lunes, 31 de enero de 2022

Bola de Nieve en Nueva York


Café Society era un sitio peculiar en Greenwich Village, tanto como su dueño y fundador, Barney Josephson, conocido por su incondicional preferencia por el jazz y los night-clubes y teatros donde se presentan músicos y cantantes afroamericanos. Mientras atendía su negocio en el comercio de calzado, Barney se vuelve asiduo al Cotton Club fascinado con Duke Ellington y Ethel Waters, a tal punto que termina por seguir el consejo de su hermano: dejar su trabajo en New Jersey mudarse a Nueva York en pos de su sueño de abrir un club nocturno con características radicalmente diferentes.

En un edificio de Sheridan Square, donde confluyen la West 4th Street y Washington Place, encontró un espacio lo suficientemente barato como para abrir el primer night-club con total integración racial en Nueva York: Café Society, nombre elegido por un motivado Josephson para ironizar frente a la alta sociedad que en los años 20 había asumido ese nombre como identificación grupal.

Corría 1938 y los años sucesivos verían crecer el perfil y el prestigio de Café Society dentro de la comunidad artística e intelectual afroamericana y su orientación ecuménica e inclusiva en tiempos de fuertes escisiones raciales en numerosas zonas de Estados Unidos. Fue tal el éxito que decidió abrir su réplica, tras lo cual serían conocidos, el original como Cafe Society Downtown y el segundo: Cafe Society Uptown.

Cuando Bola de Nieve llega a Café Society Downtown, ya el sitio estaba, sin saberlo, haciendo historia: allí Billie Holiday estrenó Strange Fruit al finalizar una actuación de la que la audiencia sólo se recuperó cuando se percató de la enormidad de aquel tema que acababan de escuchar y ante el cual se rindieron inundando la sala de aplausos. Desde el club nocturno de Josephson fueron lanzadas las carreras de Lena Horne y Sarah Vaughan, entre otros, gracias al cazatalentos que habitaba en John Hammond I, una suerte de asesor musical del singular espacio que consiguió crear y mantener un sello propio y un aire de cierto glamour, sobre todo por las figuras que, una tras otra, lograba presentar: Art Tatum, Teddy Wilson, Hazel Scott… Grandes músicos como Duke Ellington, Miles Davis, Count Basie, Ella Fitzgerald, Nat King Cole, Mary Lou Williams fueron bienvenidos durante los diez años que se mantuvo abierto Café Society.

Bola venía de una triunfal gira por España integrando la compañía de Concha Piquer y antes de llegar a La Habana, va a Nueva York invitado por Ernesto Lecuona para presentarse junto a su compañía el 20 de noviembre de 1948 en el prestigioso Carnegie Hall. Canta Drumi mobila y Bito Manué tú no sabe inglé, en medio de la emoción que le provocó la ovación del público antes de comenzar a cantar, el mismo público que le hizo salir nueve veces a escena, según contó él mismo.

La repercusión de su presencia en Nueva York debió motivar el interés de Hammond y Josephson, quienes le contratan para presentarse en Café Society inicialmente para siete días de actuaciones, que luego, ante el asombro y el éxito del cubano, se extendió por siete semanas. Con Be Careful, It’s my Heart, de Irving Berlin; Les feuilles mortes, con música de Joseph Kosma y letra de Jacques Prévert; y la samba Faixa de cetim, de Ary Barroso, Bola consigue asombrar al público del Café Society, conocedor donde los haya y acostumbrado a una calidad y una entrega sin concesiones.

El gran compositor cubano Harold Gramatges, quien por esas fechas estudiaba en Nueva York con el compositor norteamericano Aaron Copland, coincidió en esa ciudad con Bola de Nieve y pudo verlo en la escena del Café Society. Así lo contó al investigador y ensayista Ramón Fajardo Estrada:

“Bola se presentó en un lugar de suma exclusividad en los aspectos social, económico y artístico: el Café Society, sitio bastante inaccesible para personas como yo, un simple joven estudiante. Pero dada mi ya iniciada amistad con Bola en La Habana, tuve la oportunidad de entrar a través de la llamada “puerta de los artistas” y disfrutar de la actuación de mi paisano, la cual deslumbró al público con su capacidad para rodear cualquier pieza musical de un original ambiente sonoro. Según me contaron, pues no estuve presente esa noche, hay una anécdota interesante en ocasión de las actuaciones suyas en el Society, sobre todo por su otro protagonista: Paul Robeson, quien tras escucharlo se emocionó mucho, le dijo que nunca antes un cantante lo había conmovido tanto y, en honor a Bola de Nieve, cantó una serie de spirituals. Se me ocurre pensar cómo la sensibilidad del famoso bajo norteamericano pudo captar el peculiar arte de su colega cubano, que -sin una voz capaz de emitir música propiamente- transmitía una increíble carga de emociones. Eso confirma lo que en realidad fue la labor escénica de Bola de Nieve: una forma de expresión, de sensibilidad, de calidad espiritual.”

El cubano del piano virtuoso y la voz breve y rasgada fue todo un éxito en Nueva York, al punto de provocar que la exigente revista Variety, dedicada al espectáculo, publicara una crítica sumamente positiva sobre sus noches en el Society: “Bola de Nieve canta tan bien en español, inglés, francés y portugués, que una vez que se adapte a nosotros, es el artista indicado para cualquier club nocturno.”

Pero hubo más, en otro importante medio, en la revista Billboard del 5 de febrero de 1949, el columnista Leon More escribía:

“Si una actuación en un club nocturno puede calificarse de hermosa, Bola, el pianista y estilista de canciones encaja en ella. Su actuación es satisfactoria sin ser sensacional y si bien su nombre no es suficiente para atraer a los clientes, una vez que lleguen allí se sorprenderán gratamente. Bola canta en español, inglés y francés. Asume sus números con dignidad y llama la atención la divertida manera en que consigue expresarse. Su interpretación de “Be Careful, It’s My Heart” realmente hizo que pareciera algo tan fino como un trozo de porcelana al punto de temer que su propio canto fuera a hacerlo añicos. Otra propuesta inusual fue “Give My Love”, cantada en francés. Al piano, Bola es más que adecuado, salvo por esa tendencia de comenzar cada número con extensos floreos y grandilocuencias que dan la falsa percepción de una situación cercana al clímax.”

Si no olvidamos que esto transcurría tan temprano como en 1949, convendremos que estaban aún por venir muchos años gloriosos en la carrera musical del inimitable y asombroso piano man. La visita de 1949, sin embargo, no era la primera de Bola de Nieve a los Estados Unidos: en la década de 1930 había trabajado como pianista acompañante de Pedro Vargas, el Tenor de las Américas, con quien realiza una breve gira por los estados norteamericanos del sur.

En 1947, en tránsito hacia España, se presenta en Radio City, en un programa transmitido por la National Broadcasting Company (NBC), y al parecer es en esta ocasión en que se realizan unas raras y poco conocidas grabaciones, algunas de ellas bajo el nombre de Bola de Nieve Sextet -con acompañamiento rítmico-, producidas por el puertorriqueño Gabriel Oller, para su recién creado sello Coda. Dos standards norteamericanos, As Time Goes By y Stardust; Andalucía (el clásico de Ernesto Lecuona que en Estados Unidos se conoce como The Breeze and I), Si me pudieras querer (If You Could Love Me) y Tú me has de querer, ambas del propio Bola, Malagueña, Danza lucumí y La comparsa, también de Lecuona, y la canción francesa J’attendrai, son los temas que el gran Bola registra durante su breve, pero fructífera estancia en Nueva York en 1947. Por alguna razón desconocida, el productor decidió grabar estos nueve temas en versiones instrumentales, prescindiendo de la singular voz que complementa el arte del genial cubano. Estas grabaciones nunca han sido reeditadas, pero constituyen uno de los momentos singulares en la discografía del gran músico cubano.

Vendrían después nuevas actuaciones de Bola de Nieve en los Estados Unidos, pero las que tuvieron lugar en los años 40 marcan el vínculo del gran pianista y diseur cubano con nombres míticos en la historia del jazz y su incidencia en escenarios que, como el Café Society, están indisolublemente ligados al desarrollo de este género. En todo caso, y sin ser un jazzista, los artistas afroamericanos reconocieron en Bola las similitudes entre su arte expresivo y el jazz: autenticidad, el virtuosismo ante el instrumento o a través de la voz, extroversión, el reto de la creatividad originada a partir de lo autóctono y ancestral, en perfecta armonía con el manejo de una vasta cultura e información, una vocación cosmopolita y citadina -eso que Pablo Armando Fernández definiera como “su sensibilidad urbana”- y una camaleónica capacidad para asumir cualquier género, estilo o modo de expresión que le fuera lo suficientemente auténtico como para poder ser él, sin cortapisas ni afeites, dominándolos, haciéndolos suyos.

El paso triunfal por los escenarios de Nueva York y de Madrid, Barcelona, México, Buenos Aires, Río de Janeiro, y otras ciudades que ya había visitado antes de terminar el decenio de los cuarenta, sin dudas aportó a Ignacio Villa, el gran Bola de Nieve, la seguridad suficiente para no sólo perfilar la entrega sino también ahondar en el disfrute de un arte que era suyo, pero con vocación de compartir sentimientos y expresiones que van desde lo autóctono a lo universal. Ante tanta contundencia evidente, cualquier intento de minimizar su grandeza y de culpar a su voz de las carencias en las que nunca vio obstáculos, encontró en Bola de Nieve el sarcasmo certero por respuesta: “Mi voz es muy mala. Por eso odio los micrófonos: porque la amplían.”

En España, cuando actuaba con Concha Piquer, y a punto de salir al escenario del teatro Lara, fue aún más rotundo cuando el conocido y exigente crítico teatral Felipe Sassone le preguntó: “¿De qué tiene usted voz? ¿De tenor, de barítono, o de bajo?” Bola, sin inmutarse, le espetó: “Yo tengo voz de persona”.

Rosa Marquetti
On Cuba News, 11 de septiembre de 2021.

Video.- Al no encontrar fotos de las estancias de Bola de Nieve en Nueva York y Estados Unidos en la década de 1940, opté por encabezar el post con el collage de fotos coloreadas de la Gran Manzana en 1940, preparadas y subidas a You Tube por JDProductions2, musicalizadas con el instrumental Moonlight Serenade, de Glenn Miller, en una versión de la BBC Big Band.

lunes, 24 de enero de 2022

Con esa ropa interior no hay quien se desnude



"Vendo diez piezas de ropa interior moderna y sexy, de uso pero muy bien cuidada", advierte un clasificado en uno de los sitios de compraventa más populares de Cuba. A los clientes interesados se les detalla que "están como nuevas y con los elásticos firmes", un plus en un país donde hace más de un año no se venden esos productos en moneda nacional.

Brian tuvo su primera relación sexual en agosto. A pesar de las limitaciones impuestas por la pandemia, se enamoró de una joven habanera que conoció en Instagram. "Fue un flechazo desde que vi su primera foto, le escribí y estuvimos intercambiando mensajes, videos y fotos por más de seis meses". Para este joven de 18 años, el "momento definitivo" llegó este verano, pero había un detalle en que ninguno de los dos había reparado.

"Todos mis calzoncillos estaban rotos, feos y empercudidos", recuerda Brian. "Así no podía presentarme ante el amor de mi vida. Le pedí ayuda a mis hermanos, pero estaban en las mismas, porque ellos dependen de las 'mulas' (personas que compran mercancías en otros países para revender) y como la gente no está viajando al exterior, casi no hay ofertas. Busqué entre mis amigos, si alguno me podía prestar un calzoncillo en buen estado, aunque fuera por una noche, pero todos estaban igual".

En los últimos años, el mercado en pesos cubanos en la Isla se reduce a alimentos y productos básicos de aseo. Para comprar ropa, calzado y electrodomésticos se debe terminar, tarde o temprano, en las tiendas en moneda libremente convertible o en las redes ilegales. Incluso en los hoteles, donde antes las caras boutiques intentaban atraer clientes nacionales, ahora la oferta de estos artículos solo aparece en divisas.

A María Elena, de 68 años, sus padres le enseñaron desde pequeña que hay que mantener "una muda de ropa interior de reserva por si se tiene que ir a un hospital". Durante años, mantuvo sin tocar un conjunto de color amarillo que guardaba al fondo de una gaveta. "En enero tuve que estrenarlo porque ya no podía seguir con los ripios que me quedaban", explica.

"Pero cuando me los fui a poner ya tenían los elásticos algo vencidos así que si tengo que ir a una consulta y piden quitarme la ropa voy a mirar para el techo porque no quiero ver ni lo que parece todo esto desbembado", ironiza. Su hijo trabaja en una brigada constructiva donde cada mañana "tiene que quitarse la ropa y ponerse el mono de trabajo frente a sus colegas. A veces no quiere ni ir a trabajar porque le da pena hacerlo".

Gracias al apoyo de sus padres, Brian alquiló una habitación a las afueras de La Habana. "Tenía jacuzzi, cama matrimonial, desayuno y almuerzo incluido por dos noches, televisor pantalla plana y mucha privacidad", comenta. "En el cuarto había un juego de luces led que se podía programar, así que cuando ya íbamos a empezar a tocarnos las apagué todas porque me daba vergüenza".

Al día siguiente, Brian descubrió en el suelo de la habitación la ropa interior de ella, también raída y con huecos. "Eso nos unió más porque estuvimos hablando del tema y del sofoco que habíamos pasado para aparentar lo que no teníamos, al final saber que cada uno estaba casi en la indigencia en ese aspecto nos ha hecho ser más sinceros".

Dos meses después, Brian y su pareja parecen haber superado el obstáculo de la tela mustia y los huecos, pero para otros el deterioro de ajustadores, calzoncillos y bloomers es una cuestión de autoestima insuperable. "Llevo más de un año sin acostarme con nadie, así no puedo, me da mucha vergüenza", reconoce Claudia, una matancera de 40 años que se abastecía del mercado informal de su ciudad.

"Antes tenía gente a la que le compraba ropa interior cómoda y otra más apropiada para las salidas amorosas, ahora ni lo uno ni lo otro", reconoce. "Tuve que empezar a usar cada día la parte de abajo de un bikini de cuando iba a la playa, y es incómodo porque no es una tela pensada para tenerla todo el día encima, pero es lo que hay".

"Así no hay quien se desnude en plan erótico delante de otro", confiesa Claudia. "No es que quiera algo de marca ni lujoso, me basta con poder quitarme el vestido y que lo que esté debajo no dé lástima, sino que despierte algo de lujuria". Y ríe: "Con este bikini descolorido y estirado me van a mandar a la jubilación".

Una joven que trabaja de voluntaria para un grupo que reparte medicinas de donaciones que llegan del extranjero de forma independiente al gobierno, contó que han recibido mensajes de personas interesadas en conseguir ropa interior, sobre todo mujeres: "Aquí nos han llegado mensajes de muchachas que nos preguntan si no tenemos bloomers o ajustadores para donar, o si les podemos hacer el favor de facilitarles un envío en nuestros paquetes. La gente está desesperada con ese tema, pero no tenemos cómo ayudar en eso, yo misma tengo toda mi ropa interior vieja y rota".

Otros, enarbolan el amor "piel con piel" sin pasar por la tela de la ropa interior. "Creo que toda esta necesidad que estamos pasando ayuda a saber quién te quiere porque tienes un ajustador bonito y quién lo hace porque le gustas realmente", asegura Mónica, otra habanera de 32 años que se divorció en medio de la pandemia. "Él se creyó que yo podía darle una vida de una manera porque cuando nos conocimos usaba un conjunto Victoria Secret que me dejó una amiga que se fue, pero nada que ver con mis posibilidades. Ahora prefiero que me vean de una manera más modesta, porque a fin de cuentas vivo en Alamar, no puede ser que mi pareja se haga idea de que va a tener una vida cómoda porque me ve con un blúmer de marca y después se desilusiona. Yo no apago la luz, que note desde el principio que soy una mujer de pocos ingresos y me quiera como soy".

Malcom siente que 'hizo el pan' (resolvió). Un primo residente en Panamá le mandó un paquete de calzoncillos que cada uno lleva el nombre en inglés del día de la semana. "Hoy tengo puesto el Saturday, pero en cuanto lo suelte lo lavo a mano, nada de lavadora porque se me rompe. Me los quito y los guardo hasta la próxima cita", sonríe. Más allá de las vicisitudes personales, los expertos advierten de otros problemas.

"El distanciamiento social provocado por la pandemia unido a la crisis económica pueden estar provocando en esta generación de cubanos serios problemas para interactuar, conocerse y amarse", explica al diario Lázara Echeverría, psicóloga en comportamiento social.

"Pueden estar incubando traumas y rechazos que solo se sabrán a largo plazo". Para la experta, "el momento del primer encuentro se queda muy marcado. Si está acompañado por el complejo, por el sentimiento de desventaja y la vergüenza, eso va a tardar largo tiempo en aplacarse. A veces cosas tan sencillas como unos calzoncillos o unos bloomers nuevos cambian toda la experiencia".

Texto y foto: 14ymedio, 17 de octubre de 2021.


lunes, 17 de enero de 2022

El colapso del calzado en Cuba

Zapatos plásticos Kicos, Cuba, años 70.
¿Cómo se las arregla hoy la gente en Cuba para tener zapatos? ¿Qué calidad tienen sus zapatos? ¿Cuánto cuesta un par? ¿Saben hoy en la Isla quienes no llegan a los 70 años de edad que, cuando Cuba era "explotada por el imperialismo y la burguesía nacional", el calzado cubano era motivo de orgullo nacional, que era exportado a todo el planeta y gozaba de merecida fama por su diseño y estilo, la calidad de la piel y su comodidad?

Las respuestas a estas interrogantes confluyen hacia el mismo punto: son cosas del comunismo. Un solo dato (que se puede encontrar en internet) es elocuente: en 1954 Cuba produjo 15 millones de pares de zapatos de alta calidad para seis millones de habitantes, o sea 2,5 pares de zapatos per cápita.

Actualmente la producción exacta nadie la sabe, pues el régimen ya no da cifras nacionales, pero en 2014 las 24 fábricas cubanas produjeron 2,5 millones de pares de zapatos, para 11,3 millones de habitantes. O sea, 0,22 zapato anual por habitante. Y es poco probable que la producción haya aumentado mucho, pues desde 2016 se inició la crisis económica que hoy es ya asfixiante.

Ese desplome de un 83% en la producción, sin guerras o catástrofes naturales, es inaudito, y encima el calzado producido es de pésima calidad, uno de los peores del mundo, al punto de que en su edición del 1 de marzo de 2015, el periódico Trabajadores admitió que ninguno tenía "el formato que lo podría catalogar como zapato de vestir, ni de hombre ni de mujer".

Cinco meses después de esa "confesión", en agosto de 2015, un pastor estadounidense que fue a predicar en una iglesia evangélica del Vedado, antes de comenzar dijo jocosamente a los fieles: "Estoy mirando desde aquí los pies de ustedes, y por eso sé que estoy en Cuba", según reportó la prensa independiente. Así sería el maltrecho y pobre calzado que aquel predicador vio en quienes lo escuchaban en El Vedado, no en El Fanguito o La Timba.

En abril de 1959, Fidel Castro se reunió con los empresarios privados de la industria del calzado (a los cuales 16 meses después quitó sus fábricas) y les dijo que el calzado cubano tenía que seguir siendo de muy alta calidad, "un zapato mejor que cualquiera que se pueda importar aquí". Pues bien, luego de más de 60 años de socialismo, si hoy los cubanos no andan descalzos o con zapatos parecidos al que se come Charles Chaplin en La quimera del oro, es por el calzado que a la Isla llevan las "mulas" y envían compatriotas en la diáspora. Porque la otrora pujante industria nacional del calzado en rigor desapareció. Y los zapatos que se importan, de China, son de pésima calidad y, encima, se venden en dólares.

Un reportaje publicado el 6 de octubre en 14ymedio comenzaba así: "Sandra tiene la cara pegada a la vidriera de la zapatería Sport en la Plaza Carlos III, en La Habana, donde se ha formado una nutrida cola. En ella se exhiben dos pares de tenis para niños que cuestan, 22.50 y 22.68 dólares (540 y 544 pesos) y son los más baratos a la venta". Pero Sandra ese mes solo pudo utilizar 30 dólares para todas las necesidades en su hogar, y luego de pagar 75 pesos por dólar, o sea, 2.250 pesos, casi todo su salario del mes. Y su esposo está desempleado. En fin, si compra los tenis a su hijo pasará hambre toda la familia.

Otra mamá, que no dio su nombre, le dijo a 14ymedio: "Compré lo que necesitaba para la escuela de la niña a una mujer que vende mercancía traída del exterior. Me costaron 3.000 pesos los tenis y 2.000 la mochila". O sea, pagó 125 dólares por un par de tenis. En las lujosas tiendas de Macy's, en Estados Unidos se pueden comprar tenis excelentes a precios más bajos.

La periodista independiente Laura Rodríguez reportó hace dos años desde Santa Clara una acalorada discusión. Odalis quería devolver a la tienda un par de zapatos Made in China descosidos y despellejados que había comprado allí quince días antes, pero el empleado le dijo que no tenían garantía y no aceptó la devolución. Odalis perdió sus 20 dólares.

Hoy en las tiendas estatales de Cuba un par de zapatos de hombre oscila entre 70 y 105 dólares y las sandalias no bajan de 32 dólares. En el mercado negro cuestan más, pues el comerciante furtivo le carga al precio un extra, por su "zapateo" para conseguirlos y una "prima" por el riesgo de ir preso por "enriquecimiento ilícito". En fin, los precios del calzado en Cuba son probablemente los más altos del mundo en proporción al salario promedio.

Lo insólito es que antes del 1 de enero de 1959, la industria cubana del calzado estaba más desarrollada que la de muchos países del Primer Mundo. En opinión de famosos como los actores Errol Flynn y Tyrone Power, los zapatos estadounidenses Thom McAn y Florsheim, o los italianos, no eran mejores que los fabricados en Cuba. Los zapatos Ingelmo y Amadeo en particular, y también Bulnes y Valle, se veían en las calles de muchos países y validaban un lema comercial: "Se nota la calidad, es calzado cubano".

En la enorme fábrica fundada por Cristóbal Ingelmo, la mayor de las 185 fábricas cubanas (sin contar talleres más pequeños) antes de los Castro, hoy no se producen zapatos, sino maracas y tambores. La fábrica que instaló Amadeo Valle en 1902 es hoy un cuchitril desvencijado que solo produce botas rústicas de cuero duro. La fábrica Valle es un almacén. Y Bulnes, fábrica creada por Benigno Herrero Bulnes, se mantuvo funcionando a duras penas hasta los años 70. Hoy. hay allí una sala de Cine 3D y un timbiriche de alimentos y bebidas de origen impreciso.

La también habanera Amador Blanco Peña, montada con las maquinarias confiscadas a las plantas Ingelmo y Valle, fue desmantelada en 2014. Hoy radica en esa enorme nave la Oficina Nacional de Diseño Industrial. Igualmente desapareció la fábrica del poblado habanero de Managua, que confeccionaba botas militares atornilladas, muy pesadas y que además soltaban la suela. Hay ahora allí un policlínico. Se esfumó también la fábrica de calzado plástico del Cerro, creada por Celia Sánchez. Allí están ahora las oficinas del estatal Grupo Combell, de calzado.

Quedan cada vez menos fábricas de zapatos. De ellas pueden citarse una en Villa Clara, y Venus, en Guanabacoa. Entre los productores privados está Guazú, en Santa Clara, que produce un calzado hecho a mano, de vestir y de trabajo, guantes, petos y fajas. Otro ejemplo del derrumbe "revolucionario" de la industria del calzado es que en 1958 había en el país 68 tenerías (entre grandes y pequeñas, todas privadas) para abastecer esa industria, y hoy hay apenas cinco tenerías, todas estatales: tres en Caibarién, una en Camagüey, y otra en Guanajay, según informó recientemente Mysora López, directora de la estatal Empresa de Tenería y Pieles. Dijo que en los años 80 llegó a haber 13 tenerías. Desde entonces el dragón castrista se tragó ocho.

Solo algunos cuentapropistas, muchos de ellos descendientes de zapateros que antes del comunismo tan buena fama le dieron al calzado cubano, pueden hoy producir artesanalmente calzado de alguna calidad. Pero pagan las pieles en el mercado clandestino como si fuese oro, pues el Estado les prohíbe el uso de piel vacuna. La mayor parte de esa producción privada de calzado es con material sintético.

Roberto Álvarez Quiñones
Diario de Cuba, 14 de octubre de 2021.
Foto: Kikos plásticos le decían a estos zapatos masculinos muy usados en los años 70. Tomada de Cuba Material.

lunes, 10 de enero de 2022

Breve cronología de la intolerancia en Cuba


La fórmula más recurrente de la dictadura cubana para impedir o dificultar que se produzcan cambios que vayan más allá de sus intereses ha sido la de encarecerlos. Los han encarecido de dos maneras: una, exponiendo como apocalípticos los resultados de lo que ellos definen como un "regreso al pasado", y dos, haciendo pagar de forma desproporcionada el "atrevimiento" a quienes se atreven a disentir.

La más reciente expresión de ese afán autoritario se ha puesto de manifiesto en la belicosa respuesta que se le ha dado al Movimiento San isidro, a los manifestantes del 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura y a los integrantes de la plataforma Archipiélago que pretenden organizar una marcha pacífica el próximo 15 de noviembre.

Pero los que peinan canas y atesoran cicatrices reconocen en estas actitudes del poder los mismos procedimientos que se han puesto en práctica en los últimos 60 años. Basta hacer un recuento superficial sobre ciertos momentos en los que se ha respondido con excesiva brutalidad a quienes de manera civilizada han hecho propuestas divergentes, incluso a quienes desde las propias filas han mostrado su desacuerdo con las formas de llevar a cabo el proyecto revolucionario.

Habría que empezar la lista con la carta de renuncia que a mediados de 1959 el comandante Huber Matos le envió a Fidel Castro, donde decía: "No deseo convertirme en obstáculo de la Revolución y creo que, teniendo que escoger entre adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo honrado y revolucionario es irse. "Lo llevaron a un juicio donde fue condenado a 20 años de cárcel. Fidel Castro, en su condición de testigo, declaró que la principal falta del acusado había sido calumniar a la Revolución al calificarla de comunista.

En enero de 1961 el camarógrafo Orlando Jiménez Leal y el editor Sabá Cabrera Infante presentaron un documental titulado PM (pasado meridiano) donde, en lugar de mostrar a un pueblo enardecido dispuesto a morir frente a la "inminente invasión del imperialismo", exponía a unos habaneros gozadores de la vida tomando cerveza y bailando rumba. A finales de junio del mismo año y ante las reacciones que había ocasionado la censura al documental, Fidel Castro pronunció sus llamadas "Palabras a los intelectuales", donde consagra con una sola frase no solo la política cultural del país, sino también la intolerancia a cualquier posible discrepancia: "Contra la Revolución, ningún derecho".

Entre 1966 y 1968 un grupo de comunistas liderados por Aníbal Escalante que habían militado en el Partido Socialista Popular y se habían sumado a las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas), tuvieron la osadía de hacer críticas a la dirección del país argumentando, entre otras cosas, que los dirigentes del Movimiento 26 de Julio eran elementos burgueses con planes de salir de la órbita moscovita y regresar a los brazos de Washington. Aquel fenómeno, bautizado como Microfracción, concluyó con 35 de los implicados juzgados. Sus figuras más prominentes recibieron condenas de hasta 15 años de cárcel.

En marzo de 1968, para enfrentar los últimos vestigios de propiedad privada, se decretó la Ofensiva Revolucionaria. El emprendimiento, tenido como un rezago del pasado, fue castigado con la confiscación de los medios de trabajo y la prohibición del empleo por cuenta propia.

En octubre de 1968 el poeta Heberto Padilla ganó el premio de poesía Julián del Casal auspiciado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) con su libro Fuera del Juego. El jurado que le otorgó el premio opinó que "la fuerza y lo que le da sentido revolucionario a este libro es, precisamente, el hecho de no ser apologético, sino crítico, polémico, y estar esencialmente vinculado a la idea de la Revolución como la única solución posible para los problemas que obsesionan a su autor, que son los de la época que nos ha tocado vivir".

La respuesta a aquellos versos desobedientes fue incluir en el libro un prólogo que lo definía como contrarrevolucionario. Posteriormente Padilla fue encarcelado durante 35 días y obligado a retractarse públicamente. Luego se exilió. Su obra no se estudia en las escuelas cubanas.

Son pocos los que recuerdan aquellas "asambleas de democratización", posteriores al fracaso de la Zafra de los Diez Millones, en las que se le pidió a los ciudadanos que expresaran sin temor sus quejas. Apenas hay datos (no existía internet en 1970) de los despidos de centros de trabajo y las expulsiones de universitarios que ocasionó aquel desenfreno de honestidad, o más bien de ingenuidad, en el que algunos llegaron a definir al régimen como una autocracia y otros señalaban como el mal de los males el voluntarismo y la falta de consulta con los ciudadanos.

El Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura se extendió entre los días 23 y 30 de abril de 1971. En este evento, se puso en marcha lo que los historiadores han bautizado como Quinquenio Gris. Se realizó una purga para eliminar de los centros culturales a todo aquel que "pareciera homosexual" o que mostrara lo que se dio en llamar "debilidades ideológicas". Como una secuela de ese evento, se anota la desaparición de la revista Pensamiento Crítico, que pretendió una mirada académica, menos ortodoxa de la práctica del socialismo.

En el balance de la intolerancia hay que mencionar los muy conocidos sucesos de 1980, donde se oficializaron los "actos de repudio" contra aquellos que ya no querían compartir el experimento impulsado por los comunistas.

El 13 de junio de 1991 se estrenó la película Alicia en el pueblo de Maravillas, de Daniel Díaz Torres. Ese día, cientos de militantes del Partido Comunista y de la Unión de Jóvenes Comunistas fueron movilizados para repudiar la proyección del filme, que ofrecía una mirada sarcástica de la absurda realidad. En ese mismo mes, un grupo de intelectuales hizo público un documento conocido como la "Carta de los Diez", en la que exigía cambios democráticos y la liberación de los presos de conciencia.

Los firmantes de la declaración, Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, Nancy Estrada, José Lorenzo Fuentes, Bernardo Marqués Ravelo, Manuel Granados, Fernando Velázquez Medina, Roberto Luque Escalona y Víctor Manuel Serpa, fueron sometidos a todo tipo de represalias y acosos.

La poeta María Elena Cruz Varela, redactora de la carta, fue acusada públicamente de ser agente de la CIA por haber creado el grupo disidente Criterio Alternativo, al que tildaban de "grupúsculo contrarrevolucionario". Su casa fue allanada y ella fue golpeada y sacada a rastras de su edificio para obligarla, literalmente, a tragarse sus documentos. Cruz Varela fue condenada a dos años de prisión.

En febrero de 1992, el escritor cubano Jesús Díaz participó en Zürich en un debate público con el intelectual uruguayo Eduardo Galeano. Allí, Díaz leyó un texto titulado Los anillos de la serpiente, que causó un profundo disgusto en los medios oficiales porque, entre otras cosas, cuestionaba la consigna de socialismo o muerte lanzada por Fidel Castro. Jesús Díaz fue expulsado de la Unión de Escritores de Cuba y el ministro de Cultura de entonces, Armando Hart, difundió un panfleto donde lo acusaba de haber cometido un crimen enorme y deslizaba la siguiente amenaza: "Las leyes no establecen la pena de muerte por tu infamia; pero la moral y la ética de la cultura cubana te castigarán más duramente".

El 8 de septiembre de 1993, la Conferencia de Obispos de Cuba dio a conocer un mensaje titulado El amor todo lo espera, que fue posteriormente leído en todas las iglesias católicas y donde se hacía una severa crítica a la situación económica, política y social del país. Un articulista de triste recordación publicó un editorial titulado El amor todo lo espera siempre que no venga de Caín donde se decía que los obispos cubanos eran "cómplices históricos de todos los enemigos de la nación", y que el mensaje pastoral podía calificarse como "un puñal clavado por la espalda, en el momento más difícil, decisivo y heroico que había enfrentado la Revolución cubana".

En marzo de 1996, durante un pleno del Comité Central del Partido, Raúl Castro anuncia la decisión de clausurar el Centro de Estudios de Américas, un centro cubano de ideas, integrado fundamentalmente por jóvenes investigadores que habían cometido el atrevimiento de mencionar novedosas formas de construir el socialismo. Fueron acusados de "quintacolumnistas" y dispersados en diferentes puestos de trabajo.

El 19 de junio de 1997, los integrantes del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna hicieron público un documento titulado La patria es de todos en respuesta a la convocatoria al Quinto Congreso del Partido Comunista de Cuba, donde se desgranaban los principales problemas que aquejaban a la población y se formulaban sugerencias. Un mes más tarde, los firmantes del documento, Vladimiro Roca Antúnez, Félix Bonne Carcassés, René Gómez Manzano y Martha Beatriz Roque Cabello, fueron detenidos y procesados en un juicio sumarísimo. El 5 de mayo de 2002 fue puesto en libertad el último del grupo, Vladimiro Roca, después de cumplir cerca de cinco años de prisión en una cárcel de máxima seguridad en Cienfuegos.

En mayo de 2002, amparándose en el Artículo 88 de la Constitución de 1992, el Movimiento Cristiano Liberación, liderado por Oswaldo Payá Sardiñas y apoyado por otras organizaciones opositoras, presentó el Proyecto Varela como una iniciativa legislativa avalada por la firma de más de 11 mil ciudadanos. En esta propuesta se abogaba por reformas económicas y políticas. La respuesta del Gobierno fue modificar la Constitución de la República formulando el concepto de la irrevocabilidad del socialismo.

En marzo de 2003, en medio de lo que se recuerda como la Primavera Negra, fueron arrestados 75 activistas de los derechos humanos, que incluían a 25 miembros del Proyecto Varela, y fueron condenados a largas penas de cárcel. En este recuento, extenso pero incompleto, solo se han rememorado sucintamente las acciones pacíficas y sus desmesuradas respuestas entre 1959 y 2003. Obviamente faltan muchos elementos que ejemplifican en casos puntuales que los abusos del poder no son exclusivos del presente sino práctica habitual de seis décadas.

Lo ocurrido en los 18 años subsiguientes es tal vez más conocido por quienes hoy se preguntan a sí mismos qué podrían hacer para cambiar las cosas en Cuba. Entre las represalias más notables a quienes de forma pacífica han pretendido hacer algo destaca el permanente acoso a las Damas de Blanco, que centran su lucha en la libertad de los presos políticos, los ataques de todo tipo a los integrantes de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y a cualquier otro movimiento de corte opositor.

Las detenciones arbitrarias, las prohibiciones de salida del país, incluso de la propia vivienda, la confiscación de medios de trabajo y las amenazas de procesos judiciales han recaído también sobre los blogueros y periodistas independientes, activistas culturales y defensores de los derechos humanos. La estructura política que gobierna hoy el país presume de continuidad, por lo que asume la responsabilidad de todos los atropellos cometidos hasta hoy. Las actuales víctimas, arrojadas al mismo viejo saco de las descalificaciones de siempre, comprenden que no hay escrúpulo que justifique tomar distancia con los demonizados de ayer. Como diría el poeta: "Estamos cosidos a la misma estrella".

Reinaldo Escobar
14ymedio, 2 de noviembre de 2021.

lunes, 3 de enero de 2022

Primer lustro sin Fidel Castro



A falta de nuevos elementos, este tiene que ser un texto breve.

Quizás bastaría decir que en cinco años Fidel Castro ha conseguido avanzar mucho en su viaje hacia el pasado, hacia el olvido.

Los niños que se aproximan hoy a la adolescencia carecen del más mínimo apego emocional hacia su imagen; los que caben en la categoría de "jóvenes" identifican a otros como los culpables de sus problemas y los que son tratados como personas mayores todavía se preguntan cómo fue posible haber creído tanto en aquel hipnotizador.

Aunque sus seguidores se resisten a aceptarlo, el "Máximo Líder" no dejó un legado con soluciones para los problemas que sufren los cubanos.

Su testamento político, una pieza de oratoria, carece de sustancia teórica y de sentido práctico, al extremo de que la única frase que se cita es: "Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado".

Los medios oficiales se esfuerzan en recordar que aquel centro de investigaciones o aquella instalación deportiva fueron una idea suya o, que al menos, la inauguró, lo vuelven a mostrar en cada enero entrando triunfal a La Habana, en cada abril saltando de un tanque soviético, en cada mayo saludando al desfile de los trabajadores, en cada julio haciendo el cuento de cómo los otros atacaron el cuartel Moncada.

En septiembre le hacen repetir aquella barbaridad de "le vamos a poner un Comité de Defensa de la Revolución en cada cuadra" o repiten la escena en la que pone nombre al Partido Comunista.

A Miguel Díaz-Canel no se le ocurre citar aquella idea de 1968 de que "no se trata de crear conciencia con riqueza sino de crear riqueza con conciencia". ¿Qué riqueza, cuál conciencia? Ni siquiera a Esteban Lazo le viene a la mente la idea de construir al mismo tiempo el socialismo y el comunismo y se puede apostar que Manuel Marrero no le va a proponer a nadie reeditar una Ofensiva Revolucionaria.

Ya ningún funcionario del Gobierno sueña con permanecer en su cargo por medio siglo; ninguno se atreve a dar un puñetazo sobre la mesa ni a exigir que tal o cual propósito habrá que cumplirlo al precio que sea necesario y mucho menos que haya que obedecer sus órdenes porque le sale de la entrepierna.

La más reciente actualización que ha tenido Fidel Castro en el imaginario popular ha sido la renovación de su apodo.

No hubo villano de telenovela ni huracán que se salvara de prestarle su identidad como mote al innombrable. Ni el caballo, ni guarapo, ni mancha de plátano, ni Esteban(dido), ni siquiera la ingeniosa traducción a un supuesto japonés como Takimbao Kita Jama, o al ruso como Storbayá.

Nada de eso queda. Su nuevo apelativo le hace justicia poética. Ahora le decimos La Piedra.

Reinaldo Escobar
14ymedio, 25 de noviembre de 2021.

Foto: Piedra donde supuestamente reposan las cenizas de Fidel Castro en el Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. Tomada de 14ymedio.