Corría la década de 1980 y mi hija, Tamila García Quintero, terminados sus estudios de bibliotecaria, durante unos meses adquirió experiencia laboral en la Casa de las Américas. Ya Haydée Santamaría se había suicidado, pero tuvo oportunidad de conocer de cerca a Hilda Guevara Gadea, la primera hija del Che.
Recuerdo que Tamila me habló muy bien de Hildita, resaltando su sencillez y total ausencia de superficialidad en su trato. No habría pasado una semana cuando me dijo que ella tenía dos hijos: Canek y Camilo. La vida siguió su rumbo y en 1995 nos enteramos que Hildita había fallecido de cáncer. La pena me invadió y mi primer pensamiento fue para sus hijos: ¿tendrían padre y familiares que les proporcionaran el siempre necesario calor maternal?
1995, el año en que murió la madre de Canek, fue definitorio para mí: decidí no seguir siendo periodista oficial y me declaré independiente, formando parte de la agencia Cuba Press, recién fundada por Raúl Rivero. Ocho años después, en noviembre de 2003, llegaba a Suiza como refugiada política.
Tenía casi olvidados a los dos hijos de Hildita cuando una noche de octubre de 2004, rastreando la prensa por internet, en la revista mexicana Proceso descubrí fragmentos de un texto que Canek Sánchez Guevara le había dirigido a Homero Campa, ex corresponsal en La Habana. Tras varios días intentándolo, no logré conseguir el documento completo. En eso
Fidel Castro se cayó en Santa Clara -significativamente delante de la estatua de Ernesto Guevara- y mi interés por el escrito de Canek decayó.
Pero de repente, en enero del 2005, me topé en la red con una autobiografía de Canek. Al final aparecía su email y decidí escribirle, sin ninguna esperanza. Un buen día, cuando ya me había vuelto a olvidar de la existencia del nieto mayor del Che, abro el correo electrónico y me encuentro con la respuesta de Canek. Me escribía como si me hubiera conocido de toda la vida.
No sé si lleguemos a conocernos personalmente, pero entretanto, aquí van las respuestas a un cuestionario que sin pérdida de tiempo le envié después de recibir el siguiente email: "Querida Tania, con gusto me dejo entrevistar por ti, sólo dime cómo piensas hacerlo. Un abrazo, Canek".
Hasta octubre de 2004 cuando la revista mexicana Proceso publicó un texto tuyo poco se sabía de Canek Sánchez Guevara. ¿Por qué decidiste salir del anonimato?
-En primer lugar, no me planteé tal cuestión. Es decir, no afronté la situación en términos de anonimato o autopublicidad; pero no soy ningún ingenuo: sabía muy bien que responder a Proceso significaba también hacer público un trozo mío. Siempre he pensado -correcta o incorrectamente- que ser "conocido" implica perder un poco de autonomía (vamos, que al ser un personaje público te debes por completo a un público) y yo, la verdad adoro el anonimato. Soy un individuo tan individual como cualquier otro, y como cualquier otro, soy contradictorio de tiempo completo, con intereses a veces opuestos y visiones distintas de un mismo punto -no soy un absoluto, ni en público ni en privado. Sólo soy yo...
-Ahora, volviendo al asunto de la revista Proceso, diré que como cada año, fui contactado por dicha publicación en vísperas del aniversario luctuoso del Che; y como cada año, el coordinador de la sección internacional pidió entrevistarme para hablar de mi abuelo. La verdad es que yo no puedo hablar de "mi abuelo" en el sentido estríctamente familiar pues no lo conocí, por tanto mi relación con él no es una relación "privada".
-Mi relación con el Che es similar a la relación que cualquier otra persona pueda tener con él (excepto por la cuestión sentimental, ésa que escapa al análisis y a la lógica): a través del mito, de la leyenda, de la historia o de la literatura. Claro que mi madre hablaba de él en casa; contaba miles de anécdotas, algunas divertidísimas -quienes lo conocieron íntimamente hablan mucho de su sentido del humor, a veces ácido, a veces negro-, y otras muy tristes y que sin duda marcaron profundamente a Hilda... Pero yo no soy quién para repetir tales historias: pertenecen a mi madre y no puedo (ni quiero) arrebatárselas.
-Entonces, volvamos al mes de octubre de 2004. Como cada año, estuve a punto de rechazar la entrevista por las razones ya expuestas, pero una pregunta se instaló en mi cerebro: ¿acaso mis opiniones están indisolublemente ligadas al Che? Es decir, ¿sólo puedo hablar del Che? Por eso respondí, y debo aclarar que en principio escribí para la izquierda mexicana, como parte de múltiples discusiones que ya había sostenido al respecto. La cuestión fundamental en todas estas discusiones es la siguiente: ¿puede la idea del socialismo exorcizar los excesos que en su puesta en práctica se cometieron? ¿Podemos cerrar los ojos ante la dictadura enarbolando como excusa la bandera de la salud, la educación, el deporte o la propiedad social?
-Para muchos sectores de la izquierda latinoamericana la respuesta no puede sino ser positiva, para mí no. Eso quería explicar: que la idea del socialismo se pervirtió en la práctica, que no se puede tapar el sol real con el dedo de lo ideal... Que la realidad es tan terca que se niega a someterse a las ideas. Y más cuando éstas son absolutas.
-Resumiendo, lo que entonces me pregunté no fue si quería seguir siendo anónimo (y según un extendido juicio común, también anodino: "Sólo los famosos importan", juzgan algunos); la verdadera cuestión fue la siguiente: Proceso me ofreció un espacio para plantear ideas, y sería yo demasiado torpe si no aprovechara la ocasión para expresar algunas de las cosas que pienso (a fin de cuentas, a eso me dedico: a expresar ideas).
-Pero son sólo eso: pensamientos de un individuo anónimo y, sí, también algo anodino. Entiendo perfectamente que tales espacios no se le otorgan a cualquiera, de ahí que decidiera responder libremente: si la voz se le niega a los seres anónimos (no anodinos) que piensan como yo, ¿cómo demonios podía negarme a expresar lo que pienso?
-En verdad, en este mundo hípermediatizado es un lujo tener acceso a los medios masivos; no es común que las voces disidentes encuentren espacios que reproduzcan fielmente tal pensamiento. Hablé por mí, claro, pero sobre todo para aquellos que comparten algunas de las ideas que suscribo y que no pueden, por ejemplo, publicarlas en Proceso.
-Por último -aunque no menos importante-, me aburre ser el nieto del Che; me gusta más ser canek (así, con minúsculas).
En el texto de Proceso fustigas a Fidel Castro, pero sólo mencionas de pasada a tu abuelo materno. ¿Qué fue Ernesto Guevara de la Serna para ti?
-En parte (lo siento, no me di cuenta) la respuesta se encuentra en el párrafo anterior. Lo cierto es que Fidel no es el único culpable de lo que actualmente sucede en Cuba, pero sí es, y ha sido siempre, el "máximo líder de la Revolución". Estoy consciente de que ninguno de los juicios que yo pueda emitir en torno a la figura del Che Guevara será imparcial, y esa es la razón fundamental por la que siempre me he negado a hablar de "mi abuelo". En un plano estrictamente personal, siempre he admirado la coherencia vivencial de Ernesto Guevara de la Serna: siguió siempre los dictados de sus ideas (y no soy yo quién para juzgar la "bondad" o "maldad" de éstas -de hecho, prefiero no explicarme las situaciones en términos binarios). Como él mismo afirmó, era un aventurero de los de verdad, al grado que en su última aventura se jugó el pellejo entero. Y lo perdió.
-En principio, todo hombre es producto de su tiempo, de su medio (cultural, laboral, ideológico, intelectual, existencial) y para entender -no al Che, a cualquier figura histórica- es necesario hundirse por completo en el contexto (o en los contextos) en que se desenvolvió; por eso pienso que es fundamental desvincular al hombre del mito, y analizar ambas facetas de acuerdo a sí mismas. El Che de hoy no es el hombre del ayer, así como aquel hombre aún no era el mito que es hoy. Me siento orgulloso de ser un Guevara (tanto como de ser un Sánchez), pero entiendo que eso no es más que un accidente biológico: en resumen, no puedo aceptar verme reducido a ser sólo un nieto, cuando es obvio que algún día yo también seré abuelo.
En esa autobiografía que escribiste dices: "Me hice en Cuba: la amé y la odié como sólo se puede amar algo valioso". Posees la nacionalidad cubana porque naciste en La Habana en 1974, ¿por qué, entonces en los casi diez años que llevas fuera de la isla te has alejado voluntariamente de la comunidad y el exilio cubanos, en México y en otros países?
-Dudo que pueda encontrar una respuesta absoluta a esta pregunta pues tampoco se trató de algo premeditado. Supongo que fueron muchos los factores que determinaron ese distanciamiento: Por un lado, antes de ir de bocón por ahí quería enterarme más, quise leer muchos libros inconseguibles en Cuba, escuchar otras voces, otras opiniones. Quería conocer también esta otra realidad que ahora vivo, y para eso necesitaba involucrarme plenamente -hundirme en ella, como quien dice. No es cosa de un día conocer una sociedad "nueva", participar, encontrar espacio para uno.
-Por otra parte, suelo afirmar que soy de donde estoy, mas esto no quiere decir que olvide de dónde vengo, sino que las discusiones libertarias que sostenía en Cuba las sostengo también en México, pues este país no es precisamente, un paraíso democrático. Cuando me vaya a vivir a Marruecos (es un decir) me insertaré de lleno en la discusión marroquí, participaré como uno más, pero opinaré como alguien que conoce algo más también. Mi mundo no se limita a Cuba (por supuesto, tampoco la excluye), por ello no puedo limitarme a la cubanía, cuando pertenezco a la humanidad. Soy cubano en la medida en que mi nacionalidad no anule lo multinacional de mi propio ser. Soy multinacional en la medida en que eso no anule al cubano que también soy.
-Por otra parte, fueron mis propias limitaciones conceptuales, o teóricas, o como quieras llamarlas, las que detuvieron mi participación pública. Intentaré explicarlo bien: para mí, lo más violento del exilio fue tener que reordenar gran parte de mi pensamiento, de mi forma de lidiar con ciertos símbolos, conceptos y realidades. En resumen: despojarme de una sarta de boberías que me enseñaron en la escuela, en la televisión y en los discursos... y repensar todo eso. Pensar una y otra vez todo lo que me enseñaron en Cuba y confrontarlo con todo lo vivido: fue en verdad una etapa en la que me sentí muy inseguro -intelectualmente hablando, y en específico en lo que a la discusión cubana concierne- pues tenía que deshacerme de muchos prejuicios y verdades memorizadas... En resumen, no estaba en condiciones de participar en nada, ni siquiera de elaborar una buena crítica (una que no se basara en el sentimentalismo, sino en el raciocinio).
Alguna vez has dicho que te educaron para desobedecer. Personas que te conocieron de cerca cuando eras adolescente dicen que le diste muchos dolores de cabeza a tu mamá, Hilda Guevara Gadea. Otros van más lejos y afirman que eres la antítesis de esa utopía del hombre nuevo, cuyo intento por hacerlo realidad fracasó en Cuba.
-Vaya si fui un adolescente díscolo (y en verdad, tal afirmación me parece una tautología, porque no conozco a muchos adolescentes que no representen un dolor de cabeza para sus padres -y mis hijos me provocarán jaquecas infernales, estoy seguro). Pero la relación entre Hilda y yo, a pesar de todas nuestras diferencias, la multitud de discusiones que sostuvimos, nuestro desencuentros, jamás perdió nada de la tremenda confianza que nos teníamos. Debo agregar que mi madre no era, en ningún sentido, una mujer fácil (esa imagen de la mujercita abnegada y delicada no tiene relación alguna con Hilda, por suerte). Era una mujer dura, de armas tomar, férrea en sus ideas, sencilla y orgullosa a más no poder... En fin, era mi madre y yo soy su hijo.
-Es obvio que durante mi adolescencia (esa extraña etapa en que uno ya no quiere ser tratado como niño, pero al mismo tiempo se niega a asumir las responsabilidades de un adulto; cuando uno quiere ser respetado, pero no conoce bien a bien las reglas del respeto) nuestra relación fue difícil... tanto para ella como para mí. Discusiones tuvimos muchas y no siento la menor vergüenza al respecto, por el contrario, agradezco profundamente haber vivido con una mujer que se tomaba la molestia de pelear con su hijo y no de ignorarlo, como a menudo ocurre. Hablábamos de sexo, de drogas, de política, de ideología, de literatura; de la vida y de la muerte, y aunque nuestros puntos de vista fueran diferentes, e incluso opuestos, eso jamás anuló nuestras discusiones (y de hecho, pienso que la discusión misma es ya un signo de respeto, pues sólo se discute entre iguales).
-Obviamente, nuestra relación adquirió otros tintes cuando dejamos de vivir juntos; entonces nos hicimos amigos (y a mis diecinueve años ya era un tipo más tratable, también). Durante sus últimos años de vida mantuvimos una relación no carente de peleas y discusiones, pero sí llena de conversaciones de igual a igual. En resumen, éramos tan iguales que nos enfrentábamos como opuestos.
-En cuanto a la utopía... en realidad, me siento orgulloso de no representar al hombre nuevo, pues nada me parecería más patético que verme reducido a una categoría ideológica. No soy nuevo ni viejo, sólo soy hombre, y no quiero ser otra cosa. Errores, he cometido muchos, pero también, internamente, me siento orgulloso de unos pocos y muy privados actos decentes. En resumen, soy sólo un hombre más, tan igual como diferente a los demás, tan sencillo como complejo... (Creo que fue Fritz Lang quien afirmó que en este mundo sólo hay dos clases de hombres: los malos y los muy malos; y que es a los hombres malos a quienes comúnmente llamamos buenos).
¿Qué tu piensas del mercantilismo alrededor de la figura del Che? ¿Te gustaría recorrer el mundo dando conferencias y entrevistas "para mantener vivo el pensamiento guevarista"?
-No, pero tampoco recorrería el mundo para atacar el pensamiento del Che. En cuanto al mercantilismo en torno a su figura, no sé, ¿qué piensas tú del mercantilismo en torno a la figura de Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II? El mercantilismo es signo de nuestra época —nos guste o no— y nada ni nadie escapa de tal sino. Que los capitalistas lucren con las obras de Mao, con la imagen del Che, con Trotski o con la cruz de Cristo, es propio de ellos, como es propio de los consumidores ir corriendo a comprar tales "mercancías". ¿Qué quieres que diga?
-Por otro lado, el gobierno cubano nunca ha sido ajeno a la explotación de la imagen del Che. En efecto, tal mercantilismo se da también en la "patria socialista", no sólo en forma de camisetas, también en forma de billetes de tres pesos emitidos por el Banco de Cuba para venderlos a las miríadas de turistas revolucionarios, ávidos de souvenirs anticapitalistas (¡¿un billete de banco anticapitalista?!). Como dije antes, nadie escapa de eso. Tan es así, que aquí estoy yo, siendo entrevistado simplemente por ser nieto del Che Guevara... Si no lo fuera, ¿esta entrevista tendría algún interés? ¿Sería vendible?
¿Qué viene a tu mente cuando ves a un cantante como Usher bajar de su avión privado en Puerto Rico con una camiseta con el rostro inmortalizado por Korda?
-Honestamente, nada. He visto a tantas personas con camisetas del Che (y aquí en México eso es algo cotidiano) que he optado por no juzgar. Como ya dije antes, mucha gente admira a Ernesto Guevara -incluso personas completamente ajenas a la ideología socialista han externado su profunda admiración por él. Por otra parte, tendríamos que retomar el asunto del mercantilismo y profundizar en las necesidades simbólicas de las sociedades. El Che de la camiseta no es el Che real de la revolución real; en el mismo sentido en que el Fidel simbólico de la izquierda latinoamericana no es el Fidel real de la dictadura real.
-Pero los hombres requerimos también de símbolos, siempre los hemos necesitado, ya sea en forma de héroes o a título de enemigos; y para despojarnos de tal necesidad primero tendríamos que dejar de ser humanos -cosa que personalmente, dudo se pueda lograr. Todo individuo siente la necesidad de reafirmar su individualidad en público, y puesto que la imagen (la vestimenta que uno porta) tiene tanto peso en la sociedad, una de las principales formas de expresión radica, precisamente, en el vestido. Sobre todo en la adolescencia la provocación visual es para muchos una necesidad vital. En este sentido, no es extraño que haya jóvenes que encuentren en la imagen del Che su símbolo de rebeldía, su iniciación como contestatarios simbólicos... Y después, probablemente, se volverán banqueros -o estrellas de la música pop.
Tu vida está más ligada a la cultura que a la política, sin embargo, tus declaraciones han levantado ronchas de todos los colores e ideologías.
-Creo que fue Cioran quien afirmó que las ideas no deben abordarse con delicadeza, y concuerdo con él. Las ideas son sólo ideas, y lo que yo piense no va a cambiar el mundo; si acaso mi vida. Por otra parte, no creo que cultura y política sean opuestos, y ni siquiera indisolubles, pues no puede haber política ahí donde no hay una cultura que lo permita -y viceversa. El aserto de que mi medio es la cultura más que la política, tiene que ver con el hecho de que no soy un político profesional, en cambio sí me muevo profesionalmente en áreas y medios culturales; pero también porque mi crítica de la política es más cultural que otra cosa. Ahora, bien: no sólo pienso que lo cultural es un asunto político, sino que lo personal ya es un asunto de orden político. Lo vemos, por ejemplo, en el caso de las organizaciones de gays y lesbianas: que algo tan personal como la sexualidad se vuelva tema político indica que la barrera que las separa es tan delicada como el himen; y como el himen, algún día desaparecerá de nuestro conjunto de valores.
-Efectivamente, la lucha por ser el individuo que uno quiere ser es una discusión social, política, así como cultural e ideológica; pero antes, es una cuestión personal. Lo cierto es que yo no soy sólo un disidente del régimen cubano, sino un disidente de casi todo. Disiento del Estado totalitario tanto como disiento de las ideas de buena parte de la disidencia cubana.
-Disiento del gobierno cubano tanto como disiento de muchos otros gobiernos, algunos de ellos igual de tiránicos -aunque en nombre de otros ismos. Disiento de eso que llaman capitalismo salvaje, tanto como disiento del socialismo brutal... Quizás por eso mi texto levantó las ronchas que dices, porque no ataco los ideales del socialismo, sino la puesta en práctica de esa dictadura.
Si escribieras un libro sobre tu familia, ¿a quién escogerías como personaje central?
-Supongo que a mi madre, aunque tampoco estoy seguro de querer verla reducida a personaje literario -más bien, dudo poder reducirla a literatura. Y como no creo que sea capaz de hacerlo por ahora, prefiero no abundar en el tema.
Hablando de libros: ¿has leído algunos de los que bajan a tu abuelo del altar y lo presentan como un despiadado estalinista?
-Me parece que bajar a un mito del altar del bien y subirlo al del mal no es, de ninguna manera, desmitificarlo. Presentarlo solamente como un noble, gallardo y heroico revolucionario, sin mancha ni asomo de duda en su actuar, sin errores ni horrores, es de una simpleza apabullante, claro; pero presentarlo sólo como un insensible asesino y un cruel autoritario, me parece también bastante maniqueo y bajo. La verdad, ninguna de las dos tendencias me agrada.
¿De veras crees que cuando Fidel Castro muera con él va a morir el fidelismo? Hay quienes piensan que dentro de su grupo de incondicionales pudiera haber surgido ya el germen de las mafias al estilo de las existentes en Rusia y otras naciones de la exEuropa socialista del este.
-Estoy seguro que el fidelismo, en tanto estructura de Estado, va a morir con él, por la sencilla razón de que nadie en la cúpula gubernamental tiene la capacidad de cohesión y el peso simbólico del viejo líder, mucho menos su poder de convocatoria o de convencimiento (entendámonos: los aparatos represivos del régimen hacen una gran labor, sin duda alguna, pero no es eso lo único que sostiene dicho régimen; hay en Cuba mucha gente que ve en Fidel a un semidiós; esa gente aún cree en él, pero no por ello van a creer en alguien que hable en su nombre, una vez muerto el Comandante).
-Expliqué a Proceso que el sistema cubano fue creado por Fidel a su medida, y no para que otros se pongan ese saco. No importa quién lo suceda en el trono, sea quien sea no podrá soslayar los justos reclamos de la ciudadanía y tendrá, en aras de permanecer en el poder, que "abrirse" a las necesidades económicas, políticas, sociales y culturales de la población. Y eso ya no será fidelismo.
-Pero también es cierto que de los sectores más corrompidos de la cúpula castrista saldrán las "nuevas" mafias (que en realidad ya existen, ocultas bajo la "pureza" del régimen), como es cierto que de los empresarios "socialistas" de hoy, saldrán los todopoderosos capitalistas del mañana. Pero también es cierto que de las masas que hoy aplauden al máximo líder en la Plaza de la Revolución, saldrá, por fuerza, la sociedad civil, la ciudadanía activa que participará en la construcción de la sociedad postfidelista. Y porque es inminente el asalto del capitalismo puro y duro a Cuba, me parece tremendamente necesario fomentar la discusión sobre los destinos del socialismo y las -escasas o monumentales- conquistas sociales de la revolución. En el fondo, el problema radica en que sin una ciudadanía activa, crítica, participativa, siempre estaremos condenados a gobiernos de mano dura -de un corte u otro, da igual.
-Y precisamente porque el germen del capitalismo, de la corrupción, de la mafia ya está plenamente desarrollado en Cuba, es que debe crecer ese otro germen de la discusión política, de la cosa pública, de lo que es de todos; para que la nueva sociedad se forje sobre el consenso y no bajo la imposición.
-Para cerrar este punto diré que, en lo personal, el rechazo furibundo a la autocracia, la dictadura, la tiranía o como se le quiera llamar, no pasa, de ninguna manera, por el rechazo a los ya muy deteriorados logros sociales que de ahí emanaron. Restructurar y desarrollar los sistemas de educación y salud pública me parece prioritario, sin importar de qué corte sea el próximo gobierno cubano. Así como hay instituciones del Estado que deben ser desmanteladas por completo, hay otras que deben ser rescatadas de su actual disfunción. En este sentido, pienso que si al morir Fidel dinamitamos el Estado desde sus cimientos, sólo provocaremos una inmensa fractura social y una debacle de tintes post soviéticos.
Ya para terminar, ¿hasta qué punto ser nieto del Che te ha limitado para pensar con tu propia cabeza?
-Supongo que nunca podré saberlo, si es que es cierto que no pienso con cabeza propia. Pero pienso que pienso con mi propio cerebro, que me he nutrido del pensamiento de muchos grandes (incluyendo a Guevara, claro) y de tantos otros de los más desconocidos.
-Pienso que pienso más allá de la aparente limitación que mi apellido impone, y en tales pensamientos me pregunto si es verdad que ser un Guevara es una limitante. Pienso que pienso con o sin mi apellido; pienso que no pienso como pensaría mi abuelo, y me siento contento así porque considero que debo pensar como pienso, y no como pensaría un antepasado mío.
-En resumen, pienso que pienso por mí mismo, con la invaluable ayuda de todos aquellos cuyo pensamiento me ha nutrido. ¿Me explico? Pero lo que sí es cierto es que soy zurdo de hueso colorado y anarco por los cuatro costados, si esto ocurre por herencia o convicción es algo que aún no he podido dilucidar... ni tengo mucho interés en hacerlo, para ser honesto.
Tania Quintero
Foto: Canek en el cibercafé del puerto Bonifacio, Córcega, 23 de septiembre de 2005.
Último email que envié a Canek, el 21 de agosto de 2009: