lunes, 26 de abril de 2021

The New York Times: el antihéroe del régimen cubano



La prensa oficial cubana celebró por todo lo alto un texto de The New York Times sobre el candidato vacunal Soberana 02. Desde Prensa Latina hasta Cubadebate, pasando por los medios provinciales, todos festejaron la noticia de haber sido noticia, tal y como les hubiera gustado, en uno de los diarios más prestigiosos del mundo. Incluso, el espacio de la Mesa Redonda le dedicó el honorífico título de "la noticia del día". The New York Times, al menos por estos días, es un influyente amigo en las entrañas del imperio.

Claro, a la prensa oficial le hubiese gustado editar un poco el texto de The New York Times antes de su publicación. Quitar por ejemplo, esos detalles que aluden a las colas y la escasez de pan desde el mismo epígrafe del artículo, y tal vez poner alguna frase sobre la autoría de Fidel Castro de la vacuna. Pero tampoco es algo que les preocupe. Ya se encargaron ellos de extirpar los fragmentos desagradables del texto y poner aquello que le faltaba, el "toque revolucionario".

Toda esta alegría, por supuesto, tiene fecha de caducidad. Para el Partido Comunista de Cuba, The New York Times será un "reconocido medio" hasta tanto no vuelva a publicar algo sobre la escasez en la Isla o la represión contra artistas, activistas, periodistas y disidentes en general. El PCC, de hecho, sueña con que el diario estadounidense se mantenga en esta línea, que tanto les recuerda los edioriales del periodista Ernesto Londoño () que sirvieron de entrada al deshielo de Obama. Ahora, con Biden en la Casa Blanca, le convendría mucho al régimen que este medio recuperara su aura de oráculo.

La postura actual de los medios oficiales cubanos respecto a The New York Times parece revelar una suerte de Alzheimer como síntoma de la avanzada edad del régimen. Pero no se trata de nada parecido. El gobierno de la Isla, una vez más, alaba y difama a conveniencia, una técnica que hasta el momento le ha funcionado a la perfección, quizás por la mala memoria del cubano de a pie.

En marzo de 2019, el vocero del régimen Lázaro Manuel Alonso, dijo en el Noticiero Nacional de Televisión que las páginas de The New York Times estaban "sucias de mentiras envueltas en papel de celofán" por haber demostrado que los médicos cubanos le servían a Nicolás Maduro para ejercer presiones a su favor en las elecciones. Alonso catalogó al artículo de "raro", quizás porque no está adaptado al periodismo real, que se aleja de la propaganda para investigar a fondo, con diversas fuentes, aquellas verdades que intencionalmente se ocultan.

Sabiendo que los cubanos no gastarían los carísimos datos de internet en sus celulares para contrastar sus palabras, Alonso dijo que el texto del diario estadounidense era a todas luces falso porque no mencionaba los nombres y apellidos de los dieciséis médicos que sirvieron de fuente. Sin embargo, el texto referido lo encabeza una foto de Yansnier Arias, uno de los médicos que dio su testimonio.

El más reciente de estos ataques surgió a raíz de la huelga de hambre y sed realizada por varios artistas y activistas en la sede del Movimiento San Isidro, en noviembre de 2020. La presencia en aquel lugar del periodista cubano Carlos Manuel Álvarez, director de la revista El Estornudo, sirvió entonces de pretexto para arremeter nuevamente contra The New York Times, donde es colaborador.

The New York Times ha vuelto a ser del agrado del régimen, que le ha perdonado los desvaríos del pasado, incluidos los del pasado reciente. Mientras tanto, Lázaro Manuel Alonso quizás cruce los dedos para que el indulto se mantenga, y así no verse obligado a mentir otra vez ante las cámaras.

Texto y fotocopia: Diario de Cuba, 18 de febrero de 2021.

lunes, 19 de abril de 2021

Los culpables

Una de las críticas que puede hacerse a las Ciencias Sociales en los países del «socialismo real», es el anquilosamiento y empobrecimiento teórico que sufrieron, dada la imposibilidad de contrastar con un pensamiento, no ya de derecha o divergente, sino apenas crítico en su propio terreno. Ello no significó que el pensamiento crítico fuera inexistente, por el contrario, creó sus propios espacios, casi siempre académicos y en ocasiones coyunturales, pero también casi siempre apartados de un debate público.

Esta situación es resultado de una regularidad propia del modelo. Los sistemas políticos que se adaptan por mucho tiempo a monopolizar el contenido y flujo de la información y a invisibilizar la opinión pública, llegan a considerarse inexpugnables. Y es precisamente esa aparente fortaleza la que se convierte en su talón de Aquiles cuando la opinión pública logra emerger y establecer sus contenidos y canales de información. Al no haber tenido que entrenarse en la negociación y el diálogo, la nueva situación los encuentra desprovistos por completo de la inteligencia, capacidad de negociación y herramientas teóricas que les serían necesarias. Ello explica por qué solo reaccionan mediante la violencia y la prepotencia.

La llegada de internet a Cuba puso en solfa la autoridad ideológica tradicional. Como resultado, la respuesta desde el aparato de poder se manifiesta represiva, compromete incluso a la legislación recién aprobada y conduce a una escalada de enfrentamientos que proliferan de modo evidente, sostenido y alarmante. Cuando se derrumbó el campo socialista europeo, sus respectivos aparatos ideológicos no tuvieron que lidiar con una situación similar, pues Internet estaba en pañales y las redes sociales aún no existían.

El mitin de repudio en el cual un grupo de personas, nucleadas alrededor de un enorme afiche de Fidel Castro, violentó la entrada a la vivienda donde reside una familia con hijos menores y la vandalizó ante los ojos asombrados e indignados de muchos, fue el bochornoso escalón superior de otros actos de odio que han proliferado en los últimos tiempos, y que se remontan a un pasado reciente no superado.

Desmarcarse de esa violencia, como observé que hicieron varias personas en medios y redes sociales, es positivo pero no es la solución. La sociedad cubana está profundamente dividida, herida, vandalizada ella misma en su ética y en los valores que se supone debería desarrollar un sistema que asegura defender la solidaridad, el colectivismo y el humanismo. La Constitución aprobada en 2019 acaba de cumplir sus primeros dos años. Ella pudo ser un parteaguas al declarar a Cuba un Estado Socialista de Derecho, pero esa condición resultó una entelequia si comprobamos que ha sido burlada de todas las maneras posibles. Muchos son los culpables de tal deterioro.

Fue culpable la viceministra primera de Educación Superior, cuando -con el fin de justificar las expulsiones que se han producido en las universidades cubanas-afirmó en un artículo, que los profesores solo pueden laborar en ellas si respetan «las decisiones», defienden «a ultranza cada paso que se da en la Revolución» y se abstienen de criticar haciendo «llamado a los derechos humanos» desde la academia. Y luego, el Ministro de Educación Superior al defender a su funcionaria y levantar ante las cámaras de televisión una constitución de bolsillo —disminuida menos en su tamaño que en su espíritu—, con el fin de invocar el artículo 5 de su articulado que da derecho al Partido a situarse por encima de la ley.

Fue culpable un antiguo director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado quien, molesto al ver la ola de señalamientos y sátiras a la desacertada intervención televisiva del ministro de la Industria Alimentaria, expresó en Facebook que había que «aplastar como cucarachas» a los críticos. Utilizaba, quizás sin saberlo, la despectiva frase con que se referían los hutus a los tutsis en Ruanda durante el etnocidio de abril de 1994.

Son culpables los directivos del Instituto Cubano de Radio y Televisión por cada programa donde se criminaliza, en ocasiones sin prueba alguna, a personas acusadas de «mercenarias», «agentes de la CIA» y «pagadas por George Soros», o cuando divulgan interrogatorios a menores de edad cuyos derechos se desconocen impunemente. Fue culpable un joven juez de Matanzas que, violando la ética de su profesión se atrevió a decir públicamente en Facebook que la libertad de expresión no es para todos.

Fueron culpables medios como el periódico Granma, órgano del Partido, cuando cedió su espacio a un poeta que, cual discípulo de Platón, afirmó que la política es competencia exclusiva de los «cuarteles generales», donde están «los que saben»; o a un intelectual que puso en duda, en ese mismo periódico, que la república de Martí fuera con todos. También es culpable el sitio de noticias Cubadebate, que publicó su convocatoria a la muerte: «Machete, que son poquitos», la cual debió retirar poco después ante la ola de denuncias en redes sociales y medios alternativos.

Fue culpable el ministro de Cultura cuando propinó un manotazo a un periodista para arrebatarle su celular, e igualmente otros funcionarios que permitieron que manifestantes pacíficos fueran golpeados y sometidos por la fuerza ante el Ministerio de Cultura. Como mismo fue responsable cada persona que utilizó en las redes el hashtag #Yodielmanotazo, o que justificó al ministro por su «hombría desafiada», «su sangre caliente» o apeló a la «Ley de acción y reacción».

Es culpable una diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular que se refiere a los disidentes como «garrapatas de potrero», «chusma» y otras formas degradantes y peyorativas, y cuando comparte en su muro ofensas a intelectuales y personas que tienen un criterio diferente al suyo. Han sido culpables todos los funcionarios que, en sitios oficiales y muros de Facebook, creyéndose defensores de la Revolución, replican los videos del Guerrero Cubano, un youtuber anónimo que utiliza un lenguaje sórdido y violento.

Son culpables los que denigraron -hasta obligar a su disolución—- a un grupo de intelectuales que desde la plataforma Articulación Plebeya abogaron por el diálogo entre todas las zonas de opinión política que tienen por horizonte el respeto a la soberanía de Cuba, los cuales fueron presentados como una «contrarrevolución financiada desde el exterior» y «organizadores de un golpe blando al Estado cubano».

Resultan culpables los intelectuales y científicos sociales cubanos, a los que su sensibilidad, formación teórica y habilidad para interpretar hechos sociales les preparan para alertar a los dirigentes del país sobre los errores que se están cometiendo y, en lugar de ello, se pronuncian en cartas de apoyo y declaraciones meramente ideológicas que fomentan un estado de violencia. Igualmente son culpables aquellos intelectuales extranjeros que, desde supuestas posturas de izquierda, incriminan como «asalariados» y «agentes de la CIA» a sus colegas cubanos que han hecho reflexiones críticas y reivindican el derecho a expresar sus opiniones. Son libertades que dichos intelectuales disfrutan en sus países pero que no toleran en el nuestro.

Son culpables todas las ciudadanas y ciudadanos que han permitido se les oriente realizar actos de repudio. Esas personas, por su carácter civil, no poseen prerrogativa alguna para golpear, gritar, ofender e impedir el libre movimiento de otros, y actúan violando la ley arbitrariamente ante la mirada de los oficiales de Seguridad del Estado. También lo son, y mucho, los dirigentes y agentes del Ministerio del Interior cada vez que impiden salir de sus casas a personas que disienten desde cualquier postura, porque «la calle es de los revolucionarios», o los golpean, les arrebataban los celulares y los llevan, sin orden judicial, a interrogatorios en los cuales los amenazan con represalias a sus familias, incluso a sus hijos menores.

Son culpables todos y cada uno de los parlamentarios cubanos que no han exigido el cumplimiento impostergable de la Constitución. A pesar de que es un mandato suyo, aún las ciudadanas y ciudadanos esperamos porque los derechos y garantías sean «habilitados jurídicamente para defenderlos y concretar el Estado de Derecho». Ha sido culpable la Fiscalía General de la República en la medida que ignora, contraviniendo su función, a las ciudadanas y los ciudadanos cubanos que, respetuosos de la ley y utilizando los pocos espacios que esta permite, solicitan respuestas y presentan quejas y peticiones por sus derechos violados.

Y, principalmente, es culpable la máxima dirección del Partido Comunista de Cuba, institución que se considera por encima de la sociedad y del Estado, y que ni siquiera desde esa atalaya privilegiada aguza su perspectiva para comprender los peligros que depara este camino de violencia interna. En Cuba las personas no están autorizadas por ley a portar armas, de manera tal, cualquier combate interno se dirime en el terreno de las ideas. Ahí se podría comprobar el calibre de los argumentos y el alcance de las evidencias. Sin embargo, es justamente a ese duelo al que más le teme el aparato ideo-político, por lo que descalifican cualquier invitación a dialogar, a sabiendas de que aceptarla pondría de manifiesto sus falencias.

En ausencia del diálogo se pretende imponer el pánico, la violencia o terror de Estado, que consiste en la utilización de métodos ilegítimos por parte de un gobierno, orientados a producir miedo en la población civil. Si esas prácticas se estimulan entre la ciudadanía, si se convoca a utilizarlas y se las presenta como la vía para defender a la Revolución, ya es señal de que el proceso se ha malogrado.

Entre los muchos mensajes que recibo de lectores de La Joven Cuba, quisiera citar este, de NFD: «Me viene preocupando, y mucho, la nueva y creciente abundancia del burdo emocionalismo irreflexivo empleado en grandes dosis para sazonar los ilegales y bendecidos ataques a quien sienta y exprese el pensar diferente, en tanto siempre se consideró tal empleo en tan altas dosis como un presagio de la proximidad del fascismo o de las tiranías de cualquier color. Aprendí que había sido un regalo de la naturaleza la enorme suerte de que los humanos tengamos coincidencias en las ideas y en el pensar, pero a la vez, diferencias acerca de toda la visión de la realidad que nos cobija. Esas coincidencias y diferencias en la historia de nuestra especie nos ayudaron a desarrollar la comprensión de la vida, la sociedad, el universo, las ideas, el amor y la política o los gustos y preferencias de todo tipo».

Los compatriotas que se proclaman verdaderos revolucionarios y a los que preocupa que Cuba pueda retornar al capitalismo, deberían considerar que la situación es más alarmante: si continuamos por ese camino de actitudes filo-fascistas, vamos directo al abismo.

Alemania, 1919. En medio de una terrible crisis económica y de las presiones de potencias extranjeras, grupos de muchachos provenientes de las clases más humildes se manifestaban contra las grandes empresas con una retórica anti burguesa y anti capitalista. Protegían, en los actos públicos y en trifulcas callejeras, mediante golpes, gritos y lemas, las ideas del naciente Movimiento Obrero, Nacional y Socialista; que pronto se convertiría en Partido y trece años después en gobierno. Sus consignas eran: «Solo se puede acabar con el terror mediante el terror», y «Toda oposición ha de ser aniquilada». En la medida en que se fortalecían, despertaron el interés del grupo de poder económico y su socialismo inicial se fue tornando profundamente conservador hasta derivar en una ideología totalitaria y extremista. Se denominaban Sturmabteilung. En español: Secciones de Asalto (SA).

Alina Bárbara López Hernández
La Joven Cuba, 3 de marzo de 2021.

lunes, 12 de abril de 2021

Recordando el 24 de febrero de 1996



En el texto sobre los 25 años del derribo de las dos avionetas de Hermanos al Rescate, el 24 de febrero de 1996, escrito por el periodista independiente Iván García, publicado primero en Diario Las Américas (Raúl Castro dio la orden del derribo de las avionetas: antecedentes de un crimen de Estado (diariolasamericas.com) y posteriormente reproducido en el blog Desde La Habana (Cuba: 25 años de un crimen de Estado - Desde La Habana), sale este testimonio mío:

"Tres o cuatro días antes del 24 de febrero de 1996, Begoña Rodríguez, miembro de un partido político español, llegó a La Habana para participar en el evento que organizaría Concilio Cubano. El viernes 23 de febrero, oficiales de la Seguridad del Estado detuvieron a Begoña en el domicilio donde se hospedaba en La Puntilla, Miramar. Tania Quintero, mi madre y periodista independiente de Cuba Press, recuerda que, al día siguiente, sábado 24, "pasé a recoger a Begoña para ir con ella al Parque Almendares, pues por el gran número de asistentes de todo el país, habían decidido celebrar allí el encuentro de Concilio Cubano. Por la señora que le había alquilado supe que se encontraba detenida en un centro de internamiento para extranjeros que entonces tenía Inmigración en la Calle 20 o 22, no me acuerdo bien, en Miramar, no muy lejos de La Puntilla.

Cuando regresó a su casa, Tania se enteró de que le habían cortado el servicio de teléfono a la mayoría de los disidentes y periodistas independientes. "Desde el apartamento de una vecina llamé a la embajada de España y al funcionario que estaba de guardia le dije que necesitaba hablar con el consejero político, para informarle de la detención de una ciudadana española. Me respondió que el consejero estaba fuera de la ciudad, que le dejara un número de teléfono para que él se comunicara conmigo. A los diez minutos me llamó el consejero, le conté sobre la detención de Begoña Rodríguez, me contestó que él se estaba preparando para regresar de inmediato a La Habana, no solo para ocuparse del caso de Begoña, sino porque aviones de la fuerza aérea cubana habían derribado dos avionetas de Hermanos al Rescate, la situación era complicada y no se sabía qué podía pasar".

En el texto de Iván, en dos párrafos resumí mis vivencias de aquellos días de febrero de 1996. Ahora, las amplío con más detalles y aclaraciones.

Atendí a la española Begoña Rodríguez, de origen vasco, porque desde Madrid me lo pidió Lissette Bustamente García, ex amiga y ex colega en los Servicios Informativos de la Televisión Cubana entre 1982 y 1992, año en que por segundo vez había viajado a España y decidió pedir asilo. Lissette trabajaba en ABC. Begoña se hospedó en el apartamento de Carmen García, la madre de Lissette, en uno de los edificios iguales situados en Calle A No. 310. Apto. 2, entre 3ra. y Túnel, La Puntilla, Miramar. De joven, Carmen había sido una mujer atractiva y antes de 1959 se había casado con un médico adinerado, psiquiatra de profesión, y siempre vivió muy bien, si mal no recuerdo por El Laguito. Poco después de la llegada de los barbudos se divorció y se fue a vivir con su única hija a uno de los excelentes edificios, con grandes ventanales, que había en esa zona de Miramar donde se unen el mar y el río Almendares, conocida como La Puntilla y que quedaba al lado de uno de los mejores clubes construidos en La Habana de los 50, el Johnny's Dream, hoy Rio Club.

El viernes 23 de febrero, a Begoña la llevé al tercer piso de un edificio de apartamentos situado en Peñalver entre Francos y Oquendo, Centro Habana. Allí, en ese domicilio, el 23 de septiembre de 1995, el poeta y periodista Raúl Rivero, había fundado Cuba Press en septiembre de 1995. Su esposa, Blanca Reyes, en abril de 2003 sería una de las fundadoras de las Damas de Blanco. De casa de Raúl y Blanca fuimos a pie hasta el hotel Habana Libre, en L entre 23 y 25, Vedado. Entramos y nos sentamos en una de las mesas que entonces había en el centro de la planta baja y servían café, refresco, jugo o un trago. Begoña pidió un mojito y yo un refresco de cola. Empezamos a hablar y de pronto, Begoña me preguntó si conocía a Aida Valdés Santana, le dije que no personalmente, pero que de ella se decía que era chivata. La española ya se había dado cuenta de que podía ser chivata, porque cuando el día anterior se encontró con Aida en un bar de la Habana Vieja y estuvieron tomando unas 'margaritas', se percató que la Santana la estaba interrogando (no se lo dije, pero pensé que lo más probable era que también hubiera grabado la conversación).

Del Habana Libre fuimos caminando hasta el agromercado de 19 y B, Vedado, el más surtido que había en La Habana. Como Begoña quería llamar a su marido en España (en 1996 en Cuba no había internet ni celulares) y para no virar para el Habana Libre, le sugerí ir al hotel Riviera, en Paseo y Malecón, no demasiado lejos del agromercado. Después de hablar y pagar en efectivo la llamada internacional, el tramo final de la caminata la hicimos por el Malecón. Serían cerca de las 6 de la tarde cuando llegamos al apartamento de Carmen. Mi plan era dejar a Begoña e irme enseguida para mi casa en La Víbora. Pero Carmen, la madre de Lissette, insistió para que yo esperara el café que iba a colar.

Begoña prefirió tomar un poco de vino de una botella que había traído de España. Serían alrededor de las 7, empezaba a oscurecer. Como siempre que salía de casa de Lissette, fuera de día o de noche, atravesé el bosquecito que había en la esquina, aledaño al Johnny's Dream, y por una bajada de tierra que había, entré al Túnel de Quinta Avenida, que a ambos lados tenía pasillos peatonales. Cuando llegabas a la altura de la Calle 16 del Vedado, había que tener cuidado al cruzar: cerciorarte de que por ninguna de las dos vías viniera un vehículo. Una vez cruzado el túnel, caminabas una cuadra, de nuevo tenías tenías que tener precaución para cruzar Línea, una avenida que en esa zona casi todo el tráfico se dirigía la entrada o venía de la salida del Túnel de Línea, el tercero existente en la capital (el más grande es el Túnel de la Bahía, en la Habana Vieja). En Línea y 18, entre otras rutas de ómnibus, paraban la 37 y la 68, cualquiera de las dos me servían (la 37 terminaba en el Paradero de La Víbora y la 68 en El Calvario).

Todos los edificios en La Puntilla tenían garaje y en esa cuadra no solían haber autos en la calle, a no ser por la noche, cuando abría el club. Pero ese viernes, cuando salí rumbo a La Víbora, habían dos o tres autos parados y ninguno parecía ser de la policía política. Me equivoqué: la Seguridad estaba esperando a que yo me fuera para entrar al apartamento de Carmen y llevarse detenida a Begoña, luego de registrar todas sus pertenencias. En la mañana del sábado 24, al no poder comunicarme con Begoña por el teléfono de Carmen (202-2493, esos y otros datos los tengo en una libreta que traje de Cuba), sobre las doce del día decidí almorzar e irme a Miramar. Me dirigía a buscar la 37, que tenía su primera parada en Santa Catalina y Párraga, frente al cine Alameda, cuando en eso vi venir una 68, que paraba en Diez de Octubre casi llegando a Vista Alegre (donde está la Iglesia de los Pasionistas). La cogí y media hora después estaba tocando el timbre de la puerta de Carmen.

Al ver que no había nadie, decidí preguntarle a las dos vecinas que vivían en el apartamento de enfrente, hermanas de Harry Villegas, ex combatiente de la guerrilla del Che en Bolivia. Ellas se llevaban bien con Carmen (en los bajos de su edificio vivía el fotógrafo Alberto Korda, algunas veces le vi, pero nunca le saludé ni hablé con él) y como Carmen salía poco de la casa, cuando salía, acostumbraba a decírselo a sus vecinas más cercanas. Las hermanas Villegas me dijeron que había salido a media mañana y pensaban que no demoraría mucho. Me invitaron a esperarla en su casa, se los agradecí, pero les dije que prefería esperarla sentada en la escalera, a la entrada del edificio. Una hora después llegó Carmen, venía de haberle llevado las pertenencias a Begoña, detenida en un centro de internamiento para extranjeros que tenía Inmigración en la Calle 20 o 22, no recuerdo bien, entre 1ra. y 3ra. Le pregunté si había llamado a la embajada o el consulado de España para notificar la detención de Begoña y me dijo que no, porque le habían cortado el teléfono, algo que no tenía justificación pues hubiera llamado de casa de las Villegas o de otro vecino.

Olvidaba: en uno de los pisos superiores del edificio de Carmen vivía Néstor Baguer, uno de los agentes infiltrados en la prensa independiente y que el G-2 decidió 'quemar' en los juicios celebrados a los 75 disidentes y periodistas independientes detenidos durante la Primavera Negra de 2003. Después que Lissette se quedó en España en 1992 y aunque yo en esa época aún era periodista oficial, Baguer trató en vano de entablar amistad conmigo, pero a mí el viejo siempre me dio mala espina. Volviendo al relato. Ya había oscurecido cuando llegué a La Víbora y fue cuando supe que mi teléfono, el de Ariel Tapia, que vivía a dos cuadras, y el de otros periodistas independientes y disidentes habían sido cortados, para evitar que reportáramos la represión desatada por Concilio Cubano, evento cuya celebración impidió el Departamento de Seguridad del Estado y que en 2016 recordaba Reinaldo Escobar en 14ymedio.

Del resto del testimonio original, solo precisaré que el consejero político de la embajada de España era Alejandro Alvargonzález, diplomático con una amplia trayectoria. Actualmente, Alvargonzález es el embajador de España en Perú.

Tania Quintero

Foto: El edificio que se ve al lado del antiguo Johnny's Dream, hoy Rio Club, es de los dos iguales que había en Calle A entre 3ra. y Túnel, el de la izquierda. Carmen García, la madre de Lissette Bustamante, ya fallecida, vivía en el de la derecha. Tomada de Havana Times.

lunes, 5 de abril de 2021

A 25 años de un crimen de Estado



El sábado 24 de febrero de 1996, al filo del mediodía, el termómetro marcaba 28 grados centígrados en La Habana. En la barriada de La Víbora hubo un corte de electricidad de cuatro horas. El burocratismo castrista, super eficiente para administrar la miseria, diseñó un plan de apagones por zonas que aparecía semanalmente en el periódico Tribuna de La Habana.

Ese día se conmemoraba el 101 aniversario del Grito de Baire. Por la mañana, algunos vecinos hacían cola en la carnicería para comprar media libra de jamonada por persona. Otros irían en la noche al carnaval habanero. Los fanáticos al béisbol esperaban el séptimo juego de la candente final entre Villa Clara e Industriales que comenzaría pasada las dos de la tarde.

Sobre las dos y media de la tarde, según contó posteriormente la prensa oficial, las estaciones de radar de las fuerzas armadas detectaron tres objetivos aéreos desconocidos dentro de los límites de la frontera, los cuales tenían desconectados el código respondedor, mientras realizaban un vuelo paralelo a las costas cubanas. A las dos y cincuenta y siete, cuenta la versión del régimen, el controlador de vuelo del ATC (Control de Tráfico Aéreo en inglés) de de La Habana informa a los pilotos de las aeronaves que estaban penetrando en una zona militar peligrosa, activada, y que su vuelo corría peligro.

Ante la advertencia, José Basulto, líder de Hermanos al Rescate contesta: "Estamos conscientes del peligro cada vez que cruzamos el área sur del paralelo 24, pero estamos dispuestos a hacerlo en nuestra condición de cubanos libres". En un operativo fulminante dos aviones cazas Mig-29, pulverizan a dos avionetas desarmadas que habían despegado del aeropuerto de Opa Locka en Miami. Tras el ataque perdieron la vida tres pilotos estadounidenses de origen cubano, Carlos Costa, Mario de la Peña y Armando Alejandre y el residente cubano Pablo Morales.

En el noticiero de televisión de esa noche la dictadura de Fidel Castro ofreció una versión diferente. El pretexto del derribo de las avionetas era el lanzamiento de proclamas antigubernamentales y el apoyo a ‘grupúsculos contrarrevolucionarios’ de la disidencia interna.

Los cubanos no teníamos acceso a internet, prensa extranjera ni televisión por cable. La única fuente para contrastar la información, si tenias un aparato de onda corta, era Radio Martí, interferida por el régimen, la BBC, la VOA o Radio Exterior de España.

Posteriormente, una exhaustiva investigación de la Organización de Aviación Civil Internacional determinó que las avionetas fueron derribadas en aguas internacionales, que las autoridades de Cuba no cumplieron los protocolos de aviso establecidos, tampoco intentaron desviar las naves fuera de las zonas de peligro, ni ordenaron a los pilotos que aterrizaran en un aeródromo designado.

Tras conocerse el informe, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1067, con trece votos a favor, ninguno en contra y la abstención de Rusia y China, que condenó el uso de armas contra aviones civiles y llamó al régimen de La Habana a cumplir con las leyes internacionales.

La responsabilidad directa del crimen recae sobre el general de ejército Raúl Castro Ruz, quien posteriormente confesó que se trató de una operación premeditada y que había dado instrucciones precisas para que las avionetas fueran derribadas: “Túmbenlos en el mar cuando se aparezcan”, dijo.

Según ha contado el senador demócrata estadounidense Patrick O’Leary, el Raúl propio Castro le confirmó en un encuentro en el Palacio de la Revolución que él había dado la orden de derribar los dos aviones civiles. A pesar de la confesión, el senador consideró que con el autócrata caribeño se podía negociar un nuevo trato en las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

El derribo de las avionetas por parte del castrismo fue un intento de dar un golpe de autoridad sobre la mesa. Pongamos el suceso en contexto. Con la caída del Muro de Berlín y el desaparición del comunismo soviético, el socialismo de corte marxista en la Isla entró en una etapa de indigencia. El PIB cayó un 35%, se descapitalizaron las industrias, el arado manual y los bueyes regresaron a la agricultura, volvieron los apagones de doce horas diarias, y el hambre comenzó asolar a la población. Aparecieron enfermedades provocadas por la desnutrición como la neuritis óptica y por la falta de artículos de aseo, la sarna y los piojos se multiplicaron entre los cubanos de a pie que hacían una comida diaria y apenas consumían carne o pescado.

La disidencia interna y el periodismo independiente se habían fortalecido a mediados de la década de 1990. Cuando en diciembre de 1995 comencé escribir en Cuba Press, en la capital habían cuatro agencias de prensa independiente.

En la primera planta de una casona de puntal alto en la calle San Mariano, casi esquina Heredia, en el corazón de La Víbora, vivía un abogado de hablar pausado y gran erudición. Se llamaba Jorge Bacallao. Había coincidido con Fidel Castro cuando estudiaron Derecho en la Universidad de La Habana. Desde el mismo 1 de enero de 1959 fue un disidente silencioso. Tenía una amplia biblioteca y solía prestar libros a jóvenes del barrio interesados en la lectura. Fue una especie de manager político de futuros opositores que residíamos en la zona.

Precisamente en casa de Bacallao conocí a los abogados disidentes René Gómez Manzano y Leonel Morejón Almagro. Almagro, un joven jurista, pocos meses después de la crisis de los balseros en el verano de 1994, comenzó a gestionar un proyecto independiente de corte ecologista llamado Naturpaz. Luego fraguó la idea de un evento que aglutinara a la oposición pacífica en la Isla. Lo bautizó como Concilio Cubano. Precisamente el 24 de febrero de 1996, debió realizarse el encuentro. Pero nunca llegó a ocurrir.

La policía política detuvo a la mayoría de los participantes. Concilio fue una iniciativa que pretendía buscar consenso en la desunida disidencia local. Generó entusiasmo entre curtidos opositores como Gustavo Arcos Bergnes, Elizardo Sánchez Santacruz y Jesús Yánez Pelletier. También tuvo el apoyo de disidentes como el propio Gómez Manzano, Martha Beatriz Roque Cabello, Félix Bonne Carcassés, Vladimiro Roca Antúnez, Oscar Elías Biscet y Oswaldo Payá Sardiñas.

Hermanos al Rescate, un escuadrón de aviadores y organización humanitaria fundada en 1991 por José Basulto, tenía la intención de rescatar en altamar a los balseros que trataban de emigrar de Cuba y apoyar al pueblo y la disidencia a liberarse de la dictadura a través del uso de la no violencia. Ellos le salvaron la vida a decenas de balseros en el Estrecho de la Florida. Siempre fue una prioridad para los servicios de inteligencia en Cuba, que logró infiltrar en sus filas al menos a dos agentes, Gerardo Hernández y Juan Pablo Roque.

El paciente trabajo de Leonel Morejón Almagro logró dos triunfos importantes: el consenso de una mayoría opositora y el apoyo internacional, más allá del exilio en Miami. Tres o cuatro días antes del 24 de febrero de 1996, Begoña Rodríguez, miembro de un partido político español, llegó a La Habana para participar en el evento que organizaría Concilio Cubano.

El viernes 23 de febrero, oficiales de la Seguridad del Estado detuvieron a Begoña en el domicilio donde se hospedaba en La Puntilla, Miramar. Tania Quintero, mi madre y periodista independiente de Cuba Press, recuerda que al día siguiente, sábado 24, "pasé a pasar a recoger a Begoña para ir con ella al Parque Almendares, pues por el gran número de asistentes de todo el país, habían decidido celebrar allí el encuentro de Concilio Cubano. Por la señora que le había alquilado supe que se encontraba detenida en un centro de internamiento para extranjeros que entonces tenía Inmigración en la Calle 20 o 22, no me acuerdo bien, en Miramar, no muy lejos de La Puntilla".

Cuando regresó a su casa, Tania se enteró que le habían cortado el teléfono a la mayoría de los disidentes y periodistas independientes. "Desde el apartamento de una vecina llamé a la embajada de España y al funcionario que estaba de guardia le dije que necesitaba hablar con el consejero político, para informarle de la detención de una ciudadana española. Me respondió que el consejero estaba fuera de la ciudad, que le dejara un número de teléfono para que él se comunicara conmigo. A los diez minutos me llamó el consejero, le conté sobre la detención de Begoña Rodríguez, me contestó que él se estaba preparando para regresar de inmediato a La Habana, no solo para ocuparse del caso de Begoña, sino porque aviones de la fuerza aérea cubana habían derribado dos avionetas de Hermanos al Rescate, la situación era complicada y no se sabía qué podía pasar".

Tras el derribo de las avionetas llegó la repulsa internacional. Tanto Washington como la UE impusieron sanciones a Cuba. Bill Clinton firmó la Ley Helms-Burton, aunque mantuvo inactivo el capítulo III. Posteriormente, el 2 de mayo de 2019, Trump lo puso en vigor.

Un cuarto de siglo después, el régimen mantiene sus estructuras totalitarias. Prohíbe la fundación de partidos políticos, la existencia de una prensa libre y persigue a quienes piensan diferente. Mantiene los actos de repudio, auténticos linchamientos verbales de corte fascista, ahora no solo contra la oposición, también contra los artistas independientes. Fidel Castro falleció en 2016. Pero sus sucesores mantienen su naturaleza represiva.

Iván García
Fotomontaje de Raúl Castro tomado de Diario Las Américas.