lunes, 26 de julio de 2021

Cuba, fin de una estirpe (II y final)

Juan Juan Almeida ha estado al tanto que esta movida se viene preparando hace algunos años. Dice: “Raúl es un cadáver político. Le consultarán al principio, pero le ocurrirá como a Fidel, irán cercenando los conductos al mando”. Añade, “pocos han analizado bien el cuadro de poder, pero la persona clave para observar es Álvaro López Miera, ministro de las Fuerzas Armadas. La famosa GAESA que dirige Rodríguez López Calleja depende completamente del MINFAR. Tengamos claro una cosa: Rodríguez López Calleja no es muy querido dentro del Buró Político, sobre todo por personas como Teresa Amarelle Boué. Todavía el general de brigada depende del aval de su exsuegro Raúl”.

Al terminar el VIII Congreso tratamos de comunicarnos con la Misión Cubana ante Naciones Unidas. Nuestros intentos telefónicos por correo electrónico y por fax quedaron sin respuesta.

Hablamos con el senador Bob Menéndez, jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y nos dijo: “mientras el Gobierno de Cuba continúe una política de intercambio de sillas y funcionarios, el gobierno de Estados Unidos mantendrá firme su promesa de apoyar al pueblo cubano en su lucha por la libertad. Nuestra política está centrada en impulsar los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Agregó el demócrata: “Solo cuando se celebren elecciones libres y justas podrán al fin los cubanos comenzar la ardua tarea de reconstruir sus valores democráticos con el respeto para los derechos humanos, políticos y civiles”.

La tercera parte de la población cubana recibía remesas de familiares y amigos en el extranjero en una cifra comparable al salario medio de $264 al año. Antes de la gestión Trump, la cantidad que recibía Cuba en este renglón sobrepasaba $3,6 mil millones, porcentaje sustancial del Producto Nacional Bruto. Al limitarse esta entrada de divisas (cayeron un 54 % en 2020), Caritas de la Iglesia Católica viene operando 11 centros diocesanos, 600 centros de ayudas parroquiales que reciben alimentos y medicinas de instituciones, laicos comprometidos, órdenes religiosas y otros grupos.

Hablamos con Arturo López Levy, profesor de la Universidad Holy Names en California. Con López Levy hicimos un convenio: limitar nuestra conversación a su labor como politólogo. De nuestro diálogo quedaba eliminada cualquier referencia a su primo Luis Rodríguez López Calleja y la actividad del profesor en el grupo Cuban-Americans for Engagement (CAFÉ). Poner sobre el tablero su actividad política en CAFÉ y sus nexos familiares resulta necesario porque el quehacer del catedrático no es en materia extra-política cosa que haría el comentario innecesario. Mantuvimos fuera de la entrevista su formación en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa en La Habana.

Su bibliografía se dedica primordialmente al bloqueo. Adolece de una falta de análisis económico del comercio internacional. No vemos referencias a la liquidez, deuda nacional, ganancias bilaterales del comercio. Jamás se le escucha discutir la teoría de ventaja comparada de otros países, la tendencia estadounidense de delegar la manufactura a otros países, la caja de Edgeworth en el comercio de Cuba con otras economías.

La posición tradicional “antibloqueo” cae en el “yanqui-centrismo”. Para aquellos que fuera de una discusión acalorada apoyan la ley Helms Burton, López Levy no responde cómo la ley de un país puede legalmente imponer barreras al comercio con Iraq y no con Cuba. No clarifica las objeciones al comercio con la Sudáfrica del apartheid y no con Cuba. Tampoco vemos claro el conflicto con la ley internacional si las restricciones emanan de consideraciones de estrategia, cuotas o aranceles proteccionistas. Para muchos en la prensa popular, el “bloqueo” se reduce al ron y al tabaco. Lo que la poco ilustrada prensa o intelectuales dejan de mencionar es que las ganancias por distribución de estos productos se quedan en los cofres de dos megaempresas europeas —por supuesto con participación de élite cubana— que manejan las más conocidas marcas de ron y habanos.

Se observa otra posibilidad: una simbiosis entre el “anti-bloqueo” y el capitalismo imperialista. El discurso se vuelca contra sí. Ninguno de estos autores nos habla de las multinacionales, el dominio hegemónico del primer mundo sobre las naciones menos desarrolladas (Cuba entre ellas), el efecto de la globalización. Ni López Levy ni los politólogos del “antibloqueo” se han planteado los patrones de explotación —evidentes en el turismo— que vienen con esta apertura. Aquí hace falta recordar a los economistas y politólogos como López Levy y sus colegas en Cuba la desigualdad en poder de negociación, la subordinación y el colonialismo. Conviene recordarles a los veteranos como Paul Baran, Galtung y Samir Amin. Como politólogos y economistas no piensan tampoco en la uniformidad cultural impuesta por la globalización primermundista. No parecen tampoco estar al tanto de los estudios poscoloniales que bien pudieran consultar.

Sin una posición crítica, sin haber estudiado la Escuela de Fráncfort ni López Levy ni sus colegas pueden percatarse de las presuposiciones y categorías con que funcionan dentro de la “academia” americana. Ausente la auto reflexión y auto crítica, la derecha e izquierda están sujetas a un discurso totalizante y rígido del cual cualquier desavenencia se paga con ostracismo, inmovilidad en ascenso de status y puertas cerradas en el mundo de las casas editoriales profesionales.

El profesor nunca analiza las desventajas para Cuba de un comercio con economías neocolonialistas. Si López Levy tira un vistazo al debate político norteamericano puede observar las críticas a las megaempresas en materia de salario mínimo, más cuando operan en el extranjero. Con una ceguera “antibloqueo”, Cuba parece olvidar los casos de maltrato y explotación al obrero dentro y fuera de Estados Unidos. López Levy permanece callado como si esta situación no pudiera afectar al trabajador cubano también enajenado. Se antoja su posición contradictoria.

En Huffpost escribió “la discusión política interna de Cuba es hoy más abierta que nunca desde 1961, excepto en el tema del sistema de partido único. Existe una sociedad civil ampliamente difundida de intelectuales, comunidades religiosas y publicaciones de segunda cultura, grupos de expertos y defensores de los derechos interesados en expandir responsablemente la representación y competitividad del sistema político”. Fue precisamente el año de su nota cuando Human Rights Watch escribía: “El gobierno de Raúl Castro continúa reprimiendo el disenso y desincentivando la crítica pública. Mientras que, en años recientes, el gobierno cubano ha apelado con menos frecuencia a sentencias prolongadas para castigar a sus críticos, en el mismo período se incrementó significativamente la cantidad de detenciones arbitrarias por períodos breves de defensores de derechos humanos, periodistas independientes y otros críticos.

A su favor hemos de apuntar a sus declaraciones a NACLA: “Al mismo tiempo, al transferir a un presidente de la república las funciones previas del Consejo de Estado, la nueva Constitución fortalecerá el poder individual del alto ejecutivo. Esto podría abrir la puerta a episodios de caudillismo latinoamericano por el camino”. En la misma entrevista, López Levy afirma “el objetivo de la élite cubana es mejorar el carácter colectivo del liderazgo y la sostenibilidad del sistema unipartidista. Hay una nueva generación de líderes en ascenso en Cuba, pero no hay pruebas que sugieran que desmantelarán el monopolio del Partido Comunista Cubano (PCC), establecerán un sistema judicial independiente o adoptarán voluntariamente una prensa libre”.

López Levy hace distingos entre el tipo de liderazgo Fidel, Raúl y Miguel Díaz-Canel. Nos dice: “A nivel cultural, el seguidor de Fidel no lo hace necesariamente por sus posturas políticas ni por su rol institucional, Fidel era un líder carismático. Siguen al líder por quien es. No es así con Raúl cuyo liderazgo es fundacional. Raúl aparece en la fundación del partido y del MINFAR. Díaz-Canel, sin embargo, viene a un mandato como cabeza de un sistema, por desempeño, como jefe de una institución que tiene reglas del juego establecidas. Si Fidel tenía mayor latitud al tomar decisiones, las reglas procesales tienen vigor y Díaz-Canel tiene que ‘jugar’ con ellas”.

Respetamos su objeción a hablar de su primo Rodríguez López-Calleja. Luis Alberto, sancionado por el gobierno estadounidense, según fuentes fidedignas, se ha encontrado con un rencor palpable dentro de la cúpula de poder. Los observadores comentan que el General de Brigada mantiene su posición por voluntad del exmandatario y exsuegro. Otros alegan que GAESA ha desviado fondos que benefician a figuras claves que aún mantienen altos cargos militares.

El gobierno cubano y Luis Alberto Rodríguez López-Calleja se vieron implicados en los “Panama Papers” cuando en los documentos del bufete Mossack Fonseca se descubrieron documentos relacionándolo a 25 empresas secretas inscritas en Bahamas, Panamá y las Islas Vírgenes Británicas. La actividad alucinante iba de venta de petróleo ruso hasta turismo de pesquería. Los “Panama Papers” involucran también a un hermano del general de brigada, un ciudadano cubano de nombre Guillermo Faustino Rodríguez López-Calleja. En este momento Ana Guillermina Lastres está al frente de compañías de maletín en Panamá y Londres fachadas para los recursos financieros de GAESA.

Raúl deja también un problema que viene estudiando el profesor Alejandro de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afro-Latinoamericanas de la Universidad de Harvard. Existe un problema racial que la revolución no ha solucionado. Coincide con quejas expresadas por disidentes como Manuel Cuesta Morúa. De la Fuente estudia datos del censo y otros índices que manifiestan la desigualdad en la calidad de la vivienda, el tipo de trabajos, representación en los medios de comunicación y hasta en el número de matriculados en la universidad.

Nos explica que, aunque exista una paridad salarial, es la población blanca la que tiene ingresos reales más altos por tener acceso a las remesas que llegan de familiares en Estados Unidos. Existen para el profesor estructuras de poder que excluyen el acceso y que reproducen la desigualdad en la distribución de bienes y oportunidades. Los espacios permitidos fuera de los sectores estatales son excluyentes para los afrodescendientes.

La “negritud” en Cuba es una “fantasía exotizante” para los turistas y “eroturistas” del primer mundo. De estos últimos ha escrito la periodista colombiana Silvana Paternostro. Aún en el sector turístico, controlado por empresas mixtas o extranjeras, el racismo se hace evidente. Al manejar capital europeo, Cuba no ha manifestado la voluntad de integrar a los afrodescendientes en las negociaciones o el manejo cubano de estas firmas.

El profesor De la Fuente y Juan Juan Almeida analizan las cifras de afrodescendientes en el Buró Político: 2 de 14 y en el Secretariado, 1 de 6. De la Fuente agrega algo que se ha pasado por alto y ha empeorado: la mínima representación de la mujer en los cuadros de poder. Se ven 3 de 14 en el Buró Político. No hay mujeres en el Secretariado del Partido Comunista Cubano.

Existe un área de grave preocupación para las conciencias ecológicas. La Estrategia Nacional Ambiental no se aprobó hasta 1997 y ha surtido un impacto limitado. El propio gobierno ha reconocido que la tierra a consecuencia de fertilizantes, pesticidas y residuos industriales muestra niveles peligrosos de azufre, plomo y arsénico. Apuntan también a la contaminación de los alimentos con toxinas. Reconocen una situación de “estrés hídrico”. Señalan la criptosporidiosis y la giardiasis, enfermedades causadas por el protozoo en aguas infectadas. Aguas albañales inundan con frecuencia el abastecimiento de agua a los barrios habaneros sin que el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos pueda hacer algo al respecto. El gobierno cubano ahora muestra preocupación por la pérdida de la diversidad biológica en las zonas de los archipiélagos por fragmentación y destrucción de hábitat y ecosistemas por cambio de uso, sobreexplotación de recursos, degradación y contaminación y, sobre todo, insuficientes mecanismos regulatorios.

A medida que se atraiga capital extranjero podría notarse una mejora en la economía cubana. Para el profesor Richard Feinberg, afiliado a la Brookings Institution, “existe liquidez para inversión extranjera y sobre todo a largo plazo si el clima resulta atractivo y existe una estructura para repatriar las ganancias. El gobierno cubano tiene que buscar el modo de eliminar cualquier apariencia de incertidumbre para el que busca una inversión directa. Se tiene que ir borrando cualquier vestigio de ortodoxia en busca de una cultura tecnócrata y de eficiencia”. Feinberg señala a Manuel Moreno por la labor desempeñada en el área de turismo.

El profesor Henken es cauteloso porque observa a un sector privado no-gubernamental, sin indicios de pronta recuperación o aceleración en productividad. Añade que han tenido que combatir un cuadro donde los factores de producción y la infraestructura están “en crisis crónica, en estado disfuncional”.

Henken presta atención algo que otros analistas del “cuentapropismo” no mencionan: la conciencia reflexiva del cubano de hoy. “A través de la red, tienen narrativas alternativas a los medios oficiales y están al tanto de lo que ocurre en otros puntos geográficos del país”. Por supuesto —y en esto está de acuerdo con la periodista Annie Bardach— puede salir de la red otro San Isidro y movimientos contestatarios. Henken ve el internet como aliado a la apertura.

En este momento, a nivel internacional se sigue el caso del artista disidente Luis Manuel Otero en huelga de hambre. Lo importante a observar es que publicaciones serias de arte como MoMA Magazine han recogido en sus páginas la situación de los artistas disidentes en la isla. La historiadora de arte neoyorquina Coco Fusco ha escrito ampliamente sobre la lucha de los artistas radicados en la isla al margen de la comercialización de galerías primermundistas. El propio MoMA ha dado difusión a la represión sufrida por la artista Tania Bruguera.

Nos acercamos al profesor José Gabilondo, decano asociado de la Facultad de Leyes de la Florida International University. Gabilondo está por publicar “Socialismo 2.0: Reconstruyendo la Economía Poscastro”.

Gabilondo está de acuerdo con el profesor Feinberg en que una inversión en Cuba puede considerarla alguien interesado en establecer relaciones a largo plazo. No nos aclaran los catedráticos cómo es que Cuba no aparece como mercado emergente en los sistemas analíticos de la banca privada importante. No hablamos aquí de fondos mutuos. Feinberg menciona que Cuba efectivamente se ha abierto a la posibilidad de proyectos empresariales con la diáspora.

Consultando al abogado Michael Rodríguez, experto en arbitraje y litigio comercial internacional, nos hace ver que hay en pie tratados bilaterales de inversión ideados para la protección de los dueños de capital. Existen otros que él llama “megatratados” a los cuales Cuba es signataria mediante los cuales se pueden traer disputas a foros jurídicos internacionales. Gabilondo explica que los laudos, válidos y efectivos, no ofrecen transparencia ni se pueden utilizar como precedente.

Gabilondo dice que una rama judicial independiente donde se puedan hacer cumplir los contratos es de vital importancia para atraer empresas extranjeras. La Tarea Ordenamiento (unificación de la moneda) es un primer paso y ha dado mayor facilidad a inversionistas no-cubanos en evaluar riesgos.

El miércoles, en un paso para reintegrar a Cuba a los mercados de capital, la CRF Limited de Londres, con una cartera de notas de préstamos vencidos, en “default” desde la época de Fidel Castro, ha propuesto convertir la deuda en un préstamo de cupón cero sin pagos hasta el 2026. Esta oferta filtrada a la cadena Bloomberg fue dirigida al presidente Miguel Díaz Canel y a diplomáticos cubanos.

El historiador Rafael Rojas al observar el VIII Congreso del Partido y el retiro de Raúl con slogans como “firmeza ideológica”, apunta: “el Partido Comunista Cubano es incapaz de trazar una ruta a largo plazo… No encuentra la forma de adaptar el sistema político de la isla a las condiciones de la expansión del capitalismo y la democracia en la era global… Se resiste a una transición a la democracia, pero también es reacio a un avance a cualquier modelo autoritario del siglo XXI, sea el de China o Rusia. Su meta es de corto plazo: preservar el sistema y conservar el poder de la cúpula”.

La Cuba que deja Raúl, volviendo García Márquez, es un “pavoroso remolino de polvo y escombros”. Tirar una mirada atrás buscando entender con modelos, estadísticas, estudios demográficos y ensayos es re-relatar, reconstruir, re-novelar. El aparato académico no es más que el esfuerzo por alcanzar infructuosamente algo que se desdobla y se escapa y se va descifrando apresurados, sobre la marcha, así como el que se enfrenta a los pergaminos de Melquíades el gitano de Cien años de soledad.

La batalla de Cuba es una batalla contra el tiempo. “Recuerdo mi llegada a casa de Raúl Castro”, nos dice Juan Juan Almeida. “Tenía cinco años. Llevaba una mochilita al hombro. Al salir del elevador, un imponente reloj de salón, retumbaba en campanadas marcando horas desconocidas. El reloj no tenía manecillas. Cuba es como el reloj de Raúl, anacrónica, se escuchan las campanadas, pero le faltan las manecillas”.

Justo J. Sánchez
Cubaencuentro, 10 de mayo de 2021.
Foto: Peninent Wind, cuadro de Humberto Calzada. Tomada de Cubaencuentro.

lunes, 19 de julio de 2021

Cuba, fin de una estirpe (I)




Se implantó una dinastía el 1º de enero del 1959. El último Castro abandonó el trono 62 años después, el 19 de abril de 2021. El hijo menor de un terrateniente gallego llevó en sus hombros el experimento de su hermano Fidel Castro.

Revisando estadísticas, los hijos de una clase latifundista llegaron al poder de una nación relativamente próspera. En 1958 Cuba era el tercer país en Latinoamérica en Producto Nacional Bruto per capita, otras estadísticas la muestran en quinto lugar en el hemisferio en Producto Nacional Bruto per capita, tercero en expectativa de vida, segundo per capita en número de automóviles y teléfonos. Cuba era, sin embargo, políticamente frágil, en aquel entonces gobernada por el golpista Fulgencio Batista.

En 1933 el propio Batista había encabezado un primer putsch. Con la Enmienda Platt, abrogada en 1934, Estados Unidos impuso límites a la soberanía nacional. Cuba fue gobernada por John Brooke, Leonard Wood y William Howard Taft, este último de 1906 al 1909. Cuba tuvo ocho presidentes desde el 12 de agosto de 1933 hasta la toma de posesión de Federico Laredo Bru el 24 de diciembre de 1936.

El capital estadounidense controlaba en 1959, 44 de los 161 ingenios azucareros, minas y la infraestructura eléctrica (American and Foreign Power) y telefónica (International Telephone and Telegraph). Se calculan las inversiones norteamericanas en la Isla en mil millones de dólares.

Tras desplazar a los líderes de la lucha contra Batista, intelectuales y abogados que el propio movimiento 26 de julio nombrara primer ministro y presidente; José Miró Cardona (profesor y decano de la Facultad de Derecho) y Manuel Urrutia, Castro concentró el poder en su persona y su familia. La renuncia de ministros progresistas correspondió a la falta de voluntad de crear e institucionalizar una sociedad civil, un sistema jurídico, constitución y la posibilidad de llamar a elecciones limpias y transparentes.

La dinastía Castro, Fidel, Raúl, Vilma Espín de Castro tomaron las riendas del poder con sus más cercanos. Faltaba experiencia proletaria en una familia, producto de la cultura terrateniente y privilegiada. No había en ellos una verdadera conciencia de lucha de clases. La familia Espín recibe aún dividendos de una legendaria empresa dedicada al ron. El propio Fidel era casado con la hija de una familia burguesa, Díaz Balart. Su cuñado Rafael fue subsecretario del Interior bajo el dictador Fulgencio Batista.

Apoyándose en el frenesí que despertaba su carisma, comenzaron los fusilamientos sumarios sin procesos judiciales, se suspendió la prensa independiente y se organizó un sistema de policía secreta. Pronto el “Máximo Líder” contradijo sus declaraciones a la prensa internacional (Ed Sullivan, Edward R. Murrow y aquellas hechas durante su visita a Estados Unidos en abril de 1959). En 1961 declaró su proceso como comunista y anunció su alianza con la Unión Soviética.

A diferencia de las gestas independentistas contra España, los disidentes no intentaron una toma de conciencia, la reforma antes de la institucionalización del terror y el levantamiento nacional “criollo”. Marcharon al exilio y buscaron el apadrinamiento y adiestramiento norteamericano con la CIA. Crearon el precedente —rechazado por Martí y los que forjaran la independencia cubana— de buscar auxilio americano para los problemas internos de Cuba. Quitaron credibilidad a la oposición al buscar el aliado más odiado.

Las contradicciones del patriarca se hicieron patentes al pedir asesoramiento a ex-miembros de la hitleriana SS en 1962. El hecho lo confirman documentos provenientes de archivos alemanes y publicados en Die Welt. Por cuestión de paradoja, Rafi Eitan, jefe del Mossad israelí, se hizo el inversionista más importante en la industria cítrica cubana.

Fidel Castro era un hombre de la modernidad, la modernidad latinoamericana. “El patriarca y fundador… José Arcadio Buendía, se obsesiona con los inventos…Planea un viaje para encontrar la tierra de los inventos”. (Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad). Fidel dio que envidiar a Buendía: intentó drenar la extensa Ciénaga de Zapata, creó un proyecto para rodear La Habana de cafetales sin condiciones microclimáticas, creó un costoso plan para la crianza de búfalos de agua, entronizó a Ubre Blanca, una vaca sagrada que guardaba con la cabeza bajo aire acondicionado, montó un plan de producción agropecuaria para reformar a los homosexuales, se dio a la tarea de cultivar los “plátanos microjet” y desarrolló un plan de túneles donde la población ensayaba a diario planes de refugio en lo que llamó la “Guerra de Todo el Pueblo”.

Algunas de las operaciones internacionalistas fueron rentables. La guerra de Angola, según informes confiables, trajo a Cuba más de 200 MIGs, tres submarinos, fragatas Koni y un botín de marfil, oro y diamantes.

En un delirio de señor feudal, el patriarca regaló una isla, Cayo Blanco, a Erich Honecker, líder de la República Democrática Alemana. Fue una época donde en Cuba vivían etarras, tupamaros, Robert Vesco, otros prófugos de la justicia y hasta un hijo de Saddam Hussein. Coincidían con músicos, actores y plutócratas. El Conde de Albemarle, vizconde Bury, descendiente del cruel Duque de Albemarle quien en el siglo XVIII ocupara militarmente a La Habana vino a Cuba a casarse.

En sus viajes a Cuba, la periodista Annie Bardach documentó la dinámica de un Fidel paternalista, obsesionado con su imagen, producto y protagonista de una historia rocambolesca, rodeado de familiares y secuaces también de fábula. Sus artículos y libros plasman el ambiente que aún en estilo de riguroso periodismo se lee como ficción. Al separarse del relato, entretenido sin dudas, vale preguntarse: ¿se estudia el proceso Castro con el lente de las ciencias políticas y económicas o como literatura? ¿Nos sirven los datos empíricos, los modelos y las estadísticas para explicar el proceso cubano?

Castro pudo superar momentos críticos antes de pasar el mando a su hermano Raúl: Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, el desastre de la “Zafra de los Diez Millones”, el éxodo de 125.000 personas por el puerto de Mariel, el “Período Especial” tras perder el apoyo del bloque soviético y el Caso Ochoa cuando el mundo descubrió que Cuba era punto de escala para el narcotráfico.

La retórica antiyanqui, magnetismo personal y la cultivada apariencia y discurso proféticos le ganaron la admiración de la intelectualidad mundial. No fue hasta el rechazo de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, el cineasta Néstor Almendros y luego Régis Debray, tras las depuraciones universitarias, el caso Padilla, la homofobia y la UMAP que tantos otros como Bernard-Henry Lévy, Pedro Almodóvar, Michel Onfray y Raphaël Enthoven dieron sus espaldas a Castro.

Tras un desfile fúnebre en un jeep militar que sufriera múltiples averías bajo un calor agobiante, Raúl Castro tomó el trono. Ted Henken, profesor en CUNY y visitante en la Sorbona de París nos dice “para Raúl y ‘los históricos’ la continuidad fue prioridad. Hemos de recordar que Raúl abrió las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, permitió que los cubanos pudieran quedarse en los hoteles anteriormente reservados para turistas, liberalizó el uso de teléfonos celulares y la red de internet”. Henken recién publica en castellano Cuba Empresarial con los halagos del economista Carmelo Mesa Lago.

Fue la revista Mother Jones la que investigó a fondo la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Fue digno de Lezama el proceso y mensajes con la jerarquía católica, intercambio de espías, millonarios y los familiares de Alan Gross.

A pesar de que Alan Gross fue encarcelado en Cuba por llevar ayuda a través de USAID a la comunidad hebrea de La Habana, ni AIPAC ni las otras organizaciones judías estadounidenses ejercieron presión con la administración Obama para liberar a un preso en condiciones frágiles de salud. Sólo un escritor de la progresista revista Mother Jones le visitaba. En segundo lugar —y poco conocido— dos millonarios: Fred y Patty Ebrahimi contrataron a la firma de mercadeo Trimpa Group y a #CubaNow para poner en marcha un poderoso engranaje de mercadotecnia y relaciones públicas y así dar ímpetu al empeño, Akin Group, Engage Cuba y Stonegate Bank, cuyas tarjetas se pudieron utilizar dentro de aquel país, se sumaron al esfuerzo. Akin representaba a muchos agricultores que venden o buscan vender a la Isla a través de la empresa cubana ALIMPORT. La ley Helms-Burton, aclaremos, no afecta las compras de alimentos, madera y medicinas hechas por Cuba que se pagan en efectivo. El volumen de ventas, con fluctuaciones, se vio en aumento con la llegada al poder de George W. Bush. Los barcos salen rumbo a La Habana del puerto de Fort Lauderdale en la Florida.

Entre los otros que pusieron presión para restablecer las relaciones se encontraban la Brookings Institution, la Fundación Ford, Andrés Fanjul y republicanos de peso como Thomas Pickering, John Negroponte y Tom Donohue, presidente de la Cámara de Comercio Estadounidense. Muchos ex-republicanos como el millonario Mike Fernández descubrieron el Partido Demócrata y viajaron a La Habana. Manifestaron su interés en “Cuba Emprende” y en invertir capital en la Isla.

Saladrigas creó el Cuba Study Group y es solidario con el blog “23 y Flagler”. “¡Qué barato nos quiere comprar el nuevo Carlos Saladrigas!” escribía Fidel Castro en Granma. Manny Medina, Jorge Pérez, Paul Cejas, Carlos Gutiérrez, secretario de Comercio de la Administración Bush y Andrés Fanjul todos viajaron en lo que llamaron el “spring break de millonarios” en La Habana.

El New York Times, al filo de esta noticia, comenzó una labor de “concientización” en dos idiomas —editorialmente insólito— para persuadir a sus lectores de las ventajas de abrir relaciones con Cuba. Dedicaron a varios periodistas a tal empresa. Con jingoísmo destapado el diario promovía la narrativa que con la entrada de norteamericanos y el comercio se surtiría un cambio tan radical que se vería una transformación en la política interna castrista. Los argumentos del New York Times, de infantiles, capitalistas e hiper-nacionalistas dan al traste con cualquiera que califique al periódico de “liberal”.

El cabildeo de la comunidad cubanoamericana y una política de la Guerra Fría han dado lugar a la paradoja que rige los viajes a Cuba. Mientras que los asilados políticos que se acogen al Cuban Adjustment Act repletan los vuelos a Cuba —regresando al régimen opresor del que escapan—, al norteamericano de esquina se le hace difícil comprender la razón del privilegio que gozan los refugiados políticos. Al utilizar el argumento de las familias, lógicamente replican que ante un gobierno autoritario las opciones son las de traer a los familiares de visita a Norteamérica, enviar los artículos de necesidad o enviar remesas.

Por intereses comerciales, son las agencias de viajes a la Isla, vuelos chárter, turismo cultural, turismo religioso los que más han presionado no sólo por el cambio de la política de viajes —cosa normal para que los norteamericanos no sufran la política obsoleta— sino para que exista todo una restructuración en las relaciones bilaterales. No son estos negociantes los que puedan aportar a una discusión imparcial sobre el tema.

Juan Juan Almeida, abogado, ahora periodista y analista político en la Florida, vivió en casa de Raúl Castro como un hijo más. Partió luego a Moscú a instancia del propio Raúl y de su padre el vicepresidente del Consejo de Estado Juan Almeida Bosque. Estudió en la Dzerzhinsky, la academia del servicio de seguridad soviético. Al publicar en España su libro Memorias de un guerrillero cubano desconocido (donde aparece en portada empuñando un rifle al lado de Raúl Castro), se integró a la disidencia sufriendo cárcel. Su familia salió al extranjero donde pudo llegar dos años después.

Juan Juan Almeida resume el conflicto de Raúl Castro desde dentro: “Raúl es un reformista frustrado. Se ilusionó con la perestroika. Quiso imponer la reestructuración de la perestroika, por supuesto, a su manera ortodoxa, pero sin glasnost. Cuba, a su entender necesitaba cambio de estructuras, pero no podía permitir la apertura a un revisionismo de la historia oficial, ni a cuestionar la narrativa de la revolución, ni los logros de la Unión Soviética ni el pensamiento leninista”.

Almeida reconoce los cambios que cita el profesor Henken sobre todo el aumento del “cuentapropismo”, añade que se abolió la pena de muerte, aunque “Raúl ‘quirurgizó’ la represión. A diferencia de la época de su hermano, no daba golpes o metía en prisión a todo el mundo; fue selectivo. Supo manejar la oposición maquiavélicamente. Los medios son culpables de crear gigantes; Raúl lo permitió. Desafortunadamente y para quitar credibilidad a los movimientos. Muchos que han sido magnificados por la prensa, no estuvieron a la altura requerida. Lo que ocurre es que a causa del protagonismo y la fragmentación no se ha creado una oposición sino muchos opositores”.

El reino de Raúl se benefició del generoso amparo venezolano, las inversiones en GAESA, que como apunta Almeida “no se requiere un genio de Harvard Business School para ser lucrativa. Piensa: el Estado paga salarios y los costos operativos que otra empresa tendría que afrontar”.

Entablamos una conversación con Rafael Rojas, historiador del Colegio de México. Con el material que nos envía de sus escritos se hace evidente que Raúl y la cúpula geriátrica sufrieron indecisión ante el cambio. El propio dirigente en su momento reconoció que la reforma económica se había paralizado. Stephan Witkowski del Centro de Altos Estudios de América Latina (IHEAL por sus siglas en francés) en la Sorbona llama al intento de “desburocratizar” poco eficaz. Observa la mentalidad obsoleta y la inercia con que se manejan las empresas estatales en Cuba. “No es de sorprenderse” añade Almeida: “Raúl es un hombre práctico y organizado, pero de poca formación, anclado en su manera de hacer las cosas: ‘ordeno y mando’”.

El turismo, que a partir de la visita de Barack Obama comenzó a llegar a la Isla, fue una inyección de divisas. Antes de las medidas tomadas por Trump ya se veía un descenso en el número de visitas y las aerolíneas comenzaban a reducir el número de vuelos a Cuba.

Un factor que complicó las relaciones diplomáticas fue el trastorno neurológico “Havana Syndrome” investigado por la Universidad de Pennsylvania. Se cree que es producto de radiaciones dirigidas a los empleados del Departamento de Estado destacados en la Isla. Fuera de cualquier decisión del presidente, el peligro a los funcionarios de la embajada hizo que se redujera el equipo de trabajo.

Juan Juan Almeida sonríe al escuchar a Raúl afirmar que “termina con la satisfacción del deber cumplido”. Entrega el país con un descenso de más del 11% del Producto Nacional Bruto, con inflación, consecuencia de una fusión de dos monedas, sin el apoyo de Venezuela y la crisis ocasionada por la pandemia.

Justo J. Sánchez
Cubaencuentro, 7 de mayo de 2021.
Foto: Fuego 1, cuadro de Humberto Calzada. Tomada de Cubaencuentro

lunes, 12 de julio de 2021

El más grande fraude de todos los tiempos


La supuesta revolución "verde como las palmas", nacida del triunfo de una insurrección cuyos objetivos fundamentales fueron la restitución de la Constitución del 40 y la celebración de elecciones libres que el golpe militar del 10 de marzo del 52 había desconocido, traicionó ambos propósitos. La política del régimen que se instaló en el 59 fue una continuidad de la que ya se había iniciado en el 52, aunque con nuevos protagonistas. Una pregunta de Fidel Castro ante una multitud en 1959, la pudo haber hecho perfectamente Fulgencio Batista en 1952: "¿Elecciones para qué?".

Una tercera demanda en la que coincidían algunos de los grupos conspirativos era la reforma agraria, porque era una asignatura pendiente de la Constitución, la cual proscribía el latifundio y establecía el reparto de tierras. Pero este propósito fue un ejemplo de cómo el ideal originario de la Revolución fue modificándose bajo la manipulación del nuevo caudillo. Cuando el 17 de mayo de 1959 se aprobó oficialmente la primera Ley de Reforma Agraria en La Plata, Sierra Maestra, el texto del artículo 1 establecía el límite de las propiedades en 30 caballerías: "Las tierras propiedad de una persona natural o jurídica que excedan ese límite serán expropiadas para su distribución entre los campesinos y los obreros agrícolas sin tierras".

Esa misma noche, en un bohío de La Plata, cuando ya todos los ministros se habían retirado, Castro, bajo la luz de un quinqué, hizo por su cuenta unos "pequeños ajustes", estableciendo que algunas empresas agropecuarias "no deben ser fragmentadas para su distribución a los campesinos", sino para crear "propiedades de todo el pueblo", a las que llamó "Granjas del Pueblo". Probablemente por esa razón, el ministro de Agricultura, Comandante Humberto Sorí Marín, principal redactor de aquella ley, renunció al cargo al día siguiente y comenzó a conspirar.

Esos "pequeños ajustes" fueron el antecedente de la Segunda Ley de Reforma Agraria, el 3 de octubre de 1963, cuando se dispuso "la nacionalización, y por consiguiente, la adjudicación al Estado cubano de todas las fincas rústicas" que tuvieran una extensión mayor a cinco caballerías de tierra.

Algo semejante se hizo en las ciudades con fábricas, comercios, bancos y otras empresas, parodiando la frase de Marx de que se debía "poner fin al divorcio entre el productor y los medios de producción", lo cual quería decir que dejaban de ser propiedad de las clases explotadoras para pertenecer a quienes las trabajaban. Pero como se consideraba al Partido Unido de la Revolución Socialista, luego, Partido Comunista, como "el destacamento de vanguardia de la clase obrera", ese partido se hacía cargo de todas esas industrias a nombre de sus representados, sin que jamás se hiciera una consulta plebiscitaria con todas las garantías.

En consecuencia, los bienes explotados por capitalistas y terratenientes fueron expropiados y dejaron de ser privados para pertenecer al Estado, pero la verdadera finalidad no era que pasaran a manos de los trabajadores. Si así hubiera sido, nunca se habría producido la llamada "ofensiva revolucionaria" del 68, en que hasta los trabajadores independientes fueron expropiados, por lo que el fin era favorecer a la dirigencia de ese Estado y a la nueva clase burocrática engendrada en su seno, y no a la clase trabajadora.

Esta fórmula, que en los hechos significaba expropiar a los explotadores pero no empoderar a los explotados, tenía sus raíces en la propia Rusia con la Revolución de Octubre. Si Lenin calificó de "capitalismo monopolista" a lo que consideró como última etapa del capitalismo y a la vez antesala del socialismo, lo que en verdad vino después no fue el empoderamiento de los trabajadores sino el centralismo de Estado, un megamonopolio que no sólo engulló a la totalidad de los bienes de producción, ya fuesen propiedades grandes o pequeñas, incluyendo a todas las instituciones de la sociedad.

Los trabajadores pasaron a convertirse, en meras tuercas de la maquinaria productiva del Estado. Cuando en Cuba, en los campos de concentración de trabajo forzado de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) muchos de los que allí estábamos comenzamos a fingir accidentes con los machetes para evitar ser llevados al brutal trabajo de las plantaciones, se nos amenazaba con procesarnos "por dañar una propiedad del Estado".

En Cuba dejó de haber revolución desde fines de los 60, hace más de 50 años. Desde entonces, sólo ha habido reformas, o sea, cambios de forma de lo que ya existe sin alterar su esencia, un recurso que hoy ya no va a ser suficiente para apaciguar los ánimos de la población.

No ha habido socialismo ni se está construyendo. Y por supuesto, ni en broma se piensa ya en lo que se decía al principio de alcanzar un nivel superior del socialismo donde el propio Estado desaparezca, como soñaron Marx y otros teóricos socialistas y anarquistas. Todo lo contrario. Solo existe un gigante supremo y absoluto, lo que dijera Martí para definir al monopolio: "Un gigante implacable sentado a las puertas de todos los pobres". Pero esto, que surgiría después como un nuevo cambio cualitativo superior del desarrollo de esos monopolios, sería el más grande de todos ellos, lo que Lenin llamaría, impropiamente, "socialización completa".

El cuento del "socialismo", tanto en Cuba como en todo los países que copiaron el modelo soviético, fue el más grande fraude de todos los tiempos.

¿Qué viene después de esto? Nada más, no sólo porque ya no es posible otro cambio cualitativo superior en el nivel de acaparamiento y desarrollo de la centralización en los marcos de un país, sino porque ya lleva en sus entrañas el germen de su propia destrucción debido a la ausencia tanto de la competencia como del incentivo productivo. Por el contrario, el gigantesco monopolio estatal tiende a generar una monstruosa burocracia que ha plagado de corrupción y miseria a la nación.

Ante un modelo que no tiene futuro, la dirigencia cubana se encuentra que el camino por donde avanza, cada vez más estrecho, se ha convertido en un callejón sin salida, en medio de la crisis más profunda de toda su historia, y tiene ante sí una disyuntiva: olvidarse de las reformas y decidirse a realizar otra revolución desde arriba, esta vez a favor de los de abajo -algo que, por supuesto, nadie vislumbra-, o seguir resistiendo hasta que desde abajo estalle una explosión social que desplace a los de arriba.

Ariel Hidalgo
14ymedio, 29 de mayo de 2021.

lunes, 5 de julio de 2021

El caso de Luis Manual Otero Alcántara



Seis días después del asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro y siete de sus compañeros fueron capturados en las estribaciones de la Sierra Maestra, por la zona de El Caney. Dormían en una choza cuando los sorprendió una patrulla al mando del teniente Pedro Sarría. «Las ideas no se matan», fue su respuesta ante la insinuación de un subordinado. Este militar mostró indudables valores cívicos y respeto a la ley.

La captura de los fugitivos se produjo en medio de una intensa campaña liderada por monseñor Enrique Pérez Serantes, arzobispo de Santiago de Cuba, cuyo objetivo era que se respetaran sus vidas. Gracias a aquellas gestiones, y a la presión de la opinión pública, pudieron tener un juicio con garantías e, incluso, fueron amnistiados tras cumplir menos de dos años de prisión debido a un movimiento cívico nacional.

Cuando regresaron a Cuba en el yate Granma, el 2 de diciembre de 1956, debieron sortear una gran operación de la tiranía encaminada a liquidarlos. Con motivo de aquella ofensiva, que costó la vida a otros opositores en las denominadas Pascuas Sangrientas, Juan Marinello, presidente del Partido Socialista Popular (PSP), envió una carta, fechada el 12 de enero de 1957, a varias personalidades hispanoamericanas, en la que señalaba: "Es obligado que expresemos a usted que el PSP no comparte los métodos de lucha puestos en práctica por el Sr. Castro y su grupo, por entender que no son apropiados y eficaces para dar fin a la tiranía (…) que Cuba padece; pero nuestro partido solicitó y solicita respeto y garantías para la vida de Castro y sus acompañantes (…)"..

Tres hombres —un militar, un prelado católico y un alto dirigente comunista— cuyas ideologías no podían ser más diferentes, antitéticas si se quiere, se habían identificado con una causa que tenía como objetivo esencial el respeto a la vida y a la integridad física de personas a las cuales no los unían lazos políticos. En 2019 se aprobó en Cuba una Constitución que obliga a todos a cumplirla, pero que también protege los derechos declarados de todos los cubanos: de los que no votaron o de los que votaron en contra. Aquí no valen excepciones, el respeto a la ley y la protección legal incluyen igualmente al sector denominado oposición, un sector en crecimiento.

El artista Luis Manuel Otero Alcántara ha utilizado la protesta pacífica y la desobediencia civil como medio de disenso. Su situación actual, un raro limbo en el que no está detenido o acusado legalmente, pero tampoco es libre para abandonar el Hospital Calixto García, debe preocupar a cualquier persona, independientemente de sus criterios políticos. El deterioro físico, y evidentemente psicológico, que reveló un video circulado de su estancia en una sala de psiquiatría, es demasiado perturbador e inquietante para voltear la mirada.

Ya sea en un proceso por delitos comunes o de otra índole, todos los ciudadanos debieran estar protegidos por la ley. Debe existir una orden judicial para el arresto, se debe permitir acceso a un abogado y contactos con la familia e incluso, si no es un terrorista o un asesino peligroso, toda persona puede responder al proceso en libertad. Aquí no pueden existir relativismos. Lo correcto y lo incorrecto, lo digno y lo indigno, el bien y el mal, son conceptos que no están distanciados por vallas ideológicas.

La actual situación de Otero pone en la mira no solo a los órganos de Seguridad del Estado, sino a todas las instancias políticas con nivel de decisión en Cuba, empezando por el Partido Comunista. Igualmente pone a prueba a cada ciudadano que no se indigne, aun en su fuero interno si no se atreve a hacerlo de manera pública.

Luis Manuel es la cabeza más visible del Movimiento San Isidro (MSI), que se hizo notar a raíz de las polémicas suscitadas por el controvertido Decreto-ley 349. Tal decreto, en una moratoria debido al rechazo que ocasionó, significaría una restricción a la libertad del arte que se produce fuera de las instituciones culturales del Estado y un aumento de la censura. En respuesta, algunos artistas e intelectuales discrepantes comenzaron a utilizar mucho más el performance callejero y convocatorias a exposiciones independientes.

La represión de los órganos de Seguridad del Estado —excesiva e inconstitucional—, fue desencadenando una escalada de respuestas y más miembros al grupo. De modo tal, se hicieron usuales los actos de repudio organizados por las autoridades, las detenciones y golpizas arbitrarias; todo ello recién aprobada una Constitución que declaraba a Cuba un Estado Socialista de Derecho.

El MSI, algunos de cuyos integrantes han manifestado apoyo al bloqueo norteamericano y simpatías con el anterior presidente Trump, no es representativo de la mayoría de los muchos críticos que tiene la burocracia parto/estatal cubana. Ello, sin embargo, no hace menores mi indignación, mi preocupación y mi vergüenza al ver cómo los han tratado, la forma arbitraria en que los han reprimido.

A Luis Manuel Otero Alcántara debe reconocérsele el valor personal para luchar abiertamente por sus derechos, y su perseverancia a la hora de defender aquello en lo que cree. Para mí eso es admirable, aunque no coincida con él en otras cosas. Lo creo víctima de intereses extremistas y radicalizados; no obstante, no me parece una persona cuya motivación para oponerse a lo establecido esté determinada por razones económicas. Si fuera así, no viviría en las condiciones de pobreza en que lo hace y que todos hemos visto.

No es un político, pero muchas de sus exigencias son válidas para cualquier ciudadano, es más, la mayoría de ellas: libertades de expresión, movimiento, asociación y manifestación pacífica; están refrendadas por la propia Ley de Leyes. Su desobediencia sostenida frente a un aparato represivo que ha utilizado en su contra métodos ilegales desde mucho antes de que se declarara en huelga de hambre, puede poner en serio peligro su vida. ¿Lo permitiremos?

Algunas veces me han señalado como una historiadora que idealiza el pasado. No lo creo así, pero nadie podrá negar que fue muy superior a la actual aquella educación cívica y los valores humanos que unieron a tres hombres tan discrepantes políticamente como un militar, un prelado católico y un alto dirigente comunista, identificados en la causa común de defender la vida y la integridad física de personas con las cuales no tenían vínculos ideológicos.

Alina Bárbara López Hernández
La Joven Cuba, 28 de mayo de 2021.

Foto: Luis Manuel Otero Alcántara en la azotea de su casa, cuando vivía en Romay entre Monte y Zequeira, Cerro. Tomada de Facebook.