Cuba duele. Es una nación atrapada por la inercia, el inmovilismo y la intolerancia de un gobierno que busca preservar el poder ondeando la bandera del antiimperialismo.
Los cubanos de a pie a lo suyo. Sobrevivir del ‘invento’ entre ruinas materiales y espirituales. La nación se hunde. Y no es una metáfora. La economía hace agua. Se han roto los valores ciudadanos. El futuro es una mala palabra. Y está la emigración, que no se detiene.
La Isla rema en marcha atrás. Los números no mienten. La Cuba de la prensa oficial es una entelequia. No existen jineteras que se prostituyen por una visa al Primer Mundo. Ni miles de jóvenes que se refugian en el alcohol y las drogas. Hay muchas historias que los medios estatales prefieren callar.
Fue a finales de los años 80 que varios disidentes comenzaron a relatar el desastre. Estaban lejos del periodismo narrativo. Eran denuncias de personas a las cuales el Estado infringía sus derechos. También reportaban el acoso y las palizas de los grupos de respuesta rápida contra los activistas demócratas.
Entre 1993 y 1999 surgieron agencias de prensa independientes que intentaron hacer un periodismo diferente. Cuba Press, dirigida por el poeta y periodista Raúl Rivero, estuvo a la vanguardia. Pero se seguía abusando del artículo de opinión, obviando otros géneros como el testimonio, la crónica y el reportaje.
Muy pocos reporteros escribían de temas sociales o hacían periodismo de calle. Luis Cino, Jorge Olivera, Tania Quintero y Ariel Tapia, entre otros, relataban la cotidianidad con un lenguaje directo y ameno. Luego Yoani Sánchez, primero con su blog Generación Y y después con 14ymedio, apostó por un periodismo enfocado en la realidad del país.
Claro que la política importa. Pero en la oposición no pocas veces confundían activismo político con periodismo. Y la calidad dejaba bastante que desear. Parafraseando a José Martí, pensaban bien, pero rimaban mal.
Después de 2014, con la revolución de Barack Obama y las ilusiones que despertó entre los cubanos el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, desde la Isla, como flores, comenzaron a brotar medios digitales independientes comprometidos con un periodismo de calidad.
En la acera opositora había quienes los veían como personas huidizas y cobardes, porque no llamaban las cosas por su nombre. Pero el nuevo periodismo independiente cubano cualitativamente es superior.
Elaine Díaz, Mónica Baró, Julio Batista y Juan Orlando Pérez, son algunos de los que escriben textos que es una fiesta leer. Dos sólidos pilares de ese periodismo narrativo son Carlos Manuel Álvarez, radicado en México, reconocido por diversas instituciones como uno de los treinta mejores escritores jóvenes de América Latina, y Abraham Jiménez Enoa (La Habana, 1988), que ha publicado en BBC, Univisión, The New York Times en Español y Gatopardo, entre otros.
Graduado de periodismo en el verano de 2012, en la actualidad Abraham es editor y director de El Estornudo, probablemente el mejor sitio de crónicas periodísticas que ahora mismo se hace en Cuba. Entrevistarlo para Diario Las Américas no fue difícil. Contactamos por WhatsApp y acordamos vernos a las tres de la tarde en un café ubicado en 23 y G, en el corazón del Vedado. Llegó dos minutos tarde a la cita. Me asombró su puntualidad, cosa rara entre los cubanos. Vestido con un pantalón caqui, camisa oscura, una cartera de cuero cruzada hacia un lado del cuerpo, barba cerrada y el rostro lavado y despejado, señal que había dormido la mañana. Pidió un café expreso.
Cuando terminó el preuniversitario, Jiménez no pudo coger la carrera de periodismo. "Tenía que competir con alumnos de la Escuela Vocacional Lenin y no tuve muchas opciones. En aquel tiempo apareció un programa militar llamado Cadetes Insertados que me facilitaba realizar estudios universitarios. Decidí apuntarme. Yo quería ser comentarista deportivo y para ello necesitaba estudiar periodismo".
En Cuba es usual que los niños quieran ser peloteros o futbolistas, pero no narradores deportivos. "Recuerdo que mis abuelos pensaban que estaba loco: me pasaba horas acostado en el sofá de la sala con un muñeco, y en vez de jugar a los pistoleros o montar carriola, inventaba juegos de fútbol o pelota y los iba narrando. Pero durante los estudios me di cuenta que no tenía buena dicción y no se me daban bien las cámaras. Entonces comencé a leer los clásicos del periodismo, Truman Capote, Gay Talese, Kapuscinski, Rodolfo Walsh, y me enfoqué en escribir”.
En una crónica publicada en septiembre de 2018 en Gatopardo, Abraham describe el día que se desencantó por completo de la revolución. “Me tomó mucho tiempo percatarme de que la revolución cubana, como concepto, ya no existe; es pasado, se esfumó. Salir del pozo de adoctrinamiento en que uno nace sumido en este país y percibir que todo lo que te han vendido y has comprado, que todo por lo que de alguna manera y en algún momento de tu vida peleaste ya no está, es un ejercicio de conciencia más que de ruptura. Implica identificar algo que siempre tuvo un rostro del que nunca sospechaste por estar hipnotizado y enclaustrado”.
Su manera de pensar tuvo un costo familiar, político y social. Se distanció de su padre, oficial del Ministerio del Interior al igual que su hermana. “Después que terminé el periodismo, pasé el servicio social en un dependencia de prensa del Ministerio del Interior. Lo mejor era que tenía internet. Un amigo me puso en contacto con la editora de On Cuba, un medio que en 2012 no estaba acreditado por el gobierno cubano, y acordamos que comenzaría a escribir en la sección de deportes. Allí estuve hasta 2015. Al año siguiente fundé El Estornudo. Eso empezó a molestar a las autoridades. Aún no había terminado el servicio social cuando me mandaron para mi casa, acusado de 'contrarrevolucionario' y un montón de descalificaciones más. También me prohibieron viajar al extranjero hasta julio de 2021”.
Abraham ha sufrido el racismo en carne propia. “Tengo para contar miles de anécdotas de corte racista. Hace un año, en Gatopardo escribí Desde el Malecón: lista negra donde cuento varias esas anécdotas. El racismo en Cuba está en cualquier lado. Lo he vivido en el ICRT, con el portero de un restaurante o un patrullero policial. Algunos se asombran que un negro dirija una revista digital de periodismo narrativo. Cuando te ven, tú les nota la cara de asombro. Es algo que nunca se ha superado”.
Periodistas independientes, abiertamente anticastristas, consideran light a esta nueva hornada de periodistas y los acusan de desviar la atención de los auténticos problemas del país. Algunos afirman que forman parte de una cortina de humo lanzada por los servicios especiales para acallar a los comunicadores que sufren constantes detenciones y sus medios de trabajo son decomisados. Otros alegan que no denuncian el incesante acoso sufrido por los reporteros independientes y que intentan ningunear a los fundadores de la prensa independiente en Cuba.
No lo creo. Con el paso del tiempo, periodistas alternativos como Carlos Manuel Álvarez se han ido radicalizando. Y El Estornudo, la revista digital que dirige Abraham Jiménez y que apuesta por un periodismo objetivo, figura entre los 19 medios independientes que el pasado 7 de octubre publicaron una Declaración Conjunta para exigirle al régimen cubano más protección y respeto a la prensa.
“En El Estornudo trabajamos ocho personas, unas dentro y otras fuera de Cuba. Y no existe ningún tipo de censura, excepto la que imponga la cordura. Mi impresión es que los nuevos medios que han nacido a partir de 2014 lo tienen claro: no confunden el activismo político con el periodismo. Aunque no se puede generalizar, el periodismo independiente anterior a 2014, era marcadamente opositor. Y tú, para hacer periodismo, tienes que ceñirte a los hechos. Hicimos El Estornudo como un medio de contar buenas historias. Ni quitamos ni ponemos. Las cosas se describen tal como las ve el reportero. Mi trabajo es contar lo que pasa. No marchar con un cartel por la calle”, explica este habanero que puede estar hablando horas sobre periodismo, literatura y deportes.
En su perfil de El Estornudo, Abraham confiesa que el fútbol le produce más orgasmos que las mujeres. Quizás exagera un poco.
Iván García
Foto: Abraham Jiménez, cortesía del entrevistado.Ver también: Trabajos de Abraham Jiménez publicados en El Estornudo.
https://youtu.be/eY1kPICHli4
ResponderEliminarESTO E PARA IVAN GARCIAS
https://youtu.be/CA3H4C89XzY
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