Después de diez días sin recibir agua potable en una barriada al sur de La Habana, un grupo de personas comenzaron a sonar los calderos vacíos para mostrar su descontento. Además del déficit de agua, esa noche hubo un apagón de cinco horas y se interrumpió el servicio del gas de la calle.
El calor era de espanto. La gente reprochaba en voz alta la ineficaz administración de los servicios públicos por parte del régimen. Las críticas se centraban en Díaz-Canel. “Es el peor gobernante que ha tenido Cuba en toda su historia. Un dirigente que se cree doctor en ciencias, pero ni siquiera puede garantizar la alimentación del pueblo y el funcionamiento del transporte, salud pública, abasto de agua y suministro de electricidad”, comentaba iracundo un vecino.
El ambiente era tenso. Llamaban a la empresa eléctrica y Aguas de La Habana y nadie respondía. Aunque las quejas subieron de tono, la sangre no llegó al río. Al filo de la madrugada llegó la luz y los vecinos se marcharon a sus casas.
Al día siguiente, los inquilinos que residen en un edificio de apartamentos reunieron 8 mil pesos, equivalente a 33 dólares, el salario mensual de un cirujano de calibre, y pagaron un camión de agua para que llenaran la cisterna del inmueble.
Un vecino de la cuadra llamó de forma anónima a la policía y al gobierno municipal para denunciar la “ilegalidad”. El chofer de la pipa fue sancionado con una elevada multa y separado de su puesto de trabajo. La delación fue más allá. Denunció al jefe de sector y “otros factores" (autoridades) que durante el apagón, varias personas, mencionando sus nombres y apellidos, “criticaron a la revolución y al presidente”.
Un agente policial residente en el barrio filtró el nombre del chivato. Un tipo igual que la mayoría de los cubanos que compra en el mercado informal para sobrevivir, devenga un salario de miseria y sus dos hijos se han marchado de Cuba en busca de un futuro diferente.
La primera reacción de algunos fue darle una paliza. Otros hablaron con él. ¿Qué ganas con delatar a tus vecinos? ¿Por qué lo hiciste? Desde luego no fue por principios. El informante no cree en el manicomio castrista. No es militante del partido comunista. No ocupa un cargo importante. Y ni siquiera le pagan por sus chivatazos.
Anteriormente había denunciado la compra de un apartamento por un cubano residente en la Florida. Si un inquilino reparaba su casa, llamaba a las autoridades y avisaba que se estaban violando las normas urbanísticas. Ese tipo de comportamiento es frecuente en sociedades autoritarias. En la Rusia estalinista, el komsomol Pavel Kuznetzov, de solo doce años, denunció a sus padres por ‘actividades contrarrevolucionarias’.
En la Isla el régimen incita a la delación. Las autoridades ofrecen números telefónicos para que los ciudadanos denuncien las ‘violaciones’ en los agromercados, negocios privados o el pago por encima de la tarifa decretada en los taxis colectivos. Funcionarios del Estado dicen que sin “la ayuda del pueblo, ni el gobierno ni las fuerzas del orden pueden solucionar los disimiles problemas de la sociedad”.
Yislén, psicóloga, opina que las motivaciones de esos chivatazos van desde la frustración y la envidia hasta el oportunismo. "Han sido más de seis décadas de adoctrinamiento. A veces la delación es un reflejo condicionado. Cuando lees comentarios en sitios de la prensa oficial como Cubadebate, muchas personas se quejan que en sus barrios o provincias les quitan la luz mayor cantidad de horas que en otros cercanos. O le piden a las autoridades que haya más apagones en La Habana. No son capaces de reclamar que no haya apagones para nadie ni de exigirles al gobierno que le dé una solución al déficit energético. Consideran que si yo sufro largos apagones, los demás también tienen que sufrirlo”.
Miguel, dueño de un bodegón que vende bebidas y alimentos, cuenta que “hay pensionados y trabajadores estatales que me han denunciado a las autoridades por los altos precios. Creen que las MIPYMES somos culpables de la crisis económica y la inflación. Esas personas jamás han comprado ni un caramelo pues sus bajos salarios no se lo permiten. He hablado con algunos y les he explicado que comparando los precios al cambio del dólar contra el peso en el mercado informal, los emprendedores, por lo general, vendemos más barato que en las tiendas MLC del gobierno”.
“Les digo que el segmento de mercado de las MIPYMES son los reciben remesas o ganan mucho dinero. No comprenden que nosotros no somos el problema, si acaso somos la solución para una fracción de la sociedad. Es muy difícil cambiar la forma de pensar en un país tan adoctrinado como el cubano. Las quejas debieran hacérselas al gobierno y reclamarle al Estado salarios justos y soluciones a la devaluación del peso y la crisis económica”, apunta Miguel.
Un ex oficial del DTI (Departamento Técnico de Investigaciones), considera que “la chivatería se ha convertido en un estilo de vida en Cuba. En los más de veinte años que trabajé como investigador policial, recibí innumerables denuncias. Incluso he visto delatar a una persona por una causa inventada simplemente porque le caía mal o se acostaba con su mujer”.
Los opositores políticos y periodistas independientes sufren con mayor rigor la delación. Recuerdo que un vecino del barrio tomaba nota de las matriculas de los autos que visitaban mi apartamento. Registraba en los latones de basura para averiguar lo que comía y guardaba las etiquetas de los jabones y frascos de champú, para probar ‘mi alto nivel de vida’. Estaba al tanto del reloj contador de mi apartamento, para ver si cometía fraude en el pago de la electricidad. Lo peor, supe años más tarde, que lo hacía por pura afición. No por encargo de la Seguridad del Estado.
Pero, por suerte, cada vez quedan menos soplones. Los que quedan suelen ser mayores de 60 años, personas frustradas que dieron sus mejores años en nombre de ‘la revolución de Fidel Castro’ y ahora viven olvidados, algunos rozando la indigencia.
Se debate mucho entre los cubanos de las necesarias y urgentes reformas económicas que permitan salir de la crisis sistémica que ha empobrecido al país. No existe ninguna garantía que con economía de mercado y el auge de negocios privados, el régimen castrista apueste po la democracia, la libertad de expresión y recuperar valores cívicos. Pero ante todo, debemos rescatar al ciudadano.
Iván García
Foto: Uno de los agentes de la Seguridad del Estado que vigilaba a la periodista independiente Luz Escobar, actualmente viviendo en España. Tomada de El Estornudo.
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