lunes, 29 de octubre de 2012

Melany espera por Halloween



Ni mejor ni peor. Digamos que igual. En el verano, como siempre, el calor sobró y faltaron las opciones recreativas. Estamos en crisis, dicen nuestros gobernantes. Cuándo, me pregunto, no hemos estado en crisis. Mi hija Melany, de 6 años, puede que no se haya dado cuenta de la crisis económica.

Gracias al esfuerzo de su abuela y su tía que viven en Suiza, y se quitan del poco dinero que tienen, para que mi hija vea el mundo de otro color, Melany pudo ir a la playa, a una piscina y a un parque de recreaciones. Todo pagado en moneda dura.

Mi hija no es tonta. Conoce que la mayoría de sus amiguitos apenas pudieron ir a pasear en estas vacaciones. Como regalo de fin de verano, su madre y yo le habíamos prometido llevarla a la playa de Varadero, a 132 kilómetros al este de La Habana, y que la pequeña sólo ha visto en postales turísticas o por la tele.

Ella prefirió que le hiciéramos una pequeña fiesta con sus amiguitos del barrio. Con caramelos, croquetas, refrescos y un cake de capuchino. En una de las noches de calor insoportable, me confesó: “Papá, elegí la fiesta para que mis amiguitos puedan disfrutar conmigo algo de lo que se puede comprar en chavitos (cuc o pesos convertibles).

Como en otras ocasiones, me asombré de su capacidad de razonar. La complacimos. Le hicimos la fiesta y se divirtió como sólo saben hacerlo los niños. Su madre y yo nos sentimos orgullosos que hubiera preferido estar en su casa con sus amigos, que con nosotros en la playa de Varadero.

De las aventuras de Dora la Exploradora debe haber sacado la idea. Para el próximo año, quiere que le hagamos una fiesta de Halloween, con disfraces y todo. Le dije que en Cuba no existe esa tradición, que en el mes de octubre se celebra en Estados Unidos y Canadá.

Seria me miró y respondió: “A lo mejor para el año que viene, en Cuba también se celebran las fiestas de Halloween”. Lo dudo. Al menos Melany es optimista.

Iván García
Publicado el 3 de noviembre de 2009 en Cuba Puntos de Vista, web ya desaparecida. Melany García Roig, mi nieta, ya tiene 9 años. En su último cumpleaños, se divirtió mucho con la Disco Fiñe que le organizaron en el patio.

sábado, 27 de octubre de 2012

Payasos de cumpleaños



A sus 6 años, Melisa no podía entender que Corbatín, su payaso preferido, ya no vivía en Cuba. “Aquello fue de truco. Se sentía desilusionada. Estuvimos varios días explicándole por qué muchas personas deciden marcharse de su país. Ella era fan de Corbatín. La llevábamos a todas su actividades en diferentes salas habaneras. Para su fiesta contratamos otro mimo y la niña y sus amigos la pasaron bien”, dice Giraldo, padre de Melisa.

Ser payaso en la isla no es un mal negocio. Al contrario. Cuando usted asiste a teatros de la ciudad, donde los sábados y domingos los bufones hacen reír a los pequeños, después de la función verá a padres que se les acercan, para ver si pueden contratarlos para el cumpleaños de un hijo o actividades escolares.

Carlos, payaso de academia, como él se autodefine, tiene 25 años de experiencia en la profesión. Estudió en Moscú cuando la URSS era un país. Sin su maquillaje estrafalario, cuenta que desde hace 15 años se dedica a funciones privadas en fiestas infantiles.

“Me va muy bien. La tarifa es de unos 20 dólares por actuación, pero yo cobro 30 dólares por dos horas. Y no puedo cubrir todas las demandas. Cubano-americanos residentes en la Florida me han querido contratar, dicen que les sale más barato. No he podido complacerlos por el papeleo y el burocratismo. Si no, hasta en Miami hubiese actuado”, bromea.

Los payasos, titiriteros, magos y juglares cubanos suelen imprimir tarjetas de presentación y al finalizar sus funciones estatales, luego de cumplir su cuota correspondiente de trabajo con el Ministerio de Cultura, las reparten entre los asistentes.

Según Adolfo, mimo de moda en La Habana, un payaso de calibre tiene un salario de 400 pesos mensuales (17 dólares). “Es en los cumpleaños donde nosotros hacemos dinero. Si eres bueno ganas mucho. Incluso los mediocres obtienen más plata que el sueldo oficial devengado”, comenta Adolfo, vestido para una función privada, con sus clásicos zapatones y la nariz redonda y roja.

A pesar de la consabida crisis económica que golpea fuerte al país desde hace dos décadas, la gente simple se las arregla para celebrar cumpleaños con payasos o fiestas quinceañeras a todo trapo.

En 2010, Roberto, 45 años, tiró la casa por la ventana. Gastó 5 mil dólares en los quince de su hija, todavía comentado en el barrio. Ahora, con el bolsillo vacío, intenta que los 10 años de su hijo menor también sean recordados.

“La madre y yo estamos halándonos los pelos. Por las posibilidades económicas actuales no debiéramos hacerlo. Pero al ver la cara de tristeza del chico y su ilusión por festejarlo junto a sus amigos, pedimos dinero prestado”, dice Rogelio, mientras espera por una tarta gigante que por 80 dólares le confeccionó un dulcero particular.

Ni por asomo, una fiesta infantil es tan cara como la celebración de los quince. Pero bien puede costar entre 250 y 300 dólares, según el buffet, regalos, local escogido y bufón contratado. Esa cantidad corresponde al salario anual de un ingeniero en Cuba.

Las payasadas siempre se roban el show. En el teatro, pagas una módica entrada, en los espectáculos al aire libre es gratis. Si es una actuación particular, después de las risas infantiles, los padres llaman a un rincón al payaso y discretamente le entregan la mesada. Hasta el próximo cumpleaños.

Iván García

Fotos: Tomadas de Fotoinda. Carmela Núñez y Leovaldo Díaz, dos jóvenes del grupo de títeres Teatro Viajero, durante una actuación en un barrio de La Habana.
Publicado en febrero de 2011 en el blog Desde La Habana.

jueves, 25 de octubre de 2012

¡Y llegaron los quince!



La tarde anterior, Yusaimi estuvo cuatro horas en el estudio de un fotógrafo profesional. Rodeada de potentes lámparas, sombrillas, un espejo de fondo, todo el tiempo tuvo que estar cambiándose de ropa y posando como si fuese una modelo internacional .

Terminó extenuada. Apenas llegó a la casa, de prisa comió algo ligero y de nuevo a posar. Esta vez para un video junto a sus padres, el novio y sus amigas. Cerca de las 12 de la noche, antes de caer muerta en la cama, con sus progenitores revisó detalles de los preparativos de la fiesta. El día siguiente fue peor.

A partir de las 9 de la mañana, su hogar comenzó a ser invadido por familiares, amigos, una maquillista y una peluquera de renombre. Se sentía ajena, pero contenta. Algunos parientes de Miami habían viajado a La Habana para celebrar los quince de Yusaimi.

Buena plata ha costado. Desde que la niña cumplió 5 años, sus padres comenzaron a ahorrar. Ya para el día D la alcancía estaba repleta: cerca de 1,100 pesos convertibles. No era suficiente dinero, pero alcanzaba para arrancar con los preparativos.

Si usted les pregunta sobre el costo de la fiesta, incluidas las sesiones de fotos, las mudas de ropa y la bien montada coreografía de presentación, responderán con una sonrisa. “ Mejor no hablar de eso. Es nuestra única hija y cualquier dinero es poco. Ella se lo merece por su esfuerzo en los estudios. Y porque quince años se cumplen sólo una vez en la vida, qué carajo”, expresa el padre emocionado, mientras sostiene en su mano un trago de ron Santiago.

Los quince de Yusaimi fueron un acontecimiento en el barrio. Tiraron la casa por la ventana. Alquilaron un local en un hotel cinco estrellas, con un presentador conocido de la televisión. Hicieron decenas de fotos y videos. El maquillaje y la peluquería fue realizado por expertos. El buffet y el cake, de lujo. Y era tal la cantidad de bebidas alcohólicas que casi todos salieron de la fiesta haciendo eses.

Y de guinda, la familia de Miami pagó un todo incluido en Varadero, 5 días y 4 noches para la muchacha , el novio y sus padres. Cuando pasen los años, con su esposo y sus hijos sentados en un sofá de vinil, Yusaimi podrá repasar las fotos y videos de ese día memorable.

Pero aún está lejana la fecha en que esta quinceañera tenga que lidiar con las penurias diarias ofertadas por el socialismo inconcluso y extravagante diseñado por los Castro. Es probable que para entonces muchas cosas hayan cambiado.

Lo que parece indudable, vivamos gobernados por autócratas o sus descendientes, bajo la bota de corporaciones militares, en un capitalismo corporativo estatal, o en una sociedad libre con elecciones cada 6 años y tantos partidos políticos como cartas tiene un juego de naipes, es que las fiestas de quince seguirán existiendo en Cuba.

Aunque parezca cursi, alocada y altamente derrochadora de dinero, esa costumbre se mantendrá en la sociedad cubana.

Las tradiciones son las tradiciones. En la ciudad española de Pamplona, los 13 de julio, Día de San Fermín , la gente se tira a la calle para correr delante de los toros, casi un suicidio autorizado. En otros países, cuando los jóvenes cumplen quince años, sus allegados lanzan desde lo alto de un campanario una cabra dentro de un saco.

En Estados Unidos, el propio presidente libera un pavo el Día de Acción de Gracias. Y en Halloween, los niños se disfrazan y tocan a las puertas de sus vecinos pidiendo dulces y caramelos .

En parajes perdidos de Australia, una vez al año el festín es lanzar enanos, cuanto más lejos mejor. Y en regiones de África y el Medio Oriente, un hombre puede tener hasta 6 esposas.

Las tradiciones son un sello de identidad. Y las fiestas de quince se han convertido en un rito cubano. Nos gusten o no.

Iván García
Publicado en junio de 2012 en el blog Desde La Habana.
Foto: Pintura de Arsenio Cícero tomada de la web Myths of Latin America.
Leer también: La quinceañera y Girls'15 Year Birthday Celebration, de Heidi Härkönen, de la Universidad de Finlandia.

martes, 23 de octubre de 2012

Fotos de atrezzo



Todo empezó a los 14 años, cuando su padre le regaló una vieja cámara rusa con un lente fijo de 35 mm. Antes de apasionarse por la fotografía, Roldán, 42 años, era el típico chico de barrio que jugaba béisbol por las mañanas y en las noches se subía a la azotea para mirar discretamente la desnudez de alguna vecina.

Se tomó la fotografía en serio. Soñaba ser como Robert Capa, Richard Avedon, el catalán Joan Fontcuberta, o al menos, superar al cubano Alberto Korda. Roldán siempre cargaba con su cámara mecánica y un montón de lentes.

A tiempo parcial trabajó para una agencia de turismo. Hizo fotos para reporteros extranjeros no acreditados, de paso por la isla. Desechó la idea de emplearse en un aburrido y poco creativo periódico local.

Sus fotos no eran gratas a los censores y jefes de redacción de la prensa oficial. Eran de calidad y hasta artísticas, pero descarnadamente recogían la cara sucia y fea de La Habana. Mendigos y putas. Borrachos y gays. Tipos tristes y viejas gordas que ven pasar el tiempo sentados en taburetes de madera a la entrada de desvencijadas viviendas.

Jamás pudo exponer en galerías y museos. Nunca fue alabado ni premiado. No era un fotógrafo complaciente. Pero al morir sus padres, quienes siempre lo mantuvieron, se vio obligado a ganarse la vida. Dejó el arte subterráneo y se dedicó a la fotografía comercial. Un amigo con dinero suficiente y don de hombre de negocios, montó un estudio con una decoración cursi de colores fuertes.

Roldán comenzó a tirar fotos a chicas que cumplían 15 años. Y tuvo éxito. Ganó mucha plata. Un álbum de fotos puede costar más de 100 pesos convertibles (120 dólares). Hoy es uno de los fotógrafos más solicitados por los padres de quinceañeras.

Roldán no logró su sueño de ser como Capa, Avedon, Fontcuberta o Korda. Pero vive a lo grande. Pudo amueblar su piso y tiene un viejo Dodge que parece una joya. Aunque de vez en cuando hace excelentes fotos, siente que con esas imágenes de atrezzo ha prostituido el oficio.

Iván García
Publicado en enero de 2011 en el blog Desde La Habana.

domingo, 21 de octubre de 2012

Los 15 en Cuba: ilusiones y gastos



Y llegó el día. Rogelio y Maritza López se despertaron bien temprano para asegurar todos los detalles de la fiesta de 15 años de Yailén, su única hija.

Nerviosos y satisfechos dan carrera por toda La Habana. En una libretica tienen anotados los asuntos pendientes. Ver si el hombre encargado de elaborar los cakes (tartas) ya los tiene listos. E insistentemente llamar, para confirmar la participación, de un locutor de la televisión, contratado para ejercer como maestro de ceremonia.

Todo empezó doce años atrás, cuando con paciencia asiática, los padres comenzaron a guardar en el bolsillo de un viejo abrigo, parte del dinero que le enviaban sus parientes al otro lado del estrecho de la Florida. “Nos privamos de muchas cosas, pero siempre tuvimos en mente hacerle una fiesta por todo lo alto a nuestra hija. Valió la pena. Nos salió estudiosa y educada, se merece todo el sacrificio que hemos hecho”, comentan los felices padres a pocas horas de que su hija arribe a la edad de la ilusión.

Es una tradición cubana que al cumplir 15 años, a las adolescentes les celebren una fiesta fastuosa con coreografías, bailes con trajes largos y sesiones interminables de fotos y videos. Los más pobres también se las agencian para conmemorar la fecha. Los hijos varones no forman parte de esa costumbre.

Alrededor de las quinceañeras se ha montado un jugoso negocio particular, sobre todo en La Habana. Tomen nota. Este matrimonio habanero tuvo que pagar 110 pesos convertibles (cuc), por dos álbumes de fotos y un CD con efectos especiales. 70 cuc por el alquiler de diferentes vestidos para cambiarse durante las fotos, hechas en diferentes locaciones. Por utilizar 6 horas el salón de un elegante hotel capitalino, 150 cuc. A eso súmele que entre comida, ron, cerveza, buffet y ostentosos cakes, gastaron 600 cuc.

Por si no bastara, una semana antes de la fiesta, además de comprarle a Yailén tres conjuntos de ropa y calzado, desembolsaron 900 cuc para pasar los tres un fin de semana en un hotel de Varadero, playa a 130 kilómetros al este de la ciudad. El joven que montó la coreografía del baile para quince parejas cobró 60 cuc. Más cara fue la tarifa del locutor que hizo de maestro de ceremonias: 100 cuc.

El grifo de la moneda dura no se cerró ahí. Casi 300 cuc costó alquilar una flota de taxis y minibuses. Luego de darse un trago amplio de ron Havana Club añejo 7 años, el padre sonríe. No cree que todavía es momento de pasar raya y sacar cuentas. Aunque por lo bajo señala que "entre una cosa y otra, hemos gastado 4 mil cuc, toda la plata que llevábamos doce años guardando".

Para que se tenga una idea: 4 mil cuc equivalen a 100 mil pesos cubanos. Esa cantidad sería lo que ganaría en 14 años un profesional que por su trabajo mensualmente recibiera 600 pesos (unos 24 dólares) y que al año sumarían 7.200 pesos. No todos en Cuba pueden tirar la casa por la ventana como han hecho Rogelio y Maritza. Pero por tal de celebrarle los 15 a su hija, hasta las familias pobres gastan lo que no tienen y se endeudan.

Es la tradición. Tal vez en Europa y otras partes del mundo la consideren kitsch e inexplicable: gastar el dinero que no abunda en festejos suplerflúos, donde no faltan sesiones de fotos como si la muchacha fuera una modelo internacional.

Son pocas las familias cubanas que a pesar de comer poco y mal y desayunar solo café, no despilfarren dinero ese día. Unos, como este matrimonio, lo van guardando en el bolsillo de un abrigo. Otros venden artículos de valor, piden prestado o se empeñan. Lo que sea. Por tal de celebrarle los 15 a la hija.

A la mañana siguiente, sin un centavo en la cartera, con la resaca de la bebida ingerida y la felicidad de haber organizado una fiesta que sonó en todo el barrio, es cuando empieza lo bueno. En esos casos, Rogelio tiene una filosofía muy particular. “Mañana será otro día”, dice. Y con emoción contenida vuelve a mirar el video de los 15 de su única hija. “Vale la pena. Es una fiesta que se celebra una vez en la vida".

Iván García

Este trabajo, tomado del blog Desde La Habana en febrero de 2010, es una versión de Extravagantes fiestas de 15 años en medio de la pobreza, publicado en El Mundo/América y tuvo más de 300 comentarios.

Leer también: Mis 15 y Los 15 de Yania.

viernes, 19 de octubre de 2012

Los hijos de papá y los hijos del maltrato



Nada de política. El reencuentro amoroso con el novio, fue lo que estimuló a Glenda Murillo, hija de Marino Murillo -el zar de la economía raulista-, a cruzar la frontera de México a Estados Unidos y, gracias a que tenía los “pies secos”, acogerse a Ley de Ajuste Cubano.

Según fuentes que solicitaron el anonimato, la psicóloga de 24 años y trabajadora del Instituto de Neurociencia del Polo Científico, ocupaba allí una plaza de investigadora sin tener un currículo académico brillante que justificara su puesto, un requisito indispensable para los comunes mortales que aspiran a trabajar en dicha entidad. A través de gestiones personales Glenda obtuvo la invitación para asistir a una conferencia de psicología en México y lógicamente, con las influencias del padre, no debe haberle sido difícil conseguir el salvoconducto indispensable (tarjeta blanca) para salir del país.

Lo cierto es que Glenda, una linda cubanita sin problemas económicos, techo sin peligro de derrumbe, comensal de una mesa donde no sirven picadillo de soya, croquetas de claria, ni café mezclado con chícharos; y que jamás tenido una posición contestaría hacia el régimen -según declaró a la prensa su tía Idania Díaz-, cruzó felizmente la frontera y, con el consentimiento de las autoridades norteamericanas, ha logrado su objetivo de reunirse con su amado en Hialeah. Lindo final para una conmovedora historia de amor, perfecto guión para una telenovela.

Amén de que EE UU es una nación soberana y como tal tiene todo el derecho a elegir sus leyes, el caso de Glenda Murillo saca a la luz nuevamente las contradicciones de la política migratoria de ese país hacia Cuba. Según opina la mayoría de las personas con las cuales he hablado, la hija del verdugo económico debería ser devuelta a la Isla, con la misma sangre fría con que son repatriados los balseros interceptados en el Estrecho de la Florida, gente humilde que tiene motivos más poderosos que ella para largarse de Cuba y además ha sufrido los embates de las tormentas y el ataque de los tiburones.

Sin embargo, mientras cada día son devueltos los traumatizados balseros, Glenda Murillo tendrá la oportunidad de amar a su “querido noviecito”, y disfrutar de los derechos y libertades que tienen los dichosos residentes en Norteamérica. Asimismo, si lo desea, para que su papá pueda nuevamente estar orgulloso de ella, podrá salir a las calles de Miami a exigir libertad para los 5 espías presos en EE UU, o protestar contra el embargo estadounidense y las políticas que aprietan las tuercas al régimen castrista y le hacen más difícil a su papá la tarea de “salvar al socialismo”.

En realidad, Glenda es solo una más de los tantos simuladores que han proliferado en Cuba durante más de cinco décadas. Como muchos, que en su momento gritaron “paredón”, guisaron con entusiasmo la “caldosa” del 28 de septiembre para celebrar el aniversario de los CDR, integraron -o aún integran- las porras de repuesta rápida, marcharon por la Plaza de la Revolución gritando a todo pulmón loas al castrismo, y hoy se pasean por Miami o hacen fila en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (USINT) para pedir sus visas y viajar definitiva o temporalmente a “las entrañas del monstruo”.

Con gran desconcierto, Paco, jubilado de 68 años, afirma que la oficina consular le otorgó visa de residencia permanente a un sujeto que se cansó de manifestar públicamente que 'el ataque a las torres gemelas del World Trade Center, fue un golpe que se merecían los americanos, por ser unos hijos de p…'. “Allá ellos", dice Paco.

Entretanto, algunos opositores que son constantemente hostigados y acechados por las turbas de respuesta rápida y la policía política, y cuyos hijos son privados de cursar carreras universitarias o expulsados de sus centros laborales, se quejan de la indiferencia por parte de algunos funcionarios de la Oficina de Refugiados de la USINT.

Ojalá el caso de Glenda Murillo, sea una motivación para revisar la política migratoria de EE UU hacia Cuba y también la Ley de ajuste cubano, o al menos para provocar el debate. Sería bueno que se escogiese a quienes verdaderamente merecen ese beneficio y se excluyera a todos estos descarados.

Pablo Pascual Méndez Piña
Cubanet, 5 de septiembre de 2012.
Foto: El vicepresidente Marino Murillo, con la gorra azul, con su hija Glenda, de vacaciones en Cuba. Tomada de Cubanet.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Un barrio de ricos


Cuando triunfó la revolución, en 1959, algunos repartos lujosos de La Habana, muchos con nombres de origen inglés, comenzaron a ser llamados con denominaciones indígenas u otras de factura nacional. Tal fue el caso del Biltmore, en el municipio Playa, al que renombraron como reparto Siboney.

En este reparto, donde vivieron familias adineradas, el gobierno revolucionario convirtió inicialmente las lujosas casas en albergues de becados. Incluso alguna que otra de las casas expropiadas a sus legítimos dueños fue asignada como morada a una familia humilde, aunque siempre como excepción, pues la distribución de las lujosas mansiones a la población nunca formó parte de una política generalizadora.

Algunas familias que apenas tenían donde vivir, se vieron, de la noche a la mañana, residiendo en mansiones, con piscina, garaje y cuidados jardines. Pero el hechizo, como el de Cenicienta, duró muy poco. Muy pronto se hizo evidente que los nuevos moradores no tenían recursos para mantener aquellas casas. Las piscinas pasaron a ser reservorios de jicoteas y mosquitos, las grietas dejaron de resanarse y el descascarillado de la pintura marcaba el paso del tiempo.

Julio y Ana vivieron con sus dos hijos pequeños en la calle 214, número 1108, entre 11 y 11 B, en Siboney. La casa tenía seis cuartos, tres baños, piscina, garaje y jardín. Ella cuenta: “En los casi diez años que vivimos allí, jamás pudimos bañarnos en la piscina. Cuando nos mudamos, ya el agua estaba sucia. El sistema de bombeo de la piscina estaba roto, y no teníamos dinero ni recursos para arreglarlo. Un día vinieron dos funcionarios del gobierno y me dijeron que teníamos que irnos para un apartamento que nos habían asignado. Mi esposo estaba en la guerra de Angola, y yo estaba sola con mis dos hijos. No me quedó más remedio que abandonar la casa e irnos a vivir a un modesto apartamentico en el barrio de la Víbora”.

La misma suerte de Ana la corrieron todos sus vecinos pobres. Los estudiantes becados también fueron sacados finalmente de Siboney.

El gobierno decidió brindar las deterioradas mansiones a mejores postores. Algunas pasaron a ser residencias de diplomáticos. Otras, residencias de funcionarios del gobierno o revolucionarios ricos, como políticos, militares, algunos músicos y empresarios. Otros afortunados, miembros de la nueva clase comunista, como el difunto comandante Bernabé Ordaz, que contaban con los recursos ilimitados del Estado, siguieron viviendo en este barrio.

Siboney hoy sólo mantiene el nombre indígena que le puso la revolución, porque ya desaparecieron los becados y los humildes; la extracción social de sus moradores ha variado diametralmente. Salvando las distancias, Siboney ha vuelto a ser tan exclusiva como lo era cuando se llamaba Biltmore.

Julio César Álvarez
Cubanet, 12 de septiembre de 2012.
Foto: Tomada de Cubanet.

lunes, 15 de octubre de 2012

Una voz que atraviesa heridas



A última hora, allá por el verano de 2003, con cerca de 80 años porque nunca llegó a decir la fecha exacta de su nacimiento, Celia Cruz, una mujer universal que tenía en el puño de su mano derecha toda la gloria terrenal que se le concede a los grandes artistas, sabía que se iba a morir. Estaba enferma en su casa de Nueva Jersey y se sentía más cerca que nunca de Cuba, el país que arrastró por el mundo como una nube invariable y blanca bajo los colores de las maniguas de sus pelucas.

Se pasó 43 años (salió al exilio en 1960) con la isla en la cabeza palpable y viva, acompañada por la constancia de los sueños que se interrumpen en la vigilia y regresan después a la escena original para comenzar otra vez. No dejó que la distancia, la fama, los premios y el oropel de la farándula le borraran el ambiente familiar de su infancia y su juventud en el barrio habanero de Santos Suárez, cuando quería ser maestra y tener seis hijos.

Tampoco olvidó que la dictadura le prohibió viajar a La Habana para asistir a los funerales de su madre. Pero ni la nostalgia por la las calles y los sitios queridos, la familia y los amigos, el derecho a tocar la memoria y visitar el pasado, ni la indignación por la intolerancia de los gobernantes, pudieron llenarla de odio, frustraciones y amarguras.

La artista Celia Cruz estuvo en el aire, en las alturas, desde los primeros concursos que ganó en las emisoras de su ciudad, a finales de la década de los 40. En esa época admiraba a Carlos Gardel y a Libertad Lamarque, cantaba boleros, piezas de corte afrocubano, guarachas y todo lo que pidiera el público disperso y plural de los estudios radiales y de los pequeños y oscuros clubes donde le daban chance a una muchacha desconocida que era bonita y tenía buena voz. Ahí se inició la crisis definitiva de su vocación para el magisterio y para la carrera de ama de casa.

Cuando poco después entró como cantante solista en la famosa orquesta La Sonora Matancera, la negra de Santos Suárez se reafirmó en la ruta de su ascensión. Los asuntos privados de la señora Celia Cruz, su añoranza por el país donde nació y por la gente que extrañaba y su rechazo por el totalitarismo, pasaron a formar parte del anecdotario exuberante de la artista, de sus salidas punzantes y secas, sin afectar el mensaje de alegría, fiesta, goce y arte puro que trasmitía desde los escenarios.

Cantar la hacía feliz, lo dijo muchas veces, y repartía esa felicidad a través de una voz educada y melodiosa que solía traicionar a menudo su espíritu cimarrón. Para alcanzar esa comunicación usaba también una manera de actuar, de vestirse y de presentarse ante los espectadores. Una herencia de sus años como cantante del espectáculo de Las mulatas de fuego, del cabaret Tropicana, en el que las coreografías pomposas y resplandecientes le pusieron color, protuberancias y movimiento a los bailes del Caribe.

Celia Cruz recibió durante su vida artística muchos de esos títulos provisionales que ponen los cronistas de espectáculos para tratar de fijar en la actualidad a un personaje. Ella sobrellevó esos rótulos sobre sus señoríos en la salsa, en las guarachas y otros géneros como parte de las campañas de promoción de empresarios y agentes. Y con su trabajo de todos los días se despojaba de las insignias y clasificaciones porque, aunque tenía sus preferencias por ciertos ritmos muy comprometidos con las claves cubanas, nunca dejó de cantar boleros y no creyó que para su voz había zonas prohibidas en la música popular.

Vivió abierta a la búsqueda de la renovación. En uno de sus últimos discos, La negra tiene tumbao, grabado unos meses antes de su muerte, utilizó, junto a sus moldes musicales tradicionales, elementos de nuevos sonidos caribeños en la línea del hip hop y del rap.

Trabajó con los artistas más relevantes de su tiempo, desde Lola Flores hasta Luciano Pavarotti, y con todos sus compañeros de viaje de la música en el continente americano y el Caribe. Estas cifras no tienen nada que ver con las ilusiones privadas de la muchacha de Santos Suárez: en medio siglo de trabajo publicó 80 discos y ganó cinco premios Grammy.

Cantaba en un español personal que llevó a los más de 100 países donde se escucha su música. Un idioma que se reconoce enseguida porque le quitó la zeta y la erre final a la palabra azúcar y utilizó como credencial y saludo una contraseña que sonaba así: «¡asssucaaa!». En ese lenguaje especial, Borondongo y Buchilanga son nombres propios, jincha quiere decir inflamación, tumbao es una forma de caminar, monina es sinónimo de amigo y burundanga es una maldición.

Su vida tenía ámbitos materiales directos y elementales. Le gustaba quedarse en casa frente a la televisión y cerca de su amor de toda la vida, el trompetista Pedro Knight, un tipo sin voz ni estilo que era su cantante preferido porque, según ella, le gustaba ponerse romántico y hacía que los boleros se volvieran más sentimentales.

En la memoria, la artista hallaba otra manera de vivir y de viajar. Si se acordaba de una guanábana o un mamey iba y venía en unos segundos a los mediodías de su niñez y si convocaba el perfume de la flor del galán de noche, eran las estrellas del cielo de La Habana las que se dejaban ver por unos instantes.

Soñar con su país no era una muestra de amor frente al odio de los que prohíben su música. Fue una manera de ser feliz y la única vía de regresar todos los días a ensayar el concierto que anunció que iba a dar en el Parque Central de La Habana. Una sesión de música libre para la que dejó grabada la canción Yo viviré. Empieza con estos versos: "Mi voz puede atravesar/ cualquier herida, cualquier tiempo/ cualquier soledad".

Raúl Rivero
El Mundo, 30 de agosto de 2012

sábado, 13 de octubre de 2012

"Un son montuno para la libertad de Cuba"


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Llegué una noche (hace ya algunos años) a su casa de Miami, acompañada de dos amigos de la época y del cineasta Ricardo Vega. Su esposa y él nos dieron la bienvenida en un portal amplio y fresco. Estuvimos escuchándolo rasguear su guitarra, extraerle incomparables melodías, soltar ideas sobre algunas canciones que le fueron presentando. Tuvo la amabilidad de mostrarnos su estudio, de hacernos sentir como si nos conociéramos de toda la vida. Nunca olvidaré su generosidad, la que hermana a los artistas verdaderos. Nos vuelve ahora a poner en contacto la periodista Tania Quintero.

Jorge Luis Piloto nació en Cárdenas, provincia de Matanzas, Cuba, el 15 de enero de 1955. Desde 1980 vive en los Estados Unidos. Su primera canción la escribió a los 13 años y en 1985 le llega su primer éxito, titulada “Por ella” en las voces de José Feliciano y José José, canción que fue nominanda al Grammy. Desde entonces le han grabado más de 400 canciones de las cuales muchas han sido éxitos. Ha sido nueve veces nominado al Grammy y el primero lo ganó en el 2009 con “Yo no sé mañana” en la voz de Luis Enrique, con quien ha grabado más de quince canciones a través de los años. Ha recibido más de 20 premios ASCAP de la Sociedad de Autores Americana, y en el 2010 recibió el premio más alto de dicha sociedad “The Golden Note” en reconocimiento a su carrera de más de 25 años, honor compartido con Armando Manzanero.

Entre sus logros tiene el record de mantener una canción durante quince semanas consecutivas en primer lugar en la lista de Billboard, “Quítame ese hombre”, interpretada por Pilar Montenegro. En esa lista ha tenido varios números uno a través de los años.

Fue ejecutivo de SONY y Warner Brothers como A&R (caza talento) firmando para estos sellos a artistas como Rey Ruiz, Victor Manuelle, Gilberto Santa Rosa, La Mafia y Bacilos. Algunas de sus canciones más conocidas han sido grabadas por:

Celia Cruz ………...……..(Que le den candela)
Rey Ruiz …………………(No me acostumbro)
Christina Aguilera …...........(Falsas esperanzas)
Olga Tañón…………....….(Como olvidar)
Gloria Estefan………..........(Hablas de mí)
Tito Nieves………………..(Fabricando fantasías)
Myriam Hernández a dúo con Gilberto Santa Rosa..(No pense enamorarme otra vez)
Alexandre Pires …. Versión al portugues de (Quítame ese hombre) Tira ela de mim

Otros artistas que le han grabado: Jerry Rivera, Luis Miguel, Gilberto Santa Rosa, La India, Lourdes Robles, Yolandita Monge, Lissette, Willy Chirino, El Gran Combo, Oscar de León, Matha Sanchez, Daniela Romo, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Carlos Vives, Andrés Cepeda, Issac Delgado, Dyango, Chayanne, Pablo Montero, Lolita, Gloria Trevi… entre otros.

¿Hubo algún acontecimiento en tu infancia que te condujera a la música, quisieron tus padres que estudiaras música, por ejemplo?

-En mi familia no hay nadie, que yo sepa, relacionado con la música, solo recuerdo a mi madre, que cantaba cuando hacía los quehaceres de la casa. Mi encuentro con la música fue casual, un amigo de la escuela que se había comprado una guitarra me pidió que cantara mientras él la tocaba y me sugirió que tomara clases, pero yo no tenía dinero para pagarlas, entonces la maestra me hizo una prueba y me aceptó sin cobrarme. Esta maestra y gran mujer, Perlita More, además de música nos enseñó valores cristianos y patrióticos, era una gran martiana. Siempre al empezar la clase nos leía una frase de Martí y nos pedía analizarla, recuerdo aquella de ”Honrar honra”. A mis doce años me parecía una adivinanza. También decía "no se puede ser buen músico sin educación", ella me enseñó el camino.

¿Cómo se desarrolló tu adolescencia?

-Siempre estuve viajando entre la Habana y Cárdenas; mi padre era cardenense y mi madre pinareña, pero creció en La Habana. Se divorciaron cuando yo tenía 5 años, en ese momento vivíamos en La Habana, luego a los 8 años me fui a vivir con una tía abuela a Cárdenas, y regresé a La Habana cuando cumplí 16 años en 1971. Fui un adolescente pobre y rebelde, no me gustaba la escuela, ni seguir reglas, mi tía se merece un monumento por su paciencia. Siempre tuve muchos amigos, también los tengo hoy y todavía sigo en contacto con muchos de esa época adolescente.

A una persona que compone música popular, música variada, como es tu caso, y que además tiene una formación clásica, creo que la tienes, ¿qué es lo que le motiva a la hora de componer: la vida, los recuerdos, la calle, o la música misma?

-Mi primera sorpresa con la música fue darme cuenta que podía crear melodías para contar historias. Contrario a lo que muchos pensarían, mis primeras canciones fueron sociales, el huracán político que arrasaba con Cuba también arrasaba conmigo, cada canción que escribía estaba relacionada con esa realidad; mi inspiración era la vida misma, escribía cosas como: Quién pero quién no ha gritado nunca que si no cambia esto se derrumba. Yo no fui ni pionero. No fue hasta que salí de Cuba que vi la música como música. No tuve una formación clásica.

¿Cómo es tu mundo musical? ¿Quiénes te han influenciado?

-La primera canción que me motivó a escribir fue, “Aleluya”, cantada por Massiel y escrita por Luis Eduardo Aute. Aquella canción me cambió la vida, la cantaba hasta el cansancio, Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Alberto Cortéz y los Beatles, entre otros, también me influenciaron. Hoy escucho mucha música vieja, me encanta la trova tradicional cubana, el feeling de los 50’s y sigo escuchando a Serrat y a los Beatles, mi romance con Silvio terminó hace años desde que escribió aquello de “Vivo en un país libre”. Con él me pasó lo mismo que con el hip hop y el reggaeton, me decepcionaron.

Has tenido la suerte de trabajar con grandes artistas, ¿con cuáles te gustaría trabajar que no lo hayas hecho? Por ejemplo, en Francia, o en cualquier otra parte del mundo.

-Hay muchos artistas con los que me encantaría trabajar, pero con los que he trabajado, me he sentido realizado y afortunado, como Celia Cruz, trabajar con ella fue toda una experiencia, fue una gran artista y una dama. Con la música de Francia tengo poco contacto, es como la música de hoy en Argentina, se autoconsumen, no se preocupan por exportarla, como hicieron en su momento Charles Aznavour, Edith Piaff, Michel Legrand y Mirelle Matthieu. Sin embargo, la salsa ha invadido el mundo, yo he encontrado música mía en Alemania e Italia, es increíble que en Roma exista una emisora FM que toca salsa y lo mismo pasa en Corea y Japón. Me gustaría que Andrea Bocelli me grabara una canción algún día.

¿Cómo ves la música cubana actual? ¿Sientes alguna identificación particular?

-La música cubana se ha estancado, salen nuevos grupos y siguen grabando las mismas canciones de ayer, “Lágrimas negras“,” Como fué“, “El son de la loma” y “Tú me acostumbraste” entre otras todas viejitas. El turista que va a Cuba eso es lo que escucha y en la radio reggaeton, sin embargo los músicos cubanos son muy buenos, tienen una gran formación musical, es la creatividad la que ha sufrido y es por la censura que el gobierno cubano impone a toda manifestación artística. Las cosas más interesantes son las contestatarias como las de Los Aldeanos.

¿Cómo definirías el arte musical? Para mí, por ejemplo, la música es la más perfecta de las artes.

-La música como bien dices es la más perfecta de las artes, porque es abstracta, con múltiples interpretaciones, provoca emociones que no se pueden explicar, tiene un efecto hipnótico, pero eso solo pasa cuando es buena y no lleva texto, las palabras definen una historia o un estado de ánimo específico y eso limita su impacto, por eso la música clásica es universal.

¿Por qué te fuiste de Cuba y en qué condiciones?

-Me fui de Cuba por culpa del gobierno comunista que decía, “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada” y como ellos me hacían sentir “nada”, pude gracias a Dios salir en 1980, por el Mariel. Nunca he regresado.

¿Qué piensas del supuesto intercambio musical en el que no ha habido más que músicos de Cuba que han viajado a Estados Unidos?

-El intercambio musical es solo de una vía, de Cuba a Miami. Aquí se presenta cualquier grupo o solista y nadie les dice nada, van a la televisión como si estuvieran en Cuba, halagan a Fidel, anuncian sus eventos y se llevan el dinero de este exilio intransigente y troglodita que tanto odian. Pero que le nieguen a los artistas de Miami ir a Cuba, ha tenido un efecto positivo, ahora el que no sabía, ya sabe dónde están los intransigentes y los radicales.

¿Crees que un músico no debería opinar de política? ¿Es preferible que hable de música solamente?

-El músico que no tenga una opinión política es hipócrita o es imbécil, nadie puede sustraerse de su entorno, todos estamos afectados por la política, el precio de la leche y el pan estan afectados por la política. Se puede ser de izquierda o de derecha pero todos tenemos una opinión en política.

Sé que los músicos se enamoran de las voces tanto como de las melodías… ¿Qué melodías y qué voces prefieres o te obsesionan?

-Prefiero las melodías que evocan nostalgias o tristezas, esas son las que más me gustan, por ejemplo, las de Michel Legrand, Gershwin o Tchaikovsky, en cuanto a voces no soy muy fanático de las voces líricas, con la excepción de Pavarotti y Andrea Bocelli, prefiero las voces que aunque no sean grandes sepan tocarte el corazón, ejemplo, Nat King Cole.

Supongamos que Cuba es libre, y que te piden que compongas la música para celebrar esa libertad, ¿qué ritmos usarías, y con qué músicos (no solamente cubanos) te gustaría trabajar?

-No sé si seré capaz de hacer esa canción, me encantaría hacerla, pero tendría que salir natural, como me salió la cancion, “Laura, Dama de Blanco”, dedicada a Laura Pollán y que cantó Amaury Gutiérrez. Si pudiera escribir esa canción, sería tal vez un son montuno, porque es alegre, y me agradaría que participaran todos los artistas que quieran celebrar con nosotros nuestra libertad.

¿Qué le dirías a los cubanos de hoy, a esos que desconocen, por qué les han censurado la verdadera historia de la música cubana?

-A los cubanos de hoy, les diría que busquen a nuestros artistas, que aprendan a amar nuestra música, que sepan quién fue Ernesto Lecuona, Olga Guillot, Celia Cruz, La Lupe y tantos que murieron y no pudieron regresar a Cuba y a los que aun viven regados por el mundo como Paquito D’ Rivera, Marisela Verena, Amaury Gutiérrez y tantos otros. También a aquellos que viven censurados en Cuba como Los Aldeanos.

¿Algo más?

-No, sólo agradecerte el detalle de hacerme esta entrevista. Me siento super halagado.

Halagada me siento yo.

Zoé en el Metro, 8 de septiembre de 2012.

jueves, 11 de octubre de 2012

Yerba, pastillas y polvos


Últimamente, la ketamina es la pastilla mágica. Quiero decir, la pastilla de los que no pueden pagar la coca, que son los más. Halar polvo es un lujo que solo se pueden dar los macetas, las jineteras, algunos músicos y ciertos hijos de papá. Las diferencias clasistas también alcanzan -¡y de qué manera!- a los junkies cubanos.

En una irónica alusión a aquella "cleptómana de bellas fruslerías" de la trova tradicional, la protagonista de una canción del cantautor Adrián Berazaín es una ketainómana (¿del Parque de G?).

Dicen que la ketamina es capaz de tumbar a un caballo. Y es cierto: los veterinarios la utilizan como anestesia. Aseguran que no crea adicción, que causa euforia, sientes como el cuerpo se te estira o se te encoge, como la mente y el alma se te desprenden del cuerpo. Pero depende: a algunos les causa estados de pánico o ansiedad.

De cualquier modo, lo peor viene después, cuando empieza a pasar el efecto inicial. Deja una resaca oceánica, y el cerebro enredado en sargazos que te lo trituran. Y vómitos y mareos. La sobredosis puede resultar mortal. Pero los que se enganchan vuelven una y otra vez a consumir.

"Nada, es como emborracharse, pero mejor, más descargoso", me dijo un adolescente, con piercings en los labios y los párpados, con un aspecto pálido y enfermizo, acentuado por la ropa negra que vestía.

La ketamina –o kit-kat, como también la llaman- un poco más cara, pero también mucho más efectiva, ha venido a competir con la amitriptilina y el parkisonil –"el paco", como le llaman- que se vende de 15 a 20 pesos la pastilla y otros medicamentos que en Cuba son utilizados por los jóvenes "para arrebatarse" desde hace varias décadas.

El fenómeno de la droga, pese a las periódicas operaciones policiales, las discotecas clausuradas y las severas sanciones contempladas por el Código Penal para los traficantes, nunca se erradicó del todo, como pregonaba hasta hace una década –antes de la Operación Coraza- la propaganda oficial.

Recuerdo que cuando era un adolescente, allá por los inicios de los años 70, la marihuana estaba a tutiplén por toda La Habana. Un cigarro, con independencia de la calidad, no costaba más de 10 pesos. En cada barrio había tipos que la vendían. En las fiestas "de onda", los pitillos -o las aldabas, como las llamaban en dependencia del grosor- se pasaban entre los pepillos. Los "iniciados" recomendaban inhalar fuerte y tragarse el humo. Así se ahorraba, alcanzaba a más, hacía efecto más rápido y se disimulaba la humareda y el olor.

También los muchachos, sobre todo en las etapas de la escuela al campo, solían tomar cocimiento de flor de campana o fumarla, pero resecaba mucho la garganta y había que tener mucho cuidado porque una especie de campana era sumamente tóxica. Si te descubrían con el cocimiento, siempre podías alegar que eras asmático. Como el Che...

Por entonces, la droga dura era el 'desartedrón' (desaktedron), que se tomaba con cerveza o ron para multiplicar su efecto, que de todos modos era demoledor. Conozco a muchos que terminaron convertidos en guiñapos, con el cerebro achicharrado o muertos. Cuando llegaron los tiempos de las agujas infestadas de Sida, el balance de bajas fue aterrador.

Hoy, un cigarro de marihuana cuesta el doble y hasta el triple que hace veinte años. Pero la calidad es mejor. Ya casi no circula la llamada "yerba de parque" que antes tanto abundaba y que tanto defraudaba a los "que sabían". Desde hace unos años, los adictos se refieren a la "marihuana yuma" (¿colombiana?), "la buena", y desdeñan la otra (¿nacional?). La primera cuesta no menos de dos cuc el cigarro; la otra se consigue a la mitad.

"La piedra es más cara y muy incómoda para halar, calentar la lata y toda esa descarga. Es demasiado foco. Y hace más daño. Pero si la rallas y ligas el polvo con la ganja, es lo máximo", me explicó un muchacho de Mantilla, de unos 19 años. Cuando le pregunté por qué se endrogaba si sabía el daño que hacía, me miró como si le hubiese hablado un sapo, se enganchó los audífonos y dijo: "No hay más ná, puro, esto no está fácil".

Casualmente, fue la misma respuesta de los muchachos de El Callejón, más o menos de la misma edad, y que se definen como "repas". Todos aceptan haber fumado o tomado pastillas alguna vez y refieren que les gustó. Parece que me puse impertinente con las preguntas y no quisieron explicarme el gusto que le han cogido algunos muchachos a machetearse entre ellos o con cualquiera que se les cruce en su camino.

Definitivamente, ninguno de ellos es el hombre nuevo de que hablaba el Che. O sí: precisamente eso fue lo que salió de la probeta.

Luis Cino
Primavera Digital, 22 de agosto de 2012
Foto: Parque de G, lugar de encuentro de frikies, punks, hippies, emos, góticos... Tomada de Havana Times.

martes, 9 de octubre de 2012

Blogueros estatales



Veo bien que existan blogueros que defiendan a los Castro. Tampoco me molesta que hagan eventos, fiestas y debates. En esta marea de blogs y webs oficiales hay personas talentosas . Desde los realizadores de La Joven Cuba, Paquito el Gay, Negra tenía que ser, de Sandra Álvarez , o La polémica digital de Elaine Díaz.

Me parecen honestos. Apoyan la revolución y se sienten orgullosos de respaldarla. Lo que me disgusta de algunos de ellos es que intentan vender un discurso de respeto y tolerancia que en la práctica no cumplen. A veces hablan de diversidad de criterios, pero sólo dentro de los 'parámetros revolucionarios'.

Esa muletilla invalida la discusión. No son originales. Retoman un concepto instaurado por Fidel Castro en junio de 1961, cuando el comandante con su uniforme verde olivo, resolvió el dilema sobre la libertad de expresión situando su pistola frente a los impávidos intelectuales que participaban en un debate en la Biblioteca Nacional.

Su frase “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada” se ha convertido en la 'regla de oro' por la cual se rigen las instituciones culturales y los medios nacionales de comunicación. Hasta el día de hoy.

No hay nada más antidemocrático que esa expresión . Si a usted le parece bien lo que en 1961 dijo el guerrillero, perfecto. Pero por favor, no aparente ser una persona liberal de la izquierda moderna.

Todo lo que sea excluyente es una aberración. Dentro de la panoplia de bitácoras oficialistas hay blogueros con discursos moderados. Tiran una de cal y otra de arena. Defienden el derecho a internet y abogan por la derogación de los permisos de salida.

Aunque pretenden ignorar a quienes no están de acuerdo con la autocracia de los hermanos de Birán. Los ‘contrarrevolucionarios’ también somos cubanos. Y con derechos. Por miedo o deshonestidad profesional se silencia el tema.

Gobernar a lo Castro no es sinónimo de Cuba o de Patria. Aunque muchos pretendan confundirlo. A raíz de un evento efectuado en Matanzas, donde se excluyó a blogueros que apuestan por el socialismo, se ha desatado una cacería de brujas contra Elaine Díaz y Yasmín Silvia Portales.

Es una muestra de que las autoridades aprueban sólo a los que aplauden todo su discurso y no una parte de él. Creo que es de ingenuo pensar que el régimen va a permitir pasivamente la liberalidad y tolerancia .

A cambio de incondicionalidad, les asignan horas de internet y crédito libre para tuitear. En la otra acera, los blogueros alternativos pierden credibilidad si aceptan ayudas del exterior. En uno y otro bando, lo deseable sería tener plena y total independencia.

Pero la realidad suele ser complicada en un país como Cuba , donde una hora de internet equivale al jornal de quince días de trabajo de un obrero , y para adquirir un ordenador necesita el salario de dos años.

Los que apoyan rodilla en tierra a Fidel Castro tienen sus facilidades. Yohandry, autor del blog oficial más informado (en La Habana se rumora que es el seudónimo de un miembro de la Seguridad del Estado) emite dos veces más twits que Yoani Sánchez.

Cada twit cuesta un peso convertible. Sánchez publica en El País y otros diarios, ha ganado numerosos premios en metálico y se supone que paga sus twits. Me pregunto quién paga los de Yohandry y compañía.

Las instituciones gubernamentales son las que autorizan a navegar por la red a periodistas y funcionarios que laboran dentro del engranaje estatal, y les permite mantener actualizados sus sitios digitales. Puede que no todos apoyen incondicionalmente al régimen. Y que más de uno tenga discrepancias.

Pero las reglas de juego trazadas por Fidel Castro en 1961 han servido para alimentar la hipocresía y las mascaradas. De lo que se trata es que el estado de cosas debe cambiar. Y ese cambio pasa por respetar posiciones políticas y tendencias ideológicas diferentes.

De nada vale atacarnos unos a otros en nombre de ideales supremos. Elaine Díaz, una de las mejores blogueras cubanas, si no la mejor, debe existir. Y cohabitar con Havana Times, Enrique Ubieta, Cubadebate, Pedro Campos, Miriam Celaya, Luis Felipe Rojas y Laritza Diversent.

Cada cual en su espacio. Con derecho a poder dialogar respetuosa y públicamente con ciudadanos de criterios políticos diversos. Sin interferencias ni descalificaciones del gobierno y sus voceros. Eso es lo que yo entiendo por democracia.

Texto y foto: Iván García
Publicado el 15 de mayo de 2012 en Martí Noticias con el título ¿Quién paga los twitters de Yohandry y compañía?

domingo, 7 de octubre de 2012

Historia de una injusticia


Rogelio Meralla Soto, natural del Vedado y residente en Jaimanitas, cuenta una historia que parece increíble. En 1993 trabajaba de mecánico automotriz en el puerto pesquero de La Habana, y una mañana la policía tocó a la puerta de su casa, para llevárselo a una investigación de rutina, que se convirtió en siete meses y un día y medio recluido en la prisión Combinado del Este.

Lo acusaron de robo con violencia en una vivienda, cargo que negó desde el principio, porque era una infamia. El sábado que se perpetraron los hechos estaba en su casa del barrio La Timba, junto a su madre, viendo televisión.

El patrullero que lo fue a recoger lo dejó una semana en un calabozo de la estación de policía de Zapata y C, Vedado. Después lo trasladaron en prisión provisional para el piso de pendientes del Combinado del Este, hasta el día del juicio.

Estaba encarcelado injustamente, por lo que la prisión resultó doblemente terrible. Allí vio todo tipo de vejámenes. Intuyó lo que le esperaba en lo adelante, cuando en su expediente laboral apareciera la palabra ex recluso y se cerraran las puertas. Habitó en los cuatro pisos del penal: pendientes, mayores, jóvenes y menoría.

Al cumplirse los siete meses exactos de estar tras las rejas, en un carro jaula fue llevado al Tribunal de La Habana. Un abogado de oficio pudo verlo cinco minutos antes de efectuarse el juicio. Rogelio le contó atropelladamente que era inocente, que habían acabado con su vida, que le pusieran delante un solo testigo que jurara haberlo visto en el lugar de los hechos ese día. Estaba desesperado, flaco, triste...

La policía, que era quien lo acusaba, no se presentó a la vista. La única testigo que aparecía en el expediente era la propietaria de la vivienda violentada. Ella reiteró haber dicho desde el principio a la policía, que ése no era 'el negrito' que había visto rompiendo la ventana. "No sé por qué está preso todavía, si desde hace siete meses dije que no era él".

El fiscal, que solicitaba 16 años de sanción, retiró la petición. El tribunal ordenó libertad inmediata. Sin embargo, lo llevaron de vuelta al Combinado y lo metieron en un depósito de tránsito, junto a una veintena de delincuentes consumados listos para sentencia.

-Ese día y medio marcó mi vida, porque según la ley por ese día y medio ya no podía recuperar mi puesto de trabajo. Era un hombre libre declarado inocente y ni siquiera me dieron una disculpa. Al contrario, me tiraron en aquel hueco lleno de fieras, donde mi vida peligró cada segundo.

-Al día siguiente por la tarde, me llevaron al almacén de las pertenencias. Me dieron un pantalón cualquiera y una camisa, porque mi ropa no apareció por ningún lado. La carta de libertad que me entregaron la guardé bien para que no la vieran.

-Más que un salvoconducto era una acusación: Prisión preventiva por siete meses bajo sospecha de robo con violencia. Pensé que si alguien leía eso, podía ser conducido de vuelta al Combinado. Ese miedo, a que me lleven de nuevo injustamente a la cárcel, lo he incubado desde hace veinte años.

Frank Correa
Foto: Roelio Meralla. Tomada por Frank Correa
Cubanet, 4 de septiembre de 2012, publicado con el título Siete meses y un día y medio.

viernes, 5 de octubre de 2012

Diez respuestas a Zoé Valdés



1) Dónde naciste, en qué año y qué recuerdas de tu infancia y tu barrio.

Nací el 15 de agosto de 1965 en La Habana. Hasta los 13 años residí en la barriada pobre y marginal de El Pilar, municipio Cerro, colindante con Atarés y a tiro de piedra de la Esquina de Tejas y el Estadio Latinoamericano. La felicidad es relativa. Tenía los juguetes que me tocaban por la libreta una vez al año, y no los que deseaba, sino aquéllos que quedaban cuando nos tocaba comprar, casi siempre bates y pelotas, pues en esa época se hacía una lista y si a uno le tocaba el primer o segundo día podías adquirir algún juguete de calidad, pero en mi casa por lo general compraban el quinto o sexto día. Tampoco tuve televisor hasta diciembre de 1977, los dibujos animados los veía en las matinés dominicales en el Guisa, cine del barrio del cual recuerdo sus butacas rojas gastadas y el olor a orine de gato y moho.

En los primeros años de mi infancia mi pasión fue el béisbol. Lo escuchaba en un viejo radio RCA Víctor carmelita de forma ovalada, que en el mejor momento del juego se quedaba mudo. Con un par de golpes volvía a escucharse. Soy hijo de padres divorciados, mi papá era abogado y hablaba hasta la eternidad. Cuando íbamos a algún lugar, podíamos demorar horas, pues él se detenía a charlar con las personas sobre algún problema de vivienda, su especialidad. Murió cuando yo tenía 12 años.

Entonces vivíamos en un apartamento antiguo y desvencijado en un segundo piso de la calle Romay. Mi madre trabajaba, antes de ser periodista fue mecanógrafa, maestra y secretaria. A mi hermana Tamila y a mí nos crió nuestra abuela Carmen. Todo un personaje. Ella me dejaba jugar hasta tarde en las cuatro esquinas o desandar por todo el barrio. Algunos de mis amigos residían de manera precaria en un solar inmenso frente a la casa. Tenía un vecino adulto, el hoy afamado compositor cubanoamericano Jorge Luis Piloto, que vivía en un minúsculo cuarto del primer piso de nuestro edificio. En aquel momento yo pensaba que Jorge era rico, porque tenía televisor y una guitarra. En su cuarto veía la pelota, los dos éramos fanáticos de Industriales. Y en las tardes de ocio, que eran casi todas, nos entreteníamos en lanzar una bola de masilla contra un redondel que pintábamos en la pared.

Mi hermana y yo compartíamos un pequeño escaparate donde sobraba espacio. Tenía tres pares de zapatos: los colegiales, unos tenis viejos para mataperrear y un par de piel, que eran los de salir -aunque hubo un año que los de salir fueron unos 'kikos', como le decían a aquel horrible calzado plástico, producido en la isla en sustitución de los zapatos de piel. Más horribles todavían eran las botas ortopédicas. Además de poca, mi ropa era fea, como casi toda la de los niños nacidos en los 60 y que para vestirnos dependíamos de lo que vendieran por la libreta de productos industriales, que por suerte hace años desapareció. Cuando las medias desaparecieron del mercado nacional, las mujeres que sabían tejer a crochet se pusieron a tejer medias para niños, con el hilo que encontraran. Eran 'cheas' y molestas. Luego de un rato puestas, el tejido se te incrustaba en la piel.

No comí todas las golosinas que hubiera deseado y mi hermana y yo debíamos esperar a que mi madre cobrara su salario de ciento y pico de pesos para ir a un buen cine, a la pizzería Doña Rosina en el Vedado o tomar helado en Coppelia. Pese a todo, tuve una infancia feliz. Lo mejor, que todos lo sábados Tamila y yo íbamos a la Biblioteca Nacional y estábamos muchas horas leyendo libros infantiles. Lo peor, el humo contaminante que vertían las chimeneas de la fábrica de jabones y detergentes Sabatés, cercana a la escuela primaria, la Romualdo de la Cuesta, en la calle Estévez, también en el Cerro. Soy asmático desde los dos años. El alergista le aconsejó a mi madre mudarse. Eso aconteció en febrero de 1979. Desde esa fecha resido en la Víbora, antes una barriada de clase media, hoy con muchos bolsones de pobreza, igual que toda la capital.

2) Qué pensaba que sería tu vida cuando eras un adolescente?

En un tiempo deseé ser pelotero como Agustín Marquetti o Rodolfo Puente, a quienes conocí gracias a mi madre cuando era periodista de la revista Bohemia; después la única profesión que me gustaba era el periodismo. Era lógico. Crecí correteando dentro de los pasillos y redacciones de Bohemia. De puntillas veía las reuniones de los reporteros. Grandes de la pluma como Enrique de la Osa, Mario García del Cueto, Enrique Capetillo o Zacarías Tallet charlaban conmigo como si yo fuese un adulto. Una mañana, Jorge Alfonso, uno de mis ídolos del periodismo deportivo, me llevó con él a la inauguración de una serie nacional de béisbol en Matanzas. Como era tan majadero, mi madre cargaba conmigo en sus viajes de trabajo a las provincias. En la casa, uno de mis entretenimientos era transcribir de una grabadora las entrevistas que mi madre hacía. Sabía que de una forma u otra mi destino era ser periodista. De academia o empírico, pero periodista.

3) Qué estudiaste, dónde desarrollaste tu ambiente laboral antes de devenir periodista independiente.

No terminé el bachillerato, ya para ese entonces tenía un montón de problemas “de carácter ideológico”. Una tarde, el profesor de Historia me amenazó con llamar a mi madre y al director del preuniversitario si seguía contando relatos tergiversados sobre las brutalidades cometidas por Stalin. En aquel entonces leía muchos libros prohibidos para la mayoría de la gente en Cuba. Me acuerdo que cuando me botaban del aula me iba a la biblioteca a leer La Gran Estafa de Eudocio Ravines, que llevaba en mi carpeta forrado con una carátula de Fidel Castro, para no llamar la atención. Cuando cursé la secundaria, le dije a un profesor que no iba a participar en los actos de repudio, a los cuales alegremente iba toda el aula a lanzar piedras y huevos culecos a las viviendas de personas que habían decidido marcharse del país. Se llamaba Andrés y daba clase de Literatura, me dijo: "No vayas, esfúmate, pero no digas nunca lo que piensas, eso en Cuba te pude traer muchos problemas". A los pocos meses se fue por el puerto del Mariel. Era 1980.

Esa etapa marcó mi vida. Fue un antes y un después. A partir de ahí terminaron mis dudas con respecto a la buena voluntad de Fidel Castro y su revolución verde olivo. Al no terminar el preuniversitario no pude optar por estudiar periodismo. Tampoco me hubieran aceptado por mi conducta “impropia”. Pasé 3 años el servicio militar. Al terminarlo, laboré en distintos oficios: ayudante de albañil, en los talleres de la revista Bohemia, en un poligráfico, auxiliar de plomería, hasta que mi madre me consiguió una contrata en el ICRT. Como sabía escribir en máquina, fui una especie de secretario de Roberto Romay, un funcionario del DOR que estaba al frente de un grupo de reporteros de los servicios informativos de la televisión, entre ellos Tania Quintero, mi madre.

Lo menos que hice fue mecanografiar. Romay me dejó participar en la filmación y producción de algunos programas, entre ellos Puntos de Vista. A Tania le gustaba invitar a trabajar con ella en la realización de los programas a jóvenes, fueran periodistas o no, pero con ideas creativas. Una vez, en 1987, durante un Festival de Cine a un imberbe humorista, Alexis Núñez Oliva, hoy productor ejecutivo en Televisa, y a mí, nos dejó que saliéramos solos a la calle a grabar y hacer entrevistas para un Puntos de Vista sobre cine, radio y televisión que Tania estaba haciendo. Fue una etapa donde aprendí mucho al lado de profesionales como Lissette Bustamante, Iría González Rodiles y Leda Creah. Estuve muchas horas en cubículos de edición, vi cómo se armaba un espacio televisivo de 30 minutos. Una buena escuela.

4) Eres de los que con mayor equilibrio informas sobre la realidad cubana en estos momentos, cuándo decidiste ser periodista independiente?

Después de terminar mi contrata en el ICRT estuve haciendo medias en las esquinas, como muchos jóvenes en Cuba. Ya estábamos a las puertas del 'período especial'. Siempre, antes y ahora, me he relacionado con esa amplia gama de pícaros, buscavidas y marginales que existen en todas las ciudades. Conozco a dueños de “burles” (casinos particulares de juegos), boliteros, drogadictos, ex convictos, jineteras, ladrones de cuello blanco y ladrones de pata de cabra, mendigos, homosexuales, funcionarios y policías corruptos. Mucha de esa gente son protagonistas de mis crónicas. Me gusta escribir sobre los fracasados y los perdedores. Historias que no cuenta la prensa oficial, tan dada al triunfalismo.

Llegué al periodismo independiente en diciembre de 1995. Mi madre ya pertenecía a la agencia Cuba Press, fundada tres meses antes y dirigida por el poeta Raúl Rivero. Rivero, del cual tenía referencias por sus libros de poesía, una mañana me dijo: "Escribe un par de crónicas, luego veremos". Redacté dos textos que a la distancia me avergüenzan, pero Raúl los aceptó. Me integré a Cuba Press, la más profesional de las agencias de periodismo independiente que hubo, con varios periodistas procedentes de los medios oficiales. Comencé como todo novato, redactando noticias sobre detenciones y juicios a opositores. A ratos, escribía historias de La Habana subterránea. Después Rivero me recomendó que me dedicara a escribir de deportes y “de lo que te dé tu real gana”.

5) Es sabido que fuiste detenido e interrogado en varias ocasiones, tu te consideras un periodista o un opositor o ambas cosas?

Mucho antes de ser periodista independiente estuve detenido dos semanas. Fue en marzo de 1991. Fui acusado de 'propaganda enemiga'. Estuve en una celda de Villa Marista. Al salir tuve que soportar el acoso de los tipos duros de la Seguridad. Después de haberme iniciado en el periodismo continuaron las detenciones, ahora breves. Y las 'charlas' con oficiales de la policía política, más o menos amenazantes y chantajistas. De esas citaciones y 'charlas' no se libra nadie que en Cuba decide públicamente disentir. En esas 'conversaciones' tratan de hacerte cambiar de opinión y lo mismo pueden 'conversar' en tu casa, en una unidad de policía o una residencia de la Seguridad del Estado, a donde suelen llevar a los disidentes más conocidos. Pero a mí siempre me citaron para estaciones de policía y en una ocasión en el registro civil del municipio 10 de Octubre. La última 'cita', en agosto de 2010, fue en una unidad militar, con dos oficiales, uno de la Contrainteligencia Militar y otro del Departamento de Seguridad del Estado.

Creo ser un periodista incómodo. No pertenezco a ningún grupo opositor y no estoy sujeto a ningún tipo de censura, salvo la que impone la cordura. Soy muy crítico con el sistema diseñado por los hermanos Castro, y a veces también lo he sido con el rol desempeñado por la oposición. Soy un cazador solitario de historias. Un tipo que escribe lo que le apetece. Un electrón libre.

6) En estos días hemos vivido uno de los mayores traumas provocados por el supuesto accidente donde perdieron la vida Oswaldo Payá y Harold Cepero. Para mí y para una gran mayoría no se trata de un accidente, qué crees tú?

Como periodista no tengo todos los elementos para poder escribir que fue un complot. Como ciudadano sospecho que la historia real del accidente donde perdieron la vida Oswaldo Payá y Harold Cepero está por contar. Algún día, Zoé, se abrirán las puertas de los secretos de Estado y se sabrá lo que aconteció. Soy de los que piensa que en las alcantarillas del poder de todos los gobiernos, a discreción y en determinados momentos, se han utilizado las ejecuciones extra judiciales. No es solo la duda de lo acaecido a Payá. ¿Y Laura Pollán? ¿Wilmar Mendoza? ¿Orlando Zapata?

Si vamos más lejos, debiera hacerse una investigación a fondo sobre las muertes por infarto o cáncer de varios de los militares enjuiciados en 1989 por narcotráfico. A mí nunca me convenció la versión oficial del accidente del maestro de espías, Manuel Piñeiro, alias Barba Roja, tampoco el infarto del ex ministro del Interior José Abrantes. No soy fanático a la teoría de las conspiraciones. Pero el General que rige los destinos de Cuba es un conspirador en estado puro. Así lo hizo constar en un informe un agente de la KGB que en los años 50 conoció a Castro II.

7) En 2009, cuando ocurre la eclosión de los blogs cubanos en la isla, los nuevos comunicadores que en aquel momento no se llamaban opositores ni disidentes, polemizaron con Payá, cómo fue eso? Porque a algunos nos llegaron ecos, pero el único que asumió y escribió un artículo titulado El Cristo del Cerro fuiste tú. Hoy pareciera que ninguno de ellos tuvo un dilema con Payá.

En lo personal, respeto la ética y sólidas convicciones de Oswaldo Payá Sardiñas. También reconozco su meritoria labor al frente del Proyecto Varela. Discrepaba con Payá por sus métodos al enfrentar la autocracia. Soy de los que piensa que usando las mismas armas del gobierno poco se podrá alcanzar. En 2009, Payá emitió un documento en los que enjuiciaba -a mí me pareció que incluso daba órdenes- a los blogueros alternativos. En ese momento pertenecía a la plataforma Voces Cubanas y me sentí aludido. Le respondí con ese artículo de opinión. Era mi criterio. No soy hipócrita. Sucede que en Cuba la gente se toma las críticas como una ofensa. Es una rara manera de interpretar el concepto de la democracia. La frase con la cual terminé el texto se la repito a veces a ciertos disidentes que me miran con cara de perro: “Yo no soy el enemigo”.

8) No crees que en el proceso de cambio radical cubano hacia la libertad sería muy saludable introducir las críticas y las polémicas? Podrías abundar en el tema?

Por supuesto, no podría existir una sociedad abierta, tolerante y plural si faltara la crítica y la polémica. Es el combustible que provoca el desarrollo en cualquier sociedad. Es de mentecatos y autoritarios creerse poseedores de la razón o la verdad absoluta. Quien escribe como periodista tiene derecho a juzgar o criticar el papel de grupos, partidos, organizaciones y personas públicas. Al que no le guste, por favor, que no desempeñe esas funciones. Al menos yo no tengo que esperar a que Cuba sea libre para ejercer la crítica. Ya lo hago.

9) Cómo ves el futuro de Cuba....

Ni el astrólogo Walter Mercado puede augurar con certeza el futuro de Cuba. Vislumbro cuatro escenarios posibles. Más castrismo, sin los Castro. Una junta de empresarios militares que pactan con Estados Unidos. Revueltas civiles y el caos. Una transición pacífica, democrática y ordenada. Apuesto por la última. Pero tengo mis dudas si eso será lo que suceda. Estoy hastiado de líderes y anclas. Ciertas sociedades parecen que necesitan hombres fuertes y seguros. Pero se corre el peligro que por esa puerta entren también los caudillos y los autócratas.

Considero que en el futuro, el exilio cubano puede desempeñar un rol primordial. Algo se pega después de vivir tantos años en sociedades libres. Lo ideal sería que una mujer joven y moderna esté al frente de los destinos de la isla. Ya el discurso de los cojones está agotado. No sería mala idea mirar a Suiza y tomar como modelo su sistema de gobierno, donde cada año se elige un presidente y un consejo de ministros, que en total no pasan de ocho gobernantes federales. Pero, Zoé, parafraseando al ex senador Orestes Ferrara, ¿tendremos que importar los suizos a Cuba?

10) Crees que sólo los movimientos pacíficos son válidos para lograr la libertad de Cuba?

Pienso que una oposición pacífica sólida puede voltear un gobierno, por muy represor que sea. Ejemplos sobran. No es el único camino. Pero mi temor es que, por lo general, las sublevaciones armadas, en nombre de la democracia o lo que sea, siempre nos traen un dictador clarividente a la cabeza. Ya tuvimos un Fidel Castro. Más que suficiente.

Zoé en el Metro, 31 de agosto de 2012.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Huida de película de un supuesto general


El pequeño puerto de la playa La Panchita, en la provincia de Villa Clara, parece haber sido destinado a ser noticia este verano. Primero, los pescadores sin barco para trabajar, por falta de piezas para el arreglo, falta de pago a los trabajadores en las interrupciones existentes, y falta de vergüenza de las autoridades locales. Luego, temporadistas desalojados de sus propias casas, destrucción total de las viviendas que se edificaban en la zona de la playa, más el consecuente revuelo social.

Y ahora, lo más escandaloso: la visita del general Ramiro Leal González, quien, con su familia y dos de sus camarillas, uniformados como él, se presentó en el puerto, alegando que venían a investigar e inspeccionar los hechos y sucesos que estaban ocurriendo en la playa, porque habían llegado quejas al Consejo de Estado, en La Habana, sobre la demolición de casas y el gran descontento popular.

Auto con chapa oficial, uniforme militar, terminología y documentos acreditados. Todo lo trajo hasta la costa norte de Villa Clara el presunto general Ramiro, de La Habana. Nadie tuvo dudas al respecto, porque desde que comenzaron en la playa los conflictos de demolición y desalojos, nadie ve raro que visitantes con la facha del general Ramiro se presentaran frecuentemente.

Junto a su familia, y a los otros dos compinches, y exhibiendo todas sus credenciales, el presunto Leal González recorrió la playa a pie, junto a los dirigentes del municipio y la delegada de la zona. Lo revisaron todo, palmo a palmo. Nadie notó nada anormal. Nadie dudó de su comportamiento ni de su actitud. Así como nadie consideró ilógico que visitaran los barcos del puerto. Tampoco nadie vio irrazonable que entraran a los almacenes de comida y hasta almorzaran gratuitamente en el restaurante.

Era muy normal todo, pues ya los anteriores visitantes, tanto los del Consejo de Estado como los de la Asamblea del Poder Popular municipal y provincial, lo habían hecho de la misma manera, se supone que con el objetivo de comprobar cómo se estaba desarrollando el trabajo en la playa y cómo se encontraba la oferta de alimentos para este verano.

Tampoco hubo objeción alguna cuando el general Ramiro pidió muy formalmente, en Guardafronteras, uno de los barcos camaroneros, de los mejorcitos que tuvieran en el puerto, para explorar parte del litoral, acompañado por su familia y compinches.

Así fue como los mismos trabajadores del puerto, dirigidos por sus respectivos jefes, le recolectaron en el barco alimentos, refrescos y agua para estar algunas horas “dando vueltecitas por los cayos cercanos y por el litoral”. A nadie le llamó la atención que Leal se negara rotundamente a que lo pilotara el mismo timonel del barco, arguyendo que eso no era necesario, porque uno de sus guardaespaldas era un eminente marino, capitán de los guardacostas de La Habana.

Conclusión, hasta hoy, los del puerto continúan esperando por su regreso y su informe sobre la visita de reconocimiento. Los ojos de los dirigentes del municipio se han perdido mirando hacia el mar, en busca del barco camaronero.

Los muchachos de guardafronteras, jóvenes que ahora cumplen su servicio militar en la zona, tuvieron que gastar todo el combustible que le dan para el patrullaje de la semana, porque fueron obligados a revisar, tramo a tramo, cada pedazo de los cayos aledaños y de todos los recovecos adyacentes, en busca del camaronero y de sus tripulantes, ya que podían estar accidentados o rotos en algún lugar.

Al otro día de este hecho, fue cuando apareció el barco camaronero. Regresó solo y al parecer venía arrastrado por las fuerzas de las olas. En su interior no se encontraban ya los alimentos, ni tampoco los tripulantes. Pero sí los tres uniformes militares.

Ahora la playa está inanimada y silenciosa. Y, por supuesto, los equipos de demolición que pretendían arrasar por completo fueron trasladados del lugar. Puertas adentro, todos murmuran que el general Ramiro, de La Habana, y sus guardaespaldas, vinieron a darle el merecido escarmiento a los que con tanto odio destruyen La Panchita.

En los cotilleos, se insiste en cuanto a que el tipo no es general, sino un pícaro que decidió sacar lasca de los problemas de la zona, y que disfrazado y con falsos documentos, se voló para la yuma, con los recursos de la corrupta jerarquía política.

Lo que sí se puede decir, con total certeza, es que todavía no se ha presentado allí ningún “peje gordo” para investigar este caso. Debe haber mucho miedo en el ambiente. Porque todo indica que este embarre, que ahora pretenden acallar, es más escandaloso que la misma demolición de la playa La Panchita y que sus ya populares desalojos.

Texto y foto: Isbi Pascual
Cubanet, 6 de septiembre de 2012, publicado con el título La gran escapada.

lunes, 1 de octubre de 2012

Se avecina un otoño caliente


Lo peor para el gobierno del General Raúl Castro en 2012 quizás esté por venir. Las malas noticias se agolpan en su carpeta de trabajo. El artefacto Scarabeo 9 no ha hecho brotar petróleo de los pozos submarinos explorados.

La economía cubana sigue en números rojos. La agricultura no carbura. Las exportaciones en mínimos. Para echar dólares al canasto se cuenta con el turismo extranjero, el crecimiento de las remesas giradas por la diáspora y aplicar medidas, como el tarifazo aduanero, altamente impopulares.

A dos años de ampliar el espacio para el trabajo privado, los resultados dejan que desear. La economía de las pizzas caseras y el pan con mayonesa no ha traído un repunte en las cifras macroeconómicas.

Se sigue en las mismas. Un millón de empleados a las puertas del paro que deben arreglárselas como puedan en una economía de supervivencia.

El problema es que la baja productividad, la mala calidad de muchos artículos, el encarecimiento del valor agregado de los productos debido a los altos impuestos, y las regulaciones absurdas a los campesinos particulares, son un freno de mano a las tímidas reformas.

Súmele a esto la doble moneda. Los obreros cobran una moneda que apenas alcanza para comprar viandas, pagar la factura eléctrica y adquirir una exigua canasta básica que se otorga por la libreta de racionamiento.

A la hora de comprar detergente, aceite, equipos electrodomésticos, calzado y ropa debes pagar con divisa. Esa aberración monetaria lastra cualquier transformación sería y a fondo en la economía nacional.

Mientras los asesores del General barajan opciones en pos de obtener dólares frescos, la gente de a pie se rasca el bolsillo y ponen a prueba el ingenio para llevar tres platos de comida caliente a la mesa.

Ya se sabe que el régimen considera la alimentación un asunto de seguridad nacional. Pero el gobierno de Castro II poco ha logrado. Sigue ausente el vaso de leche en el desayuno. Al igual que el café.

Los precios de los embutidos, carne de cerdo, frijoles, frutas, viandas y hortalizas se mantienen por las nubes. No se ve un atisbo de que bajen. Al contrario.

Los salarios se mantienen congelados en el tiempo. Mientras una familia debe desembolsar 6 o 7 veces más para adquirir comida o pagar la cuenta de electricidad, su sueldo solo ha crecido unas pocas decenas de pesos en los últimos 20 años.

El panorama interno se antoja desolador en este otoño. Y puede que la mala racha se estire. Es habitual en las autocracias, ineficaces y que no generan riquezas, la dependencia letal de factores externos.

En el caso de Cuba, experta en pasar la gorra, y acostumbrada a vivir del subsidio de otras naciones, las elecciones de octubre en Venezuela, y en noviembre en Estados Unidos , pasan a ser un asunto de prioridad número uno para el gobierno.

El presidente Hugo Chávez es el as de full en la estrategia de los hermanos Castro. Su mano ganadora. La teta que aprovisiona de petróleo y recursos al país. Para mantenerlo con vida, el régimen no ha escatimado recursos en la atención médica del Santa Claus sudamericano. La lucha de Chávez no es sólo contra el cáncer.

Aunque la mayoría de las encuestas al bolivariano le otorgan ventaja en los comicios de octubre, su mala gestión económica, una de las mayores tasa de criminalidad en el mundo, y el déficit de alimentos, además del degaste lógico del poder, ha provocado un declive en su popularidad entre los venezolanos pobres de los cerros.

Frente a él tiene un joven y saludable Henrique Capriles que va a por todas. De perder Chávez en las urnas, el epicentro del terremoto detonará en Cuba.

Si Capriles, como ha anunciado, deja de ofertar petróleo a precio de saldo al régimen cubano, recorta de golpe los préstamos y el pago en divisas a la cooperación de médicos, entrenadores deportivos y otros especialistas de la isla que laboran en Venezuela, el varapalo al dúo de ancianos guerrilleros que por 54 años han regido los destinos del verde caimán seria estremecedor.

Cuba no está en condiciones de pagar el petróleo al precio que se oferta en el mercado mundial. Esto traería consecuencias nefastas. Fábricas paradas, la vuelta de extensos apagones, en fin, otro ‘período especial ’ dentro de un nuevo ‘período especial ’ .

Las noticias preocupantes no terminan. Al doblar de la esquina están las elecciones de Estados Unidos. Barack Obama es un tipo vilipendiado por los Castro, pero gracias a un grupo de medidas puestas en práctica por su administración, los viajes de cubanoamericanos han aumentado al punto de convertirse en el segundo mayor grupo de visitantes a Cuba detrás del turismo canadiense.

Obama, además, autorizó los viajes a la isla desde 16 ciudades de la Unión. Y permitió transferencias por la Westerrn Union de hasta 10 mil dólares. Esto ha provocado que se duplicara el envío de dólares y pacotilla hacia Cuba en el último año. Si Mitt Rommey gana la presidencia, es muy probable que todas esas medidas se vengan abajo.

A ello se suma que el poder político e influencia del lobby cubanoamericano no es desdeñable. Y con el capital político republicano de su lado , podrían dar una vuelta de tuerca para estrangular financieramente a la autocracia castrista.

Por estos días, los típicos problemas locales, como el empeoramiento del transporte público, escasez material y carestía de la vida del cubano de a pie, pasan a un segundo plano para los mandarines criollos .

En este otoño las noticias que vienen del Norte y el Sur son esenciales para la continuidad del añejo régimen. Quizás de vida o muerte. Y créanme, que no es una metáfora.

Iván García