viernes, 30 de agosto de 2013

Noticiero ICAIC: El habanero


lunes, 19 de agosto de 2013

Noticiero ICAIC: El transporte urbano


A partir de hoy y hasta el viernes 30 de agosto, en el blog podrán ver seis Noticieros ICAIC realizados entre 1988-1990, cuando el 'período especial' estaba ya a la vuelta de la esquina y los cubanos lo desconocíamos.

El fundador y director del Noticiero ICAIC Latinoamericano -su nombre exacto- fue Santiago Álvarez. El 6 de junio de 1960 se emitió el primer Noticiero y durante tres décadas en los cines de toda la isla se proyectaron unas 1,490 emisiones, una por semana.

Tania Quintero


viernes, 16 de agosto de 2013

Los taxis de la tercera edad


No sólo son los taxis con más problemas técnicos en la empresa estatal cubana Cubataxi, sino que también el promedio de edad de sus choferes supera los sesenta años. Por eso algunos les dicen los “taxis de la tercera edad”.

Pepe tiene 65 años, y labora como taxista desde mediados de la década del 70. Ha estado al volante de muchos taxis, entre ellos los Ford Falcon y Chevy Nova, importados de Argentina durante los años 70, cuando la dictadura militar comunista mantenía un verdadero romance con la dictadura militar de derecha argentina.

También, a finales de la década de los años 80, condujo un taxi de la marca soviética Volga. Estos eran conocidos por el pueblo como los “Politaxis”, pues se afirmaba que trabajaban directamente para la policía. Pepe lo niega.

Él conduce ahora un auto Lada. Está pintado de negro y amarillo, herencia de los colores que por lo general exhibieron los primeros taxis públicos.

Oficialmente, el taxímetro electrónico de su taxi mide en moneda nacional el importe de la distancia recorrida. Pero extraoficialmente, él y su cliente acuerdan verbalmente el tipo de moneda, según la ley de la oferta y la demanda.

Según Pepe, los choferes de estos taxis marca Lada pintados de negro y amarillo deben pagar diariamente al Estado 200 pesos en moneda nacional. La otra ganancia que sea capaz de generar, después cumplir con el servicio comunitario es para el taxista, además de su salario, que supera los 250 pesos en moneda nacional.

“Con estos taxis estamos obligados a hacer 'servicio comunitario' todos los días. Tenemos que prestar este servicio cubriendo una distancia diaria de 100 kilómetros. Para ello contamos con una tarjeta, que diariamente refleja los viajes realizados. Después de cumplir con los 100 kilómetros obligatorios, cada chofer tiene una reserva de 70 kilómetros para buscarse su ganancia”, cuenta Pepe.

Un trabajador de una de estas bases de taxis en el reparto capitalino de Luyanó, y quien no quiso ser identificado, aclara que el 'servicio comunitario' puede consistir en ofrecer servicio piquera en una funeraria, llevando al cementerio a los familiares.

Igualmente pueden hacer 'servicio comunitario' en las piqueras de los hospitales, llevando a pacientes que "clasifiquen". Un enfermo recién operado, por ejemplo, puede "clasificar" para ser trasladado a su casa acompañado por un familiar.

“Pero como todo, en Cuba la necesidad y la ineficiencia salpican también a este servicio. Muchas veces los taxistas pagan dos dólares a los encargados de controlar el servicio comunitario, y evaden su obligación. El mal servicio de piquera en hospitales y funerarias, y las quejas de los clientes se origina no sólo por la carencia de taxis, sino debido a estas prácticas de supervivencia cubanas”, asegura el trabajador.

El transporte de pacientes desde sus casas hacia el hospital para recibir hemodiálisis entran dentro de sus obligaciones. Es el 'servicio comunitario' que menos desean los taxistas, pues están en la obligación de ir a buscar a los pacientes a sus casas, algo que no pueden evadir como en las funerarias y hospitales.

Aunque el taxi de Pepe se conserva en buenas condiciones, la mayoría de 'los taxis de la tercera edad' no lo están. “En la base somos un atajo de viejos. Nadie quiere soltar el timón. Manejamos carros con muchos años de explotación y poco mantenimiento. A mí, por ejemplo, no me dan piezas, no me dan nada. Todo lo tengo que comprar. Pero si no lo hago me quedo sin el empleo. Y éste es un trabajo codiciado por mucha gente, por el dinero que uno puede hacer. Si no lo arreglo, otro lo hará”.

Pepe se queja. Pero sólo me autoriza a revelar que es abuelo hace años, y que seguirá al volante de su viejo Lada hasta que las fuerzas lo acompañen.

Texto y foto: Julio César Álvarez
Cubanet, 5 de julio de 2013

miércoles, 14 de agosto de 2013

Cuba retomará el uso de bicicletas


Ante la agravada crisis del transporte público, el gobierno cubano implementará un plan urgente para resolver los problemas de movilidad de pasajeros en La Habana que incluye la promoción del uso de la bicicleta, símbolo de los oscuros días del "período especial" en la isla.

Durante una reunión del Consejo de Ministros, presidida por el gobernante Raúl Castro, los prolongados incumplimientos en la transportación pública en ómnibus centraron parte de las discusiones de los participantes y desembocaron en un programa de reordenamiento del transporte en la capital del país, de acuerdo con un extenso reporte publicado el 1 de julio en los medios oficiales.

Entre las propuestas lanzadas por el vicepresidente Marino Murillo Jorge, zar de las reformas económicas y jefe de la llamada Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, estuvo la promoción del uso de bicicletas como un paliativo a la debacle del transporte público en La Habana.

No obstante, Raúl Castro aseveró ante sus ministros que el país continúa avanzando en la esfera económica y se notan los resultados: "Nos movemos a un ritmo más rápido de lo que se imaginan quienes critican nuestra supuesta lentitud e ignoran las dificultades que enfrentamos", dijo el mandatario.

Murillo informó que la promoción del uso de bicicletas tiene como fin que este medio participe en la "movilidad de la población" y anunció que "se evaluará la aplicación de precios no recaudatorios en la venta de piezas para su mantenimiento".

La evocación oficial de la bicicleta recuerda inevitablemente la crisis económica que golpeó la isla tras el derrumbe del campo socialista y el fin de los subsidios soviéticos, a comienzos de los años 90.

Un total de 1.5 millones de bicicletas chinas fueron adquiridas por el gobierno cubano para enfrentar la estrepitosa disminución del transporte urbano durante el llamado "período especial". Se calcula que unos 700 mil habaneros emplearon ese vehículo para trasladarse al trabajo y desplazarse por la ciudad durante esa década de penurias.

El gabinete ministerial analizó los problemas generales del transporte público, ocasionados fundamentalmente por "el deterioro del estado técnico de los equipos y la insuficiente gestión del Ministerio de Transporte y las Direcciones Provinciales para garantizar a tiempo el suministro de partes y piezas", reseñó el reporte oficial.

Murillo se centró en perfilar la política de reordenamiento del transporte de pasajeros en La Habana, una actividad que calificó de "inestable, insuficiente y de baja calidad" durante años.

Según explicó, el propósito de la iniciativa es identificar las acciones que posibiliten un incremento de la transportación pública con mayor eficiencia en las condiciones actuales del país.

En el diagnóstico presentado por Murillo ante los miembros del Consejo de Ministros reconoció la existencia de evasión del pago por parte de los pasajeros y el robo de la recaudación de manera impune por algunos trabajadores del sector transportista.

"Además, la gestión de las empresas de ómnibus, incluyendo las lanchas de la bahía, es deficiente, a lo que se suma el inestable y limitado empleo del ferrocarril", se dice en el informe y "los principales insumos para estas labores, tanto el combustible como las piezas de repuesto, son adquiridos en el mercado informal, cuya fuente principal es el sistema estatal", señaló el vicepresidente cubano, quien también reconoció la congestión en los horarios picos, las vías en mal estado, las paradas de ómnibus sin condiciones adecuadas y el deficiente alumbrado público en esos lugares.

La política aprobada por el Consejo de Ministros reconoce la necesidad de "priorizar el transporte colectivo como la forma más eficiente y accesible para la mayoría de la población", e incluye los siguientes aspectos:

  • Mantener los servicios básicos de transporte de ómnibus públicos y de ferrocarril bajo un esquema estatal.
  • Buscar formas organizativas que resuelvan la evasión del pago y la apropiación de la recaudación.
  • Introducir un renovado régimen de remuneración a trabajadores y directivos.
  • Organizar en cooperativas de servicios complementarios los taxis ruteros, ómnibus escolares, el transporte de trabajadores de las entidades estatales y los porteadores privados.
  • Diseñar un sistema de incentivos que incluya bonificaciones, exenciones en materia de impuestos e incluso subsidios, que permita que no incrementen los precios del pasaje.
  • Crear la Dirección de Transporte de La Habana y la Empresa de Ómnibus Metropolitanos, esta última bajo un nuevo modelo organizativo.
  • Implantar el procedimiento para el uso de tarjetas magnéticas en el consumo de combustible por parte de los trabajadores por cuenta propia.
Un primer grupo de 112 cooperativas del sector estatal y 12 del no estatal comenzarán a funcionar a partir del lunes 1 de julio en sectores como la construcción, las ventas agropecuarias, la recuperación de materias primas, el transporte de pasajeros, la chapistería, el fregado de autos y la reparación de neumáticos en las provincias de La Habana, Mayabeque y Artemisa.


Café Fuerte, 1 de julio de 2013.
Foto: Ciclistas en Sancti Spiritus. Tomada de Pedaleando hacia el retroceso.

lunes, 12 de agosto de 2013

Transporte público: empeora el servicio


Viajar dentro de la isla se puede convertir en una aventura. O una pesadilla. Pregúntenle a Danilo, 42 años, sobre su travesía en tren desde Santiago de Cuba a La Habana.

“Fue una odisea. El trayecto duró más de 20 horas por roturas y excesos de paradas. Los vagones estaban sucios y los asientos incómodos. El aire acondicionado no funcionaba. Baños hediondos. La comida ofertada estaba mal elaborada. Y todo el tiempo debes estar atento al equipaje: en cualquier estación hay 'especialistas' en robar maletas. En cada parada, te encuentras ferias ambulantes con vendedores de queso, guayaba, pescado o raspadura. Cuando llegué a mi casa, estaba tan cansado como si hubiese hecho un viaje trasatlántico desde Australia. No le recomiendo a nadie que viaje en tren de Santiago a La Habana”, recuerda Danilo.

Aunque el régimen se ha esforzado en mejorar la transportación de pasajeros, el servicio sigue siendo muy deficiente. Impuntualidad en los horarios de salidas y llegadas, pésimas condiciones de algunas estaciones de ferrocarril y ómnibus, y malos tratos por parte de los empleados que atienden a los pasajeros.

La peor estación de Cuba propablemente sea La Coubre. Ubicada a tiro de piedra de la bahía habanera, es un hangar de estructuras de acero y techo de zinc, armado a la carrera con el propósito de cobijar a viajeros interprovinciales.

Es una terminal de lista de espera, donde la gente duerme en el piso mientras esperan abordar un ómnibus que los traslade a sus provincias. La falta de higiene es constante. La descortesía del personal es una marca registrada. Las riñas, robos e inodoros desbordados de excrementos son habituales.

La corrupción entre los encargados de vender boletos e inspectores de transporte funciona mejor que un reloj suizo. Un billete de 5 o 10 pesos convertibles es una garantía para saltarse el orden de la cola y viajar con inmediatez.

Aunque a mediados de 2004 el régimen realizó una fuerte inversión en la compra de ómnibus y locomotoras chinas, el servicio sigue siendo ineficiente. En los ómnibus es menos malo. Los horarios se suelen cumplir. Y la terminal de La Habana, una edificación de dos plantas pintada de azul y blanco, construida a finales de los años 50, presenta mejor cara.

Viajar en ferrocarril es otra cosa. Es como una aventura de Indiana Jones. Los coches casi nunca están climatizados. Y el mal estado de las vías provoca que los trenes se desplacen a baja velocidad. Son coches de segunda mano adquiridos en rebaja en Francia o Argentina.

Los horarios no se respetan. Pueden existir atrasos de hasta 10 horas. El presidente Raúl Castro viene implementando inversiones en las vías férreas. A paso de tortuga se ejecutan cambios de traviesas en mal estado.

Durante años, las principales líneas ferroviarias sufrieron el robo de traviesas por parte de personas que luego las utilizaban en la construcción de cercas o cobertizos para criar animales.

Otra asignatura suspensa desde la etapa de Fidel Castro como gobernante, es el transporte urbano de pasajeros. En los años de más abundancia material de su revolución, cuando había yogurt y leche sin cartilla de racionamiento, en La Habana rodaban 2,500 ómnibus y cerca de 4 mil taxis. Aún así, había déficit en el transporte urbano.

Con la llegada de esa guerra silenciosa llamada 'período especial', viajar en guagua por la ciudad era toda una proeza. Varias rutas pasaban solo dos veces al día. Aparecieron los famosos ‘camellos’. Un camión al que se le adaptaba un remolque y cargaban 300 personas apiñadas como sardinas en lata. Estos vehículos, por suerte ya desaparecidos, eran auténticas saunas, plaza fuerte de carteristas y pervertidos sexuales.

En 2004, el régimen compró en China y Rusia unos 5 mil autobuses y camiones. El transporte urbano, en estado de indigencia, a partir de 2007 mejoró cuando comenzaron a rodar alrededor de 470 ómnibus articulados de la marca Yutong, Liaz y Maz. Se creó una empresa, llamada Metrobús, que gestiona 17 rutas designadas con la sigla P que recorren las principales arterias de La Habana.

Su frecuencia en horas pico debe ser de 5 a 10 minutos. Pero debido a problemas de financiación o por la compra de ómnibus de mala calidad en Bielorrusia, más de 180 autobuses están parados por falta de piezas de recambio. Y en ocasiones, los habaneros deben esperar una hora en la parada para abordar un Metrobús.

La Habana es una ciudad sin otros medios alternativos de transporte. A falta de tranvías, un metro o un tren suburbano, y con un servicio de taxis estatales en pesos que apenas funciona, la única opción es viajar en atestados ómnibus. O en viejos taxis particulares.

Iván García
Foto: Tomada del blog Desde La Habana.

viernes, 9 de agosto de 2013

Más controles para frenar la venta ilegal de combustible


Desde el 1 de junio de 2013, los inspectores de transporte en todo el país, solicitarán un nuevo documento a los choferes de vehículos estatales. Se sustituirá la hoja de ruta por el Reporte de Combustible Habilitado y Kilómetros Recorridos.

La medida, junto a controles rigurosos en gasolineras y talleres de transporte, pretende frenar las ventas ilegales de diesel y gasolina. El aumento de taxis y camiones de transporte privados han convertido el trasiego de combustibles en un floreciente mercado negro.

Desde que en 1989 Cuba entró en una espiral de crisis económica estacionaria, debido a la caída del patrocinio de antiguos países comunistas en Europa del Este, el gobierno ha implementado numerosas fórmulas, en un intento por verificar el uso (y mal uso) del combustible en los vehículos del Estado.

Hasta ahora sin éxito. “Luego la marea baja y se vuelve a lucrar con la gasolina”, dice un expendedor de una gasolinera que vende combustibles y lubricantes en pesos cubanos convertibles (cuc).

La crisis económica local que nunca acaba de tocar fondo y la reexportación en el mercado mundial de una parte de los 100 mil barriles del crudo venezolano que a precio de saldo llega a la isla, parece ser el detonante de esta nueva vuelta de rosca a la utilización del combustible por parte de instituciones estatales.

“No solo se controla el de los medios de transporte. Desde hace cinco años existe una lista de normas a cumplir en el ahorro de petróleo en fábricas y centros de servicios. En determinados horarios, por ejemplo, una cafetería o tienda debe apagar los aires acondicionados. Quedan exentos los hoteles e instalaciones turísticas. Todas las provincias tienen una programación del combustible que mensualmente pueden gastar. Si incumplen se producen apagones”, explica un inspector dedicado a vigilar el consumo de combustible en la capital.

A pesar de numerosas regulaciones, la gente se las arregla para seguir lucrando. “Cuando en 1996 comencé en ETECSA, me daban 200 litros mensuales de petróleo. Cuando en 2010 los socios italianos se marcharon, me recortaron a 120 litros. Así y todo, me las agencio y vendo a 10 pesos (moneda nacional), el litro de petróleo que me sobra”, comenta un chofer de la empresa.

El costo del diésel se ha disparado en los últimos cuatro años en el mercado subterráneo. Mientras la gasolina regular se ha mantenido estable entre 10 y 15 pesos el litro, el petróleo ha subido de cuatro pesos a diez o doce pesos. “La mayoría de los autos particulares utilizados como taxis que circulan en el país ruedan con motores de petróleo. Motores y piezas que en gran parte salen de los talleres del Estado”, aclara un mecánico.

En la década de 1990, trabajar en una gasolinera era algo codiciado. “La gente pagaba 400 y 500 dólares por una plaza. En seis meses, robando, recuperabas la inversión. Pero una serie de controles y auditorías han puesto malo el 'bisne'. Aunque ha disminuido, el robo de combustible nunca se acabará”, afirma un expendedor de gasolina.

En octubre de 2005, Fidel Castro en persona se involucró en el asunto. En 24 horas fueron sustituidos cientos de empleados corruptos en las gasolineras por divisas. Un batallón de jóvenes trabajadores sociales, seleccionados por Castro, comenzó a fiscalizar in situ las ventas. “Siempre que llueve, escampa. A los pocos meses, la mayoría de los trabajadores sociales también entró en el entramado de corrupción y dinero que genera la venta ilegal de gasolina y petróleo”, comenta un inspector.

Hasta las gasolineras que abastecen a vehículos de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior llega el mercado negro. En San Miguel y Mayía Rodríguez, frente a Villa Marista, cuartel general de la policía política, hay una exclusiva para militares.

Quienes allí laboran son civiles del MININT y casi todos pertenecen al partido comunista o la UJC. Eso no ha impedido el robo de combustible. Hace un par de años, varios trabajadores, incluyendo jefes de turno y administrativos importantes, fueron detenidos, acusados por la venta de miles de litros de combustible y desvíos de recursos.

“Aunque ahora las ventas se hacen en menor cuantía, el tráfico ilegal continúa. No hay quien lo pare. Mientras la gente gane bajos salarios y tenga un montón de necesidades, el robo seguirá. Muchas veces son los propios oficiales los que compran bonos de combustible robados”, acota un entrevistado.

En la sesión del Consejo de Ministros efectuada el 10 de mayo, Abdel Izquierdo, ministro de Economía y Planificación -uno de los tantos coroneles reciclados a la vida civil- se manifestó sobre el tema.

“La alta demanda y las ganancias que genera este tráfico ilegal provoca el asedio permanente a los trabajadores del sector por parte de personas inescrupulosas que luego venden el combustible hasta un 60% por debajo de los costos oficiales”, dijo el ministro.

El precio del combustible para uso particular está por los cielos en Cuba. Un litro de gasolina especial cuesta 1.40 cuc el litro; regular, 1.20 cuc. Diésel regular, 1.20 cuc y especial, 1.30 cuc.

Abdel Izquierdo adelantó medidas para atajar el robo. Entre ellas, la nueva regulación que entró en vigor el 1 de junio; un programa integral de capitalización tecnológica en los sistemas de recepción, almacenaje y distribución de combustible y la extensión del uso de GPS en el transporte automotor y el sector ferroviario.

“Sin embargo, los altos oficiales y la nomenclatura apenas tienen controles. Ellos utilizan coches con permisos y cuotas especiales. Y, además, se les otorga determinada cantidad de combustible para su auto particular”, asevera el empleado de una gasolinera.

Como suele suceder en Cuba, la ley no es pareja para todos. Algunos son más iguales que otros.

Iván García
Leer también: Cuba sube por segunda vez precio del combustible.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Almendrón explosivo


La tarde del domingo 16 de junio parecía tranquila, aunque la cuadra estaba más concurrida que de costumbre, pues era el día de los padres. Algunos, para mitigar el calor, compartían con su familia en los portales.

Blanca veía una película en la sala de su casa. A través de la ventana observaba el carro del vecino parqueado frente a su puerta: un Chevrolet gris de 1956 que el médico jubilado cuidaba con esmero.

Son muchos los autos norteamericanos como éste, conocidos popularmente como almendrones, que comenzaron a llegar a nuestro país a partir de 1920, cuando Cuba se convirtió en el primer país importador de autos en América Latina. Incluso, el segundo automóvil con televisor que se fabricó en el mundo circuló aquí.

Hoy, estos vetustos almendrones recorren calles y carreteras desafiando el tiempo, y son un ejemplo del cuidado que por más de medio siglo les han propiciado sus dueños a pesar de la escasez de piezas y las restricciones gubernamentales.

Muchos de estos añejos carros son de uso particular, y otros circulan con un cartel de taxi y representan una buena –aunque no barata- alternativa para aliviar la crisis de transporte en el país.

La tarde de marras, Blanca sintió súbitamente como una fuerte onda expansiva sacudió los cristales de su puerta. Asustada, miró por la ventana, y vio una gran humareda. Todo sucedía al unísono: personas corriendo, la nieta del vecino que desesperada gritaba “¡Abuelo, sal de ahí!”; algunos traían cubos de agua.

Entonces Blanca recordó que el 105 era el número de los bomberos, y aunque no sabía exactamente qué pasaba, los llamó. Los cubos de agua iban de mano en mano, pero el almendrón del anciano médico, que había cogido candela, no se apagaba. A pesar del peligro, el pobre señor no se apartaba de su carro, sino que por el contrario, hacía esfuerzos por salvarlo.

Por su parte, la mamá de Blanca, muy acertadamente, llamó a los vecinos para darles un poco de arena que le quedaba en el patio. Así pudieron apagar el fuego incluso antes de que llegaran los bomberos, que en menos de diez minutos ya estaban allí.

Afortunadamente, nadie resultó lastimado. El propio automóvil no quedó muy dañado, a excepción de varias piezas en el interior del capó, que fue la parte que se incendió. Una vez que pasó todo, el anciano, más calmado, decía bajito a la nieta: “Mijita, acuérdate que estamos en Cuba. Aquí uno no puede comprar un carro cuando quiere, así que cuando lo tienes, hay que cuidarlo”.

Gladys Linares
Cubanet, 21 de junio de 2013

lunes, 5 de agosto de 2013

"Bombas rodantes" circulan por La Habana


Son las diez de la mañana. Yaniel, 25 años, lleva media hora en la Avenida 51, intentando coger un taxi privado. Se va desesperando.

“Leí la noticia en el periódico Granma, de que los taxis que se mueven de manera artesanal con gas son verdaderas ‘bombas rodantes'. Todos los días cojo hasta tres taxis. Algunos desprenden un fuerte olor a luz brillante (kerosone). Ya de por sí viajar en los ‘almendrones’ es una aventura. Cuando no te ensucias la camisa llegas con dolor en el cuello, de viajar tanto tiempo con la cabeza encogida”, cuenta Yaniel.

Las condiciones técnicas de la mayoría de los taxis particulares dejan bastante que desear. A los jeeps suelen añadirle asientos extras para cargar más pasajeros. La higiene no siempre es la mejor. Y si se mantienen rodando es por la sagacidad de los mecánicos cubanos.

Por la capital ruedan viejos coches estadounidenses de hasta 70 años de fabricación. Su carrocería ha sufrido cambios. El corazón mecánico también. Son auténticos frankesteins. El Ford de 1944 de Carlos Antonio tiene componentes de seis países diferentes.

“Motor alemán del año 96. Caja de velocidad italiana de 2001. Timón de Lada ruso de los 80. Barra de trasmisión de Corea del Sur. Frenos japoneses y radiador húngaro de fecha que no puedo precisar”, señala.

Sobre las ‘bombas rodantes’ que circulan por La Habana, Carlos Antonio se muestra escéptico. “Trabajo 12 horas diarias manejando un taxi. No creo que ningún chofer se vaya a enredar en un trámite penal por conducir un auto que funciona con gas de cocina sin las debidas condiciones técnicas. Por lo general, ruedan en horarios nocturnos, cuando no hay tantos policías de tránsito en las calles. Los motores son italianos o brasileños”, aclara Carlos Antonio.

La policía habanera no piensa lo mismo. Según el teniente coronel Roberto Rodríguez Fernández, segundo jefe de la Dirección Nacional de Transito, en 2011 fueron detectados 57 vehículos que transitaban con gas, cantidad que en 2012 aumentó a 124.

“Desde el mes enero al 16 de abril de este año, 110 autos han sido identificados. O sea, que al terminar el cuatrimestre, las cifras igualarán a las de 2012. Si la tendencia continúa así, es posible que las cifras totales del año se cuadripliquen, con el peligro que ello representa”, alertó el oficial.

Según Granma, "el gran peligro que entraña esta ilegalidad hace que las fuerzas policiales pongan el máximo de rigor a su enfrentamiento. El peso de la ley debe evitar las funestas consecuencias que puede producir un accidente de tránsito donde estalle uno de estos artefactos; o impedir que se produzca una explosión debido a una pérdida de gas que entre en contacto con un cortocircuito".

Cerca de la intersección de Prado y Neptuno, varías rutas de taxis salen con destino al oeste de La Habana. Con los choferes que hablé, ninguno conocía casos de autos que rodaran con gas casero.

“Sé que existen. Y tengo curiosidad por ver uno. Los motivos son simples. Ahorrar dinero. El litro de gasolina especial cuesta 1,40 cuc. El litro de la regular, 1 peso convertible. Y el diesel 1,30”, explica un chofer.

Demasiado para salarios mensuales que no superan los 20 pesos convertibles. Aunque los taxistas privados suelen ganar entre 600 y mil pesos diarios (25 a 40 cuc), en dependencia de si el auto es de tu propiedad o lo trabajan en calidad de arrendamiento.

“Este negocio hasta ahora da buen dinero. Sería muy arriesgado circular por la ciudad con un auto adaptado para trabajar con gas sin la debida seguridad. Son bombas de tiempo. El chofer que lo hace sabe que si uno de esos ‘cacharros’ explota, si no se muere, envejece tras las rejas”, señala un taxista habitual de la línea Víbora-Parque Fraternidad.

Los infractores son sancionados con una multa y el decomiso del tanque de gas. Pueden perder la licencia. Incluso confiscar el auto si se comprueba riesgo evidente en la transportación de pasajeros.

La policía de tránsito pide a la población ‘que tome conciencia del peligro y denuncie las violaciones de este tipo. Pero la premisa de los los pasajeros apresurados es llegar lo más rápido posible a su destino.

Como siempre sucede en estos casos, hasta que no ocurra una tragedia, la gente es indiferente y no se preocupa. El pésimo servicio de transporte público provoca que los más de 7 mil ‘almendrones’ que circulan por La Habana viajen casi siempre llenos.

“A mí me da igual viajar en un auto movido con gas o petróleo. Una guagua, un camión o un cohete. Lo mío es llegar pronto a mi casa”, dice Yaniel mientras intenta abordar un viejo taxis de alquiler en la Avenida 51.

Iván García

viernes, 2 de agosto de 2013

Penurias cotidianas


Cuando llega el viernes, a Olga Lidia ya se le acabaron las croquetas de 5 pesos (0,25 centavos de dólar) vendidas en algunos mercados del Estado. No tiene dinero para comprar un pomo de mayonesa en las tiendas por divisas. Y en su refrigerador tampoco hay salchichas de pollo ni queso crema.

Y además del desayuno, a sus hijos debe prepararles la merienda escolar. Debido a la mala calidad del almuerzo en el comedor de la escuela primaria donde estudian, Olga Lidia intenta garantizarles cada día una merienda decente.

“No es fácil. Trabajo en ETECSA y vendo en 45 pesos (casi dos dólares) el sandwich y el litro y medio de refresco que me dan de merienda, porque no tengo almuerzo en el trabajo. Con los 225 pesos semanales (10 dólares) compro croquetas, salchichas y queso crema para prepararle las meriendas. Yo desayuno pan con aceite y ajo un poco de café ligado con chícharos, del que venden por la libreta. A veces almuerzo espaguettis que llevo de la casa. En eso se me va parte de mi salario y los 225 pesos semanales que me busco”, cuenta Olga Lidia.

A pesar del agobio, se considera afortunada. ETECSA es una de las pocas empresas en Cuba que paga entre 20 y 35 cuc mensuales en estimulación salarial a sus empleados.

“Los chavitos (divisas) se evaporan en comprar aceite, detergente, jabones y algo de comida. Cuando a mis hijos se les rompen los zapatos, entonces la cosa se complica. Ni mi esposo ni yo tenemos familia en el extranjero que nos envíen dólares. Tenemos que 'inventar' cómo buscarnos pesos convertirbles para vestinos, calzarnos y pasear de vez en cuando”, confiesa.

Sandy, el esposo de Olga Lidia, es ingeniero civil. Pero hace año y medio quedó 'disponible' en su empresa. 'Disponible' es un eufemismo del régimen. Es sinónimo de lo que en el mundo capitalista se le llama parado.

Cuando en un país como Cuba usted se queda desempleado las consecuencias no suelen ser tan terribles: depende de la autoestima y creatividad de una persona.

Y es que el salario nunca ha representado nada significativo en la planificación familiar. Sandy se lo tomó con calma. “En la empresa me buscaba unos pesos extras vendiendo materiales de construcción. Tenía buenos contactos. El problema es que no disponía de dinero para invertir en la compra de cerámica o cemento. ¿Quién me lo podía prestar? Un socio del barrio, que es banquero de la ‘bolita’ (juego ilegal) me prestó 5 mil pesos (220 dólares). A pagar a largo plazo”.

Junto con un amigo compra materiales de construcción que luego revenden. “No obtengo grandes beneficios. Mil pesos o un poco más todos los meses. Pero estamos creciendo. También me dedico a comprar y revender combustible. Gano más que cuando ejercía como ingeniero. Es cierto que se corre el riesgo de ser pillado por la policía. Pero en Cuba casi todos andamos en negocios clandestinos. El que no roba en su fábrica le echa agua al ron en la barra de un bar. Se ha convertido en un estilo de vida. El que nos ha impuesto un gobierno ineficiente”, señala Sandy.

Olga Lidia se compara con otras familias del vecindario. “Es penoso que dos personas con títulos universitarios nos veamos obligados a estar en el ‘trapicheo’. Es lo que trajo el barco. Hay familias en mi barrio que están peor. Una sola comida al día y hasta los ancianos tienen que salir a la calle a vender maní o cigarrillos sueltos. Nosotros ni pensamos en el futuro. ¿Irnos de Cuba? Si no tenemos a nadie en el extranjero. La política no se come. Después de Raúl Castro no se qué vendrá. Creo que peor no vamos a estar. Aunque en Cuba nunca se sabe”, acota Olga Lidia quien nunca ha escuchado el nombre de disidentes conocidos fuera de la isla.

El papel de la prensa oficial es de uso sanitario. Y las noticias de radio y televisión, poco le importan a Olga y Sandy. A ellos, como a la mayoría de la gente, les disgusta el pobre desempeño económico y mala administración de los hermanos Castro. Pero prefieren quedarse en las gradas.

Iván García
Foto: Conversando en una azotea habanera. Tomada de Noticias 24.