lunes, 12 de octubre de 2020

Cuba: defensa y agonía (II y final)


El trío Cuba, Venezuela y Nicaragua no sólo debe resistir, necesita desestabilizar otros países, mientras espera que la izquierda recupere poder o que Donald Trump pierda las elecciones en Estados Unidos. Suponen que esto les permitiría seguir gobernando. Al cambiar el contexto, Cuba cambió estrategia, la división de las FARC y el atentado terrorista que mató 22 cadetes de policía en Bogotá son acciones promovidas por Cuba y Venezuela para destruir el proceso de paz en Colombia. Por las graves implicaciones internacionales es imposible que éstas fueran decisiones autónomas.

El Foro de Sao Paulo estaba debilitado porque los partidos miembros habían perdido elecciones, pero fue resucitado con una nueva composición. En el 2019 convocó a sindicalistas, movimientos de indígenas, ecologistas, afrodescendientes, campesinos, estudiantes, islamistas radicales, feministas y a la comunidad LGTB de Estados Unidos, Latinoamérica, Europa, Medio Oriente, África y Asia. La Habana y Caracas fueron sede de muchos eventos con miles de participantes.

Allí se decidió que las organizaciones sociales serían el instrumento; la violencia callejera, el medio; la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo, la bandera; y la defensa de Cuba, Venezuela y Nicaragua, el objetivo. Cuba estaría al mando, Venezuela pondría el dinero y cada país los muertos. En ese contexto Maduro anunció la violencia hablando de “Brisa Bolivariana”. En este plan Cuba asumió bajo perfil para evitar rupturas de relaciones y pérdida de embajadas. Éstas son sólo centros de coordinación con los extremistas, porque Cuba ni vende ni compra nada.

Pero el Foro de Sao Paulo es ahora una ensalada de intereses y posiciones incoherentes. Los extremistas iraníes y Hezbollah deben juntarse con sus enemigos: las feministas y la comunidad LGBT. Los trabajadores deben exigir salarios dignos al neoliberalismo, pero apoyar que Cuba pague 15 dólares al mes. Deben exigir respeto a los derechos humanos, pero callar los muertos, los presos y las torturas en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Deben luchar por el comunismo en sus países, pero apoyar el capitalismo salvaje de China y el de los oligarcas rusos. Deben luchar contra el racismo en Estados Unidos, pero olvidar los campos de concentración en China y la ejecución de homosexuales en Irán.

En la nueva realidad, la extrema izquierda perdió la ventaja moral que tuvo cuando enfrentaba dictaduras militares de derecha. A pesar de esto, Cuba decidió que sus creyentes debían pasar de la lucha revolucionaria al vandalismo callejero porque sólo la violencia generaría hechos mediáticos y políticos suficientemente potentes para su defensa.

Señalar a Cuba como la causa de los conflictos sería teoría conspirativa. Las protestas en Colombia, Ecuador y Chile en el 2019 tenían causas reales, justas y legítimas. Las mayorías se movilizaron pacíficamente por demandas internas, pero la violencia fue responsabilidad de minorías subordinadas a factores externos. El vandalismo fue premeditado, organizado, artificial, movido por intereses externos y no encaja con la forma en que evoluciona una protesta de calle. Aprendí sobre esto durante la década que precedió a la guerra civil en mi país. Mi primera acción revolucionaria fue romper a pedradas los vidrios de una patrulla policial, después de que éstos habían masacrado gente a balazos.

Hay en la calle dos tipos de violencia: la espontánea y la organizada. La primera es esencialmente reactiva, nunca premeditada. Una protesta que es reprimida con uso desproporcional de la fuerza puede provocar violencia espontánea de los manifestantes. Con el tiempo, esa violencia espontánea puede transitar a violencia organizada si la represión es brutal y persistente. Por ejemplo, en Venezuela y Nicaragua lo masivo y pacífico duró muchos días hasta que los jóvenes se hartaron por los muertos y empezaron a responder con piedras, bombas molotov y a organizarse en pequeños grupos a violencia organizada supone que la represión se volvió mortal y cotidiana y esto exige un nivel de organización similar al de una guerra, requiere mando y control, coordinación entre grupos y medios para la defensa.

En 1980, en Guatemala, los militares incendiaron la Embajada de España porque unos campesinos que protestaban por la represión se habían refugiado allí: 37 personas murieron calcinadas incluido personal de la embajada. En 1979, en una de las numerosas masacres, los militares salvadoreños mantuvieron cercados a los manifestantes en una iglesia del centro capitalino durante varios días. Veintiún cadáveres quedaron enterrados en el interior de la iglesia. El entierro de san Arnulfo Romero fue atacado con francotiradores. Finalmente decidimos que grupos de autodefensa protegieran las protestas, pero en Centroamérica, a pesar de la salvaje represión, ni el saqueo ni el vandalismo tomaron fuerza. Cuando la represión es letal no hay tiempo para pensar en saqueos.

En 2019, en los casos de Ecuador, Colombia y Chile no hubo represión letal que justificara la violencia. Esta no fue espontánea, lo masivo fue simultáneo con lo violento, no fue reactiva sino organizada, premeditada y dirigida. En Chile incendiaron puestos policiales y penetraron a instalaciones militares. Evidentemente buscaban que hubiera numerosas víctimas. Los extremistas provocaron la muerte de quince personas con los incendios, más del doble de los seis atribuidos a los policías. No hay explicación política racional al nivel de vandalismo en Chile. Los daños alcanzaron 4,500 millones de dólares, incluyeron la destrucción de 70 de las 136 estaciones de metro, centenares de comercios, hoteles, estaciones de policía y hasta iglesias de valor histórico.

De mis tiempos de guerrillero, sin haber recibido nunca instrucción militar, recuerdo cuánto nos costó aprender a derribar torres conductoras de energía. En Chile destruyeron locomotoras de acero en ataques sincronizados. Esto requiere instrucción, medios, planeación y mando centralizado. Ni durante la insurrección contra Somoza en Managua ni cuando los guerrilleros salvadoreños combatimos durante quince días en la capital hubo un nivel de destrucción siquiera cercano a lo que ocurrió en Chile.

Cuba es la dictadura más prolongada de la historia, pero la tragedia de los cubanos pareciera importar a pocos. El mar y los tiburones les impiden escapar en masa como los venezolanos y esto los ha convertido en víctimas de segunda clase olvidadas por el mundo. El régimen es un bandido que con el tiempo se volvió socialmente aceptable para académicos, intelectuales, actores, políticos, millonarios y turistas. Cada uno por distintas razones: arqueología política, excentricidad, inversiones sin sindicatos, burocracias corruptibles por nada, prostitución barata, drogas, etcétera. La mitología revolucionaria convirtió a los disidentes en gusanos y a los que viven en la isla en hormigas de laboratorio de creencias fallidas.

Ahora los cubanos se dividen en dos grupos: los que tienen fulas (dólares) y los que no tienen. Es decir, que quienes tienen parientes “gusanos” viviendo en la Yuma (Estados Unidos) viven mejor que el resto de los cubanos. Todo en la isla es ficción: el peso (la moneda nacional), los salarios, la educación, la salud y hasta el embargo. Estados Unidos es el quinto socio comercial de Cuba y el primer suministrador de alimentos de un país que debería ser potencia agrícola. Cuba importa azúcar porque ya no es capaz de producir ni para su propio consumo. Hasta los dirigentes viven en la ficción.

Vicente Botín, en su libro Los funerales de Castro, proporciona una lista de parientes de altos dirigentes que viven bien en el exterior y pueden entrar y salir cuando quieren. Esta lista incluye a los hijos de Ramiro Valdés y Juan Almeida, comandantes y héroes de la Revolución compañeros de Fidel. Botín cuenta de Ubre Blanca, la vaca mágica del experimento de Fidel Castro que fracasó, así como fracasó la mayoría de los desatinos visionarios del comandante, entre ellos los planes arroceros, el plan fresa, el café caturra, las granjas de faisanes, las plantaciones de bambú, la presa Paso Seco, la zafra de los 10 millones o la producción de quesos que superaría a la de Francia. Fui testigo de ocurrencias con calamares o de meter percas del Nilo en lagos de Nicaragua.

Oficialmente no existe una economía de mercado, pero hay un gran mercado negro en el que se encuentra de todo. Estos productos son robados de almacenes del gobierno con cadenas de corrupción que involucran a muchos funcionarios y trabajadores. Conocí de un ministro que aceptó una propina de 500 dólares y durante la guerra había funcionarios del partido que pedían a los salvadoreños productos estadunidenses. La mayor aspiración de los jóvenes es vivir en Estados Unidos, el enemigo mortal del castrismo. El régimen se sostiene por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Existen en cada cuadra y su trabajo es fomentar el miedo a partir de que todos vigilen a todos.

Alemania Oriental fue la matriz del modelo de seguridad cubano. Tony Judt en su libro Postguerra dice que la burocracia policial alemana tenía: 85 mil empleados, 60 mil colaboradores, 110 mil confidentes regulares y 500 mil a tiempo parcial. Seis millones de alemanes que correspondían a la tercera parte de la población tenían expedientes. En comparación, la Gestapo nazi sólo contaba con 15 mil personas para toda Alemania.El Partido Comunista de Cuba tiene más de un millón de militantes que representan el 10 por ciento de la población y los CDR están integrados por varios millones. Nada de esto es voluntario, porque en Cuba vivir fuera del sistema es morir.

Sin embargo, ahora los CDR se han vuelto igualmente corruptos, quieren dólares, consumir y huir al Imperio. Algunos ilusos, que jamás soportarían vivir en Cuba, creen que el régimen sobrevive porque tiene apoyo popular. Trujillo, Pinochet y el genocida Ríos Montt también tenían apoyo. Carolina Cox, izquierdista chilena procubana, hizo público su desengaño al quedar varada en La Habana por la pandemia. Cox describe en un video la ausencia de productos de higiene, la escasez de agua, las plagas en el hotel, el bloqueo a internet...

En 1987 se hubiera pensado que el derrumbe soviético era una ilusión, tres años después terminó. Quienes nacieron después de terminada la Unión Soviética tienen ahora 30 años, Raúl Castro tiene 89 y Ramiro Valdés 88. El “imperialismo yanki” como enemigo es ahora retórica de ancianos. Como en la desaparecida Unión Soviética, los nuevos dirigentes cubanos no dicen lo que piensan, ni piensan lo que dicen. En 2009 el vicepresidente Carlos Lage y el ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque fueron destituidos luego de ser filmados secretamente burlándose de Fidel Castro.

El cambio generacional es la mayor amenaza a la burocracia comunista. El régimen teme replicar el modelo chino porque esto implicaría aceptar inversión externa en todos los sectores, permitir cubanos ricos y, lo más difícil, asumir la reunificación de la Cuba rica de la Florida con la Cuba pobre de la isla.

En política es fundamental conocer el tamaño de la fiera que enfrentamos y el contexto que la parió. El modelo político, social, económico y diplomático de Cuba parte de su credo marxista, pero también de autodefinirse como un Estado en guerra y sus planes han estado en función de su defensa frente a Estados Unidos. Esto tiene bases reales en su historia pasada y reciente con la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, en la guerra contrarrevolucionaria en la sierra del Escambray, en las operaciones terroristas que han sufrido, en los intentos de atentados a Fidel Castro, en su involucramiento en la guerra de Angola para responder a una demanda soviética y en la crisis de los misiles de 1962, el momento en que el mundo ha estado más cerca de una hecatombe nuclear.

Cuba es el único país latinoamericano que ha necesitado llevar seguimiento de lo que pasa en nuestro continente y el mundo. Sólo hay dos salas situacionales globales en América, una en Washington y otra en La Habana. El régimen no hace elecciones, pero conoce cómo funcionan y hace proyecciones sobre los resultados de éstas en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Necesita prever si éstas afectarán o no su sobrevivencia. Sus servicios de inteligencia superan en capacidad, experiencia y cobertura a cualquier país latinoamericano, compiten con la CIA, el Mosad o el MI6.

Cuando Cuba fue aislada del continente, fortaleció su diplomacia en África, Asia y el Caribe, logró el apoyo de muchos países y ganó posiciones en Naciones Unidas. Ha reclutado agentes en la izquierda y sabe manipular académicos, intelectuales, religiosos y políticos para integrarlos a sus redes, muchas veces sin que se den cuenta. Utilizan el sexo para chantaje, reclutamiento o inducción de posiciones políticas y saben realizar operaciones de todo tipo fuera de sus fronteras.

Jorge Masetti, hijo del guerrillero amigo del Che que murió en 1964, dedica cuatro capítulos de su libro El furor y el delirio a las operaciones encubiertas en México. Masetti se convirtió en un importante agente de los servicios cubanos y se describe a sí mismo como “hijo de la Revolución”. Las ejecuciones del general Ochoa y Tony de la Guardia lo hicieron romper con Cuba. Su testimonio revela que las actividades en México incluyeron ayuda a narcotraficantes colombianos y a diferentes grupos guerrilleros latinoamericanos para operaciones en territorio mexicano, que iban desde asaltos a bancos hasta joyerías.

Cuenta además que la valija diplomática cubana se utilizaba para introducir armas o mover el dinero de las operaciones. Entre éstas menciona la recepción y traslado a Cuba de cuatro millones de dólares, fruto de un asalto de los Macheteros de Puerto Rico a un depósito de Wells Fargo en Connecticut en 1983. Masetti destaca que las operaciones encubiertas derivaron en “bandidaje revolucionario” y se extendieron a otros países del continente. En México suelen ocurrir secuestros de empresarios que no tienen explicación en la delincuencia local. Es difícil saber hasta dónde llega la actividad de las embajadas cubanas en su tarea de conspirar contra los gobiernos.

Dice también Masetti que uno de los objetivos que se planteaba el régimen era “hacer de la cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina”. Recuerdo que Fidel siempre decía que una guerra allí se tragaría cientos de miles de hombres. Los políticos latinoamericanos y estadounidenses han cambiado en varias generaciones. Cuba tiene abundante experiencia acumulada y muchos de sus funcionarios han permanecido décadas en sus cargos.

No hay capital del continente donde la inteligencia cubana no tenga agentes activos. Defenderse desestabilizando a otros es parte esencial de su política exterior y esto no es un invento cubano. Yuri Bezmenov, desertor de la KGB, decía que el 50 por ciento de la actividad de la inteligencia soviética se concentraba en “subversión ideológica” y desestabilización de sus enemigos. Esta doctrina sigue vigente, basta recordar la injerencia rusa en la última elección estadounidense.

El artículo de Orlov que enojó a Fidel Castro en 1989 decía que Cuba es un “Estado militarizado” y sigue siéndolo. Esa afirmación da sentido a todo lo planteado sobre su estrategia de defensa. A esto agrego mi propia vivencia que describo con un viejo refrán que dice: “Si digo que la burra es parda, es porque tengo los pelos en la mano”.

Durante décadas ser de izquierda ha implicado no criticar al régimen cubano, aceptar que éste actúa por solidaridad y tenerle gratitud. Pero la verdad no hay nada que agradecerle, al contrario: ha instrumentalizado y sacrificado a las izquierdas nacionales por su propio interés. La muerte de Allende y la destrucción de Venezuela son algunas de las evidencias irrefutables.

Nada ayuda más a las derechas que tener un competidor estúpido. Uno de mis objetivos en este ensayo es provocar a la izquierda para que deje de creer que el cielo existe, abandone la defensa de lo que no funciona, mande al infierno la religión marxista y a todos sus santos, y regrese a la tierra.

Joaquín Villalobos*
Nexos, 1 de agosto de 2020.

*Exjefe guerrillero salvadoreño, consultor en seguridad y resolución de conflictos. Asesor del gobierno de Colombia para el proceso de paz.

Foto: Hombre con mascarilla pasa frente a imagen del Che en La Habana. Tomada de Yahoo Noticias.

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