Muy pocos saben de la reunión que tuvo lugar el 11 de octubre de 1960 entre el comandante Che Guevara y el magnate Julio Lobo, que era por entonces el hombre más rico de Cuba.
El llamado Rey del Azúcar fue citado con urgencia la madrugada de ese día por Guevara, que entonces era presidente del Banco Nacional de Cuba, a su despacho en La Habana Vieja.
Julio Lobo acudió al encuentro en su lujoso auto y vestido con su elegancia característica. El Che, de uniforme verde olivo y boina, comenzó la conversación advirtiéndole que el capitalismo en Cuba no tenía cabida y que todas sus propiedades serían nacionalizadas por el Estado, pero le ofreció a Lobo dejar en sus manos su central preferido, el Tinguaro, y su mansión en La Habana a cambio de que pasara a dirigir la industria azucarera cubana.
Julio Lobo quedó sin habla y respondió a Guevara que le diera unos días a Guevara para tomar una decisión. Al llegar a su oficina, el millonario pidió a su secretaria ciertos papeles que guardó en su portafolio y comentó “Es el fin”. Dos días después se fue de Cuba. El 14 de octubre, el régimen castrista confiscó todas las propiedades de Julio Lobo.
Julio Lobo Olavarría, nacido en Venezuela, era hijo de inmigrantes judíos que lo llevaron a Cuba cuando tenía dos años y adquiriría la nacionalidad cubana. Estudió en Estados Unidos y heredó la fortuna de sus progenitores. Aquel capital lo multiplicó hasta llegar a poseer 16 centrales azucareros, dos refinerías, 22 almacenes de azúcar, una agencia de radiocomunicaciones, un banco, una naviera, una aerolínea, una aseguradora y una petrolera.
Poseía una de las bibliotecas mayores del país, la cual, tras su partida, pasaría a los fondos de la Biblioteca Nacional. Su colección de obras de arte, que incluía numerosos bienes que pertenecieron al emperador Napoleón Bonaparte, pasaría en los años 60 al Museo Napoleónico, ubicado en la que fuera la residencia de Orestes Ferrara en El Vedado.
En su pinacoteca, de valor incalculable, tenía cuadros de Miguel Ángel, Da Vinci, Rafael y Goya, entre otros pintores de renombre. (algunos pasaron al Museo Nacional de Bellas Artes, pero los más valiosos se esfumaron y nadie sabe a dónde fueron a parar).
Las residencias de Julio Lobo se convirtieron en solares que hoy se encuentran en lamentable estado de conservación o fueron convertidas en sedes de organismos estatales. Según rumores de la época, a pesar de su fama de persona austera, tuvo aventuras con actrices de Hollywood como Esther Williams y Joan Fontaine y realizó costosos viajes por el mundo.
La fortuna de Julio Lobo fue calculada entre 85 y 100 millones de pesos de la época (hoy unos 4 000 millones de pesos). Además de ser el principal empresario de la isla y destacada personalidad de la burguesía nacional, fue la mayor autoridad mundial en el tema del azúcar. Si en aquella reunión del 11 de octubre de 1960 Lobo hubiera aceptado la oferta de Guevara, posiblemente habría sido muy distinto el destino de la industria azucarera cubana.
El declive de nuestra principal industria se inició en los años 60 con las llamadas Zafras del Pueblo y se agudizó en 1970 cuando, por un capricho de Fidel Castro, se produjo el descalabro de la Zafra de los Diez Millones.
Décadas después, Castro ordenaría el desmantelamiento de gran parte de los centrales azucareros cubanos. Hoy Cuba produce menos azúcar que a finales del siglo XIX y tiene que importarla de Brasil y Francia para abastecer el mercado interno.
Después de exiliarse en Estados Unidos, Julio Lobo, se dedicó a especular en la bolsa de Estados Unidos, lo que le permitió volver a levantar una fortuna, que cinco años más tarde perdería. Decidió retirarse y vivir en España, donde murió en 1986. Sus restos se encuentran en el cementerio madrileño de La Almudena.
Jorge Luis González
Texto y foto: CubaNet, 4 de octubre de 2022.
Texto y foto: CubaNet, 4 de octubre de 2022.
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