El 31 de diciembre de 1958 marca el final de la dictadura de Fulgencio Batista. Max Lesnik es amigo de Fidel Castro desde mucho antes de ese momento. Juntos pelearon contra el régimen de Batista. El joven Fidel llegó a esconderse durante dos semanas en la casa de Max en La Habana cuando era el hombre más buscado por la policía.
En aquellos primeros días del sueño de la Revolución, Max Lesnik era jefe de propaganda de un movimiento insurreccional. Como tal fue uno de los primeros revolucionarios en salir hablando por la televisión. Pero la evolución de su amigo barbudo no le gustó a Lesnik. El entreguismo de Castro a los soviéticos provocó sus críticas en un programa de radio y el periodista tuvo que abandonar el país rumbo a Estados Unidos.
En Miami tampoco fueron comprendidos sus posicionamientos en contra del embargo y a favor del diálogo con el gobierno de la dictadura comunista comandada por su viejo amigo. Su postura le costó ser víctima de sucesivos atentados por parte del exilio radical.
Ya en los 90, con la caída del Muro de Berlín y el fin de las dictaduras comunistas del este de Europa, Lesnik decidió que había llegado el momento de retomar la relación con su antiguo camarada. "Si hubieras estado en mi lugar hubieras hecho lo mismo para salvar la revolución", le confesó Fidel, mientras abrazaba a su amigo de juventud, con la barba marcada por las nieves del tiempo.
Desde entonces, Max Lesnik se convirtió en El hombre de las dos Habanas, título del documental que le dedicó su hija Vivian a este "exiliado en el exilio". Vive a caballo entre la capital cubana y la pequeña Habana de Miami. Allí muchos le consideran un traidor, un infiltrado de los comunistas.
Carlos Alberto Montaner sí goza de popularidad entre el exilio de Miami. Curiosamente, aunque no es precisamente cariño lo que siente por Fidel Castro, el 31 de diciembre de 1958, con tan sólo 15 años, recuerda aquel día como un momento de entusiasmo. "Me acuerdo que un pariente llamó para decirnos que Batista se había ido. Todos en mi casa estaban felices. Mi padre era amigo de Fidel e incluso mi tío había sido su jefe de filas en el Partido Ortodoxo".
La alegría duró poco en la casa de los Montaner. Los fusilamientos televisados y un juicio en el que el propio Comandante revocó la libertad de unos pilotos simpatizantes de Batista que habían sido absueltos por un tribunal, desencadenaron una historia que comienza en la cárcel y termina, una vez más, en el exilio.
Cincuenta años después, el periodista y escritor Carlos Alberto Montaner cree que el líder cubano es preso de su locura. "En una ocasión, un historiador venezolano que se entrevistó con él me contó que Fidel sueña con la destrucción de Estados Unidos y que está convencido de que un día paseará triunfal por Washington".
En cuanto a las medidas que debe plantearse el presidente Barack Obama respecto a Cuba, Montaner cree que el embargo "sin duda debe levantarse, pero en el momento en que Fidel Castro desaparezca de la escena y comiencen los primeros síntomas de cambio". Enfrente, Max Lesnik cree que es el gobierno de Estados Unidos quien debe dar el primer paso y liberar a los cinco espías cubanos que presos en sus cárceles para que Raúl Castro, a cambio, ponga en libertad a los disidentes.
Montaner y Lesnik tienen posiciones distintas, pero los dos dos fueron felices aquel 31 de diciembre de 1958.
Manuel Aguilera Cristóbal
El Mundo, 31 de diciembre de 2008.Foto: Primera plana del diario cubano El Mundo el 1 de enero de 1959. Tomada de Cubaencuentro.
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