lunes, 27 de noviembre de 2023

Mario Vargas Llosa recuerda a Carlos Alberto Montaner

Carlos Alberto Montaner niño todavía, acusado por el Gobierno de Castro de “terrorista”, tuvo el más extraordinario despertar: una condena, injusta y sin fundamento, por supuesto, como suele ocurrir en las dictaduras. Me contó que, una noche, por algún descuido, la cárcel estaba vacía de cuarteleros y las celdas, abiertas. Pudo salir sin que nadie lo molestara y de inmediato se alojó en la Embajada de un país amigo, Honduras. Un año después, estaba en Miami como exiliado. Desde entonces ha sido el “activista” más fecundo que ha tenido la libertad de Cuba.

Creó una editorial para libros de texto en la que también difundió mucha literatura cubana, y, a comienzos de los noventa, cuando parecía que se podía reproducir en la isla el hundimiento del comunismo y la transición que estaba teniendo lugar en Rusia, un partido político. Incansable, reclamaba la democracia para su país con una convicción que no conocía el desánimo y siempre con un espíritu optimista.

Vivió en Miami, en Puerto Rico, en España y a los 80 años, aquejado de una enfermedad que lo iba privando de la voz y las palabras, decidió venir a España a morir, de manera asistida. Dejó escrito un artículo, para ser publicado póstumamente en CNN, donde colaboraba, que se titula Cuando usted lea este artículo yo estaré muerto. Lo había escrito con la anuencia de su mujer y sus hijos, y en él explicaba las razones de su muerte.

Lo conocí en los años ochenta y fuimos siempre amigos y colaboradores. Su casa era la casa de todos, y él y su mujer, Linda, siempre tenían una palabra cariñosa para recibirnos. Reunía a amigos que estaban en disposición armada y, gracias a sus maneras y a su carisma, se allanaban también a hacer nuevos amigos. Nadie luchó por la libertad de Cuba como Carlos Alberto Montaner. En libros, en artículos, en foros, en instituciones públicas y privadas, fundando partidos y alianzas con otros grupos, mantuvo siempre la esperanza de que su país, liberándose de los Castro, fuera un ejemplo para América Latina y para el mundo.

Como vicepresidente de la Internacional Liberal, había preparado el camino para que, cuando la isla se democratizara, pudiera reinsertarse en la comunidad internacional lo más rápida y exitosamente posible. Pero el Gobierno cubano reconoció a “su enemigo” y lo privó del último y primer deseo de Carlos Alberto: volver a Cuba.

¿Habrá quien lo suceda en esa convicción que él mantenía contra viento y marea? Es posible. He conocido a muchos cubanos, están repartidos por el mundo entero, y yo también quiero a Cuba como Carlos Alberto lo hacía. Pero creo que él ni un solo minuto de su vida dejó de pensar en su patria, esa isla por la que suspiraba y se enardecía. Jamás lo veía tan enérgico, y lo conocí hace casi 50 años, como cuando algunas voces, entristecidas, le decían: no hay esperanzas para Cuba. Nada podía indignarlo más, y en sus artículos, defendía siempre una Cuba liberal, porque se había convertido a esa doctrina que le parecía más juiciosa que las otras, y más justa, porque estaba basada en esa libertad que tanto amaba.

Ha muerto en Madrid, una ciudad que quería porque se sentía íntimamente parte de España. Tuvo que irse a Miami, donde trabajaba para la radio y la prensa escrita, unos años. Sin embargo, cuando supo que su enfermedad era irreversible, decidió regresar a Madrid porque en Florida no está permitida la muerte asistida.

Lo vi la última vez en el Foro Atlántico, que organiza todos los años, a finales de junio, la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), que presido, en la capital española. Le otorgamos una medalla celebrando su brillante trayectoria. Estaba ya enfermo y leyó, con gran dificultad y con la ayuda de su hija Gina, unas palabras de agradecimiento, y las lágrimas se me vinieron a los ojos al abrazarlo. Él también había llorado, abrazando a Linda, esa muchacha que conoció de niño, con la que se casó poco antes de abandonar la isla, y tuvo dos hijos. Siempre fueron, para todos, un modelo de pareja.

La obra de Carlos Alberto Montaner, que abarcó la ficción y los ensayos, se irá conociendo más y más. Los textos que escribió en defensa de Cuba, sus análisis minuciosos sobre la realidad de nuestro tiempo, su pasión por América Latina que no le impedía decir las verdades sobre esos países en involución, dejando siempre una pequeña nota de esperanza, representan un legado importante para los latinoamericanos que quieran entender mejor por qué fracasan ciertos países y cuáles son las razones del éxito de los más avanzados.

Aunque Carlos Alberto Montaner desaparece, quedan sus libros. Era un ensayista claro y rápido para captar las noticias, desenredándolas, yendo a lo esencial. Sus ensayos, en los que mezclaba el humor con el análisis didáctico, forman parte de la historia de América Latina y muchos de ellos tienen que ver con la libertad, esa palabra tan mal usada, que en sus líneas él resucitaba, explicándonos lo extraordinario que significaba, y lo que garantizaba a los países que la hacían suya. Nunca he conocido a alguien que tuviera tal convicción y que amara más la vida que Carlos Alberto Montaner.

No siempre tocaba el tema de Cuba, pero todos sabíamos que pensaba en su pequeño país, que nunca lo olvidaba en las conversaciones más superficiales que tenía y que soñaba con verlo otra vez libre, sin censura y sin cárceles. Pidió varias veces ingresar a la isla y se lo impidieron. También fue novelista y hay hasta cinco historias salidas de su pluma, como un observador de las costumbres y los sueños de sus personajes. Pero creo que escribía para ganar partidarios, y siempre lo conseguía. Su pasión por su país no tenía límites y a veces nos sorprendía por esa capacidad de trabajo que tenía y que parecía la de diez hombres juntos. Muchas veces lo vi, en Europa y en América, y creo que siempre lo encontré bien, entusiasta, con una sonrisa dulce y amable que lo caracterizaba, y trasmitiendo, en sus conferencias, que eran amenas y enriquecedoras, una convicción en el futuro que nos dejaba pasmados.

El Mundo será más triste ahora que se queda sin Carlos Alberto. Nadie tenía tanta fe como él en el liberalismo y en sus artículos lo decía y lo reafirmaba. Ahora, sin sus argumentos para convertir las malas noticas en buenas, ya no será lo mismo, pero los cubanos tienen un intelectual que descubrir: sus artículos no se publicaban en Cuba, naturalmente, pero los cubanos de ahora y de siempre tendrán una tarea fundamental: reunirlos y reconocerlos como propios.

Era un hombre profundo y simpático que sabía conquistar amistades. Y quienes lo conocieron saben que no exagero al decir que fue uno de los hombres, y uno de los liberales, más afectuosos y cordiales, sin asomo de arrogancia y pedantería. En la carta póstuma publicada explica que todas las puertas se le han ido cerrando y que la decisión de España de aceptar la muerte asistida le brinda a una persona la posibilidad de tomar la decisión de poner fin a un padecimiento irreversible como el suyo. Qué infinita desgracia la que enfrentó Carlos Alberto Montaner, que él explicó minuciosamente en ese artículo. Lo vamos a extrañar, por lo mucho que lo queríamos y por el entusiasmo que nos transmitía, que será irremplazable.

Mario Vargas Llosa
El País, 17 de septiembre de 2023.
Fotomontaje: Carlos Alberto Montaner y Mario Vargas Llosa. Tomado de CubaNet.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Recordando los 28 años de Cuba Press

Cuba Press, la más profesional de las agencias de prensa independiente en la Cuba castrista, fue fundada por el poeta y periodista Raúl Rivero (1945-2021), el 23 de septiembre de 1995 en su apartamento de Centro Habana. Ese día coincidió con el cumpleaños de Blanca Reyes, Blanquita, hoy su viuda, y una de las primeras Damas de Blanco. Cuatro de los fundadores de Cuba Press procedíamos de medios oficiales: Raúl Rivero, Ana Luisa López Baeza, Iria González Rodiles y yo. De los cuatro solo quedo yo, próxima a cumplir 81 años. En "Las primeras personas", publicado el 1 de junio de 2008 en El Nuevo Herald, Raúl Rivero se refería así al periodismo independiente:

Creo en el poder del periodismo alternativo cubano porque está comprometido con la verdad. Porque lo escriben hombres y mujeres que aspiran a que esa verdad trascienda y les dé un fogonazo de luz a las libertades que la gente necesita. Y, creo en ese grupo de profesionales porque tiene guardadas sus ambiciones personales y aplazadas las controversias necesarias.

El periodismo independiente no ha sido nunca --en sus más de tres lustros de existencia-- un invento de especuladores o una olla para cocinar vanidades. Es una necesidad de la sociedad criolla, sometida por medio siglo a un guateque vacío y palabrero que ya no soportan ni los directores de orquesta ni los bongoseros.

Lo escriben en La Habana, Santiago de Cuba, Villa Clara, Morón, Isla de Pinos y Pinar del Río personas sensibles y llanas, agobiadas por la severidad natural de un sistema fracasado y por la soberbia y el odio inducidos de la represión. No conozco a ninguno que se las dé de héroe o de salvador de la patria. Sé nada más de personas convencidas de que hacen un trabajo necesario y lo hacen con humildad y con el beneficio de la vocación.

No se trata de un colectivo unánime a la espera de que se le bajen las orientaciones y les lleguen de arriba las líneas informativas de la semana y los planes quinquenales. Es un elemento vivo que se mueve como se mueve la vida, bajo el temblor de los acontecimientos, a pesar de las persecuciones policiales y las zonas vedadas por quienes debían facilitarle su tarea.

Son individualidades, seres que piensan y tienen que buscarse, en medio de la hostilidad y otras catástrofes, las vías para llegar a las informaciones, a los episodios de interés noticioso y a los escenarios que puedan merecer una crónica o un comentario.

Sí, solitarios sin infraestructuras para acceder a archivos o moverse de un sitio a otro, negados por la propaganda oficial y víctimas también del miedo ajeno. Profesionales insultados y descalificados por quienes, en algún momento, tendrán que reconocer la huella pedagógica de los que ahora son perseguidos y encarcelados.

Nadie puede encontrar allá dentro a gente que sigue a pastores ni serventías trazadas de antemano. Desde los días iniciales surgieron grupos de trabajo diferentes, con diversos puntos de vista, con criterios personales a la búsqueda de conducir el periodismo nacional a mayores coincidencias con lo mejor de la prensa de la república.

Cada uno a su manera. Cada grupo tratando de hallar puntos coincidentes, pero sin imposiciones. Con defectos, fragilidades y dudas ante una parroquia inexplorada, a lo mejor con arrastres de ineficacia y malformaciones, pero con el interés de contarlo todo y contarlo bien. Llenos de toda la objetividad y la honestidad posible.

A continuación, diez textos dedicados a Cuba Press y a Raúl Rivero:

Tania Quintero
Foto: El periodista independiente Iván García con Blanca Reyes y Raúl Rivero en una cafetería de Miami el 17 septiembre 2016.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Cómo se extinguió la isla de Cuba

Lo primero es que el tiempo no corra o se repita. Y que las fechas dejen de tener importancia y no marquen nada, ni digan nada. Cuando el aceite normado de julio te lo dan en agosto, el pollo de julio te llega en septiembre, el arroz de agosto no tiene fecha de entrega todavía y se pudren más de dos toneladas de pescado en Bejucal por falta de corriente eléctrica, sin que el café tenga intenciones de arribar, es que el país se fue definitivamente a pique. O a bolina. O dicho con más brusquedad y dolor: a la mierda.

Todo comenzó con un entusiasmo que se fue mezclando con el miedo, como el café con el chícharo. Y entre el sonido de las descargas de fusilería que llegaban desde La Cabaña y el Castillo del Príncipe, el aire fue llenándose también del clamor ensordecedor de la plebe, gritando “paredón, paredón”, para complacer al gran héroe de aquella gesta, un cobarde de palabra fácil y un ego talla extra. Habían salido de unos años muy malos y se sentían liberados, así que expresaban su alegría desaforadamente porque todavía estaban bien alimentados, podían gritar y saltar sin desmayarse y toda la familia vivía en el país.

Cada día había algo nuevo. Se marchaban los dueños de empresas y fábricas, los que las habían creado y sabían cómo funcionaban. Y la gente se alegraba, pues el cubano odia a ese tipo de gente. Los envidian, pero no es porque quieran ser dueños de esas cosas, sino que quieren que los otros no las tengan. Y eso lo entendió enseguida el capitán araña (en este caso “comandante en jefe”) que se alzó con el triunfo. Y lo nacionalizó todo, porque cuando el pueblo piensa que es dueño de algo, ese algo deja de importarle.

Él había anunciado otra cosa. Con los años, la gente iba a comprobar que Él decía una cosa y al poco tiempo ya no era esa cosa, sino lo contrario, es decir, otra cosa. El 28 de abril de 1959 Él dijo: “Será un gobierno del pueblo sin ataduras y sin oligarquía; libertad con pan, y pan sin terror, eso es humanismo. Creemos que no debe haber pan sin libertad, pero que tampoco puede haber libertad sin pan. Queremos que Cuba sea un ejemplo de democracia representativa con verdadera justicia social”.

Eso lo ubicó rápidamente entre los mejores humoristas del hemisferio. Y desde entonces estuvo en el selecto grupo de quienes sabían disfrazarse mejor, los que usaban un maquillaje que los convertía en otro. Por ejemplo, bajó con sus hombres del monte y todos llevaban barbas y venían repletos de collares de aquellas semillitas rojinegras y medallas de la virgen. Se parecían a Jesús con sus apóstoles. Muchos pensaban que era el Mesías y no, era realmente Judas.

Agarró al pobre José Martí por el cuello y se lo restregó al pueblo y lo coló en todas las fechas patrias. Si ya lo había hecho el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, qué más daba que tuviera otros delitos. Y luego “se perdió” Camilo Cienfuegos en el mar, donde la vida ya no es más sabrosa. Y en cada aniversario hay que echar flores en la orilla o en un cubo de agua.

Igual sucedió con Ernesto Guevara, a quien le cerró el regreso y se murió en Bolivia buscando a Camilo, pero Bolivia no tiene salida al mar. Y después dijo que los niños debían ser como el Che. Y los niños comenzaron a irse para Bolivia, para Nicaragua, para Panamá. Con los padres, por supuesto.

Muchísimos cubanos evadieron aquella idiotez del gobierno que consistía en caminar, sin ton ni son, 62 kilómetros. Era la marcha hacia ninguna parte, como luego hizo la economía de la isla. Parecía estúpido, pero no, sirvió de entrenamiento a algunos que luego atravesaron la selva de Darién.

Entonces Él quiso que en la isla se produjera más leche. Y se acabó la leche.

Fundó una inmensa flota de pesca y ahora no hay peces en los mares aledaños y se prohíbe pescar.

Quiso doblar la cantidad de vacas y desaparecieron las vacas.

Se propuso inundar el mundo de azúcar y ahora el azúcar hay que comprarla afuera.

Quiso que la isla fuera una potencia médica y, si eres tan ingenuo que entras a un hospital, te mueres. Los médicos se exportan como si fueran sacos de azúcar.

Luego le dio por cosas inútiles, como la moringa (antes inundó al país de pangola, para que comieran las vacas) y ollas arroceras, pero no había arroz y quitaban la electricidad.

Y empezó a pedirle dinero a todo el mundo. Y no lo devolvía. Eso trajo como resultado que, si eres cubano en el extranjero, te cobran el doble o el triple, a ver si tú solito pagas la deuda externa.

Ya lo había nacionalizado todo y le había quitado a la gente todos los negocios y los servicios. Y lo único que tuvo entonces el cubano era el tiempo, todo el tiempo. Pero tampoco, porque a cualquier hora, en cualquier fecha, Él convocaba a la gente a la plaza y les hacía perder lo único que tenían hablando sandeces durante horas.

De todos sus inventos el que sí funcionó fueron los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), donde se legalizó la bajeza y la chivatería y funcionaba solamente con envidia. También incrementó la combatividad, la vigilancia y la represión. Y la pena de muerte, que en otras partes llaman “pena capital”, y no es lo mismo “pena capital” que la pena que da vivir en la capital.

Dijo, además, a la gente que no compartía sus ideas que se fueran: “No los queremos, no los necesitamos”. Pero cuando todo se hundió un poco más gracias a su mente brillante y a los inútiles que lo apoyaban, inventó las remesas: los que vivían lejos pagaban por sus familiares secuestrados.

Y la gente se dio cuenta de una cosa: si toda la comida la traían de afuera, si la ropa era también de afuera, si las medicinas les llegaban del extranjero, entonces era mejor vivir en el extranjero.

Y así no quedó casi nada. Unos militares que dicen estar esperando a un enemigo con el que ellos mismos hacen negocios. Unos hoteles medio vacíos. Y un montón inmenso de holgazanes que comprendieron que apoyarlo a Él era el mejor negocio.

Al final Él le hizo un regalo al pueblo, el mejor de los regalos: se murió. Pero ya era tarde, ya casi no había nada alrededor.

Ramón Fernández Larrea
ADN Cuba, 25 de septiembre de 2023.
Ilustración: Armando Tejuca. Tomada de ADN Cuba.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El surrealismo político en Cuba es demencial

Ocho de la noche. En la edición estelar del noticiero de la televisión cubana, varios estudiantes de la enseñanza media repiten una letanía de frases huecas y consignas políticas que ni ellos mismos se creen. El mensaje que reciben los televidentes puede resultar contraproducente, como le ocurrió a Joel, 26 años, quien junto a su novia esperaba en el mostrador de una cafetería privada para comprar hamburguesas.

“Fue alucinante cuando vi eso en la tele. Por ese tipo de noticias la mayoría de la gente no confía en el gobierno. ¿Quién va a creer en unos jóvenes que hablan como si fueran robots programados? El sistema tiene que reformar sus peroratas. No atraen a la juventud ni tampoco al resto de la población. Constantemente repiten clichés. Además de cheos, son muy aburridos”, dice Joel.

Esa avalancha diaria de propaganda ideológica en los medios provinciales y nacionales ha espantado a un segmento importante de la audiencia. Para Carlos, sociólogo, “un sector mayoritario de la ciudadanía huye de los programas y eventos políticos. Incluso aunque participen trabajadores, como en los desfiles por el primero de mayo, las personas que asisten no interiorizan la narrativa que intenta venderle el aparato publicitario del régimen. Cada vez más, los cubanos se han vuelto resistentes e inmunes a las orientaciones y consignas emitidas por el partido comunista”.

La simulación en las sociedades totalitarias es un arma de camuflaje perfecta en un pueblo que busca escapar de la manipulación y del hastío que le producen tantas informaciones repletas de contenido político.

Saúl, licenciado en filosofía, considera que “el gobierno no ha sabido o no ha podido resetearse. En medio de una alarmante crisis económica, inflación que no para de crecer, desabastecimiento general, servicios básicos que no funcionan y pésima administración de las instituciones públicas, es desacertada esa campaña propagandística emprendida por el Estado. La gente huye de ese barraje de noticias tendenciosas alquilando la 'antena', un negocio clandestino, o el 'paquete', un compendio de series, novelas y películas transmitidas por cadenas estadounidenses, brasileñas o mexicanas. Así se libran de ver la soporífera mesa redonda, el noticiero de televisión y la retahíla de espacios ideológicos que un alto porcentaje de la población rechaza”.

En su opinión, una muestra clara que la propaganda del gobierno ha fracasado estrepitosamente, "es que a pesar de las numerosas noticias negativas que publica la prensa oficial sobre Estados Unidos, como si fuera un efecto boomerang, la gente lo suele interpretar de forma contraria. Eso ha generado una tendencia peligrosa en miles de cubanos que quieren emigrar, pues piensan que el capitalismo es un paraíso”.

Intentando informar, los medios estatales desinforman a los ciudadanos. La principal fuente de información exterior de la parrilla televisiva de Cuba son Telesur, Russia Today y canales de Irán, Siria y China. En el tema de la guerra de Rusia contra Ucrania, la manipulación noticiosa y el análisis de los hechos ha sido brutal. Los crímenes del ejército ruso, el comportamiento neo fascista de diversos grupos privados de contratistas militares a las órdenes de Putin y el sumiso apoyo del régimen cubano a Moscú, ha levantado ronchas en amplios sectores de la población.

Una muestra del desgaste y debilidad del actual régimen es la cobardía política para reclamarle a Rusia que deje de contratar a cubanos que luego utilizan como mercenarios. El gobierno ha publicado un par de notas condenando los hechos. Pero no ha emplazado a Rusia por su injerencia en la soberanía y asuntos internos de Cuba. “La gente está tomando nota. No puede ser que cuando Estados Unidos invade Afganistán o Irak, sea una guerra imperialista, mientras que la Rusia de Putin que lleva ejecutando guerras de rapiña y de ocupación desde 2004 en antiguos territorios de la URSS, la prensa oficial las apoye y considere en legítima defensa”, expresa el sociólogo Carlos.

El surrealismo político en Cuba es demencial. Por cualquier motivo, ya sea un triunfo deportivo, un desastre natural o una efemérides, la maquinaria propagandística se pone en marcha. La dramaturgia del partido comunista es invariable. Solo cambia la decoración de fondo, de acuerdo al evento. Si es un acto fúnebre, colocan cortinas negras detrás de la mesa presidencial.

Para premiar a obreros y funcionarios destacados, además de entregarles diplomas, se escogen cortinas rojas, color que identifica a los comunistas en el mundo. Se desempolvan fotos de Fidel y Raúl Castro y también citas, a veces de José Martí. La disposición de las sillas es importante. El gobernante del país se sienta en el centro de la mesa presidencial, instalada en una tarima a mayor altura, según dicta el protocolo oficial.

Es de buen gusto entre los caciques del régimen obtener el grado de doctor. El anodino gobernante Miguel Díaz-Canel, su esposa Lis Cuesta, el ministro de economía Alejandro Gil y ahora Esteban Lazo, presidente del inoperante parlamento, han presentado tesis doctorales en la Universidad de La Habana.

Díaz-Canel se convirtió en doctor en Ciencias en 2021, con una tesis titulada “Sistema de Gestión de Gobierno basado en la Ciencia y la Innovación”. Ese mismo año, Alejandro Gil, un ministro que no ha sido capaz de atajar la inflación ni ofrecer soluciones a una crisis económica que se extiende por cuatro años, preparaba su tesis doctoral con su compadre Díaz-Canel como tutor.

El título de la tesis de Gil es “Metodología para la gestión del plan de desarrollo económico y social de Cuba”. Un año después, se convirtió en doctora Lis Cuesta, esposa de Díaz-Canel, con la tesis “Modelo pedagógico para exportación de servicios académicos en la agencia Paradiso”.

Y en los últimos días ha circulado un acuerdo de la Comisión Nacional de Grados Científicos del Ministerio de Educación Superior, por el cual se aprobó, a solicitud de la Universidad de La Habana, la defensa de Esteban Lazo de la tesis doctoral “Concepción teórico metodológica del trabajo político ideológico del Partido Comunista de Cuba”.

Las redes sociales se han inundado de críticas, memes y sarcasmos. “Son incapaces de producir alimentos y que funcionen con decencia los servicios públicos y estos ineficaces personajes que dirigen el país por mandato divino se dan el valijú de querer obtener el título de Doctor. Pa’ mear y no echar gota”, dice una cubana residente en España.

“Cantinflas en un niño de teta al lado de esta gente (el régimen). El único doctorado que tienen es el de la represión del pueblo durante 64 años. En eso sí que tienen un máster”, escribió en su muro de Facebook un cubano de la provincia de Matanzas.

Yislen, sicóloga, asevera que “el reconocimiento y el ego desmedido es un comportamiento habitual entre los seres humanos. Sobre todo cuando se consideran que no han sido suficientemente reconocidos. Pero llama la atención, en el caso de los dirigentes cubanos, que buscan ese reconocimiento sin haber tenido éxito en su desempeño administrativo. El modelo político en Cuba siempre fue muy personalizado. Todo giraba en torno a la figura de Fidel y después de Raúl. Es una estructura de gobierno militar de ordeno y mando, donde el subordinado cumple ordenes y rara vez propone. Casi todos los actuales funcionarios siempre fueron subalternos, por eso quieren obtener un doctorado, para demostrar conocimientos y autoridad”.

En un país donde casi nada funciona, la saturación de propaganda política e ideológica, consignas y promesas incumplidas provoca un enorme rechazo entre la población. Cuando Díaz-Canel sale en el noticiero, muchos cubanos apagan el televisor.

Iván García