberto Rodríguez López-Calleja no es un empresario más en el panorama político-económico cubano. Es una prueba de su papel de albacea de los bienes de una familia en el poder. Raúl Castro ha abandonado su puesto visible pero deja en su lugar a hombres de confianza de la cúpula militar, los verdaderos dueños de las armas y el dinero. El “jefe de los hoteles” va ganando poder en Cuba. A finales de 2019, acompañó a Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la gira por Europa. Pero también lo hizo en septiembre de 2018, cuando el gobernante cubano viajó a Nueva York, aunque en aquella ocasión apenas se lo podía distinguir en un par de fotos captadas por la prensa.
En 2019, durante la Cumbre de los No Alineados, aparecía ya en el epicentro de la delegación junto a Bruno Rodríguez Parrilla y Rodrigo Malmierca Díaz, lo cual indicaba la probable preparación del militar-empresario para ocupar otros puestos con mayor poder de decisión en el gobierno. Se habló incluso de que sustituiría al viejo Ricardo Cabrisas Ruíz, pero no sucedió. GAESA es posiblemente mucho más importante que cualquier otra institución en la economía del régimen.
Con el ascenso oficial de Raúl Castro al poder en 2009, lo que anteriormente fuera una entidad militar que participaba casi de igual a igual en el escenario económico junto a otras empresas e instituciones estatales relacionadas con el turismo y la inversión extranjera, en poco menos de una década terminó por absorber más del 80 por ciento de las actividades comerciales, exportadoras, financieras e inversionistas. El poder de GAESA, tan solo como grupo hotelero, es indiscutible. Para noviembre de 2014 Gaviota S.A. lograría ubicarse en el número 55 del ranking de las 300 mayores cadenas del mundo, de acuerdo con la revista Hotels, y en el número 3 de Latinoamérica, según la misma publicación.
Luis Alberto Rodríguez López-Calleja ha sido el encargado de generalizar e instituir en toda la economía cubana los métodos ensayados desde el Departamento Económico de las Fuerzas Armadas. El ejemplo más reciente serían las tiendas recaudadoras de dólares (MLC, siglas de Moneda Libremente Convertible), reconocidas por Raúl Castro en su informe al 8vo. Congreso del Partido Comunista como una estrategia para estimular el envío de remesas por parte del exilio, y enmarcadas en un esquema de GAESA que integra desde los propios establecimientos comerciales, el sistema de proveedores, las agencias importadoras y las entidades financieras.
Cubanet, 27 de abril de 2021.
Foto: Luis Alberto Rodríguez López-Calleja (tercero de izquierda a derecha) durante la gira de Miguel Díaz-Canel por Europa a fines de 2019. Tomada de Cubanet.