lunes, 29 de agosto de 2022

¿Cuánto le costaría a Elon Musk comprar Cuba?


Tan pronto se supo que Elon Musk quería comprar Twitter, mucha gente, medio en broma, medio en serio, sugirieron que la próxima adquisición del sudafricano fuera Cuba. Y, medio en broma, medio en serio, tratemos de estimar un precio para la Isla, pues es mejor estar preparados para negociar si el dueño de Tesla se aburre de su proyectada colonización del planeta Marte y elige adentrarse en tierras más inhóspitas.

La idea de vender Cuba no es nada original. Tres veces intentó EEUU comprarla cuando era parte de la Corona española. En 1848, el presidente Polk ofreció 100 millones; en 1854, los diplomáticos Pierre Soulé y James Buchanan lo pretendieron por 120 millones; y en 1897 la oferta llegó a 300 millones.

Si nos guiamos por la última puja hecha, 300 millones de 1897 serían hoy casi 10.000 millones, o lo que es lo mismo, 6.600 dólares para cada cubano si ajustamos la cantidad de población. Se puede entender que, tan parca proposición, se debió a que se hizo cuando el país estaba arruinado por la guerra de Martí, y a España le estaba saliendo carísimo, en pesetas y sangre, la contención del separatismo violento. Los americanos querían coger mangos bajitos.

6.600 por cubano es una oferta demasiado baja para convencer a una mayoría de que, democráticamente, apruebe una ley que ceda la titularidad de Cuba a Elon Musk. ¿Qué eso en ningún caso sería legal? Si los cubanos se ponen de acuerdo sí lo sería, ¿no es así como funciona la democracia?

Como precedente tenemos que, desde 1959 y hasta los años 80, mientras el castrismo parecía mayoritariamente aceptado, el pueblo estuvo de acuerdo en quitarle las propiedades a muchísima gente para dárselas en "administración" a Fidel Castro. Finiquitar ese trato con el castrismo y entregarle la Isla a alguien que dará a cambio algo más que promesas y consignas no parece mala idea.

¿Qué el castrismo no va a entregar "su" isla, aunque los cubanos democráticamente la quieran vender a Elon? Pues que se entiendan entre ellos. ¿Qué también podríamos como pueblo ejercer la soberanía del país con madurez? Ojalá y eso no fuese pedir demasiado.

En fin, ya que descartamos esos esmirriados 10.000 millones, sigamos calculando.

Si Cuba fuese un país que produjera riquezas netas; es decir, que produjera mercancías y servicios superiores a lo que necesita para al menos mantener constante su valor de capital, tendríamos que calcular los flujos de ingresos futuros, actualizándolos a presente descontándolos por el tipo de interés y ajustándolos por la inflación esperada. Por "suerte", hace años Cuba está en quiebra, el Gobierno no declara el fallido porque, a costa de dejar que se destruya el capital físico, saca alguna liquidez para sostener un consumo mínimo imprescindible. Cuba se está devorando a sí misma en continua autofagia.

Eliminado ese factor de cálculo, podemos decir que el precio de Cuba se acercará al valor de sus activos tangibles. Para valorar estos, usemos como variables proxy la propiedad inmobiliaria privada, la planta hotelera y la tierra cultivable.

El periodista Yandry Fernández analizó más de 10.000 clasificados en Revolico, concluyendo que el costo promedio de oferta de una casa en Cuba es de 36.983 dólares, multiplicando eso por las 3.811.002 casas existentes en la Isla, obtenemos aproximadamente 140.000 millones de dólares.

La propiedad hotelera es el activo productivo más valioso existente en Cuba, no solo porque ha absorbido durante los últimos años la mayor parte de la inversión nacional, sino porque, muy probablemente, será la locomotora de cualquier estructura productiva que termine cuajando en una Cuba con libertad empresarial. El coste aproximado al alza de una habitación de hotel es 200.000 dólares. En Cuba hay unas 78.000, lo que da un valor estimado de 15.600 millones de dólares por la planta hotelera.

Para calcular el valor de la tierra fértil, nos olvidaremos del desastre que es la agricultura actual y estimaremos el potencial agrícola mediante el método de capitalización de rentas, pero tomando el dato de producción de 1957: 767 millones de pesos equivalentes a dólares, que en términos de hoy serían 7.000 millones. A eso le agregaremos un 50% de valor producido debido a mejoras tecnológicas, llegando a la estimación de que, el campo en Cuba, podría producir fácilmente valor por 11.000 millones de dólares actuales.

Multiplicando esa renta anual por un tiempo estimado de 30 años, sin tener en cuenta inflación ni tipos de interés pues no buscamos un precio exacto, obtendremos que la tierra cultivable en Cuba costaría unos 330.000 millones.

Hasta ahora, el valor aproximado de Cuba rondaría los 486.000 millones de dólares, a eso tendríamos que agregar factores como las áreas rurales no agrícolas, la minería, la infraestructura inmobiliaria estatal y otros que no abordaremos para no complejizar en demasía el cálculo, pero que por encima estimamos añadirían un 25% más al precio, llegando así a 607.000 millones.

Una cosa que sí hay que mencionarle a Elon es lo fácil que sería convertir Cuba en una máquina de hacer dinero. Todo lo que se requiere es cambiar la política exterior actual, hecha a la medida de la propaganda castrista, y pasar a una más racional que amigue al país con el Gobierno estadounidense, y además y más importante, dar libertad para que los cubanos desarrollen su más que probada capacidad empresarial.

Esa potencialidad de que Cuba se convierta en una mezcla de Singapur, Panamá y República Dominicana, vale al menos un 50% más sobre el valor calculado, llegándose a la cifra final de 910.000 millones de dólares. Por supuesto, en el contrato se dejaría claro que Elon Musk está obligado a rentar las casas a sus actuales habitantes mientras éstos quieran quedarse.

Si se piensa bien, la única diferencia entre pagar una renta por vivir y trabajar en la propiedad de Elon y pagarle impuestos a cualquier gobierno, es que Elon daría, de entrada, unos 79.000 dólares a cada cubano. ¿Creen ustedes que la mayoría acepte el bisne?

Rafaela Cruz
Texto y foto: Diario de Cuba, 19 de mayo de 2022.
Leer también: Se vende Cuba a trocitos.


lunes, 22 de agosto de 2022

"Vete de Cuba con lo puesto"



En la actualidad los cubanos que emigran venden todas sus pertenencias para costear el viaje. La casa, los equipos electrodomésticos, las joyas, vehículos propios, y hasta la ropa y los zapatos, son rematados en cuestión de días a precios de "me voy y necesito dinero".

Pero no siempre fue así, no siempre el cubano pudo disponer de sus propiedades. En los años 60, cuando la Revolución comenzaba a tomar forma de lo que realmente terminaría siendo, los cubanos que decidían irse del país no lo tenían nada fácil.

La resolución 454 de septiembre de 1961 dictada por el Gobierno de Fidel Castro estableció que quienes abandonaban el país hacia Estados Unidos, perderían sus propiedades si no regresaban en 29 días. Una vez iniciado el proceso para marcharse del país, el futuro migrante recibía una inspección en su casa donde funcionarios del Gobierno inventariaban todo.

Llegado el momento definitivo de partir, esa persona recibía una lista donde se relacionaban los objetos que podía llevarse consigo. Diario de Cuba tuvo acceso a esa lista y la comparte de forma íntegra.

Información a los señores pasajeros sobre disposiciones relativas al equipaje

Los señores pasajeros solamente podrán llevar los artículos y prendas de vestir que más abajo se relacionan, INCLUYENDO LO PUESTO:

Joyas: 1 reloj y 1 anillo de compromiso que en total representen un valor no mayor de $60. Prendas de fantasía que en total representen un valor moderado.

Artículos de Tocador: Una unidad de pasta de dientes y jabón en uso, de producción nacional por núcleo familiar, una máquina de afeitar que no sea eléctrica.

Cosméticos: Una unidad de perfumes, una unidad de pan-cake o base líquida, una unidad de polvos, una unidad de creyón de labios, una unidad de lápiz de cejas y una unidad de colorete.

Alimentos: Lo necesario para la dieta regular de infantes, calculada para el viaje.

Medicinas: Un frasco regular, una caja de inyecciones y una jeringuilla hipodérmica en uso de acuerdo a la prescripción facultativa.

Ropas:

Hombres                                                             Mujeres

3 trajes                                                                 5 vestidos o 5 sayas
3 camisas                                                             5 blusas o pullovers
3 camisetas                                                          3 refajos o 3 sayuelas
3 calzoncillos                                                       3 panties
3 corbatas                                                            2 ajustadores
3 pares de medias                                                2 pares de medias
3 pañuelos                                                            3 pañuelos
1 par de guantes o 1 sweater                              1 abrigo que no sea de piel
1 abrigo o un jacket (que no sean de piel)        2 pares de zapatos
2 pares de zapatos                                               1 ropón o pijama o bobito
1 pijama                                                               1 faja
1 sombrero                                                           1 cartera
                                                                              1 sombrero
                                                                              1 par de guantes

Niños: Menores de dos años, una habilitación completa.

Se aclara que todas estas prendas y artículos tienen que ser de uso.

En resumen, el cubano no se podía llevar nada de valor o nuevo. No tenían derecho a llevarse consigo un objeto que pudiera ser disfrutado por el poder comunista. Varios testimonios han referenciado los terribles protocolos que seguían las autoridades en los aeropuertos. En ocasiones hacían que los "desertores" se desnudaran e hicieran cuclillas para comprobar que no ocultaban nada de valor en sus genitales.

Buena parte de las casas y mansiones de la burguesía cubana y la clase media que emigró a principios de los 60 terminaron en manos de funcionarios y dirigentes. Esta política de expropiación forzada a aquel que decidiera irse de la Isla, estuvo en vigor hasta la reforma migratoria de 2013. Fueron más de 50 años de violaciones a derechos humanos elementales. En la actualidad, la Seguridad del Estado aún aplica la política de "regulados" para evitar que ciudadanos cubanos puedan entrar o salir de la Isla por motivos fundamentalmente políticos.

Diario de Cuba, 9 de junio de 2022.

Foto: Milicianos expropiando la casa de una familia que se marchó del país en los años 60. Tomada de Diario de Cuba.

lunes, 15 de agosto de 2022

Cuba se está vaciando


Es una auténtica catástrofe. De mantenerse la actual estampida migratoria, para 2060 la población cubana podría reducirse a menos de tres millones de habitantes.

Y estoy siendo optimista. Saquemos cuentas: en los últimos ochos meses han entrado por la frontera sur de Estados Unidos más de 140.000 mil cubanos. La mayor crisis migratoria de la historia en la Isla. A ese paso, la cifra podría superar los 220.000 inmigrantes en el actual año fiscal estadounidense.

Si multiplicamos 200.000 por cuarenta años el resultado serían ocho millones de compatriotas que estarían huyendo de la miseria, las promesas incumplidas de un fracasado 'socialismo próspero y sostenible' y la suicida consigna de patria o muerte entonada por el castrismo.

Los preocupantes datos solo recogen la emigración hacia Estados Unidos. Si le añadimos los cientos de miles de cubanos que están yéndose del manicomio político y económico y escapando a cualquier país de cualquier continente, los pronósticos podrían reducirse en cuatro o cinco años.

A ese ritmo, es muy probable que si la dictadura verde olivo lograra sobrevivir y conmemorar el centenario de la revolución de Fidel Castro en la antigua Plaza Cívica, tendría que movilizar a miles personas de otras provincias para llenar la explanada frente a la tribuna.

En ese hipotético contexto, tal vez no habría disidentes ni periodistas independientes, pues estarían presos o exiliados. La casta gobernante, generales de las fuerzas armadas, el voluminoso bloque de burócratas, intelectuales aduladores y soplones de barrio, si quieren seguir desayunando, merendando, almorzando y cenando (y mantener sus voluminosas fisonomías), tendrían que coger guatacas y ponerse a sembrar en los campos.

Créanme, no es una broma. Cuba se está vaciando. Como un viejo balón de fútbol que se desinfla. Son demasiados los problemas y no se vislumbran soluciones.

Comer arroz, frijoles y una vianda hervida se ha convertido en un lujo para un segmento amplio de la ciudadanía. Como promedio, un cubano hace tres horas diarias de colas. No hay medicamentos en las farmacias ni algodón, esparadrapo y vendas en los hospitales. En una ciudad de dos millones y medio de habitantes como La Habana, que antes de 1959 con la mitad de la población tenía una flota de 2,200 ómnibus de transporte público, ahora funcionan alrededor de 340.

A eso súmele los molestos apagones, que en algunas provincias se extienden entre ocho y diez horas, por el día o por la noche y madrugada. Y por si fuera poco el calvario, los medios estatales y la propaganda del partido comunista se han construido un país virtual inexistente.

Los dirigentes cubanos son una pésima parodia de Cantinflas, pero obesos. A Miguel Díaz Canel le gusta alardear de tener una intensa agenda de trabajo y aparentar el don de la ubicuidad. Recorre la isla de punta a cabo. Reuniones hoy y mañana también. Pero nada resuelve. Una y otra vez repite palabras gastadas, frases del difunto Fidel Castro o consignas que a la población les resbalan como “resistencia creativa” , “arrancarle un pedacito a los problemas” o la “limonada es la base de todo”.

Irene, filóloga, asegura que por higiene mental no lee la prensa nacional ni ve los noticieros de televisión excepto cuando se avecina un huracán. “Como si no fuera suficiente con la vida de mierda que llevamos para tener que aguantar a esa partida de barrigones. Solo en un sistema como el cubano pueden gobernar funcionarios tan inútiles. En cualquier país medianamente democrático estarían presos o habrían tenido que renunciar por incompetentes. Cuba se ha convertido en una pesadilla, por eso la gente se está yendo 'a pululu'. Espero emigrar a las Islas Turcas y Caicos, donde tengo buenos amigos. Mi plan es trabajar un tiempo y ver si puedo obtener la ciudadanía inglesa, ya que es un territorio británico de ultramar. Es un periplo profesional más largo para conseguir la meta final, los Estados Unidos. Pero soy joven y tengo el tiempo a mi favor”.

Cuando se le pregunta a Erich, estudiante universitario, cuál es su sueño, inmediatamente responde: “Obtener una beca en Estados Unidos, España u otra nación del primer mundo. Me da igual Australia, Israel o Corea del Sur. Rezo cada día para escapar de esta locura”.

Yuleisis, diseñadora, se decidió a vender su casa cuando supo que su prima y el novio habían cruzado a nado el Río Bravo. “Ya estoy en la yuma prima. Y camino de Miami. Decídete, que para luego es tarde. El ultimo que apague el Morro”, cuenta que le dijo su prima en una llamada audiovisual por WhatsApp. “El problema es que no hay dinero en la calle. Un montón de personas han vendido su casa. Y los precios han caído. Mi apartamento, que lo tengo bien cuidado, costaba 40 mil dólares hace unos meses atrás. Ahora lo estoy vendiendo en 28 mil y no aparece comprador. La próxima semana voy a rebajarlo a 20 mil dólares. No quiero quedarme atrapada aquí”.

Se marchan profesionales, estudiantes universitarios, obreros y campeones olímpicos como la jabalinista Osleidys Menéndez o el canoísta Fernando Dayán Jorge. En días recientes fue capturado en un intento de salida ilegal, según las autoridades cubanas, el boxeador matancero Andy Cruz, campeón olímpico en Tokio en 2021. Incluso personas de la tercera edad también quieren irse del país. No hace mucho llegó a la Florida una anciana de 85 años.

Eugenio 72 años, cirujano retirado, dice que vendió un auto de la era soviética para poder reparar el techo de su casa y darle de comer a la familia. “Nunca pensé emigrar y menos a esta edad. Pero mi hijo que reside en Estados Unidos quiere que su madre y yo nos vayamos de Cuba, que hasta 1959 fue una república con un desarrollo económico estable, pero se ha convertido en un verdadero desastre. Estamos haciendo los trámites de manera legal. No estoy para esos trotes de rifarme la vida en una balsa o en un periplo de miles de kilómetros desde Nicaragua hasta la frontera de Estados Unidos en México. Venderé la casa en el mejor precio posible para llegar con algún dinero”.

Olga, maestra jubilada que vive en condiciones de extrema pobreza, durante la cola para comprar el pan confiesa que ella sí jodida. "No tengo familia en el extranjero ni nadie que me mande un dólar. Tengo que dispararme a estos tipos (los del gobierno), sin papa y sin aceite. Si tuviera dinero, aunque voy a cumplir 70 años, me largaría de Cuba. Después de cuatro décadas de trabajo y sacrificios, el Estado me paga una pensión de 2,300 pesos que no me alcanza ni para comprar viandas”.

En su opinión, lo peor es que no se vislumbra una salida a la actual crisis económica y creciente inflación. “Mientras el país sea dirigido por los mismos de siempre, esto va a durar cien años y Cuba será gobernada por una pila de viejos, enfermos y locos. Por el camino que vamos, la isla se va a quedar vacía”, afirma Olga. Y no exagera. Las estadísticas espantan.

Iván García

lunes, 8 de agosto de 2022

Los muertos hablan en Cuba


Las astronómicas cifras de defunciones registradas en 2021 en Cuba por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) sugieren que las muertes por COVID fueron superiores en más de seis veces a las reportadas oficialmente por el gobierno.

Las muertes totales reportadas en Cuba en 2021 ascendieron a 167,645, lo que en comparación con el año anterior -cuando murieron 112,439 personas- representó un aumento de 55,206 fallecidos.

El dramático salto representa un exceso de mortalidad en comparación con años anteriores a la llegada del SARS-CoV-2 a Cuba y sugiere que las defunciones por coronavirus pudieran ser seis veces más que las cifras oficiales.

El científico cubano Amílcar Pérez Riverol había advertido sobre el tema: “¿Cuántos cubanos fallecieron realmente por COVID-19 en 2021 sobre todo por la ola de Delta?”, se preguntaba en Twitter, y adelantó la preparación de un análisis al respecto. “Pero datos oficiales (de la ONEI) sugieren claramente que fueron varios miles más (3-5X) que los 8,177 reportados ese año. O incluso que el total actual de 8,529”, agregó citando la cifra de fallecidos en 2021 más el total hasta la fecha.

El exceso de mortalidad es un indicador que incluye el total de muertes durante un periodo de crisis que exceden la cifra considerada como “normal”. Para determinar el exceso de mortalidad, se compara el número total de fallecimientos durante, por ejemplo, el pico epidémico con la tendencia histórica de un periodo precedente, libre de pandemia. El indicador ha sido útil para determinar el impacto real de la COVID en todo el mundo, más allá de las estadísticas dadas en su momento y que dependen de pruebas de diagnóstico que no siempre pueden realizarse.

Partiendo del exceso de mortalidad, expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que 14,9 millones de muertes pueden asociarse a la pandemia. La cifra incluye los 6,2 millones de decesos oficiales por COVID notificados a la OMS por sus 194 países miembros.

Para comprender el salto abrupto en los fallecimientos en Cuba, CiberCuba tomó de muestra cómo se comportaron las defunciones en los cinco años previos a la pandemia, una vez más, partiendo de las estadísticas de la ONEI. En específico, se tomó como referente la diferencia entre un año y el anterior, desde 2014 hasta 2019 y luego se comparó con la diferencia de los fallecimientos entre 2020 y 2021.

En 2015, por ejemplo, murieron en Cuba 3,361 personas más que en 2014; mientras que de 2015 al 17 (ante la falta de cifras correspondientes a 2016) murieron 7,258 más, mostrando una tendencia ascendente, con tasas de 9,15 muertes por cada mil habitantes en 2019 hasta incrementarse a 15,0 en 2021. Es decir, que cada año mueren más personas en Cuba que el anterior.

La sumatoria de las diferencias entre un año y otro desde 2014 hasta 2019 resulta en 12,750 fallecidos, esto es la cuarta parte de lo que aumentaron de 2020 a 2021. El promedio de esa suma se ubica en unas 2,550 defunciones.

Sin embargo, en 2021 se registraron 55,206 fallecimientos más que en 2020, de los cuales, y siguiendo la cifra promedio anual, 2,550 pudieron estar asociados a enfermedades, accidentes o causas naturales que nada tienen que ver con la pandemia, como sucedía hasta 2019. Lo anterior deja un total de 52,656 muertes, cifra 6.4 veces superior a las 8,177 reportadas en 2021 como defunciones por coronavirus ese año. Esto no quiere decir que las 52,656 personas murieron porque se contagiaron de COVID, sino que se relacionan además con la saturación hospitalaria asociada al coronavirus.

A partir de marzo de 2021 la situación sanitaria se tornó compleja. Denuncias de pobladores y médicos en la provincia de Matanzas apuntaban a un aumento de contagios, de desarrollo hacia formas graves del virus y de fallecimientos por COVID. A principios de abril, las autoridades del MINSAP confirmaron la presencia en la isla de dos nuevas y más letales cepas de coronavirus, californiana (cuyo nombre científico es B.1.427/B.1.429), la sudafricana (Beta) y, más tarde, la de India (Delta).

Antes de finalizar el mes, el ministro cubano de Salud José Ángel Portal Miranda, aseguraba que la provincia de Matanzas tenía “una tasa de letalidad por encima de la del mundo y por encima de la de las Américas", recalcó sin aportar datos. También los residentes en Granma se quejaban en redes sociales, incluido el personal sanitario, ya fuera abiertamente o protegidos por un seudónimo antes las amenazas de las autoridades que, en casos como el del doctor Alexander Jesús Figueredo Izaguirre, terminaron con la pérdida de un ser querido, la expulsión laboral y la inhabilitación para el ejercicio de la Medicina.

Lo anterior sería el vaticinio de la debacle que estaba por acontecer en el sistema de salud pública y que se extiende por siete meses. Comenzaron a multiplicarse reportes de fallecimientos en centros de aislamiento y en los hogares, de falta de ambulancias, medicamentos, PCR, medios de protección y oxígeno que desembocaron en las multitudinarias protestas del 11 de julio y en las denuncias de cerca de medio centenar de galenos en Holguín los días 15 y 18 de agosto de 2021.

Una semana antes, el ministro Portal Miranda anunciaba que la letalidad del coronavirus en la provincia de Holguín era de 0.87 y estaba por encima de la media del país. Por tanto, "el riesgo de morir aquí en Holguín es más alto", dijo. Ciego de Ávila también experimentó un colapso en los servicios sanitario y funerario, mientras que Guantánamo registró un incremento de la mortalidad por COVID-19, durante julio y la primera quincena de agosto, reportándose 901 muertes al cierre del séptimo mes del año y entre 60 y 80 fallecimientos diarios a principios del octavo.

La norma antes del COVID oscilaba entre seis y 12 defunciones, indicó en televisión local el director de Servicios Comunales, Ihosvanys Fernández, quien agregó que los primeros cinco días de agosto habían muerto 200 personas, sin poder explicar el exceso de defunciones.

Cubanos en varias provincias denunciaban la realización de enterramientos masivos, mientras la prensa estatal negaba la existencia de fosas colectivas que se construyeron para poder dar sepultura a los miles que morían a diario. El 19 de julio, Cuba alcanzó la tasa de infección per cápita más alta de COVID en las Américas (55 personas contagiadas por cada 100 mil) y el 20 de julio, el Ministerio de Salud Pública dejó de ofrecer detalles sobre los fallecidos, ante el aumento de decesos. Nunca informaron cuántos médicos y personal sanitario murieron en la Isla por coronavirus.

A mediados de agosto, el sitio oficial del MINSAP advertía, a partir de estudios del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), que en Cuba la variante delta había “sustituido a la Beta, con un incremento sostenido a partir del mes de junio”, convirtiéndose en “la cepa predominante, detectándose su presencia en todas las provincias cubanas. Hasta el 15 de agosto, Delta ocupaba el 92% de las muestras procesadas en el mes”, agregaba el texto.

El número más elevado de contagios en un día fue publicado el 24 de agosto y ascendió a 9,907. Hasta ese momento, habían muerto 4,710 personas a consecuencia del coronavirus en el país. La cifra ronda la diferencia de los fallecidos entre 2009 y 2010, tras el paso por la isla del virus H1N1, y entre 2013 y 2014, luego de la aparición en América Latina de la chikungunya y el zika y de un aumento de los casos de dengue. En ambos casos, las muertes registradas excedieron las cuatro mil en comparación con el año precedente, que representa casi la mitad del total de 8,529 muertes confirmadas por COVID hasta la fecha.

Pero volviendo a 2021, hay otra agravante en el descenso de población según la ONEI. La disminución de la natalidad, cifrada en 5,942 menos que en 2020, entre otras causas por el aumento de la tasa de mortalidad infantil a 7,6 por mil nacidos vivos y por la inestabilidad económica, política y social en la isla. De ahí que, con 55 mil y tantas muertes de más y casi seis mil nacimientos menos, la población total de Cuba, que en 2020 era de 11,193,470 habitantes, se redujera a 11,113,215 de cubanos en 2021, es decir, 68,380 menos en ese año.

Y este indicador es precisamente otro motivo de preocupación. La tasa de mortalidad del mundo muestra un decrecimiento sostenido, amen del incremento esperado a consecuencia de las muertes asociadas a la pandemia. Sin embargo, el patrón de las defunciones en Cuba ano tras año, va in crescendo. ¿Por qué la tasa de mortalidad de Cuba (al margen de 2021) no para de subir? Este sería otro análisis que, en algún momento, habría que abordar.

Amarelle Grimal
CiberCuba, 18 de mayo de 2022.

lunes, 1 de agosto de 2022

La muerte de un hombre gris


La noticia de la muerte del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja tomó a todos por sorpresa. Se esperaba al menos que sobreviviera a la cuadrilla de capitostes octogenarios y nonagenarios de la «generación histórica». De alguna forma, López-Calleja se vislumbraba como uno de los futuros posibles de Cuba. Durante mucho tiempo acumuló suficiente autoridad e influencia para ganarse tal augurio. Sin embargo, en la mañana de este viernes 1 de julio de 2022 falleció, según la versión oficial, debido a «un paro respiratorio», tal como, por otra parte, no deja de ocurrir en todas las muertes. Quien era uno de los hombres más poderosos y enigmáticos del país tenía 62 años.

Durante años se especuló sobre qué tan importante era la figura de López-Calleja dentro de los herméticos salones de la corte dictatorial cubana. La oposición interna y el exilio tardaron bastante en señalarlo como el gran administrador del régimen. De cualquier manera, él supo mantenerse alejado del ojo público, tras el impenetrable muro de silencios que guarda los secretos de la élite cubana.

El candidato más probable a eminencia gris del poscastrismo, especie de mayoral financiero en las sombras, el hombre que, en teoría, dirigió tras bambalinas la mascarada del capitalismo de Estado isleño, murió como vivió: sin muchos aspavientos, dejándonos todas las preguntas y ninguna respuesta. Su primer legado es la sospecha.

De él se conoce que nació en Villa Clara y que estudió Relaciones Internacionales en la Unión Soviética para a continuación sumarse al departamento de Contrainteligencia del Ministerio del Interior y luego participar en la misión militar cubana en Angola. Se sabe, además, que fue esposo de Deborah Castro Espín, con quien tuvo dos hijos. Por supuesto, su vínculo con la familia Castro se mantuvo tras el divorcio. En 1996, López-Calleja fue elegido por su exsuegro para dirigir el Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA): el conglomerado empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Los datos respaldan la teoría de que el aprecio de Raúl Castro hacia López-Calleja no dependió exclusivamente del lazo familiar. GAESA, el brazo económico del Ejército, ha garantizado en buena medida el poder político de la cúpula militar cubana.

Tras la enfermedad de Fidel Castro y el ascenso de su hermano como principal figura política del país, el holding militar extendió sus tentáculos y se apoderó de la gran mayoría del sector turístico, los puertos, las gasolineras, las constructoras, los servicios aduanales, el comercio electrónico, las tiendas minoristas, y de prácticamente todos los sectores importantes de la economía en Cuba. En teoría —otra vez—, casi cada centavo que entraba o salía de la isla era supervisado por él.

López-Calleja perteneció a la fracción política que, en tiempos del «deshielo bilateral» promovido por Barack Obama, fueron etiquetados como «tecnócratas no pertenecientes a la generación histórica», entre los que también se encontraba Miguel Díaz-Canel (también nacido en Villa Clara, por cierto). Estos estaban, supuestamente, llamados al reformismo, a jubilar de una vez por todas a la envejecida cúpula de mandamases del Partido Comunista. Sin embargo, nadie se atrevió a cumplir semejante papel histórico. Mientras Díaz-Canel ha gobernado con métodos cada vez más explícitamente violentos, López-Calleja no cejó en el empeño de ampliar y perfeccionar la estructura que sostiene una verdadera oligarquía militar-empresarial.

Más allá de la cúpula castrista, nadie cuenta con suficiente información que avale todo lo que se ha dicho de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja. En vida fue el blanco de teorías que dábamos por ciertas, sostenidas por algunas filtraciones y por la imagen asociada al cargo que ocupaba, pero nunca entendimos del todo quién fue y hasta dónde llegaba realmente su poder. Su muerte deja vacante, en apariencia, el lugar de eminencia gris, del titiritero detrás del titiritero, al menos en el ámbito económico. ¿Quién lo sustituirá? ¿Era realmente López-Calleja ese cerebro maestro que muchos hemos imaginado?

En estos días llueven las especulaciones. Identificar a una eminencia gris es un ejercicio arduo, pues en su naturaleza está el ocultarse tan bien como para nunca revelar el alcance real de su influencia. Si entendiéramos la estructura del poder como una matrioshka, la eminencia gris vendría a ser la última del juego, las figura más pequeña y oculta.

El caso paradigmático —que sirvió para acuñar el término— es el del padre José (François Leclerc du Tremblay), un austero monje capuchino que fue secretario del cardenal Richelieu. Durante mucho tiempo se popularizó la idea de que el cardenal era absoluto responsable de las intrigas y las decisiones políticas en la corte francesa a inicios del siglo XVII, cuando en realidad era el padre José quien dictaba a oídos de Richelieu los destinos del reino. Hay otros ejemplos, incluso más populares gracias a la historiografía y la literatura, como el de Fouché o el de Talleyrand en la Francia de Napoleón, el de Goebbels durante el Tercer Reich, o el de Séneca, consejero del emperador Nerón.

Todos comparten el haber movido los hilos políticos y/o económicos al interior de sistemas autoritarios donde el poder visible se concentraba en la figura de un dictador o líder de facultades omnímodas. Todos, además, fueron astutos a la hora de esquivar las letales intrigas y los celos pertinaces en las respectivas cortes. Sin embargo, algunos de ellos, a última hora, se precipitaron en sus decisiones, fueron traicionados por su propio ego, o se expusieron en demasía. En algunos casos, el peligro mayor fue sorteado, sin otra consecuencia que la pérdida del favor del gobernante. En otros, la imprudencia se pagó con la muerte.

Sabemos que López-Calleja murió justo cuando empezaba ganar un lugar como figura pública; quién sabe si movido por su propio ego o en cumplimiento de alguna disimulada estrategia política de alto nivel —lo que ciertamente hubiera podido ser la misma cosa. Apenas en 2021 apareció en los medios oficiales de la isla como «asesor» del presidente, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y miembro formal del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista. Además, fue reconocida de manera abierta su posición como cabeza de GAESA. El hombre que hasta entonces había trabajado en las sombras, y de quien solo se conocían dos o tres fotos y algún video filtrado, comenzó a presentarse en las reuniones y ceremonias oficiales. Aunque en segundo plano, por supuesto. El aparato propagandístico del régimen no tuvo oportunidad de hacerlo alguien reconocible por el pueblo.

Fue por eso que su fallecimiento solo levantó indiferencia entre una ciudadanía que sabía poco o nada de él. Algunos, un tanto más enterados, han mostrado incluso su alegría. En Internet circulan profecías acerca de la debacle castrista que sobrevendrá con la muerte del tecnócrata en jefe. Hay quien habla de complejas redistribuciones de poder; hay quien ha echado a correr la hipótesis de un ajuste de cuentas. Sin embargo, tales versiones conspiranoicas no responden, por el momento, a otra cosa que no sean los deseos de ver fraccionada la élite política y militar cubana.

Bien mirado, resulta bastante probable que Luis Alberto Rodríguez López-Calleja no fuese el principal operador político en las profundidades del poder cubano, y que en ese juego secreto su estrella palideciera —aun en pleno poscastrismo o post-socialismo cubano— ante, por ejemplo, la de una antigualla como José Ramón Machado Ventura, zar impenitente del Partido, Fouché de la vieja guardia, quien a sus 91 años concurrió, junto a Díaz-Canel y al propio Raúl Castro, a honras fúnebres.

Tal vez el presidente ejecutivo de GAESA solo fue un buen administrador, alguien cuyo máximo talento residió en guardar mejor que nadie los secretos y los caudales de sus jefes. La única certeza que sobre López-Calleja tenemos es que en vida prefirió pasar como un hombre gris. Por el momento, en la muerte, no es más que la sombra de una sombra.

Darío Alejandro Alemán
El Estornudo, 4 de julio de 2022.
Foto: Luis Alberto Rodríguez López-Calleja (Santa Clara 1960-La Habana 2022). Tomada de la Agencia Cubana de Noticias.