viernes, 31 de octubre de 2014

Los 80: ¿una década feliz?



Contínuamente escucho a compatriotas que idealizan la década de 1980. En particular a comunistas que se desmerengaron por hambre en el 'período especial' y a los que ahora les aletea el corazón gracias al zarévich Putin.

Añoran los tiempos de las becas en Kiev, Uzbekistán o Kirguizia; los contratos del CAME para trabajar como semi-esclavos en Checoslovaquia o la República Democrática Alemana; los relojes Poljot, los radios VEF y Selena; las lavadoras Aurika, los tocadiscos Akkord y Melodyia; los Moskvich (a los autorizados a comprarlos); el vodka Stolishnaya; los viajes a la URSS como premios del programa 9550; las latas de carne rusa y de coles rellenas búlgaras.

También echan de menos los mercados paralelos, los juguetes básicos, no básicos y dirigidos por la libreta de productos de productos básicos; la carne de res que venía a la carnicería cada nueve días por la libreta de abastecimiento; la cerveza a 60 centavos; la tienda del Palacio de los Matrimonios; la vuelta turística a Cuba por 250 pesos o viajar a los países socialistas por 1,500; los zapatos plásticos (no sé si también los hongos en los pies que causaban, y por ende, el micocilén para curarlos); las camisas Yumurí y los pantalones Jiquí; las revistas Sputnik y Novedades de Moscú, y el perfume Moscú Rojo.

¿Nos conformábamos entonces con tan poco y tan malo? ¿O es que las existencias de menesterosos que llevamos hoy nos hacen caer en las trampas de la memoria?

Hoy que la revolución se vuelve borraja disuelta en el agua de sentina del capitalismo mercantilista-timbirichero de estado y con lineamientos económicos, resulta patético sentir nostalgias anticipadas por las supuestas bondades de un sistema que no era ni siquiera regular. Solo que parecía menos malo, porque procuraba guardar la forma y que no fuera tan evidente la brecha entre los discursos y la realidad.

Ahora, ni eso. Son pasmosos esos nostálgicos que lloran los años 80 como un paraíso perdido -ay, Milton- y no recuerdan que entonces, aunque no existía la dualidad monetaria, tampoco alcanzaba para mucho el salario, la tenencia de dólares era un delito que se pagaba con años de cárcel, al igual que entrar en tratos con extranjeros para que te compraran algo en el diplomercado.

La universidad era sólo para los revolucionarios. Y cientos de cubanos morían o quedaban mutilados en Angola, para gloria de los jefazos que jugaban a la guerra por control remoto desde su bunker habanero.

No se enteraron esos nostálgicos de que se violaban los derechos humanos y que las cárceles, en condiciones aun más dantescas que hoy -lo que es mucho decir- estaban llenas de presos políticos.

Muchos intelectuales desmemoriados dicen echar de menos la activa vida cultural de los 80, los muchos eventos, los debates en el plano artístico que se distanciaban de la política cultural del Estado.

Olvidaron la suspicacia paranoica del régimen en aquellos años contra los creadores, a los que no les valió de mucho el empleo de un diluvio de símbolos, símiles y metáforas. ¿Acaso ya nadie recuerda las exposiciones clausuradas y cómo terminó Arte Calle? ¿La brutal agresión de agentes del MININT mal disfrazados de civiles contra un grupo de intelectuales, entre los que se encontraba la poetisa Carilda Oliver, reunidos para una lectura de poemas en la Librería El Pensamiento, en Matanzas, en 1988?

¿Los papeles que le hicieron tragar a la poetisa María Elena Cruz Varela antes de bajarla a rastras por la escalera del edificio donde vivía en Alamar para llevársela detenida? ¿Las arremetidas policiales contra freakies y rockeros? ¿Las brigadas de respuesta rápida que vigilaban a los asistentes a los cines donde se proyectaba Alicia en el pueblo de Maravillas, aquella película de Daniel Díaz Torres que asustó tanto al régimen que faltó poco para que disolvieran el ICAIC?

Si aquel hubiera sido un tiempo idílico, la Embajada de Perú en La Habana no se hubiera repletado -hasta el tejado y la copa de los árboles- en solo horas, de personas que huían del Edén revolucionario, ni varios miles se hubieran ido por el Mariel en cuatro meses, declarándose gusanos, putas, maricones, delincuentes, antisociales, en fin, escoria, y cualquier otra cosa que les exigiesen que se declararan. Todo con tal de escapar. Y eso, a pesar de la barbarie desatada por las turbas azuzadas por el régimen.

¿Fue feliz una década que se inició con los fascistoides mítines de repudio en el verano de 1980 y concluyó con las purgas en el Ministerio del Interior, los juicios estalinistas y los fusilamientos de la Causa Uno de 1989?

Se me antoja jugar con el tiempo histórico, y estirar o contraer la década, como si fuera el fuelle de un melancólico acordeón -ruso, ¡faltaba más!- pero no hay modo: la década empezó mal y terminó peor, donde quiera que ubiquemos su final.

Así, se pudiese extender hasta 1991, cuando el fin del subsidio soviético lanzó a Cuba de cabeza a la peor crisis de su historia. O acortarla y situar su final en 1987, cuando el comandante emprendió el camino diametralmente opuesto a la perestroika, en un llamado “proceso de rectificación de errores y tendencias negativas”.

Luego que el máximo líder anunció, para desconcierto de todos, “ahora sí vamos a construir el socialismo”, empezaron a vaciarse los mostradores de las tiendas y los mercados, los salarios alcanzaron menos, porque les aumentaron las normas a los que trabajaban “vinculados” y “por ajuste”, y la policía la emprendió contra "macetas”, los "merolicos”, los artesanos de la Plaza de la Catedral y “los bandidos de Río Frío”, como le decían en la capital a los campesinos de los mercados agropecuarios.

Discúlpenme si abuso de términos, palabrejas y motes fidelistas de la época, pero ya que estamos nostálgicos…

También pudiese ubicar el final de la década en marzo de 1990, con el llamamiento del general Raúl Castro al IV Congreso del Partido Comunista, o más bien, en octubre de 1991, cuando dicho congreso, que fue justamente lo contrario de lo que se esperaba, defraudó todas las expectativas de sensatez.

Luego vino el "período especial en tiempos de paz", que como nunca lo han dado oficialmente por terminado, se entronca con desbarajuste actual.

A menudo oigo a muchos fidelistas convencidos quejarse de todo lo que no pudo ser y culpar al “bloqueo yanqui”, a “los errores de los camaradas soviéticos”, a Gorbachov, a los corruptos. Es muy duro dar el brazo a torcer y reconocer que la vida entera se les fue siguiéndole la rima a un disparate.

Todo lo que no ha sido es resultante de lo que fue y del modo en que fue. También en los 80. Nunca escampó. Y aquellas aguas trajeron el lodazal en que hoy nos revolcamos.

Luis Cino
Cubanet, 11 de agosto de 2014.
Foto: El pintor cubano Raúl Martínez adaptó la obra pop del estadounidense Andy Warhol con temas como el de este cuadro, titulado La alegría de vivir en Cuba.
Leer también: La isla de la infelicidad.

miércoles, 29 de octubre de 2014

De "potencia médica" a curanderos milagrosos


Una tarde del mes de julio, Víctor Martínez, 68 años, funcionario jubilado del otrora poderoso Ministerio del Azúcar, ante la incertidumbre de equipo médico que le atendía un fulminante cáncer de colon, llamó a un reconocido santero.

Tras 22 biopsias y una operación fallida que no lo logró extirparle el tumor, como muchos cubanos, Víctor puso su vida en manos de un curandero.

Proliferan en Cuba los curanderos y sanadores sin ningún respaldo científico. No es el caso de Lino Tomasén, médico graduado, un negro inmenso que cura con los dedos. Su consulta siempre está abarrotada de cubanos y extranjeros.

Desde mucho antes del amanecer, decenas de personas hace cola en las afueras de su domicilio, en una edificación destartalada de la calle Concordia, en el barrio pobre y duro de San Leopoldo, en la parte vieja de La Habana.

Cobra 20 pesos por cada consulta y acepta regalos. Por toda la ciudad se habla de sus milagros. Desde paralíticos que salieron caminando después de una sesión a enfermos con cáncer terminal curados sin otra explicación lógica que el contacto con las manos de Tomasén.

Lino tiene más pacientes que muchos doctores encumbrados. En la Cuba profunda abundan los sanadores. Hay de todo. Inescrupulosos que a base de pócimas naturales aseguran curar desde un catarro hasta el más devastador cáncer.

La caída en picada de la salud pública hace que infinidad de cubanos apuesten por una solución mágica a sus enfermedades. Yadira, madre de una niña de 7 años que padece de trastornos cardiovasculares, desesperada por las imprecisiones médicas y un par de cirugías poco exitosas, abordó un ómnibus interprovincial hasta la provincia Ciego de Ávila, a 400 kilómetros al este de la capital, en busca de un milagro.

En un bolsillo de su cartera guardaba una estrujada hoja con la dirección del sanador. “Yo había visto en un video los milagros del curandero. Y me decidí a consultarlo”, señala Yadira.

Lo que vio la espantó. Un hombre de aspecto lombrosiano con pinta de matarife de vaca, que interviene quirúrgicamente a sus pacientes con un rústico cuchillo de cocina.

Sin las más elementales condiciones sanitarias, el curandero avileño hace su labor. “Es aterrador ver cómo le clava el cuchillo a los pacientes. Utiliza anestésicos inventados por él mismo. Pero aseguran que ha curado a cientos de personas”, señala Yadira quien optó por desechar al curador.

El retroceso cualitativo de la medicina en la isla es una de las causas del florecimiento de un ejército de supuestos sanadores milagrosos que cuelgan videos en You Tube.

Todos muestran un curriculum impresionante con cientos de vidas salvadas y pócimas extraordinarias que afirman curar cualquier mal. Josué, cirujano, no tiene nada contra la medicina naturalista ni los curanderos.

“Pero debe están avalados por una comisión médica. Suelen ser vulgares estafadores que juegan con el desespero de los pacientes ante una enfermedad terminal. Si hubiese un remedio para todas las enfermedades, no existiría la muerte”, acota.

En el realismo mágico de América Latina la sanación milagrosa tiene una larga data. Se rumora que Fidel Castro, presidente de Cuba durante 47 años, es un devoto furibundo de la magia negra.

Después de cruzar el túnel de La Habana, a unos dos kilómetros se encuentra el reparto Bahía. Un barrio de edificios feos de 4 y 5 pisos y algunos de 12 plantas construidos con tecnología yugoslava en los años 90.

Desde hace cinco años, en un parque del reparto, crece una ceiba que santeros oficialistas trasplantaron por la salud del líder de la revolución. Según una santera del lugar, la ceiba, que sobrevivió plagas y ciclones en un patio habanero, fue donada antes de morir por una anciana madrina que era famosa por sus poderes.

El 13 de agosto de 2009, coincidiendo con el cumpleaños de Castro, el barrio se llenó de paleros, santeros y curiosos. Con el mayor secreto y solemnidad, los babalaos sacrificaron para los santos, gallos negros y una jicotea “que recogía todo lo malo”. Luego rociaron el tronco con la sangre de los animales.

Cuando salió el sol, trasladaron la ceiba consagrada al parque y la plantaron entre toques de tambores y cantos a Olodumare. Cincuenta babalaos rogaron a los orishas para que el comandante viva tanto como el árbol. Y dieron 16 vueltas a la ceiba.

Es habitual entre los dictadores, narcisistas de libros, aferrarse a lo esotérico. Un día lluvioso de 1958, mientras las guerrillas capitaneadas por el barbudo bajaban del macizo montañoso de la Sierra Maestra y comenzaban su avance hacia el centro de la isla, para conjurar el baño de sangre y traer la paz a Cuba, los babalaos de Fulgencio Batista, otro autócrata, organizaron un gigantesco ebbó en el estadio de Guanabacoa, villa relativamente cerca de la ceiba ofrendada a Castro.

En el Parque de La Fraternidad, en el corazón de La Habana, se yergue, majestuosa y siniestra otra ceiba. La mandó a sembrar el general Gerardo Machado, otro dictador, en 1928. Se cuenta que bajo sus raíces enterró el 'daño' preparado a sus adversarios y una 'prenda judía' que le permitiera vivir cien años.

Ante un servicio médico donde falta equipamiento moderno para diagnósticos, los atormentados pacientes y sus familiares, acuden a cualquier santero o cura milagrosa que les alargue la vida.

Víctor Martínez, funcionario jubilado, lo intentó. Pero ni las pócimas ni la santería le pudieron salvar. Murió el primer sábado del mes de agosto.

Iván García

lunes, 27 de octubre de 2014

Yo, el aguafiestas



Para no desentonar, de vez en cuando quisiera poder escribir historias tan optimistas como las de muchos corresponsales extranjeros acreditados en La Habana.

Me gustaría animarme y escribir historias de cuentapropistas exitosos, de prósperos dueños de paladares, con muchas mesas y sillas, platos espectaculares y clientes tan famosos como Beyoncé; de cubanos que pasan sus vacaciones en Varadero, de compatriotas que mantienen, con sus remesas desde Cuba, a sus familiares en Miami o Madrid; de cooperativistas y arrendatarios de tierra que le ganan la pelea al marabú y a los burócratas del Ministerio de Agricultura; de dirigentes que cambian de mentalidad como de camisa, de intelectuales que empujan duro para levantar el techo de la censura, de periodistas oficialistas que se cansaron de ser meros propagandistas, se destraban las lenguas y empiezan a llamar a los males de nuestra sociedad por su nombre, sin eufemismos, y atreviéndose a señalar de quiénes es la responsabilidad.

Pero no puedo. Las historias que me salen son las que veo a diario.

De los carretilleros que para vender viandas tienen que moverse por los barrios sin parar, como derviches giratorios, porque los multan si se estacionan en una esquina.

De los propietarios de timbiriches agobiados por regulaciones absurdas, a los que los inspectores chantajean y les chupan la sangre y que están a punto de devolver sus licencias, porque la ganancia apenas le da para tirar a diario.

De los ancianos menesterosos que sueñan con la muerte. De gente que decía estar dispuestas a dar la vida por la revolución y que hoy no quieren dar su brazo a torcer y reconocer que no sirvieron de nada sus sacrificios, pero siguen repitiendo tonterías, justificando lo injustificable y chivateando por inercia.

De los funcionarios y dirigentes corruptos y demagogos que no cambian de mentalidad, ¡qué van a cambiar!, sino que mudan la retórica y la piel según las circunstancias, como gordos camaleones.

De los padres que simulan no saber o aceptan que su hija adolescente putea a extranjeros para poder tener lo que ellos no pueden darle.

De los hombres y mujeres que trabajaron duro todas sus vidas, que no saben hacer otra cosa que trabajar, y que tuvieron que aprender a robar al Estado, porque lo que les pagan no les alcanzaba para malcomer.

De los muchachos que pudieron tener otra vida, pero que luego de pasar por las cárceles porque les aplicaron la ley de peligrosidad social -porque no trabajaba o porque al jefe de sector de la policía le vino en ganas aplicársela, porque el “chiquito ese” le caía mal- ya no tienen otro camino que la delincuencia.

De los muchachos que roban para poder conseguir el dinero con que atiborrarse de alcohol, bazuco y melca, para escapar de la realidad, porque “no hay más ná”, y luego, cuando están “bien volaos”, se fajan entre ellos o con quien aparezca, por cualquier motivo y con lo que tengan a mano, porque la rabia se los come.

De los presos que por reclamar sus derechos son apaleados por los guardias y amarrados a las rejas de las celdas de castigo. De las parejas que no quieren tener hijos “hasta que esto mejore”.

De los derrumbes de edificios en La Habana, los desalojos que oficialmente llaman extracciones, los habitantes de los llega y pon, los orientales deportados y los policías abusadores.

De la peste en las calles llenas de baches, basura y agua sucia. De los hospitales que dan grima; de las enfermedades que las autoridades se niegan a llamar dengue y cólera, y entonces designan como “virosis de origen desconocido” y “enfermedades diarreicas agudas”.

Del vacío en la mirada de los que nada esperan; de los jóvenes que solo aspiran a huir de su país, como sea y para donde sea.

De las Damas de Blanco y los opositores reprimidos por la policía y los porristas de las brigadas de respuesta rápida.

Discúlpenme, pero esas son las historias que conozco. Si resulto un aguafiestas, si los aburro o les deprimo, no me lean. ¡Qué se le va a hacer!

Texto y foto: Luis Cino
Cubanet, 5 de septiembre de 2014.

viernes, 24 de octubre de 2014

Por los alrededores del kilómetro cero de La Habana



Subiendo por la calle Águila desde Monte, rumbo a Reina, apenas tres cuadras, usted observa personas con caras enojadas, ofertando libros viejos, discos piratas o herrajes de plomería.

En Monte esquina Indio, a la entrada de una cuartería ruinosa, una joven con el pelo teñido de rubio, en chancletas, short muy ceñido y corto que muestra un caballito de mar tatuado en la cadera, vende pie de coco y refresco instantáneo.

La falta de higiene es evidente. Con la misma mano que ella acaricia un perro sucio, le alcanza dos porciones de dulce a dos transeúntes, quienes lo devoran mientras caminan apresurados.

Lo que antes de 1959 fueron kilómetros de portales lineales de granito fundido y hermosas columnas, comercios al detalle, tiendas elegantes, bares, fondas de chinos y cafeterías surtidas, son ahora un racimo de timbiriches sucios, calurosos y desvencijados que venden mercancías y alimentos en envolturas feas y chapuceras.

En un bodegón, una frase de Fidel Castro dice que 'el socialismo es el futuro luminoso de la humanidad'. Un dependiente aburrido, con un periódico aparta las moscas que revolotean sobre diversos panes y un nailon abierto de galletas de chocolate que se ofertan a granel.

La pinta del vendedor invita a salir corriendo. Una camisa blanca sucia, un tajo de navaja en el rostro y ojos enrojecidos por el alcohol, de un botellín plástico que sin disimulo guarda debajo de un estante.

Tres viejos que viven de su mísera pensión, compran galletas a 9 pesos la libra, pan suave con minuta de ¿pescado?, a 5 pesos, y a 10 un trozo de pan de corteza dura con lasquitas de jamón.

Similar a este cafetín estatal hay muchos en toda la Habana Vieja o Centro Habana, un municipio que comienza en el antiguo Mercado Único, ahora en peligro de derrumbe, y tanto al norte como al este, sus callejuelas terminan besando el mar.

Por estos lares se lucra con cualquier cosa. Hay recogedores ilegales de lotería; se venden drogas, desde un pitillo de marihuana a cinco pesos convertibles, un yayuyo o una piedra a igual precio, hasta un gramo de melca a 60 cuc.

Un fotógrafo particular lo mismo hace fotos para cumpleaños, bodas o quince, que filma películas caseras pornográficas. Se vende de todo y a toda hora. Camarones, ron Santiago o jabones de lavar. Todo a mejor precio que el Estado, robado la semana anterior de algún almacén estatal.

En cualquier entrecalle de Jesús María, Belén, San Leopoldo o Colón, chicas muy jóvenes ofrecen media hora de sexo por 5 cuc y se cuelgan del brazo de cualquiera que las invite a tomar cerveza o bailar en la Casa de la Música de Galiano.

En la peletería El Cadete, en Águila y Monte, que vende solo en moneda dura, sus vidrieras exhiben zapatos que imitan cuero, comprados al bulto en algún rastro de Panamá y luego en Cuba venden con un gravamen del 350%.

Un señor se rasca la cabeza al observar los precios de escándalo. “Estoy buscando un par de zapatos de salir. He caminado toda La Habana, pero ninguno baja de 25 pesos convertibles, casi todos feos y de mala calidad”, dice.

Una embarazada no puede dar crédito a lo que ve. Una silla alta de comida para bebé cuesta 83 cuc. “Esta gente (el gobierno) ha perdido la cabeza. ¿Habrán olvidado que aquí la mayoría de los trabajadores ganamos 400 pesos al mes (17 cuc)?”, se pregunta la futura madre.

Pero la capital tiene espacio para todos. Bajo el paraguas de las tímidas reformas económicas y aperturas de Raúl Castro, las desigualdades sociales se hacen cada día más evidentes.

Frente a la peletería El Cadete, en una boutique de calzado Adidas, New Balance y Nike, entre otras marcas, dos jineteras que dicen ser asiduas a discotecas y bares particulares de glamour, parece que han tenido una buena temporada de verano.

Indecisas, finalmente cada una compró dos pares de zapatos brasileños de tacón alto. En total se gastaron 243 pesos convertibles, el salario de 14 meses de un profesional en Cuba.

A pesar de las calles rotas, las tiendas sin climatizar y las vendedoras de mal humor, como hace 55 años, aunque la gente viva en Arroyo Naranjo o Marianao, sigue yendo a los establecimientos comerciales situados en las calles céntricas de la ciudad, para hacer sus compras o simplemente mirar las vidrieras.

"Ir a La Habana" es ya un tópico capitalino. Al llegar frente al Capitolio Nacional, en obras que lo transformarán en sede del monocorde parlamento, dos cocheros con sus caballos, sentados en sus quitrines, esperan por clientes extranjeros.

A su lado, varios ancianos abandonados o dementes piden limosnas. Es exactamente el sitio que marca el kilómetro cero de La Habana.

Iván García
Foto: Tomada de la web Cuba Casa Rentals.

miércoles, 22 de octubre de 2014

La jungla de Meinong



El filósofo austríaco Alexius Meinong (1853-1920) sostuvo en su obra seminal Über Annahmen (1902) que referirse verbalmente o por escrito a una cosa concede ya cierto ser, aunque tal cosa no exista, por ejemplo: el círculo cuadrable. Para describir este avatar del ser, Meinong acuñó el término Sosein, que del alemán al español significa más o menos que como 'las cosas son así, así son'.

La jerga filosófica usa Dasein (ser ahí) para la existencia y el filósofo inglés William Kneale (1906-1990) concluyó en Probability and Induction (1949) que Meinong había formado una jungla de subsistencias.

De este modo puso en circulación otro vocablo jergoso: Meinong’s jungle, que cobija innumerables cubicherías, aunque la palabra jungla no aparezca ni una sola vez en las obras incompletas de José Martí.

A estas alturas del partido entre las banderías del problema cubano, los Soseins del castrismo -desde los ojos que le sacaron a Abel Santamaría hasta los oficiales de inteligencia que se infiltran en otro Estado, pero no son espías- han perdido casi toda relevancia, porque machacar con ellos por más de medio siglo no ha servido para nada en el enfrentamiento al Dasein castrista.

Más bien habría que discernir entre las cosas del anticastrismo que son pura Sosein y las otras que podrían cristalizar como Dasein, porque “vivimos tiempos cruciales (y) si en algo estamos todos de acuerdo es que el país está al borde del abismo”.

Las siguientes cubicherías anticastristas se relacionan al vuelo como Sosein, sin perjuicio de suprimir o añadir a gusto.

  • La tacita de oro que Cuba era antes de 1959.
  • La profecía de Rafael Díaz-Balart sobre Fidel Castro.
  • El Camilo Cienfuegos amigo de Huber Matos.
  • La Brigada 2506 triunfante con cobertura aérea.
  • El gobierno de Cuba en el exilio.
  • El diplomático cubano en Venezuela que le dijo a Posada Carriles que agentes de Castro volaron el avión en Barbados.
  • Los planes contra Castro que el desertor Florentino Aspillaga anunció a Tomas Regalado en WQBA.
  • La disidencia interna frente a la dictadura temerosa.
  • El pueblo cubano amante de la libertad y la democracia.
  • Los cubanos que se creen que morir por la patria es vivir.
  • El artículo de la constitución que autoriza para presentar a la Asamblea Nacional proyectos avalados con 10 mil o más firmas.
  • La gaveta en que la Asamblea Nacional guardó su respuesta oficial al Proyecto Varela.
  • Los asesores que aconsejaron a Raúl Castro promover disidentes como diputados a la Asamblea Nacional.
  • Los coroneles que dijeron lo anterior a Guillermo Fariñas.
  • Los seis mil seguidores de UNPACU.
  • El Frente Unido entre disidentes cubanos y sirios.
  • TV Martí.
  • Los estudios cubanos en universidades del Sur de la Florida.
  • El castrismo intelectual de Manuel Cuesta Morúa.
  • El socialismo actualizado del Dr. Rafael Rojas.
  • La economía mixta de Arturo López-Levy.
  • El Pánfilo de jama y libertad.
  • El auto que sacó a Carromero de la carretera Tunas-Bayamo.
  • La jeringuilla con que inocularon virus mortal a Laura Pollán.
  • La bloguera que unió al exilio con el insilio.
  • El twitter humanitario y motivador.
  • El momento de madurez que el Dr. Juan Antonio Blanco percibió en el panfleto El camino del pueblo.
  • La corrupta trama de maquillaje político que el Dr. José Azel advirtió en la elección de Díaz-Canel como primer vicepresidente.
  • La violación del orden constitucional que el Dr. Jaime Suchlicki encontró en esta misma elección.
  • La escuela militar en que Fariñas y Díaz-Canel estudiaron juntos.
  • El plan de Castro para exterminar cristianos que la familia Payá alegó ante la Audiencia Nacional de España.
  • El paro nacional que sobrevendrá tras convocarlo Antúnez.
  • El llamamiento urgente por Internet al que responderán los cubanos gobernantes y gobernados.
  • El trabajo por un plebiscito que nos unirá a todos.
  • El hombre que sabe demasiado que Daniel Morcate avizora en el desertor Ortelio Abra(h)antes.
Y así por el estilo. Vivimos tiempos cruciales y si en algo estamos de acuerdo es que, por entre esta jungla de Soseins, Cuba transita inexorablemente hacia su Dasein de libertad y democracia.

Arnaldo M. Fernández

Cubaencuentro, 8 de septiembre de 2014.
Foto: José Martí en la jungla de Cuba, pintura de Pedro Ramón López. Tomada de Cubaencuentro.

lunes, 20 de octubre de 2014

Doble nueve, una curiosidad del dominó cubano



Un popular adagio dice que los cubanos o no llegan o se pasan. Y en el caso del dominó, se puede decir que se pasaron.

En buena parte de la isla, los cubanos juegan una variante de este juego, que para muchos es un deporte y para otros un entretenimiento, que nadie más practica en el planeta: el llamado doble nueve.

También en el Parque del Dominó de La Pequeña Habana en Miami, ícono del exilio cubano, se juega al doble nueve con notable asiduidad y pasión.

A diferencia del dominó tradicional -doble seis-, que se juega con 28 fichas, en esta modalidad se utilizan 55 fichas (30 pares y 25 impares) cuyos valores van desde el blanco cero hasta el doble nueve y que en total suman 459 puntos. Y se juega de forma distinta.

En cada "mano" (juego) del dominó cubano solo participan 40 fichas -diez por cada jugador-, mientras las 15 restantes permanecen a un lado de la mesa, "dormidas", sin que puedan ser vistas por ninguno de los jugadores.

Cada vez que comienza una nueva "mano", vuelven a revolver las 55 fichas, de modo que las 15 que quedan "dormidas" cambian regularmente.

El hecho de que los jugadores no sepan los valores de las fichas que quedan por fuera, aumenta la impredictibilidad y el carácter azaroso de esta modalidad, de acuerdo con los conocedores.

"Cuando coges tus diez fichas, quedan 15 fuera y es más difícil adivinar lo que tiene el otro", aclara Eddie González, jugador cubano de Miami que vivió 14 años en Puerto Rico, donde practicó el doble seis.

El 'dominosero' cubano Ernesto Antón, vicepresidente de la Federación Nacional de Dominó de Estados Unidos (Domino USA), con sede en la ciudad de Orlando, se ha preguntado miles de veces por qué sus compatriotas juegan esta modalidad tan particular.

"He tratado de averiguarlo. Vine muy joven a Estados Unidos, pero le he consultado a los jugadores más viejos, a los veteranos, y ninguno me ha podido dar una respuesta clara. Es algo muy curioso", dice Antón.

En su libro El dominó del doble nueve, el investigador cubano Migdonio Torres Romero afirma que esta modalidad es muy popular en La Habana, Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos y Camagüey, entre otras ciudades.

Sin embargo, Antón aclara que en la isla también el doble seis es muy popular. Según Torres Romero, el dominó tradicional se juega más en la zona oriental: Santiago, Guantánamo, Holguín.

Los primeros registros que se tienen del dominó se remontan a China, en el siglo X, se puede leer en la Enciclopedia Británica. Pero no está del todo clara la relación entre aquel primer y lejano antecedente y la versión occidental que conocemos ahora.

A mediados del siglo XVIII aparecen los primeros vestigios de este juego, particularmente en Italia y Francia. A partir de ahí, y con cambios respecto al original chino, el dominó comenzó a expandirse por el mundo y hoy es un juego que con sus respectivas variantes, goza de popularidad prácticamente en los cinco continentes.

A América llegó por la vía de los conquistadores españoles e ingleses. En la actualidad es una disciplina muy popular -en su versión tradicional de 28 fichas- en países de Latinoamérica y el Caribe. Pero solo en Cuba se juega la modalidad de 55 fichas.

"Si partiéramos de su existencia actual, de su práctica contemporánea, pudiéramos decir que los caminos de su creación conducen a Cuba", escribe Torres Romero en su libro sobre el doble nueve.

Para Ernesto Antón, "el doble seis es una ciencia y el doble nueve es un arte. En el dominó tradicional el cálculo y la precisión son muy importantes, en tanto que en el cubano, que lo juego más con mi familia y mis amigos, el elemento suerte o azar tiene mayor presencia, por las fichas dormidas, que no sabemos cuáles son".

Vale señalar la existencia de otras modalidades de dominó: doble 12 (91 fichas), doble 15 (136 fichas) y doble 18 (190 fichas). Se juegan en otras latitudes, sobre todo en los países asiáticos.

El puertorriqueño Manuel Oquendo, presidente de Domino USA, explica que en las competencias sancionadas por la Federación Internacional de Dominó -que agrupa a 22 países de América, Europa y Asia- se juega solo con el doble seis.

Cuba iba a participar en el XI Campeonato Mundial de Dominó, del 16 al 20 de septiembre de 2014 en México. Y naturalmente, los 'dominoseros' antillanos competirán en la modalidad tradicional, no en la cubana.

En cada campeonato los premios pueden llegar a ser de hasta 100 mil dólares. Oquendo señala que en alguna oportunidad intentó organizar un torneo de doble nueve en Estados Unidos, pero no tuvo éxito, porque la demanda fue escasa. Y añade:

"En los últimos siete años, nosotros como federación hemos apoyado y fomentado el doble nueve, que es muy popular entre los cubanos, pero no entre otros. Es que no lo juegan en ninguna otra parte del mundo. Y es difícil de jugar para quien no lo conoce".

Texto y foto: BBC Mundo, 20 de agosto de 2014.

viernes, 17 de octubre de 2014

Varadero, desde el espacio y en la Tierra



Desde el espacio, así se ve la Península de Hicacos, donde se encuentra Varadero, una de las mejores playas de Cuba. En la tierra, el panorama puede ser distinto.

Hace dos años, Nivaldo ha montado un pequeño negocio, robando whisky en el hotel de Varadero donde trabaja como cantinero. Después, cada botella es vendida a 15 cuc en centros nocturnos, paladares y bares privados de La Habana.

“Es un ‘bisne’ discreto. En combinación con el jefe de almacén, en cada turno me llevo 6 o 7 botellas de whisky. Es fácil de justificar, pues el consumo de los huéspedes es abierto, solo tenemos que sustituir las botellas llenas por vacías”, cuenta Nivaldo.

Un amigo, propietario de un auto, semanalmente traslada de 40 a 50 litros de whisky a una persona en la capital, que se encarga de venderlos en el mercado negro habanero.

“Son bebidas que en bares y centros nocturnos se venden entre 32 y 70 cuc el litro. Yo los ofrezco por 15 cuc, pero si me compran varios litros, les hago una rebaja del 10%. Es un negocio de poco calado, comparado con las movidas y robos de pesos pesados y funcionarios del Ministerio de Turismo. Cada semana ingresamos no menos de 700 cuc, a repartir entre cuatro: el jefe de almacén, el chofer, el vendedor y yo”, apunta Nivaldo.

Es una cadena bien engrasada que abastece de licor a precios más accesibles a La Habana noctámbula. Y no es que en Cuba exista una ley seca, pero los altos precios minoristas han creado un comercio negro de ron, cerveza, whisky y hasta de vino tinto en sitios con mucha demanda.

Varadero, el municipio más rico de Cuba, con una planta de 53 hoteles, villas y un reguero de bares y cabarets, es la tubería principal que alimenta el mercado subterráneo del licor capitalino.

Aunque de Varadero no solo sale whisky escocés o Jack Daniel's: también quesos gouda y mozzarella, carne de res y de cerdo, pescados y mariscos que se comercializan por la izquierda en La Habana.

Es raro que un trabajador de algún hotel de Varadero no sustraiga algo. Cada cual tiene su estanco o área donde ‘inventar’ de qué manera puede obtener moneda dura extra.

“Los hoteles todo incluido no dejan elevadas propinas como los otros, de pago por servicio. Pero algo se pega. Las que hacen las camas reciben chavitos dejados por los huéspedes. Los cantineros y meseros siempre tienen a la vista un plato para que el cliente deposite la propina. Lo reunido se reparte entre todos. Las que limpian hurtan detergente, aromatizante o frazadas de piso que luego venden en la calle. Las mucamas se llevan muestras de jabón, champú y cremas. Los cocineros cargan con carne, aceite, jamón y queso, que sirve para alimentar a su familia y venderlo en el mercado negro, el más socorrido en Cuba”, señala Osvaldo, empleado de turismo.

El régimen de Raúl Castro ha iniciado una cruzada en un intento por frenar los cuantiosos robos en el ámbito turístico. Los generales que sustituyeron sus casacas verde olivo por guayaberas blancas, manejan una empresa llamada Gaviota.

Es un emporio con cientos de hoteles, ómnibus y aviones propios en toda la isla. Administran marinas, cotos de caza y campos de golf. “En un principio, se pensó que con disciplina militar y control en los gastos, Gaviota reportaría mejores dividendos económicos que otras cadenas hoteleras como Cubanacán o Havana Tour. Pero dinero y honestidad no son buenos socios. Corre demasiada plata. Los gerifaltes se forran. Reparten lo que toca a los de arriba y se guardan lo suficiente para asegurar su futuro. Ya los hijos de ministros y funcionarios de alto rango de Gaviota no pasan sus vacaciones en Cuba. Van a Roma o Cancún y estudian en universidades del primer mundo. Todo indica que Gaviota se convertirá en la única cadena hotelera del país. En el resto de las cadenas hay ex oficiales del MININT y las FAR al mando, pero Gaviota es la consentida del gobierno”, apunta el directivo de un hotel.

El dinero y la corrupción van de la mano en Varadero. Ya sea pagarle una comisión a un tipo de la bolsa de empleo, para que te sitúe en una buena plaza, o un artesano privado le deja caer en el bolsillo 10 cuc a un inspector, para que vire la cara hacia otro lado.

En el concurrido parque de diversiones Todo por Uno, en la ciudad de Varadero, los vendedores ilegales de ropa, sombreros, mariscos y cambistas de dólares abruman con sus propuestas.

En un susurro te dicen: “Camarones limpios y frescos, a 5 cuc el kilogramo”. “Se acabó el abuso, coge tu pitusa Guess por 20 chavitos". “Compro dólares a 94 centavos de peso convertible”.

Indiscutiblemente, la calidad de vida en Varadero es muy superior al resto de los municipios cubanos. Sus pobladores suelen chapurrear hasta tres idiomas y poseen un sexto sentido para hacer dinero y negocios.

Son encantadores y locuaces. Y muy listos a la hora de distinguir entre un turista de medio pelo y un forastero con una buena suma en su tarjeta de crédito.

En Varadero se lucra con casi todo. Una cuenta de internet pirata, whisky escocés o pacotilla china. Se compran dólares y euros a mejor precio que el ofrecido por los bancos del Estado. Se puede encargar langosta y carne de res. O por un pase furtivo de billetes, alojarte a menor precio un par de noches en un resort todo incluido.

Se ofertan chicas y chicos de cualquier raza. Algunos solo quieren sexo pagado y una noche de diversión en una discoteca. Otros, con luz larga, una visa o un matrimonio que les cambie su suerte. Pero no con un cubano, con un extranjero.

Iván García
Imagen: La Bahía de Matanzas y la Península de Hicacos, desde un satélite de la NASA. Foto realizada por NASA World Wind Globe, tomada de Wikipedia.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Los cubanos prefieren los "pellejos" nacionales



En la antesala de una cafetería particular de comida rápida, Walter (nombre cambiado) ha montado un tenderete donde vende discos con programas televisivos bajados de antenas satelitales ilegales, al estilo de Caso Cerrado o Sábado Gigante, compendios de los mejores goles de Leo Messi o CR7 y jonrones de peloteros cubanos que brillan en la MLB como Yasser Puig o José Dariel Abreu.

En cuatro estantes de madera hay cientos de DVDs con musicales, telenovelas, seriales y 'combos' con filmes de estreno reciente en Estados Unidos. Si usted es un cinéfilo incorregible, no dude en pedirle un clásico como Casablanca, El Padrino o Sospechosos habituales.

Walter apunta el encargo en una libreta y al día siguiente puede pasar a recogerlo. El precio de cada DVD es 25 pesos o un cuc. En ese sentido, los cubanos no podemos quejarnos. Faltan muchas cosas, desde alimentos hasta libertades políticas, y los ventiladores chinos no alivian el calor tropical.

Pero lo positivo del embargo financiero y económico de Estados Unidos a Cuba es que, tanto las instituciones culturales como los vendedores privados de discos y 'paquetes', no pagan un centavo por derechos de autor.

La televisión estatal, aburrida y repetitiva, donde sobran consignas y faltan reportajes agudos de la Cuba real, transmite una cantidad generosa de enlatados made in USA. Del mejor al peor bodrio audiovisual.

Cuentapropistas como Walter disponen de varias hojas con los títulos de la música que tienen, retro, jazz, rock, pop o reguetón. “Cualquier cosa, socio, Benny Moré o María Teresa Vera, si no lo tengo hoy, pasa mañana a recogerlo”, asegura.

En sitios como éstos, la palabra prohibido pierde sentido. “Si te interesan temas históricos, tengo un amplio surtido de programas de Discovery Channel también videos debates de Estado de Sats”, y baja la voz cuando menciona el proyecto disidente que lidera Antonio Rodiles.

El tipo sabe vender. “Intuyo lo que el cliente desea. Hay cosas que no tengo en los estantes. Son dinamita pura. Pero la gente lo busca. Programas de denuncias contra el gobierno del Canal 41 de Miami o historias de desertores como la del ex escolta Juan Reinaldo Sánchez tienen muy buena venta”, dice.

Cuando usted le pregunta qué es lo más vendido, Walter responde sin meditar: “Los 'pellejos' (películas pornográficas). Montones de clientes las solicitan. Las preferidas son con latinas. A los cubanos le gustan las mujeres envueltas en carne. El mercado de pornografía gay y lesbiana también es rentable, pero se debe tener cuidado a quién se lo propones. Aunque los policías e inspectores se conocen a una legua de distancia”.

Según Walter, ganan terreno los materiales eróticos realizados en Cuba. “Muchos son de producción casera, hechos con la cámara de un móvil. Otros son profesionales, con buenas tomas y bien editados. A los amantes del género les gusta más los nacionales que los importados, porque las chicas son más naturales”.

Cuando se le pregunta por las fuentes de aprovisionamiento se muestra receloso. “Eso es terreno vedado. Me llegan los discos y punto. Mi trabajo es venderlos. Si pescan a las personas que se encargan de producirlos y editarlos, les pueden caer unos cuantos años de cárcel”, subraya.

Siempre que usted no tenga pinta de policía, de manera discreta puede adquirir DVDs pornográficos en diferentes estanquillos de discos piratas en La Habana. Eso sí, cuestan el doble.

Iván García
Dibujo tomado de la web Habana Linda.

lunes, 13 de octubre de 2014

Reparto eléctrico: violencia y pornografía


Hace aproximadamente dos años abrió sus puertas la discoteca del Reparto Eléctrico. Los niveles de violencia en los llamados “bailables populares”, que antes se celebraban en un área abierta aledaña, no han disminuido.

Por el contrario, hasta la fecha, ya suman tres las muertes de adolescentes en riñas y ajustes de cuenta, relacionados con el raro ambiente en el lugar.

No solo asesinatos, sino además asaltos y violaciones de mujeres, se unen a la relación de crímenes que mantienen preocupados a los vecinos de esta localidad, considerada por la policía entre las zonas más violentas y marginales de La Habana.

A diario, pero sobre todo los fines de semana, jóvenes, muchos de ellos menores de edad, de Mantilla, El Calvario, La Güinera, Párraga, Las Guásimas y de otras barriadas cercanas, se reúnen en el local que antes fuera un cine, abandonado años atrás primero por la ausencia de programaciones fílmicas atractivas, para una población de muy bajo nivel cultural, y luego clausurado por el deterioro del edificio, cuyos alrededores, con timbiriches para la venta de cigarros, rones y cervezas a granel, son el paraíso de vagos y borrachos.

Desde finales de la tarde hasta bien entrada la madrugada, la discoteca se convierte en una zona de tolerancia al delito, donde el expendio de bebidas alcohólicas a niños es uno de peores males.

Oscuros alrededores, desolados pasillos de edificios, matorrales y callejones cercanos, las hileras de garajes improvisados que se alzan tras los inmuebles, más la ausencia de control por agentes del orden, han propiciado el crecimiento de verdaderas “cofradías” de delincuentes que actúan sin ningún tipo de contención.

El lugar es conocido por ser el sitio donde cualquiera puede adquirir todo tipo de fármacos y drogas. También se ha convertido en un punto de distribución e intercambio de pornografía infantil y juvenil producida en el propio Reparto Eléctrico, fenómeno que ha desatado una ola de violencia entre las personas implicadas, al punto de que se presume que, no hace apenas un par de meses, haya sido el móvil de un asesinato: a la salida de la discoteca, el de un joven de 19 años y, días después, el de otro de 21, y que al principio fueron confundidos con asaltos.

Testigo de uno de los hechos, Joan Linares González, de 27 años, afirma que pudo ver cómo la primera de las víctimas discutía con otro joven, porque lo había visto distribuir un video pornográfico donde aparecía su novia.

Quien suscribe estas líneas pudo presenciar, en los bajos de un edificio, muy próximo a la discoteca, una riña con armas blancas entre dos muchachos de apenas 20 años, que discutían a raíz de haber descubierto que uno de ellos distribuía entre amigos una filmación privada.

Según nos comenta Lieny Sanabria, de 17 años, que asiste con frecuencia a la discoteca, en varias ocasiones se le han acercado y le han propuesto dinero para que participe en películas porno. Ella ha reconocido a varios de sus amigos de escuela en imágenes que algunos portan en sus celulares.

Yoeldis García, de 25 años, describe el modo en que cualquiera puede obtener estos materiales: "Es fácil. Entras y cuando veas a cualquiera que venda discos en blanco, lo llamas y ya. Son 10 fulas. Por 20 te llevas a la jevita".

La indiferencia de las autoridades esconde, sin lugar a dudas, un alto grado de complicidad con la delincuencia. Esto ha disparado otros delitos como robos con fuerza en casas y apartamentos y golpizas a personas que pasan casualmente por el lugar cuando a altas horas de la noche retornan del trabajo.

La zona se ha vuelto tan insegura que no es aconsejable transitar por las calles después de la medianoche, ni siquiera para sacar la basura ni asomarse a los pasillos de los edificios, donde los delincuentes esconden las armas blancas en los jardines o en los basurales.

Durante las peleas callejeras, pocas veces interviene la policía o llega demasiado tarde, cuando los médicos o enfermeras del policlínico cercano se ven obligados a llamarlos por un hecho de sangre de consecuencias fatales.

A pesar de los cientos de testigos de cualquiera de los sucesos que van convirtiéndose en costumbre, muy pocos se arriesgan a testificar, previendo represalias. Y porque se va tornando proverbial la ineficacia de las autoridades.

Texto y foto: Ernesto Pérez Chang
Cubanet, 8 de agosto de 2014.

viernes, 10 de octubre de 2014

Fotorreportaje: Meliá Marina Varadero


Fotos realizadas durante una estancia de cinco días con mi esposa y mi hija, en agosto de 2014, en el hotel Meliá Marina Varadero.










Iván García

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Crisis en la disidencia cubana?



Los egos y los protagonismos están proyectando un panorama incierto dentro de la oposición pacífica en Cuba. Es como una orquesta sinfónica sin director, donde los instrumentistas tocan a su aire.

No es por falta de programas políticos que los activistas cubanos ceden espacio. Sobran ideas, proyectos y plataformas de cara a un cambio democrático. Unos son más coherentes que otros.

Y aunque todas las plataformas y partidos políticos tienen derecho a tener sus doctrinas y programas, la realidad en Cuba viene demostrando la inoperancia de las tesis disidentes.

Nacen deformadas por una cuestión de génesis. No tienen apoyo popular. Cada vez menos son cintillos en medios de la Florida, en la prensa española o la BBC.

Desde luego, ser opositor en la Isla es un acto de valor incuestionable. Flota en el aire de la República una tenebrosa ley que sanciona con hasta veinte años tras las rejas a quienes se oponen al régimen o escriben sin mandato.

Pero la represión, feroz o sutil, la falta de espacio público ha transformado a la disidencia en un grupo de tertulianos de café, sin soporte en sus vecindarios.

La muestra de su incompetencia es la falta de sintonía con el cubano de a pie. Nunca antes en 55 años del gobierno de los hermanos Castro, el porcentaje de desaprobación ha sido tan alta entre la ciudadanía.

Cualquier encuesta o conversación con la gente en la calle sirve para confirmarlo. Pero ha faltado proselitismo político para encauzar y organizar ese enojo.

Los intereses son desiguales aunque suenen análogos. Carlos, carpintero, también quiere democracia. Siente que la autocracia militar le ha estafado el futuro de su familia con promesas incumplidas. Pero no confía en el discurso y la narrativa de los opositores cubanos.

En los viejos taxis de La Habana, en las colas para hacer gestiones burocráticas o en un estadio de béisbol, la gente te habla sin afeites de un cambio radical que mejore la economía y su precaria calidad de vida.

Algunos han leído o escuchado hablar de un documento opositor. Pero no les entusiasman. Lo ven tan distante como un ministro. A pesar que los disidentes son sus vecinos en la misma cuadra, poco han hecho en favor de su barrio o municipio.

Están desconectados, igual que un cosmonauta de la tierra. El mundo particular de la disidencia es generar noticias, reportar reuniones, hacer propuestas o denunciar abusos policiales, pero carecen de una base de calado para convertirse en actores legítimos de cara al futuro que se nos viene encima.

La suerte de la Isla se decide en los próximos cinco años. Quizás antes. La Unión Europea, Estados Unidos y América Latina, en su gran mayoría, también apuestan por una Cuba democrática.

Pero la materia prima opositora para gestionar ese futuro es endeble. Entonces la estrategia de la comunidad internacional es pactar una transición estrafalaria del totalitarismo al autoritarismo con partidarios de los Castro. Según su percepción, es la vía menos mala.

Por cuestiones que van desde la represión a la sinvergüencería, la oposición ha degenerado en una disidencia golondrina que a la primera de cambio pide asilo político, preferentemente en Estados Unidos.

Los que se quedan son tenaces, pero se han acomodado a las reglas de juego dictadas por el régimen. Hay una ley no escrita de lo que se puede hacer dentro del realismo mágico de la autocracia.

Los ancianos gobernantes han pasado de un sistema anacrónico y totalitario a otro autoritario con un barniz de modernidad y leyes más flexibles.

En 2014 no se va preso por escribir notas críticas en contra del gobierno. Lo más que te puede pasar es una detención de corto plazo en una mazmorra policial, un acto de repudio o un gaznatón en la vía pública por un sicario enfadado.

Según las circunstancias, a la disidencia le permiten realizar tertulias, foros y debates en domicilios particulares. Desde hace dos años, solo por disentir, en la cárcel duermen, a la espera de juicio, Sonia Garro y su esposo Ramón Alejandro Muñoz, los dos de la raza negra. Otra docena de activistas también son reos o aguardan ser sentenciados.

Pero el campo de juego hoy es mucho más amplio que antes de 2003. Desde febrero de 2013, a la mayoría de los opositores y periodistas independientes se les permite viajar al exterior.

Una oportunidad de oro para hacer lobby político más efectivo. Y que no la están aprovechando. Todo se queda en encuentros estériles. Probablemente el programa más coherente es el que lidera Antonio G. Rodiles con su Demanda ciudadana Por otra Cuba.

Es razonable, porque tiene asidero en la realidad y no en la ciencia ficción política de otros grupos con sus llamamientos descabellados. Rodiles viene utilizando una lógica primaria.

Si deseamos que Cuba cambie, el gobierno debe ratificar los Pactos Internacionales de la ONU firmados en 2008. Ésa es la puerta de entrada para legalizar una futura sociedad civil donde además de libertades y derechos humanos, exista pluralismo político.

Todos los opositores debieran apoyar a Rodiles y la campaña Por otra Cuba. Pero priman los egos y los protagonismos. Cada líder disidente se rodea de una nube de adláteres que defienden su proyecto como si fuese un islote asediado.

A su vez, atacan y desacreditan las propuestas del contrario. Lo peor de esas riñas arteras es que no generan ninguna propuesta creíble. Solo fanfarronerías y perogrulladas. Detrás están los servicios especiales con su estrategia de dividir.

Lamentablemente, las Damas de Blanco, una organización que con sus marchas callejeras en 2010 obligó al gobierno a liberar 75 disidentes encarcelados en la Primavera de 2003, se ha venido escindiendo por intrigas y personalismos desmedidos.

El desguace también alcanza a otros grupos disidentes. Más que crisis interna o de liderazgo, la oposición cubana padece de inmovilismo e incapacidad para aglutinar a los ciudadanos.

Cuando leo que algunos grupos opositores afirman contar con el apoyo de miles de seguidores, no sé si enojarme o sonreír. Cualquier evento que desencadene una protesta masiva solo necesita líderes capaces. Y es lo que nos está faltando.

Iván García

Foto: Antonio G. Rodiles, Regina Coyula e Iván García en un panel sobre periodismo independiente en Cuba organizado por Estado de Sats en La Habana, el 4 de septiembre de 2014.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La Habana, medio vacía de turistas

Terraza del Hotel Inglaterra

Karina Aguilera, turista chilena, tras preguntarme por una casa de cambio, me dice: "Vine a conocer las playas cubanas con mi madre y claro, a caminar La Habana. Es una capital hermosa, pero muy sucia, con edificios ruinosos, mendigos y limosneros, se ve mucha pobreza. En las tiendas las cosas están muy caras, y no hay mucho que elegir. En hoteles y playas hay pocas ofertas de recreación".

En La Habana se ven pocos turistas. Algunos deciden visitar la isla para hablar con los cubanos sobre sus vivencias tras 56 años de socialismo. La experiencia de Karina en Cuba y el decrecimiento del número de turistas internacionales, me motivó este reportaje.

Roberto, carpeta del Hotel San Carlos (3 estrellas) expresó: "Pertenecemos a la cadena Isla Azul. La ocupación del hotel es muy baja, quizá porque no tenemos piscina. Desde que inauguramos el hotel, hace 3 años, esperamos que construyan la piscina, pero nada. Estamos en temporada alta (1 de julio al 15 de septiembre). Los precios de las habitaciones sencillas y dobles se ofertan a 36 y 42 dólares. Se admiten cubanos, pero pocos nacionales pueden pagar estos precios. Hasta el hotel más barato le costaría más que su salario mensual (entre 18 y 20 dólares)".

María Ancy, carpeta del Habana Libre (5 estrellas) manifestó: "Tenemos 572 habitaciones, a 105 dólares la sencilla y 140 las dobles. Las suites de 150 a 180 y 250 dólares las master suites. Trabajamos mayormente con paquetes turísticos y reservaciones de viejos clientes. ¿Qué por ciento del hotel está ocupado? No te puedo precisar, pero el que solicite una habitación la encuentra, hay muchas vacías".

En los hoteles Nacional, Parque Central, Telégrafo e Inglaterra, la capacidad ocupada también es baja.

Un músico del portal-terraza del Inglaterra, que prefirió mantener el anonimato, comentó: "Nos dan poca propina. Es turismo barato. Se toman un mojito o una cerveza, pican algún saladito y se van. Muchos buscan los 'paladares' y hasta comen en cafeterías en moneda nacional. Nosotros tocamos cerca de 6 horas diarias o más, cuando pasamos el cepillo para recoger la propina, no llega ni a 6 dólares. Lo pasamos cada tres canciones, pero son turistas de baja economía. Los turistas de categoría apenas pasan por aquí".

Estuve en el restaurante La Pérgola, el Bar Monserrate y la cafetería La Dichosa y estaban casi vacíos. El Floridita fue la excepción. En la barra, junto a la estatua de bronce del escritor Ernest Hemingway, los turistas se tomaban la foto del recuerdo.

Según datos proporcionados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), durante los años 2006 al 2011, el turismo creció poco en números de visitantes, pero sí en ocupación hotelera, indicador fundamental para elevar los ingresos. Sin embargo, a partir del 2012, todos los indicadores comenzaron a descender. En cambio, aumentaron 65 mil habitaciones y 118 mil plazas-camas.

En 2013, el turismo se estancó. Países como Inglaterra, Francia, Italia, España, Rusia, Argentina, Perú, Holanda, entre otros, disminuyeron sus cifras de emisores de turistas al país. La tasa de ocupación hotelera y el comercio minorista también decrecieron. En los dos últimos indicadores, tan solo se ingresaron 712,929 cuc (equivalente al dólar), que representa el 39% del 1,803 916.2 dólares de los ingresos totales de la actividad turística.

La mayor tasa de ocupación hotelera se registró en 2006, con un 60.1 por ciento de habitaciones-días. Ese año Cuba fue visitada por 2,928 246 turistas.

Si bien por concepto de alojamiento en 2013, se ingresaron 567,484.8 dólares, cabe preguntar ¿por qué en la temporada baja, no disminuyen los precios y hacen más atractivos los paquetes turísticos?

Las estadísticas de 2013 excluyen a los visitantes estadounidenses o cubanoamericanos. Quizá el gobierno pretende ocultar que éstos constituyen los mayores emisores de turistas al país. América del Norte, Canadá incluida, es la mayor emisora de turistas a Cuba: 1, 964 113 (45% del turismo total). Sí de ellos 1, 105 729 son canadienses, 858 384 provienen de Estados Unidos.

Al cierre del primer semestre de 2014, los turistas ingleses, argentinos, rusos, holandeses, mexicanos y chilenos habían disminuido en un 9,26 por ciento.

Texto y foto: Ernesto García Díaz
Cubanet, 12 de agosto de 2014.
Foto: Portal-terraza del hotel Inglaterra, frente al Parque Central de La Habana, con solo dos mesas ocupadas, las dos por cubanos.

lunes, 6 de octubre de 2014

¿Por qué falta carne y leche en Cuba?



Durante una estancia privada en Estados Unidos, viajé desde Tampa, Florida, a la ciudad de Tulsa en Oklahoma. En automóvil transité unas 2,400 millas por los estados de Florida, Alabama, Mississippi, Tennessee, Arkansas, Oklahoma y Texas.

A lo largo de las carreteras, aquí o allá, vi ganado de pura raza o simple. Lo que sí no es simple es el esfuerzo, el trabajo realizado en el campo estadounidense para alimentar el ganado.

Desde Florida hasta Oklahoma, en congruencia con la región del país o el tipo de rancho, vi decenas, cientos, miles de balas de heno, listas para alimentar el ganado cuando falte el pasto verde en los potreros.

Estas imágenes me hicieron recordar Cuba y a mi padre, más allá de lo personal.

“A un ganadero previsor no tiene por qué morírsele una vaca de hambre”, dice mi padre, de 88 años, que siempre tuvo ganado, además de problemas con el gobierno castrista por tenerlo.

Ya mi viejo se desprendió de sus botas, de su sombrero y sus espuelas, pero como reliquia, como vi en Estados Unidos, todavía tiene aparcado junto a la ventana su viejo tractor Ford.

Quién un día visite donde tuvo su corral, verá el embalse que él construyó para que sus vacas no sufrieran sed. Y un poco más atrás, el gran hueco donde almacenaba, una vez recogida la cosecha de maíz verde, la maloja ensilada para que, en sequía, sus animales no carecieran de pasto jugoso.

-Ese pasto es el que produce leche, decía.

Entonces, ¿por qué esa falta de carne y leche en Cuba?

La muerte por desnutrición de cientos de reses durante el primer semestre de 2014, ha repercutido de forma tal en la isla, que los funcionarios han puesto el grito en el techo, aunque no precisamente en el de las vaquerías. De este desastre, por inocultable, se ha hecho eco hasta la prensa oficialista.

El pataleo movería a risa por recordarnos el cuento de la buena pipa, si no se tratara de un asunto de prioridad nacional.

Aunque en ese semestre el número de reses perdidas por falta de pastos y de agua quizás sea superior a otros años, no debemos olvidar que tales muertes se producen año tras año.

Más que por falta de previsión, primero por las políticas totalitarias, que eliminaron la propiedad privada, y después con los precios y salarios monopolistas que desvalorizaron el trabajo.

Antes de los vaivenes del clima, en Cuba están -o estaban- bien definidas dos épocas desde el punto de vista de la agricultura y la ganadería: una de lluvia y otra de sequía.

La época de lluvia comienza en mayo, decrece en julio y agosto, pero se extiende hasta octubre, e incluso, bien adelantado noviembre. Salvo caprichos climatólogicos, en los meses restantes, las lluvias son esporádicas, haciendo aún más precaria la ganadería cubana, caracterizada por la falta de previsión y el nomadismo.

Pese a este clima ondulante, las autoridades del país prescinden del ensilaje y el heno, apostando por los pastos de corte como reserva alimentaria del rebaño, un proceder con efecto boomerang cuando el ganadero carece de regadío y las lluvias son escasas.

Mientras que el régimen no permite al ganadero sacrificar sus propias reses, el ganado en manos del Estado o de sus cooperativistas, muere de hambre. El Estado policíaco cubano es incapaz hasta de producir heno.

Después de expropiada y destruida toda la maquinaria para producir y cosechar forrajes que de Estados Unidos antes de 1959 llegó a Cuba, más la regalada por la URSS y sus satélites, que también destruyeron, solo falta que ahora digan que el ganado se muere en la isla porque el "bloqueo" no les permite comprar heno a los rancheros estadounidenses.

Alberto Méndez Castelló
Cubanet, 14 de agosto de 2014.
Foto: Una carnicería cubana actual. Tomada de Diario de Contrastes.

viernes, 3 de octubre de 2014

Cuba: ganado en ruina



Hubo una vez en Cuba una vaca sagrada. Fue tan especial, que los mandarines de la prensa oficial destinaron una tropa de reporteros solo para noticiar las hazañas del bovino.

La nombraron Ubre Blanca. Era un ternero de Fidel Castro que llegó a romper, un día tras otro, récords mundiales en la producción lechera. Fue portada de los noticieros de televisión y titular del Granma cuando alcanzó 110 litros diarios de leche.

Luego no se supo más de la res. Según las malas lenguas, unos matarifes ilegales de ganado vacuno le pasaron la cuenta una noche cualquiera. No está confirmado el supuesto 'crimen'.

Lo cierto es que en las afueras de La Habana, a las puertas de un centro de investigación científica, hay una estatua de mármol de aquella vaca divina.

Después de la caída del Muro de Berlín, la ganadería cubana se convirtió en una ruina. Echémosle un vistazo a la prensa nacional.

En 2013, el periódico Granma informó que más de 18 mil 400 reses estaban muriéndose de hambre y enfermedades en la provincia de Villa Clara, 300 kilómetros al este de La Habana.

El propio órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2014 destacaba que algo más de 3,300 vacas murieron en los tres primeros meses en la provincia de Holguín y otras 69 mil están evaluadas como desnutridas.

La delegación holguinera del Ministerio de la Agricultura culpa a la sequía, que ha provocado el agotamiento de pozos, micropresas y tranques, sobre todo en los municipios de Calixto García, Urbano Noris, Holguín y Gibara.

Según Granma, 35,000 cabezas de ganado vacuno reciben agua a través de pipas, como parte de las medidas para intentar atenuar los efectos de más de siete meses sin lluvias.

Lenna Ravelo Fombellida, jefa del Departamento de Ganadería de la Delegación Provincial de la Agricultura de Holguín, dijo que las áreas de pastoreo están prácticamente calcinadas por el sol, y el territorio de Calixto García es el más afectado.

La funcionaria añadió que para los animales considerados desnutridos se han creado centros de recuperación en los que se les suministran "alimentos frescos", como caña molida.

Ravelo señaló que un número importante de vacas han salido del ordeño para que puedan amamantar a sus terneros."Se dispone así de menos leche para vender, pero son animales que hoy promedian dos litros o menos, de ahí que se aconseje garantizar la supervivencia de las crías", argumentó.

Reconoció que una parte de los productores de los sectores estatal y cooperativo-campesino no disponen de suficientes reservas de alimentos, sobre todo de caña y heno, para momentos como estos.

Las noticias sobre muertes masivas de reses son frecuentes en la isla, aunque el régimen no suele dar cifras nacionales. Pero no solo de hambre o sed mueren las vacas en Cuba.

A pesar que el Código Penal dedica todo un capítulo al sacrificio ilegal de ganado y la comercialización de su carne, con sanciones de cuatro a diez años de cárcel al matarife sin autorización estatal y de 4 a ocho años de prisión para quienes que la transporten y vendan, 2 mil 300 reses son hurtadas o sacrificadas anualmente.

Desde hace décadas, la carne de res es un alimento suntuario. No siempre fue así. Antes de 1959, en las regiones urbanas, se comía más carne de res que de cerdo o pollo.

“En cualquier esquina de La Habana, por 15 centavos, podías comprar un pan con un bistec que parecía una sábana. El picadillo de res, que hoy es un lujo, era comida de gente muy pobre, los carniceros te lo daban de contra (propina)”, recuerda con nostalgia Luis, un anciano que ya supera los 90 años.

Con la llegada al poder de Fidel Castro, la carne de res comenzó a escasear. En los años 60, 70 y 80, vendían media libra quincenal por persona a través de la libreta de racionamiento, implantada en 1962.

En 1990, con la llegada de esa guerra sin rugir de cañones nombrada "período especial en tiempos de paz", la carne de res simplemente desapareció.

En 1994, con la legalización del dólar, se comenzó a vender en los mercados por divisas que, como flores, surgieron a lo largo de todo el país.

En 3ra y 70, Miramar, supermercado a tiro de piedra del Océano Atlántico y donde suelen hacer sus compras diplomáticos, ministros y hombres de éxito, una bandeja plástica con un kilo de picadillo de primera supera los 6 dólares.

Otros cortes cuestan más caro. Un boliche de 3 kilogramos bordea los 45 dólares. El cubano de a pie ni siquiera mira esos estantes. La gente que recibe dólares de sus parientes en Miami o han montado un pequeño negocio privado la suelen comprar en el mercado negro, donde una libra se comercializa entre 2.20 y 2.50 pesos convertibles.

Si en 1959 había 6 millones de cabeza de ganado vacuno, a una per cápita, 55 años después, según la última cifra ofrecida por el Estado en 2006, no supera los 3 millones 70 mil para una población de 11 millones de habitantes.

Cuando usted visita cualquier vaquería cubana notará la depauperación de las reses y hacinamiento en los centros de cría.

Para Fidel Castro, la ganadería fue una auténtica pasión. Mandó a construir vaquerías con aire acondicionado en la periferia de la capital y le pagó los billetes aéreos a especialistas calificados del mundo, para que asesoraran la ganadería nacional.

Cuentan escoltas que han desertado a Estados Unidos, que llegó a tener una ternera en el último piso de un edificio de apartamentos en el Vedado, donde vivía Celia Sánchez, su secretaria personal.

En plena ebullición ganadera, Castro creó una nueva raza, a la cual denominó F-1. Y declaró públicamente que cada cubano sería dueño de una vaca enana para cebarla en su domicilio.

De uno de esos ensayos surgió Ubre Blanca, la ternera sagrada que producía más de 100 litros de leche diariamente.

Tras su misteriosa muerte concluyó el experimento. Las vacas comenzaron a morir de hambre, enfermedades o sacrificadas ilegalmente. No hubo más carne. Ni leche.

Iván García
Foto: Vaca criolla, tomada de Cubanet.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Con sangre en las venas



No pudo más. Se le cayó de las manos y si le tira un repaso al libro que lo llevó a la fama y a la gloria, piensa que habrá que ingresarlo de urgencia en un hospital.

El uruguayo Eduardo Galeano escribió hace unos meses que no volvería a leer Las venas abiertas de América Latina por su retórica gastada y por la ausencia de un criterio económico mejor informado.

Como la pieza era una especie de biblia de la izquierda de aquella región, Galeano ha pasado a ser un agente del imperialismo para algunos, y un intelectual honrado y lúcido para otros.

En esta segunda lista se ha inscrito el músico y actor panameño Rubén Blades. En una nota pública asegura que los intelectuales de la izquierda tradicional criolla permanecen encerrados en un dogma indefendible, "colgados todavía de rituales como el culto a Fidel y disertando dentro de los confines de la retórica pura del 60, como si no hubiera transcurrido el tiempo y como si no hubiesen aprendido nada de lo ocurrido desde entonces".

La autocrítica de Galeano es un signo de madurez, dice el panameño, y no significa la aceptación de la derecha. "Su autocrítica no equivale a un abrazo con el fascismo, como el que se dio Stalin con Hitler en el 40, para quedarse con la mitad de Polonia, algo que tampoco fue criticado en su momento por la mayoría izquierdista".

Rubén Blades recuerda que en la actualidad, Venezuela suministra a Estados Unidos el petróleo que le permite "continuar con el ritmo de su acción imperialista" y al mismo tiempo, agrega, en Nicaragua "Ortega se alía con lo que una vez denunció como el corrupto poder político para alterar la constitución y poder lograr la reelección".

Según Blades, el socialismo debe trascender a la tesis de la oferta política que permuta oportunidades materiales a quienes necesariamente no las han ganado a cambio de una subordinación absoluta. El músico de Panamá termina su nota con una felicitación al uruguayo por su honradez.

Galeano sentenció Las venas abiertas de América Latina así: "No sería capaz de leer el libro de nuevo, esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima. Mi físico no aguantaría".

Raúl Rivero
El Mundo, 4 de junio de 2014.
Foto: En la V Cumbre de las Américas celebrada en abril de 2009 en Trinidad Tobago, Hugo Chávez le regaló un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina a Barack Obama. Poco después, la versión en inglés del libro de Eduardo Galeano ocupaba el segundo lugar en ventas en Estados Unidos. Tomada de La Información.