Las imágenes de
un nieto de Fidel Castro alardeando del Mercedes Benz que usa como juguete apenas son la punta del iceberg de todo un clan. Los Castro gobiernan el país como a una finca familiar desde hace más de medio siglo y, aunque la mayoría ha optado por una vida apartada de la política, plena de ocio y glamour, como típicos “hijos de papá”, se saben dueños del poder que les otorga la sangre para saltarse normas, fidelidades y hasta al mismísimo Miguel Díaz-Canel, que porta en sus venas la desgracia de no ser un Castro y mucho menos parte de la casta militar que lo mangonea en las sombras.
Alex Castro Soto del Valle, el
"Roberto Nabo Duro" de las redes sociales y marido de Kenelma Carvajal, actual viceministra de Cultura, calificó a su sobrino Sandro como la “papa podrida” de la familia, pero, al hacerlo, no solo pretendía hacernos olvidar su propio historial de vago “gozador de la vida” (sacando provecho de su proximidad al padre dictador para realizarse como artista de la imagen, sin apartarse demasiado de la mansión familiar en Punto Cero) sino, además, el detalle más importante, y es que la humildad de la cual han hecho bandera para manipular a las masas empobrecidas no se les da muy bien a ninguno.
El caso de Sandro, incluso el del tío Alex, a pesar de la hipocresía del sistema que revelan, no son únicos ni están ellos en la cima de la pirámide de los “intocables”, un Olimpo comunista donde las familias de Mariela y Alejandro Castro Espín, dos de los cuatro hijos de Raúl Castro con Vilma Espín Guillois, han tomado el lugar que antes de 2008 estuviera reservado fundamentalmente a Antonio Castro Soto del Valle con sus pasiones de play-boy por el golf y los autos de lujo, los negocios turbios con el italiano
Sandro Cristoforetti, sus vacaciones en Europa con la familia Hidalgo, dueños de Globalia, y el escándalo de las revelaciones que hiciera su novia Dashiell Torralba en 2002 sobre la vida en el interior de la mansión de Fidel Castro y Dalia Soto del Valle.
Se habla demasiado y se sabe solo un poco más sobre los hijos y nietos de Fidel Castro, se les atribuyen varios negocios de bares y paladares en La Habana, se les presta atención a las redes sociales de Tony, Sandro y hasta de otros miembros de esa rama poco conocida de los Castro que se han ido a Miami durante el declive y muerte de Fidel Castro -como presintiendo la revancha al interior del clan-, pero de la descendencia de Raúl Castro poco se dice y muy vagamente son revelados al público en las facetas más íntimas. Quizás tal desproporción sea intencional. Provocada incluso desde el interior del propio clan Castro buscando desplazar el foco de atención hacia donde son menos dañinas las revelaciones (Sandro y sus locuras, por ejemplo). Se trataría de exponer las cabezas cortadas por la opinión pública y no las que aún se mantienen algo firmes sobre los hombros por lo poco que sabemos de ellas.
Mientras el público se inflama de rabia con las imágenes de Sandro en su Mercedes Benz o del Tony más joven tomando el sol en la Riviera francesa, pasa por alto que hay otros nietos, aunque no de Fidel sino de Raúl, que disfrutan de mejores “juguetes” en casa, al ser los dueños, posiblemente, de una fortuna mayor. Sería el caso del joven estudiante de Economía Paolo Titolo Castro, “Paolito”, fruto del matrimonio formado por Mariela Castro Espín y el italiano Paolo Titolo.
No es este padre de familia simplemente un fotógrafo al estilo de Alex Castro, sino uno de los empresarios extranjeros más importantes en la Isla, director general de Amorim Negocios Internacionais S.A., la representación cubana del Grupo Amorim, una empresa europea cuyos dueños han sido considerados por Forbes como la mayor fortuna de Portugal, vinculados a
numerosos escándalos de fraude, corrupción y lavado de dinero, entre ellos los relacionados con
Isabel dos Santos, la mujer más rica de África, hija de José Eduardo dos Santos, expresidente angoleño amigo de los Castro.
Junto con Paolito, que prácticamente todas las Navidades disfruta con su familia italiana en Palermo o en París pues coincide la festividad con el aniversario de boda de sus padres, también están sus primos Raúl Alejandro y Fidel Ernesto Castro Calis, los dos hijos de Alejandro Castro Espín con su primera esposa Marietta Calis Lauzurica, con la que se casó a los 25 años, apenas graduado de la academia militar. Son muchos más que tres los nietos de Raúl Castro, pero Paolito, Raúl Alejandro y Fidel Ernesto son los que más gustan de frecuentar discotecas, vacacionar en sus casas de la playa y salir de fiesta con los amigos de la universidad.
Mostrar que son tan divertidos y “normales” como cualquiera, aunque con la frecuencia que lo hacen parecen olvidar que la cotidianidad de ellos es considerada lujo por cualquier cubano, incluidos médicos, ingenieros, abogados y hasta artistas cuyos salarios precarios y condiciones de “plebeyos” no les permiten llevar una “vida normal”. Y hablando de privilegios y artistas sería el mejor momento para recordar que Edith Massola, la presentadora del programa 23 y M, fue suegra de Paolito, algo que, según cuentan sus allegados, no gustó mucho a “mamita” Mariela, que ha estado preparando al chico para la sucesión de su marido en el manejo de los negocios del Grupo Amorim en Cuba. Con tal propósito, fue matriculado en la carrera de Economía en la Universidad de La Habana e iniciado en los asuntos de la compañía.
El mismo Paolito anunció su noviazgo con la hija de Edith Massola en una de sus páginas de Facebook. La suegra, la cuñada y la novia reaccionan con frecuencia a las publicaciones del joven Castro, así como él y sus primos Tony, Raúl y Fidel Ernesto -que bien saben divertirse juntos-, han dado likes a las de Edith, pero también a las de Paula Massola, aquella pretty woman que hace un tiempo causó escándalo en las redes sociales cuando, en medio de la prohibición de acceso a las playas por causa de la pandemia, subió un video a internet alardeando de sus prerrogativas, por ser la “amiga de un general”.
De estas relaciones “sentimentales” entre los Castro y los Massola es posible inferir que no se trataba de un general cualquiera el que autorizó a la joven actriz a violar la cuarentena, sino del principal de todos los generales en Cuba. Del “abuelito” Castro, hoy apartado del ejercicio público aunque no del poder real, o del “papito”, también general del MININT, que ha heredado el látigo con que pone y dispone de altos funcionarios a su antojo. Alejandro Castro Espín, alias El Tuerto, es el militar más temido en Cuba. Su poder es ilimitado por su papel siniestro dentro de los servicios de inteligencia y contrainteligencia en la Isla. Estuvo presente en todas las conversaciones del proceso de acercamiento del régimen con los Estados Unidos. Pero lo más importante, sus grabaciones secretas de conversaciones e intercambio de mensajes entre el excanciller Felipe Pérez Roque, el exvicepresidente Carlos Lage Dávila y el exjefe de despacho de Fidel Castro, Carlos Valenciaga, hicieron caer en desgracia a cuanta persona incluía y rodeaba al llamado “Grupo de Apoyo” de su otrora poderoso tío.
La paciente labor de espionaje de Alejandro Castro Espín desde un oscuro departamento del MININT le aseguró a su padre Raúl en 2009 una herencia limpia de polvo y paja, oficinas y escritorios vaciados en el Consejo de Estado y los principales ministerios para así plantar a los fieles militares que, comandados por Luis Alberto Rodríguez López-Calleja (padre de Raúl Guillermo Rodríguez Castro, de su matrimonio con Déborah Castro Espín), había preparado con paciencia y que, con el disparo de arrancada, en apenas cinco años se apoderaron de la economía.
Raúl Alejandro, Fidel Ernesto Castro Calis y Paolo Titolo Castro son actualmente, junto con Raúl Guillermo, alias El Cangrejo, los verdaderos “nietísimos” de la dinastía y no los “infelices” de Sandro o Tony. Los dos primeros guardan un gran parecido con su abuelo paterno. El rostro de Paolito, en cambio, es idéntico al de su madre Mariela. Tanto Raúl Alejandro como Fidel Ernesto se graduaron de la universidad hace muy poco. Los dos jóvenes, junto con su madre Marietta y la prima Beatriz “Betty” Dorta Calis, pasan vacaciones y fines de semana en hoteles o en la casa de veraneo que tienen los Castro en Varadero. Hasta el momento, las fotos han estado accesibles en sus perfiles de Facebook.
Betty Dorta es otra artista de una familia donde los hay de sobra. Es prima de los nietos de Raúl Castro por parte de Marietta Calis. Confiando en lo que ha escrito en su currículo, entró con cinco años a la compañía de teatro La Colmenita y ya a los 13 era modelo infantil para una empresa de Libia. A los 15, la madre la llevó a vivir por un tiempo a Inglaterra y, de regreso, ingresó en la Escuela Nacional de Arte para estudiar actuación, una especialidad que, al parecer, se le da de manera muy natural a los Castro y a quienes se arriman a su sombra. Hoy aparece como actriz con un desempeño nada extraordinario en la compañía de Teatro El Público, de La Habana, y se la ha visto modelar en campañas publicitarias de Meliá y la revista Excelencias del Caribe, también en algún que otro videoclip.
Por su parte, Marietta Calis postea con frecuencia en su página de Facebook los paseos y festejos en familia. Igual usa el espacio para promocionar el incipiente negocio de mermeladas de frutas que ella elabora en los ratos de ocio, quizás aprovechando los excesos de una despensa para nada desabastecida como la mayoría en el país. Los frascos, etiquetados como “Mermeladas Mary”, los vende sin pagar licencia en su círculo de amigos a precios que oscilan entre los 100 y 200 pesos.
Pero “no es un negocio como tal, es solo un hobby”, dice Marietta a los cercanos para de ese modo evitar los comentarios maliciosos. Igual pudiera llevar razón. Su actual esposo, Manuel Melián Pérez Rolo, fue funcionario del Ministerio del Turismo, y ahora, con un empleo en la comercializadora estatal Artex, del Ministerio de Cultura, ganaría lo suficiente como para celebrar las Navidades de 2019 en Varadero y las del 2020, saltando de restaurante en restaurante por toda la Habana Vieja.
Paolito Titolo es “intranquilo y malcriado”, “alardoso y creído”, comentan quienes lo conocen de cerca, amigos de la Facultad de Economía que han compartido con él en esos lugares nocturnos que tanto le gustan cuando no está viajando por Italia con sus primos más queridos, en especial con Giorgia, la hija de Darío Titolo, hermano menor del esposo de Mariela. De Italia le gusta Porto del Sole. De hecho, la foto que usa desde 2018 en la portada de una de sus varias cuentas de Facebook fue tomada en aquellas Navidades que pasó allá, frente a ese Mediterráneo por donde adoraba navegar con el abuelo paterno, Isidoro, o con la familia Gagliano que tanto lo mima.
Cuba, en cambio, es una obligación trazada por el destino de ser un Castro. No es un país como Italia sino una empresa, muy suya, cuya dirección en las sombras lo espera. Un negocio-país que nadie, demasiado lejos del clan de los Castro, puede heredar porque se correría el riesgo de hacer peligrosamente escrutable una fortuna familiar de la que muy pocos saben la verdadera magnitud.
La Habana es una ciudad aburrida, pero puede volverse interesante algunas noches cuando hay alcohol, cigarros y montones de chicas esperando por tragos gratis. Primero, la Casa de la Música de Miramar o el bar Sangri-La, solo para coger impulso. Después, a continuar la fiesta hasta el amanecer en el Bar Saltzucar, donde una mesa en la zona VIP cuesta más de 300 dólares. Pero los precios no son obstáculo para el hijo de Mariela y Paolo. Ser mitad Castro, mitad extranjero lo coloca por encima del bien y el mal y le facilita muchas cosas incluso conquistar chicas. En redes sociales no publica demasiado sobre esa vida de juergas, tampoco sus padres reaccionan a lo poco que el hijo sube, pero de vez en cuando se le escapa una imagen o un comentario indiscreto como consecuencia del alcohol. Entonces llegan los regaños.
Le han prohibido seguir haciéndolo. Quizás hasta el tío Fidel Antonio Castro, asesor del rector de la Universidad de Ciencias Informáticas, le ha hablado del peligro de postear en redes sociales. Él mismo ha pedido a los amigos cercanos, entre ellos a uno de los más queridos, a Ernestico Machado Briñis, alias “El Huevo”, nieto de José Ramón Machado Ventura, que no lo etiqueten en las publicaciones para así no llamar la atención de la gente curiosa, de los “gusanos” y las “garrapatillas” -así los definió Mariela-, como ha sucedido con publicaciones del propio “Machadito”, con Sandro “la papa podrida” y con Tony “el modelo”, quienes en ocasiones lo han acompañado en las aventuras habaneras.
Aunque de la misma sangre, y hasta propietarios de dos o tres paladares de La Habana y de varias casas de renta en la ciudad, Sandro y Tony probablemente no serán jamás tan afortunados como habrá de serlo Paolo Titolo Castro llegado el momento de relevar al padre. En buena lid, el italiano solo ha hecho, durante casi 20 años, el papel de prestanombres de un negocio que siempre ha sido de los Castro. Primero lo fue de Fidel, gran amigo de Américo Amorim desde inicios de los años 80, y después pasó en herencia a Raúl, que vio en el matrimonio de Mariela con el italiano (una unión consolidada con la llegada del nieto), la oportunidad de asegurar para él una parte valiosa del patrimonio de su hermano, convenciendo a este de colocar a Paolo Titolo al frente de los negocios del Grupo Amorim en Cuba, en sustitución del portugués José Guimaraes que, entre los años 80 y 2004, se había mantenido en el puesto, con el peligro que representaba para los Castro depositar confianza en alguien ajeno a la familia.
En enero de 2020, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) accedió a unos 715 mil documentos que son conocidos como
Luanda Leaks el que quizás sea el mayor escándalo de corrupción en África hasta la fecha. Isabel dos Santos, la hija del presidente angoleño José Eduardo dos Santos se revelaba como la mayor fortuna del continente, una buena parte de ella labrada incluso con ayuda de compañías estadounidenses, pero siempre en complicidad con el Banco Internacional de Crédito, con participación del Grupo Amorim de Portugal, acusado por varios medios del lavado de millones de euros.
De acuerdo con un artículo publicado en The New York Times, en enero de 2020, toda esa riqueza la obtuvo la llamada “Princesa de África” por medio de los decretos firmados por su padre desde su puesto de presidente de la nación. José Eduardo dos Santos, al igual que Fidel y Raúl Castro, fue muy buen amigo de Américo Amorim, y este, a su vez, disfrutaba de la amistad de todos los mandatarios del antiguo bloque socialista de Europa del Este, en especial de los soviéticos, quienes lo ayudaron en los años 70, cuando mediante la reforma agraria el gobierno de Portugal expropió a Amorim los campos de alcornoque que lo habían convertido en líder del mercado del corcho a nivel mundial. El astuto empresario no solo inició una línea de contrabando de maderas y productos elaborados con los comunistas sino que, antes, incendió los bosques a punto de ser expropiados para reclamar el pago del seguro.
Poco tiempo después, terminó negociando con Fidel Castro, a través de los soviéticos, la instalación de una oficina informal, medio clandestina, en La Habana para los negocios con la madera, que más tarde se fueron extendiendo a otras áreas de intereses, igual de subterráneas, como la importación y exportación de hidrocarburos (después del 2000 posiblemente con algún tipo de acuerdo con Venezuela) y el turismo, un convenio que, según declaraciones a la prensa de la propia secretaria de Turismo de Portugal, solo se hizo oficial en papeles en mayo de 2017, con la visita de Ada Mendes Godinho a Cuba. En la firma, efectuada en el Hotel NH Parque Central, estuvo presente Paolo Titolo como representante de Amorim, de acuerdo con la información publicada por la prensa oficialista.
En aquella ocasión, también se firmaron acuerdos para el otorgamiento de becas en la Unión Europea para la preparación del personal de turismo vinculado fundamentalmente a las empresas relacionadas con el Grupo Amorim, en especial la cadena hotelera francesa Accor, que llegó a Cuba a finales de los años 90 de la mano del propio Américo Amorim, y que hoy cuenta con cerca de una decena de hoteles en la Isla, incluido el lujoso Paseo del Prado, en La Habana. Aunque algunas fuentes, como las citadas por Belén Balanyá en el libro Europa S.A.: la influencia de las multinacionales en la construcción de la UE (Icaria Editorial, página 290) le han atribuido a Amorim, en carácter de participación, hasta unas 40 instalaciones hoteleras en Cuba.
Lo interesante del acuerdo rubricado en 2017 por Paolo Titolo sobre financiamientos para la preparación especializada de personal es que obligatoriamente recuerda maniobras similares que, durante la década de 1980, condujeron a Américo Amorim a terminar acusado de fraude por la propia Unión Europea. Según información del diario portugués Público, en el 2000 el empresario amigo de los Castro fue acusado de falsificación de documentos, fraude y desvío de dinero del Fondo Social Europeo. La Unión Europea exigió una indemnización con carácter retroactivo desde 1987, con base en la utilización fraudulenta de dinero para la “formación profesional” entre 1985 y 1988. Entre las irregularidades detectadas estuvo que el dinero no fue a manos de jóvenes profesionales porque eran becas ficticias.
En el esquema de empresas vinculadas al escándalo “Luanda Leaks”, los negocios de Américo Amorim son fundamentales. En cuanto al negocio de las maderas, del cual el Grupo Amorim ha sido líder mundial con más del 30 por ciento de participación en el comercio global, aún sin poseer bosques propios en Portugal, es posible asegurar que en 2019 había trabajadores cubanos, entre obreros, técnicos e ingenieros forestales, contratados como colaboradores en los aserraderos Amorim de Cabinda, en Angola, de acuerdo con la información que se desprende de un trabajo científico de investigación dirigido a elevar la productividad de la empresa, una sociedad donde además tenía participación Isabel dos Santos. El estudio fue publicado en la Revista Cubana de Ciencias Forestales, en el número de enero-abril de 2020 y lleva por título: “Análisis de la calidad del aserrado de maderas tropicales en Cabinda, Angola”, realizado por los ingenieros cubanos Daniel Álvarez Lazo, de la Universidad de Pinar del Río, y Solange Silva Fuentes, de la Empresa Agroforestal Matanzas, en conjunto con especialistas de Angola y Ecuador.
Es error reiterado el afirmar que Paolo Titolo llegó a Cuba con el Grupo Amorim. Una confusión que los Castro no se han tomado la molestia de rectificar porque quizás les conviene, en tanto revela el desconocimiento de la verdadera relación entre Américo Amorim, fallecido en julio de 2017, y Fidel Castro. Y más tarde con Raúl, cuando el hermano comienza a cederle las riendas del poder. Cuando el Grupo Amorim llega a Cuba en los años 80 su director general en La Habana era el portugués José Guimaraes. Solo en 2004, según el propio Paolo Titolo ha registrado en su presentación de Linkedin, es que el italiano entra en la representación cubana y comienza a empaparse de los negocios y prepararse para, dos años más tarde, en 2006, sustituir al viejo Guimaraes (hombre de confianza de Américo y Fidel), lo cual fue pactado directamente por Raúl Castro durante su visita a Portugal en 2005. Es bueno recordar que fue a partir de este viaje que se inició en la Isla un proceso de expulsión de empresarios extranjeros, probablemente con la intención de posibilitar la expansión del Grupo Amorim.
También en 2005, casualmente, fue el momento de fundación del Banco Internacional de Crédito de Angola junto con Isabel dos Santos a través del cual se lavaron cientos de millones de dólares, hasta que en 2014 Américo vende su participación a la "Princesa africana". La prensa ha dado razón de aquel encuentro entre Américo Amorim y Raúl Castro, del recorrido de este por las empresas del millonario en Vila da Feria, así como también hay constancia de varias visitas similares de Fidel Castro, la primera en 1998, en ocasión de la Cumbre Iberoamericana celebrada en Oporto.
El buen amigo Américo aparece junto al dictador cubano en decenas de fotos tomadas en aquellas oportunidades, aprovechadas por ambos para consolidar los viejos acuerdos de la era soviética, que hoy se extienden a otras empresas asociadas a Amorim como Engimov Construcciones S.A. y Engimov Negocios Inmobiliarios, que en Cuba tienen representación en la Zona Especial de Mariel como Engimov Caribe S.A. Todas son reconocidas por la Cámara de Comercio de Cuba y dirigidas por los Castro a través del administrador italiano Paolo Titolo, un ingeniero graduado en Palermo, al que le gusta viajar por el mundo y hacer fotografías, pero que, sobre todas las cosas, tuvo la gran suerte de casarse con Mariela Castro Espín el 26 de diciembre de 1998 y entrar a la “Familia Real”.
Ese clan que lo pondría al frente de los negocios de Américo Amorim con los únicos comunistas sobrevivientes de aquellos “tiempos de gloria”, los del contrabando de la madera y la explotación laboral disfrazada de trabajo voluntario en las fábricas y aserraderos. La instalación de fábricas en los países comunistas en los años 80 fue la forma que encontró Américo Amorim de influenciar al bloque en el diseño de los planes quinquenales, según reconoció en 2003 durante una entrevista para la revista Fortuna & Negocios. Igualmente los soviéticos ganaron por medio de Amorim el apoyo necesario para la introducción de diplomáticos del Este en Portugal y otros países del resto de Europa.
Por otra parte, Américo Amorim fue quien, a petición de Fidel Castro, convenció a Paulo Portas, vicepresidente de la Cámara de Comercio Portuguesa, para liderar una misión de empresarios a Cuba en 1998. El mismo año en que, según Belén Balanyá en su libro Europa S.A.: la influencia de las multinacionales en la construcción de la UE, Américo Amorim se vio involucrado en otro escándalo, en contubernio con el gobierno portugués por haber influenciado en la contratación de líderes empresariales para altos cargos de la administración pública del país. Ya para esa fecha el portugués invertía en varios hoteles de Cuba.
Los negocios de Amorim no se detuvieron ni con la caída del Muro de Berlín ni con la enfermedad de Fidel Castro. Continuaron con Raúl a partir del acuerdo de 2005. Precisamente ese año, según el diario Observador de Portugal, Américo Amorim protagoniza lo que ha sido hasta hoy uno de los mayores negocios hechos por un empresario portugués. Recupera la empresa Galp Energía para el control nacional (donde también tuvo participación Isabel dos Santos), gracias al descubrimiento de reservas de petróleo en aguas profundas.
Es momento también en que el petróleo está haciendo ganar millones a los Castro. En el año 2000, bajo el Convenio Integral de Cooperación, Hugo Chávez comienza a enviar diariamente unos 53 mil metros cúbicos de petróleo a Cuba, en tanto en Angola, la hija de José Eduardo dos Santos también incrementa su fortuna con los hidrocarburos. Fue precisamente en 2005 que Venezuela elevó los envíos de crudo hasta los 92 mil metros cúbicos diarios, lo que representaba un 3,5 por ciento de la producción diaria de PDVSA. Entonces, Cuba -no se sabe con total seguridad a cuáles destinos-, reexportaba un excedente de entre 40 mil y 50 mil metros cúbicos diarios, pues el consumo total de la Isla era de unos 120 000 y producía ella misma unos 80 000.
Por el momento no se puede asegurar que exista una relación directa con lo que estaba sucediendo en esos años sobre la base del comercio de hidrocarburos, pero según el diario Esquerda, de Portugal, en un artículo de julio de 2010, Américo Amorim fue la mayor fortuna del país en 2009, con un extraordinario crecimiento del 9,1 por ciento. Casualmente el mismo año en que Raúl Castro hereda formalmente las riendas del poder en Cuba.
La imagen de Sandro Castro conduciendo un Mercedes Benz en un país comunista donde la miseria está por todas partes es innegablemente escandalosa. Las fotos de Tony Castro tomando el sol en un yate o de vacaciones en París también son ofensivas. Tanto como las del
nieto de Guillermo García Frías, de luna de miel con su novia por Europa, mientras el abuelo comandante propone a los cubanos que coman avestruces y jutías como remedio contra el hambre. Pero el imperio en las sombras que probablemente heredarán los verdaderos “nietísimos” de la dictadura hará que los excentricismos de los otros nietos parezcan apenas juguetes.
Cubanet, 22 de marzo de 2021.
Foto: Paolo Titolo Castro, hijo de Mariela Castro Espín con el italiano Paolo Titolo, París, diciembre de 2015. Tomada de CubaNet, que a su vez la tomó de las redes sociales.