lunes, 26 de septiembre de 2022

Seinuk, el exiliado cubano que moldeó horizontes



El Museo Americano de la Diáspora Cubana acaba de inaugurar la exposición Stretching the Horizon, dedicada a Ysrael Abraham Seinuk: justo tributo a un influyente ingeniero civil cubano, nacido en La Habana en 1931 y fallecido en Nueva York en 2010.

Durante la ceremonia inaugural de la muestra, que se ha montado como intenso santuario de logros insospechados para un humilde “cubanito nacido en Luyanó”, como le gustaba repetir al talentoso artífice de edificaciones emblemáticas en Nueva York y otras ciudades importantes del mundo, la esposa Fanny, su hija Beatriz y amigos cercanos, como los pintores Baruj Salinas y Humberto Calzada, fueron esbozando ante la concurrencia, que no salía de su asombro, la personalidad de un constructor en el sentido físico, conceptual y espiritual del término.

Temprano la familia Seinuk tomó el camino del exilio, siguiendo a uno de los abuelos, quien al ver la comparecencia de Fidel Castro con palomas revoloteando a su alrededor confesó que había estado en la Plaza Roja durante un discurso de Lenin, y el verbo encendido del joven rebelde era como la traducción criolla de la misma ideología. En Nueva York, nueve integrantes de los Seinuk dormían en un mínimo espacio y tuvieron que empezar de cero, como tantos otros exiliados, luego de ver interrumpida de manera abrupta lo que auguraba ser una carrera exitosa en La Habana.

Muy pocos años después, Ysrael Seinuk, quien recordaba haber llegado a los Estados Unidos con 20 dólares en el bolsillo, la regla de cálculos y el diploma de la Universidad de La Habana, fue contratado por reconocidas compañías de su especialidad. Luego vendría la fama y el prestigio de empeños corporativos personales. Entre muchas otras virtudes, una de sus principales contribuciones a la construcción fue traer a Nueva York el uso del hormigón armado, en sustitución de las tradicionales estructuras de acero, lo cual permitió a los arquitectos diseñar edificios más altos y estrechos.

En 2005, la revista Time lo eligió uno de los 25 hispanos de mayor influencia. Por entonces afirmó: “Mi trabajo siempre ha estado relacionado con el hecho de expandir el horizonte”. Hay un cartel en la exposición del Museo Americano de la Diáspora Cuana que enumera 77 edificaciones notables donde intervino la destreza de Seinuk para hacer realidad quimeras arquitectónicas. Entre ellos figuran: Miami Performing Arts Center, AOL Warner Center, Torre Mayor (México), 383 Madison Avenue (Bear Stearns), One Brickell Square, Grand Canyon Shopping Center (Israel), Trump Tower,100 United Nations Plaza, Condé Naste Building y 450 Lexington Avenue.

Las paredes y vitrinas, abundantes en fotos y recuerdos de una carrera que enaltece la cultura cubanoamericana, hacían pensar inevitablemente en el daño propinado por el castrismo a la prosperidad empresarial y desarrollo social de la isla, con la partida temprana de un talento que no quiso ser sojuzgado. En Cuba, Seinuk fue miembro de la comunidad judía, diezmada por la dictadura. En la exposición aparece una foto del edificio de la Comunidad Hebrea, en la calle Línea esquina a I, en la barriada habanera del Vedado, que fuera usurpado y tramitado por el régimen para su conveniencia y oportunismo.

En el orden personal, emotivo fue conocer que su último proyecto inconcluso en la capital cubana fue un edificio llamado Libertad, del cual se exhibe una imagen de la maqueta. El lugar elegido para la construcción era Alamar (antes de 1959, La Habana se extendería urbanísticamente hacia el este).

El mismo sitio que después acogería la desatinada comunidad de Alamar, edificada por constructores aficionados en las llamadas 'microbrigadas', otro de los planes abocados al fracaso del 'máximo líder'. Durante tres años y nueve meses, en Cuba trabajé como albañil en una 'microbrigada', sometido a un régimen de hostigamiento y miedo, en busca del apartamento que necesitaba mi familia por entonces.

El conciso José Martí afirmó que los hombres “van en dos bandos: los que aman y fundan y los que odian y deshacen”. Ysrael Seinuk pertenece a los primeros, al ansia constructiva de la República cubana, laboriosa y esperanzada. Hay pruebas suficientes para incluir a los cabecillas castristas en el segundo bando, por haber convertido con tanta diligencia a la isla prometedora en un muladar sin futuro.

Cuando Ysrael Seinuk falleció, el 1 de octubre de 2010, a los 78 años, el New York Times le dedicó un elogioso obituario. “Pienso en él como la persona que trajo el hormigón armado a la ciudad de Nueva York, porque ésta era principalmente una urbe donde los rascacielos estaban estructurados con acero. Tuvo un gran impacto entre los estudiantes. Creó el currículo de estructura para que los jóvenes arquitectos pudieran incluir poesía y poder en sus sueños”, afirmó Elizabeth O’Donnell, decana Asociada de la Cooper Union for the Advancement of Science and Art, donde el cubano impartió clases muy elogiadas.

Alejandro Ríos
Texto y foto: CubaNet, 27 de julio de 2022.

lunes, 19 de septiembre de 2022

"El castrismo se robó lo que no le pertenecía"


Me recibe en su domicilio del centro de Madrid, a escasa distancia de la sede del Partido Popular, e inmediatamente durante nuestra conversación evocamos temas de la Cuba de otros tiempos. Margarita Larrinaga de Luis nació en La Habana en 1951 y aunque salió de la Isla con apenas nueve años, recuerda perfectamente a sus profesores y compañeros de estudios en el Colegio del Sagrado Corazón, situado en el reparto Country Club.

Su padre, Alejandro Larrinaga, y su tío Severiano, eran accionistas principales de la empresa Antillana de Acero, un imperio económico floreciente que ya despuntaba a fines de la década de 1950 y que fue inmediatamente confiscado por el gobierno castrista. Un buen día ambos llegaron a sus oficinas y se encontraron a dos milicianos armados en la puerta que les impedían entrar. “Esto ya no les pertenece”, les dijeron amenazadoramente.

A Margarita Larrinaga se le conoce por su labor en el gabinete de Esperanza Aguirre, durante el tiempo en que fue presidenta de la Comunidad de Madrid. Hoy, en día, ya retirada, preside la Archicofradía de la Virgen de la Caridad del Cobre, una asociación centenaria que mantiene vivo el culto a la Virgen cubana y que ha representado para muchos exiliados cubanos en España un sitio de acogida, como lo fue, durante décadas, el Centro Cubano de Madrid, del que Alejandro Larrinaga Verano-Aguirre, el padre de Margarita, fue el último socio fundador vivo en 2021.

Margarita, usted desciende de españoles del norte de España que se habían 'aplatanado' en la Isla, como decimos en Cuba. ¿Qué sabe de los orígenes familiares y por qué esos vínculos con la Isla?

-Mi padre, Alejandro Larrinaga, nació en Basauri, cerca de Bilbao, en 1920. Era hijo de los vascos Antolín Larrinaga Barrenechea y Cándida Verano-Aguirre Arróspide. Pero de niño viajó a Cuba con su hermano Severiano. En La Habana cursó estudios en el Colegio La Salle y estudió también ingeniería eléctrica en la Universidad de La Habana. Su tío materno Camilo había sido el primero de la familia en instalarse en la Isla, donde tenía negocios de fundición y exportación de metales.

-Mi madre, Manuela de Luis Sánchez, nació en Cuba, pero su padre era asturiano y su madre catalana. No conocí a mis abuelos maternos pues ya habían fallecido cuando nací. Teófilo de Luis de la Vega, mi abuelo, nacido en Biedes, se había establecido en Cuba, donde vivían sus hermanos mayores, en Cienfuegos. Al poco tiempo de llegar, en la Avenida del Cobre, fundó la perfumería Astra y la fábrica de perfumes Luis y Compañía, sita en la Avenida de Carlos III. Ambas producían jabones, cosméticos y perfumes, convirtiéndose en poco tiempo en una de las marcas más exclusivas del país.

-En mi familia, dos hermanos Larrinaga se casaron con dos hermanas Luis. Es decir, mi tío Severiano Larrinaga (hermano de mi padre Alejandro) se casó con Isabel Luis (hermana de mi madre Manuela). Mis siete primos nacidos de esta unión son doblemente primos maternos y paternos.

¿Qué recuerdos tiene de sus primeros años de vida en Cuba?

-Nuestra casa familiar estaba en el reparto Kohly (hoy Nuevo Vedado), en La Habana, y la de mis abuelos en el Vedado. Teníamos una casa en la playa de Tarará y casi todos mis recuerdos de fiestas, celebraciones de cumpleaños y reuniones familiares están relacionados con ese sitio de veraneo al este de la capital. Allí pasábamos los fines de semana y también los meses de julio y agosto. De hecho, la última gran fiesta antes de nuestra salida de Cuba en 1960 fue allí. Yo estudié en el Sagrado Corazón que era un colegio excelente en el que estudiaban, en general, niñas de hogares con buena situación financiera, pero que tenía un sistema de becas gratuitas para niñas pobres que se pagaba con la matrícula de quienes tenían mejor situación financiera. Entre mis compañeras de clase me acuerdo de Ani Mestre (la hija de Goar Mestre), Cristina y Mequi Santeiro, Evelyn Mendoza, Margarita Ledo, Lilian Pedroso, Beatriz Lacret, Gabriela Puyol, Celia Averoff, Maggie Abril, las hermanas Cagiga, Rosi Bacallao, Teresita de Cárdenas y las Arenalde, entre otras.

-En particular recuerdo a dos de las religiosas que nos educaban, la Madre Comellas y la Madre Fernández de Mesa. También, a profesoras laicas del claustro educativo, como Miss Alicia Hopgood, nuestra profesora de Inglés. Curiosamente, la novicia que me preparó en este colegio para la Primera Comunión, Sor Pilar López-Saavedra, quien dejó la orden en Cuba, se exilió en España y años después preparó a mis hijos para la Primera Comunión, en Madrid. No olvido tampoco cuando entre 1959 y 1960 comenzaron a desaparecer, poco a poco, las alumnas del colegio. Cuando preguntaba por ellas la respuesta era invariable: “Ya se fueron”.

-En 1959, Fidel Castro pidió ayuda para su Reforma Agraria y las monjas pidieron a las familias que donaran aperos de labranza o instrumentos relacionados con la agricultura. Entonces mi padre y mi tío Severiano donaron un tractor. Hubo un acto en el patio del colegio en el cual las alumnas, alineadas en filas y con el Himno Nacional de fondo, posábamos como campesinas, exhibiendo rastrillos, palas y azadones. Había un silencio sepulcral que solo rompía las notas del himno. Con aquella experiencia desapareció en pocos días la cuarta parte del alumnado.

-Todo aquel mundo fue definitivamente borrado del mapa e incluso de los libros de historia sobre Cuba a partir de 1959. Y creo que no quedaría ninguna prueba in situ de mi paso por ese país si no fuera porque en la Iglesia de San Francisco, en La Habana Vieja, hay un fresco con la imagen de la Virgen de Begoña, encargado a la Asociación Vasco-Navarra de La Habana, en el que aparecemos una prima mía y yo que servimos de modelo junto a otro niño. Por supuesto, sobreviven nuestras casas y el esqueleto de las fábricas e industrias que nos robaron y que con el tiempo se han ido desbaratando debido a la inepcia y la incapacidad de ese tipo de régimen de generar riqueza y bienestar en todos los ámbitos, tanto en lo personal como en lo colectivo.

Antillana de Acero formaba parte de ese patrimonio familiar que el castrismo se ocupó de nacionalizar pocos meses después de la toma de poder…

-El gobierno castrista no nacionalizó nada, sino que se robó lo que no le pertenecía. Incluso le dejaron el mismo nombre hasta que en 1974 fusionaron la fábrica con otras empresas y le pusieron José Martí. De todas formas, en el imaginario cubano, siguió llamándose Antillana de Acero. La fábrica estaba en El Cotorro, en las afueras de La Habana, y daba trabajo a unas 500 personas, entre obreros y empleados. Se trataba de un grupo mayoritario integrado por varios cubanos. Su vicepresidente era mi tío Severiano Larrinaga, que era el apoderado de su tío Camilo Verano-Aguirre Arróspide. Mi tío-abuelo era propietario de una fundición de artículos de bronce y latón, cuya sede se encontraba en la calle Merced, Habana Vieja. Era un exportador mayorista de metales y también propietario de una fundición en San Felipe y Ensenada, también la Habana Vieja. Formaba parte de los grupos ferreteros y fundidores de acero que, unidos, constituyeron Antillana de Acero. La empresa se constituyó en 1955 y en 1957 se puso la primera piedra.

-Fue exactamente en 1959, cuando Antillana se dio por terminada del todo. Esto quiere decir que aquel esfuerzo de años entre su fundación y el montaje definitivo solo sirvió para ofrecérsela en bandeja al régimen que se la robó íntegramente. Después de que a mi padre y a mi tío les impidieron acceder a sus oficinas, alguien les dijo que Fidel Castro estaba desayunando en la cafetería Kasalta en Miramar. Para allá fueron a verlo y cuando le hablaron del tema, Castro los tranquilizó diciéndoles que no se preocuparan que les devolverían la fábrica. Puro cuento, todos conocemos la historia y sabemos lo que sucedió después. En 1960 partimos rumbo al exilio. Solo mis tíos Severiano e Isabel regresaron a Cuba varias veces, por corto periodo, durante ese mismo año, pues intentaron, en vano, defender las propiedades y pertenencias de la familia.

Siempre estudió en colegios del Sagrado Corazón, no solo en Cuba, también en el exilio, en Washington y en Francia.

-En efecto. La congregación religiosa del Sagrado Corazón fue fundada en Francia a principios del siglo XIX y en 1858 se estableció en Cuba con el objetivo de construir escuelas para educar a las niñas con una formación cristiana. Las primeras escuelas se abrieron en Sancti Spíritus y La Habana. Más tarde se fundó el Apostolado de La Habana, en 1891, y escuelas en diferentes localidades, incluida la ciudad de Santiago de Cuba. No fue hasta 1945 que compraron una finca en lo que entonces se conocía como la Playa de Marianao, para construir un gran edificio, a cargo de los arquitectos Francisco Martín y Ricardo Moreira. Era el colegio más lujoso de Cuba y desapareció cuando el castrismo se lo robó en 1961 para convertirlo en una escuela de becas o algo así, y luego en albergue para estudiantes de medicina. El edificio se conserva y me asombró que en la capilla donde rezaban y cantaban las monjas solo había pomos con fetos en formol.

-En Washington, cuando llegamos al exilio, volví a estudiar en el Sagrado Corazón, que allí se llama Stone Ridge. En mi clase estaba Kathleen, la hija mayor de Bob Kennedy y sobrina del entonces presidente estadounidense. En esa época también conocí al vicepresidente Lyndon B. Johnson porque mi mejor amiga de entonces era la hija del embajador de México y se daban recepciones a las que asistía el propio presidente. Cuando en 1963 nos mudamos a Europa, mi hermana y yo estuvimos como internas en La Perverie, que era el colegio del Sagrado Corazón en Nantes, Francia. Y, por último, estuve en el de Madrid hasta que entré a la Universidad.

¿Por qué se fueron a vivir a España y cómo fueron los primeros años en ese país?

-Mis padres fueron los que decidieron que viviríamos todos en España. Ya su hermano había venido para Madrid, de modo que él no quería que las dos familias quedaran separadas. Viajamos en un barco italiano llamado Vulcania, desde Nueva York hasta Barcelona. Íbamos todos los de la familia, mis padres, una tía, mis primos y sobrinos. Como dije antes, estudié primero en Nantes y luego en Madrid, donde comencé los estudios de Filología en la Complutense, pero los interrumpí porque me casé a los 21 años con Diego Rosillo Colón de Carvajal, descendiente de Cristóbal Colón, con quien tuve a mis tres hijos y actualmente tengo ocho nietos. Mantuve la ciudadanía cubana y un pasaporte que por fuera era español y por dentro tenía un sello que decía “apátrida” hasta que, tras mi boda, me hice ciudadana española.

Me comentó que regresó a Cuba en una ocasión, ¿qué impresiones tuvo de ese viaje?

-Eso fue en 1995 y fui con mi marido, mi hermana Ana y su esposo. Lo primero que sucedió es que a mi hermana y a mí nos dieron un papel amarillo porque, aunque viajábamos como ciudadanas españolas, ellos dijeron que no reconocían otra nacionalidad para los nacidos en Cuba que la cubana. Como es lógico, hice el viaje que suele hacer todo aquel que salió del país de niño y tiene ganas de ver si fue un sueño esa etapa de la vida, en mi caso hasta los nueve años. La primera impresión que tuve fue que todo estaba destrozado, y que solo los sitios turísticos se mantenían más o menos arreglados. Había música por todas partes, desde que entramos al aeropuerto y en cada sitio a donde íbamos.

-Fuimos a ver mi casa en el reparto Kohly pero no nos dejaron entrar ni hacer fotos porque la habían cogido para un hotel de rusos. Luego fuimos a la de Tarará, que era una casa especial porque tenía una planta circular y recuerdo que el dormitorio de la segunda planta (el de los menores) tenía un enorme ventanal circular desde donde se veía el mar y se oían las palmeras con la brisa. Cuando fuimos, estaba destartalada y rotos los ventanales de cristal de la segunda planta. Años después, supimos que nuestra casa en Tarará fue convertida en un restaurante. Luego fuimos a la casa de mis abuelos en el Vedado y ahí sí nos dejaron entrar pues era una casa particular. La nueva propietaria insistió en que ella era la dueña desde no sé qué año, pero dijo algo muy curioso: “Aquí han seguido llegando cartas a nombre de su padre, Alejandro”. Y me mostró algunas.

-En Cuba solo me quedaba un pariente lejano, que no recuerdo cómo dimos con él. Me asombró ver que su hijo jugaba con uno de esos juegos de video que mis hijos manipulaban también, pero lo hacía en un televisor en blanco y negro. Entonces el pariente nos explicó que si jugaba con la imagen en colores entonces se les gastaba un tubo interno y el aparato les duraba menos. También me asombró ver que alguien como él, que tenía un puesto en algo del gobierno, tuviera que ducharse con un sistema extraño: desde un tanque colocado encima de la ducha salía el agua. Nunca entendí cómo era ese sistema, pero me parecía que era algo arcaico.

-Todo lo que comí me pareció caro, a pesar de ser comidas sencillas. Incluso en la casa de Dupont de Nemours, que supuestamente era lo más sofisticado, no me pareció nada del otro mundo. Y al salir de Cuba el oficial se enredó con mis papeles y yo estaba ya un poco asustada, pensando que si me retenían me daba algo allí mismo. Al final, cuando me dejó pasar, me dijo que para ellos era un placer que fuera cubana.

Tanto usted como tu familia han apoyado siempre a los cubanos que salen al exilio y han militado siempre por la democracia en Cuba.

-Siempre hemos ayudado a los cubanos. El primero fue mi padre, que fue uno de los que mantuvo vivo al famoso Centro Cubano de Madrid y estuvo entre sus fundadores cuando el 17 de junio de 1966 se creó la Asamblea Constituyente de esa institución, junto a otros veteranos como Julio Lobo Olavarría (su primer presidente), Oscar Gómez Hernández, José Ignacio de la Cámara, Jesús Manzarbeitía, Guillermo Arruza, Adolfo Arenas, Guillermo García Tuñón, Carlos F. de Armenteros, Alfredo Llorente, Helena Lobo de Montoro, Enrique Tous, Gastón Baquero, Carmen Gómez-Mena, Isabel Falla de Suero, Manuel F. Goudie, Felipe Salcines y Teresa Regueira, entre otros. El local estuvo casi desde los inicios en la calle Claudio Coello, era una especie de epicentro de toda la actividad contra la dictadura y donde más apoyo se daba a los recién exiliados. Mi padre falleció con más de 100 años de edad, en enero de 2021.

-Mi prima Elena Larrinaga de Luis ha sido y continúa siendo una de las voces más activas en España en el ámbito de las denuncias contra la dictadura cubana y el apoyo a la disidencia tanto exterior como interior. Y mi primo Teófilo de Luis Rodríguez fue diputado del Partido Popular español en 1995, él nació en Cuba y también ha sido también un defensor de la democracia en su patria. En 2019 publicó el libro Cuba en el Congreso.

-En mi caso, tuve la oportunidad de trabajar desde 2003 en el gabinete de Esperanza Aguirre, durante los nueve años en que ella fue presidenta de la Comunidad de Madrid. Muchos de los dossiers sobre temas cubanos me los encargaba a mí, de modo que estuve en primera línea cuando comenzaron a llegar los prisioneros de la Primavera Negra de 2003, entre ellos el periodista y escritor Raúl Rivero, su esposa, Blanca Reyes, y muchos más. Trabajábamos en estrecha colaboración con la Fundación Hispano Cubana de Madrid.

Desde hace unos meses, ocupa la presidencia de la Archicofradía de la Caridad del Cobre en Madrid, la asociación cubana más antigua de España.

-En octubre de 2021 fui elegida presidenta de la Archicofradía, reemplazando a su última presidenta, Emma García-Menocal de Calvo, quien es nieta del presidente de la República de Cuba Mario García-Menocal Deop y estuvo 15 años al frente de esta asociación. La vicepresidenta actual es Almudena Carballosa, nuera de Ana María Solís, los propietarios de la tienda El Encanto.

-La asociación fue fundada en 1923 y desde entonces ha tenido seis presidentas, de las cuales, Dora Vidal de Rosillo, que era la esposa de un tío de mi marido, cubana también, fue la más longeva en el puesto pues permaneció 35 años como presidenta. Remontando la historia, hay que decir que en 1871 la reina María Cristina autorizó a que se depositara en la iglesia del Monasterio de las Descalzas Reales la imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre que había sido traída de la Isla un año antes por Andrea Avelina Valdés de Montoro. Fue en 1923 cuando el obispo Prudencio Melo del Real, obispo de Alcalá-Madrid, aprobó los reglamentos de la Asociación y poco después fundaron en Ciudad Lineal una primera escuela, donde se daban clases de alfabetización y cultura básica, catecismo, costura... La labor educativa fue muy importante hasta que en 1951, habiendo fallecido Caridad Duany de Ros, la presidenta hasta entonces, y ante la imposibilidad de cubrir los gastos, se hizo cesión de la escuela, aunque se mantuvo el nombre de la que existe aún.

-En 1956 se creó una nueva junta de la Asociación con Caridad Meana de Oyarzábal como presidenta y desde entonces, hasta hoy, se ha mantenido el culto a la Virgen todos los días 8 de cada mes. A esto se añadían los donativos de Navidad que se entregaban al capellán de la asociación y se repartían entre los cubanos necesitados. Cuando comenzaron a llegar los primeros exiliados en la década de 1960, de ellos se ocupó el padre Ignacio Camillas, franciscano de Remedios, en la antigua provincia de Las Villas. En 1986 fue nombrada Presidenta Honoraria la Duquesa de Veragua, cuyo marido, Cristóbal Colón de Carvajal, era primo de mi marido. Le sucedieron la mencionada Dora Vidal y Carmen Rivas de Cabezón, todas cubanas, hasta que en 2006 fue elegida Emma García-Menocal, con Margarita Mendoza como vicepresidenta, Dagmar Salcines de secretaria, Lydia Cifuentes de tesorera y Paulette Pérez de Cisneros como camarera de la Virgen.

-La Archicofradía ha continuado con las misas de todos los días 8 (excepto en julio y agosto por las vacaciones de verano), las meriendas benéficas en los salones de La Milagrosa (desde que en 2005 cerrara el Centro Cubano de Madrid que era donde siempre se realizaban) y los donativos. Además, ha sido hermanada con la Real Hermandad de Infanzones de Yllescas, que es donde se piensa tiene orígenes el culto a la Virgen del Cobre. También se dio ayuda a la Catedral de Santiago de Cuba en 2012 para la reparación de los vitrales afectados por el paso del ciclón Sandy.

-Desde que comencé en mis funciones hemos realizado todas las misas y la de mayo la hemos desplazado para el día 20 de ese mes, por ser la Fiesta Nacional cubana y fundación de la República. Participan siempre los fieles, las miembros de la Archicofradía y desde hace unos años oficia fray Rafael Fernández Rodríguez del Rey, nuestro capellán cubano actual desde que por razones de edad cesó el padre Pedro Capdevila.

William Navarrete
Cubanet 24 de julio de 2022.
Foto: Antillana de Acero antes de 1959. Cortesía de la entrevistada.

lunes, 12 de septiembre de 2022

El Marianao de Orúe



Cuando en 1959 llegó Fidel Castro y comenzó a destruir el país, en La Habana era muy conocido el lema "Marianao, la ciudad que progresa". Aunque en realidad, en la mira del desarrollo y el progreso estaban otras localidades habaneras, unas situadas al este y otras al oeste de la ciudad.

Como mi padre, José Manuel Quintero Suárez, durante veinte años había sido escolta de Blas Roca, secretario general del Partido Socialista Popular y como los barbudos confundían la manteca con la mantequilla, en 1960 a alguien se le ocurrió proponerlo para Jefe de la Policía de Marianao. Mi padre rotundamente se negó. Con 51 años cumplidos, prefirió ponerse a estudiar y dedicarse a la reeducación de menores, muchos de los cuales él mismo había recogido por las noches, mientras dormían en calles, portales y paraderos de ómnibus de la capital.

Uno de los alcaldes más famosos que tuvo Cuba en su etapa republicana (1902-1958) fue Francisco A. González Orúe, quien hizo historia con el lema "Marianao, la ciudad que progresa". Nacido el 4 de mayo de 1912 en el poblado de Bauta, al sur de La Habana, Orúe alcanzó amplia popularidad como alcalde del municipio de Marianao durante once años (1948-1959), reconocido por su espíritu de trabajo, humildad y conducta honesta.

Tras prestar servicio en el ejército, ganó la alcaldía de Marianao en 1948 e impulsó un vasto programa de obras públicas en esa localidad. En 1958 había sido reelecto en el cargo para un nuevo período de cuatro años, pero la llegada de Fidel Castro al poder en enero de 1959 interrumpió su carrera política y lo obligó a exiliarse. Para esa fecha, Orúe ya había obtenido los fondos para la completa instalación del alcantarillado del municipio, porque muchos vecinos de los barrios Pocito y Coco Solo habían levantado casas de lata en las márgenes del río Quibú, donde vertían desperdicios, con las consecuencias dañinas para la salud y el medio ambiente.

Orúe salió al exilio en las primeras semanas de 1959 rumbo a Guatemala, y poco después arribó a la Florida, donde sus compatriotas continuaron llamándole El Alcalde, a pesar de que no volvió a dedicarse a la política. Pero sus conocimientos sobre la administración de gobierno, lo convirtieron en un consejero de líderes cubanoamericanos, y llegó a presidir campañas electorales de algunos candidatos. El ex senador estatal Roberto Casas conoció a Orúe en la alcaldía de Marianao, "donde fue un verdadero pilar de la prosperidad ciudadana''.

Tras vivir 16 años en la Florida, decidió mudarse a Hialeah, ciudad que hallaba muy similar al Marianao de 1959, habitado por amplios sectores obreros y de clase media. "Me siento como si estuviera en Cuba'', solía decir. Raúl Martínez, al ser elegido alcalde de Hialeah en 1981, decidió rescatar el lema de Orúe y adoptarlo para presentar a Hialeah como "la ciudad que progresa".

Francisco A. González Orúe no tuvo hijos en ninguno de sus dos matrimonios. Falleció en el año 2000 en su residencia de Hialeah, víctima de un paro cardíaco, a la edad de 88 años.

Tania Quintero
Foto: Monumento a José Martí erigido en la Plaza Cívica de Marianao, construida en los años que Francisco A. González Orúe fue alcalde de ese municipio habanero. De mármol y bronce, fue diseñado y ejecutado por el escultor cubano Arnold F. Serrú Hidalgo, que se exilió en Puerto Rico. Tomada de la Cuban Heritage Collection de la Biblioteca de la Universidad de Miami.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Muchos estudiantes universitarios no ven su futuro en Cuba



En una pared de la sala de conferencias en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, una pequeña tarja reza: "Julio Fernández Bulté excelente jurista, profesor y revolucionario cabal". Cuentan que sus cenizas fueron esparcidas por el recinto universitario. Bulté no fue un abogado cualquiera. Es un referente para profesores y futuros licenciados. Y el summum plus ultra de la consagración al modelo castrista.

Su hijo Julio Antonio Fernández Estrada, graduado de Derecho en 1998 e Historia en 2003, es doctor en Ciencias Jurídicas y fue profesor de la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana (UH) entre 2012 y 2016. Luego cayó en desgracia. Su ‘delito’: escribir en sitios independientes y aspirar a una Cuba inclusiva y democrática.

En febrero de 2022, Fernández Estrada viajó a Suiza como refugiado político. Damián, quien fuera su alumno apunta que “Bultico, como le decían, además de un brillante profesional es un ser humano increíble. Pero actualmente en la Facultad de Derecho está prohibido mencionarlo y hablar sobre él".

El régimen de la Isla es experto en borrar sucesos. Cuando discrepas o piensas diferente asesinan tu reputación. Te convierten en una no persona. Un fantasma. El modelo diseñado por Fidel Castro es sólo para sus partidarios. Aunque en estos momentos el régimen está en caída libre. Su decadencia es notable.

En la primavera de 2022, la prioridad de un segmento amplio de los universitarios es tratar de sacar buenas notas que les permita aspirar a una beca en el exterior o emigrar después de concluir su carrera. Sarah, alumna de segundo año, asegura a Diario Las Américas que “el 90 por ciento de los estudiantes tiene entre sus planes obtener una beca en una universidad de prestigio o irse del país incluso antes de terminar la carrera”.

Los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres. Y si hace dos décadas, rememora Eusebio, licenciado en historia del arte, “la mayoría del alumnado apoyaba al proceso revolucionario, se consideraba marxista y anticapitalista ahora ocurre lo contrario. Mi hijo estudia en la universidad y cuestiona las estrategias políticas del gobierno que considera absurdas, y critica la incompetencia de los dirigentes. Algo ha pasado".

Daniel, estudiante de tercer año, dice que en las tertulias universitarias “además de reprochar el mal desempeño de las instituciones del Estado, también se habla de democratizar el país”. Misleydis, alumna de primer año, señala que la desigualdad social es notable en la Universidad de La Habana. “En mi aula casi la mitad tienen posibilidades económicas. Se visten bastante bien, con ropa de marcas como Shein, Zara o H&M, de bajo costo en el primer mundo, pero en Cuba son un indicador de status financiero. Quienes viven mejor tienen celulares iPhone, del 11 en adelante. Otros usan Samsung, Huawei o Xiaomi Redmi de última generación. Hay estudiantes que pueden gastar mil pesos en un almuerzo o pagar cien pesos por una bola de helado en un negocio privado, mientras la mayoría lleva su almuerzo o se compra un pan con mortadella, cuando lo venden, en la cafetería de la universidad”.

Raudel cursa el tercer año y considera que “el ámbito universitario actual es más liberal de lo que se puede suponer. Mis profesores alientan el libre debate. Existen estudiantes muy críticos con el desempeño del gobierno e incluso apoyan las protestas del 11 de julio. Dos o tres maestros son un poco intransigentes, pero los otros... Algo curioso es que los jóvenes con menos posibilidades, que se quejan del caótico servicio de transporte público y están pendientes del pago del estipendio universitario, que aún no lo han dado, son los primeros en participar en actividades políticas de la FEU. Están más adoctrinados que aquéllos provenientes de familias con más poder adquisitivo. Los jóvenes de menos recursos suelen pensar que Cuba se encuentra amenazada por Estados Unidos, que el servicio militar es necesario porque disciplina a la juventud y justifican el mal trabajo del gobierno por el ‘bloqueo’. A pesar de su mentalidad, también quieren irse del país”.

Misleydis comenta que todavía no ha conocido a un estudiante que no suspire por una beca universitaria en Estados Unidos. En comparación con el caótico estado constructivo de casi todas de escuelas tecnológicas y preuniversitarias en la Isla, Richard, estudiante de segundo año, opina que "la Universidad de La Habana es como un hotel de cuatro estrellas. Las facultades y el parque aledaño están bastante limpios si lo comparamos con la suciedad en las calles habaneras. Sin embargo, en un aula caen goteras cuando llueve, las computadoras del laboratorio de informática son antiguas y en el Estadio Universitario Juan Abrantes las gradas están en peligro de derrumbe”.

Yulia, alumna de segundo año, se queja de que no hay internet gratis en la UH. “Hay una red inalámbrica, pero solo se puede usar para asuntos de la escuela. Puedes abrirte una cuenta para conectarte a internet a través de EVEA (Entorno Virtual de Enseñanza y Aprendizaje). Jamás la he usado, utilizo el internet de datos de mi móvil donde puedo navegar sin restricciones”. Los estudiantes consultados coinciden que la aptitud del claustro académico es correcta. “Excepto una profesora que raya en la mediocridad, la calidad del resto es buena, aunque tampoco para tirar cohetes”, dijo un alumno.

Para la mayoría del alumnado universitario, el transporte es un dolor de cabeza. “Tengo una compañera de aula que vive en Santiago de las Vegas -a 20 kilómetros de la UH- sale a las cinco de la madrugada de su casa y regresa después de las ocho de la noche. Casi todos van a la universidad en ómnibus del servicio urbano. Algunos se pueden permitir pagar cien o doscientos pesos diarios en taxi colectivos. Y hay 'hijos de papá' que tienen autos o motos, pero son los menos”, explica Sarah.

Saúl, alumno de cuarto año, señala que "predominan los estudiantes blancos, después le siguen los mulatos o mestizos y muy pocos son negros, que son los más pobres". A continuación, se refiere a la doble moral o simulación, que también existe en la UH. Y pone de ejemplo a la presidenta de la Facultad de Derecho "que aparenta apoyar al gobierno y vende ropas importadas en las redes sociales”. Un ex profesor reconoce que “al finalizar la carrera, pesa más la lealtad política que el rendimiento académico. Un estudiante puede ser brillante, incluso terminar con diploma de honor, pero si no apoya al proceso, jamás accederá a puestos importantes de trabajo. En el modelo universitario cubano se permiten muchas cosas, menos oponerte al sistema”.

Una tarja atornillada en la sala de conferencias de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana es un mensaje directo para navegantes. Mientras al jurista Julio Fernández Bulté el régimen le reconoce sus méritos profesionales, su hijo Julio Antonio Fernández Estrada, alumno y ex profesor en la misma casa de altos estudios, se vio obligado a pedir asilo político en Suiza por promulgar una corriente de pensamiento que el régimen considera lesiva.

Más allá de cualquier ideología y clase social, una mayoría del estudiantado universitario reconoce que en Cuba no tendrá demasiadas oportunidades profesionales. Por eso la prioridad es estudiar y sacar buenas buenas que les permita obtener una beca en Estados Unidos, Canadá o Europa. O emigrar una vez finalizada la carrera.

Iván García
Foto: Reunión del presidente Miguel Díaz-Canel con estudiantes universitarios en agosto de 2021. Tomada de Ideología vs. rendimiento académico: el dilema de los estudiantes universitarios en Cuba.