lunes, 2 de enero de 2023

Recordando a Pablo Milanés


Soplaba una brisa fresca en la barriada habanera del Vedado cuando decenas de personas comenzaron a congregarse en el parque de 21 y H en la tarde del martes 22 de noviembre de 2022 para rendir homenaje a Pablo Milanés, fallecido ese día en un hospital de Madrid, donde hacía tiempo se atendía sus problemas de salud.

Aunque el encuentro trató de ser frustrado por la Seguridad del Estado, y un camión de la policía estuvo todo el tiempo merodeando la zona, un grupo de sus seguidores se reunieron para recordar su trayectoria y cantar sus canciones. A pocas cuadras, en 11 entre J e I, sede de un estudio de grabación de Pablo, fue abierto un libro de condolencias. Cientos de personas pasaron a firmarlo y dejar mensajes.

Antes de caer la noche, ya las autoridades, expertas en manipular la obra artística de decenas de intelectuales incómodos con el régimen, habían organizado una cantata en el Pabellón Cuba, ubicado en 23 y N, en La Rampa. Abel Prieto, ex ministro de cultura, lanzó un órdago: “Pablo y su obra nos pertenecen. Son nuestros”.

No es una estrategia nueva. Desde José Lezama Lima y Virgilio Piñera hasta Celia Cruz, son muchas las figuras de la cultura cubana denostadas por la dictadura castrista. Incluso después de muertos, les intentan manipular sus obras.

Pablo Milanés Arias, nació el 24 de febrero de 1943 en Bayamo, hoy capital de la provincia Granma Muy joven arribó a la capital con la intención de estudiar música en un conservatorio. Para esa fecha, ya era un buen exponente del feeling, movimiento musical surgido en La Habana en la década de 1940. Un estilo influenciado por las corrientes estadounidenses en las composiciones románticas y el jazz y en el cual el sentimiento definía la interpretación.

Su primer gran éxito ocurre en 1965 con la guajira-son Mis 22 años, considerado un nexo entre el feeling y la Nueva Trova, de la cual Pablo fue fundador junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola (1946-2005). En 1966, tal y como les ocurrió a unos 48 mil jóvenes en toda la Isla, Pablo es enviado a la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), auténticos gulags instaurados por la autocracia caribeña para reformar ‘vicios del pasado’.

El solo hecho de ser religioso, homosexual, amante del rock o artista contestatario, constituían razones suficientes para que alguien fuera enviado a estos campos de concentración a realizar trabajos forzados. Milanés tenía entonces 23 años. La represión contra el cantautor la vivió en primera persona la actriz y cantante Myriam Acevedo. Exiliada en Italia y fallecida en ese país en 2013 , Acevedo se lo contó a la periodista independiente Tania Quintero en una entrevista en enero de 2009:

“Pablo Milanés, junto a Ricardo Barber, un actor de teatro, ambos amigos míos, fueron llevados a la UMAP y encarcelados en aquel campo de concentración. Ricardo me escribió un telegrama que decía: ‘Si no me sacas de aquí me suicido’. Di la voz de alarma, y en la Union de Escritores y Artistas se formó una comisión de diez intelectuales, entre ellos yo, para discutir el problema de la UMAP con el ministro de Cultura. Ni ese primer intento ni otros posteriores dieron resultados. Entonces Ricardo y Pablo planean la fuga y se escapan de la UMAP en Camagüey. Recuerdo que estaba cantando en El Gato Tuerto cuando veo aparecer el ‘fantasma’ de Pablo, a quien yo hacía en la UMAP. Lo tuve escondido tres días en mi casa. Pero tanto Ricardo como Pablo tuvieron que entregarse y volver a la UMAP”.

Era la época de la guerra de Vietnam. Y Pablo Milanés comienza a tomar partido por las causas sociales. En 1968 ofrece su primer concierto con Silvio Rodríguez en Casa de las Américas, que entonces dirigía Haydée Santamaría. Después de que en 1972 fuera miembro ilustre de la ‘nueva canción revolucionaria’ también conocida como canción protesta, Pablo compartió escenario con lo más granado de los cantautores de habla hispana y portuguesa.

A principios de los años 80, el autor de Yolanda decide dejar el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y crear su grupo musical, que desde los inicios estuvo integrado por soberbios solistas e impregnado de una riqueza de recursos musicales, acertados arreglos y variedad de géneros. Durante un tiempo, Pablo con su grupo siguió apostando por temas políticos y sociales como Yo pisaré las calles nuevamente, No vivo en una sociedad perfecta y Hombre que vas creciendo.

Una faceta destacada de Pablo Milanés es su aporte al rescate de las ‘vacas sagradas’ de la música cubana que estaban en el olvido. Mucho antes de que el alemán Win Wenders y el estadounidense Ry Cooder en 1996 se pasearan por las calles antiguas de La Habana en una moto rusa para filmar el documental Buena Vista Social Club, ya Pablo había grabado un disco con aquellos viejos músicos que vivían desahuciados entre la pobreza y el ron barato.

En 1983 cuando grabó la trilogía Años, con Luis Peña, el Albino, Cotán, y una pléyade de músicos de antaño como Pío Leyva, Ibrahim Ferrer y Compay Segundo. También fue el promotor de jóvenes valores de la música como Gerardo Alfonso, Raúl Torres y Los Aldeanos, a quienes llevó a escena en un recital en el malecón efectuado en el verano de 2008.

Mientras Silvio Rodríguez iba tejiendo una red de amistades e influencia con pesos pesados del régimen, en 1993 Pablo Milanés levantaba ronchas con el quehacer de su Fundación -clausurada en 1993- y canciones desgarradoras, entre ellas Éxodo y El pecado original, en apoyo a los homosexuales.

Silvio y Pablo son dos piezas claves de la llamada canción revolucionaria. Sin embargo, Rodríguez pasó de ser un crítico abierto de la situación en Cuba en las décadas de 1960-1970, a un ferviente admirador de Fidel Castro. Milanés recorrió un camino a la inversa. Su posición política se modificó. Públicamente criticó a los hermanos Castro, sobre los cuales dijo que no eran dioses. En un recital en Miami, en agosto de 2011, defendió a las Damas de Blanco.

Sus posturas contestatarias las pagó con un discreto silencio en los medios oficiales. Pasó de ser el autor de varios himnos de la revolución al cajón de los olvidados. Lentamente, la radio y televisión nacional lo fueron relegando y retiraron su música en fade. Las canciones de Pablo Milanés forman parte de la banda sonora de varias generaciones de cubanos.

Al trascender la noticia de su fallecimiento en España, el 22 de noviembre, la ola de reacciones originadas incluyó tantos elogios como reproches. Pero ni sus admiradores ni sus detractores niegan la grandeza de su obra musical.

Iván García

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