La aparición de animales muertos y el olor nauseabundo que dominaba la calle hicieron creer a Mayra que el solar yermo limítrofe con su casa, en el Reparto Eléctrico, en el municipio Arroyo Naranjo, La Habana, se había convertido en depósito de animales muertos en ofrenda a los orishas.
El final de la historia se asomó en la cara de un perro callejero, con una gallina muerta entre los dientes. El animal andaba por la calle como si regresara del mercado, dispuesto a guardar su adquisición en el solar yermo, donde almacenaba la pata de un carnero y varias palomas sacrificadas.
Las consagraciones a las deidades afrocubanas saltan de forma simultánea a la vista, y al olfato de los transeúntes, en los parques y calles de toda la ciudad. Las “brujerías” en las calles, pasaron de la rareza al hábito de convivir con animales muertos que contaminan el medio ambiente urbano.
Encontrarse en la vía pública con una cabeza de cerdo cocinada, dentro de una cazuela de barro, ya no resulta raro. Tampoco los olores de gallinas, palomas y animales de cuatro patas, depositados en una de las cuatro esquinas de cualquiera de las principales avenidas habaneras.
Marco Antonio, limpiador de la Empresa de Servicios Comunales, menciona lo que se encuentra a diario en las calles. “La brujería está donde quiera. Todos los días me encuentro palomas, cocos, cabezas de puerco, gallinas".
Al cordón de ofrendas religiosas que ahoga a la capital cubana, se suma a la inestabilidad e ineficiencia en la recogida de desechos sólidos. Cada vez se reduce más la higiene ambiental y se amplía el riesgo de las epidemias que en el verano suelen cebarse en la isla.
Durante la realización de este reportaje, constatamos que resulta difícil la conciliación de criterios con respecto al depósito de ofrendas en lugares públicos.
La causa de que las diferentes denominaciones religiosas afrocubanas alejen el tema del debate, se encuentra en su principio: la religión afrocubana no puede prescindir de las ofrendas. La religiosidad basada en devociones de alianza y agradecimiento entre las deidades y sus devotos no deja opciones.
Al respecto, el doctor Lucas Vegas, miembro jerárquico religioso de la Sociedad Yoruba de Cuba, declaró: “En el orden ortodoxo de la religión, no podemos cambiar las ceremonias. Cuando se ponen alimentos en la vía pública hay que hacerlo de una forma adecuada. Casi siempre es en el borde de la vía, para que al día siguiente los servicios comunales puedan limpiar y no crear proliferación de roedores”.
Jorge Enrique Figueredo, sacerdote de la religión afrocubana, considera que las causas de la contaminación tienen que ver más con la educación que con las reglas religiosas. “Sacrificamos para poder obtener bendiciones o beneficios, pero es la conducta lo primordial para tener todo tipo de bendiciones, para lograr las cosas que necesitamos”.
Dentro de la jerarquía religiosa, algunos prefieren no hablar en contra de la premisa de la consagración afrocubana. Los más conservadores recomiendan organizar el depósito de la ofrenda, sugieren envolverla y realizar la práctica en horarios nocturnos. Otros, más liberales, consideran que la ofrenda debe depositarse en un contenedor de basura después de haber transcurrido un tiempo del ofrecimiento.
Los creyentes y no tan creyentes de la religión yoruba acuden a ella para resolver sus problemas. Interpretándolo así y conociendo la difícil vida que llevan los cubanos, hay más cola para consultarse con un santero que un médico.
El Estado cuenta con varios decretos sanitarios que abordan las contravenciones en materia de higiene comunal. El No.272, Artículo 18, inciso M, trata sobre le vertimiento de desechos sólidos en la vía pública, imponiendo sanciones de 100 pesos por afectar la salud ambiental.
Los reporteros visitamos la sede de la Dirección Integral de Supervisión y Control, cuyos funcionarios son conocidos popularmente como “inspectores integrales”. Uno de ellos que, no se identificó, explicó que “no (ocurre) con frecuencia, pero se imponen multas, sobre todo cuando se contaminan las aguas de los ríos”.
Texto y video: Augusto César San Martín y Rudy Cabrera
Cubanet, 3 de mayo de 2017.