lunes, 22 de abril de 2024

Cuba: 65 años de inmovilismo

En algún momento del verano de 1987, mi madre Tania Quintero Antúnez, 81 años, por esa fecha periodista del sistema informativo de la televisión estatal, se reunió en una oficina del Comité Central del Partido Comunista con el ideólogo Carlos Aldana Escalante, al frente del Departamento de Orientación Revolucionaria, encargado de venderle al mundo una idílica narrativa de Fidel Castro y su autocracia verde olivo.

A Tania, como a la mayoría de los cubanos, solo le llegaba un eco lejano y distorsionado del incipiente movimiento disidente en la Isla. El régimen, bajo las directrices de Aldana, sobrino de un viejo comunista depuesto por los hermanos Castro durante la microfacción de 1968, controlaba con puño de hierro las noticias que circulaban en el país. Cada libro, revista o película que llegaba a Cuba pasaba por el filtro de la censura.

Solo se conocía la versión gubernamental. No se vendía prensa extranjera ni se veían canales foráneos de televisión. A lo más que se podía acceder era a comprar un radio de onda corta y escuchar Radio Martí, la VOA o la BBC en tono muy bajo en un rincón del cuarto. Si un vecino del barrio se enteraba, podía denunciarte. Internet todavía no era una herramienta global, no existían las redes sociales y la telefonía móvil andaba en pañales.

Recuerdo que esa tarde, luego de reunirse con Aldana, mi madre, escéptica por naturaleza, creyó que el gobierno diseñaba una nueva política informativa con mayor autonomía para los reporteros. Eran los tiempos de Gorbachov, la glasnost y la perestroika en la antigua URSS. Todos los fines de semana hacíamos una cola de media hora en un estanquillo y comprábamos el magazine Novedades de Moscú y la revista Sputnik.

En los corrillos de la prensa oficial se pensaba que los aires de cambio llegarían a Cuba. La gente de mi generación era más pesimista. En esa etapa hubo un alevoso compás de espera. Los más ingenuos aseguraban que “el Caballo (Fidel) estaba tomando nota de las reformas en la URSS y que su hermano Raúl era un 'perestroiko' convencido”. Tenía 22 años y me reunía con un grupo variopinto de amistades con inclinaciones políticas y artísticas que ya habían sido advertidos o reprimidos, por actitudes que el castrismo consideraba ‘contrarrevolucionarias’.

Ese tiempo muerto que suele producirse en las dictaduras, sean de izquierda o derecha, donde se vislumbra un oasis de esperanza, como sucedió 37 años más tarde con las doctrinas de Obama y el restablecimiento de relaciones diplomáticas de Estados Unidos con Cuba, es como la trampa con el queso que le tienden al ratón para atraparlo.

En las reuniones con la prensa, Carlos Aldana y otros funcionarios del DOR, pedían a los periodistas que fueran más creativos y atrevidos en su trabajo. Quienes se lo creyeron como Luis Manuel García, de la revista Somos Jóvenes, con su reportaje sobre una jinetera titulado El caso Sandra; Reinaldo Escobar con sus explosivas columnas en el periódico Juventud Rebelde o mi madre Tania Quintero, realizadora de un audiovisual con entrevistas callejeras acerca de los derechos humanos, tiempo después se quedaron sin empleo.

Entonces yo laboraba como asistente de producción de Puntos de Vista, un espacio de media hora que semanalmente se transmitía por el Canal Tele Rebelde, con opiniones de ciudadanos y especialistas sobre determinado tema. El jefe de esa redacción, Roberto Romay, era un buen tipo. Cuando mi madre le explicó sobre el programa que pretendía hacer, a tono con la votación de condena al régimen en Ginebra, en 1988, por violar los derechos humanos, él pensó que sería un programa de unanimidad política y apoyo al 'comandante', lo acostumbrado en los medios oficiales.

Con antelación, yo había conversado con dos personas que me aseguraron que iban a denunciar en cámara las golpizas y malos tratos que habían sufrido en las duras cárceles de la Cuba profunda. También criticaron la falta de libertades políticas. Fue algo inédito en aquellos tiempos. Cuando Romay vio el video, por poco le da una apoplejía. Por su supuesto, el programa no salió al aire. Al mes siguiente me cerraron el contrato.

A fines de 1988 el régimen prohibió la venta de Novedades de Moscú y Sputnik. Y en las alcantarillas del poder, donde nombraban al Kremlin como el Espíritu Santo, comenzaron a llamar a Gorbachov prostituta, traidor y agente de Washington.

Como ocurrió en los años 70, cuando Fidel Castro condenó las reformas económicas de Deng Xiaoping en China, la breve pausa de incertidumbre terminó. Comenzó la cacería de brujas y la intransigencia. Se reactivaron los actos de repudio a los cubanos que pensaban diferente. Y el disenso era castigado con severidad aunque las personas se disculparan públicamente.

El 29 de octubre de 1987, durante una reunión de la plana mayor del régimen con estudiantes de periodismo, en el anfiteatro Enrique José Varona, el eco de una frase rebotó en la acústica del lugar. “Usted es mi papá”. Una pausa. Y antes de que el estudiante Alexis Triana iniciara su exposición, fue interrumpido de manera grosera por Fidel Castro. Alexis no se amedrentó. “No me interrumpa, déjeme terminar”.

Y sin que se le quebrara la voz, desarrolló su intervención en la cual mencionó el culto de la personalidad y citando a Julio Antonio Mella, pidió autonomía universitaria. Fidel le lanzó una mirada amenazadora a Triana. Se acarició lentamente su barba y dijo: “Patético”. Durante dos horas, Castro habló sin parar y convenció a los estudiantes. O al menos eso aparentaron los jóvenes.

Casi cuatro décadas después, la mayoría de los muchachos que participaron en aquel encuentro se han marchado de Cuba. Alexis Triana fue enviado a la provincia de Holguín a pasar su servicio social, probablemente como castigo por su rebeldía e impertinencia. En su biografía de EcuRed, una especie de Wikipedia local, no se menciona el suceso.

Alexis Triana, recién nombrado presidente del ICAIC, apoya el estrafalario modelo de gobierno en Cuba. Tania Quintero se inició como periodista oficial en 1974 en la revista Bohemia y en 1995 se convirtió en periodista independiente de Cuba Press, agencia fundada por Raúl Rivero. Desde 2003, a raíz de la Primavera Negra, reside en Suiza con el status de refugiada política.

La dictadura cubana no es original. Repite sus actos, según el contexto y la ocasión. En 1959, Fidel Castro juró ante los medios internacionales que no era comunista, que restituiría la Constitución de 1940 y realizaría elecciones libres. Mintió públicamente. Nunca cumplió su juramento.

En estos 65 años, las autoridades han utilizado el discurso del cambio como un señuelo en un intento por apaciguar el descontento popular. Posteriormente trazan su hoja de ruta con falsas reformas. En el neocastrismo, excepto Raúl Castro, Ramiro Valdés, Machado Ventura y Guillermo García, el resto de los dirigentes y funcionarios son desechables.

Cambiar de muebles es muy fácil. Se quitan unos y se ponen otros. Cuando uno renueva el mobiliario de su casa o lo cambia de lugar, trata de dar una perspectiva nueva. El régimen cubano hace lo mismo. Mueve algunas fichas. Pero todo sigue igual. 65 años de inmovilismo.

Iván García
Foto: Tres ancianos juegan ajedrez en el Paseo del Prado de La Habana. Imagen de Idania Cárdenas tomada de Havana Times.

lunes, 15 de abril de 2024

28 años de un crimen que sigue impune

El sábado 24 de febrero de 1996, desde muy temprano en la mañana, mi apartamento en el barrio de la Víbora, a veinte minutos en automóvil del centro de La Habana, estaba vigilado por agentes de la Seguridad del Estado y afiliados de la represiva asociación de combatientes.

La línea telefónica estaba cortada y en las dos esquinas de la casa había un auto patrullero. Al filo del mediodía hubo un apagón de cuatro horas. Esa mañana se conmemoraba el 101 aniversario del Grito de Baire y los vecinos hacían cola en la carnicería para comprar por la libreta de racionamiento media libra de mortadella por persona.

Sobre las dos y media de la tarde, según contó posteriormente la prensa oficial, las estaciones de radar de las fuerzas armadas detectaron tres objetivos aéreos desconocidos dentro de los límites de la frontera, los cuales tenían desconectados el código respondedor, mientras realizaban un vuelo paralelo a las costas cubanas. A las dos y cincuenta y siete de la tarde, cuenta la versión del régimen, el controlador de vuelo del ATC de La Habana informa a los pilotos de las aeronaves que estaban penetrando en una zona militar peligrosa, activada, y que su vuelo corría peligro.

Ante la advertencia, José Basulto, líder de Hermanos al Rescate contesta: "Estamos conscientes del peligro cada vez que cruzamos el área sur del paralelo 24, pero estamos dispuestos a hacerlo en nuestra condición de cubanos libres". En un operativo fulminante, dos aviones cazas, un MIG-23 y un Mig-29, pulverizan a dos avionetas desarmadas que habían despegado del aeropuerto de Opa Locka en Miami.

Tras el ataque perdieron la vida tres pilotos estadounidenses de origen cubano, Carlos Costa, Mario de la Peña y Armando Alejandre Jr. y el residente cubano Pablo Morales. En el noticiero de televisión de esa noche, la dictadura de Fidel Castro ofreció una versión diferente. El pretexto del derribo de las avionetas era el lanzamiento de proclamas antigubernamentales y el apoyo a ‘grupúsculos contrarrevolucionarios’ de la disidencia interna.

Posteriormente, tras una exhaustiva investigación de la Organización de Aviación Civil Internacional, se determinó que las avionetas fueron derribadas en aguas internacionales. Y que las autoridades de Cuba no cumplieron los protocolos de aviso establecidos, tampoco intentaron desviar las naves fuera de las zonas de peligro, ni ordenaron a los pilotos que aterrizaran en un aeródromo designado.

Tras conocerse el informe, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1067, con trece votos a favor, ninguno en contra y la abstención de Rusia y China, que condenó el uso de armas contra aviones civiles y llamó al régimen de La Habana a cumplir con las leyes internacionales.

La responsabilidad directa del crimen recae sobre el general de Ejército Raúl Castro, quien posteriormente confesó que se trató de una operación premeditada y personalmente dio instrucciones precisas para que las avionetas fueran derribadas: “Túmbenlos en el mar cuando se aparezcan”, dijo. El senador estadounidense Patrick O’Leary ha contado que en un encuentro en el Palacio de la Revolución de La Habana, Castro II le confirmó que él había dado la orden de derribar los dos aviones civiles.

A pesar de la confesión, el senador demócrata consideró que con el autócrata caribeño se podía negociar un nuevo trato en las relaciones diplomáticas. El derribo de las avionetas por parte del régimen cubano fue un intento de dar un golpe de autoridad sobre la mesa.

Pongamos el suceso en contexto. Con la caída del Muro de Berlín y el desaparición del comunismo soviético, el socialismo de corte marxista en la Isla entró en una etapa de indigencia. El PIB cayó un 35%, se descapitalizaron las industrias, regresó el arado manual y los bueyes a la agricultura, apagones de doce horas diarias y el hambre comenzaron asolar a la población.

Enfermedades provocadas por la desnutrición como la neuritis óptica y por la falta de productos de aseo, la sarna y los piojos se multiplicaron entre los cubanos de a pie que hacían una comida al día y apenas consumían carne o pescado.

La gente huía de Cuba como fuese. Secuestraban aviones, lanchas o remolcadores. Y se lanzaban a cruzar el peligroso Estrecho de la Florida en cualquier cosa que flotara. El 5 de agosto de 1994 miles de habaneros se tiraron a la calle gritando libertad y abajo la dictadura. La disidencia interna se fortalecía, igual que el periodismo sin mordaza.

Cuando comencé a escribir en la agencia Cubapress, en diciembre de 1995, sólo en La Habana funcionaban tres agencias de prensa independiente. El manager político de una camada de jóvenes intelectuales con inquietudes democráticas fue un brillante abogado, erudito y de hablar pausado que residía un apartamento de puntal alto en la calle San Mariano, casi esquina Heredia, en la barriada de La Víbora.

Se llamaba Jorge Bacallao Pérez. Falleció en 2001. Había coincidido con Fidel Castro cuando estudiaron Derecho en la Universidad de La Habana. Desde el mismo 1 de enero de 1959 fue un opositor silencioso y un valioso asesor. En casa de Bacallao conocí a los abogados disidentes René Gómez Manzano, Pedro Pablo Álvarez y Leonel Morejón Almagro, un joven jurista que pocos meses después de la crisis de los balseros en el verano de 1994, comenzó a gestionar un proyecto independiente de corte ecologista llamado Naturpaz.

Almagro fraguó la idea de un evento que aglutinara a la oposición pacífica en la Isla. Lo bautizó como Concilio Cubano. Precisamente el 24 de febrero de 1996, debió realizarse ese encuentro. Pero nunca llegó a ocurrir. La policía política detuvo a la mayoría de los participantes. Concilio fue una iniciativa que pretendía buscar consenso entre la disidencia local. Generó entusiasmo en curtidos opositores como Gustavo Arco Bergnes, Elizardo Sánchez Santacruz y Jesús Yánez Pelletier. También tuvo el apoyo de disidentes como Martha Beatriz Roque Cabello, Félix Bonne Carcassés, Vladimiro Roca Antúnez, Oscar Elías Biscet y Oswaldo Payá Sardiñas.

Hermanos al Rescate, un escuadrón de aviadores y organización humanitaria fundada en 1991 por José Basulto con la intención de rescatar en altamar a los balseros que trataban de emigrar de Cuba, salvándole la vida de decenas de balseros en el Estrello de la Florida. También apoyaban a la disidencia a liberarse de la dictadura a través del uso de la no violencia. Hermanos al Rescate siempre fue una prioridad para los servicios de inteligencia en Cuba, que lograron infiltrar en sus filas al menos a dos agentes, Gerardo Hernández y Juan Pablo Roque.

El paciente trabajo de Morejón Almagro en Concilio Cubano logró algunos éxitos. El primero, fue el consenso de una mayoría opositora. El segundo, apoyo internacional más allá del exilio en Miami. Días antes del 24 de febrero, Begoña Rodríguez, quien pertenecía a un partido político español, llegó a La Habana para participar en el evento que organizaría Concilio Cubano.

El viernes 23 de febrero, oficiales de la Seguridad del Estado detuvieron a Begoña. Cuenta mi madre Tania Quintero, quien durante dos décadas había sido periodista estatal y en ese momento pertenecía a la agencia de prensa independiente Cuba Press, fundada en septiembre de 1995 por el poeta y periodista Raúl Rivero, que al día siguiente, al pasar a recoger a Begoña para asistir al encuentro, que a falta de local Leonel Morejón iba a celebrarlo en el Parque Almendares, supo de su detención.

“A la mayoría de los disidentes y periodistas independientes nos habían cortado el teléfono y por eso desde la casa de una vecina llamé a la Embajada de España y al funcionario de guardia le informé de la detención de Begoña. Media hora después, por ese mismo número de la vecina, el consejero político de la embajada me localizó para darme la noticia de que fuerzas aéreas cubanas habían derribados dos avionetas de Hermanos al Rescate, que la situación era complicada y no se sabía que podía pasar”, rememora Quintero.

Tras el derribo de las avionetas llegó la repulsa internacional. Tanto Washington como la Unión Europea impusieron sanciones a Cuba. Bill Clinton firmó la Ley Helms-Burton. Aunque mantuvo inactivo el capítulo III. Con esa acción desproporcionada, el régimen castrista intentó enviar un mensaje intimidatorio a la oposición y a un amplio segmento de cubanos molestos por las penurias y falta de futuro.

Recuerdo que era comidilla en los barrios limítrofes a la costa norte de La Habana las proclamas que lanzaban los aviones de Hermanos al Rescate. En algún momento del otoño de 1995, un amigo que residía en la populosa barriada de Cayo Hueso, guardaba como si fuesen trofeos, varios carteles con consignas contra la dictadura que cayeron en la azotea de su edificio.

El derribo de las dos avionetas fue un intento de acallar por la fuerza el descontento ciudadano. Un crimen de Estado.

Iván García
Fotomontaje tomado de Diario Las Américas.

lunes, 8 de abril de 2024

La Habana en que vivió Cabrera Infante

No conozco, de tantos libros que hablan sobre la capital cubana de los años 40 y 50, uno como La Habana para un Infante Difunto, de Guillermo Cabrera Infante, premio Cervantes 1997, nacido en Gibara en 1929 y fallecido en Londres el 21 de febrero de 2005.

La Habana para un Infante Difunto comienza con el autor relatando las primeras impresiones del primer sitio en que residió en la capital, una habitación con balcón de una cuartería (falansterio, él la definió) donde el baño era colectivo, en la calle Zulueta 408, en La Habana Vieja.

Refería que en la puerta principal del inmueble un rótulo decía: “Se alquilan habitaciones, algunas con días gratis. Apúrense mientras quedan”. Un amigo, con quien estudiaba el Bachillerato, bautizó al lugar como “la Casa de las Transfiguraciones”.

Describía Cabrera Infante la fascinación que sintió al subir por vez primera la amplia escalera de mármol, el largo corredor del piso alto, las habitaciones con puertas abiertas, y cortinas de tela para lograr cierta privacidad, además de la impresión que le causó ver el chispear de los cables de los tranvías. Señala la fecha, 25 de julio de 1941, como el comienzo de su adolescencia.

Siendo un muchacho pueblerino, cuenta con detalles otras emociones que sintió al ver el chispear de los cables de los tranvías; el letrero con luces de neón en color rojo y azul de la Droguería Sarrá, en la esquina del domicilio; el ambiente nocturno y la profusión de otras luces que había por los alrededores del Prado y el Parque Central, el lumínico de la bañista con la trusa Janzen.

Recuerda a un viejo amigo comunista de su padre, Eloy Santos, “El Guagüero”, que era cobrador del pasaje en el ómnibus. De paso, Cabrera Infante nos proporciona una posible etimología de la palabra guagua. Según el escritor, fue Eloy Santos quien lo llevó al primer cine de la ciudad, el San Francisco, en Lawton, y unos años después, lo inició en la vida sexual al conseguirle una prostituta.

Por la habitación de Zulueta 408 pasaron otras personas de filiación comunista como Carlos Franqui, quien al igual que el padre de Cabrera Infante, trabajaba en el periódico Hoy, del Partido Socialista Popular, además de personas de su pueblo natal y amistades de la familia. El segundo lugar en el cual vivió Cabrera Infante con su familia fue en Monte 822, que describe como “un pasaje con accesorias”. Su habitación se hallaba en el primer piso, al cual se ascendía por una escalera de caracol. Esta vivienda se hallaba muy cerca la Plaza de los Cuatro Caminos y al lado del cine Esmeralda.

Allí mismo después lograron cambiar a un cuarto más espacioso, aunque con baño y cocina colectiva, donde tuvo algunas aventuras amorosas. Da una amplia descripción del ambiente y los vecinos del lugar, y sobre todo de las mujeres con las cuales tuvo algunas relaciones eróticas, al igual que hace respecto a lo que pasó cuando regresó con su familia por segunda vez a Zulueta 408, después de la segunda mudanza.

Tiempo después, al mejorar su situación económica, Cabrera Infante pasó a residir en un buen apartamento en la esquina de G (Avenida de los Presidentes) y 27, en El Vedado. El apartamento contaba con un balcón posterior desde veía el Hotel Palace, donde residían unas jóvenes que fueron sus amigas y amantes.

En el libro, Cabrera Infante se refiere ampliamente a los cines a los cuales concurría. Es bueno resaltar que su posterior labor como crítico de cine, guarda una estrecha relación con esta etapa de su vida. Cabrera Infante, que iba al cine no solo por su afición a las películas, sino también por asuntos de amor, cuenta además de sus visitas a las distintas posadas habaneras de esos tiempos.

El cuadro que presenta en toda su minuciosa narración es formidable. Ayuda a entender y volver a ver cómo se desarrollaba la vida en la capital cubana y a comprender mejor esa época. De todos los sitios de los que habla Cabrera Infante en La Habana para un Infante Difunto, no queda casi ninguno. De las casas solamente está en pie el edificio de G y 27, las otras se derrumbaron o fueron demolidas. Los cines desaparecieron o son locales con otras funciones, y las posadas están convertidas en viviendas de tránsito para personas sin hogar.

La Habana para un infante difunto y Tres tristes tigres, con el excelente retrato que hacen de la ciudad en que nací y que tanto ha cambiado para mal, me traen recuerdos conmovedores. Son una guía para ver o imaginar lugares que hoy, en su mayoría, ya no existen.

Jorge Luis González
Cubanet, 21 de febrero de 2024.
Foto: Estado en que se encuentra el inmueble donde el escritor vivió, en Monte 822, muy cerca del antiguo Mercado de Cuatro Caminos, en el centro de La Habana. Realizada por el autor y tomada de CubaNet.

lunes, 1 de abril de 2024

Gabriel Calaforra, cubano sabio y universal

Me enteré de su partida por el obituario que Diario de Cuba publicó el domingo 3 de marzo: "Muere en La Habana el abogado, políglota y exdiplomático cubano Gabriel Calaforra", y que a continuación pueden leer:

El abogado y políglota cubano Gabriel Calaforra Domínguez murió el 3 de marzo en su casa en La Habana a los 90 años, informaron en red sociales artistas cercanos al intelectual. Nacido en Camagüey en 1933, se graduó en Derecho Internacional en la Universidad de La Habana e ingresó al Servicio Diplomático cubano. De 1960 a 1965 fue encargado de Negocios de Cuba en Copenhague, Dinamarca. Trabajó en la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL). Durante esa época conoció al periodista independiente Yndamiro Restano y empezó a militar en Armonía, un movimiento de estudio de la socialdemocracia europea que aspiraba a activar la iniciativa civil.

El 26 de diciembre de 1992 recibió la visita en su casa de tres agentes de la Seguridad del Estado, que durante un minucioso registro encontraron un boletín del movimiento donde aparecía un artículo que comparaba a Fidel Castro con Hitler. Con el objetivo de interrogarlo, fue trasladado a Villa Marista, donde permaneció 37 días, contó Calaforra a Verónica de la Vega en una entrevista publicada en 2015 en Diario de Cuba.

"En casi 30 años en los que el profe abrió las puertas de su casa a tertulianos de diversa procedencia (en el Morning Monday Club), se transmitió más conocimiento que en cualquiera de las instituciones de Educación Superior cubana", escribió Abel González Fernández en su cuenta de Instagram al despedir al autor de Misión en Dinamarca.

"A Gabriel lo escuché hablar 13 idiomas distintos, aprendidos en las oficinas diplomáticas de Dinamarca o Japón, en el interior de un barco francés dedicado al comercio internacional, o en la frialdad de alguna biblioteca municipal. Su generosa existencia, anclada en una biblioteca babeliana [sic], un club de té exóticos, el ejercicio impecable de la traducción cosmopolita y una vocación inmensa para escuchar y para propiciar el debate será recordada por los artistas, intelectuales, disidentes, practicantes del budismo zen, karatekas, aprendices de sánscrito, periodistas, diplomáticos, vecinos (un ágora genuinamente democrática) que frecuentamos su casa. Le debo mi vocación curatorial y mi visión afectiva del patrimonio de Calaforra. Descansa en paz amigo del alma", concluyó González Fernández.

Para el artista Yornel Martínez, egresado del Instituto Superior de Arte (ISA), "una publicación en Facebook no es un epitafio digno para despedirse de un amigo. Luz en tu viaje, querido Gabriel Calaforra. No es suficiente decir que fuiste diplomático, políglota y un estudioso de la cultura asiática. Fuiste también el maestro generoso al que acudíamos en busca de algún libro, de una conversación o un buen consejo. Los lunes, tu casa fue un oasis para gente inquieta, artistas, escritores, amigos… Tu grandeza ética e intelectual nos influyó a muchos. Me preciaré, siempre, de haberte conocido, al menos un rato en este samsara".

El artista exiliado Hamlet Lavastida escribió en Facebook: "Adiós amigo, siempre abriste tus puertas a la libertad, la cultura y la educación. Un gran abrazo siempre, Gabriel Calaforra, la calle Lealtad siempre será ese refugio para los que soñamos una Cuba libre de toda esa legendaria opresión, esa obsesión del poder político por ensuciarlo todo".

La editorial Gente Nueva le publicó Mongolia (1980), India (1985) y Marco Polo (2010). Del libro El mundo de los vikingos (2014) se puede leer una reseña en EcuRed.

"Con su hablar pausado y ademanes que evocan los caballeros de un pasado desterrado en Cuba", en agosto de 2015, Calaforra contestó a Verónica Vega cuando le preguntó si se sentía preparado para el momento de la muerte: "No he preparado nada porque hay un proverbio chino que dice: 'La caja de muerto no tiene gaveta', así que no hay nada que me pueda llevar. No sé qué me voy a encontrar del lado de allá, pero creo que tengo buenas conexiones y adonde caiga, ya sea Mahoma, o Buda, o Cristo… me tire un cabo. Y si me toca ir al infierno no será por mucho tiempo".

Al ser consultado acerca de la juventud cubana y el compromiso con el futuro de su país, dijo: "Los jóvenes que vienen aquí, a mi casa, sí. Pero comprometidos con el país, aclaro, porque uno de los errores de este Gobierno ha sido confundir la identidad de la nación con un sistema político. La patria es la patria, sea cual sea el Gobierno. Pienso que Cuba está ahora mismo como quien tiene un cáncer terminal. La operación será difícil, la recuperación dolorosa, pero hay que operar. Alguien dijo una vez que somos un pueblo culto, lo cual no es exacto. Sí se ha dado instrucción, y eso es una base. Yo confío en el cubano, creo que cuando estén creadas las condiciones, sabrá triunfar".

En el Taniapress que el 20 de agosto de 2015 envié a una veintena de amigos, sugerí la lectura de "Vivimos en un caos controlado", título de la entrevista que Verónica Vega le hiciera a Gabriel Calaforra. Y añadí: "Es el padre de Jorge Calaforra, el que empezó con Antonio Rodiles en Estado de Sats, cuya sede entonces era en su casa de Centro Habana, eso fue en 2010, cuando mi hijo Iván García conoció a Jorge y a Rodiles".

Correo que el 8 de agosto de 2011 le mandé a los periodistas independientes Iván García, Luis Cino y Laritza Diversent. En Asunto decía Estado de Sats no es disidencia ni 'light', y era una respuesta de Jorge Calaforra a unas declaraciones de Martha Beatriz Roque Cabello:

Me llamo Jorge Calaforra y junto con Antonio G. Rodiles, dirigimos este proyecto. Y soy tan responsable como él de lo que estamos haciendo. Mi familia nunca ha pertenecido al Partido Comunista, ni tenemos ninguna relación con el actual gobierno. Sin embargo, pienso que Cuba no tendrá un futuro próspero si no se les incluye en un diálogo nacional.

Mi padre, profesor, Gabriel Calaforra, conoce como 10 idiomas, es especialista en Asia, nunca obtuvo nada del gobierno cubano, aparte de su salario. Soy de Centro Habana, y recorro La Habana, generalmente a pie o en almendrones. Muchos han visto la casa de mi padre, abierta cada lunes desde 1996 a todo el que quiera venir a conversar y a aprender, y saben que no hay nada de lujos.

Niego rotundamente las acusaciones de Marta Beatriz Roque, de que este proyecto se realiza para continuar el poder de nadie, niego rotundamente que seamos disidentes, ni que hayamos sido fabricados por las mentes del gobierno cubano o de la Seguridad del Estado y niego rotundamente que Antonio y yo tengamos algún privilegio o ganancia del actual gobierno.

Pienso que los problemas de Cuba son muy graves, y se deben tanto al gobierno cubano, como a las élites batistianas, como a la política norteamericana, creada generaciones atrás (lo que no quiere decir que todos tengan el mismo grado de culpa). Las generaciones nuestras han heredado un conflicto creado por los mismos actores que mantienen el poder a ambos lados del Mar Caribe. Conflicto que ninguno de ellos está interesado en solucionar, y que que está destruyendo a la nación cubana.

Los cubanos viajan de Miami a La Habana, y nadie se molesta ni se repugna en recibirlos, muchos jóvenes cubanos lo que quieren es irse a Miami, o a donde sea, pero fuera de Cuba. Necesitamos un diálogo para resolver los problemas del país, y los jóvenes quieran vivir y desarrollarse en Cuba. Y eso es lo que estamos tratando de hacer. Darle voz a los jóvenes para que trabajen para su futuro, y que no esperen que ningún Dios, ni del Partido, ni norteamericano, les planifique su futuro y decida por ellos.

No sé por qué la Seguridad del Estado no bloquea el lugar. Deben tener una oficina de atención al público, allí podrá preguntarles directamente a ellos. Usted puede estar convencida de que el método más eficiente que usa la Seguridad del Estado, no es precisamente el de dar golpes. Tengo muchas otras dudas sobre su texto, y estoy en claro desacuerdo con algunos de sus planteamientos y métodos, pero este ataque infundado a Estado de SATS beneficia, conciente esté usted de eso o no, a terceras personas; y de continuarlo sobre la base de descalificaciones, solo les aumentaría ese beneficio.

Si usted estuviera en desacuerdo con lo que se plantea en los videos, o en nuestros artículos, o quisiera aportar ideas para resolver los problemas del país, entonces la invitamos a participar en SATS. Le saluda atentamente, Jorge Calaforra.

Sobre el fallecimiento del camagüeyano sabio y cubano universal que fue Gabriel Calaforra Domínguez (1933-2024), salieron notas en CubaNet y CiberCuba.

Tania Quintero

lunes, 25 de marzo de 2024

De lo que cuenta Carlos Lehder en su libro


A continuación, un fragmento del artículo Los Castro en Cuba, publicado por la revista colombiana Semana.

Los ríos de dinero y poder que acumularon los capos colombianos en los años ochenta no habrían sido posibles sin la complicidad de Gobiernos de la región. Carlos Lehder no fue la excepción, incluso fue pionero en aliarse con el Gobierno de Bahamas, donde se convirtió en el dueño y señor del negocio criminal. Lo mismo ocurrió con otros narcos en Cuba, con la dictadura de Fidel Castro; en Panamá, con complicidad del general Manuel Antonio Noriega, y en Nicaragua, con el vigente presidente Daniel Ortega.

Lehder fue testigo de cómo estos Gobiernos se sentaron en la mesa con narcotraficantes y recibieron millones de dólares que producía la cocaína. Lehder era un adelantado entre los llamados “extraditables”, educado, bilingüe, conocía el mundo y rápidamente se dio cuenta de que el camino para llevar coca a Estados Unidos era la diplomacia de la droga, puso sus ojos en la recién independizada isla de Bahamas (...)

Regresó a Colombia con sus socios los extraditables y vio cómo, al igual que él, los tentáculos del narcotráfico habían cooptado otros Gobiernos, como el de Fidel Castro, en Cuba. En el caso de la isla, se asociaron con Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, el Mexicano. La punta de lanza fue el educado y diplomático Lehder, quien ya tenía las puertas abiertas.

Según narra en su libro, “la dictadura castrista, por intermedio de la Cipac, la agencia de inteligencia y operaciones especiales de La Habana, se había valido de una doctora cubanoamericana, pariente de una antigua compañera mía, para enviarme una invitación formal a visitar la isla, con todos los gastos pagos por el Gobierno”.

En su primera visita de “negocios” lo recibió “un grupo de oficiales vestidos de civil, y en una sala de espera conocimos a los jefes de esta misión, liderados por el coronel Antonio de la Guardia, jefe de la Corporación de Importadores y Exportadores de Cuba (Cimex), agencia de ‘operaciones especiales’ de la dictadura castrista”. Creían que la visita era para comprar langosta, ron y cigarrillos, pero él fue claro en que necesitaban la isla como trampolín para el contrabando de droga.

La respuesta abrió la puerta de un inmenso negocio con la isla gobernada por los Castro. “Por ahora, solamente le puedo confirmar que necesitamos todos los dólares que podamos conseguir”, dijo el coronel Antonio de la Guardia. Le autorizaron en un primer momento usar “Cayo Largo, una isla de veinte kilómetros de extensión, con una buena pista de aterrizaje, ubicada a cuarenta kilómetros del puerto de Cienfuegos”.

El asunto era de dólares, así que el negocio se puso sobre la mesa. “En la fase uno, Cimex necesitaba recibir cinco millones de dólares en efectivo para cubrir los gastos del Gobierno en esa isla (…) Usted tendrá las habitaciones que requiera en el segundo piso del hotel para residir allí con sus trabajadores; además, abriremos la cocina. No sabemos cuánta cocaína usted traerá a la isla, pero mientras más sea, mucho mejor; solo tendríamos que negociar el precio por kilo aterrizado”.

Pero Lehder apuntaba a la cúpula, a relacionarse con los Castro, y pidió que le presentaran a Raúl Castro. El encuentro se dio bajo reglas que De la Guardia describió así: “Escúcheme bien: el protocolo obliga a respetar estrictamente el tiempo. Son cuatro minutos máximo para saludo de mano, frase de cortesía y despedida. Usted no mencionará su nombre propio”.

Lo requisaron, le quitaron el pasaporte, lo llevaron a una sala donde, luego del anuncio de un estafeta, “apareció entonces un hombre de gafas que, mirándome astuta y fijamente, me dijo: –Mucho gusto, bienvenido a Cuba libre –me saludó, y me extendió su fría mano con el gesto glacial del potentado que saluda a un lustrabotas”.

Las cortas palabras del menor de los hermanos Castro, que nada tenían que ver con el negocio, cerraron el acuerdo. “Aquí en Cuba hemos logrado muchísimos avances en educación, medicina y agricultura. Nuestro comercio está creciendo, a pesar del bloqueo yanqui; la Revolución cubana es invencible. Disfrute su estadía. Puede retirarse”, se lee en las memorias del exnarco.

Pablo Escobar delegó a Gustavo Gaviria para el negocio, así que, según dice el libro, “Gustavo, el Mexicano y yo éramos los socios que estábamos metidos en el primer cargamento de cocaína enviado a Cayo Largo. Nuestra responsabilidad era hacerlo llegar a la isla”.

Vinieron muchos cargamentos, el manejo del tráfico desde Cuba lo llevaba Gustavo Gaviria; el coronel De la Guardia era el encargado de llevarlo a Bahamas, donde Lehder aún tenía contactos oficiales con el Gobierno –que seguía siendo cómplice con la condición que no viviera en la isla–; desde ahí la coca se convertía en dólares en Estados Unidos, todo con la venia del régimen de Fidel Castro.

lunes, 18 de marzo de 2024

La burocracia castrista y el Manual del Perfecto Sinvergüenza

En el año 1922, un periodista cubano, José M. Muzaurieta, escribió un pequeño libro satírico titulado Manual del Perfecto Sinvergüenza. En un preámbulo que llamó “Ejercicios Espirituales”, el autor recomendaba formas de comportarse a quien deseara obtener resultados en la carrera política.

Muzaurieta fue un profeta en su tierra. Muchos de esos consejos, que parecen seguir puntualmente los dirigentes del castrismo, muestran su vigencia. Veamos algunos.

“Ámese a sí mismo sobre todas las cosas”. Esta idea es aplicada en su totalidad por los dirigentes cubanos, quienes siempre se exhiben en poses arrogantes.

“Nunca diga lo que sienta, ni sienta lo que diga”. Frase cumplida al pie de la letra, porque dicen cosas que después casi nunca se cumplen o las tergiversan.

“La osadía, esa debe ser su característica principal”. Nada mejor para ilustrar la posición de Fidel Castro durante su lucha por tomar el poder y mantenerse en el mismo hasta su muerte. Hasta hoy, esa recomendación es practicada por sus sucesores, que son capaces de todo con tal de mantenerse aferrados al poder.

“Ninguna idea es buena si no es la suya”. O sea, de Fidel Castro y sus continuadores.

“Cualquier procedimiento es bueno para triunfar”. Fue aplicada por Fidel desde el ataque al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953.

“No combata a las llamadas tiranías, póngase al lado de los tiranos y explote a los demás, nunca nade contra la corriente”. El régimen castrista la aplica desde 1959 para apoyar a todas las tiranías de izquierda.

“Viva la vida de 24 en 24 horas, recuerde que uno de estos días usted debe de morirse”. Si hay una frase muy cierta en este manual es esta, que aplica al dedillo la alta jerarquía para ellos y sus familias, que viven como reyes.

“Huya de aceptar nada como definitivo. Usted debe ser siempre una esperanza”. Expresión usada a diario para ilusionar a sus partidarios y mantener en ellos la idea de que si se esfuerzan y se sacrifican tendrán más, independientemente de los problemas que surjan por el camino.

“Mire por encima del hombro, dese importancia”. Solo hay que ver la postura que adoptan en público los actuales dirigentes en la isla.

“Las leyes no se han hecho para que usted las cumpla, sino para que se burle de ellas”. ¡Qué verdad tan grande! En Cuba, la legalidad socialista se ajusta a lo que piensen, crean y digan los gobernantes, por lo cual cambian las leyes según su conveniencia.

“No se acueste sin haber hecho algo en beneficio propio”. Cada día que pasa se inventan una historia que les permita seguir en el poder de manera indefinida.

“La constancia encadena la suerte, siempre vence el que sabe vivir”. Por eso, viajan a mucho a otros países, para relacionarse con otros iguales a ellos.

“Procure engordar, los gruesos siempre tienen cara de buenas personas”. No hay uno de los actuales mandamases que no tenga barriga y doble ancho.

“Piense que el poder está a la misma distancia que usted de él”. La lucha por posiciones en el poder aquí se encuentra a la orden del día. Entre los dirigentes se espían y se ponen zancadillas. Las purgas y defenestraciones son constantes.

“Aspire siempre, cuando menos usted se lo piense engrampa”. Este mensaje es continuidad del anterior, pero visto por el que se halla abajo.

“Mire siempre hacia adelante, el pasado no es suyo”. Lo han hecho a partir de enero de 1959.

“Usted puede conocer prontamente a sus semejantes si los juzga por usted”. Por eso, critican a los gobiernos de otros países, sin reparar en las barbaridades que hacen ellos.

“Usted no está obligado a cumplir los pactos y compromisos que no le favorezcan”. Esta recomendación la han cumplido a cabalidad en estos 65 años, durante los cuales han ido modificando su posición de acuerdo a sus intereses y según los cambios en el mundo.

“Legal es todo aquello que le reporte algún beneficio”. Nada es más verídico que esto, y se ajusta a todas las transformaciones ideológicas del fidelismo.

Muzaurieta, al advertir que “estos ejercicios no excluyen otros que dimanen de su natural impudor que le sea a usted característico”, dejaba así la puerta abierta para seguir añadiendo trapacerías y canalladas. De hacer esto los dirigentes del castrismo, pudieran formar una enciclopedia de veinte tomos, por lo menos.

Jorge Luis González
Cubanet, 20 de enero de 2024.

lunes, 11 de marzo de 2024

Cubadebate busca trabajadores

Atención todo el mundo, paren ahora mismo lo que están haciendo. El medio Cubadebate, hermano millennial del diario Granma, busca trabajadores para su plantilla. Si eres «un periodista apasionado y talentoso» o un «gestor de redes habilidoso», esta puede ser la oportunidad que esperabas. Tu gran momento, tu salto al estrellato.

La convocatoria dice que buscan personas altamente motivadas y comprometidas con la actualidad nacional e internacional y que posean «un enfoque creativo para contar historias». Sólo necesitarían presentar su currículum vitae y un dossier —en el caso de los periodistas— con cinco de sus mejores trabajos publicados. Siempre antes del 1 de febrero. Porque Cubadebate no puede pasarse el año recibiendo postulaciones. Imagínense, con la cantidad de gente que sueña trabajar ahí, si no ponen una fecha límite para analizar candidatos, tendrían que crear una plaza exclusivamente para esa función.

El salario será, nada más y nada menos, de cinco mil 60 pesos cubanos al mes, es decir, unos 18 dólares y 40 centavos, de acuerdo con la tasa de cambio que publica el medio independiente El Toque. Toda una pequeña fortuna con la cual podrías comprarte dos kilogramos de leche en polvo y algunas libras de azúcar. O diez libras de carne de cerdo. O una caja de pollo de 15 kilogramos, a la mitad con otro trabajador. O un poquito de esto y un poquito de aquello para comer como un príncipe por dos días o como un mendigo por una semana. Lo que comas el resto del mes no es asunto de Cubadebate.

Y olvídate de comprar productos de higiene. En serio, ¿qué tan necesario es lavarse la cabeza con champú? Mucho menos pienses en ropa y zapatos. Y si tienes hijos, o un par de viejos que sustentar, no sé. Haz magia. Siembra las morrocotas de Martí en una maceta, en tu pedacito, a ver si crece una mata de dinero, o inventa un estanque para criar tilapias o clarias o mosquitos en el patio de tu casa. Y si no tienes patio, en una palangana en el baño.

Pero hay algo que no te cuenta Cubadebate y te voy a contar yo, que hice prácticas estudiantiles -lo que se llama internship en Estados Unidos y pasantía en España- en buena parte de la prensa estatal durante los cinco años de mi carrera de periodismo en la Universidad de La Habana, desde 2007 hasta 2012. Además, luego cumplí la mitad de mi servicio social en la revista Bohemia, aunque primero pasé un mes y medio —sí, mes y medio— por Granma.

Lo que quiero contarte es lo siguiente: todo ese asunto de lo talentoso, el enfoque creativo y la vocación periodística, es mentira. Mientras más pronto se sepa esto, mejor. Digo más: en la reunión de bienvenida, si te contratan, los directivos van a decir que quieren cambios e iniciativas, ideas frescas, propuestas, historias de vida. Gente que asuma retos y también críticas, ¿por qué no? No hay que tenerle miedo a la crítica. Que ahora sí la prensa estatal va a ser lo que nunca ha sido, porque están las circunstancias idóneas, y la máxima dirección del país ha expresado su disposición a combatir el secretismo y apoyar a los periodistas. Lo otro, muy importante, es que la mejor forma de salirle al paso al enemigo y su despiadada guerra mediática contra Cuba es dando nosotros mismos el «palo periodístico».

Si eres una persona tan crédula, optimista e ingenua como fui yo en 2012, con 24 años, vas a pensar que, quizá, quién sabe, es posible cambiar las cosas desde adentro. Quizá hay que darle un voto de confianza al sistema de prensa estatal partidista. Quizá una puede lograr lo que no ha logrado ninguna de las generaciones de periodistas anteriores que han desfilado por los medios estatales: producir un periodismo riguroso de manera consistente. No me refiero a un reportaje aislado para presentar al Concurso Nacional de Periodismo 26 de julio porque habla de un problema social sensible, utiliza tres o cuatro técnicas narrativas y juega con la cadena, pero jamás con el mono, sino a una obra periodística que pueda ser considerada como tal en cualquier país del mundo.

A mi favor debo decir que en 2012 no había el mismo acceso a Intenet que existe en Cuba en 2024, y Facebook no se usaba para otra cosa que no fuera, por lo general, para encontrar un novio extranjero dispuesto a viajar a la isla a conocerte, comunicarte con tu novio cubano que se había ido al extranjero y prometió sacarte de la isla, o mantener la llama viva con el novio extranjero que encontraste en Cuba. Había gente que le daba otros usos, y gente que buscaba novias, pero hablo de mi entorno en ese entonces y, por supuesto, de mí. El punto es que por aquella época era más o menos normal que yo me entusiasmara con la palabra iniciativa. Siempre hubo gente con luz larga, adelantada, que supo renunciar muy pronto. No fue mi caso.

Yo empecé a sospechar poco a poco. Las prácticas estudiantiles me ayudaron a conocer la censura más allá de los testimonios de colegas y las lecturas de las investigaciones que se realizaban en la Facultad de Comunicación, pero no fue hasta que comencé a trabajar como periodista a tiempo completo que me convencí de la imposibilidad de cambiar algo. Que el sistema de prensa estatal partidista era, sencillamente, incompatible con el periodismo.

La primera evidencia la recibí el primer día de trabajo, 3 de septiembre de 2012, cuando me presenté en el periódico Granma para iniciar mi servicio social y el entonces director, Lázaro Barredo, ya fallecido, nos dio la bienvenida a los recién graduados con el discurso de la iniciativa. Un discurso bonito, bonito de verdad. Una escuchaba a Barredo hablar y no podía entender cómo era posible que el principal valor de uso del diario Granma en Cuba fuera sustituir al papel higiénico en los baños de viviendas, escuelas o centros laborales.

Sin embargo, si mirabas las caras de los periodistas que se habían graduado el año anterior, que también estaban presentes en la reunión, te dabas cuenta de que algo no encajaba. Ninguno dijo nada cuando Barredo concluyó su intervención de bienvenida motivadora y se apuraron sin más a regresar a sus puestos y rutinas. Solo una muchacha, en un acto inaudito de solidaridad, se acercó sin conocerme y me dijo bajito al oído que, en realidad, a Barredo lo que le gustaban eran las croquetas cubanas: mucha harina con poco contenido, y que si yo escribía un texto bueno, lo mandara mejor a otro medio más flexible, porque si Barredo lo recibía y lo censuraba, quedaba «quemado» y había que enterrar el texto para siempre.

Al mes y medio me trasladé para la revista Bohemia, donde la situación no era distinta, pero al menos tenía horario abierto y me sobraba tiempo para hacer otras cosas que me ayudaban a compensar mis frustraciones profesionales. Y ahí ocurriría mi ruptura con la idea inocente de que era posible cambiar las cosas desde adentro. No fue con una historia que me impidieron reportar. No fue con un texto que machetearon en una edición con criterios ideológicos. No fue con las reuniones en el Ministerio de Relaciones Exteriores donde los funcionarios explicaban a los periodistas de redacciones internacionales -como yo- la política oficial del país hacia otras naciones o conflictos, para que nosotros pudiéramos funcionar como voceros suyos, como diplomáticos, y reprodujéramos esa línea oficial en nuestros trabajos. No fue ni siquiera con las «Orientaciones a la prensa del Comité Central del Partido Comunista de Cuba», que se imprimían en rotativas de cinta y se pegaban en las redacciones para que las viéramos siempre.

Mi ruptura ocurrió en las reuniones de periodistas en las que se hablaba, una y otra vez, de los problemas del gremio en el país y de los problemas del país. Hubo una, idéntica a todas, en la que no pasó nada y pasó todo, precisamente porque no pasó nada. Lo que sí pasó es que yo de repente miré a mis colegas mayores de 50 y 60 años, diciendo lo mismo que yo había leído que decían al menos desde los años ochenta, en grandes congresos del «ahora sí», y me espanté. Me espanté cuando me di cuenta de que esa podía ser yo en 20 o 30 años. En ese momento entré en crisis, me fui a un centro de investigaciones, lejos de los medios estatales, y en 2015 me volví periodista independiente.

Si algo no negaría es que los medios estatales han sido grandes canteras del periodismo independiente. Eso hay que concedérselos. Han sido espacios excelentes para aprender todo lo que el periodismo no es. Pueden ser igual de útiles que los malos amores, que llegan nada más que para enseñarte qué es lo que no quieres para tu vida, si sabes retirarte a tiempo. Entonces, tal vez, no sea tan mala idea postularse, incluso con vocación periodística. Y si no la tienes, mucho mejor. Más sano. Cubadebate será, sin mayor dramatismo, un trabajo igual de mal pagado que cualquier otro trabajo estatal con conexión a Internet.

Mónica Baró
Texto y foto: El Estornudo, 26 de enero de 2024.

lunes, 4 de marzo de 2024

Cuba: el presente da miedo, el futuro asusta


Después que el destartalado camión volcara los desechos en el vertedero de la Calle 100, Marianao, municipio al suroeste de La Habana, cuatro hombres y dos mujeres comienzan a hurgar entre la inmundicia en busca de comida o cualquier cosa que sirva para reciclar. De lejos parecen figuras fantasmagóricas que se desplazan en silencio rodeados por una montaña de basura.

Justiz, uno de los que allí suele recoger desechos, tiene el rostro hinchado, los brazos extremadamente delgados, el pelo grasiento y ensortijado y la piel amarillenta inconfundible de los alcohólicos. Necesita con urgencia un baño con agua y jabón. Viste una mugrienta camisa de mangas largas y tenis deportivos sucios y remendados. Cuando habla, se siente el aliento del ron peleón, una combinación de alcohol casero filtrado con carbón industrial: el trago habitual de los más pobres entre los pobres en Cuba.

En su opinión, hurgar en la basura puede ser un buen negocio. “Quizás no se sepa, pero la basura es tremendo negocio en el capitalismo, donde hay gente que se hace millonaria”, dice Justiz, mientras registra un nailon negro de vísceras de cerdo del cual salía un hedor espantoso.

Y cuenta que hace cinco años, en el vertedero de la Calle 100 botaban trozos de lomos de cerdo y pollos enteros que estaban descompuestos. "Lo lavabas bien con agua y sal, le quitabas el mal olor y listo para cocinar. También encontrabas equipos electrónicos que aún funcionaban y se le sacaba mucho dinero. Ahora apenas encuentras basura útil para tantos 'buzos' (los que hurgan en contenedores de basura). Conozco a profesionales que la jubilación no les alcanza y registran latones de basura, sobre todo en Nuevo Vedado y Miramar. En esos lugares, el fin de año botaron sobras de cerdo y pavo y restos de turrones. Lo que hay que tener es paciencia. Y suerte, claro".

Habaneros como Justiz no siempre comen caliente una vez al día. Residen en covachas improvisadas en las afueras de la capital y en ocasiones son alcohólicos, drogadictos, padecen disturbios mentales o proceden de familias desestructuradas. Dayana tuvo una infancia feliz hasta que murió su madre. "Entonces comenzó mi calvario. Un pariente me violaba y luego me sacó de la casa. Era bonita y de buen cuerpo. Pero el alcohol y la mala vida me han pasado la cuenta”, confiesa. Y se tira a dormir encima de unos cartones en un portal de La Víbora, barriada al sur de la ciudad.

Justiz y Dayana coinciden que en los últimos tres años comer se ha convertido en un lujo para los 'deambulantes', término utilizado por los medios estatales al referirse a mendigos, pordioseros y personas sin techo que hoy se encuentran en casi todas las provincias.

“Si para quienes trabajan y tienen casa es un dolor de cabeza conseguir un plato de comida, imagínate para nosotros, que dormimos en las calles y portales. Ya casi nadie bota sobras de alimentos. Y la comida que te dan en los comedores pertenecientes a la asistencia social es poca, mala y cara y no siempre nos alcanza el dinero. Muchos nos tratan como si fuéramos animales. Y al Estado no le importamos”, dice Justiz.

A Gerald, dependiente en un agromercado, más que la crisis económica y la creciente inflación, le preocupa cómo la sociedad cubana ha ido perdiendo los valores cívicos. “Es alarmante ver a niños y ancianos que se prestan para robarte. A mi tarima vienen todos los días unos cuantos viejos y chamacos que aparentan estar mirando las viandas y al menor descuido se llevan plátanos, guayabas, tomates, lo que sea. Otros no roban, pero me piden que les regale los productos que están a punto de podrirse. A veces son personas decentes y preparadas. Si el gobierno sigue apretando la soga, Cuba se convertirá en una nación de hambrientos, rateros y pedigüeños. Nunca pensé que viviría situaciones tan extremas. Ya lo dijo la Biblia, se verán horrores”.

José Carlos, ingeniero, considera que la podredumbre moral y falta de educación es un reflejo de una sociedad que está en caída libre. “Esta regresión comenzó con la desaparición de la Unión Soviética. La Venezuela de Hugo Chávez frenó en algo el retroceso con los subsidios petroleros y miles de millones de dólares que el gobierno cubano despilfarró y apenas invirtió en obras públicas. La industria se descapitalizó y la mayoría de las producciones, cosechas agrícolas y elaboraciones de alimentos han retrocedido o están paradas. Cuba sobrevive gracias al dinero que le dejan de pagar a los médicos en el exterior y las remesas de los antiguos gusanos. A los emigrados hay que erigirles una estatua y ponerla en la antigua Plaza Cívica. El panorama es cada vez peor porque no existe un líder capaz de revertir la situación. GAESA y los militares son los que gobiernan en la sombra. A Díaz-Canel lo han puesto para administrar la isla junto a una caterva de burócratas, corruptos y mediocres. No sé de qué forma los cubanos vamos a salir de esta desgracia. Si la situación no cambia, moriremos de hambre”.

Cuando usted conversa con cualquier ciudadano en la calle, percibe una sensación de rabia, impotencia, frustración. Sandra, peluquera, reconoce que ya no soporta vivir en Cuba. “Tantas mentiras del gobierno no auguran un futuro esperanzador. Soy religiosa y a veces creo que es un castigo de Dios, y me pregunto qué hemos hecho los cubanos para merecer tan mala suerte. Si no emigro pronto me vuelvo loca”.

Ogrescar, profesor jubilado, piensa que cada pueblo tiene lo que se merece. "Le dimos un cheque en blanco a unos sinvergüenzas y ahora lo estamos pagando. No hemos tenido el valor ni el decoro de reclamar nuestros derechos y expulsarlos del poder. La gente se siente traicionada, engañada, estafada. Cuba se ha convertido en una selva donde solo sobreviven los más fuertes. Siento pena por los millones de ciudadanos que aplaudimos a Fidel Castro, yo incluido. Nos toca jodernos y rezar, a ver si un milagro nos quita a esta gentuza de encima”.

Miguel, emprendedor privado, subraya que mientras “la gente pueda emigrar, no va a salir a la calle a exigir cambios políticos, económicos y sociales. Vamos camino de ser la Corea del Norte del Caribe. De llegar a ese extremo, necesitaríamos una intervención humanitaria de la ONU”.

Nueve de cada diez encuestados opinan que el nuevo paquetazo 'socialista' aprobado por el régimen provocará otra ola inflacionaria y empobrecerá todavía más a los cubanos de a pie. Si el presente de Cuba da miedo, el futuro asusta.

Iván García
Video: Realizado por el youtuber habanero Rockeando con Dyango.

domingo, 25 de febrero de 2024

Represión, lo que mejor funciona en Cuba

Cada vez es más difícil hacer periodismo independiente y activismo opositor en la Isla porque el acoso sistemático de la Seguridad del Estado ha provocado una oleada migratoria de disidentes que huyen de la represión o de una probable sanción penal.

En sus cinco años de mandato, Miguel Díaz-Canel no ha sabido encontrar soluciones a la profunda crisis económica y estructural del anacrónico modelo comunista en Cuba, donde todos los rubros productivos decrecen y los servicios básicos están en quiebra, pero ha sido efectivo en desmantelar la oposición y el periodismo sin mordaza.

Ni siquiera Fidel Castro, quien en la Primavera Negra de 2003 encarceló a 75 opositores pacíficos, pudo silenciar la disidencia y la prensa sin mordaza. Cuatro años después de aquella razia represiva, los reporteros Juan González Febles y Luis Cino comenzaron a imprimir en La Habana Primavera Digital, un periódico abiertamente anticastrista. Y Yoani Sánchez organizó una blogosfera contestataria. Después, Yoani y su esposo Reinaldo Escobar fundaron 14ymedio, convirtiéndose en precursores de un nuevo tipo de periodismo digital hecho en Cuba.

Simultáneamente, se incorporaron jóvenes intelectuales y artistas disidentes como Antonio Rodiles, Claudio Fuentes, Lía Villares, Claudia Cadelo, Gorki Águila y Omni Zona Franca, entre otros, que renovaron la oposición local. Un grupo de abogados liderados por Laritza Diversent y Julio Ferrer, se sumaron a juristas fundadores de la Corriente Agramontista, como René Gómez Manzano. Los abogados al margen del control estatal trazaron una estrategia que permitió combatir al régimen con el uso de sus propias leyes. También, abrieron oficinas de asesoría legal gratuita para los ciudadanos y marcaron un precedente al participar en foros internacionales donde denunciaban a la dictadura.

Diversent y otros abogados diseñaron una metodología que posibilitó que las flagrantes violaciones de los derechos humanos del castrismo se escuchara en tribunas foráneas. Todo ello contribuyó a que la disidencia se diversificara y surgieran espacios dentro de una incipiente sociedad civil autónoma. La comunidad LGBTI, cineastas y artistas descontentos con el gobierno igualmente reclamaron una apertura democrática.

El periodismo independiente se fortaleció. Una camada de excelentes periodistas recién graduados de la Universidad de La Habana como Elaine Díaz, Carlos Manuel Álvarez, Abraham Jiménez, Mónica Baró, Darcy Borrero y José Jasán Nieves elevaron la calidad del gremio. Nacieron varios medios digitales como Periodismo de Barrio, El Toque y El Estornudo, entre otros.

Contrario al pensamiento único del régimen, en la oposición hubo espacio para todos. Desde el veterano socialdemócrata Manuel Cuesta Morúa y un liberal como Antonio Rodiles hasta un neo comunista al estilo de Harold Cárdenas. La profesora universitaria Alina Bárbara López, el escritor y humorista Jorge Fernández Era y los estudiantes universitarios Leonardo Romero Negrín y Alexander Hall defendían, y defienden, la tesis de un socialismo democrático y plural.

En medio de la represión y el acoso, que nunca se detuvo, llegué a tener una red de personas que utilizaba de fuentes en temas como la prostitución, las drogas, la corrupción institucional y los incipientes carteles mafiosos que se fueron perfilando en turismo y comercio interior.

Existían comunicadores y periodistas alternativos por todo el país, que cuando viajabas a hacer un reportaje en alguna provincia, te acogían en sus casas. La vez que realicé una cobertura informativa en el oriente de la isla, Rolando Rodríguez Lobaina, fundador de la Alianza Democrática Oriental y director de Palenque Visión, agencia de audiovisuales que llegó a tener casi 200 personas, me ofreció alojamiento y comida en su domicilio de Guantánamo.

Aunque las detenciones arbitrarias y las amenazas de cárcel de la policía política continuaban, colegas de la prensa independiente habíamos creado mecanismos que burlaban la censura informativa. Todo eso cambió a partir del verano de 2019. Se recrudeció la represión y decenas de activistas y periodistas fueron forzados al exilio. Era un ultimátum: emigración o cárcel.

Una dictadura incapaz de producir alimentos, que no ha podido evitar el deterioro de sectores que eran el orgullo de Fidel Castro como la educación y salud pública, donde casi un 10 por ciento de la población ha emigrado en la última década, ha sido eficaz en desmontar la oposición y acallar a quienes opinan diferente dentro de Cuba.

El país es un manicomio. La gente sobrevive como puede. Pero al Departamento de Seguridad del Estado no le faltan recursos ni financiación. Su capacidad operativa para amedrentar a la población sigue intacta. Los actuales oficiales de la policía política tienen una preparación deficiente. Es fácil pisotearlos intelectualmente en un debate serio. Pero el régimen cuenta con una aceitada maquinaria jurídica y represiva que todavía infunde miedo a muchos ciudadanos, disidentes o no.

Y los cubanos no tienen vocación de héroe ni madera de mártir. Ante la posibilidad de una sanción penal, la opción es emigrar. Ha habido casos de disidentes y periodistas independientes que han renunciado a su labor contestataria por las presiones de los servicios especiales.

Otros como Luis Manuel Otero, en huelga de hambre, Maykel Osorbo, que se cosió la boca en señal de protesta, José Daniel Ferrer, Lázaro Yuri Valle Roca, Félix Navarro y su hija Sahily, son seis de los más de mil prisioneros políticos que cumplen injustas sanciones penales.

El periodismo independiente está en mínimos, igual que la disidencia, que nunca tuvo poder de convocatoria entre la población, debido a que la Seguridad del Estado se encargó de dinamitar los puentes y aislar a los ciudadanos de los opositores, valiéndose de diversos métodos. No solo expulsaban del trabajo a un disidente también presionaban a familiares y amigos para que rompieran relaciones con ellos.

La periodista Camila Acosta es un buen ejemplo de esa táctica de tierra arrasada que utiliza la policía política. Intentaron dividir a sus padres, abuelos y amigos con descalificaciones y mentiras. Han tratado de asesinar su reputación. Recientemente, la televisión estatal la calificó de ‘terrorista’. Su único delito: escribir sin mandato.

Los próximos años se vislumbran muy duros para la disidencia interna. Los que emigran ni siquiera pueden acceder a programas de refugiados políticos. El de la Embajada de Estados Unidos no está funcionando desde 2016 a raíz de los presuntos ataques sónicos a sus diplomáticos en La Habana. Tampoco funciona el programa de cursos y becas que beneficie a hijos y nietos de opositores. Y las embajadas occidentales son tan rigurosas en sus requisitos para aprobar el estatus de refugiado político, que los disidentes forzados al exilio optan por la emigración irregular.

La buena noticia es que en los últimos dos años hay una revolución ciudadana en marcha en Cuba que ha desplazado a la oposición tradicional. El descontento popular, debido a la pésima gestión gubernamental y los deseos de un cambio democrático se han convertido en un reclamo de los cubanos de a pie.

La mayoría de los nuevos presos políticos no eran activistas ni opositores. Eran estudiantes, profesionales y trabajadores cansados de vivir en la pobreza, con una sola comida al día y un futuro rodeado de signos de interrogación. Tampoco sus familiares eran opositores.

Cada año que pasa la longeva autocracia verde olivo es más torpe. El sistema no funciona. Está roto. A golpe de represión pueden encarcelar y estimular la emigración de cientos de miles de cubanos. Pero la vida es un ciclo. Y tarde más o menos, el final siempre llega.

Iván García
Foto: El periodista independiente Boris González Arenas, arrestado durante una manifestación de apoyo al movimiento LGTBI realizada en La Habana el 11 de mayo de 2019. Tomada de Martí Noticias.

domingo, 18 de febrero de 2024

"Muchos cubanos no quieren saber de Fidel Castro"

A las nueve de la noche del sábado 12 de agosto de 2023, cuando una multitud se concentraba en la Plaza Roja de La Víbora, al sur de La Habana, para ver el concierto de David Blanco, de repente comenzó a llover y la gente corrió a refugiarse en los portales cercanos.

A la entrada de la explanada, delimitada por barandas metálicas, una docena de policías chequeaban a las personas con dispositivos electrónicos para que nadie entrara con armas blancas o botellas de cristal. En las calles aledañas, fueron parqueados dos camiones con refuerzo policial. En dos quioscos ambulantes se vendía cerveza importada entre 145 y 180 pesos y entrepanes a más 250.

El bailable, según la prensa estatal, era para conmemorar el 97 natalicio del dictador Fidel Castro. “Además de las actividades organizadas por las direcciones de los partidos provinciales y nacional, a los directivos de los partidos municipales les orientaron que prepararan fiestas, ferias gastronómicas o agropecuarias y otras actividades, de acuerdo al presupuesto local. No hay prespuesto para reparar las calles ni eliminar los salideros de agua, pero para recordar la muerte de Fidel aparece el dinero debajo de la tierra. Solo en pagar los honorarios de David Blanco y sus músicos se gastaron más de 200 mil pesos”, cuenta a Diario de Cuba un funcionario del partido comunista.

Cuando escampó y tras cinco horas de concierto y música grabada, matizadas con las broncas de siempre, la policía detuvo a más de 200 personas. “Se los llevaban en ómnibus. No hay guaguas para el transporte urbano, pero en estos fetequnes aparece el combustible”, comentó el custodio de una escuela cercana a la Plaza Roja.

Al amanecer del domingo 13 de agosto, mientras los operarios limpiaban, recogían las latas vacías de cerveza y desmontaban los tenderetes portátiles, varios camiones cargados con viandas y frutas parquearon en la Plaza Roja. Enseguida se armó una cola. “Señores, no empezamos a vender hasta las siete de la mañana”. La gente preguntaba por el camión de las carnes, de puerco o pollo.

“¿Y la proteína que volá?”, indagaba Mario, jubilado, con su jaba al hombro. Lo más parecido a la carne que se vendió fueron huesos de cerdo y un picadillo con olor repugnante que ni siquiera los expendedores podían confirmar su procedencia. “Estoy seguro es que de origen animal”, dijo un vendedor. “A la gente no le importaba si era de pollo o de búfala. El picadillo voló. Por el camino que vamos, si Díaz-Canel sigue al frente del país, nos comeremos unos a los otros”, contaba un vecino del barrio que no pudo comprar nada.

Idania, ama de casa de 65 años, tampoco alcanzó nada en la feria en saludo al cumpleaños del difunto. Con un calor de espanto salió a comprar pan y ver si conseguía una mano de plátanos de fruta para sus nietos. “La cola del pan estaba perretúa. Compré dos flautas del pan caro, a 80 pesos cada barra. Un aguacatico chiquitico me costó 120 pesos en el agro, platanitos no había. Todo el mundo andaba con cara de malo. Nadie se acordó del cumpleaños de Fidel. Los cubanos no quieren saber de él . Esa campaña es cosa del periódico Granma y el noticiero de televisión. Mencionarle al susodicho a los cubanos de a pie se ha convertido en un signo de mala suerte”.

Desde dos semanas antes del 97 natalicio de Castro, los medios oficiales iniciaron su barraje propagandístico. Al mejor estilo de Corea del Norte. Según Elsa, oficinista de una empresa electrónica, “tuve que actualizar el mural con fotos y frases del comandante sobre nuestro sector. Le dije a mi jefe, ‘qué rayos podía saber Fidel de electrónica’ y me respondió: 'Muchacha, eres muy joven. El hombre sabía de todo, desde ganadería hasta meteorología. Pensé que era una broma”.

En un parque del municipio Diez Octubre, sin previo aviso, en la mañana del 12 de agosto dos payasos con sus ropas de colorines y zapatones grotescos dieron un espectáculo gratis para los niños de la zona. “Fue muy gracioso, pues cuando el payaso contó que esa fiesta era por el día internacional de la juventud y el natalicio de Fidel, muchos niños pensaron que el payaso se llamaba Fidel”, cuenta una madre.

Ese mismo día, a las diez de la mañana, el amanuense Alberto Alvariño presentaba el libro Una deuda impostergable, un homenaje literario al autócrata cubano. El sitio escogido fue el Centro Fidel Castro, antigua mansión situada en El Vedado que ocupa una manzana completa y cuya remodelación habría costado más de 20 millones de dólares. Relativamente cerca del lugar, en una sala del Memorial José Martí, uno de los mandamases del partido comunista, Roberto Morales Ojeda, presidió la inauguración de la exposición 'Las manos de Fidel'.

El surrealismo no se detuvo. Santeros y devotos leales al régimen hicieron una misa recordando ‘al máximo líder’. Aunque para la mayoría de la población Castro ya es pasado, las autoridades intentan ‘perpetuar en la memoria del pueblo su grandeza’.

Leyanis, 21 años, explica que cuando empezó a razonar y pensar, ya Fidel se había retirado. "Veo sus imágenes en la televisión y me resulta patético, con esa ropa militar tan calurosa. Sus discursos con el pueblo aclamándolo me recuerdan los documentales de Hitler en Alemania. Los últimos videos que vi de Fidel eran de un viejo decrépito. Entiendo que sus familiares y partidarios deseen venerarlo. Pero con la que está cayendo en Cuba, donde cada vez vivimos peor, esa exaltación a toda hora le desagrada a mucha gente”.

Los nuevos administradores del país aún no ha aprendido a gobernar con criterio propio. Andan con el cadáver de Fidel Castro a cuestas, en un intento por camuflar su mediocridad política. La evocación constante a Castro y el derroche de dinero del erario público en campañas de propaganda, provoca molestias en amplios segmentos de la población.

“Si un tipo que lleva casi siete años muerto es la referencia de lo debemos hacer, entonces es mejor que el gobierno renuncie. Sin comida, sin dinero ni medicamentos, es muy difícil inmortalizar a Fidel”, expresó un señor que llevaba tres horas en la cola de un cajero en un banco habanero. Lo más sensato es dejarlo descansar y reconstruir el desastre que generó.

Iván García
Foto: Una calle en Cuba. Tomada de la web de RTVE.

domingo, 11 de febrero de 2024

11-J, inicio de una revolución ciudadana en Cuba

Todo el mundo en Cuba recuerda que estaba haciendo la mañana del domingo 11 julio de 2021, cuando en el poblado de San Antonio de los Baños, a 37 kilómetros, al oeste de La Habana, cientos de personas comenzaron a protestar reclamando libertad, comida y servicios públicos eficientes.

Sergio, un residente de la zona que participó en la marcha, cuenta a Diario Las Américas que “la protesta fue espontánea, nadie la convocó. Se venía cocinando días antes. Ya desde el viernes 9 un grupo de personas fueron a la sede del partido comunista del municipio a pedir una mejor asistencia médica para enfrentar el Covid, se solucionaran los problemas del abasto de agua, los contínuos apagones y la distribución de medicamentos y alimentos. Ningún funcionario del partido nos atendió. San Antonio parecía una zona de guerra. Hambre y necesidades por todas partes”, afirma y concluye:

“Y debido a la inflación que provocó la errática Tarea Ordenamiento implementada por el gobierno para supuestamente revalorizar la moneda nacional, los precios se habían disparado. El domingo 11 de julio, desde las nueve de la mañana, en el parque principal del pueblo, ya había pequeños grupos de personas descontentas. Nadie pagó a los que protestamos, tampoco fuimos influenciados por cubanos de Miami. Antes de salir a protestar, la gente se había quejado en las instituciones del Estado. Pero no cogían ni el teléfono. O te caían a mentiras. La génesis de la protesta en San Antonio fue por la mala gestión del gobierno local en el enfrentamiento de la pandemia, el alto costo de la vida y el cansancio de vivir en un sistema roto”.

A las diez de la mañana de ese día, decenas de personas caminaban por las calles del poblado exigiendo una mejor gestión pública y coreando consignas contra el gobernante Díaz-Canel. Los vecinos grababan con sus teléfonos móviles la protesta de ciudadanos iracundos. Pero a Yoan de la Cruz, 21 años, se le ocurrió trasmitir por Facebook Live la marcha.

“Vamos a caminar to’el mundo. Vamos a caminar poripallá. A gritar to’el mundo. Ahí, cojones”, se escuchó decir en el video. De pronto entra en pánico. Y borra el audiovisual. Pero ya era tarde. Miles de personas en Cuba y en el extranjero lo habían compartido. Después del mediodía el video era viral. Ese y otros videos generaron, por efecto dominó, que en más de 60 ciudades de la Isla miles de ciudadanos salieran a la calle a protestar contra el régimen. Yoan presagió lo que le pasaría.

“Creo que me van a meter preso mamá”, dijo de la Cruz cuando entró a casa nervioso, y de un tirón cerró la puerta. La madre, Maribel, intentó calmarlo. “A nadie lo meten preso por hacer un video”. No se equivocó Yoan. El viernes 23 de julio, a las cinco de la tarde, la patrulla policial número 151 se estacionó frente a su casa. “Coge tu celular y monta”, ordenó uno de los policías. Yoan obedeció sin resistirse.

A fin de cuentas, durante doce noches había vivido esa escena, una y otra vez, en su cabeza, describió el periodista independiente Darío Alemán en una crónica publicada en el sitio digital Yucabyte. Tres meses después, la Fiscalía lo acusó por presunto desacato y le pidió ocho años de cárcel. El único delito de Yoan fue grabar una manifestación que apenas estuvo dos horas en Facebook.

A más de 800 kilómetros al este de San Antonio de los Baños, en el municipio Palma Soriano, provincia Santiago de Cuba, Sheila, madre de dos hijos, se estaba lavando la cabeza cuando su esposo entró gritando al baño y le dijo: 'Nena, se jodió esto, en San Antonio y otros lugares la gente se ha tirado pa’la calle'. Ella recuerda que eran las doce y pico del mediodía. "Me enrollé una toalla en la cabeza y salimos a la calle con mi cuñada, mi esposo y los dos muchachos. Nadie nos vino a buscar para que protestáramos. Ni siquiera éramos disidentes. La dura realidad fue las que nos hizo oponernos al gobierno. La situación era, y es, muy dura. Dos años después de las marchas las cosas están peor. Los alimentos cuestan tres veces más caros y los salarios no alcanzan”.

A pocos kilómetros de Palma Soriano, en la ciudad de Santiago de Cuba, una gran cantidad de hombres y mujeres caminaba por una avenida rumbo a la Plaza de Marte, sede del partido provincial, voceando Patria y Vida, Libertad y Díaz-Canel Singao. En Holguín, Las Tunas, Camagüey, Santa Clara y Matanza miles de ciudadanos se habían sumado a las protestas. La Habana, con sus más de dos millones y medio de habitantes, no fue de las primeras en salir a las calles.

Sobre las dos de la tarde Luis Manuel Otero, artista visual disidente, me envió un WhatsApp: “Voy para el Capitolio. No puedo estar en mi casa mientras la gente se tira a la calle pidiendo libertad”. Otero fue detenido antes de llegar al Capitolio. Las protestas se replicaron en casi todos los municipios habaneros. Las más numerosas fueron en Centro Habana, Cerro, Diez de Octubre y Arroyo Naranjo.

Nieves, 36 años, estaba viendo la final de la Eurocopa de fútbol cuando escuchó los gritos de un gentío caminando por la Calzada Diez de Octubre rumbo a Vía Blanca. “Eran miles de personas que venían de Luyanó, San Miguel de Padrón, Mantilla y hasta del Cotorro. Vivo a pocas cuadras de la Esquina de Toyo, que fue donde se armó la gorda. La protesta era pacífica. Gritábamos contra el gobierno y principalmente contra Díaz-Canel. Había una buena onda. Personas que no nos conocíamos compartíamos un poco de agua y conversábamos entre nosotros como si nos conociéramos de toda la vida. En el cruce de Toyo con la Calzada de Luyanó fue que empezó el jaleo”, dice y añade:

“La policía no nos dejaba pasar. Ya para esa hora, pasada las tres de la tarde, comenzaron a llegar los antimotines en unos camiones enormes, con unos guardias que eran unos desalmados. Avanzaban por la Calzada de Diez de Octubre disparando a la muchedumbre para que le gente se dispersara. Al principio pensé que eran balas de salvas o de goma. Hasta que vi la humareda y un par de heridos. Ahora las autoridades hablan de la violencia de los manifestantes por haber volcado dos carros de patrullas y tirar algunas piedras contras las tiendas MLC que son muy impopulares. Pero ocultan que le tiraron al pueblo con arma de fuego. Eso nunca se lo voy a perdonar al gobierno”.

Osiris Puerto Terry, 50 años, recibió tres disparos a bocajarro por parte de un oficial de la policía especializada. A continuación su relato:

“Resido a pocas cuadra de Toyo. Estaba compartiendo con unos amigos cuando comienzan las protestas. Dejo el teléfono móvil y la bicicleta en casa de un vecino, pues la cosa estaba caliente. Llegando a la esquina de Santa Emilia y Diez de Octubre, había un grupo de manifestantes, cruzo la acera del enfrente para, bordeando los portales, dirigirme a mi casa. Cuando voy a cruzar la calle viene un grupo de policía que estaban disparando con armas de fuego a la población. Me escondo detrás de una columna, cuando un oficial me hace el primer disparo, que rebota en la columna. Un vecino me abre la puerta del edificio donde intentaba buscar refugio. Cuando yo voy a entrar el policía hace un segundo disparo que me impacta en el pie derecho, arriba de la tibia, casi llegando a la rótula de la rodilla.

"Me caigo en el piso, no puedo pararme, y el oficial realiza un tercer disparo que me da en la espalda. Comienzo a pedir auxilio y una vecina del edifico sale y dice: ‘es Osiris el que está tirado allí’. Entonces dos hombres me socorren, bajo la balacera, me dan los primeros auxilios y me llevan para adentro del edificio. Estaba soltando mucha sangre por la espalda. Y un dolor como si me quemara. Coquín, como le dicen al vecino que me socorrió, me tapa la herida y me monta en un carro para llevarme al hospital Calixto García. Antes de entrar al hospital, los policías que estaban allí me dieron golpes, y cuando llega los médicos y cirujanos del grupo número cuatro que ese día once de julio estaba de guardia, le preguntan: ‘¿van a salvar al contrarrevolucionario ese?”.

Al día siguiente un policía ultima de un disparo por la espalda a Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años, vecino de La Güinera, barriada al sur de La Habana. Para sofocar las protestas el régimen desató una minuciosa represión. Los que protestaban fueron apaleados por grupos paramilitares afines a la dictadura. Según Cubalex y Justicia 11J, el número de detenidos fue de 1,484. La mayoría jóvenes, también varios menores de 17 años, un grupo de mayores de 60 años y un centenar de mujeres. Alrededor de la mitad de los detenidos el 11-J, que recibieron excesivas sanciones (entre 5 y 20 años de prisión), permanecen encarcelados.

Han transcurrido dos años del 11-J. Las causas que las originaron no solo se mantienen, se han agravado. La solución al descontento ha sido emigrar. Más de 400 mil cubanos se han marchado del país desde 2021. Y otros 380 mil han hecho trámites para viajar a Estados Unidos por un parole humanitario. A pesar de intensificarse el hostigamiento contra los que critican al régimen en las redes sociales o lideran protestas en sus barrios y pueblos, el malestar ciudadano ha aumentado.

Después del 11J se han sucedido 236 manifestaciones en toda la isla, 33 de las cuales han ocurrido en junio de 2023. Sin un liderazgo visible, pues una cifra considerable de opositores y activistas han sido forzados al destierro por el régimen, la revolución ciudadana que comenzó el 11 de julio de 2021 no ha podido ser sofocada. Los cubanos de a pie perciben que algo va a pasar. Es cuestión de tiempo.

Iván García
Foto: Manifestantes frente al Capitolio Nacional en La Habana, el domingo 11 de julio de 2021. Tomada de The Atlantic.

lunes, 5 de febrero de 2024

La gente de los derechos humanos en Cuba

Cuarenta y un años después que Ricardo Bofill Pagés y Martha Frayde fundaran el Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH), en el otoño de 2017 conversé con la periodista independiente Tania Díaz Castro en su casa del reparto Jaimanitas, al oeste de La Habana.

“Yo me integro en 1987. Bofill contaba que él y su pequeño grupo fundaron el Comité el 28 de enero de 1976, como homenaje al natalicio del Apóstol, en el domicilio de la doctora Martha Frayde, en el Vedado. Por ironías del destino, esta inolvidable y valerosa mujer había sido amiga personal de Fidel. Poco tiempo después, Martha, Bofill, Adolfo Rivero Caro, Elizardo Sánchez, Edmigio López y Enrique Hernández, entre otros fueron a parar largos años a la cárcel, por distintas acusaciones, inventadas, como era y es costumbre del castrismo. Así respondió el 'comandante' a la solicitud de aquellos intelectuales a una revisión de la situación de los derechos humanos en Cuba”.

“En un momento dado fui una especie de secretaria de Bofill. En mi casa de Centro Habana recibía una decena de denuncias diarias de personas a las cuales las instituciones del régimen transgredían sus derechos. En 1987, junto a Bofill, Rivero Caro y Samuel Lara, fuimos al hotel Comodoro a reunirnos con una comisión de la ONU, que la dictadura autorizó a visitar Cuba, para exponer nuestras denuncias. De forma espontánea, en las afueras del hotel, habían más de mil ciudadanos que se llegaron hasta allí a entregar sus acusaciones, a pesar de que en esos años la represión era feroz”, rememoraba Díaz Castro.

En su opinión, Ricardo Bofill y Armando Valladares, “fueron piezas claves para que el tema de las violaciones de los derechos humanos por parte del régimen fuera conocido en el mundo. Ellos y otros, plantaron la semilla que luego ha germinado en cientos de periodistas, activistas y grupos independientes de la sociedad civil cubana”. Seis años después de aquella conversación, Tania Díaz Castro, espera la muerte rodeada de libros, recortes de periódicos viejos y media docena de gatos. Vive de las ayudas y la caridad de parientes y amigos del exilio.

En el verano de 2016 visité a Ricardo Boffil Pagés en su casa de la Pequeña Habana, en Miami. Sus amigos me alertaron que ya estaba muy mal de salud. Encontré frente a mí a un anciano nervioso y frágil con la mirada perdida. Cuando lo abracé comenzamos a llorar. El 12 de julio de 2019 falleció a los 76 años, pobre y olvidado.

La trayectoria de Ricardo Bofill, entrando y saliendo de prisiones de máxima seguridad sin renunciar a sus ideas, confirmó que los individuos, a contrapelo de lo que afirma la desprestigiada ideología comunista, sí juegan un papel clave en la historia. Las duras cárceles de la Isla no fueron una novedad para Bofill, profesor universitario de Filosofía. Estuvo preso desde 1967 hasta 1972, tras ser enjuiciado en el proceso conocido como la 'microfacción', que permitió a los hermanos Castro aniquilar a un grupo de viejos comunistas acusándolos de connivencia con Moscú y propaganda enemiga.

Cuando Bofill comenzó a denunciar las groseras violaciones a las libertades políticas y de expresión por parte de la autocracia verde olivo, el apoyo al régimen era mayoritario en Cuba. La población conocía muy poco de la intervención de Castro en la guerra civil de Angola ni el envío de una brigada de tanques rusos a Siria durante la batalla de Yom Kippur contra Israel.

El principal aporte de Ricardo Bofill al pensamiento político cubano fue diseñar y asumir una resistencia pacífica frente a la dictadura, cuando aún los familiares de las víctimas lloraban a sus parientes fusilados en La Cabaña. “Hay que acabar en Cuba con la tradición del ojo por ojo, diente por diente”, solía repetir el activista a todo el que quisiera escucharlo.

Me cuentan sus allegados que en la prisión Bofill conoció de primera mano los atropellos contra las personas que pensaba diferente del guión oficial. Estaba convencido que más tarde o más temprano, la democracia aterrizaría en la Isla. El régimen intentó linchar su reputación con una feroz campaña mediática que resultó contraproducente: los cubanos de a pie supieron que habían hombres y mujeres, aislados y perseguidos, que acopiaban denuncias de los abusos del Estado y las distribuían en las agencias de prensa extranjera y embajadas occidentales.

También repartían de forma clandestina la Declaración Universal de los Derechos Humanos (aunque Cuba es una de las naciones que firmó la Declaración en 1948, actualmente es ilegal su posesión y distribución). En la calle, a ese grupo de activistas se les conocía como ‘la gente de los derechos humanos’

Bofill fue un precursor. La oposición pacífica en la Isla no ha podido ser aniquilada a pesar del éxodo de disidentes y activistas y las razias represivas de la policía política. El activismo a favor de la democracia y el respeto por los derechos humanos llegó para quedarse en Cuba. Fidel Castro pudo derrotar militarmente a la brigada de Bahía de Cochinos y las guerrillas anticomunistas que se alzaron en el macizo montañoso del Escambray. Pero no pudo acallar a la disidencia.

Es cierto que la oposición no tiene el poder de convocar a miles de personas para protestar en las calles o iniciar una huelga general como hizo el grupo de Solidaridad de Lech Walesa en la Polonia socialista. Pero ha tenido éxitos silenciosos. Antes que el régimen diseñara reformas económicas, la ilegal oposición ya demandaba aperturas de pequeños negocios y la derogación del absurdo apartheid en el ámbito informativo, tecnológico y turístico que convertía al cubano en ciudadano de tercera categoría.

Ningún intelectual o amanuense estatal alzó su voz exigiendo reformas. Nadie dentro del gobierno se atrevió a escribir un artículo pidiendo transformaciones inmediatas de corte económico y social. La aburrida prensa oficial jamás publicó un editorial o una nota sobre los cambios que el país pedía a gritos. La Iglesia Católica, en alguna carta pastoral, abordó en tono mesurado ciertas aristas.

Los seguidores de Castro tampoco se cuestionaban que sus compatriotas no tuvieran acceso a la telefonía móvil, dependiera del Estado si alguien quería viajar al extranjero o perdía sus propiedades si decidía marcharse de Cuba. Quien levantó la voz públicamente fue la disidencia interna y la prensa independiente que con sus textos comenzó a desmontar la precariedad y la atroz ineficiencia del castrismo.

Un grupo de destacados juristas, como René Gómez Manzano, Julio Ferrer Tamayo y en particular Laritza Diversent Cambara, abrieron un nuevo camino para enfrentar al régimen utilizando sus propias leyes. En la primavera de 2008, detrás de un corral de cerdos, en una casucha de madera improvisada, en la localidad de El Calvario, al sur de La Habana, una abogada de 28 años disertaba sobre la necesidad de que el régimen de los hermanos Castro ratificara la firma de los Pactos de Derechos Civiles y Políticos de la ONU.

Diversent explicaba que si las autoridades cubanas estampaban su rúbrica, se verían obligados a cumplir y establecer múltiples derechos civiles y políticos que allanarían el camino hacia una futura democracia. Pero tenía tres factores poderosos en contra: pobre, negra y mujer. Además, madre soltera a los 18 años. Fue una proeza que se graduara de abogada entre tantas calamidades.

Esa campaña iniciada por Laritza fue respaldada por diversos grupos opositores. La dictadura, en su soberbia, jamás ratificó esos Pactos. Juristas independientes como Laritza Diversent y Julio Ferrer tampoco desistieron en denunciar las arbitrariedades de la maquinaria legal y abrieron una oficina, Cubalex, que se dedicó a asesorar a cientos de personas a los que el gobierno transgredía sus derechos.

Aquella mujer pobre y negra labró un camino exitoso dentro la disidencia en Cuba. Con una paciencia asiática preparó diversos cursillos dirigidos a adiestrar a opositores y periodistas independientes en el conocimiento de las leyes. Participó en foros internacionales denunciando los atropellos del régimen cubano. Siempre documentando cada abuso. En sus testimonios desmontaba el barniz de aparente democracia del que tanto gusta alardear a los gobernantes de la Isla. Y mostraba la realidad tal cual es: una dictadura dura y pura.

Sus conocimientos jurídicos la convirtieron en enemiga de la Seguridad del Estado. Una mañana de 2016 desmantelaron su oficina de asesoría legal, encarcelaron a Julio Ferrer y le abrieron un expediente punitivo a Laritza. La única puerta que le quedó abierta fue la del destierro. Hoy reside en Estados Unidos, desde donde, al igual que muchos exiliados, no ha dejado de denunciar los abusos de la dictadura en materia de derechos humanos.

Si algo no ha faltado en la disidencia cubana son programas políticos reclamando democracia. Ahí están, entre otros documentos, La Patria es de Todos de Martha Beatriz Roque Cabello, René Gómez Manzano y los fallecidos Félix Bonne Carcassés y Vladimiro Roca Antúnez; el Proyecto Varela de Oswaldo Payá Sardiñas; La Demanda por otra Cuba de Antonio Rodiles; Emilia de Oscar Elías Biscet y D’Frente de Manuel Cuesta Morúa.

Pero todo comenzó con Ricardo Bofill y Martha Frayde aquel 28 de enero de 1976 en La Habana.

Iván García
Foto: Dra. Martha Frayde (La Habana, 15 de agosto de 1920-Madrid, 4 de diciembre de 2013). Tomada de "Diez mujeres cubanas que cambiaron la historia", publicado por Jennifer Veliz en Fonoma Blog el 8 de marzo de 2023.