La primera vez que a Ronald lo detuvieron en la vía pública tenía 16 años. Le registraron su mochila, luego lo esposaron y subieron a un camión donde todos los detenidos eran negros. Ocurrió hace un lustro. Había terminado de estudiar en casa de un amigo y se dirigía a su domicilio cuando de manera agresiva fue interceptado por fuerzas policiales.
“Era una redada antidrogas. Un perro gigantesco me olfateaba y olía mi mochila. Aunque no encontraron nada sospechoso, el oficial al frente del operativo, me mandó para un calabozo de la Décima Unidad de Policía en la Avenida Acosta, municipio Diez de Octubre. Allí estuve tres días, ni siquiera me interrogaron. Cuando me soltaron no me dieron ni una disculpa”. Ronald pensó que tuvo mala suerte, que había sido un error.
“Pero en los últimos cinco años me han detenido o pedido el carnet de identidad más de quince veces. Es el modo de operar de la policía en Cuba. No es mala suerte, es un procedimiento abiertamente racista, pues las autoridades policiales a las personas negras las etiquetan como presuntos delincuentes”, afirma Ronald, ahora con 21 años.
Joel, ex oficial retirado de la policía lo confirma. “Por estadísticas, está demostrado que la mayoría de los delitos más repulsivos son perpetrados por negros y mestizos. Ocho de cada diez reclusos en Cuba pertenecen a la raza negra o mestiza. Es normal entonces que la policía base su modus operandi de acuerdo a esa realidad”.
Los números son contundentes. Hace diez años, la autocracia verde olivo admitió que en las casi 200 prisiones existentes en la Isla, había 57 mil reclusos. Grupos opositores, no reconocidos por el gobierno, alegan que la cifra ronda los 100 mil reos, lo que situaría a Cuba entre los primeros seis países del mundo en población penal por cantidad de habitantes.
Una noche invernal de 2002, en un extenso discurso en el teatro Karl Marx, Fidel Castro dijo que el 80 por ciento de los reclusos eran de raza negra. Y habló de realizar un estudio sociológico, para buscar respuesta al fenómeno. "Pero todo quedó a medias", recuerda Carlos, sociólogo. “Yo me había graduado hacía siete años. Me llamaron a integrar una comisión encargada de estudiar y buscar respuesta a esa problemática. Visitamos varias prisiones y conversamos con cientos de reclusos. Fuimos a barrios marginales y hablamos con familias negras. Intentamos delinear un mapa sociológico para demostrar cómo el color de la piel incide en la pobreza y la consumación de delitos. Pero un día llegaron altos funcionarios y pararon la investigación”, rememora Carlos y agrega:
“A quienes participamos en ese estudio nos quedó una cosa clara: los prejuicios raciales siguen presentes. En esa fecha, algunas instituciones, tenían un marcado comportamiento discriminatorio, como los ministerios del Turismo y Cultura, el ICAIC, ICRT, las FAR, el MININT y las escuelas del partido comunista, donde el 90 por ciento de los que adiestraban a futuros funcionarios y oficiales eran de la raza blanca. Dudo que las cosas hayan cambiado”, opina Carlos.
Un funcionario del Ministerio de Cultura considera que en determinados aspectos, algunas cosas han cambiado para bien. “En las últimas dos décadas se ha trabajado para que un mayor número de negros y mestizos ocupen cargos importantes en la esfera cultural. Se hace un esfuerzo por incrementar la publicación de libros de escritores negros. En algunas ramas, como la plástica, se ha tenido más éxito que en otras. En el ballet, por ejemplo, salvo excepciones, sigue habiendo prejuicios raciales, lo que incide directamente en la captación de talentos”.
Por vía WhatsApp un funcionario del ICRT contó a Diario Las Américas que “ha sido política del organismo aumentar el número de artistas en papeles protagónicos así como periodistas, locutores, comentaristas y analistas de raza negra, muchas veces sacrificando la calidad. Para cumplir con las reglas de juego, se contrata a negros o mestizos que no tienen la calidad requerida o son menos talentosos que sus homólogos blancos”.
El racismo en Cuba es diferente al de Estados Unidos y al de naciones de Europa, con mayores porcentajes de habitantes de origen caucásico. Hagamos un poco de historia. Cuando en 1886, España decide abolir a la esclavitud en la Isla, miles de esclavos dejaron de recibir castigos corporales y se convirtieron en hombres libres, a medias. Al no poseer bienes y escasa educación, hacían los trabajos más duros y peor remunerados. La abolición de la esclavitud en Cuba no vino acompañada de políticas estatales que propiciaran la inserción de los antiguos esclavos en la sociedad.
Cuando el 20 de mayo de 1902 se fundó la República, se amplió la enseñanza universal y en teoría todos tenían los mismos derechos, pero los negros continuaron a la zaga. Hubo excepciones y el ascenso social de algunos negros y mestizos fue más producto de la voluntad y el esfuerzo personal que de una estrategia gubernamental. Aunque oficialmente estaba prohibido, el racismo permaneció latente.
Todavía hoy, ciertos historiadores quieren minimizar la matanza de más de tres mil negros en la llamada Guerrita de Color en 1912. Se pretende ignorar que entre los que ordenaron aplastar la revuelta y ejecutar a cientos de cubanos negros se encontraba José Francisco Martí Zayas-Bazán, coronel del Ejército Nacional e hijo de José Martí. La Constitución de 1940 pudo darle un vuelco radical a la lacra del racismo en la Cuba republicana. Pero los gobernantes de turno no implementaron medidas y leyes que lo hicieran posible.
En casi todas las ciudades del país había clubes exclusivos para blancos. En La Habana y otras provincias, negros y mulatos fundaron asociaciones fraternales. La revolución de los barbudos pretendió abolir el racismo y los prejuicios raciales a golpe de decretos y discursos. Se trazaron políticas de integración y, supuestamente, todos los ciudadanos eran iguales. Pero llegar a la cúspide social continuó estando vedado a la gente negra.
Legalmente no existía racismo. Hablar de desigualdades raciales era un tabú y te tildaban de contrarrevolucionario. Para Fidel Castro o eras revolucionario o estabas contra la revolución, al margen del color de tu piel. El racismo continuó en un sector de la sociedad. El primer error fue acabar con el debate sobre el tema. Prohibir los estudios étnicos, socioculturales, antropológicos y sociológicos. Invisibilizar las pésimas condiciones de vida e insalubridad de barriadas y comunidades donde predominan los negros.
Dentro y fuera de Cuba se piensa que la mayoría de la población cubana está formada por negros y mestizos. Según un estudio sobre el color de la piel, publicado en febrero de 2016 por la ONEI (Oficina Nacional de Estadística e Información), cuatro años después de realizado el Censo Nacional de Población y Viviendas de 2012, el 64.1% de la población es blanca, el 26.6% es mestiza y el 9.3% es negra. Más datos pueden consultarse en el blog del periodista Pablo Alfonso.
En su intento de blanquear la sociedad, instituciones locales han creado la categoría de mestizo, un maquillaje macabro para separar a los negros de acuerdo con la tonalidad más clara o más oscura de su piel, popularmente clasificados como mulato, jabao, moro o la racista expresión de 'mulato o mulata blanconaza'. En el artículo Las razas humanas no existen (El Diario, España, 23 de mayo de 2019) se afirma que "el color de los seres humanos actuales es el resultado de una compleja secuencia de eventos biológicos y demográficos. No es posible delimitar biológicamente unos grupos y otros con arreglo a ese rasgo", sin negar la diversidad genética en los seres humanos.
Cuando se suma la cantidad de negros y mestizos en Cuba, y también el número de aquellos encuestados que durante el Censo dijeron que eran blancos cuando en realidad no lo eran (y contribuyeron a alterar las estadísticas reales), usted puede estar seguro que los negros en la Isla somos la mitad o más de la actual población cubana.
Dejémonos de cuentos. Aceptemos que no tenemos respuesta a por qué los negros son mayoría en las cárceles, cometen los delitos más repudiados y viven en las peores casas. Por qué ganan menos dinero, son minoría entre los dueños de negocios privados y pocos los que llegan a ocupar puestos importantes en las instituciones estatales gracias a su talento. Y no por la chapucera maniobra de un régimen que pretende cumplir con lo políticamente correcto dándole una mano de pintura negra al Consejo de Estado y de Ministros, a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Comité Central del Partido Comunista.
Sí, es cierto, hay negros en algunos puestos dirigentes. Pero siguen siendo voces secundarias. Para triunfar, los negros en Cuba tienen que optar por el deporte, la música popular y los bailes folclóricos, salvo contadas excepciones.
El miedo al negro sigue latente en Cuba, igual que los prejuicios. Mientras más oscura es la piel, más humillaciones se reciben. El negro no solo sufre el racismo de los blancos, también a veces debe soportar el menosprecio de los mestizos. Desde luego, peor que el racismo, es la miseria socializada y la falta de libertades económicas y políticas. Pero ese es otro tema.
Iván García
Leer también: Las campanas no doblan por los negros cubanos.
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