lunes, 31 de octubre de 2011

¿Lucha contra la corrupción y a la vez ajuste de cuentas?


La trama policial y fiscal contra la corrupción tiene evidentes tintes políticos. Muchos se hacen una pregunta: ¿Raúl Castro está jugando al duro o se está quitando del camino a sus adversarios políticos y económicos?

Habrá que esperar. Mientras, la novela negra continúa en la isla. Detenciones tras detenciones. Auditorías sorpresivas de la Contraloría de Gladys Bejerano. Y los candados chinos de las celdas se abren para acoger a nuevas camadas de huéspedes.

En su cruzada contra la corrupción y el delito, desde hace un año duermen en literas de tres pisos casi un centenar de funcionarios de todos los rangos. Desde los que miraban en lo más alto de la pirámide, como Alejandro Roca, hasta los enfermeros y doctores émulos del nazismo que maltrataban y mataban a dementes en un hospital siquiátrico.

Ahora mismo, a las puertas del otoño, La Habana no está para tirar cohetes. La oposición se muestra cada día más atrevida y pierde el miedo al golpe y los insultos.

Los servicios especiales saben que cualquier protesta callejera de poca intensidad puede provocar una chispa. Y la sofocan con rudeza. Las alarmas se prenden donde quiera. Palma Soriano, Guantánamo o una plaza habanera donde un grupo de mujeres a gritos pide libertad y cambios políticos.

El temor ante cualquier acontecimiento fuera del programa oficial es palpable. Pase usted por la calle Infanta, esquina Santa Marta, Centro Habana, donde se encuentra la iglesia pentecostal Asamblea de Dios. Desde hace un mes, 61 feligreses decidieron encerrarse y hacer un retiro espiritual.

Y ante la duda y la novedad del suceso, por si acaso, las fuerzas del orden bloquearon las calles aledañas al templo. Cuando vieron que el 'iluminado' pastor Braulio Herrera y sus seguidores no eran disidentes de nuevo cuño, cedieron algo.

Ya se puede transitar por las calles colindantes. Pero un gran número de policías y civiles de los servicios especiales merodean el lugar. Además de ciertas tensiones sociales, está el descontento generalizado de la población, cansada del añejo gobierno y su ineficiencia en el orden económico.

Cuba es hoy una lija de fósforos (cerillas). Al menor roce puede incendiarse. Si no ha habido explosiones callejeras de magnitud es porque el mapa político en la isla es un tanto exótico.

Podría decirse que un 15% de la ciudadanía apoya a los hermanos Castro. Otro 15% se afilia a la oposición. Mientras el resto, 70%, es temeroso e indiferente. Simples espectadores.

Para agregar leña al fuego tenemos la batalla campal, sin grandes fanfarrias informativas, desatada por el General Raúl Castro contra la corrupción. El principal enemigo de la revolución, ha dicho. Es una guerra de supervivencia. Y de clanes. El triunfador tendrá el camino libre para diseñar la hoja de ruta política de Cuba en los próximos años.

Si se analiza las movidas de ficha de ese eterno conspirador llamado Raúl Castro se puede deducir que, a pesar de negar supuestas diferencias de criterios con su hermano Fidel, en la práctica ha ido desmantelando, pacientemente, todo el entramado montado por el líder histórico de la revolución durante cinco décadas.

Desde un ministerio extravagante como el de la “Batalla de ideas”, las becas en el campo, el uso excesivo de la televisión como método de enseñanza en las escuelas primarias y secundarias y, por supuesto, ha destituido a casi todos los hombres leales a Fidel.

Ha hecho un vasto cambio de muebles. De los fidelistas, sólo quedan tres figuras de peso: Ramiro Valdés Menéndez, 79 años; José Ramón Machado Ventura, 80 años y Esteban Lazo Hernández, 67 años.

Lazo es el clásico corcho. Si acepta las nuevas orientaciones, seguirá de vicepresidente del Consejo de Estado. Es cierto que ni pinta ni da color, pero tiene garantizado sus viajes al extranjero y las comodidades que otorgan pertenecer al Buró Político. No es, por ahora, una amenaza en la cruzada de Castro II.

Con Machado sucede otro tanto. El General quiere tenerlo cerca. El tipo peligroso es Ramiro. Por su historia y las influencias creada en sus años al frente del Ministerio del Interior y jefe de los servicios especiales.

Los golpes contra los empresarios canadienses de origen armenio como Sarkis Yacubian o Cy Tokmakjian pudieran interpretarse como un mensaje de ida y vuelta a Ramiro.

Es un pulso entre cabezones. En mi opinión, Raúl Castro y Ramiro Valdés son los hombres más importantes y con más poder en la Cuba del siglo 21. Hay quienes piensan que la cruzada contra la corrupción es una estrategia de Raúl para destronar a Valdés.

Se me antoja que la venidera Conferencia del Partido, en enero de 2012, será un ajuste de cuentas. Uno de los dos sobra.

Iván García
Foto: AP. Raúl Castro y Ramiro Valdés durante el VI Congreso del Partido Comunista, en abril de 2011.
Leer también: La plaga (I) y La plaga (II).

domingo, 30 de octubre de 2011

Los enemigos de las reformas


Es una guerra de poder a poder. Por un lado, el General Raúl Castro maneja los hilos de la contrainteligencia militar, tiene atados los cabos en los principales rubros económicos de la nación y ha consolidado su gabinete con leales a prueba de bombas atómicas.

Pero en la acera de enfrente, sus adversarios lo miran con cara de perro. Son los burócratas de alto vuelo, directores municipales de comercio, jefes de grandes almacenes mayoristas de víveres, pacotilla textil y electrónica, materiales de construcción y gerentes de instalaciones turísticas.

Esta capa gruesa de burócratas se ha dedicado a crear una red tupida de desvíos y robos a costa de los recursos estatales. Han creado una economía paralela.

Por muchos años, los sobres con gruesos fajos de billetes y dádivas de todo tipo aterrizan alegremente en los bolsillos de ciertos cuadros del partido y funcionarios deshonestos. La burocracia local se ha enraizado hasta el tuétano en casi todos los estamentos de la vida nacional.

Como el marabú, será difícil que Raúl Castro pueda cortarlos de raíz. Es el enemigo número uno. Olvídese de la disidencia interna. Por el momento no cuenta. Es una pelea contra los demonios la que provocan estos sistemas de ordeno y mando y economía de cuartel.

Hay muestras palpables que a la primera de cambio, los verdaderos opositores de Castro II harán su huelga de brazos caídos. Para serrucharle el piso a las lentas reformas económicas.

Vea usted. Según la prensa oficial, en agosto la producción de fríjoles se triplicó con respecto al último semestre: 90 mil toneladas. No es poca cosa. Esa cifra es la cantidad de granos que se consume anualmente en la isla.

Sin embargo, a pesar del alto costo del frijol negro y colorado, que se vende en los mercados particulares a 12 y 15 pesos la libra (medio kilo), solo se habia comercializado el 9%. El resto se empantanaba en los almacenes.

O se distribuía por los habituales canales clandestinos de toda la vida en Cuba. Y que funcionan como un reloj suizo. Sucede que el frijol se expende en las tarimas del Estado a 8 pesos.

Los burócratas corruptos que controlan la cadena de comercialización prefieren retenerlos y sacarlos por la puerta de atrás, para surtir el mercado negro o los agros particulares. Que siempre tienen frijoles.

La red de comercialización es una asignatura pendiente del Ministerio de Agricultura. Toneladas de plátanos, frutas o tomates se pudren en los picos de las cosechas, por falta de envases o medios de transporte.

Esto deja una puerta abierta a los zares y los clanes de víveres. Quienes durante años han hecho dinero gracias a la ineficiencia del ministerio de Agricultura. A ello agréguele las absurdas políticas del gobierno, que estipula la venta del 80% de la producción agrícola de campesinos particulares al Estado.

A precios de risa. Indague con un campesino privado las trampas que se ven obligados a hacer para quedarse con una parte mayor de su cosecha. O como dejan las reses pastando en la vía del ferrocarril o una autopista, para que por “accidente” muera una vaca o un buey.

Sucede que los campesinos cubanos son dueños del ganado, pero no pueden comercializar ni vender su carne. Solamente pueden hacerlo al Estado.

La política de precios es irritante. Un kilo de cebolla, los de Acopio lo adquieren a un peso 30 centavos. Con un peso en Cuba solo se puede comprar el periódico y tomar un ómnibus urbano. O una taza de café mezclado.

Entonces, muchos guajiros se auto roban la producción. Para venderla en los mercados donde rige la oferta y demanda. Ahí por una libra de cebolla se paga 10 pesos.

Es precisamente en los centros de acopio, frigoríficos y almacenes donde funcionan a todo gas los carteles y mafias que se han enriquecido lucrando con alimentos.

Para ellos, ahora mismo, Raúl Castro se les antoja un atravesado. Alguien que va a joderles su negocio. Lo que les queda es pelear. A la contra.

Usan estrategias taimadas. No dan la cara. Ni públicamente se quejan del gobierno y sus políticas. Son reyes de la simulación. Forman parte del tinglado.

Para crear trabas tienen una panoplia de pretextos. Desde falta de petróleo, transporte, piezas de recambio o carencia de mano de obras. Mejor que nadie conocen el sistema. Han vivido del mismo por años.

En los materiales de la construcción sucede otro tanto. Según los medios oficiales, los patios de las industrias están abarrotados de cemento, bloques, baldosas y utensilios sanitarios.

Sin embargo, a pesar de que se comercializan sin subsidios en los rastros municipales, la gente que intenta reparar o construir su casa siempre recibe un No como respuesta cuando pegunta por ciertos materiales.

En venta solo hay materiales de baja calidad. U otros tan caros que muchos prefieren comprarlo en el mercado negro o por divisas, de mejor factura. Recuerde que el 60% de las viviendas en Cuba están en regular o mal estado técnico.

Por tanto, la demanda de materiales de la construcción es una necesidad perentoria para que el techo no se le desplome. El General Raúl Castro desea que los rastros y mercados agrícolas estén saturados de productos. Que las familias puedan tomar un vaso de leche.

Y que desaparezcan tantas regulaciones absurdas para viajar o comprarse un coche o una casa. Pero a ritmo de tortuga y con cautela van marchando sus deseos y reformas.

De adversario tiene una pared monolítica de corruptos y burócratas que han cerrado filas. Y dos opciones: o la derriba. O lo derriban a él.


Iván García
Foto: Reuters
Leer también: La burocracia asfixia a Cuba; Arremeten contra burócratas; El bloqueo interno; Cuba cierra empresa canadiense y Preso por tres bistecs.

sábado, 29 de octubre de 2011

Prensa independiente: Aliado contra la corrupción en Cuba


Nunca los mandamases han tomado en serio a los periodistas independientes. Todo lo contrario. Un tiempo atrás los acosaban y encarcelaban. Ahora sigue el asedio sobre algunos.

Pero desde su creación en la década de los 90, el periodismo sin ataduras oficiales ha destapado numerosos casos de corrupción, tráfico de influencias, maltrato policial y nepotismo.

Roberto de Jesús Guerra, un mulato regordete y no muy alto, fue el primer periodista libre en la isla en dar a conocer los sucesos acaecidos a principios del 2010 en el hospital siquiátrico de Mazorra, ubicado al sur de La Habana.

Antes que la prensa oficial reconociera que debido a los malos tratos, el frío y el hambre, 27 dementes fallecieran en Mazorra, ya Roberto de Jesús había dado la noticia. También entre los primeros se encontraban Laritza Diversent y Luis Cino.

El caso Mazorra no es un hecho aislado. Desde hace años, los periodistas independientes denuncian la corrupción en diferentes sectores y organismo del país.

Si los servicios especiales leen de soslayo los reportes de la prensa libre, después haber tomado nota y realizar indagaciones, pueden comprobar en un alto porciento la veracidad de las noticias.

Ahora mismo Raúl Castro, presidente de Cuba, está empeñado en una cruzada final contra la burocracia. Su mejor aliado en esa campaña son los reporteros independientes.

Los periodistas oficiales son timoratos. Escriben según les orienten del Comité Central o el jefe de redacción. Los periodistas independientes van por su cuenta. Conocen, porque andan en la calle o tienen parientes y amigos que laboran en ministerios y organismo estatales, de los rumores que circulan por los pasillos.

No se detienen, como dicta el periodismo moderno, a confirmar el rumor. En Cuba eso es imposible, por el control riguroso a la información por parte del Estado. Por intuición y olfato se arriesgan y dan la noticia.

A ratos se van con la de trapo. Pero han crecido en el quehacer periodístico y aprendido a discernir cuáles historias son ciertas y cuáles fabricadas. Cumpliendo órdenes de la inteligencia, a veces se te acerca gente desconocida para darte una primicia.

El sentido común y el instinto son el arma que tienen los reporteros sin mordazas para distinguir entre un complot chapucero de los servicios secretos o un tipo que por ética y buena fe desea destapar un escándalo de corrupción.

El régimen debería prestar más atención a la prensa libre. Su fuerza radica que sus notas se difunden por internet, en blogs y webs. Y pone al gobierno contra la pared. Cuando las reseñas son ciertas, no les queda otra que emitir una nota oficial.

Ya es hora de que el gobierno del General Raúl Castro, en su afán de neutralizar la letal burocracia y desvergonzada corrupción, abra un centro donde las personas corrientes puedan hacer denuncias y acceder a informaciones y cifras.

Si de veras quiere abolir el secretismo y la escasez de datos debe liberalizar las noticias. A estas alturas, quizás Castro II se haya dado cuenta que en su cruzada contra la burocracia, los periodistas independientes son aliados temporales.

En ese acápite. Porque si hablamos de reformas políticas y aperturas democráticas todavía nos ve como adversarios. Con sus defectos y limitaciones, la prensa independiente desempeña el rol que por mecanismos de censuras y temores, no realiza la prensa oficial. Sólo hay que leer el Granma para darse cuenta.

Iván García

viernes, 28 de octubre de 2011

La dama cubana de hierro


Eliot Ness y su grupo en el Chicago de los años 30 se denominaban 'los intocables'. Frontalmente combatieron la corrupción galopante en la ciudad de los vientos, y mediante una argucia jurídica de evasión de impuestos llevaron a la cárcel al gangster Al Capone.

Aquel grupo de Chicago tiene una versión femenina en Cuba. Se llama Gladys María Bejerano Portela. Es la Ministra de Auditoría y Control. O sea, la Contralora de la República. Licenciada en Ciencias Sociales, es vicepresidenta del Consejo de Estado y diputada por la provincia de Guantánamo. También lleva faldas su segunda al mando: Alina Vicente Gaínza.

De acuerdo a fuentes bien informadas, ahora mismo Gladys Bejerano es la enemiga número uno del descomunal aparato de burocracia y corrupción de un extremo a otro de la isla.

Dicen que los corruptos tiemblan cuando ven aparecer a los inspectores de Bejerano. No es para menos. La corrupción se ha convertido en un estilo de vida de Cuba, y está enraizada en todos los estamentos del quehacer isleño.

El más visible son los diferentes 'clanes' creados en sectores como gastronomía, turismo, telecomunicaciones, aeronáutica, zonas francas y grandes almacenes y frigoríficos donde se trasiega descaradamente con los recursos del Estado.

Estos 'carteles', casi mafiosos, se han enriquecido vendiendo al por mayor pollo, aceite, puré de tomate, pacotillas textiles y electrónicas, cuentas piratas de internet, tarjetas prepagos de celulares, cemento y materiales de la construcción. Lo integran cuadros del partido de nivel medio que esconden la plata debajo de sus colchones.

Tienen doble cara y doble discurso. Actualizan los murales del sindicato con loas a Fidel y Raúl, propaganda a favor de la liberación de los cinco espías presos en Estados Unidos y, al pedido de la Seguridad del Estado, asisten a los actos de repudio y golpizas contra las Damas de Blanco.

La cara no visible de la corrupción apunta a jefes de nivel nacional y a los asesores de ciertos ministros, que hacen de figuras de paja y llevan al contado el balance del dinero sucio que generan sus negocios.

Es una cadena. Los fines de semana, cada gerente de un hotel, restaurante, café o discoteca entrega un sobre a un tipo de confianza del director municipal.

Las cifras varían de acuerdo a la importancia del lugar y la entrada de dinero. Después, el director 'moja' con billetes a algunos 'padrinos' dentro del partido provincial, el ministerio de comercio interior o de turismo.

Con la creación del cargo de Contralora el engranaje de corrupción se ha visto amenazado. Cuando en agosto de 2009 la Gaceta publicó la Ley 107, creando la Contraloría General de la República de Cuba, administradores y directores no se lo tomaron en serio.

Pensaban que era una de las cíclicas batallas contra la corrupción que se emprenden en la isla. Y después se olvidan. Un informante anónimo dice estar convencido de que jerarcas del status quo obtienen grandes beneficios con el dinero y tráfico de influencias generado por la corrupción. No pocos creen que el fraude financiero, los desvíos y robos monumentales se diseñan en gabinetes ministeriales.

Pero Gladys Bejerano, de 64 años, tenía otros planes. Es una mujer de absoluta confianza del General Raúl Castro. De él recibió órdenes directas de jugar al duro contra la burocracia y la corrupción. Que no se detuviera ante nombres ni amenazas.

En algo más de un año, sus auditorías y controles han sido esenciales para llevar a prisión a más de 60 funcionarios de empresas importantes que operaban con divisas, entre ellos el ministro de la Alimentación, Alejandro Roca.

En las investigaciones que en estos momentos se llevan a cabo en La Habana y el resto del país, para detectar las irregularidades en ETECSA, la empresa de telecomunicaciones, el equipo de Bejerano desempeña un papel esencial en el descubrimiento de todo el entramado de corrupción y soborno.

Nunca avisan con antelación cuándo van a hacer una auditoría. Los gerentes y jerarcas de escalones superiores la odian. Por lo bajo la llaman 'la incorruptible'. Y 'los intocables' a su grupo.

En la cruzada de Raúl Castro contra las ilegalidades y corrupción está por ver el capítulo final de las pesquisas contra altos funcionarios de ETECSA. Es el culebrón del verano en Cuba, porque cabezas de poderosos pudieran rodar. Será una prueba de fuego para Gladys y su protector, Castro II.

Ramiro Valdés, ex ministro de Informática y Comunicaciones, actualmente un superministro, es un histórico de la revolución y uno de los hombres de Fidel Castro. En caso de verse involucrado en manejos turbios, ¿podrá la dama cubana de hierro llevar hasta el final el juego?

En el Chicago de los años 30, Eliot Ness acabó destruyendo a Al Capone. Pero Ramiro Valdés en Cuba es más poderoso que el gangster estadounidense. Mucho más.

Iván García
Foto: Gladys Bejerano ocupó una silla a la izquierda de Raúl Castro, en la tribuna del desfile militar por el 50 aniversario de la victoria de Playa Girón, el 16 de abril de 2011, en la Plaza de la Revolución.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Más información, menos conocimiento


Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".

Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.

Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.

Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.

Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.

No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?

No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".

Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?

La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.

Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.

Mario Vargas Llosa
El País, 31 de julio de 2011
Leer también: Web de Nicholas Carr, en inglés.

martes, 25 de octubre de 2011

Un pastel para Ignacio Villa


Rafael Alberti dijo que era «un García Lorca negro» y Pablo Neruda le confesó a su amiga Inés Figueroa que el hombre le recordaba al poeta de Granada, «tal y como era por dentro».

Ahora es un negro viejo (han pasado 100 años de su nacimiento), no tiene en regla su documentación y, por eso, trabaja por horas en España como psiquiatra de Pedro Almodóvar. Un siglo no es tiempo suficiente para matar a Bola de Nieve.

Nació en Guanabacoa, frente a La Habana, el septiembre de 1911 y lo bautizaron en todas las religiones con el nombre de Ignacio Jacinto Villa Fernández. Rita Montaner, la gran vedette cubana del siglo XX, lo esperaba en un teatro para ponerle Bola de Nieve y darle el primer impulso de su carrera.

Fue un cantante, compositor y pianista que recorrió el mundo con sus canciones. Lo mismo estaba muerto de risa en París con Edith Piaf que lloraba a mares en Montevideo en las camisas de cuello blanco de Erich Kleiber. Cantaba de todo y todo lo que cantaba se parecía a él.

Su talento, la tenacidad, la fuerza sobrenatural con que defendió su manera de actuar y de asumir la música lo sacaron de los pianos ocultos en los que amenizaba las películas silentes para llevarlo a los más importantes escenarios del mundo.

Le dijo al periodista español Darío Carmona que era un ser tan triste «que no he necesitado estarlo jamás». Sin embargo, se defendía y atacaba con gracia y no dudaba en poner el pecho ante los alfilerazos de su humor. Solía decir que cuando era joven y pesaba más de 100 kilos llegaba a cantar a las ciudades y siempre había alguien que se la acercaba para preguntarle: «Señor, ¿contra quién viene a boxear?».

Hasta unos meses antes de morir en México, donde estaba de paso, en 1971, Bola bajaba de su casa al lado del río Almendares para a sentarse al piano en el Monseñor, su otra guarida habanera. Allí estaba la clientela fija, una bohemia intelectual en desbandada, fieles de toda la vida que esperaban sus piezas.

Para otros clientes desprevenidos, el tipo del piano sería, como lo retrató el maestro Camilo José Cela, un negrito gordiflón que cantaba canciones sentimentales.

A Bola le hubiera encantado esa descripción porque ya había dicho que, cuando cantaba, sentía de todo. «Un torrente de sensaciones: desde lo erótico a lo ingenuo, desde el entusiasmo a la desesperación. Siempre soy un niño, pero soy más niño cuando actúo».

Raúl Rivero
El Mundo, 17 de septiembre de 2011
Leer también: Bola de Nieve, un gigante incomprendido en Cuba.

lunes, 24 de octubre de 2011

Morenitas del Caribe


Lo que va de ayer a hoy. Los otrora y fabulosos equipos de voley femenino de Cuba, conocidas internacionalmente como las morenas del Caribe, quedaron atrás.

La actual sexteta es una caricatura de las legendarias y formidables negras cubanas que jugaban un voleibol fantástico. Desde 1978, cuando se titularon campeonas mundiales, aquella hornada comandada por las formidables atacadoras Mercedes Pérez y Mercedes Pomares, la central Ana María García y una armadora de ensueño como Imilsis Téllez, comenzó a tejer un etapa dorada del voley mundial.

Olvídense de las niñas magas del Oriente, Japón, que jugaban casi de memoria y defendían al campo como solo saben hacerlo los conjuntos asiáticos. Dejemos a un lado al potente plantel de la antigua URSS, que le metía miedo al susto, por la estatura de sus jugadoras y su indudable arsenal técnico.

A partir de 1978 la historia del voley se escribió en castellano. El conjunto era una mezcla explosiva de talento natural, saltabilidad increíble, potencia inaudita en los remates y una preparación física de cosacos.

Cuba era otra cosa. Inédito. Seis mujeres que le pegaban a la bola como si la odiasen, con una defensa de campo débil, pero bloqueando en la net eran insuperables.

El artífice del salto de gigantes del voley para mujeres en Cuba es Eugenio George. Considerado el mejor entrenador de la disciplina el siglo pasado por la FIV.

George es el padre de las morenas del Caribe en un período comprendido entre 1978 y el 2004. Una leyenda. Un tipo al cual se le debe colocar una tarja en vida con letras góticas en todos los museos del deporte en Cuba.

Después del asalto a la entonces Leningrado en el 78, la trayectoria de nuestro volibol femenino fue impresionante. Ganaron al hilo tres medallas de oro olímpicas entre 1992 y el 2000. Y otros tantos mundiales.

Luego que las dos Mercedes, y la maravillosa pasadora Imilsis Téllez dijeran adiós al deporte, la nueva hornada era oro puro. Apareció una autentica líder, como Mireya Luis, una camagüeyana de solo un metro 73, con pinta de bailadora de rumba y con un alcance en su salto de hasta 3.30 metros.

Era un muelle. Y un espectáculo. Sus remates llevaban dinamitas. Es la cubana más famosa en China y Japón, dos plazas fuertes del voly.

Junto a Mireya, la sexteta cubana estaba integrada por grandísimas jugadoras al estilo de Regla Bell, Magalys Carvajal, Tania Ortiz y la fenomenal Regla Torres, elegida la mejor voleibolista del siglo XX.

Para esas mujeres todo era coser y cantar. Cuando tenían un partido cuesta abajo, y se lo proponían, le daban la vuelta al marcador con una facilidad pasmosa. Dudo que algún deporte colectivo en Cuba haya tenido un equipo que marcó tan claras diferencias con sus rivales.

Las morenas del Caribe del 78 o la década del 90 hasta el 2004, era una versión de juego increíble parecido al once de fútbol de Brasil del 70, o el actual Barcelona, que encandila a los entendidos y fanáticos.

Pero la crisis estacionaria que sacude a Cuba desde 1989, con el llamado período especial, ha pasado factura al voley para mujeres. En un mundo donde el deporte es profesional y altamente exigente, la locura de Castro de tener selecciones que compitan como profesionales y cobran salarios de obreras, provocó deserciones dentro del voleibol femenino cubano. Y menguaron su nivel.

Se hicieron deportistas libres Magalys Carvajal, Regla Bell y Taimaris Agüero, que juega con la selección italiana. Otras jóvenes talentosas también abandonaron el país. Y un deporte de laboratorio, como el voley, donde la masividad es reducida, retrocedió en calidad.

Las últimas perlas de la selección, la atacadora principal Rosir Calderón y la central Nancy Carrillo hicieron mutis. Este silencio, junto al retiro de estrellas como Zoila Barro y Yumilka Ruiz ha convertido a la otrora maquinaria de hacer voley en un equipo mediocre.

En el Grand Prix, celebrado en varias ciudades asiáticas y en Polonia, en la primera semana, las cubanas perdieron dos partidos ante Rusia, lógico, es la actual campeona mundial y con Tailandia, un equipo de la media hacia abajo. Sólo le ganó a Perú.

Las cubanas se despidieron con sólo dos triunfos frente a siete derrotas. En la olimpiada de Londres 2012, Cuba no debe estar entre los diez primeros.

Los compasivos cronistas deportivos cubanos aun siguen llamándole "fabulosas morenas del Caribe". Qué fuerte. Su actual quehacer sobre el mondoflex es una parodia. Juegan de lágrimas.

Iván García

Foto: Equipo nacional de voleibol femenino que compitió en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

domingo, 23 de octubre de 2011

Seguir las Grandes Ligas, una aventura en Cuba


La información beisbolera en la isla vale oro. Joel, 28 años, paga 5 pesos convertibles (algo más de 6 dólares) a un vecino suyo que trabaja en el aeropuerto internacional José Martí para que le traiga prensa deportiva española, brasileña o norteamericana que se roba de los aviones.

Luego de informarse cómo marchan las Grandes Ligas, NBA, ligas de fútbol europeas y preparación del once brasileño para la Copa América, Joel le presta los periódicos a sus amigos de una peña deportiva para que se pongan al corriente.

A falta de información deportiva, sobre todo del deporte en Estados Unidos, la gente en Cuba se las arregla para no estar desactualizado. Tomás, 33 años, informático en una empresa con acceso a internet, se pasa media jornada laboral copiando informaciones deportivas y estadísticas de las Mayores.

“Cuando los jefes no andan cerca y la conexión es fluida, bajo juegos de beisbol, fútbol o baloncesto de la NBA. Luego se lo vendo a dos ‘chavitos’ (tres dólares) cada partido, a un tipo que se dedica a alquilar videos”, confiesa Tomás.

En la isla, los empleados y funcionarios que en sus puestos de trabajo tienen internet, deben firmar un código de ética donde se comprometan a no visitar páginas “contrarrevolucionarias” como El Nuevo Herald, Diario de Cuba o blogs alternativos.

Tampoco pueden hacer uso de una cuenta de correo internacional o bajar información o videos de la red. Pero en la isla, las leyes están para violarlas. Al menos así piensa Dagoberto, un arrebatado al béisbol estadounidense.

Y lo primero que hace cuando prende el ordenador en el hotel donde labora, es conocer los resultados y sucesos de la última jornada de las Grandes Ligas. Después, en una memoria copia todo lo que puede sobre béisbol, baloncesto, atletismo y fútbol. Busca estadísticas actualizadas acerca del desempeño de peloteros cubanos que han desertados y juegan en organizaciones de las Mayores.

Por la tarde, toda esa información corre de boca en boca entre sus amigos del barrio, sedientos de saber los últimos acontecimientos del deporte en Estados Unidos y el mundo. Para burlar la malla de censura y los controles en la red, Dagoberto ha creado una serie de atajos y proxis indetectables para su servidor.

Los espacios deportivos en los medios locales no brindan informaciones de la Grandes Ligas ni la NBA. Dos de las pasiones de muchos en la isla. La emisora capitalina C.O.C.O, en un programa nocturno llamado Tribuna Deportiva, lo intentó por un tiempo.

Su conductor, Yasel Porto -junto a Reinier González, Porto figura entre los periodistas cubanos más informados y con más conocimientos del béisbol de Estados Unidos- tenía una sección del béisbol mundial donde daba detalles y estadísticas de las ligas japonesas, sudcoreana y estadounidense.

Según una fuente, la dirección de la emisora prohibió la sección. Y Porto cambió el perfil de su espacio. Ahora comenta sobre luminarias del béisbol profesional criollo antes y después de Castro, aunque a ratos, desliza información del acontecer en el mejor beisbol del mundo.

Las noticias del béisbol jugado en otras latitudes es casi una herejía en Cuba. Oficialmente se suministra a cuentagotas. A pesar de ser una nación que respira béisbol, el fanático local es de los más desinformados del planeta en materia de pelota y baloncesto profesional.

Tienen que hacer mil piruetas. Burlar cercos informativos, censuras o robar prensa en los aeropuertos. O convertirse en hacker, como Dagoberto, que accede a noticias deportivas sin dejar trazas, para no ser detectado por la policía virtual que desde hace un tiempo se ha montado en el país.

Otra forma de estar actualizado del acontecer del deporte profesional en Estados Unidos es mediante las ilegales antenas de cable, que por diez pesos convertibles, (12 dólares) te permiten seguir las noticias de la gran carpa.

Incluso, en ciertos barrios habaneros, tipos como Gregorio, 46 años, dueño de tres antenas clandestinas que le dejan mil dólares mensuales, por 15 ‘chavitos’ (20 dólares) al mes alquila exclusivamente ESPN a los amantes del deporte.

Y créanme, son bastante los cubanos que pagan el servicio. A costa de ciertos sacrificios, es verdad, como dejar de comprar comida o llevar a pasear a sus hijos. Pero hay fans al béisbol en La Habana que piensan vale la pena.

Iván García
Foto: Derek Jeter (http://en.wikipedia.org/wiki/Derek_Jeter), capitán de los Yankees de New York.

sábado, 22 de octubre de 2011

Récords imposibles de la pelota cubana


El béisbol es el deporte que más estadísticas recoge. No hay otro. También un juego largo y relajado. Usted puede estar cuatro horas sentado en las gradas del estadio, hablando de estadísticas e historias fantásticas del deporte de la bola y los strikes sin perder un detalle del partido.

Los fanáticos al béisbol suelen ser locuaces. Y exagerados como los pescadores amateurs. Cada pescador, jura por su madre, que ensartó el pez más grande del mundo. Y todo amante de la pelota asegura haber visto jonrones descomunales, las jugadas más brillantes y el lanzador que tiraba las rectas más rápidas.

Los fans tienen su galería de cromos con, a su parecer, los mejores peloteros de Cuba o el mundo. Cada fanático se cree un manager. Y arman su equipo ideal.

Los números no son tan fríos como creen ciertos hinchas. Para medir el alcance y calidad de un jugador a la defensa, tal vez. Pero si se desea saber las herramientas y efectividad de un bateador o lanzador, las estadísticas modernas son certeras. Esos números nos dicen que en la pelota cubana hay récords irrompibles.

Veamos algunos. Aquino Abreu, un lanzador derecho que jugaba en novenas de la antigua provincia Las Villas, en la década del 60, lanzó dos ceros hits, cero carreras consecutivos. Para implantar una nueva cota habría que tirar tres cero hits, cero carreras al hilo. Inalcanzable. Sobre todo en este béisbol sumamente ofensivo que se practica en Cuba.

También de manos de un pitcher tenemos otro récord de apaga y vámonos. Se llama Modesto Gil, quien conectó dos jonrones en una misma entrada. Lo han hecho varios jugadores en el béisbol criollo. Pero Gil es el único lanzador que lo ha realizado. Y el último.

Desde hace 34 años, en la pelota de la isla los pitchers no batean. Ese récord se congelará en la historia. También de otra galaxia son las más de 700 bases robadas del camarero Enrique Díaz, aún en activo.

Díaz es el jugador de Latinoamérica con mas bases estafadas. Tiene otra marca de ensueño: en una temporada se robó 55 bases. Puede durar 200 años, porque en el béisbol actual, hay equipos que en la última temporada solamente robaron 20 bases en 90 juegos.

Otra marca para rascarse la cabeza la estableció en los años 70 el lanzador habanero Ihosvany Gallego, con un promedio de efectividad de 0.37. No creo que en un béisbol de batazos, donde se promedia colectivamente para 300 y el líder de los pitchers trabaja para algo más de dos carreras limpias, que la marca de Gallego se venga abajo.

En la temporada 2009-2010, el jardinero santiaguero Alexei Bell implantó una marca que será muy difícil de superar, cuando en una misma entrada pegó dos jonrones con bases llenas. Para imponer un nuevo récord habría que conectar tres cuatriesquinazos con el bote repleto. Irrealizable.

También hay otros números locales que serán difíciles de superar. Los 475 jonrones de Orestes Kindelán. Los 5 títulos de bateo al hilo del tunero Osmany Urrutia. El propio récord de bateo de Urrutia con 469. Los 4 jonrones en un juego de Omar Linares, Leonel Moa y Alberto Díaz.

Por mucho que se batee en las campañas del patio, no creo que alguien conecte 5 vuelacercas en un juego. Aunque nadie sabe. El rey de los récords en Cuba lo tiene Víctor Mesa, el espectacular jardinero central de Villa Clara.

Durante su carrera deportiva, la 'explosión naranja' se robó 8 veces el home. En la pelota de poca monta que hoy se juega en Cuba, a los jugadores les cuesta robar la segunda base. Imagínese el home.

Pero Victor, no infles pecho. En las Grandes Ligas hay un récord que durará por los siglos de los siglos. Es de 54 robos de home. Fue de Ty Coob. Una cifra que difícilmente un pelotero de liga organizada la supere. Es casi imposible.

Iván García
Foto: Víctor Mesa. Ver también video de La esquina, programa de la televisión cubana donde el periodista Reinaldo Taladrid entrevistó a Víctor Mesa. Primera y segunda parte.

viernes, 21 de octubre de 2011

El béisbol cubano necesita cambiar su estructura


Ya fue anunciado. En la próxima temporada beisbolera competirán 17 equipos. La serie número 51 se iniciará el 28 de noviembre. Mantendrá la misma estructura actual de dos zonas, occidental y oriental. Con una ligera variante: en la llave occidental rivalizarán 9 novenas y en la oriental 8 conjuntos.

Esta organización se debe a los últimos cambios político-administrativos ocurridos en Cuba. Desde el 1 de enero de 2011, la antigua provincia Habana se dividió en dos territorios: Mayabaque y Artemisa.

Tienen derecho a participar en torneos nacionales. Pero sucede que la pelota cubana, debido a su caída en picada, presenta una plantilla inflada. Veamos los puntos a favor y en contra.

Cuando Fidel Castro llegó al poder en 1959, la nueva política deportiva tuvo como meta diversificar el deporte por todas las provincias. La liga profesional existente la conformaban 4 clubes: Marianao, Habana, Almendares y Cienfuegos.

Desde 1946, cuando se inauguró el Estadio del Cerro, todos los juegos se realizaban en esa sede. En 1961 Castro decidió abolir el béisbol rentado. Un año después se crea un torneo amateur de nuevo formato con 4 equipos. En años posteriores esto fue cambiando. Y se jugaba en todas las provincias.

En 1977 se diseña una estructura con 18 conjuntos. Matanzas, Pinar del Rio y Ciudad de La Habana contaban con dos novenas, producto de la gran cantera de jugadores que tenían.

En 1991 se crea la actual estructura, con 16 equipos. Cada una de las 14 provincias contaba con una selección. Más el municipio especial Isla de la Juventud y Ciudad Habana, que debido a su desarrollo y resultados mantuvo dos novenas, Industriales y Metropolitanos.

Contaba con 90 partidos para cada equipo. Y un calendario de play-offs al mejor de 5 la primera ronda y de 7 a ganar 4 semifinales y la gran final. Fue, y ha sido, un éxito de taquilla y audiencia televisiva y radial. Sobre todo los play-offs. Desde hace un par de años, todos los juegos de post-temporada se juegan al mejor de 7.

Al desaparecer las series selectivas, un torneo extra que se jugaba después de la campaña nacional, con un techo de calidad más alto, y al concentrase en 8 equipos los mejores peloteros del patio, quedó únicamente la temporada de 90 juegos. Que dio resultado durante varios años.

Existía y existe rivalidad y las provincias se ven representadas. Pero el actual nivel del béisbol nacional no justifica un torneo con 17 equipos.

Japón, con 127 millones de habitantes, tiene 12 equipos en su liga profesional. Estados Unidos, con una población de 300 millones, organiza sus Grandes Ligas con 30 conjuntos. Si miramos para Corea del Sur, República Dominicana, Puerto Rico o Venezuela, indiscutibles potencias beisboleras, notamos que en sus torneos no participan 17 equipos.

La serie nacional es el mayor espectáculo deportivo en la isla. Y el que más gente convoca de manera espontánea. Un juego candente entre Industriales y Santiago de Cuba lleva a las gradas del viejo Estadio del Cerro a casi 60 mil espectadores. Pero el descenso de calidad en nuestra pelota ha provocado que numerosos fanáticos se alejen del principal pasatiempo.

Entre las causas, marcadores abultados que parecen de balonmano. Defensa errática. Malas estrategias de directores que practican excesivamente el toque de bola y el juego conservador. Se maneja el pitcheo sin rigor. Novenas que no tienen establecido quiénes son los abridores, estabilizadores y cerradores.

A ello, súmele que la calidad de los pitchers es lamentable. Cuesta reunir 15 lanzadores de nivel para eventos internacionales. Para desgracia mayor, está el problema de las contínuas deserciones de estrellas y jóvenes talentos.

Debido a la desacertada política de los jerarcas criollos, de no autorizar a competir a peloteros en eventos foráneos, deciden marchase en una balsa o abandonan sus concentrados cuando están de gira en el extranjero.

Más de 300 beisbolistas han huído de Cuba en los últimos 20 años. Y no se vislumbra que la hemorragia se pueda contener. Por tanto, conformar un torneo con 17 equipos me parece exagerado.

Estirando el chicle al máximo, la actual calidad del béisbol cubano da para 8 novenas. No más. Se pensaba que en la venidera temporada los federativos iban a realizar los urgentes cambios que pide a gritos el deporte nacional.

Pero no. Se apearon con la noticia de mantener la estructura, e incluso agregaron un equipo. Los analistas y especialistas de la pelota cubana han escrito toneladas de artículos invocando a una nueva estructura. Sus análisis han caído en saco vacío.

Por estos días, los partidarios de la actual organización armaron una campaña mediática para que apartaran a Metropolitanos del torneo. La lógica de los que defendían esa opción era que al haber 17 conjuntos, en todas las jornadas habría un equipo de descanso, ocasionando gastos a la precaria economía local.

Por suerte, los mandamases no eliminaron a los Metros. Sí, deben haber cambios, pero no eliminando al segundo equipo de La Habana. Argumentos tontos y pueriles, de que una nueva estructura cambiaría las estadísticas, llevó a los directivos a dejar las cosas como estaban.

Esa mentalidad de inmovilismo, típica de los dirigentes e instituciones en Cuba, causa más daños que beneficios.

La Habana, por cantidad de habitantes, técnicos de nivel y resultados en todas las categorías, debe tener dos equipos. Desde hace 15 años, la capital es la potencia número uno, a partir de la categoría 9-10 años hasta el nivel juvenil.

Si los Metros, en la serie élite, llevan cinco años siendo sotaneros, no es debido a la baja calidad del béisbol habanero. No. Es resultado de más de 150 deserciones de peloteros capitalinos.

Industriales nunca habría tomado jugadores de Metros si su elenco no se hubiese desarmado repetidamente. El problema del béisbol cubano no es si Metropolitanos es necesario o éste sobra en los clásicos.

De lo que se trata es que para alzar el techo de la pelota en Cuba, 17 equipos son demasiados. En mi opinión, deberían ser 6 nada más. Y autorizar a nuestros peloteros a competir en ligas profesionales. Sólo así acortaremos distancia con las potencias del Caribe, como República Dominicana, que con sus 400 jugadores en las Mayores nos deja sin aliento.

Desde hace un tiempo, el béisbol cubano va cuesta abajo. La solución está a la vista. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Iván García

jueves, 20 de octubre de 2011

A mil días del Mundial 2014


No es nuevo que Brasil enamora a todo aquel que lo conoce. La belleza natural, la biodiversidad y la cultura, la creatividad y la alegría que contagia el pueblo brasileño siempre dejaron huella en aquellos que tuvieron la oportunidad de conocer mi país.

A mil días de la Copa del Mundo FIFA 2014, tengo motivos para creer que, junto con esas cualidades que siempre nos caracterizaron, hay otros atributos como la competencia, la seriedad, la innovación, la transparencia, la sostenibilidad, la diversidad y la democracia que contribuirán a que los que vengan a Brasil se enamoren todavía más del país.

Nuestra economía, hoy la séptima del mundo, es diversificada e innovadora y combina crecimiento, estabilidad, sostenibilidad e inclusión social. En la última década, de forma espectacular, más de 40 millones de personas pasaron a formar parte de la clase media, hoy mayoritaria en el país. Este contexto contribuye al descenso significativo de los índices de criminalidad en las ciudades brasileñas, de modo que cada vez estamos más preparados para garantizar la seguridad de nuestra población y de los turistas que nos visitan.

La evolución también es visible en el ámbito de las infraestructuras. No se trata únicamente de estadios, que, como veremos, estarán acabados de acuerdo con el calendario establecido, sino también de la ampliación y la modernización de puertos, aeropuertos y equipamientos urbanos, importantes legados en los ámbitos de transporte, turismo, comunicaciones y energía.

Toda la información, las obras y las inversiones relacionadas con la Copa pueden seguirse por Internet en tiempo real, y será incluso más fácil poder hacerlo cuando el Gobierno Federal lance la página oficial de la Copa.

Los medios de comunicación y la sociedad quieren conocer todos los detalles. Éste y otros mecanismos de transparencia, de seguimiento y de control han servido para evitar e identificar eficazmente desvíos potenciales, por lo que la propia democracia brasileña ha salido enriquecida.

El brasileño está orgulloso de ser el fruto de una mezcla de etnias, religiones, orígenes y colores. Somos una nación en la que todos -los turistas incluidos- se sienten como en casa.

Estamos convencidos de que nuestra fuerza y nuestra creatividad en todos los campos, también en el fútbol, nace de esa diversidad, de esa mezcla. Es por ello por lo que creo firmemente que la democracia ha echado raíces profundas en Brasil.

Por supuesto, queda todavía mucho por hacer. Por supuesto, todavía persisten problemas antiguos y van surgiendo nuevos obstáculos que suponen un desafío. Lo que me hace ser optimista es el hecho de que Brasil está cada vez más capacitado para lidiar con ellos.

En este sentido, considero que la Copa del Mundo FIFA 2014 llega a Brasil en el momento adecuado, como una gran oportunidad para que nuestro pueblo pueda mostrar al mundo que sabemos hacer las cosas bien, y no sólo en el deporte.

Pelé
El País, 16 de septiembre de 2011

miércoles, 19 de octubre de 2011

Jorge Amado: religión, sensualidad, pobreza


Jorge Amado estaba convencido de que él era el escritor más negro de Brasil, el que mejor sabía entender la belleza y el movimiento de sus mulatas y el que conocía, por contacto directo, hambres y malas noches, la marginalidad y el sufrimiento de los vagabundos, las prostitutas y los pobres, la gente que llevó a vivir como protagonistas de su novelas.

Ahora que Brasil se prepara para revivirlo el año que viene en su centenario, han comenzado las búsquedas y los homenajes. Empieza a producirse una necesidad más honda de acercarse a la obra y la vida de un tipo polémico, complejo, siempre en evolución, que recibió doctorados en varias universidades de Europa y de América Latina, fue condecorado con el Premio Stalin en 1951 y vivía orgulloso de su misteriosa credencial de Hijo de Xangó, un orishá, una deidad del panteón de los candomblé, la poderosa religión afrobrasileña que agrupa a millones de hombres de todas las clases sociales del país.

Jorge Amado se sentía comprometido con ese mundo olvidado, con los habitantes de unas barriadas peligrosas, sin recursos y sin esperanzas. El escritor tenía sensibilidad, mirada y valor para llegar a esos territorios y contar sin aspirinas la riqueza encubierta de aquellas vidas.

Por poco cita a Neruda (Dios me libre de inventar cosas cuando estoy cantando) en el momento en que habla de su manera de hacer literatura. «Sé escribir», dijo, «sobre las cosas que viví, que conozco desde dentro y no desde fuera. No por oír decir, no por haber estudiado en tratados. Hablemos de la santería y del candomblé. Me llevó a ese conocimiento que tengo, a esa actividad con el pueblo de los cadomblés, la necesidad que tenía de conocerlo íntimamente, si yo quería crear sobre los brasileños, del pueblo de Bahía».

Es verdad que sabía porque allí se quedó siempre, incluido el tiempo (cinco años) en el que tuvo que salir al exilio (por su militancia en el Partido Comunista) porque el autor de Gabriela, clavo y canela y Doña Flor y sus dos maridos, juraba que viajó a todas partes con Brasil adentro.

En sus libros iniciales hay un estilo realista y cortante, primo segundo de la denuncia. Luego, Amado, sin abandonar a su plantilla de protagonistas, le hace caso también al mar, al color, a las cumbanchas. Se deja seducir por el amor y las guitarras, por la pasión y todas sus músicas y, así, los relatos de marineros, pescadores y tránsfugas en las regiones revueltas de los cultivadores del cacao se hacen una nueva dimensión y se universalizan.

En Bahía pasan muchas de las historias que conforman la obra del brasileño. Sus fidelidades al entorno, las zonas testimoniales de esa escritura, tienen un añadido de humor, violencia y calores en donde los orishás africanos son confinados con aguardiente, cáscara de huevo y humo a un segundo plano, y es Eros el que controla el panorama.

Uno de los personajes de Amado dice por ahí que no pueden raptar a todas las mujeres del mundo, «pero se deben hacer esfuerzos en ese sentido».

El niño que fue Amado tenía grabado en la cabeza un episodio de violencia que el escritor solía recordar con frecuencia cuando iba camino de la vejez. Narraba un episodio en el que un individuo se acercó un día a la hacienda de su familia y, a tiro limpio, mató un caballo y dejó tres balas incrustadas en el pecho de su padre.

Algunos de sus libros (escribió 22 novelas, teatro y biografías), que narran las hazañas de los pícaros y los enamorados de aquellas contiendas, han sido los de mayor éxito editorial en Brasil. Los héroes y las heroínas siguen vivos en la memoria de los lectores brasileños y en la de los de casi todos los países de América Latina adonde han llegado traducidos o destrozados en telenovelas.

El Jorge Amado que comienza a reanimarse en sus 100 años es el que sabe ponerle los tambores a las tragedias cotidianas, el que no renuncia a contar la verdad, pero la cuenta toda. El escritor que le puso unos espejuelos o le cambió un sombrero a un personaje, el que le inventó dos aventuras adicionales a una señora y tres frases estúpidas a un chulo y no traicionó nadie. Ni le quitó alegría a una escena donde sobraba la amargura.

Raúl Rivero

El Mundo, 10 de septiembre de 2011

martes, 18 de octubre de 2011

Un Ernesto Guevara sin culpa


Para los que creen que escribiendo pretendo hacer daño, liberar odios reprimidos, o buscar la simpatía de quienes con peligrosa vehemencia defienden posiciones extremas; espero que con este artículo reflexionen y entiendan que no pertenezco a la izquierda ni a la derecha. Y que para mí, los anarquistas veneran demasiadas reglas.

No son pocas las personas que comparan a Ernesto Che Guevara con Jack el destripador. Estoy de acuerdo con muchas de ellas, por ejemplo, ambos estudiaron medicina. Hoy no pretendo hablar de un padre tan polémico, sino de un hijo criticado, poco conocido, y con marcados valores, según mi punto de vista.

A Ernesto Guevara March, hijo de Aleida March y el Che, lo acusan de ser egocéntrico. Y lo es, también es amable, cautivador, y extraordinariamente sensible. No es fácil ser uno mismo en una sociedad que se plantea igualitaria. El medio acentúa ciertas cosas, pero intentaré poner casi todo en contexto.

Ernesto no conoció a su padre, nació en 1965 y aunque hubo víctimas de la revolución que merecen todo nuestro respeto y consideración, no podemos olvidar que corrían tiempos de euforia y vientos de apasionamiento, las “barbas” fueron tan idolatradas como hoy la democracia. Esos hombres, devenidos en dictadores, representaron para muchos la imagen del héroe impoluto, el sol sin mácula.

Ernesto, semejante y diferente a sus tres hermanos mayores (Aleida, Camilo y Celia), se crió en Nuevo Vedado, estudió en la escuela primaria Combatientes de Bolivia, cursó la secundaria básica en la vocacional Lenin, y luego en el Preuniversitario del Vedado. Se hizo abogado, y les puedo asegurar sin temor a equivocarme que, con ese nombre, y la carga semántica que conlleva, ha sido para él tan influyente como el entorno adulador y el fantasma persistente de un padre ausente que, nos guste o no, le ha dado la vuelta al mundo.

Hagamos un experimento. Tomemos una bandeja engrasada y sobre ella depositemos una porción idealizada de deterioro económico, la aderezamos con caos interno, manipulamos la mezcla hasta lograr una textura de apoyo entusiasta y adoración popular; llevamos el producto al horno, y después de polvorear la noche de cuchillos largos, está presto; se llama dictadura al plato. No es complicado confeccionar una lista donde quepan los nombres de aquellos que realmente hicieron y hacen daño; pero no podemos incluir a los hijos por ser hijos.

Dotado de un pícaro encanto, Ernesto es un hombre de bien, a veces testarudo y por momentos temperamental, con un altísimo sentido de la amistad. Es un ser extrovertido y no proclive a confesiones, se ahoga en su propio volcán interior. Reconoce de buen grado sus errores, adora mantener su infancia aunque esté fuera de tiempo, y ha tenido que cargar con una injusta culpa endilgada. Entiendo que reconocer es más difícil que atacar; pero pregunte, averigüe, buscar información es muy fácil en un país donde pululan informantes ansiosos por ser sobornados. Los gatillos sólo se halan contra quienes lo merecen.

Juan Juan Almeida

Martí Noticias, 12 de septiembre de 2011
Foto: El matrimonio Guevara-March con sus cuatro hijos: Aleida, Camilo, Celia y Ernesto, el que tiene el Che en sus brazos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Yerno de Raúl, espía y chivato


Porque decía mi abuela que “es posible pasar a la historia como un famoso deportista, un relevante asesino, un guerrero irremplazable, un sanguinario tirano, un célebre pensador, un encumbrado soplón o un perfecto oportunista”; se me hace difícil creer que de manera espontánea alguien me escriba un email solicitando un comentario sobre este ejemplar ojiazul, delgaducho, misterioso, solitario, y orgulloso de llevar nombre de emperador y apellido de barón. Julio César Díaz Garrandés, fue un chico que con desmedida aspiración al estrado pero sin sangre real, escudriñó en vidas ajenas y, a fuerza de esa integridad presumida por quien puede vender a su madre a cambio de una recompensa, obtuvo la felicidad al ser concubino de Nilsa Castro Espín, una hija del General, soltera y sedienta de amor, delgaducha y más bien sosa, digno ejemplo de quien logra transformarse de serafín en demonio por la influencia nefasta de un medio cruel, servil y en exceso adulador.

La ausencia de un padre Coronel de las FAR fallecido, más una relación de miedo y culpa con su madre, creó en el torpe y frágil joven Julio lo que Freud conceptualizó como Complejo de Edipo. Estudió en el pre universitario del Ministerio del Interior “José Carlos Mariátegui”, sus amigos lo recuerdan como un chico sonriente, latoso y carente de felicidad a quién llamaban “El excéntrico en reposo”. A partir de este momento se comienza a construir una suerte de historia falsa que le sirve para complicar o simplificar su vida.

Olvidando que es mejor no jugar con la mentira sino dejarla en su lugar, viajó a París, Bogotá, San Juan, Miami y New York, siendo un agente especial de la seguridad del estado cubana y - según él me contó - sirviendo como oficial de enlace entre miembros de la extinta red avispa.

Fue realmente impresionante escucharlo hacer historias con vivencias alucinantes que describían paseos en Bentley descapotable bajo una fachada operativa como cirujano plástico, su apasionado romance con una esplendorosa artista que por vergüenza no menciono, y el chantaje a que tenía sometido al ex oficial del G2 hoy conductor de un conocido programa del canal Cubavisión después de ser sorprendido con un travesti en la cama de una habitación preparada para un contacto especial,… En fin, quién sabe si esto es fantasía, payasería, o realidad.

Lo cierto es, que al parecer, la chiripa lo liberó de ser atrapado por los chicos del FBI, y su misión terminó atrincherándose en La Habana, encerrado en el Vedado, en una casona colonial otrora casa de “contacto” con enormes puertas de hierro, a unos pasos de la esquina donde se encuentra el garaje de 12 y 17.

Llegó a Cuba cabizbajo, y porque es muy degradante pasar de las acciones sofisticadas de un espía a las maniobras sucias de un soldado; movió antiguas influencias y resolvió hacer espionaje entre las filas del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos). Para entonces su disfraz cambió de doctor a documentalista, escritor, periodista e inversionista. Algo más de seis cifras fue el monto de las compras que hizo en equipos audiovisuales para un nuevo canal de televisión en la Habana. Pero un espía es un espía, no fueron pocos los informes escritos por Julio cuestionando la moralidad de su amigo Alfredo Guevara quien ni lento ni perezoso ripostó redactando un perfil que de manera magistral describía al señor Garrandés: “Artista por evasión y escritor a tiempo perdido, este fantoche creído siente excesivo desprecio por los hombres de talento que no rinden tributo a su deformado arte”

Los truenos traen aguaceros, o cuando menos lloviznas. Como era de esperar, el enigmático Julio César, seductor de brazos cortos y uñas largas, salió echando del ICAIC y su misión mutó a empresario. Dispuesto a signar a filo de bayoneta en el libro Castro-Espín, conoció a Nilsa en el bar del Club Habana, se enamoró a primera vista y rápidamente decidió alternar su profesión de espía con el de enfermero curador de alcoholismo femenino. Limpió vómitos, recetó alka seltzer, sopa de pollo para matar la resaca, y después de 15 días montó a la novia en su corcel (Mercedes Benz E 320 de color verde botella) y terminó cumpliendo su ansiado sueño de hincarse frente al General.

Celos, intrigas, fuego entre concuños reales, lucha por el poder. Julio César hoy se encuentra secretamente retenido en un centro de instrucción para militares “confiables”. Presagio caos inminente, confesión escandalosa, nuevo cambio de estructura, disensión en el clan Castro Espín. Distante del estereotipo que nos ha legado el cine, la tele y la literatura; en un juego operativo entre espías y contraespías, es muy difícil saber cuándo ha llegado el final, el espionaje es el arte en que ganar no es triunfar.

Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 6 de septiembre de 2011
Foto: Reuters
Leer también: Detienen en La Habana al marido de una de las hijas de Raúl Castro.

domingo, 16 de octubre de 2011

El nieto racista de Raúl Castro


No pretendo criticar a los hijos por ser hijos, ni a los nietos por ser nietos, sólo hablaré de un sector que no por ser desconocido deja de estar enmohecido. Hoy contesto a las preguntas sobre Raúl Guillermo Rodríguez Castro, el hijo de Deborah Castro Espín y Luis Alberto Rodríguez López Callejas.

El matrimonio de Vilma y Raúl fue el más iconográfico del que haya presumido la revolución cubana. Él personificaba al héroe, y ella su heroico papel de compañera, voluntaria, sumisa, y funcionaria del partido. De la unión Castro-Espín nacieron cuatro hijos preciosos que luego afearon con el tiempo. El primero de los nietos, el pequeño Rodríguez Castro, de bebé era solitario, travieso, alegre y testarudo, ya entonces se adivinaba en su comportamiento una lógica tendencia autoritaria.

Haber nacido varón, con la habilidad calculadora del padre, y un sexto dedo heredado por línea materna, despertaron en el abuelo Raúl lo que podríamos describir como una mezcla de amor, regocijo y compasión. Raulito se convirtió en el favorito. Y no en pocas ocasiones El General jubiloso lo presentó con una frase que por cursi provocaba burla en lugar de admiración “Mi nieto es una belleza de mármol, un coloso con cara de niño”. La creatividad de El General, aunque había mejorado bastante, continuaba invadida por conceptos grandiosos y épicos.

Seguramente esperanzados en construir un dechado de virtudes, los familiares hicieron de este pequeño angelito un inútil mamarracho. Así, cuando matriculó en lo que fue su escuela primaria “Gustavo y Joaquín Ferrer”, sólo andaba acompañado de inseparables halagos y de un escolta insoportable que provocaba entre los chicos de su edad un desagradable encanto.

Rodeado, o quizás concurrido por su escandalosa soledad, arribó a la secundaria básica “Josué País”. A la sazón ya era un jovenzuelo a quien le gustaba molestar, y le disgustaba lo demás. Alérgico a todo el espectro del respeto, se sentía el santo grial del dominio y disfrutaba cierto morbo sabiéndose el protagonista de pesadillas ajenas.

El excentricismo de la edad, más la constante visión de su entorno familiar, lo empujaron a beber, a fumar, a caminar por senderos que algunos mayores llaman “malos pasos”, y a adoptar una actitud vehementemente racista que por momentos lograba poner en aprietos a sus más leales amigos, familiares y benefactores. Por respeto no menciono el nombre de la muchachita que expulsaron del aula por negra, o mejor dicho, porque el nieto de General implantó su decreto de no compartir el mismo espacio con aquella condiscípula porque - según él - los negros además de feos y brutos, hieden.

Por esa época, la palabra gracias también había sido erradicada de su diminuto diccionario. Absolutamente comprensible, Cuba padece un sistema feudo liberal con una cúpula dictatorial y anarquista; no tenía por qué agradecer lo que por derecho cree suyo. Nadie aprende a decir gracias si no está realmente agradecido.

Desagradecido, sin frenos, y justo en el momento que hablar de economía era tema de moda, Raulito, el hoy escolta presidencial, decide estudiar en la Facultad de Economía de La Universidad de La Habana. Es común, e incluso razonable, que deportistas de alto rendimiento estudien Licenciatura en Deporte y las competencias internacionales sean sus exámenes estatales.

Usando este mismo principio, y después de un convencimiento que incluyó alguna presión, la rectoría del plantel universitario al quedarse sin opción, entendió que al alumno en cuestión, alto, rubio, de fuerte complexión y zafios modales, se le debían otorgar honoríficas calificaciones debido a su participación como invitado especial a paseos gubernamentales. Su reiterada ausencia a clases no fue tomada como un deterioro intelectual, sino como ayuda al patrimonio nacional.

Corrían aires de cambio, el mapamundi trasmutaba sus colores y esta familia, por ordenes de su patriarca, necesitaba unirse más. En un acto de humildad y sacrificio, el tío Alejandro Castro, conocido por El Coronel, con menos grasa corporal que materia gris en el cerebro, se apareó con una ex novia de su sobrino Raulito y así enarbolaron la extraña pasión familiar por la propiedad común.

De manera que, los domingos, el clan disfruta de los exóticos manjares que aún prepara el viejo Chute (el cocinero Jesús); y el resto de la semana, sobrino y tío revisaban su propio código conductual compartiendo la misma mujer. Puede parecer inmoral, pero nada novedoso. Se sabe que Vladimir Ilich Lenin y su esposa Nadiezhda Konstantinova Krupshaya, paseaban, vivían, y se entretenían con Elizabeth D’Herenville (Inessa). Claro, existen las diferencias, al líder de los bolcheviques, su pareja, y la mutua concubina, no los unían lazos de consanguinidad.

El jefe del Departamento de Seguridad Personal del Ministerio del Interior, y algunos otros a su mando, al sentirse amenazados por la posibilidad real de ser cruelmente suplantados por un sano y poderoso retoñito familiar, con muchísimo cuidado lo intentan ridiculizar echando a correr algunas frases que con sutileza ponen en boca de la opinión popular: “Escolta 2”, “no se sabe si el nieto cuida al abuelo o si el abuelo cuida al nieto”, “a uno tengo que cuidar, y al otro debo vigilar”,… En fin, que el muchacho es criticado, pero intocable.

Raulito se casó, y en la boda se escucharon los acordes contagiosos de La Charanga Habanera, una orquesta que, como otras, decide intercambiar talento por caricias de poder. Tiempo después se divorció, dejó una niña en camino, y anda en planes de otra boda.

El linaje Castro Espín es como una organización benéfica en pos de la mezquindad donde el sentido común es el menos común de los sentidos. Raulito es una víctima que no alcanzó a ser diferente. Hoy se autodefine patriota y defensor de esas ideas que quizás por enaltecidas inspiran saqueos y revolución.

Le recrea un ardor enfermizo por impresionar a las personas que están por debajo de su condición social. Es paranoico y, como únicamente ha leído algunas páginas alternas de la vida de Julio César; está realmente convencido de que el final de su abuelo Raúl se reducirá al asesinato en un acto de venganza por parte de su propia escolta. Decir más, sería redundar.

Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 29 de agosto de 2011
Foto: EFE

sábado, 15 de octubre de 2011

Laura Pollán puso su pellejo para demostrar sus verdades


Ahora mismo me viene a la mente el miércoles 28 de septiembre, cuando hablé con su hija para coordinar una entrevista con Laura. Ella ya se sentía mal, su hija me contó que se tomó un tilo y se acostó un rato en la cama. Unos días después, empeoró su estado de salud. La noticia me ha dejado atónito.

Indudablemente los efectos de la violencia verbal y los golpes del 24 de septiembre han sido una de las causas.

Se avecinan malos tiempos para Raúl Castro. Me cuesta creer que las hordas de energúmenos que aquel día a ella y las Damas de Blanco gritaban "al machete que son pocas" o "apunten, preparen, fuego", se sientan complacidos.

¡Qué triste papel! Me pregunto si a partir de ahora tendrán su conciencia tranquila.

Laura Pollán fue una mujer de la tercera edad que puso su pellejo e integridad para demostrar sus verdades.

Si Orlando Zapata fue un motor que impulsó a los opositores a protestar a camisa quitada, Laura tuvo un gran poder de convocatoria. Su mérito indudable fue salir a la calle y gritar por la libertad de los suyos y su pueblo.

¡Que Dios la bendiga!
Iván García

Hijosdepapi.com


Ser un hijo de papá genera popularidad, engrasa ciertos mecanismos que para otros permanecen oxidados; pero esa casta, desenfadada y cristalina a la vista, comparte además intrigas y frustraciones.

Para hablar de hijos, nietos y familiares de los más altos dirigentes del Partido, el Estado, y el Gobierno revolucionarios; debemos tener cuidado. Con muchísima frecuencia tendemos a generalizar, e incluso a discriminar, repitiendo frases como “Los hijitos de papá son todos unos tarambanas”. Pero no siempre es real.

Es cierto, y hasta se ha convertido en cliché, que el poder envilece, y corrompe. Pero también es harto conocido que detentarlo hace de la vida un spa, concepto placentero y relajante.

Mariela y Alejandro Castro, por ejemplo, se sienten símbolos patrios. Llenaríamos páginas completas describiendo a estos hermanos. Ella catagelofóbica, él filocrático, ambos seres obsesivos que saben usar la modestia y la humildad como martillo y cincel para esculpir su monolítico pedestal. De ellos comentaremos; pero también de esos otros que por celos, traquimañas misteriosas o simpatía personal, han sido estigmatizados, como Ernesto Guevara March, quien merece mi afecto.

No se me hace interesante alimentar resentimientos o frustraciones, de eso tenemos bastante. Tampoco pretendo subirme al pulpito a pontificar, mi idea dista mucho de empuñar una oscura guadaña afilada y con ella decapitar a todo aquel que huela o hieda a Comité Central. Prefiero desmitificar y mostrar, a los más sombríos o fulgurantes miembros de una fauna nocturnal que algunos filósofos de pacotilla llaman “Semen de clase dominante” y no salen en revistas sociales porque en La Habana aún no existen.

Ser un hijo de papá genera popularidad, engrasa ciertos mecanismos que para otros permanecen oxidados; pero esa casta, desenfadada y cristalina a la vista, comparte además intrigas y frustraciones.

Conversemos de eso, y de todo. Le sugiero incluso interactuar para saciar sus interrogantes sobre un grupo descendiente de “impolutos’’ dirigentes en un país que desayuna consignas morales, merienda igualitarismos, y almuerza principios éticos. Usted, me envía su e-mail a juanjal@yahoo.com, pregunta lo que desee, de quien desee; y yo, haciendo mi mejor esfuerzo, disparo una parrafada. Pero recuerde, no es mi intención escupir falsedades gastadas, las teorías terminan cuando comienzan las pruebas.

Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 17 de agosto de 2011
Foto: Reuters. Mariela Castro y su hermano Alejandro.

viernes, 14 de octubre de 2011

La suerte de Cuba se decide en diez años


O menos. Para esa fecha Fidel Castro, tendrá 95 años. Si aún vive, una enfermera intentará darle papilla o compota de manzana a cucharadas. Su hermano Raúl, por el estilo. Cumplirá 90 y no creo tenga fuerzas para apagar las velitas de la tarta. Si Dios les da la gracia de tenerlos con vida, serán dos abuelitos aburridos. Un pedazo de la historia cubana postrados en sillones de ruedas.

En 2021, probablemente antes, quienes rijan los destinos de la nación habrán ajustado el rumbo en su sextante político. Si la nave sigue comandada por los empresarios de verde olivo, Cuba será una mezcla de comunismo virtual y capitalismo estatal entronizado en los principales sectores económicos.

Quizás en esa fecha ya la inteligencia cubana haya diseñado una oposición adocenada y gentil. Y, para no ser menos, celebrarán elecciones cada 5 años. Existirán dos o tres partidos de nombres rimbombantes que prediquen lo mismo, pero con diferentes formatos.

Por supuesto, los magnates militares tendrán el control absoluto de la economía y la vida política. Dejarán hacer a la iniciativa privada. Estimularán y premiarán con bajos impuestos. Y a los cubanoamericanos poderosos, los compensarán por los bienes expropiados durante los primeros años de revolución.

Si para entonces, las firmas Bacardí, Fanjul y de otros millonarios de origen cubano prefieran invertir y dejar de lado 'esas necedades de la democracia y los derechos humanos', las puertas de los negocios en Cuba se les abrirán.

Los activistas políticos y periodistas independientes incómodos que se salgan del guión deberán cuidarse. Cuando exista una luna de miel con los acaudalados compatriotas de la Florida, el embargo sea una reliquia, y de vez en cuando un presidente de Estados Unidos pase sus vacaciones en Varadero, no será necesario montar circos jurídicos contra los disidentes.

Los que molesten irán a una fosa. Serán enterrados tres metros bajo tierra, con un tiro en la nuca. Como en México o Colombia. Nadie querrá saber quién los mató.

Cuba es un Estado en liquidación. Ya se van desmontando los subsidios y los mandarines criollos ahora hablan de pérdidas y ganancias. ¡A trabajar, carajo!, dicen en todas las asambleas.

En lo económico la caja está cuadrada. Lo de conservar la economía planificada es para tener sosegado a Fidel Castro, quien tiene ojeriza al libre mercado. Pero ya hay sectores, como el inmobiliario, extracción de petróleo o turismo que apuestan por las empresas mixtas.

Muchos generales reconvertidos en hombres de negocios, vestidos con guayaberas blancas, darán las palabras de bienvenida en algún torneo de golf. Volverán los caddies negros a cargar los palos y las máquinas registradoras repiquetearán alucinadas de tanto billete verde.

El puerto del Mariel será una mina. Dejará chiquito al de Miami. En las maquiladoras chinas la gente trabajará por 2 dólares al día. Y estarán contentos. En una empresa estatal sólo cobrarían cincuenta centavos de dólar.

Así, más o menos, será el diseño de Cuba dentro de 10 años.

Que se instaure o no un sistema bicéfalo, mezcla de lo peor del capitalismo con la brutalidad represiva de las sociedades cerradas, quedará en manos de una disidencia que debe madurar y ganar en conciencia política. De lo contrario, descaradamente será comprada con divisas fuertes, para que participe también del pastel o mantenga la boca cerrada.

El futuro pinta feo. Puede que falten detalles. Pero no sobran.

Iván García

Foto: Stuart Kane, Picasa. Como periodista de la revista Bohemia, en la década 1970-1980, a menudo me trasladé a Matanzas, provincia de la cual llegué a ser corresponsal viajera. Y una vez pasadas la zona de las Playas del Este de La Habana y hasta llegar a Matanzas, por toda la costa norte podían verse pozos extractores de petróleo como el de esta foto, hecha en mayo de 2010 (Tania Quintero).
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