La ideología comunista no está de moda en Cuba. Incluso, muchos de los que públicamente apoyan al régimen instaurado por Fidel Castro, no se consideran marxistas.
Renán, 42 años, quien conduce un taxi climatizado durante doce horas en zonas turísticas de La Habana, cuenta que en su empresa estatal le propusieron ingresar al Partido Comunista de Cuba (PCC). “El jefe de núcleo en la base, desde hace tiempo, intenta convencerme para que ingrese al partido. Una tarde se me acercó a meterme una muela política y me propuso ser miembro. Yo le dije que ya era suficiente manejar doce o trece horas el taxi y estar buscando comida para mantener a mi familia. No quería más responsabilidades. Pero el hombre es duro de pelar y seguía con su propuesta. Entonces le conté que pensaba marcharme del país, para que me dejara tranquilo. A estas alturas del juego casi nadie quiere afiliarse al partido”.
Nayda, 16 años, estudiante de onceno grado, por sus excelentes notas académicas y buen comportamiento escolar fue propuesta para ingresar a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). “Primero habló conmigo una funcionaria de la juventud del municipio Diez de Octubre que me dijo que era un honor pertenecer a la organización. Me intentó convencer para que cuando terminara el preuniversitario ingresara en un una carrera militar. Me dijo que tendría todas las condiciones materiales garantizadas y que en esa academia la alimentación era de primera clase. Le dije que no me interesaba ninguna de las dos cosas”, comenta Nayda.
Eberto, 53 años, jefe de almacén en un centro nocturno, explica que en su empresa “prácticamente montaron una operación de cacería para que yo ingresara al partido. Cualquier evasiva que le daba, que era religioso, masón o no me interesaba el marxismo, me respondían que ahora al partido podía ingresar cualquiera. Lo único que se pide es fidelidad a la revolución y a Fidel. Yo les dije que era revolucionario y fidelista, pero no tenía interés en afiliarme a ninguna organización y mucho menos pasar un curso en una escuela del PCC, que era lo que querían en mi empresa. No soy bobo, donde está el billete es en el centro donde trabajo. No comiendo catibía en una escuela partidista”.
Norge, ex oficial del DTI que laboró en la refinería Ñico López, al este de La Habana, cuenta que no le quedó más opción y aceptó el carnet del partido, porque era instructor de delitos económicos. "Como ya me retiré quiero pedir la baja. Tengo a mis hijos en Estados Unidos y si quiero visitarlos o residir allá va ser difícil que me den visa si digo que soy militante del partido”.
Un funcionario que fue miembro del PCC en el municipio Cerro, ya jubilado, afirma que "desde que desapareció el antiguo campo socialista ha disminuido la membresía, tanto en el partido como en la juventud comunista. En las décadas de 1970 y 1980 era un orgullo pertenecer al PCC y la UJC. Se aceptaban a los mejores. Ahora se aceptan a católicos, babalaos y abakuás, algo que contradice las teorías marxistas. Hace 30 años había un millón de militantes en el PCC y una cifra similar en la UJC. En estos momentos la cantidad de miembros ha caído a la mitad”.
En la enciclopedia digital EcuRed, autorizada por el régimen, se destaca que en la actualidad la membresía de la UJC es de medio millón de personas. En el acápite correspondiente al PCC ni siquiera mencionan una cifra actualizada de afiliados. Wikipedia sí ofrece un dato: 670 mil miembros en el PCC. Pero la estadística es de hace tres años.
Según el ex funcionario del partido municipal, cada año renuncian al partido cientos de personas. “Las causas son diversas. Muchos intuyen que pertenecer al partido no trae ningún beneficio. Hay gente que se enrola en el partido pensando que el carnet le puede resolver un montón de cosas materiales. Los únicos que obtienen beneficios son los cuadros profesionales que trabajan en los comités municipales y provinciales. Y por supuesto, los que pertenecen al Comité Central, Buró Político, Consejo de Estado y de Ministros, donde reciben cestas de alimentos, dietas en divisas, buenas casas, internet de banda ancha y autos con chofer".
Diario Las Américas le preguntó a 18 personas, en edades comprendidos entre 17 y 70 años, si se consideraban marxistas o creían que el comunismo es la solución a los problemas de Cuba, y los 18 respondieron que no.
Saúl, economista, considera que el comunismo es una utopía inalcanzable. "Fidel Castro intentó probarlo en Cuba. En los años 60, en el poblado pinareño de San Julián, se utilizaron métodos comunistas. Pero no funcionó. Ninguna sociedad en el mundo ha alcanzado el comunismo. Y la sociedad que lo antecede, el socialismo, es como un edificio que nunca acaba de construirse. La única diferencia entre el socialismo y el capitalismo es en la forma de enfocar la economía y la plusvalía. Mientras la economía en el capitalismo desarrollado es liberal y potencia las pequeñas y medianas empresas privadas, en el socialismo la mayor parte de los medios de producción pertenecen al Estado. La plusvalía en el capitalismo la gana el empresario y sirve para perfeccionar sus mercancías, hacer dinero y generar más riqueza. En el socialismo las ganancias de las empresas se las lleva el Estado para mantener al pesado bloque de burócratas que frenan el desarrollo y la productividad dentro de la sociedad”.
Por su parte, el ex funcionario del partido en el municipio Cerro, asegura que debido al envejecimiento poblacional y la emigración, la membresía de las organizaciones comunistas cubanas continuará cayendo en picada. Y subraya: “La provincia con peores índices, donde cada vez es más difícil captar personas para que ingresen a la policía, fuerzas armadas o el partido comunista es La Habana. Un dato: muchos integrantes del Buró Político y el Consejo de Estado, inclusive algunos dirigentes provinciales, no nacieron en la capital”.
Si en Cuba el comunismo es algo extravagante, en La Habana lo que está de moda es el reguetón.
Iván García
Foto: Valla en una carretera cubana. Tomada de la web de Radio y TV Martí.
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