En contraste con las desavenencias, desencuentros y broncas que por momentos hacen que la oposición anticastrista parezca una olla de grillos, hasta hace muy poco el universo del oficialismo castrista, unánime y disciplinado ante las ordenanzas del partido único, sin el más mínimo desacuerdo, lucía tan monolítico como la roca que guarda los restos de Fidel Castro en el cementerio Santa Ifigenia.
Pero ya no es así. Está en curso en las redes sociales un rifirrafe de acusaciones mutuas entre personajes vinculados al oficialismo, que, a fuerza de tantos insultos, zancadillas, trapos sucios y pobreza intelectual, parece más bien una tiradera entre reguetoneros reparteros de baja estofa.
Se originó a partir de la virulenta ofensiva emprendida en las redes por los miembros de la plataforma La Manigua, revolución pa’ rato contra otras personas que, como ellos, también dicen defender a “la revolución y el socialismo” y con los que hasta hace unos meses compartían espacio y confraternizaban en La Comuna.
La Manigua, que es liderada por Rodrigo Huaimachi, un chileno comunista residente en Cuba, al principio de crearse, en 2021, se dedicaba a atacar, mediante insultos, descalificaciones y todo tipo de acusaciones, a disidentes (Movimiento San Isidro, 27 N, Archipiélago), artistas contestatarios y a los integrantes del colectivo de La Joven Cuba, a los que, a pesar de ser de izquierda y socialistas, no vacilaban en acusarlos de “contrarrevolucionarios”. Pero pronto los manigüeros enfilaron también sus cañones y su veneno contra correligionarios del pensamiento oficial que, a su entender, no mostraran suficiente “intransigencia, combatividad y celo revolucionario”.
La Manigua la emprendió primero contra Francisco Rodríguez Cruz (Paquito de Cuba, como firma en su blog), periodista de Trabajadores, por sus críticas al Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Luego han atacado a los colectivos de la revista Alma Mater y los sitios La Tiza, de la Asociación Hermanos Saíz, y El Necio.
La Manigua hizo un mitin de repudio virtual al profesor universitario Fabio Fernández luego de sus inusuales (para un oficialista) razonamientos sobre el patriotismo en el programa Mesa Redonda, que sacaron de quicio y descolocaron al moderador, el habitualmente sereno periodista Oliver Zamora, quien no sabía qué hacer para atajar al profe y arreglar el potaje.
Y hasta han tenido encontronazos los manigüeros con los talibanes del programa Con filo. De ahí ahora uno entiende el por qué de las apelaciones a “la unidad de los revolucionarios” hechas por el inefable Michel Torres Corona en una reciente emisión del programa.
El pasado año, los mandamases, asustados por las masivas protestas del 11J, encargaron al Departamento Ideológico del Partido Comunista elaborar el guión para la creación de La Comuna con el objetivo de “forjar nuevas alianzas entre todos los revolucionarios, sin importar las diferencias”.
En La Comuna intentaron meter en un mismo saco a ilusos que todavía creen en la infalibilidad del marxismo y en el socialismo democrático, maniáticos guevaristas, anticapitalistas convencidos (siempre que no cuestionen a GAESA), activistas de la cultura comunitaria y la reparación de baches en los barrios vulnerables, evangélicos que concilian su religiosidad con el materialismo científico, teóricos y académicos que se debaten angustiados, luego que Lenin pasó de moda, entre Trotski, Bakunin, Proudhon y Gramsci, amén de ecologistas, feministas y miembros de la comunidad LGBTIQ debidamente aleccionados por el CENESEX.
Pero esas nuevas alianzas no resultaron y pronto estallaron broncas que auguran un safari de extremistas contra los que pretenden ser oficialistas por cuenta propia y el puñado de ingenuos que todavía creen en la posibilidad del socialismo democrático y participativo.
En esta tiradera entre zurdos, si no se trata del preludio para una cacería de brujas o de un ardid para la eventual creación de un tramposo bipartidismo de mentiritas, el régimen parece estar de parte de los extremistas sectarios de La Manigua. Es más, los alienta y amamanta. Lo demuestra el espacio que le conceden en Cubadebate, y, más aún, quedó evidenciado cuando Díaz-Canel visitó y saludó a los musulungos manigüeros con pañoletas rojas que participaron en aquella ridícula sentada en el Paseo del Prado (que quisieron presentar como espontánea) en noviembre de 2021, cuando los mandamases temblaban ante la posibilidad de que se materializara la Marcha Cívica por el Cambio convocada por Yunior García Aguilera y el grupo Archipiélago.
Conociendo los recursos habituales del castrismo, que se han hecho peores en la decadente continuidad, de poco valdrán las invocaciones a la ética y la unidad y las promesas de fidelidad al fidelismo sin Fidel de las víctimas de los manigüeros. Seguirán los insultos en los perfiles falsos y anónimos, los linchamientos mediáticos y demás bajezas y métodos sucios de La Manigua, que se ha convertido en una especie de brigada de respuesta rápida en el ciberespacio.
Será muy difícil para el régimen bajar el voltaje al dogmatismo sectario de La Manigua para aplacar esta bronca.
No yerra el Observatorio sobre el Extremismo Político cuando, en un trabajo publicado el 2 de marzo en La Joven Cuba bajo el título La Manigua, cuando el extremismo cruza la línea reflexiona: “Cabría preguntarse quién y cómo se define al amigo y al enemigo, si es viable y sostenible alimentar una corriente extremista y pretender que esta actúe eternamente de forma disciplinada, sin definir adversarios propios —más allá de los orientados — ni utilizar para su combate los mecanismos amorales a los que está habituada”.
Luis Cino
Cubanet, 4 de marzo de 2023
Foto: Manigüeros de La Manigua. Tomada de La Joven Cuba.
Cubanet, 4 de marzo de 2023
Foto: Manigüeros de La Manigua. Tomada de La Joven Cuba.
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