lunes, 28 de febrero de 2022

Cuba: la libreta de racionamiento cumple 60 años



En una nota publicada el 18 de diciembre de 2021, el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) informaba que, producto de los atrasos en la importación de la materia prima para la confección de la libreta de abastecimiento de 2022, se haría uso de los renglones disponibles en las libretas de 2021 correspondiente a los meses de enero y febrero del año recién finalizado.

Y aunque la información iba dirigida fue a la población de las provincias occidentales y centrales, resultaba un aviso a lo que será el año 2022 en materia de abastecimiento. Algo paradójico si se tiene en cuenta que el próximo 12 de marzo se cumplen 60 años de la promulgación de la Ley 1015 de 1962 que dio lugar a la creación de la Libreta de Control de Abastecimientos, una versión cubana de las cartillas de racionamiento de la postguerra en Europa.

Es difícil hablar de celebración cuando en realidad lo que se conmemora no es el abastecimiento de la población, sino su control, es decir, el momento exacto en el que por medio de una disposición del Consejo de Ministros se creó la Junta Nacional para la Distribución de los Alimentos, y ésta, haciendo uso de sus facultades, estableció las primeras medidas de regulación de alimentos para los cubanos, sentenciando lo que sería el racionamiento en los años siguientes.

Bajo el eufemismo de Año de la Planificación (1962), la Junta Nacional para la distribución de alimentos en su primera reunión, el 13 de marzo de 1962, anunciaba cuáles serían los productos racionados y cuál sería el proceder para la adquisición de estos a través de la libreta.

Lo que comenzó como una medida para "mejorar la distribución de los abastecimientos", terminó convertido en una política de Estado, que por medio de la alimentación, controla a la población en lo más íntimo.

El régimen se metió en cada uno de los hogares y de manera abrupta entró a controlar lo que cada familia podía comer y los productos con los que se podían asear. En un abrir y cerrar de ojos, las disposiciones de la Junta establecieron medidas para todo el país, incluidas 26 ciudades y la "Gran Habana".

No se trataba de una decisión menor, justificada en el desabastecimiento de quienes sí podían comprar frente a los que quedaban marginados, sino de una medida deliberada para registrar a cada residente en la Isla, a través de una persona que fungiría como "cabeza de familia" y que registraría a todos los integrantes del núcleo familiar para que de ese modo el paterfamilias Estado Revolucionario pudiera "garantizar el abastecimiento".

En realidad, no hubo ganancia, y sí una tremenda pérdida. No se perdió solo la libertad de comprar -de quienes podían y de quienes no-, sino que también se perdió la libertad de no ser controlado por un aparato ideologizado como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), órgano de vigilancia que a partir de ese momento adquirió dientes y aumentó su capacidad para vigilar a los vecinos, tanto los comprometidos con la revolución, los "confundidos" o contrarrevolucionarios.

Hoy, la falta de papel para la confección de la libreta es una metáfora del control al que los cubanos se encuentran sometidos. Sin muchas alternativas, las familias tendrán que anotar en los meses de enero y febrero de 2021 lo que consumirán en el comienzo de este año, esperando que el MINCIN cumpla su palabra y el 30 de enero entregue las libretas de 2022 para que todo vuelva a la "anormalidad" en la que se vive no ya desde 1962, si no desde 1959.

Sergio Ángel, director de proyectos, Food Monitor Program
Texto y foto: Diario de Cuba, 12 de enero de 2022.

lunes, 21 de febrero de 2022

Enero de 1959: Batista se fue




Ni a mi amigo Guillermo ni a mí nos molestaba el norte, el frente invernal que desde hacía unos días lanzaba las olas sobre el muro del Malecón habanero. Los dos, de 13 y 14 años, estábamos felices dirigiendo el tránsito en una de las intersecciones más importantes de la ciudad. Los semáforos en aquella época no eran automáticos y necesitaban un policía encargado de cambiar las luces manualmente.

La policía, la del tráfico, y la otra, la que perseguía, torturaba y asesinaba a los jóvenes que se oponían al régimen de Fulgencio Batista, se había esfumado como por arte de magia. Mientras tanto, Fidel (ya todo el mundo lo llamaba simplemente así) había declarado Santiago de Cuba capital de la nación y en un discurso aconsejaba calma, felicitando a todos los cubanos por el momento histórico que vivíamos, y pidiendo a los niños exploradores que fueran los policías en la capital.

Sería necesaria toda una semana hasta que él, con su ejército rebelde, que iba incorporando a muchos reclutas al pasar por los pueblos y ciudades que lo aplaudían delirantemente, entrase en La Habana con Huber Matos y Camilo Cienfuegos a cada lado.

Estábamos alegres. El país, la gente, hasta los niños, intuían que algo muy bueno había sucedido. Los habaneros se reían viéndonos tan serios, con nuestros pantalones tan cortos, dirigiendo el tráfico. Las señoras del edificio de enfrente nos traían limonada con emparedados de jamón y queso.

La esperanza se reflejaba en las caras, en los comentarios, en la expectativa de aquel pueblo que creía en Fidel Castro. ¿Quién, a no ser Batista, que lo acusaba de comunista, iba a dudar de que restablecería la Constitución de 1940, que erradicaría la corrupción, los abusos y la censura de prensa? Fidel había prometido que nunca más una madre lloraría por un hijo en la prisión política, y los vuelos con los exiliados ya aterrizaban en Rancho Boyeros.

Cuba era una fiesta. Los habaneros habían disfrutado de otra Nochebuena con puerco asado, cerveza Hatuey, yuca con mojo y frijoles negros. Habían comido los turrones, los dulces de coco y los cascos de guayaba, y en los balcones se agitaban las banderas, en vísperas del arribo de los héroes.

Después, con rapidez vertiginosa, vendrían otras cosas: el encarcelamiento y hasta el fusilamiento de algunos de los héroes que yo veía en la pantalla de la televisión junto a Fidel y al pueblo delirante. Se impuso a la fuerza la radicalización ideológica y la intolerancia entre los cubanos. Nuestro pueblo fue sometido a la injerencia militar soviética y se sembró el odio a muerte a nuestros vecinos estadounidenses.

Pero en aquel primer momento éramos felices. Cuba parecía haber despertado de una pesadilla que, sin embargo, apenas estaba por comenzar. En este enero de 2022, cuando han pasado 63 años, lo recuerdo todo vívidamente, cómo cambiábamos con inocencia las luces de los semáforos: del verde de la esperanza al amarillo de la sospecha al rojo de la represión.

Frank Calzón
Texto y foto: 14ymedio, 5 de enero de 2022.

lunes, 14 de febrero de 2022

Violencia machista y acoso sexual en Cuba

Cuenta una amiga de Yenislais Lara Hernández, 27 años, residente en el poblado del Wajay, municipio Boyeros, al sur de La Habana, que la noche antes de que su ex pareja la asesinara, le prometió a Yenislais regalarle un cake de nata por su cumpleaños.

“Ella hubiera cumplido 28 años el 11 de marzo de 2021. Estaba agobiada por el estrés cotidiano, la atención a los hijos y los altos precios de la comida. Debido a la pandemia, los bares y centros nocturnos estaban cerrados. No pensaba celebrar su cumpleaños. La animé. Le dije que le haría un cake, compraríamos algunas cervezas y lo festejaríamos juntas. Fue la última vez que la vi”, recuerda su amiga.

En la noche del 3 de marzo, Yenislais se encontraba en su casa, cuando su ex pareja y padre de su hijo de cinco años, alias “El Boca”, llegó con un machete y le produjo múltiples heridas graves. En la madrugada del 4 de marzo, tras varias horas en el quirófano, falleció. Según su amiga, ella había hecho varias denuncias en la unidad policial de la zona. Nunca le dieron seguimiento a su caso.

El pasado 8 diciembre el Observatorio de Violencia de Género de la revista feminista Alas Tensas, reportó la muerte violenta de una mujer de aproximadamente 40 años llamada Yoanka, asesinada por su pareja en La Habana. La víctima era vecina del reparto Ciudamar, en el municipio habanero de San Miguel de Padrón. Tenía tres hijos bajo su cuidado, informó la plataforma en sus redes sociales.

Al menos 32 mujeres han sido víctimas de feminicidios en Cuba en 2021, una cifra superior a la de 2020, cuando se reportaron 25 casos. En la Isla no está tipificado el feminicidio dentro del Código Penal ni se ha aprobado una Ley Integral contra la violencia de género. En 2019, un grupo de cuarenta mujeres solicitó a la Asamblea Nacional del Poder Popular elaborar una ley exhaustiva contra la violencia de género, en un país en el que cuatro de cada diez mujeres reconocen haber sufrido maltrato.

Dinorah, 56 años, sufrió golpizas, quemaduras con colillas de cigarros y fue forzada a tener sexo con su ex pareja durante ocho años. “Cada vez que tenía un mal día o se emborrachaba descargaba, su frustración conmigo. Al principio de estar casados, estuvo preso por robo con fuerza. Yo iba a todas sus visitas y pabellones, como en Cuba le dicen a los encuentros matrimoniales en las cárceles. Cuando salió de la cárcel era otra persona. Por cualquier motivo me daba con una manguera de goma tremendas golpizas. Hasta un día que le prendí candela y murió producto de las quemaduras. Fui sancionada a 15 años y cumplí nueve. Entré con 32 años y salí con 41. Perdí toda la dentadura en la prisión por falta de vitaminas. Ese hombre me desgració mi vida”, confiesa Dinorah a Diario Las Américas.

Rita, 29 años, reconoce que su gran error, fue “aceptar la primera golpiza de mi antiguo esposo. Luego las palizas y ofensas verbales eran casi a diario. Lo denuncié a la policía varias veces. Siempre me decían lo mismo. Entre marido y mujer la policía no se mete. Una mañana recogí mis cosas y me fui. Mi ex pareja me acosaba a donde quiera que fuera. Me amenazaba que si estaba con otro hombre me mataría. La policía lo único que hizo fue advertirle. Por suerte la sangre no llegó al río”.

Carlos, sociólogo, considera que las “leyes en Cuba son muy laxas en materia de violencia doméstica y acoso sexual. De hecho, no existe una ley con la violencia machista y no se prevé hasta 2026. Solo en caso de violación sexual o asesinato es que las leyes sancionan con rigor. Por ejemplo, los tocamientos a mujeres sin su consentimiento raramente son advertidos o multados. La masturbación en la vía pública sigue siendo un deporte para algunos hombres. Les ponen multas de 60 o 120 pesos. Solo en casos reiterados o que la victima fuera menor de edad, entonces al perpetrador lo sancionan con un año de privación de libertad. Demasiada permisividad”.

Un día sí y otro también, Tatiana, alumna de preuniversitario, sufre el acoso sexual cuando va rumbo a la escuela. “Lo mismo se ponen a masturbarse en la entrada de un edificio, detrás de un árbol que te persiguen por todo el trayecto. Es asqueroso. Los padres de muchas alumnas han hecho la denuncia y nada. Es una plaga”.

Saily, estudiante de lenguas extranjeras, apunta que “incluso dentro de la guagua hay tipos disparando (masturbándose). Una vez me tiraron el semen encima de la ropa. Por la noche las mujeres no pueden caminar por el trayecto de la Calle G, al fondo de la antigua cárcel El Príncipe, o por la calle adyacente al hospital Calixto García. Los pajusos se suben hasta encima de los arboles. Si sale una Dama de Blanco con un cartel contra el gobierno enseguida aparecen segurosos para detenerla. Pero en el caso de los masturbadores públicos, la policía brilla por su ausencia”.

En los cines sucede igual. Noemí, ama de casa, comenta que por eso ya no va al cine. “Es un hobby de algunos aberrados masturbase de manera agresiva, lo mismo en el asiento de al lado que detrás de ti. Eso viene sucediendo años tras años y las autoridades no hacen nada”.

El 8 de diciembre, la revista El Estornudo, publicaba la denuncia de cinco mujeres por acoso sexual al trovador Fernando Bécquer. Con el pretexto de hacerle un rito religioso Bécquer, en contra de la voluntad de las víctimas, se masturbaba o les practicaba sexo oral. Redactado por el periodista Mario Luis Reyes, el texto tuvo una amplia repercusión dentro y fuera de Cuba.

Algunas mujeres ya habían denunciado al trovador ante la Fiscalía. El tribunal dio la callada por respuesta. Bécquer es partidario del régimen castrista. Un instructor policial consultado opina que “es más que suficiente, mientras no comete un delito grave, para quedar impune y no ser procesado. Lo mismo le pasó al artista plástico Kcho que supuestamente tuvo sexo con una menor de edad, o Maradona, que bajo la anuencia del gobierno y de Fidel, se le permitió tener relaciones con una niña de 15 años e incluso, sin el permiso de sus padres, autorizarla a viajar a Argentina a hacerse una cirugía en los senos. Cuando hace un tiempo una patrulla de policía violó a dos menores de edad, si fueron sentenciados fue gracias a la presión popular en las redes sociales”.

Mayda, quien fuera secretaria de un alto directivo de turismo, reconoce que el acoso sexual a las mujeres por parte de dirigentes, sean del partido, poder popular o militares de cualquier jerarquía, es “algo habitual en Cuba, en todas las provincias y a todos los niveles. Muchos dirigentes y funcionarios consideran que las caricias indebidas, tocarte los pechos y los glúteos sin tu consentimiento, forman parte de un derecho de pernada, como si todavía viviéramos en el feudalismo. Las denuncias son en vano, siempre caen en saco roto. Es demasiado el machismo y la tapadera entre los hombres. Si insistes, puedes perder el trabajo. En Cuba la inmensa mayoría de las mujeres tenemos miedo a denunciar, pues con una facilidad pasmosa pasamos de víctimas a acusadas”.

En las redes sociales se ha desencadenado un gran apoyo a las mujeres que se han atrevido a denunciar los abusos sexuales de Fernando Bécquer. Incluso amigos del trovador se han solidarizado con las denunciantes. El #METOO cubano ha echado a andar. Si el régimen y sus instituciones no protegen a nuestras niñas, jóvenes y mujeres, la sociedad civil independiente y movimientos como #YOSITECREO, seguirán denunciando la violencia machista, los abusos, maltratos físicos y psíquicos donde quiera que se produzcan.

Iván García

lunes, 7 de febrero de 2022

Sobre Lázaro Yuri Valle Roca y mi familia materna


Al final de esta información escribieron: "Según Juan Juan Almeida García, hijo del comandante Juan Almeida Bosque, el ensañamiento contra Valle Roca puede estar relacionado con supuestas rencillas familiares y entre miembros de la cúpula del poder, en el que estaría implicado el coronel de la inteligencia, Alejandro Castro Espín, hijo del exgobernante Raúl Castro Ruz". Veo casi todos los programas de Juan Juan y lo que él ha dicho es que el culpable de que Blas Roca se divorciara de mi tía Dulce Antúnez fue Raúl Castro. También que Yuri corre peligro porque es un preso del general Alejandro Castro Espín, que nunca ha soportado a los Valle Roca y siempre ha odiado a Yuri, entre otras cosas, por sus estruendosas carcajadas.

"Escudriñando entre algunos documentos que dejó en custodia a sus hijos mi difunta madre Lydia Roca Antúnez (1935-2013) encontré la biografía hecha por ella de su madre, mi abuela, Dulce María Antúnez Aragón (1908-1995), en la que narra todas las vicisitudes que transitó junto a su esposo Blas Roca Calderío (1908-1987) con el que estuvo casada casi toda su vida, hasta que con el consentimiento de Raúl Castro, los divorciaron, no estando mi abuelo en su pleno juicio, debido a una trombosis que afectó su cerebro dejándolo hemipléjico. Después, a mi abuelo Blas lo casaron con su secretaria Justina Álvarez, boda a la que asistió solo un miembro de nuestra familia, mi tío Vladimiro Roca junto a Raúl Castro". De lo que Yuri publicó en su blog en junio de 2016 y yo reproduje en Mi tía Dulce.

En enero de 2021, en El blog de Iván García y sus amigos, reproduje El periodismo esbirro de la revolución cubana, de Rafaela Cruz, publicado en diciembre de 2020 en Diario de Cuba. Al final, puse este comentario: Sobre la foto.- Por esto que Juan Marrero escribió, esa foto me parece fue hecha el 4 de octubre de 1965. Sentado, a la izquierda de Fidel Castro, Isidoro Malmierca, recién nombrado director de Granma, a la derecha, Blas Roca, ex director del diario Hoy, a su lado, Osvaldo Dorticós y Faure Chomón. Detrás de Faure, Jorge 'Papito' Serguera y a su derecha Carlos Rafael Rodríguez. La mulata de pie, detrás de Carlos Rafael, es Justina Álvarez, secretaria (y querida) de Blas Roca (mi tía Dulce Antúnez, esposa de Blas, no la podía ver, siempre sospechó de Justina, una manzanillera que había sido mujer de Aníbal Escalante. Después de 50 años de matrimonio, Blas se divorció de mi tía y se casó con Justina). A la derecha de Malmierca, con una mano en la cara, Ramiro Valdés. El mulato calvo a la izquierda, recostado a la pared, con traje, cuello, corbata y gafas oscuras es el periodista Gabriel Molina (Tania Quintero).

Del post titulado Dulce Antúnez y Blas Roca, dos cubanos de a pie, publicado en agosto de 2021 en este blog, copio dos párrafos:

Del divorcio de Blas con mi tía Dulce después de cincuenta años de convivencia, de la división familiar que esto provocó, de la enfermedad y fallecimiento del histórico líder del PSP, le corresponde hablar o escribir a los dos hijos que aún viven, mis primos Francisco y Vladimiro Roca Antúnez, si lo estiman pertinente. O a Lázaro Yuri Valle Roca, el nieto mayor y el que más sufrió por la separación de sus abuelos. Por cierto, en Mi tiro de gracia, Alcibíades Hidalgo menciona una situación de la cual fui testigo, porque asistí al velorio de Blas como parte de la familia y como reportera de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana, a los cuales en ese momento pertenecía: "La operación logística del funeral sin precedentes de Blas Roca incluyó un masivo velatorio en el Monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución, para el que hubo necesidad de trazar fronteras entre las dos familias rivales del fallecido líder de los viejos comunistas".

A propósito del artículo Mi tiro de gracia, originalmente publicado en el diario español ABC, Lázaro Yuri me envió este correo: "Mi prima, ese día del velorio, como sabes, mi abuela Dulce Antúnez se sentó junto al féretro del viejo. La cosa estaba bien caliente, por un lado su secretaria y 'viuda oficial', Justina Álvarez, y por el otro, nosotros, su familia de toda la vida. Fidel, Raúl, Guillermo García y Ramiro Valdés estaban detrás de un paraván viendo todo el show. En eso, Raúl Castro me llama y delante de varias personas me dice que le pidiera a mi abuela que se fuera y les dije que los que tenían que irse eran ellos. Durante el entierro en El Cacahual, mi madre Lydia, la hija mayor de mi abuelo y sus tres nietos mayores, quitamos a los hombres que estaban echando tierra sobre el féretro y seguimos echándosela nosotros".

En La fábrica de esbirros de Fidel Castro, mi primo Vladimiro Roca Antúnez escribió: "En 1980, las Brigadas de Respuesta Rápida fueron utilizadas para los famosos “mítines de repudio” contra los que entraron en la embajada de Perú y después decidieron marcharse del país. Tal práctica fue muy parecida a los ‘pogromos’ organizados por los zaristas rusos contra los judíos. Mi padre, Blas Roca Calderío, al ver en el Noticiero de Televisión escenas de las Brigadas actuando, dijo: “Coño, pero eso es fascismo”.

La separación forzada de Dulce Antúnez y Blas Roca, evidentemente para perjudicar a mi tía Dulce y beneficiar a Justina Álvarez, querida de toda la vida de Blas (inclusive intentaron, desconozco si lo lograron, adjudicarle a Blas la paternidad de la única hija que tuvo Justina en su juventud) y que ella, la secretaria, se quedara como la viuda oficial, con los privilegios del 'sociolismo' (casa, carro, comida, buena atención médica), provocó una división en mi familia materna: de los cuatro hijos que Dulce y Blas tuvieron, tres (Lydia, Francisco y Joaquín) se quedaron protegiendo y defendiendo a su madre, una espirituana con un historial de lucha política casi como el de Blas y más sustancioso que el de la manzanillera, y solo uno, Pepe, como le decimos a Vladimiro, se quedó al lado de su padre y de su 'madrastra'. Aunque durante ese tiempo estuvo cerca de los hermanos Castro y del poder, eso no impidió que cuando en 1991 Pepe se declaró disidente, lo reprimieron como al resto de los opositores. Y de los cuatro redactores de La Patria es de Todos, condenados el 1 de marzo de 1999, él recibió la sanción mayor, 5 años, que cumplió íntegra.

Casi todas las familias tienen problemas, desavenencias, encontronazos... A pesar de lo que Pepe le hizo a su madre y sus hermanos, cuando mi tía Dulce enfermó y mi prima Lydia se la llevó a vivir con ella a su casa, Pepe habló con Lydia y le pidió que le dijera a su madre que quería pedirle perdón, que si podía ir personalmente a pedírselo. Mi tía Dulce respondió que ya ella lo había perdonado, que ella siempre quería por igual a sus cuatro hijos, al margen de sus comportamientos. Mi tía murió a los 86 años, el 25 de abril de 1995. La velaron en la funeraria de Zapata, no faltaron sus cuatro hijos, sus nietos (Yuri, Ernesto, Alejandro, Vivian...), sus hermanos residentes en La Habana (Luis, María, Cándida y Carmen, mi madre) y sus sobrinos (Orlando, Moisés, Sonia y yo, entre otros). Un velorio y un entierro tomado por la Seguridad del Estado.

Una foto de cuando Raúl Castro parecía llevarse bien con Dulce María Antúnez Aragón, abuela materna de Yuri. Palabras que Yuri le dedicara a su abuela en su blog en 2016: "A través de la biografía de mi abuela Dulce María, ustedes se darán cuenta que no hay diferencias en lo que nosotros los opositores y activistas luchamos y demandamos en estos tiempos. También, por qué soy periodista independiente y por qué me puse del otro lado de la línea impuesta por la dictadura castrista. Lo que no dice mi madre en la biografía que ella escribió, es que los integrantes de la familia Roca-Antúnez, producto del divorcio de mis abuelos, fuimos vejados, humillados, estigmatizados,... Mi abuela murió en un hospital sin atención por parte de instituciones que supuestamente deben atender a ex combatientes, lo mismo hicieron con mi madre. Los familiares las cuidamos, nos mantuvimos a su lado y siempre las recordaremos con amor".

Confieso que a mí el encarcelamiento de Yuri me tiene mal, porque de toda mi familia, tanto materna como paterna, es el que más apego, amor y y cariño ha demostrado hacia sus padres, abuelos, hermanos, tíos y primos. Me tiene mal por la impotencia de no poder hacer nada desde Suiza y por la indiferencia que veo en familiares que viven en Cuba y en Estados Unidos, que a ninguno los he visto ni escuchado haciendo una denuncia, un llamado, una declaración, como en estos momentos están haciendo familiares de varios manifestantes presos por el 11J.

La única que está dando la cara, pecho y espalda es su mujer Eralidis Frómeta. También me duele porque Yuri tiene un aval de más de 15 años como activista, comunicador y periodista independiente. No es de los últimos que llegaron a la cola de la disidencia ni del periodismo independiente. Y lo menos que se puede hacer es reconocer a quienes llevan disintiendo un montón de años, como Rolando Rodríguez Lobaina en Guantánamo o Luis Cino e Iván García en La Habana (Jorge Olivera, fundador de la prensa independiente y ex preso político, en silencio decidió marcharse definitivamente de la isla, lo que no critico). De que Yuri lleva tiempo en la disidencia da fe la foto que encabeza este post, sobre el feroz asedio que durante días la Seguridad del Estado le hiciera a un grupo de opositores, entre ellos Yuri, en la entonces vivienda de mi primo Pepe, en 2011.

El pasado 26 de agosto, Yuri cumplió 60 años en la prisión, y que yo sepa, él, Luis Manuel Otero y Maykel Osorbo, son de los pocos presos políticos que públicamente han dicho que no quieren abandonar su patria. Además de los medios que publican sobre la situación de Yuri, lo cual agradezco, me gustaría que youtubers o influencers, aparte de Juan Juan, alguna vez lo mencionaran, al margen de su posición anticomunista.

No siempre que se habla de Yuri hay que decir que es nieto de Blas Roca. Aunque a mí me afecta, y bastante, saber que fue el primer nieto y el más querido de mis tíos Dulce y Blas. Si mi prima Lydia, madre de Yuri, estuviera viva, ya se hubiera plantado en la mismísima Plaza de la Revolución.

Tania Quintero
Video: Entrevista que en noviembre de 2016, durante un viaje a Miami, le hicieran a Lázaro Yuri Valle Roca en Radio Televisión Martí.

Leer también: Mi prima Lydia, Mi primo Yuri, Recuerdos de familia y El día que la represión se vistió de negro sobre el operativo que la Seguridad del Estado diseñó para el juicio de los cuatros integrantes del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna, el 1 de marzo de 1999, una movilización superior a la de cualquiera de los juicios posteriormente celebrados en La Habana o en otras provincias, incluidos los que ahora se están efectuando por el 11J. Copio un fragmento inicial de lo que entonces escribí:

"¡Oyé… qué cantidad de negros!" -exclamó una señora cuando luego de bajarnos de un camión de pasajeros mi prima Lydia Roca Antúnez (hermana de uno de los disidentes que iban a ser enjuiciados) y yo doblamos por 51 y 100, una de las principales avenidas de Marianao.

Efectivamente, desde lejos se podía apreciar la extraordinaria presencia de hombres de la raza negra parados por las esquinas, solos, en parejas o en pequeños grupos. Muchos usaban, debajo del abrigo o la camisa un pulóver blanco en el cual, si uno se fijaba bien, en letras rojas decía Contingente Blas Roca, un colectivo obrero creado por Fidel Castro meses después de la muerte de Blas Roca Calderío en abril de 1987.

Esos hombres y algunas pocas mujeres, negros y mulatos, no fueron movilizados para respaldar al hijo de Blas Roca que ese día iba a ser enjuiciado, sino para todo lo contrario: impedir que ningún opositor, activista de derechos humanos, periodista independiente, ciudadano curioso, inclusive un familiar no seleccionado por la Seguridad del Estado para pasar a la sala del juicio, pudiera acercarse al Tribunal de Mariano, enclavado en las calles 100 y 33. Probablemente no todos eran obreros y más de uno bajo la camiseta ocultaba su verdadera profesión: experto en artes marciales o un movilizado, civil o militar, del Sistema Único de Vigilancia y Protección, una fuerza paramilitar que el 5 de agosto de 1994 tuvo su "graduación" en los disturbios populares que han quedado conocidos como el Maleconazo.