lunes, 26 de septiembre de 2022

Seinuk, el exiliado cubano que moldeó horizontes



El Museo Americano de la Diáspora Cubana acaba de inaugurar la exposición Stretching the Horizon, dedicada a Ysrael Abraham Seinuk: justo tributo a un influyente ingeniero civil cubano, nacido en La Habana en 1931 y fallecido en Nueva York en 2010.

Durante la ceremonia inaugural de la muestra, que se ha montado como intenso santuario de logros insospechados para un humilde “cubanito nacido en Luyanó”, como le gustaba repetir al talentoso artífice de edificaciones emblemáticas en Nueva York y otras ciudades importantes del mundo, la esposa Fanny, su hija Beatriz y amigos cercanos, como los pintores Baruj Salinas y Humberto Calzada, fueron esbozando ante la concurrencia, que no salía de su asombro, la personalidad de un constructor en el sentido físico, conceptual y espiritual del término.

Temprano la familia Seinuk tomó el camino del exilio, siguiendo a uno de los abuelos, quien al ver la comparecencia de Fidel Castro con palomas revoloteando a su alrededor confesó que había estado en la Plaza Roja durante un discurso de Lenin, y el verbo encendido del joven rebelde era como la traducción criolla de la misma ideología. En Nueva York, nueve integrantes de los Seinuk dormían en un mínimo espacio y tuvieron que empezar de cero, como tantos otros exiliados, luego de ver interrumpida de manera abrupta lo que auguraba ser una carrera exitosa en La Habana.

Muy pocos años después, Ysrael Seinuk, quien recordaba haber llegado a los Estados Unidos con 20 dólares en el bolsillo, la regla de cálculos y el diploma de la Universidad de La Habana, fue contratado por reconocidas compañías de su especialidad. Luego vendría la fama y el prestigio de empeños corporativos personales. Entre muchas otras virtudes, una de sus principales contribuciones a la construcción fue traer a Nueva York el uso del hormigón armado, en sustitución de las tradicionales estructuras de acero, lo cual permitió a los arquitectos diseñar edificios más altos y estrechos.

En 2005, la revista Time lo eligió uno de los 25 hispanos de mayor influencia. Por entonces afirmó: “Mi trabajo siempre ha estado relacionado con el hecho de expandir el horizonte”. Hay un cartel en la exposición del Museo Americano de la Diáspora Cuana que enumera 77 edificaciones notables donde intervino la destreza de Seinuk para hacer realidad quimeras arquitectónicas. Entre ellos figuran: Miami Performing Arts Center, AOL Warner Center, Torre Mayor (México), 383 Madison Avenue (Bear Stearns), One Brickell Square, Grand Canyon Shopping Center (Israel), Trump Tower,100 United Nations Plaza, Condé Naste Building y 450 Lexington Avenue.

Las paredes y vitrinas, abundantes en fotos y recuerdos de una carrera que enaltece la cultura cubanoamericana, hacían pensar inevitablemente en el daño propinado por el castrismo a la prosperidad empresarial y desarrollo social de la isla, con la partida temprana de un talento que no quiso ser sojuzgado. En Cuba, Seinuk fue miembro de la comunidad judía, diezmada por la dictadura. En la exposición aparece una foto del edificio de la Comunidad Hebrea, en la calle Línea esquina a I, en la barriada habanera del Vedado, que fuera usurpado y tramitado por el régimen para su conveniencia y oportunismo.

En el orden personal, emotivo fue conocer que su último proyecto inconcluso en la capital cubana fue un edificio llamado Libertad, del cual se exhibe una imagen de la maqueta. El lugar elegido para la construcción era Alamar (antes de 1959, La Habana se extendería urbanísticamente hacia el este).

El mismo sitio que después acogería la desatinada comunidad de Alamar, edificada por constructores aficionados en las llamadas 'microbrigadas', otro de los planes abocados al fracaso del 'máximo líder'. Durante tres años y nueve meses, en Cuba trabajé como albañil en una 'microbrigada', sometido a un régimen de hostigamiento y miedo, en busca del apartamento que necesitaba mi familia por entonces.

El conciso José Martí afirmó que los hombres “van en dos bandos: los que aman y fundan y los que odian y deshacen”. Ysrael Seinuk pertenece a los primeros, al ansia constructiva de la República cubana, laboriosa y esperanzada. Hay pruebas suficientes para incluir a los cabecillas castristas en el segundo bando, por haber convertido con tanta diligencia a la isla prometedora en un muladar sin futuro.

Cuando Ysrael Seinuk falleció, el 1 de octubre de 2010, a los 78 años, el New York Times le dedicó un elogioso obituario. “Pienso en él como la persona que trajo el hormigón armado a la ciudad de Nueva York, porque ésta era principalmente una urbe donde los rascacielos estaban estructurados con acero. Tuvo un gran impacto entre los estudiantes. Creó el currículo de estructura para que los jóvenes arquitectos pudieran incluir poesía y poder en sus sueños”, afirmó Elizabeth O’Donnell, decana Asociada de la Cooper Union for the Advancement of Science and Art, donde el cubano impartió clases muy elogiadas.

Alejandro Ríos
Texto y foto: CubaNet, 27 de julio de 2022.

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