jueves, 15 de noviembre de 2018

Turismo de lujo en Cuba (II)



Aunque los medios de prensa han recalcado que al menos los nuevos hoteles de Iberostar, tanto en La Habana como en Holguín y Trinidad, adquirirán parte del mobiliario que usarán en habitaciones y áreas comunes en la industria nacional, funcionarios cubanos contratados por la cadena española y consultados por CubaNet, afirman que más del 80 por ciento de los materiales usados al menos en la terminación del Hotel Grand Packard de La Habana, fueron importados directamente por la firma española bajo la autorización del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba y la dirección de Inversión Extranjera.

“El mobiliario de las habitaciones de los tres pisos superiores (las más lujosas), fue adquirido totalmente en Europa”, afirma un empleado de la firma bajo condición de anonimato, porque los propios directivos de Iberostar les han prohibido a sus trabajadores ofrecer entrevistas, sobre todo a la prensa independiente.

“El mármol de los baños y la cristalería interior y exterior en las suites fueron comprados en Italia, el paño de un metro cuadrado se adquirió en 230 euros y las estructuras de acero inoxidable, el herraje y ajuar en conjunto, por habitación, y su costo ronda los 100 mil euros. Las camas y demás muebles de los tres pisos superiores fueron importados de Alemania y Francia, también las luminarias y sistemas de ventilación, las compras se hicieron con las mismas empresas que amueblaron el Manzana Kempinski. Solo los muebles, colchones y alguna que otra pieza de los dormitorios inferiores fueron comprados en empresas cubanas porque incluso los elementos de los baños se compraron en España y en Panamá”, asevera el empleado.

Según un alto funcionario de la dirección económica de Tecnotex, empresa importadora perteneciente a GAESA, solo una pequeña parte de los muebles sanitarios, vajillas, lámparas, implementos de cocina, motores de refrigeración, climatización, filtraje y bombeo de agua para Iberostar y Kempinski han sido adquiridas por empresas cubanas en Panamá y Europa. En hoteles de la firma francesa Accor o de la española Meliá, Tecnotex sí ha jugado un papel importante, pero con la participación de otras empresas importadoras registradas en Cuba como Amorim Negocios Internacionales S.A., cuyo dueño es el italiano Paolo Titolo, yerno de Raúl Castro por estar casado con su hija Mariela.

“Tecnotex importa una parte de los productos con la participación de Amorim como intermediario, sobre todo cuando se trata de compras en Europa, en Italia, Grecia, Turquía, España y Francia. En esos casos, el financiamiento se hace por medio de Gilmar, una empresa radicada en Liechtenstein”, asegura el funcionario. Gilmar Project Finance Establishment es una off-shore de Cuba establecida en el Principado de Liechtenstein por Guillermo Faustino Rodríguez Lopez-Calleja, hermano del general Luis Alberto López-Callejas, ex yerno de Raúl Castro y presidente de GAESA.

“Tecnotex realiza algunas importaciones, fundamentalmente desde Panamá y Curazao, aunque para eso también usa intermediarios como Tecnomat (Tecnomat Caribe S.L. off shore (registrada a nombre de Bartolomé Roselló Ramón) y Toda Export S.A. y otra empresa de Curazao, que la atiende un cubano residente en Panamá, casado allá desde hace años y que es el encargado de todo lo que es climatización y plantas eléctricas. En Curazao reside Eduardo Díaz, quien se dedica a pagar fletes con las mercancías que vienen desde Europa. Los barcos las traen desde Holanda hasta Curazao y desde Curazao se fleta otra embarcación, todo eso se financia con dinero de Gilmar Project Finance Establishment. Pero antes alguien tiene que viajar a Europa, depositar el dinero en efectivo a través de varias personas y eso es un proceso largo, por eso la mayor parte de las importaciones las hace Iberostar y Kempinski de manera directa, aunque con el pago de una cuota al gobierno de Cuba, como una especie de arancel. Eso está dando mucho dinero al gobierno, pero igual, nadie lo ve”, afirma el funcionario.

Cuando a fines de 2018 quede inaugurado el Hotel Prado y Malecón, de Accor, y ya con el Packard de Iberostar, ambos en la misma línea de lujo del Manzana de Kempinski, lejos de resultar en beneficios a las comunidades de Centro Habana y Habana Vieja donde están enclavados, uno de los problemas será con el abasto de agua potable y el tratamiento de los residuales.

El incremento de hoteles de alto consumo de recursos hídricos es un desastre más en una urbe donde, según datos publicados por el propio gobierno, desde 2006 no se han ejecutado grandes inversiones en ese sentido, y donde incluso el tratamiento de las aguas ha sufrido deterioro, de acuerdo a informes del propio Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en los cuales se habla de avances discretos en la recuperación y ampliación de las redes de abasto así como en el sistema de alcantarillados.

Especialistas del propio INRH calculan un gasto diario de un mínimo de 5 mil metros cúbicos de agua solamente en el Hotel Grand Packard y cuando solo la mitad de las 321 habitaciones sean ocupadas. El impacto de estos tres hoteles de super lujo (Manzana Kempinski, Grand Packard y Prado y Malecón una vez inaugurado, se elevará a unos 20 mil metros cúbicos por día, en una zona de la ciudad donde tradicionalmente el abasto anual de agua potable no supera los 200 mil metros cúbicos.

“Si a estos tres hoteles añadimos otros ubicados en la zona como el Inglaterra, Parque Central, Plaza y Saratoga, en menos de quince días consumirán lo que con mucho trabajo consumen todos los pobladores de Centro Habana y Habana Vieja en un año”, explica, bajo condición de anonimato, una especialista del INRH.

Muy discretamente, el gobierno anunció que se instalarán plantas desalinizadoras tanto en los hoteles proyectados como en los campos de golf e inmobiliarias previstos a ejecutarse junto a transnacionales de Reino Unido, Japón, China y Canadá. Sin embargo, aún no se ha reportado la adquisición de tales equipos y, por ahora, los hoteles Grand Packard y Prado y Malecón no cuentan con tales especificaciones, aunque sí con potentes sistemas para evitar la penetración de agua de mar durante las frecuentes inundaciones que suelen afectar esa área del litoral habanero.

“El lugar donde están construyendo el hotel Prado y Malecón es de los más críticos. El agua allí viene una vez a la semana. Lo mismo ocurre en los sitios donde está Manzana y el Packard, donde además hay que instalar sistemas para contrarrestar el daño del salitre y la penetración del mar, son muchos elementos en contra”, opina Noel Bastidas, ex directivo jubilado de la Dirección de Inversiones y Desarrollo de Proyectos del Ministerio de Turismo de Cuba.

“Durante años varios proyectos no se concretaron por ese asunto. Primero se arrendó el lugar a una empresa china y se fueron por el problema del agua y el alcantarillado deficiente, después estuvo años abandonado hasta que los franceses (Accor) decidieron meterse ahí pero eso fue cuando parecía que los americanos llegarían por racimos, ahora no sé si ya tienen una estrategia para llenar esos hoteles y sacar lo que invirtieron, pero ahí el gran beneficiado, pierda o ganen los franceses (Accor), es el gobierno cubano porque la gran tajada le llega con el negocio de importar materiales y equipos”, asegura el ex directivo jubilado, quien laboró en turismo desde la década de 1970 hasta inicios del 2000.

Con más cosas en contra que a favor, el gobierno cubano continúa su aventura constructiva encaminada hacia ese turismo de altos estándares que, al parecer, le permite proyectar una imagen de prosperidad pero, al mismo tiempo, enmascarar todo un entramado financiero subterráneo que solo beneficia a un pequeño círculo de la más alta esfera de poder.

Unos 120 proyectos de inversión extranjera en el turismo se perfilan para los próximos cinco años, a la vez que se espera continuar elevando el número de visitantes a Cuba por encima de los 4 millones. Todo eso a pesar de que las cifras públicas del presupuesto estatal apenas ascienden en una tendencia inmovilista similar a los ingresos. Un misterio difícil de explicar.

Segunda parte y final de un reportaje investigado realizado por periodistas de CubaNet. Publicado el 16 de publicado de 2018.

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