El lunes 15 de abril, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba en un mensaje pidió a los fieles rezar por "las madres que luchan por alimentar a sus hijos", planteó que "nuestra querida Patria transita por tiempos muy difíciles", y reconoció que "el cubano sufre, llora y carece de lo esencial".
El tema nos remite a la libreta de "abastecimiento", un eufemismo gubernamental para solapar el racionamiento de productos básicos para la alimentación. Como solo se puede distribuir lo que se produce, desde la implementación del racionamiento los artículos normados han ido mermando en cantidad y calidad, y aumentado el tiempo de entrega.
Cuando se implementó el racionamiento, los cubanos recibían carne de res, pollo, aceite, manteca, leche condensada, papel sanitario, café, arroz, grano y productos industriales, gracias a los subsidios soviéticos. Actualmente se distribuyen mensualmente siete libras de arroz (3,2 kilogramos), cuatro de azúcar, medio litro de aceite de soya, un paquetito de 115 gramos de café mezclado (esa mezcla de café con chícharos no califica como café pues, según la Organización Internacional de Café, cuando la mezcla es más de un 5%, deja de serlo y en Cuba la proporción es de 50%), cinco huevos, diez onzas de granos, y una libra de pollo.
El racionamiento es una política que se pone en práctica ante conflictos bélicos y desastres naturales para distribuir productos de primera necesidad a precios controlados. En el siglo XX se implementó durante la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, y en países comunistas, como Polonia o Vietnam. En esos y en otros casos, una vez superada la causa de su implantación, el racionamiento fue eliminado. Los países que lo conservan, como el caso de Cuba, tienen por causa fundamental la incapacidad productiva del sistema y el control establecido sobre las personas.
Fidel Castro, en enero de 1959, aseguró que "aumentaría la producción agrícola, duplicaría la capacidad de consumo de la población campesina y lograría para el pueblo un nivel de vida superior al de cualquier otra nación". Para cumplir esa promesa eliminó las libertades ciudadanas, la economía de mercado, la propiedad privada e implantó la planificación centralizada. Y el 12 de marzo de 1962 planteó: "Sin embargo, nosotros creemos que hay que crear más espíritu marxista; y en la juventud, sobre todo, hay que crear algo más que espíritu socialista, ¡hay que crear espíritu comunista!".
Por "pura coincidencia", ese mismo día 12 de marzo, el Consejo de Ministros promulgó las leyes 1015 y 1016: con la primera se creó la libreta de abastecimiento y una Junta Nacional con atribuciones para disponer la lista de artículos a racionar; con la segunda, para controlar el desvío de los artículos, se impuso la obligatoriedad de una factura comercial en la venta de artículos y el decomiso de los que no estuvieran amparados por ese documento. Es decir, todo indica una relación estrecha entre el racionamiento y la formación de un espíritu comunista.
Dieciséis años después, en 1967 —sin lograr el incremento de la producción— dijo: "Llegará el día que las frutas, los vegetales, hasta la leche se distribuirá gratuitamente a todo el mundo […]. Llegará un momento, señores, llegará un momento en que podamos decirle también al pueblo: el café que quieran vayan a buscarlo al mercado gratuitamente".
Ante la indetenible merma de la producción, Raúl Castro, enfáticamente planteó en 2008: "¡Hay que virarse para la tierra! ¡Hay que hacerla producir!", y expresó que la producción de alimentos constituía "un asunto de máxima seguridad nacional". Sin embargo, las reformas que introdujo quedaron subordinadas al predominio de la propiedad estatal y la planificación socialista. Y en diciembre de 2016, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, ante el desespero, expresó más o menos lo siguiente: "Tenemos que hacer algo, hacerlo ya, mañana mismo, aunque nos equivoquemos."
Una de las manifestaciones de la incapacidad productiva es la necesidad de importar cada vez más. El entonces segundo secretario del Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura, en 2020 llamó desesperadamente a producir alimentos, porque "el país no puede seguir con esa elevada importación de comida y pienso animal, que podemos producir internamente".
Para brindar una imagen diferente hacia el exterior, en septiembre de 2021, Miguel Díaz-Canel, al intervenir ante la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, planteó: "El Gobierno cubano, con extraordinarios esfuerzos y pese a carencias y dificultades, garantiza el derecho universal a la alimentación a través de una canasta básica familiar normada, que reciben todos los cubanos y cubanas, y que incluye 19 productos alimenticios de primera necesidad a precios asequibles". Sin embargo, ese mismo año, el Ministerio de Comercio Interior procedió a darle baja de la libreta de abastecimiento. Y en diciembre de 2023, con una nueva normativa, redujo a solo dos meses el periodo fuera del país para ser dado de baja.
Hoy, el declive sostenido confirma que la economía no puede avanzar sin libertades ciudadanas ni economía de mercado. Con el modelo agotado, hundidos en la insolvencia financiera, sin suficiente inversión extranjera, sin acceso a los mercados de capital y con los ingresos por turismo, remesas y alquiler de profesionales reducidos, Cuba se encuentra ante la encrucijada: conservar o sustituir el modelo totalitario.
Además de los países con economía de mercado, el ejemplo de Vietnam es ilustrativo. Este país estuvo sometido a guerras desde 1930. En la última de ellas, sobre su territorio cayeron tres veces más bombas que las empleadas durante la Segunda Guerra Mundial, el 15% de la población pereció o resultó herida, en el sur del país se destruyó el 60% de las aldeas existentes, y al concluir la contienda, enfrentó el bloqueo externo y los ataques fronterizos. Después que el sistema de economía planificada sumió al país en la hambruna, los vietnamitas emprendieron el Doi Moi en 1986: un programa basado en mecanismos de mercado, autonomía de los productores, y derecho de los nacionales a ser empresarios.
Ese programa elevó la iniciativa, el interés y la responsabilidad de los agricultores que hoy producen alimentos para sus más de 100 millones de habitantes y ocupan el segundo lugar mundial en exportación de arroz; son el segundo en café (que los cubanos le enseñaron a cultivar), detrás de Brasil; y el primero en pimienta. Por sus resultados en 1993, Estados Unidos dejó de oponerse a la concesión de créditos; en 1994 suspendió el embargo y en 1995 estableció relaciones diplomáticas.
La pregunta es por qué en lugar de Los Lineamientos, de la Tarea Ordenamiento, del Paquetazo y de las visitas a los municipios, no se acomete la reforma estructural que el país requiere para erradicar de Cuba la libreta de abastecimiento.
Dimas Castellanos
Texto y foto: Diario de Cuba, 15 de abril de 2024.