viernes, 18 de enero de 2013

Monólogo de un contrarrevolucionario



"Si revolucionarios son aquéllos que en nombre de la igualdad social justifican la violencia, yo soy un contrarrevolucionario". Así comienza José Manuel su descarga personal, hecha en el portal de su casa un domingo lluvioso. Maestro jubilado de 80 años, antes de 1959 fue simpatizante del Partido Socialista Popular, de tendencia marxista-leninista.

"Si para ser revolucionario hay que aplaudir sin chistar el discurso de un iluminado que se considera por encima del bien y el mal, me declaro contrarrevolucionario.

"Si el arquetipo de un buen revolucionario es tener una hoja de servicios certificando tu participación en guerras civiles africanas, odiar y combatir como una fría máquina asesina al imperialismo yanqui en cualquier rincón del planeta, entonces soy contrarrevolucionario.

"Mansamente no puedo admitir la tesis de que dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada. Tampoco comparto la filosofía de gobernar solo para los partidarios e incondicionales. Para quienes se oponen, cárcel, difamación y exilio. Si la cosa es así, no me avergüenzo de ser contrarrevolucionario.

"No entiendo por qué un tipo que se considere un líder revolucionario sea insustituible, ocupe el poder por tiempo indefinido, no convoque elecciones, ejerza como un autócrata los tres poderes básicos, sea adorado, y se transforme en un remedo de padre de la patria. Si ésa es la condición sine qua non para afiliarse a un único partido, soy un contrarrevolucionario convencido.

"Para mí, casi todas las revoluciones han sido una auténtica estafa. Es un ejercicio de simulación eso de tener que aplaudir delirantemente a un tramposo que restringe tus libertades políticas. Enarbolando consignas de Marx, Engels y Lenin, las revoluciones rusa y china del siglo XX solo trajeron pobreza, cárceles, campos de concentración, pelotones de fusilamiento y el montaje de un espectacular servicio de espionaje para controlar y atemorizar a las masas.

"Revoluciones contra de la naturaleza humana. La Unión Soviética hace rato ya dijo adiós. China, hábilmente, se transformó en una economía de mercado con lo peor del capitalismo, convirtiendo a los dirigentes y sus familias en un club de multimillonarios. Sin dejar de reprimir a quienes disienten. Si el modelo de futuro en Cuba es China, me declaro contrarrevolucionario.

"Ese tipo de sociedades cerradas se desacreditan cuando se convierten en socios de chacales como el libio Gadafi; la dinastía de los Sung en Corea del Norte o en foros internacionales se alistan al lado de Irán y Siria.

"No puedo ser revolucionario en una isla donde la gente trabaja 8 horas por un salario de miseria que no alcanza para vivir dignamente. Artículos imprescindibles tienes que adquirirlo en una moneda con la cual no le pagan a los trabajadores ni a los jubilados y representa diez veces su sueldo o su pensión.

"No puedes comprar libros de autores considerados enemigos. Y un compañero del partido aprueba lo que debemos leer, escuchar o ver. Cero béisbol de Grandes Ligas y baloncesto de la NBA. O comprar en el quiosco de periódicos El País o la revista Time. Si eso es revolución, que me crucifiquen por ser un contrarrevolucionario.

"No puedo aprobar las teorías que prohiben dialogar con opositores. Que no le otorga espacio a los que piensan diferente. Ni autoriza horas de radio y televisión para que la oposición exponga sus proyectos. Un gobierno que ahora mismo tiene tras las rejas a disidentes que en voz alta dicen lo que muchos cubanos pensamos: Cuba debe apostar por la democracia y la libertad de expresión.

"No acepto un gobierno que hasta hace poco nos mantenía en un apartheid turístico y nos prohibía alojarnos en hoteles de primera. Tener un teléfono móvil. Vender nuestra casa o comprar un coche nuevo. Han levantado algunas vedas.

"Pero las autoridades todavía se abrogan el derecho de autorizar o prohibir quién entra y quién sale de Cuba. Le ronca que un cubano deba pagar en divisas un pasaporte o tenga que solicitar permiso para visitar su patria.

"Cuba es de todos los cubanos. Si Revolución es sinónimo de Patria y Lealtad a una camarilla, por favor, en mi carné de identidad pongan que soy CONTRARREVOLUCIONARIO".

Así terminan las confesiones de José Manuel, hechas un domingo lluvioso en el portal de su casa. Un maestro jubilado de 80 años y ex simpatizante comunista que confiesa estar harto de los hermanos Castro.

Iván García
Ilustración: Tomada de Wilisms.com

1 comentario:

  1. Me gusto mucho el articolo , deseo de corazon que cada dia haya mas jente en Cuba pensando como el maestro Jose Manuel y ojala puedan dar su nombre completo sin que eso les traiga problemas. Un abraso desde Monreal un sabado de nieve.
    Luisa Gil

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