jueves, 30 de agosto de 2018

Insultos, broncas y apuestas en los estadios cubanos



Hubo una época, cuenta Herminio, antes de que Fidel Castro llegara al poder, que un domingo cualquiera la familia se acicalaba y asistía al Estadio del Cerro para ver la doble cartelera beisbolera de la Liga Profesional Cubana.

“La gente se vestía con elegancia. En los entretiempos de cada juego, se podía comer un arroz celestial en el restaurante del estadio o un pan con lechón en cualquier puesto de venta dentro o fuera de la instalación. Ir a la pelota era una fiesta. Las apuestas eran legales y por eso se producían conatos de broncas. En ocasiones, había fanáticos que insultaban a peloteros que no rendían en el campo”, recuerda Herminio y añade:

“Era una costumbre en Cuba ponerle motes a cualquier jugador, fuera cubano o extranjero. Por ejemplo, la Araña Sorgenssen, Vinagre Maizel o llamarle triple feo al lanzador Agapito Mayor. Al recogedor de bolas le llamaban Bicicleta. En estos tiempos eso sería tildado de mala conducta o racismo. Pero en general, había buena onda en los juegos de pelota antes de 1959”, resume Herminio.

Con la promesa de instaurar una sociedad democrática, poniendo énfasis especial en la justicia social, el castrismo abolió el deporte profesional. Se intentó 'adecentar' las series nacionales de béisbol. Se cambió la publicidad comercial en los estadios por consignas políticas y las apuestas fueron prohibidas.

Según Ernesto, ex funcionario del INDER, “además de suprimir la venta de cerveza y bebidas alcohólicas en todas las instalaciones deportivas, se hizo una campaña para devolver las pelotas que caían en las tribunas, eliminar motes e insultos a los ampayas y jugadores. También se intentó prohibir las congas”.

Pero el béisbol en Cuba nunca ha sido un juego de señoritas. Como en el boxeo y el dominó, predominan los ánimos exaltados, los gritos y ofensas cuando alguien consideraba que no estaban saliendo bien las cosas en el terreno.

Si antes de 1959 un partido beisbolero de manigua entre dos bateyes cercanos podría ser considerado de alto riesgo, con la mitad del público portando machetes, bebiendo ron y árbitros comprados, ahora la chusmería y los brotes de violencia son habituales en los eventos deportivos en toda la Isla.

“En un torneo municipal de fútbol-sala, vi darle bofetones a un árbitro por parte de un aficionado exaltado. También he visto ofender al entrenador de un equipode béisbol de menores, por no poner a jugar a su hijo, o invadir el terreno y obligar la suspensión de un partido por una medida arbitral que no le gustó a la gente. Eso sin contar las riñas colectivas entre equipos rivales con navajas, cabillas o cualquier otra cosa. Al ser torneos de poca monta, ni siquiera hay policías en las gradas”, explica un periodista deportivo.

El béisbol, fútbol y baloncesto son los tres deportes donde más abundan los hechos violentos en Cuba.

Rolando, ex basquetbolista de torneos nacionales, cuenta que “el mal ambiente y la violencia en las gradas lo viví desde mi etapa de jugador infantil. Eran increíbles las palabrotas del entrenador y las de los padres para motivar a los niños. Aquello daba miedo. Parecía una guerra. Una vez, en un juego en el municipio Regla, por poco tenemos que lanzarnos a nado en la bahía de La Habana. Todo el pueblo nos cayó atrás por una agresión de un jugador nuestro al suyo”.

Un ex entrenador de Industriales recuerda: “En un juego de pelota a finales de los años 60 en Camagüey, un grupo de personas soltaron los leones de un circo que estaba de visita en la ciudad. Le estábamos dando una paliza al equipo local, cuando abrieron la cerca del centerfield y comenzaron a aparecer los leones. El estadio se quedó vacío”.

Aunque la pasión por el béisbol ha menguado, debido al goteo incesante de peloteros de calibre que abandonan el país, cuando la novena provincial tiene un buen desempeño, apostadores y tipos de la peor calaña que no tienen nada que envidiarle a un hooligan británico o ruso, comienzan a copar las gradas.

“Se apuesta desde el juego completo hasta jugada por jugada. Hay apuestas de diez pesos y otras donde se juegan miles de pesos. Esas apuestas suelen generar violencia cuando una persona no quiere pagar”, dice un apostador habitual.

Las ofensas y malas palabras al árbitro, director de equipo y jugadores, son frecuentes en cualquier estadio del territorio nacional. Es habitual que en transmisiones televisivas, se escuche nítidamente a los espectadores, coreándole al unísono, al árbitro hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta...

Pregúntenle a Yuli Gurriel, hoy Big Leaguer de los Astros de Houston, sobre la andanada de insultos que recibía cuando visitaba el Latinoamericano, otrora Estadio del Cerro.

A veces la violencia continúa fuera del estadio. "Se han dado casos de fanáticos que han agredido a peloteros y roto los cristales del ómnibus del equipo, tirándoles piedras y trozos de ladrillos", señala un policía del municipio Cerro.

En el otoño de 2012, la violencia beisbolera provocó que cientos de espectadores invadieran el terreno en un partido entre Industriales y Santiago de Cuba, causando destrozos materiales y lesiones provocadas por cortes de arma blanca.

Luis Alberto, apodado Niñito, relata que “el Latino estaba de bote en bote. Industriales perdía ocho carreras por cero. Cuando en el final del séptimo inning comenzó a remontar y empató el partido, aquello fue apoteósico. Es como si me hubiera entrado el diablo al cuerpo. Comenzamos a agredir a los orientales que apoyaban a Santiago con el grito de palestinos, singaos, cabrones... De pronto se formó tremendo sal pa’ fuera. Por las cámaras de televisión vieron que yo estaba entre los principales instigadores y me sancionaron a tres años de privación de libertad”.

Pero la violencia en los estadios sigue sienso una amenaza latente. Lo mismo ocurren agresiones entre los propios jugadores que auténticas cargas al machete del público asistente.

Mientras la FIFA sanciona a clubes y federaciones nacionales por ofensas raciales o injurias, en Cuba, las medidas que toman las autoridades se limitan a multar o sancionar a los atletas involucrados con un año de separación.

Para Martín, campesino de una cooperativa en Cienfuegos, la violencia en los estadios “es una válvula de escape de toda esa rabia interior que tenemos los cubanos. Es allí, en el estadio, donde nos sentimos libres y podemos gritar y exteriorizar todo ese resentimiento que tenemos dentro. Espero que en la próxima serie, a Rodas, donde vivo, la comisión nacional le asigne algún juego. En los pueblos de campo, esos partidos son una celebración".

Cuando se juega en municipios alejados de las cabeceras provinciales, las autoridades locales ponen pipas de ron y cerveza fuera del estadio y el reguetón a todo volumen. Luego, cuando arranca el juego, comienza el otro espectáculo. Y no precisamente deportivo.

Iván García

Video: Trifulca entre los peloteros Yosvany Alarcón, de Las Tunas, y Alexander Rodríguez, de Matanzas , durante el juego celebrado el 29 de agosto de 2016 en el estadio Victoria de Girón de Matanzas.

lunes, 27 de agosto de 2018

Crónica de un intercambio tropeloso



Ex- change es el documental más reciente de Juan Carlos Travieso Fajardo, un realizador más conocido por sus programas en Canal Habana (Entre manos, Secuencia, El motor de arranque) que por su obra documentalística. Sin embargo, paralelo a su actividad en la televisión, ha dirigido un grupo importante de documentales, entre los que se destacan Frank Delgado, una nueva trova (2002), seleccionado por la crítica cinematográfica cubana como uno de los cinco mejores exhibidos en Cuba ese año, Al borde la vida (2013) y ¿Qué cosa? (2014), entre otros.

Inscrito fuera de concurso, Ex- change tuvo una única exhibición pública, en el cine 23 y 12, durante el último Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en diciembre de 2017. Su argumento aborda los contratiempos, avances y retrocesos del intercambio artístico entre Cuba y los Estados Unidos de América, en especial, en el seno de la comunidad cubana de Miami, haciendo hincapié en los años más recientes y en la presencia de la música como “punta de lanza” en este dar y recibir.

Sobre las motivaciones que lo llevaron a interesarse en un tema tan peliagudo; el proceso de producción de la obra, realizada de forma independiente; la selección de los testimoniantes, tanto en Cuba como en los Estados Unidos; la exhibición única en el Festival de La Habana y los caminos futuros de este largometraje documental conversamos con su realizador.

¿Cómo surgió el proyecto y cuáles fueron las motivaciones que llevaron a interesarte por este tema del intercambio artístico entre Cuba y los Estados Unidos?

-La idea de hacer el documental Ex- Change surge en una gira del grupo Buena Fe por los Estados Unidos de América, cuando uno de los integrantes de esa agrupación, Gabriel Dávalos, hablando con Javier Otero, productor de Blue Night Entertainment, la compañía que estaba moviéndolos, organizando la gira, deciden que se podía hacer un documental que recogiera la historia o parte de la historia, que contara las vivencias, las peripecias para lograr el intercambio cultural de los cubanos que van a los Estados Unidos y de los estadounidenses que viajaban a Cuba, y ese fue el punto de partida. De ahí me propusieron trabajar en el proyecto, y yo encantado.

-La motivación que tuvimos cuando comenzamos a trabajar (para mí la más importante), fue buscar en las ausencias que teníamos cada uno de nosotros (la mayoría muy jóvenes) en su propia formación, en cuanto información. Lo que había pasado, lo que era el intercambio cultural, qué motivaba ese intercambio, qué había provocado la ruptura de esa relación de las culturas y los estados de ambos países. Sobre todo las lagunas que teníamos, los vacíos sobre quiénes eran algunos de esos personajes. Había una discontinuidad en la información que nos había llegado, en particular sobre algunas figuras artísticas surgidas aquí, quienes se habían ido a los Estados Unidos, y al perderse la comunicación, oficialmente no se sabía nada más de ellos. A partir de esto, nos dijimos: vamos a llenar ese vacío, esa información que nos falta a nosotros y a mucha gente de nuestra propia edad o mucho más joven.

-Debo apuntar que Ex-change está lejos de las obras que marcan, delimitan los hechos cronológicamente. Su devenir narrativo va desde los momentos más álgidos de la presencia de músicos cubanos en la ciudad de Miami, por ejemplo, las primeras actuaciones de Los Van en 1999, y la reacción violenta provocada en una parte de la comunidad cubana allí radicada, a una explicación del contexto por parte de los entrevistados, entre los que destacan voces tan importantes como la de Rafael Hernández (director de la revista Temas), Víctor Casáus (director del Centro Pablo de la Torriente Brau), Iván Giroud (presidente del Festival de Cine La Habana) y los músicos Silvio Rodríguez, Frank Delgado. Sin embargo, la contraparte desde los Estados Unidos no mantiene el balance, aunque tiene voces importantes, como la de Hugo Cancio Morúa o Arturo López- Levy y algunos músicos cubanos radicados allá, como Manolín, el médico de la salsa.

Al respecto, le preguntamos sobre la selección de los entrevistados.

-En Cuba intentamos pensar en quiénes nos podían ayudar con sus testimonios, a partir de las propias vivencias que habían tenido en el intercambio cultural, y de ahí elaboramos un listado de personas. A unos los entrevistamos, a otros no. Hubo personas consultadas que no utilizamos en el documental, sino que sirvieron como fuente de información, pues queríamos conseguir un balance, historias distintas, vivencias que no fueran iguales. Dentro de ese panorama, había artistas a los que les había ido muy bien y otros a quienes les habían hecho campaña, boicot contra sus espectáculos.

-Por otro lado, tuvimos un equipo que nos ayudó a buscar información, recopilar entrevistas y materiales en los Estados Unidos. Ellos intentaron acercarse a un grupo de artistas, también cubanos radicados allá, para hablar del tema, sus puntos de análisis, posiciones, y no fue posible conseguirlas. Muchos reaccionaban diciendo que no querían hablar de ese tema y, con los que logramos entrevistas, creo que también se logró cierto balance. Igualmente, tuvimos que acudir a mucho material de archivo, porque algunas de esas personas ya no están vivas, otras no quisieron testimoniar y tuvimos que apelar a momentos en que se habían referido al tema del intercambio.

Entonces, ¿cómo fue el proceso de producción de un documental que tiene escenarios en dos países diferentes?

-Fue un documental que se hizo con muy poco presupuesto, pero sí con muy buena voluntad, y eso hizo que los tiempos de producción se fueran alargando muchísimo. Esto en algún momento pensábamos que iba en detrimento del material, pues necesitábamos tener la primicia de hablar del tema. Eran momentos importantes del intercambio cultural, porque de pronto hubo señales de acercamiento entre ambos países y la gente nos decía que ese era el momento para haber salido, y mira, desde ese punto de vista, sí; pero con el tiempo nos dimos cuenta de que, al contrario, esperar, dejar que se enfriara la situación, que pasara el tiempo, nos ayudaba también a mirar los matices de ese proceso, el cual no era tan lineal como parecía y, por lo tanto, los cambios que se fueron produciendo en nuestra sociedad y en la estadounidense con el tema Cuba- Estados Unidos fue enriqueciendo mucho el material, en particular lo que empezó a suceder con los artistas que deseaban viajar a los EE.UU. y los que querían venir a Cuba.

-Los cambios que se iban produciendo, un tiempo a favor, un tiempo en contra, fueron moldeando también lo que queríamos decir en el documental. Así la historia fue sufriendo variaciones en la medida en que nos íbamos dando cuenta de que la sociedad también iba cambiando y que esos cambios sociales la política los manejaba hacia un lado o hacia otro. Esto nos iba sorprendiendo y de alguna manera quedó recogido en el filme, y fue parte de lo bueno que nos pasó, pese haber esperado cuatro años para terminarlo. Nos permitió mirar no solo la historia pasada, sino también la más reciente y de alguna manera sintetizar lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Ex- change no es el primer acercamiento de este realizador a las consecuencias de los desencuentros entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. En 2012 estrenó A pesar de todo, co producido por el ICAIC y Producciones Caminos, del Centro Martin Luther King Jr, en el cual, sin abandonar el tema artístico que ha caracterizado su obra, indaga sobre las consecuencias del bloqueo sobre Cuba. Indagamos sobre las semejanzas y diferencias entre los dos documentales.

-Los puntos más importantes en común es que ambas miradas son hechas a través de la cultura, y que desde dos posiciones distintas, una más hacia la política, otra más hacia lo cultural, está demostrándose la necesidad que haya una normalización entre Cuba y Estados Unidos, entre cubanos y estadounidenses, entre cubanos de la isla y cubanos residentes en el exterior. Las diferencias están en el propio tratamiento que tiene cada obra desde todos los puntos de vista.

-Intentamos no repetirnos, no repetir siquiera la temática. No hacer evidente que el tema del bloqueo se marcaba dentro del contenido de Ex Change, aunque también está, lógicamente, porque muchas de las acciones del intercambio cultural han sido bloqueadas por las políticas, por las leyes migratorias, por leyes de cualquier tipo que marcaban, delimitaban hasta dónde se podía lograr, tanto para los cubanos en los Estados Unidos como para los estadounidenses en Cuba. Entonces, de alguna manera, el documental intenta reflejar esa problemática, pero haciéndolo desde el discurso de los propios artistas. Que se hablara siempre desde lo cultural, de las raíces culturales que existen en ambos pueblos y de la necesidad de un flujo formal, natural en todas las esferas de la vida.

A casi todas las personas que hemos tenido el privilegio de ver el documental nos ha llamado la atención el trabajo de la fotografía y del montaje. La primera, porque logra mostrar tanto las imágenes de La Habana como las de Miami en un mismo rango de color y brillo, muy al contrario de lo que ocurre con otras obras que se han acercado a estos dos espacios, en las cuales la capital cubana casi siempre sale perdiendo en cuanto al tratamiento fotográfico. Este sentimiento de poner las dos ciudades en un mismo nivel, para dejar claro que “Miami es la segunda ciudad más poblada de Cuba”, es logrado de igual forma por el empleo del montaje multiplano, que permite sentir el latido de ambos lugares al unísono, cada uno con sus peculiaridades, pero como si fueran un continuum. Sobre el equipo de realización nos dijo Juan Carlos Travieso:

-Convocamos a un grupo de profesionales entre los cuales se encontraba Ángel Piedra, de la productora Caminos del Centro Martín Luther King Jr.; Abdis Rodríguez, fotógrafo; Gabriel Dávalos, que asumió también la dirección de fotografía; Javier Otero, productor por la parte estadounidense y Harold Cárdenas, que hizo la co-dirección y el guión. Después se sumaron otros especialistas y cada uno aportó muchísimo en la realización.

-La postproducción fue también un proceso largo. La edición estuvo a cargo de Daniel Diez Jr., quien colaboró también con el guion que habíamos trabajado entre Harold Cárdenas y yo. La banda sonora fue realizada por Camilo Ferrera, sonidista del ICAIC y la música incidental fue compuesta por Ernesto Cisneros, quien ha tenido otras incursiones en mis documentales.

Aunque Ex- change participó en el 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano fuera de concurso, estuvo en el catálogo del evento en una de sus secciones. Su exhibición se realizó un solo día, con un único horario. Acerca del tratamiento recibido y la acogida del público, su director confesó:

-El estreno en el Festival fue casi un milagro. No queríamos una obra que fuera censurada, porque el objetivo era que la gente conociera estas historias, se sensibilizaran con este asunto, sacaran conclusiones, puntos a favor o en contra, pero que el público cubano tuviera acceso a esa información, pues mucha era desconocida. Queríamos hablar de los esfuerzos de músicos como Juan Formell, La Charanga Habanera, el propio Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Carlos Varela y otros desde Estados Unidos hacia Cuba, como Harry Belafonte, Steven Spielberg, personas que vinieron a Cuba violentando las propias leyes, negando o rompiendo las barreras, y querían llegar a Cuba, conocer el país, tener la vivencia de lo que está pasando aquí y aprender también de la cultura cubana.

-Pero no siempre algunos funcionarios que atienden las esferas de la cultura estaban conscientes de que este documental podía exhibirse, podía verse. Hay que reconocer que el ICAIC y la propia presidencia del Festival de Cine apoyaron su exhibición, que el público lo viera, aunque fuera un día, que era lo que habíamos pactado desde el principio. No estaba en competencia, habíamos acordado que tuviera una sola presentación y, realmente, fue muy positivo el encuentro con los espectadores, su descubrimiento de historias y temas de los cuales no se habla en los medios nacionales.

-Durante la proyección sentimos que todo el tiempo los espectadores estaban reaccionando ante lo que estaban viendo, que había mucha afinidad entre la pantalla y las personas de la sala, porque en el momento de reírse, lo hacían, y en los momentos de reflexión, se quedaban en silencio. Cuando encendieron las luces, muchos se acercaron a cada uno de los integrantes del equipo a felicitarlos, a decirles que le había parecido muy emotivo, que se habían reído, llorado... Algunos trabajadores del cine nos contaron que vieron personas salir conmovidas. Creo que es parte de esas vivencias que tiene cada cubano de ese proceso de ruptura sufrido por casi sesenta años.

¿Cuáles han sido los caminos de Ex- change después de esa presentación en el Festival de La Habana?

-Bueno, ahora estamos comenzando a intentar que se conozca en Cuba y en otros ámbitos. Ojalá que sirviera para generar espacios de debate sobre lo que ha sido el proceso de intercambio cultural que hemos vivido. Ojalá sirva para eso, para generar pensamiento, inquietudes. Se exhibirá en El Mejunje en Santa Clara, en marzo en el Festival Santiago Álvarez in Memoriam en Santiago de Cuba y del 1 al 7 de julio, en el Festival de Cine de Gibara. Se supone que el documental se mueva por algunos festivales internacionales dentro de los Estados Unidos. Ha sido inscrito en el Festival de Cine de Málaga, Andalucía, España (13 al 22 de abril), en el VIII Festival Internacional en el Estado de Hidalgo, México (26 de abril al 4 de mayo), que tiene las fronteras como tema específico en esta edición y pensamos que Ex- Change responde muy bien a esa convocatoria.

-Alguien me decía que el documental era como una especie de bandera de paz en medio de un conflicto y qué bien que alguien lo vea así. Que lo asuman desde esa posición de equidad, de “mira, somos los mismos, estamos aquí, estamos allá”. Pensamos diferente, no importa. Hay valores humanos, raíces comunes que son las que hay que defender. Y si el documental mueve a eso, felicidades.

Y para ratificar este último sentimiento, termino con el comentario enviado a Juan Carlos Traveso por el director de relaciones externas del Festival de Cine de Málaga, a propósito de la inscripción del documental en el evento:

“Creo que tienes entre manos una estupenda película. Ojalá que Ex- change se convierta en un documental de referencia que, a pesar de Trump, supo empujar, con la evidencia de la cultura, a Cuba y a Estados Unidos hacia el sentido común como vacuna contra un odio imposible. Me ha gustado mucho lo que habéis hecho. Y también el nervio y el ritmo con que está narrado y la potencia de quienes lo narran. Y que en varios momentos el documental ‘confunda’ rostros y calles de Miami y Cuba, como un todo al son del son”.

Pedro Noa Romero
IPS, 2 de marzo de 2018.

jueves, 23 de agosto de 2018

Rafael Alcides, insiliado y agradecido como un perro



Lúcido, brillante, sensible, autor de una poesía comprometida con el habla popular y la emoción, la familia, la patria, la autobiografía y el copón divino, se acaba de morir en Cuba Rafael Alcides Pérez (Barrancas, Bayamo 1933-La Habana, 2018), el poeta cubano de más fuerza y poder en la literatura criolla de estos tiempos. Y de otros.

He dicho que murió en Cuba y es verdad. Pero no en el país de represión y metralla que el comunismo ha instalado en la Isla, sino en una patria singular, que florecía únicamente en la cabeza del escritor, en sus sueños, sus recuerdos, en los planes que todavía se atrevía a preparar para el porvenir y que era una nación libre y prospera, donde cada a cada individuo se le respetan sus derechos y se le garantiza la alternativa de la felicidad..

Si, Rafael Alcides se movía sólo a medio kilómetro de su casa hecha de un garaje en Nuevo Vedado, vivía intensamente en una condición que él mismo llamo alguna vez insilio y que consistía en soslayar la arquitectura, el territorio y la geografía para habitar un sitio caprichoso y particular donde solía compartir, en total libertad, con su familia y sus amigos de todas partes del mundo.

En efecto, no era un exiliado. Era un insiliado. Alguien que seguía dentro sin someterse a las directivas del sistema que arruinó la Isla. Había renunciado a ser miembro de la Unión de Escritores y Artistas, rechazó cuanto premio o medalla quisieron darle para amaestrarlo.

Todos sus libros de poesía, prosa y periodismo tienen una importancia y, desde luego, confirman la trascendencia de su obra dentro de la lengua española, sin embargo, un libro publicado en 1983, titulado Agradecido como un perro, le otorgó la categoría definitiva de maestro de las generaciones de poetas que llegarían después y lo situó de manera definitiva en el liderazgo de sus compañeros de viaje literario...

Su libro Memorias del porvenir, que ganó en España el Premio Bodegas Olarra y Café Bretón, se consideró en la más genuina escuela del articulismo en castellano y el jurado estimó que es un “texto de inspiración cervantina que analiza la historia reciente de Cuba con una estimulante combinación de humor, valentía y piedad.”

Quiero compartir con los lectores este párrafo que el poeta Alfonso Quiñones, exiliado en Santo Domingo, ha escrito sobre Rafael Alcides Pérez. Con estas palabras lo entenderemos mejor:

“Cárcel y sobrevivencia clandestina y lecturas, auto aislamiento y amores intensos, han caracterizado la vida de este hombre que ha sido chispa y circo, llovizna y miércoles, admirador de cisnes y abogado del diablo. Su poesía, desgarradora a veces, desvergonzada, transparente, irónica otras e inquietantes, honesta hasta el tuétano, es una de las obras de mayor coherencia en el panorama lírico cubano de los últimos cincuenta años.”

Raúl Rivero
Blog de la FNCA, 21 de junio de 2018.
Foto: Rafael Alcides, Raúl Rivero y Manuel Díaz Martínez en España. Tomada de Martí Noticias.


lunes, 20 de agosto de 2018

"En San José de las Lajas antes nos sentíamos habaneros"



Con un cucharón abollado, Luisa prueba la masa de de maíz que se cuece a fuego lento. Luego que los tamales se terminan de cocinar, de un caldero negruzco vierte en una hoja una porción de tamal sazonado con cebollinos y pedacitos de pellejo de cerdo.

Luisa es una santiaguera que ha vivido en cinco provincias y nueve municipios diferentes. Su esposo, una hija y la nuera la ayudan a preparar los tamales e introducirlos en una lata adaptada para mantenerlos caliente. Posteriormente los va contando y acomodando en un improvisado puesto de venta ambulante.

Pasada las diez de la mañana, arrastra el carrito con tamales y media docena de termos de café puro, sin mezclar. Pasa un charco pestilente y verdoso repleto de jejenes y en la parada ubicada en la añeja Carretera Central, aborda un camión hasta San José de las Lajas, cabecera provincial de la nueva provincia Mayabeque, un engendro administrativo instaurado por el régimen para experimentar el funcionamiento independiente del Consejos de Administración y el Poder Popular.

“Salí de Santiago de Cuba hace once años. He vivido en Ciego de Ávila, Villa Clara, Matanzas, La Habana y ahora en Mayabeque. Resido en el caserío Loma de Tierra, a unos dos kilómetros de San José. El maíz molido y el café en grano sin tostar lo compró en el Cotorro (municipio habanero) donde vive mi nuera”, cuenta Luisa, una señora locuaz, que en una bocina donde ha grabado un pregón que unas veces repite: Pruebe los tamalitos de Luisa a cinco pesos, y otras, Tamales, tamales, tamales...

“Eso lo inventé pa ‘descansar la voz, mi’jo. Vendiendo café y tamales a veces estoy más de diez de horas y llegó a la casa afónica. Yo no tenía licencia, pues ni siquiera tengo mis papeles de residencia en regla, pero con una platica ahorrada compré una licencia. Con el dinero de las ventas tengo que completar 1,500 pesos para pagar una multa. A mi hijo lo cogieron vendiendo tarjetas de navegación en el parque wifi de San José. Desde que en 2011 se creó la nueva provincia no veo ningún beneficio. Eso sí, la policía e inspectores son muchos más rigurosos que en otros lugares”, dice Luisa.

En la calle principal de San José de las Lajas, antes de llegar a la céntrica esquina de Cuatro Caminos, varias personas hacen cola para comprar huevos. "Esto es candela. Hacía dos meses que no llegaba el huevo por la libre. Lo están vendiendo racionado, un cartón de huevos por persona. Pero cuando lleguen los dueños de cafeterías y dulcerías vuelan", comenta Pedro, un jubilado que espera con una jaba de nailon.

“Antes de la revolución, San José de las Lajas era un pueblo bastante próspero. Había numerosas industrias y hasta un concesionario de la Chevrolet. Por la cercanía con La Habana y estar a solo a diez kilometros del centro del Cotorro, siempre no hemos sentidos habaneros. Cuando jugaba el equipo de pelota de la antigua Habana con Industriales, en el estadio Nelson Fernández, la gran mayoría del público apoyaba a la novena azul. Eso de ser cabecera provincial de Mayabeque la gente no lo ha interiorizado. No queremos ser guajiros”, confiesa Pedro.

Mayabeque, con menos de 400 mil habitantes, tiene once municipios: Batabanó, Bejucal, Güines, Jaruco, Madruga, Melena del Sur, Nueva Paz, Quivicán, San Nicolás de Bari, Santa Cruz del Norte y San José de las Lajas, que al ser más poblado es la capital. En Bejucal, a tiro de piedra del poblado capitalino de Santiago de las Vegas, la pujante industria privada de muebles, cuenta con algunos de los mejores carpinteros de Cuba.

Bordeando el Océano Atlántico, después de pasar las playas de Santa María y Guanabo, está enclavado el municipio de Santa Cruz del Norte, que además de zona ganadera es la más industrial de Mayabeque. Desde la costa se divisan las máquinas perforadoras de petróleo. Cuenta con dos plantas de generación eléctrica en sociedad con una compañía canadiense y con una central termoeléctrica.

Pero la joya de Santa Cruz es su fábrica de ron, que produce el Havana Club. El antiguo Central Hershey y su otrora espléndido batey hoy es un pueblo fantasma donde los más jóvenes emigran a La Habana en busca de mejores salarios.

En San José de las Lajas también se localizan varias industrias, entre ellas una de elaboración de pastas y salsas de tomate, otra de cerámica y materiales de la construcción y una fábrica de muebles sanitarios.

Damián, un moreno rechoncho, viaja con frecuencia a San José para hacer negocios por debajo de la mesa. “Traigo queso crema y yogurt saborizado que compro en la industria láctea del Cotorro, a veces cajas de cerveza , que luego revendo en San José y aquí adquiero puré de tomate concentrado y ahumados de cerdo”.

Una flota de ómnibus Diana, con motor ruso y carrocería ensamblada en una industria en Guanajay, en la provincia de Artemisa, es la encargada del transporte local en Mayabeque. “Estas guaguas son incomodísimas. El diseño es feo a matarse, pero es lo que trajo el barco del socialismo cubano”, se lamenta el chofer.

Al mediodía, con un calor de espanto y una humedad pegajosa, un grupo de personas se conecta a internet vía wifi en el parque principal de San José. La conexión es más rápida que en La Habana.

“Es que aquí, por el cuero que da la policía, no hay Connectify, que ralentiza la conexión. Hasta pa’ vender tarjetas de navegación tienes que andar con mil ojos, pues la moná se aparece cuando menos te imagina”, explica un vendedor callejero de tarjetas Nauta.

Las calles interiores, como en casi todas las ciudades de Cuba, están destrozadas. Los bicitaxistas esperan clientes en las esquinas. Y quienes poseen moneda dura beben cerveza en el parque que bordea un pequeño boulevard.

“En San José puede faltar de todo, pero nunca el ron. Una buena parte de la población son palestinos que han venido de oriente y ellos beben en las esquinas alcohol destilado”, señala Maikel, cantinero del bar Havana Club.

Ninguna de las personas con las que conversó Martí Noticias pudo enumerar los beneficios que proporciona ser provincia. “Es igual que antes, cuando éramos municipio. Quizás lo más positivo es la tranquilidad. Por lo demás, nada ha cambiado. Resolver comida es una jodedera, en el agro los precios son de apaga y vamos y la mayoría de la gente anda con una mano alante y la otra atrás”, manifiesta un barbero particular.

Los negocios privados se centran fundamentalmente en la venta de ropa, calzado, herrajes de plomería y piñatas para fiestas infantiles. En la gastronomía, lo mejor son las cafeterías que ofertan entrepanes, pizzas y jugos.

Casi todos los restaurantes, al contrario de La Habana, son administrados por empresas del Estado. En La China, un minúsculo salón con aire acondicionado, se puede comer masa frita de cerdo, arroz congrí, ensalada de pepino, col y tomate, boniato frito y jugo por menos de cinco dólares.

Después, en una explanada colindante a la vetusta estación ferroviaria de San José de las Lajas, con quince pesos, el equivalente a 0.60 centavos de dólar, puedes abordar un taxi particular rumbo al Cotorro. Y si tienes suerte, porque nunca se sabe el horario cuando pasa, puedes regresar a La Habana en tren.

Texto y foto: Iván García


jueves, 16 de agosto de 2018

Artemisa, una provincia por decreto estatal



A las diez de la mañana, en el paradero de ómnibus de la Calle 100, en Marianao, municipio al oeste de La Habana, el calor de plomo se combina con una humedad pegajosa y molesta.

Raineris, un moreno con voz de barítono, pone sus manos en forma de bocina y anuncia: “Camión hasta Artemisa por la Autopista Este-Oeste, pasa por Guanajay. Veinticinco cañitas (pesos) por cabeza, se acabó el abuso señores”, dice el buquenque y hace una pausa para acabar de devorar un par de muslos de pollo que compró en un café particular.

“Cada vez que llenó un vehículo, el chofer me 'salva'con diez cañas”, dice Raineris. En la terminal arriban añejos ómnibus de empresas estatales, ensamblados en Cuba, a recoger pasajeros para cualquiera de los once municipios artemiseños: Artemisa, Alquízar, Bahía Honda, Bauta, Caimito, Candelaria, Guanajay, Güira de Melena, Mariel, San Antonio de los Baños y San Cristóbal.

Casi todo el transporte es particular. El viaje en un auto dura hora pico y te puede costar 60 pesos. Si vas a Bahía Honda o San Cristóbal, municipios que antes pertenecieron a la provincia Pinar del Río, se dispara hasta 150 pesos o más.

La provincia de Artemisa, surgida a partir del 1 de enero de 2011, como parte de un experimento político-administrativo del gobierno de Raúl Castro, con la intención de observar el desempeño de los órganos administrativos del Estado y el Poder Popular, desmembró en dos a la otrora Habana Campo.

Mientras el Chevrolet azul prusia con carrocería de 1957, caja automática y motor de Audi alemán, supera los 120 kilómetros por hora en algunos tramos de la autopista, Diego, taxista privado que reside en el poblado Las Cañas, Artemisa, cuenta que según le contó su padre, "la creación de esta provincia fue un viejo anhelo de Ramiro Valdés, nacido en Artemisa, de donde salieron 28 de los asaltantes al Cuartel Moncada. La idea le cuadró a Raúl, porque en el puerto del Mariel ellos tenían pensado crear una zona especial especia de desarrollo. Entonces partieron en dos la vieja provincia Habana: Artemisa y Mayabeque", y añade:

“En siete años, a decir verdad, la mayoría de los artemiseños no notamos ningún beneficio por habernos convertido en provincia. La gente ni se lo cree. Si existen beneficiados son las instituciones del Estado, que ahora dicen que trabajan con la mitad de la gente y ahorran en combustible, dinero y otros gastos materiales. Pero el pueblo no ha ganado nada. Los precios de la comida, a pesar de ser la provincia con las tierras más fértiles de Cuba, son tan caros como los de La Habana y tenemos las mismas carencias de agua, casas y bajos salarios que cualquier provincia cubana. Incluso perdimos hasta un equipo de pelota de calidad que teníamos, La Habana, y que fue campeón nacional”, concluye Diego.

Después de pasar Bauta y Guanajay, terruño de la compositora María Teresa Vera, por un viaducto de dos carriles se entra a la cabecera de la nueva provincia. En la avenida, bautizada Los Mártires, cada diez metros se erige una cursi estructura de cemento en forma de cruz con el rostro de los jóvenes artemiseños que perdieron la vida en el asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, descabellada operación militar liderado por Fidel Castro el 26 de julio de 1953.

Artemisa no tiene ínfulas de provincia. Es un pueblo de casas bajas y sin muchas pretensiones arquitectónicas. Las calles están más limpias que en La Habana, pero en los agromercados la carne de cerdo y los vegetales cuestan tan caros como en la capital. “Eso no hay quien lo entienda mi’jo, un aguacate 12 pesos y 15 pesos la libra de tomates, cuando todo eso se produce a medio kilometro de aquí", se queja una señora que escoge aguacates en una tarima.

Cuando se le pregunta a Niurka, enfermera jubilada ¿qué cosa positiva tiene ser provincia?, responde: "Yo no noto el beneficio. Mi chequera sigue siendo de 200 pesos, no puedo comprar materiales de la construcción para reparar mi casa y en Artemisa se producen más apagones que en La Habana. El gobierno no consultó con la población para ver si queríamos dividir la provincia. Antes, todas las instituciones del Estado radicaban en La Habana, ahora tendrán menos burócratas del partido y el poder popular, pero han puesto las sedes en casas que se les podría entregar a los que la necesitan”.

En el parque principal del pueblo un grupo de personas se conecta a internet mediante conexión wifi. Por los alrededores se localizan varias cafeterías particulares y centros gastronómicos estatales. “Artemisa por la noche parece un cementerio, es un lugar 'muerto'. Hay dos discotecas, pero no son muy concurridas. Los tipos de billetes, que tienen fincas o negocios, van a vacilar a La Habana. La gente joven cuando tiene dinero, también prefiere ir a La Habana", comentan dos estudiantes de preuniversitario que revisan su muro de Facebook.

A un costado del parque, contiguo a la iglesia, radica la pizzería O Sole Mio. Bueno, de italiano solo tiene el nombre. Los precios son asequibles. Una pizza hawaiana 9.10 pesos y una ración de espaguetis con chorizo, 7.10. El local es un salón empercudido y oscuro con sillas de hierro y mesas con manteles rotos de hule.

El capitán del salón, con cara de resaca alcohólica, amablemente me pide que no tire fotos. “No, no es una unidad militar ni tiene cartel que prohiba tirar fotos, pero si quiere tirar fotos de la pizzería tienes que tener un permiso del consejo de administración, que está a dos cuadras de aquí”.

Y por si no bastaba su explicación, aclara: “Solo puedes tirarle fotos a la tablilla del menú”. Burocracia en estado puro. Siempre me he preguntado por qué Italia no le ha declarado la guerra a Cuba por mancillar su comida nacional.

Un matrimonio residente en la Calle 52 señala que “paladares particulares solo existen dos o tres. La mayoría de los restaurantes son estatales y no se los recomendamos a nadie. Lo que abundan son cafeterías que venden pan con jamón y pizzerías privadas. Este pueblo es más bien aburrido, la zona más concurrida es el boulevard”

La mayoría de los artemiseños todavía no se creen que sean una provincia. “Pregúntale a una persona de Candelaria o Bahía Honda, si se siente artemiseño o pinareño. Este invento de crear dos nuevas provincias nadie lo entiende”, expresa un señor sentado en un sillón en el portal de su casa.

El boulevard son tres cuadras, donde se concentran las tiendas y cafeterías en divisas. El único hotel del pueblo se llama Campoamor. Rubén, vecino del Mariel, uno de los municipios de Artemisa, permutó su casa de Güira de Melena pensando que en la zona de desarrollo económico tendría más futuro.

“Soy arquitecto. No trabajo en empresas del Estado. Hago diseños, interiores y exteriores a particulares. Pensaba que en el Mariel, por el puerto, futuros negocios y rumores de que La Habana iba a crecer hacia allí, permuté para el Mariel. Pero aquello está más apagado que Artemisa. Todo lo que concierne al puerto e inversiones extranjeras lo manejan empresas militares. Solo puede pasar personal autorizado”, subraya Rubén.

Tanto en Artemisa como en Güira de Melena o Alquízar, viven campesinos privados conocidos como 'finqueros' que han ganado mucho dinero trabajando la tierra y aprovechando los altos precios de los alimentos.

Llamémosle Jesús y ronda los 60 años. Construyó dos chalets en las afueras de Artemisa con todas las comodidades de un país del primer mundo. Asombra ver las dos residencias en medio de la nada y rodeadas de tierra rojiza.

“En una de las casas vivimos mi esposa, mi hija y yo. En otra, mi hijo su mujer y dos hijos. Y ya estoy pensando construir otra casa, pues mi hija tiene planes de casarse. Todo esto me lo he ganado trabajando la tierra. Fue una bendición que mi padre nunca quiso entregar su parcela al gobierno. Antes de sembrar cualquier cosecha, ya tengo todo el campo vendido. He comprado dos tractores, un par de camiones y tres autos. He crecido en el negocio metiendo cabeza. En época del mango, por ejemplo, compro todos los mangos que pueda, los lasqueo y los guardo en uno de los tres antiguos contenedores reconvertidos en frigoríficos. Luego los revendo a precios más elevados a los dueños de paladares particulares”.

Su vida social la hace en La Habana. “Artemisa es la que me proporciona el dinero. Pero lo gasto en La Habana, Varadero y los cayos”, dice risueño. Personas como este campesino boyante son minoría.

La mayoría de los artemiseños vive igual que el resto de los cubanos, con la escasez superando al bienestar. Y sin acabar de creerse de que un buen día, hace siete años, los convirtieron en provincia por obra y gracia de un decreto estatal.

Texto y foto: Iván García

lunes, 13 de agosto de 2018

El experimento de Artemisa y Mayabeque


Hace más de seis años la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba aprobó, contrario a lo que establece la Constitución, modificar la estructura de gobierno a través de un Decreto (el 301). Se trataba de un experimento -como se le conoce hasta hoy- en las entonces nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque.

Luego de varias prórrogas y silencios, el 2 de junio de 2018, la recién estrenada novena legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular le propuso a la comisión encargada de la Reforma Constitucional que modificara el Artículo 117 de la Constitución para separar en personas distintas las responsabilidades de presidente de las Asambleas Municipales y Provinciales del Poder Popular y de presidente de los Consejos de Administración a esos niveles. De otros cambios no se habló.

Con sólo esas dos recomendaciones nos quedan muchas dudas. ¿Qué ha sucedido en Artemisa y Mayabeque? ¿Cuáles son los resultados del experimento? ¿Por qué se extiende una ola de silencio en torno a la aplicación del Decreto 301?

En lo adelante intentaremos aclarar, hasta donde la información pública lo permite, algunas de ellas.

¿Por qué el Estado cubano decidió hacer el experimento?

Que en el funcionamiento del Sistema del Poder Popular existe un abismo entre lo normado y la práctica, es algo evidente.

El propio Raúl Castro dijo en 2008: “Nuestra democracia es participativa como pocas, pero debemos estar conscientes de que el funcionamiento de las instituciones del Estado y del Gobierno aún no alcanza el nivel de efectividad que nuestro pueblo exige con todo derecho”.

Por eso, en abril del 2011, el VI Congreso del Partido Comunista aprobó una resolución sobre el perfeccionamiento de los órganos del Poder Popular. Entre los problemas identificados estuvo la concentración de facultades en algunos cargos, la superposición de funciones, el desconocimiento del alcance y responsabilidades de algunos roles, una centralización excesiva, estructuras ineficientes, verticalismo y poca autonomía local en la toma de decisiones. La suma de esos fallos, es lógico, ha dado lugar a una creciente deslegitimación y un distanciamiento de la ciudadanía de las estructuras encargadas de representarla.

El presidente del Poder Popular es a la vez el presidente del Consejo de la Administración. Es quien representa al pueblo y, en su nombre, es el encargado de fiscalizar y controlar la ejecución de las decisiones administrativas que la misma persona encabeza como jefe de la Administración, violando el elemental principio de la contrapartida. Muchas de las funciones reconocidas, tanto de los delegados como de las Asambleas, en la práctica no se ejercen. Por ejemplo, a la Asamblea le corresponde controlar y conducir las decisiones administrativas, en su rol de representantes populares.

Sin embargo, no se logra que funcionen los mecanismos establecidos para comunicarle a la administración las necesidades ciudadanas y luego para verificar el resultado, o lo que es lo mismo, muchos problemas no se solucionan. Por otra parte, existe confusión sobre las responsabilidades estatales, públicas y partidistas en el municipio. Los ciudadanos identifican al gobierno (sin distinción de niveles) y al Partido Comunista de Cuba (PCC) como responsables de toda la actividad gubernamental.

Conscientes de esa realidad, en 2012 fue aprobado el Decreto 301 del Consejo de Ministros, sobre las Funciones Estatales y de Gobierno en las provincias de Artemisa y Mayabeque. Este documento constituye el marco legal del “experimento”.

Pero, ¿en qué consiste el experimento?

El experimento es una intervención quirúrgica pensada para extirpar deficiencias diagnosticadas ante la incapacidad del sistema de autorregularse. Consiste en cambiar la estructura organizativa de los órganos locales del poder popular: las Asambleas, los Consejos de Administración, e incluso del sistema empresarial. Para ello describe las funciones de cada uno y las relaciones entre ellos.

Sus principales aportes han sido separar en personas distintas al Presidente de la Asamblea y -ahora- Jefe del Consejo de la Administración y reducir el número de cargos de 25 existentes a 11 en la nueva estructura administrativa, para lograr la “eficiencia”.

“El punto de fondo es que el gobierno central encuentre el reconocimiento, la autoridad compartida y la coordinación, para que los gobiernos municipales puedan desplegar sus potencialidades, con las competencias y los recursos necesarios; y que los gobiernos provinciales se desempeñen como asesores metodológicos o coordinadores estratégicos, y disminuyan la intervención directa en la gestión municipal”, resume una investigación de la facultad de Derecho de la Universidad de la Habana.

¿Cuáles son algunas limitaciones en la formulación y aplicación del Decreto 301?

Una de las principales limitaciones tiene que ver con que el Decreto 301, se aprobó en octubre de 2012, después que el “experimento” había comenzado. Como otras veces, se aplicó una medida y luego se adaptó la legalidad a lo decidido. Para el investigador Julio Antonio Fernández Estrada la presencia en el documento del papel de la Asamblea es débil. El diseño del Decreto 301 hizo mayor énfasis en un perfeccionamiento de la administración y en la relación entre ella con los órganos y organismos superiores.

El experimento enfocó la solución del sistema en el elemento estructural, asumiendo que cambiando a las personas de lugar -que en su mayoría seguían siendo las mismas-, reorganizando los cargos y definiendo mejor las responsabilidades se iba a transformar el sistema. El Sistema del Poder Popular, en esencia, trasciende el carácter asistencialista del gobierno; por tanto, las vías de solución deben incluir, sobre todo, la misión de la Asambleas.

Los problemas identificados tenían una base sobre todo política. La eficacia administrativa y el orden institucional es imprescindible para el buen funcionamiento de un órgano de gobierno; pero es una solución reduccionista. Tampoco se refiere en el Decreto, ni en sus documentos asociados la importancia de contar con una estrategia integral de desarrollo en los municipios o la necesidad de que su concepción e implementación se alinee a las prioridades territoriales.

El Sistema del Poder Popular instaurado en 1976 es único en el mundo y complejo. Para la mayoría de la población es, en sentido general, incomprensible. Sobre esta base parte el experimento y repite el mismo error: si no se sabe cómo funcionaba antes, difícilmente se comprendan los cambios. La información y la comunicación no acompañaron el proceso.

El ingeniero Luis Pérez, miembro de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, considera que el desconocimiento del experimento por parte de quienes lo aplican, pero especialmente de los funcionarios, ha ocasionado “disparidades” y “efectos negativos” en su aplicación, entre ellos las interpretaciones diversas, la planificación formal y la ausencia de una cultura de servidor público en el desempeño de los decisores ante la ciudadanía.

¿Cómo fue la implementación del Experimento?

En un inicio, la nueva estructura aprobada mediante el acuerdo VII-60 de la Asamblea Nacional el primero de agosto de 2011 estaría en consideración durante 18 meses, para entonces proceder a su validación y posible generalización en todo el país.

El acuerdo encomendó “a las Comisiones de Asuntos Constitucionales y Jurídicos y de Atención a los Órganos Locales del Poder Popular (extinta con posterioridad), de conjunto con la Comisión Permanente para la implementación y Desarrollo, atender a esta experiencia e informarle oportunamente para que, tomando en cuenta los resultados obtenidos, valorar(a) la pertinencia o no de los cambios legislativos en cuestión”.

En su sesión del 23 de julio de 2012 la Asamblea Nacional decidió extender el plazo de aplicación de 18 a 24 meses. Entonces, en octubre de ese año, se aprobó el Decreto 301. El asunto iba a tomar más tiempo de lo previsto. No aparecen referencias en la prensa, ni en ningún otro espacio, en torno a las consideraciones sobre el “experimento” hasta julio de 2014 (casi 36 meses después de iniciado) cuando la Asamblea Nacional consideró, mediante su acuerdo VIII-35, que se requería prorrogar la valoración de los resultados para diciembre de 2016.

Una vez alcanzado el término (5 años y 5 meses desde el inicio de la aplicación), Esteban Lazo, presidente del Parlamento, reconoció que “atendiendo a que persisten deficiencias e insuficiencias que requieren ser solucionadas”, era necesario extender una vez más el tiempo del “experimento” hasta el fin de esta octava legislatura (diciembre de 2017), “en aras de aplicar con éxito esa nueva estructura y concepto en todo el país”.

En septiembre de 2017, el Consejo de Ministro aprobó mediante el Acuerdo 8223 un nuevo cargo para el Poder Popular, que no estaba dentro del diseño del experimento para las provincias probeta: Vicepresidente de la Asamblea para el órgano de la Administración.

Esta figura es un término medio entre lo que estaba y la nueva estructura y desde febrero de 2018 se comenzó a extender la implementación del nuevo cargo en todo el país. El término de la legislatura se fue de fecha también (ya no diciembre de 2017 sino abril de 2018) y en su primera sesión extraordinaria se volvió a tratar el tema. Sin embargo, los resultados de “experimento” no están públicos.

¿Por qué tanto silencio sobre el tema?

Mientras la Asamblea Nacional no sesiona, “el experimento” se encuentra prácticamente ausente del panorama mediático cubano, tanto nacional como territorial.

Subsiste un manto de silencio en torno a los resultados de la aplicación del Decreto 301 cuando es un derecho ciudadano y garantía del socialismo vigilar por la gestión transparente de la actividad de gobierno y, sobre todo, se desconoce cuál ha sido el impacto real de estos cambios para artemiseños y mayabequenses.

La información de la gestión de la Administración llega fundamentalmente a la población local a través de los delegados y en las asambleas de rendición de cuenta cada seis meses. La falta de información constante, oportuna y veraz, ha demeritado el tema como un asunto público de primera importancia. ¿Sobre qué base toma las decisiones la Asamblea? ¿por qué no hace pública la información? Tan sensible parecen ser los resultados que el pueblo no los puede conocer. Ni el dictamen aprobado en la Asamblea en su formato íntegro se ha publicado aún.

¿Qué se sabe de los resultados del experimento?

Según el dictamen leído por José Luis Toledo, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional, en la sesión de junio de 2018, “se logra mayor estabilidad y eficiencia en la administración pública, que el presidente de la Asamblea tenga mayor control y dirección sobre la administración y más tiempo para atender los procesos de la Asamblea y reclamos de la población… Se fortalece la administración local, y el desempeño eficiente de las Asambleas locales, se atienden más efectivamente las quejas de la población, hay mayor eficiencia en la función de los órganos locales, que es servir al pueblo”.

Sin embargo, a pesar de sus potencialidades (comenzar en provincias recién creadas, tener un presupuesto mayor para este objetivo, contar con herramientas metodológicas) el experimento “no ha alcanzado los niveles de eficiencia en el cumplimiento de las funciones estatales que posibilita el modelo”, a decir de Leonardo Andollo, segundo jefe de la Comisión Permanente para la Implementación de los Lineamientos Socioeconómicos en la misma sesión.

No es posible esperar cambios significativos si desde el propio diseño del nuevo modelo empezaron a saltar deficiencias. El ensayo no solo debería proponerse fortalecer y descentralizar la estructura de poder popular local, sino también los mecanismos, políticas y estrategias que contribuyan a fomentar el control popular.

El talón de Aquiles más grande del sistema es la selección de los “cuadros”. Es un secreto a voces que en estas provincias, durante el experimento, han sucedido hechos de corrupción que involucran a los principales cargos municipales (sancionados legalmente). Tampoco ha conseguido la estabilidad del personal, en lo que influye las condiciones laborales y los bajos salarios.

Cambiar una persona por otra, o dividir sus responsabilidades, no garantiza mayor control; son necesarios mecanismo de participación y transparencia para que cada vez las decisiones sean más populares y recaigan menos sobre los dirigentes. No ha logrado romper con el centralismo característico del sistema representativo cubano, ni las limitadas capacidades de solución de las necesidades de la gente por parte de los delegados electos, ni por las administraciones.

Aunque en el contexto del experimento, las Administraciones municipales y provinciales reconocen que sus relaciones se basan en el concepto de “autoridad funcional”, en la práctica se trata más de subordinación que de apoyo y asesoramiento metodológico. El municipio todavía se desempeña ejecutando decisiones e indicaciones de la provincia y el país, y el sistema de evaluación también sigue esta lógica.

Por consiguiente, permanece “una creciente falta de motivación hacia el control de la gestión gubernamental en el ámbito local cubano, conllevando la deslegitimación progresiva de las instituciones representativas y su sistema”, según el investigador Marcos Fraga Acosta.

Además del experimento en Artemisa y Mayabeque, en todo el país la Asamblea Nacional ha impulsado un proceso de Perfeccionamiento del Sistema del Poder Popular, una hoja de ruta con objetivos y acciones específicas resultado de un proceso de debate con todos los delegados de base en 2014 para identificar las deficiencias en su trabajo. Por tanto, los resultados positivos en este sentido, en esas provincias, no son exclusivamente del experimento.

A pesar del “experimento” y del Perfeccionamiento, el Poder Popular en las provincias de Artemisa y Mayabeque no es diferente al resto del país. La población aún le demanda mejor atención con solución real de problemas, más información, más acercamiento con la administración, así como resultados que tengan que ver directamente con el mejoramiento de sus condiciones de vida, con la prestación eficiente de servicios básicos como transporte, alumbrado público, viales, precios a productos, viviendas-materiales de construcción, comunicaciones, agua, salud, educación, recreación y saneamiento.

¿Por qué es importante este experimento?

El experimento de Artemisa y Mayabeque es la primera propuesta de transformaciones que miran de frente las estructuras de las Asambleas y administraciones municipales y provinciales desde la creación del Sistema del Poder Popular. Por tanto, representa la posibilidad de “corregir” deficiencias, de llevar a vías de hecho las concepciones teóricas del poder en manos del pueblo, que se declara como valor esencial del socialismo cubano.

El modelo implementado en Cuba en 1976 es sui generis, sus esencias son teóricamente participativas, pero en 40 años que lleva de funcionamiento, la participación no ha sido central. El experimento contenía, para algunos, la esperanza de alcanzarla.

Jessica Domínguez
El Toque, 14 de junio de 2018.
Foto: Tomada de El Toque.

jueves, 9 de agosto de 2018

Una Constitución para perpetuar el castrismo



Dos dependientes limpian la meseta de la cocina con un detergente que huele a limón, y otro raspa con un cepillo la plancha donde se preparan las hamburguesas de cerdo y pollo.

Una hora antes de abrir al público, Joel dueño de la cafetería, supervisa el trabajo mientras bebe sin prisa un batido de mamey. Cuando usted le pregunta su opinión sobre la futura Constitución, Joel hace un gesto de desagrado con sus labios.

“Las cosas empezaron mal. En esa comisión que crearon de 33 diputados para reformar la Constitución, no hay un solo trabajador por cuenta propia. Es imposible legislar sobre la pequeña empresa sin la participación de propietarios de negocios. Esta gente (el régimen) administra la ley, el orden y la trampa”, señala Joel.

Nairobi, travesti habanero que se prostituye por poco menos de dos dólares en un barrio al sur de La Habana, desconoce que la Constitución es la Ley Fundamental de la República. "Ay, qué sé yo, niño. Pero si van a redactar otra Constitución, debieran autorizar legalmente la prostitución e incluir a gays, lesbianas y jineteras en ese cocinado. A lo mejor Miguel Barnet es el que nos representa".

Yunior, dueño de un casino ilegal conocido en Cuba como burle, desearía que “el juego prohibido se legalice. Un gran número de cubanos juegan a la bolita. Y en el campo es normal que los guajiros hagan peleas de gallos y jueguen silot. No creo que lo autoricen. Esa nueva Constitución es para darles más poder a los mayimbes”.

Luis Alberto, vendedor de DVD con programas y filmes pirateados de la televisión estadounidense, “ni siquiera conocía que iban a modificar la Constitución. Deberían legalizar las antenas por cable y autorizar negocios con empresas extranjeras. Pero como el gobierno es el dueño del país, hace lo que le da la gana. Por su propia voluntad no van a renunciar al poder. Inventarán todas las artimañas que puedan inventar”.

A un costado del Capitolio, aún en fase de terminación, Gerardo, custodio, para matar el tedio lee los titulares del diario Granma. "Vamos a ver si esa Constitución trae mejoras salariales. Hace falta que pongan en vigor leyes que ofrezcan una mejor seguridad social a los jubilados y personas de bajos recursos. Antes de presentar esa Constitución, tienen que recortar el número de diputados. Ahora son 612, pero cuando se muden pa’l Capitolio, solo caben 200 y pico de diputados”.

A siete de diez personas entrevistadas en las calles habaneras, no les interesa que Raúl Castro haya decidido enmendar la Constitución antes de salir de circulación en 2021. Tampoco les importa que no se hubiera convocado a un referendo para elegir a los redactores de la próxima Carta Magna.

“Si estoy pa’ eso, el día de la votación para ratificar la nueva Constitución, voy y voto. Si no, me quedo en la casa viendo películas o tiñéndome el pelo”, dice Iliana, empleada bancaria.

Esa apatía ciudadana, supone Carlos, sociólogo, es “el arma más poderosa con la que cuenta el régimen en sus cruzadas políticas. La indiferencia, aprobar todo como si fuesen zombis y quejarse solo en la sala de sus hogares, allana el camino para que el gobierno actúe a su antojo”.

Hildebrando Chaviano, periodista y abogado disidente, que participó en 2015 en una elección de delegados, considera “que es una oportunidad de oro para que la gente deje a un lado la ingenuidad y vote por el NO. La oposición debiera seguir esa estrategia. Pinochet, en Chile, quiso validar un referéndum y el pueblo votó que NO. De lo contrario, seguirá el actual estado de cosas. El régimen está haciendo trampas desde el principio. Vamos a darles el beneficio de la duda. Debieran haber sido los 612 diputados, entendiendo que ellos representan al pueblo, y no escoger a solo 33 personas los que formaran parte de esa constituyente. ¿De qué forma los eligieron? Es la constituyente más pequeña del mundo. Sin lugar a dudas, el gobierno pretende blindarse con la nueva Ley Fundamental de la República y no dejar resquicios para que en el futuro los opositores puedan postularse como candidatos de barrio. Repito, la mejor opción es votar NO”.

En El Vedado, a tiro de piedra del malecón y muy cerca del hotel Riviera, reside Julio Aleaga, periodista independiente y activista político disidente, que fuera gestor de Candidatos por el Cambio, una estrategia que apuesta por insertar a candidatos opositores en las estructuras de base del Poder Popular.

En opinión de Aleaga, “todo está en ascuas. Se va a reformar una Constitución de corte soviético establecida en 1976 que más obtusa no podía ser. Los reformistas dentro del gobierno están presos en sus propias reformas. Primero hay que ver que sale de esa comisión constituyente. Desde luego, debieron haber elegido a quienes participarán en ese proceso. Pero Cuba no es una democracia. Por tanto la abstención es una mala opción. Lo ideal sería que la mayoría de los ciudadanos votaran por el NO. Y sobre esa posibilidad debiera trabajar la disidencia, porque esto no es problema de unidad. En Cuba, cambiar el sistema, es una labor que le pertenece a la oposición”.

Por ahora se desconoce el tiempo que demorarán los constituyentes en poner a punto una ley de leyes que no despierta el interés de un segmento amplio de cubanos. La propia autocracia, burlándose olímpicamente de la Constitución, ha infringido ocasionalmente sus normas.

“Cuando los cubanos no podían entrar y alojarse en los hoteles, el gobierno estaba infringiendo la Constitución. O que las personas que residen en las provincias orientales no puedan vivir en La Habana. La prohibición por parte de la Seguridad del Estado de que no fueran elegidos opositores en las asambleas de delegados de barrio, infringía varios artículos de la Carta Magna. Si la nueva es solo incluir las reformas económicas o legales que el Estado ha puesto en práctica en la última década, no dará respuesta a la realidad que vivimos”, piensa Sergio, abogado y añade:

“Si querían una Constitución avanzada, era mejor retomar la de 1940 y partiendo de ese texto, actualizarlo acorde a los nuevos tiempos. Era el camino más corto”, recalca Sergio.

Pero la autocracia verde olivo no es tonta. Si se pretende gobernar indefinidamente, se necesitan herramientas legales para perpetuarse en el poder. Ése es el objetivo.

Iván García
Foto: Tomada de Cuba Posible.

lunes, 6 de agosto de 2018

Díaz-Canel a debate


La máquina ranura el centro de calle y después una brigada de trabajadores de Aguas de La Habana, con sus overoles azul prusia, retiran las viejas conductoras que sustituyen por tuberías de termofusión de color negro. Para finalizar la obra, una pala mecánica vierte escombros en la zanja. La brigada de operarios se monta en un camión y le prometen a los vecinos que próximamente la empresa de viales asfaltará la destruida calle con sus abundante parches de tierra.

En Cuba la felicidad nunca es completa. Mayra, residente en una zona baja muy cerca del añejo Estadio del Cerro, aclara que “al menos drenaron el alcantarillado, colocaron nuevas tuberías y espero que con las fuertes lluvias del verano no se vuelvan a inundar las calles como antes”.

En el municipio 10 de Octubre, en la Avenida de Santa Catalina, escoltada por framboyanes, las brigadas de Aguas de La Habana estuvieron tres meses sustituyendo viejos conductos y al finalizar las obras, en la calzada ha quedado una cicatriz de tierra y piedras que afecta la circulación vial.

“Nos dijeron que en una semana vendrían a asfaltar, pero ya ha pasado más de un mes y la avenida sigue igual, con sus huecos y polvaredas. Ni Fidel, Raúl y Díaz-Canel enderezan esto”, señala René, vecino del lugar.

La sustitución de tuberías y renovación del inoperante acueducto no es una estrategia del nuevo presidente. Sandra, ingeniera de Aguas de La Habana, afirma que “este proyecto de reanimación hidráulica destinado a solucionar los salideros en los conductos, que provocaban la pérdida del 50 por ciento del agua que se distribuía, comenzó a ponerse en práctica en el año 2002. Díaz-Canel no fue su gestor”.

Pero dos meses después que Miguel Díaz-Canel fuera elegido a dedo por el autócrata Raúl Castro y ratificado en el monocorde parlamente nacional, la gente en la calle se despacha con cuchara ancha y juzgan el desempeño de un presidente que ha asegurado que las ‘estrategias más importantes del país las continuará tomando el compañero Raúl’.

Orestes, taxista particular, comenta que “el nuevo presidente siempre está reunido. Todos los días se reúne con alguien. No resuelve nada ni dice cuándo piensan solucionar algo. Pobre 'Canelo' (mote que le han puesto) sentado con tremenda cara de miedo entre Ramiro Valdés y Machado Ventura, aparentando administrar el país. El hombre es un cero a la izquierda. En Cuba se sabe que quienes mandan son Raúl Castro, Machado Ventura, Guillermo García, los tres jefes de ejército, el ministro de la FAR y el diabólico Ramiro Valdés. Ese guajiro de Villa Clara es un actor de reparto en el sainete que le han montado”.

Miriam, jubilada, prometió darle un plazo de tiempo al nuevo presidente para luego poder juzgar su desempeño. “Pero el hombre ni fu ni fa. No dice que va a hacer para mejorar las condiciones de vida de los cubanos. Todo son visitas a centro de trabajo, reuniones y encuentros con visitantes, funcionarios y ministros, pero no acaba de legislar nada en tema económico. Mientras, los precios en los agros siguen subiendo y el déficit de comida es un problema nacional”.

Saúl, dueño de un cafetería en el populoso barrio de la Víbora, considera que “Díaz-Canel es un cara de tabla. Un enchufado, como dicen los españoles. Hay que ser muy tonto o muy ingenuo si el pueblo piensa que él resolverá nuestros problemas. Probablemente ocupó ese cargo para decretar medidas impopulares, como prohibir a las mulas y, de paso, elevar aún más los aranceles a los cubanos que viajan. O limitar y ponerle más trabas al trabajo particular. Ya vamos para un año y el gobierno no ha dicho ni una palabra sobre los cuentapropistas. A Díaz-Canel no lo nombraron para abrir, al contrario, para cerrar, crear mayores controles y sofisticar el sistema”.

De la futura Constitución los cubanos de a pie no esperan grandes cosas. “Es la primera vez que veo que crean una constituyente sin antes haber realizado un referéndum popular. Eso es un cocinado. No participan diversas tendencias de la sociedad como los trabajadores privados, las cooperativas no agropecuarias y personas que apuestan por reformas más profundas que puedan sacar el país del atolladero en que se encuentra. Esos 33 diputados son simples ventrílocuos. Si en la nueva Constitución no se recogen las reales aspiraciones de un segmento de cubanos, se aceptan diferentes modos de pensar diferentes, tendencias políticas distintas y no se estipulan mayores espacios de libertad ciudadana, el engendro jurídico que salga de ahí no se diferenciará mucho de la encartonada Constitución de 1976”, comenta Luis, estudiante universitario.

Cuando usted les pregunta a los cubanos que desayunan solo café, sobre la futura Constitución, el registro de respuestas va desde la contrariedad y el silencio al atroz analfabetismo jurídico.

“A mí lo único que me interesa que aparezca en la nueva Constitución es que los cubanos tengamos salarios dignos, un techo seguro donde vivir y dos comidas calientes al día. Todo lo demás me importa un comino”, señala Abdiel, que cumple una sanción penitenciaria barriendo parques.

Cae la noche en La Habana. En la sobremesa, después de comer, las familias charlan de diversos temas. Unos hacen planes para emigrar y otros prefieren matar el tedio viendo telenovelas o un partido del mundial de fútbol. “No se puede coger lucha, brother, los infartos están a la orden del día”, confiesa Josué, jubilado de 76 años.

Y a continuación prende un rudimentario ventilador cuyas aspas repletas de polvo no apaciguan el calor que por estos días asola la capital. Ver televisión y beber ron es un buen pretexto para escapar del manicomio cubano.

Iván García

jueves, 2 de agosto de 2018

Cuba, un país por obra y gracia de Fidel Castro



En las afueras de La Habana, en la Carretera del Guatao, radica el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia. Llamémosle Joel. Dos veces a la semana, él acude al centro para poner a punto su tesis de grado sobre las cualidades de la moringa y su futuro impacto en la industria alimentaria.

Joel, un tipo amante al rap y al baloncesto de LeBron James, próximamente se gradúa de técnico medio en conservación de alimentos. “En un principio, mi tesis sería sobre métodos menos nocivos para la salud humana en la elaboración de ahumados. Pero mis tutores me pidieron que enfocara el proyecto en la moringa y la morera, pues del Ministerio de Educación bajaron la orientación de que un buen número de investigaciones y tesis de grado reflejaran la impronta de Fidel en las distintas esferas de la sociedad. Un fastidio, porque a mí la moringa y sus propiedades no me interesan”.

El culto a la personalidad de la obra y vida de Fidel Castro, por parte del régimen verde olivo, llega a niveles que rozan el fanatismo. En una nación donde el futuro se dibuja entre signos de interrogación y el salario es un chiste de mal gusto, resulta un derroche al erario público fundar una Cátedra Universitaria dedicada a estudiar el legado del autócrata y un ministerio donde se implementaran las ‘ideas y proyectos de Fidel Castro’.

Un empleado de una finca experimental, al oeste de La Habana, donde Castro investigó las propiedades de la moringa, comenta que en ese lugar lleva dos años y medio. "Nos dan una buena merienda y comida de calidad. Tenemos todo garantizado, incluido un transporte que nos lleva y nos trae a la casa. El salario es de casi dos mil pesos al mes”.

Al contrario de los campesinos y trabajadores de cooperativas agropecuarias, la mayoría con deudas financieras al banco y baja productividad, los delirantes planes de Fidel Castro tienen un presupuesto garantizado.

Da igual que sean proyectos disparatados como la cría de búfalas y dromedarios. “Si tienen la anuencia del gobierno, entonces cuentan con los recursos suficientes. La Doña (se refiere a Dalia Soto del Valle, viuda de Fidel Castro) suele visitar nuestros cultivos de moringa. Ella tiene sus siembras de frijoles y otros cultivos cerca de allí”, indica el empleado de la finca experimental.

El 'comandante único' gobernó al estilo de un vulgar dictadorzuelo africano o latinoamericano. Contaba con decenas de mansiones a lo largo de toda la isla y hasta un cayo donde iba a pescar. Y manejaba el presupuesto del Estado como si administrara su antigua finca de Birán. Despilfarró millones de dólares en planes que posteriormente fracasaron.

Hagamos memoria. Pretendió cultivar café caturra en las afueras de La Habana.

Concibió vacas lecheras a las que les puso sus siglas, F-1 y F-2, y les mandó a construir vaquerías mecanizadas en el poblado de Valle de Picadura con aire acondicionado y música de Beethoven o Bach, para que el ganado estuviera relajado.

Prometió producir más leche y queso que Holanda y más carne de res que Uruguay.

Como teórico político no se le conoce ningún libro explicando qué rayo es el castrismo y de cuáles ideologías se nutre. La doctrina castrista es un cascarón vacío. Cientos de intervenciones, alocuciones y peroratas, algunas de varias horas. "El castrismo no es una filosofía. Tampoco una ciencia política. Solo discursos y promesas, la mayoría incumplidas", afirma Reinaldo, profesor universitario jubilado.

María Luisa, graduada de ciencias políticas, considera que "Fidel Castro fue un transgresor, pero también un estadista peligroso. En una misiva le pidió a Nikita Kruchov que diera el primer golpe nuclear contra Estados Unidos durante la crisis de los cohetes en octubre de 1962".

En San Andrés, Pinar del Río, Fidel Castro intentó poner en práctica la futura sociedad comunista en Cuba. “No había dinero ni estímulos materiales. Se consumía lo que se necesitaba y se producía sin recibir salario alguno. Teníamos todo garantizado: comida, educación y atención médica. La gente se aburría, pues la vida se limitaba a trabajar y realizar reuniones para estudiar materiales políticos. Teníamos custodios, pero los fines de semana nos escapábamos a un poblado cercano a comprar ron y cerveza. Parece que en ese comunismo ideado por Fidel Castro no estaba previsto que se tomara alcohol”, recuerda Mario, 81 años, testigo de aquel experimento del 'máximo líder de la revolución'.

Los múltiples errores del castrismo han soportado y siguen soportando los cubanos de a pie. Pésimo transporte. Escasez de comida. Más del 60% por ciento de las viviendas en regular o mal estado constructivo. Bajos salarios. Productividad por los suelos. Y una economía estéril que hace agua por todas partes.

El ‘sabio’ de Birán, con sus cantinfladas, arruinó al erario público y desmanteló la pequeña y mediana empresa privada. La caña de azúcar, industria nacional, hoy es incapaz de producir dos millones de toneladas de azúcar.

"Es una incongruencia que año y medio después de su fallecimiento, las instituciones del Estado agasajen a quien provocó el desguace nacional", expresa Reinaldo, profesor universitario jubilado.

Algún día los intelectuales de la Isla tendrán que reconocer su cobardía al no confrontar con ideas y hechos la catástrofe e improvisación en la administración del país durante la dinastía de Castro I. Ahora, por cumplir un guión estatal, deben exaltar la 'obra de Fidel Castro'. Esa hipocresía y oportunismo lo está pagando la sociedad.

Cuba está viviendo el peor culto posible a la personalidad. Con una atosigante campaña apologética de los medios oficiales, como si viviéramos en Corea del Norte. Para María Luisa, graduada de ciencias políticas,"lo más dañino es la simulación. Decir cosas que uno no siente o tener que aplaudir a la persona que ha sido culpable del desastre nacional".

Iván García
Foto de AFP tomada de AMQuerétaro.
Leer también: El fracaso del socialismo del siglo XXI.